O1.
Nunca se imaginó que en medio de un entrenamiento su entrenador lo hiciera salir de la pista para llevarlo con él a lo que parecía ser un gimnasio. Era verdad que ellos suelen tener tramos de los entrenamientos allí, en especial cuando quieren mejorar la elasticidad; pero en un horario que no era el habitual para él no sabía bien qué esperar.
Después de la sugerencia del mayor con respecto a intentar competir con un compañero esta vez, el bicolor, había estado pensando y barajando aquella posibilidad sin estar muy seguro. No le había dado una respuesta concreta, ya que el hecho de competir con un compañero no creía que fuese del agrado de su padre en lo absoluto, es decir, ¿cómo una persona tan competitiva como él aceptaría que su hijo compartiera la victoria con otra persona? Sin duda no sonaba a algo muy tentador para el patriarca de su familia.
Fue cuestión de dejar ver esa inseguridad por su parte para que el azabache que lo entrenaba interviniera y lo animará a adentrarse en la nueva experiencia, después de todo el daría la cara por sus estudiantes frente a sus tutores legales, que los dejaban con toda confianza en sus manos para prepararlos sobre el hielo de la pista.
Y allí estaban, entrando al pequeño gimnasio en el que se encontraban un par más de jóvenes de su edad, que estaban concentrados en lo que estaban haciendo o a lo que les remarcaba alguno de los profesores que se encontraban presentes allí.
—Bueno, Todoroki, te voy a presentar al chico del que te hablaba la otra clase —comenzó a hablar el azabache, sacando de su burbuja al mencionado—. Es un alumno mío, lo he llevado a competir desde que tiene diez años.
No estaba tan alejado de lo que el heterocromático conocía. Desde los nueve o diez años que patinaba y competía en diversas competencias en las divisiones que le correspondían según su edad. Lo normal, en resumen, aunque no creía que el chico aún desconocido para él estuviera pasando por el revuelto de emociones que él estaba sintiendo, o al menos eso no era lo que reflejaba el azabache al hablar de él.
—¡Sero, ven acá!
Nuevamente se sobresaltó por el tono más elevado del adulto, pero volver a la realidad le permitió escuchar la voz de una persona respondiendo afirmante, para que en cuestión de segundos se encontrará con un joven al que no recordaba haber visto hasta el momento llegar allí, pero que se acerco y dedico una sonrisa, aunque tambien se veia la confusión en sus expresiones, estaba claro que no era el horario habitual en el que su entrenador llegaba y mucho menos que lo hiciese con una persona que no conocía de nada, a menos que lo haya visto en alguna competición.
Como era ya de costumbre, el bicolor se tomó su tiempo y la libertad de ignorar los primeros intercambios de palabras entre sus contrarios para poder analizar al joven desconocido que tenía frente a él. Suponía que no estaban más que intercambiar unos saludos, mientras que sus orbes heterocromáticas se perdían en cada detalle del chico azabache, que tenía el cabello algo largo y atado en una coleta, que estaba vestido con prendas bastantes ligeras para ser que luego tendría que entrar a una pista de hielo, pero que le permitía ver parte de su cuerpo y el trabajo que se dejaba ver en ellos, aunque no fuera mucho o muy marcado. Nunca lo había visto, de eso estaba seguro, pero parecía una persona amigable por como sonreía de par en par o por como parecía hablar con un tono ameno y algo animado.
—Bien, esto es sencillo de entender —volvió a hablar más serio, captando la atención de ambos jóvenes nuevamente—. Sero, a ti no te lo había comentado antes, pero con el joven Todoroki estuvimos hablando sobre la posibilidad de comenzar a competir en dueto, ya sabes, cambiar un poco la rutina.
Si bien el mayor se tomó el tiempo de explicarse lo más sencillo posible, el bicolor pudo notar una expresión aún más confusa en Sero, como si no estuviese entendiendo de alguna manera lo que le estaba tratando de decir, a pesar de que había sido la indirecta más directa que se pudo haber formulado.
—Aizawa sugirió que seas mi compañero, si es que aceptas, claro —aclaró el más bajo.
Por unos segundos vio como el chico parecía hacer "click" en su cabeza, ya que empezó a dar unos ligeros asentimientos, mientras analizaba aquella propuesta que estaban, ahora sí, haciendo con toda claridad.
Era verdad que ni él ni el bicolor habían nunca trabajado en equipo, siempre fueron patinadores solistas y estaban acostumbrados a las rutinas solitarias y que dependían solamente de ellos y sus trucos, y que en caso de que se equivocaran o cayeran, sería única y completa responsabilidad de ellos, no afectarían a terceros por sus errores.
Para el azabache era quizás una decisión muy abrupta, no tenía demasiado conocimiento sobre cómo patinaba el medio albino, en que se destacaba o si siquiera tenían alguna similitud en aquel ámbito que compartían, por lo que no era capaz de anticipar o suponer si aceptar aquella propuesta sería beneficiaria para ambos o solo sería un dolor de cabeza en los entrenamientos al no poder complementarse o ponerse de acuerdo. Pero también era una realidad de que Aizawa, su entrenador, tenían un extraño, pero maravilloso, instinto cuando se trataba de las decisiones respecto a ellos; había cosas que él veía que ellos mismos no eran capaces de darse cuenta, y si estaba en ese momento sugiriendo la formación de un equipo con el chico Todoroki, debía tener una buena razón, al final era el único que conocía a ambos por igual en lo que el patinaje respecta.
—Siempre logras sorprenderme, señor —logró formular tras aquellos segundos de silencio—. Bien, haré equipo con este chico de aquí.
Aceptó por su propia voluntad, pero tampoco estaba seguro de si tenía o no opción, era muy probable que el mayor hiciera que compitieran al menos una vez para probarlos, así ellos no estuvieran muy de acuerdo, no sería algo que no hubiera pasado con anterioridad en algún aspecto. Era mejor poner buena cara y dar su mejor esfuerzo por llevarse bien con el Todoroki menor, quizás no fuera tan malo.
—No hay nada más que hablar entonces, mañana los espero a esta misma hora —sentenció finalmente—. Hay mucho en lo que trabajar con ustedes.
Ambos se buscaron con la mirada casi al instante, no sabían qué esperar del otro.
Como habían acordado el día anterior, ambos jóvenes llegaron al establecimiento casi a la vez, unos minutos más temprano del horario establecido, solo para tener certeza en qué estarían puntuales cuando empezará su entrenamiento con la nueva rutina que el entrenador les habrá preparado.
—Buenos días, Todoroki —saludó primero el azabache, alzando su mano ligeramente para hacer un leve gesto y dedicándole una sonrisa.
—Buenos días, Sero —devolvió el saludo, acercándose hacia donde el contrario estaba.
Decidieron solo entrar al lugar, si se decoraban mucho era probable que recibieran algún reproche por el mayor, no toleraba mucho las pérdidas de tiempo, y teniendo en cuenta que la tarde anterior había remarcado expresamente la cantidad de trabajo que tenían, estaban seguros de que cada segundo era indispensable para ellos. No se cruzaron muchas palabras, en especial el bicolor, que no sabía bien cómo empezar una conversación con su nuevo compañero, tampoco sabía muy bien de qué hablar que no fuera algo referido al deporte, y eso sería aburrido seguramente.
Llegando a la pista como tal, se encontraron al azabache mayor sentado y con una libreta entre sus manos, parecía estar anotando algo mientras murmuraba cosas inentendibles. Era una imagen bastante normal, así que ambos solo se acercaron a donde estaba y se sentaron en unas bancas que había junto a la pista.
—Buenos días, señor.
Ambos llamaron su atención con sus saludos, mientras que apoyaban sus mochilas en el suelo para comenzar a sacar sus patines de ellos. Eran diferentes entre sí, los de Todoroki eran blancos y los tacos de estos eran marrones como la madera, mientras que los patines de Sero eran completamente negros, solo resultaban las chinchillas plateadas y afiladas.
—Buenos días, jóvenes —saludó por lo bajo, terminando de escribir algo en su anotador—. Terminen rápido de ponerse sus patines y vayan a entrar en calor, tenemos mucho que hacer.
Solo pudieron asentir, mientras se concentraban en aquellos largos cordones que debían atar y que realmente eran bastantes molestos a la hora de ponerse sus patines.
La idea de empezar ese día a entrenar ambos juntos era algo que en parte los entusiasmaba, pero también tenían aquel nerviosismo al no saber si aquello saldría bien o solo sería una pérdida de tiempo, era algo que solo sabrían una vez entraran a la pista y empezaran a comportarse como el equipo que se supone que eran, o algo así.
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