「017 」

Escuchó que alguien hablaba en el pasillo. Acto seguido, un beta muy alto y con piernas larguísimas entró al salón con total confianza, como si conociera bien la casa. JiMin observó en ese momento a una de las parejas más guapas que había visto en la vida... y que a todas luces era el ex de YoonGi.

Sus interminables piernas, que ascendían desde unas botas negras con tacón, estaban en fundadas en unos pantalones de seda. Llevaba un cinturón plateado en torno a sus delgadas caderas y una camiseta ceñida a su cuerpo, mostrando sus claviculas. Una cabellera castaña. Ni un solo rizo encrespado a la vista. Sus ojos eran de un asombroso verde esmeralda y estaban rodeados por espesas pestañas negras. Tenia labios delgados en forma de corazón, pómulos afilados, lo que le confería una elegancia serena. Tras echar un vistazo por el salón, sus ojos se clavaron en JiMin.

En ese momento supo que iba a vomitar.

El hermoso beta se volvió hacia YoonGi con expresión arrepentida. Hasta su voz tenía un deje erotico cuando dijo:

–Es que tenía que conocerlo.

JiMin comprendió el espanto de Hoseok, no solo se acostaba con YoonGi, sino que también sentía algo por él. Lo miró y la expresión dolida que rondaba sus ojos le reprochó que le hubiera robado a su hombre. En parte, JiMin contemplaba la escena como si estuviera viéndola desde afuera, y le resultó graciosa. Era como su estuviera viendo un reality show. Al menos no se trataba de Jersey shore, pensó aliviado. Al ver que sus pensamientos tomaban un camino desquiciado, se aferró como pudo a la cordura que le quedaba.

Se pusó de pie y miró fijamente al modelo que lo observaban desde la ventaja que otorgaba la diferencia de altura. Tras esforzarse por recuperar la compostura, fingió mentalmente que llevaba ropa de verdad y no un atuendo apropiado para un gimnasio

– Lo entiendo– Replico con formalidad.

–HoSeok, ¿Cómo has conseguido burlar las medidas de seguridad?

El modelo extendio su brazo para entregarle algo a YoonGi.

–Todavía tengo la llave y el código de acceso. Después de que me informaras de que ibas a casarte... bueno, las cosas se pusieron bastante intensas.

Esas palabras pincharon la sensible piel de JiMin. A la mierda todo. Se negaba a que YoonGi continuará manteniendo una relación en la sombra cuando habían firmado un contrato. Por tanto, necesitaba fingir que era un esposo posesivo. Tragó saliva con fuerza y se obligo a regalarle una sonrisa serena a su adversario.

–HoSeok, siento mucho que nuestra decisión te haya echo daño. La verdad es que todo ha sucedido muy rápido –tras esas palabras, soltó una carcajada y se interpusó entre YoonGi y el modelo.– Nos conocemos desde niños y cuando nos encontramos de nuevo, fue como un huracán, que arrazo con todo – fingió mirar con adoración a su flamante esposo, aunque le picaban los dedos por el deseo de estamparle un puñetazo. YoonGi le rodeo la cintura con los brazos y él sintió su calor corporal a través de los leggins –Debo pedirte que te marches. Es nuestra noche de bodas.

El beta los observó con una expresión calculadora.

–Es raro que no hayan ido a algún sitio más... romántico

YoonGi salvo a JiMin en esta ocasión.

–El trabajo me reclama, así que hemos pospuesto el viaje –mencionó acariciando los mechones castaños de JiMin.

–Bien– dijo Hoseok con voz cortante– Necesitaba ver con mis propios ojos por quién me has dejado –Su expresión dejo claro que no comprendía la decisión del alfa– Estaré un tiempo fuera de la ciudad. Me he comprometido a ayudar en un proyecto de reconstrucción en Haití.

¡Diosa Luna! ¡Participa en causas humanitarias!

Pensó Jimin. El beta era físicamente perfecto, tenía dinero y ayudaba a los demás. Sintió que se le caia el alma a los pies.

Hoseok volteo y reparó en la baraja de cartas.

–Siempre me ha encantado jugar a las cartas. Pero no lo veo muy apropiado para la noche de bodas.

El beta no los dejo replicar. Con la elegancia de una cobra, salió por la puerta sin echar la vista atrás.

El omega se alejo del pelinegro en cuanto escucho el clic de la puerta de la entrada. El la estancia reinaba un silencio tenso, si bien su cabeza era un hervidero de pensamientos.

–Lo siento, Jimin. No lo creía capaz de aparecer de repente en mi casa.

La pregunta surgió del fondo de su alma. Aunque se juró que no le preguntaría, la breve y sangrienta batalla acabó antes de empezar siquiera. De modo que lo soltó:

–¿Por qué te casaste conmigo y no con él?

Comparado con Hoseok, él salía perdiendo en todas las facetas. El novio de YoonGi era hermoso, elegante y delgado. Su forma de hablar denotaba que era inteligente, colaboraba con causas humanitarias y se había comportado de una manera muy educada para ser alguien despechado. Además, era obvio que quería a YoonGi. ¿Por qué lo había lastimado de esa forma?

El alfa se alejo de él.

–Eso da igual –le respondió con frialdad.

El omega sintio un gélido escalofrío por la espalda al ver su expresión decidida.

El pelinegro comenzó a subir sus defensas y de repente se encontró con un hombre carente de emociones y de sentimientos.

–Porque quería más de lo que podía darle. Quería sentar cabeza y formar una familia.

–Y ¿Que tiene de malo? –preguntó mientras retrocedía un paso.

–Se lo deje muy claro desde el principio. No mantengo relaciones permanentes. Nunca he querido tener hijos y jamás seré el tipo de hombre que sienta cabeza para formar una familia. Me lo prometí hace muchos –explicó e hizo una pausa– Por eso me case contigo.

JiMin sintió que todo le daba vueltas cuando por fin comprendió el alcance de esas palabras. Su esposo podía experimentar arrebatos de pasión, que suponía eran guiados por su lobo. Sus caricias podían ser ardientes y sus labios abrasadores, pero su corazón era una piedra. Jamás permitiría que alguien lo conquistará. Estaba demasiado herido como para arriesgarse. De alguna forma, sus padres lo habían convencido de que el amor no existía. Aunque vislumbrara un débil rayo de esperanza, YoonGi no creía en los finales felices. Él sólo veía a los niños como victimas, y una vida de sufrimiento.

¿Como podría alguien luchar contra semejante convicción con la esperanza de ganar? La necesidad de YoonGi por contraer matrimonio de conveniencia le resulto perfectamente razonable.

–¿Estas bien? –le pregunto él

JiMin decidió acabar la noche con haciendo una salida de escena espectacular. Min YoonGi podría romperle el corazón. De nuevo. Necesitaba mantener una actitud fría y practica para salvaguardar su orgullo. Y debía mantener las distancias en todo momento. Logró componer una expresión serena y ocultó El dolor en lo más hondo de sí mismo, hasta que se convirtió en una pequeña bola que albergaba en su estomago.

–Deja de preguntarme si estoy bien -rodo los ojos– por supuesto que estoy bien. Pero ni se te ocurra pensar que puedes echarte un polvo con Hoseok. Tenemos un trato. –lo miró con advertencia

La expresión del alfa se volvio tensa.

–Te di mi palabra. ¿Recuerdas?

–Tambien haces trampa al póquer

El recuerdo de la desastrosa partida de póquer hizo que la consumiera la humillación. YoonGi cambio el peso del cuerpo de un pie a otro mientras se pasaba las manos por el pelo. JiMin supo que estaba a punto de soltarle el sermón.

–Sobre lo que sucedió...

YoonGi iba a hablar, pero Jimin lo interrumpió con una carcajada digna de un premio de la academia.

–¡Diosa Luna! No me digas que hablaremos de eso –puso los ojos en blanco– Yoon, Escúchame, debo confesar algo. Si, el nuestro es un matrimonio por conveniencia, pero resulta que hasta hace poco iba vestido de novio y es nuestra noche de bodas y... –levantó las manos en señal de rendición– Me deje llevar por todo eso. Y como tú estabas disponible... En fin

–¿Disponible?

–Bueno, mi lobo esta algo sensible y como tú eres un alfa, estabas a mano. No significó nada. Así olvidaremos todo esto, ¿Te parece?

El alfa observó con los ojos entrecerrados, deteniéndose en cada uno de sus rasgos faciales. El tictac del reloj era lo único que se escuchaba mientras él esperaba. Atisbó una emoción extraña en esos ojos oscuros y juraría que lo miro con arrepentimiento.

Debió tratarse de un efecto extraño de la luz.

Al cabo de un momento, El alfa asintió con la cabeza.

–Le echaremos la culpa, al vino, Luna llena o a lo que sea.

JiMin dio una vuelta.

–Me voy a la cama. Es tarde. Buenas noches.

–Buenas Noches.

El omega subió las escaleras y, una vez en su dormitorio, se metió bajo las sábanas sin lavarse los dientes ni la cara, sin ponerse un pijamas. Se subió el edredón hasta la barbilla, enterró la cara en la almohada y se rindió al sueño, un lugar donde no tenía que pensar ni sentir un lugar donde nadie le hacía daño.


YoonGi mantuvo la vista clavada en las escaleras. El vacío palpitaba en su interior y no sabia por qué. Se sirvió el resto del vino en la copa, ajusto el volumen de la música y se acomodo en el sofa. La música lo envolvió y lo relajó.

El error que había estado a punto de cometer lo torturaba. De no ser por la aparición de Hoseok, JiMin estaría en su cama. Y adiós al matrimonio sin complicaciones.

Imbécil

¿Desde cuando permitía que el deseo por un omega trastocar sus planes? Ni siquiera cuando rondaba a Hoseok antes de que su relación se volviera mas íntima le preocupaba el resultado. Su objetivo era claro y necesario. Sin embargo, eso no habia bastado para detenerlo después de saborear a Park JiMin. Un omega que destruía su mente, lo hacía reír y lo tentaba con las delicias de su cuerpo y aroma sin la menor manipulación.

Era distinto a todos los omegas que había conocido a lo largo de su vida y quería seguir manteniéndolo en la categoría de amigo. Era el mejor amigo de su hermano. Quería reírse al recordar su pasado en común y vivir en armonía durante el año estipulado antes de decirle adiós con cordialidad.

Y durante la primera noche había estado a punto de arrancarle la ropa. Apuró el vino y apagó la musica. Ya lo solucionaría. JiMin había admitido que solo quería un cuerpo dispuesto a satisfacerlo a él y a su lobo en la cama. Era obvio que no se sentía atraído por él. Posiblemente había bebido mucho vino y había acabado atrapado en la fantasía de la boda. Tal como había admitido. Solo queria dinero, pero echaba de menos el sexo.

Su testaruda mente insistía en decirle que JiMin no podía reaccionar de esa manera tam apasionada con todos lo alfas que lo tocaran. Sin embargo, decidió ignorar las señales a advertencia de su lobo, abandono el sofa y subio para acostarse en su propia cama.

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