Parte 44

El rugido de las nubes aumentaba de intensidad cada vez más. Éstas se acercaban muy rápido hasta su posición. Luna estaba agachada hacia adelante, con la rodilla derecha apoyada en el suelo y la izquierda estirada. Miró hacia la izquierda y luego a la derecha. Todos los demás estaban alineados. Tocó el cátcher que tenía en el hombro derecho. El dispositivo consistía en un disco giratorio de titanio de dos centímetros de ancho, en el centro sobresalía lo que parecía ser una pequeña punta de flecha hecha de oro.

El viento le revolvió el cabello rojo y ella lo puso todo a un lado.

—¿Y ahora qué? —preguntó la mujer.

—Ganará el dueño del cátcher que mayor cantidad de descargas obtenga.

Cinco inmortales participaban del juego. Aparte de la pareja estaban Adam, Nithan y Puño. Éste último era el noctividus de la zona que parecía inmaduro para el cuerpo alto y musculoso que poseía.

Regresó la mirada a Adam. Él era demasiado parecido a su marido, la primera vez que lo había visto casi había pensado que Zack le había ocultado un hermano gemelo. En ese instante, también recordó la sorpresa cuando le presentaron a su antigua doctora Ariana, ahora con apellido Bale, como la esposa de Adam.

Jamás hubiera imaginado que en el pasado, Ariana habría llamado a Alucar, para que él se encargara de investigar su extraño caso. Desde el principio, Raya había sido atendida por una doctora inmortal. El mismo día, la castaña se enteró que tenía una pequeña sobrina. Adam y Ariana habían tenido un bebé un mes antes.

Ese era el motivo por el que Zack le había insistido a su hermano para que los acompañara esa noche y se distrajera un poco.

—Woho —gritó Puño festejando la primera descarga.

Todos comenzaron a correr a lo largo del campo abierto. Los rayos debían caer justo en los cátchers para que se validara el punto. Luna vio como un rayo cayó en la cabeza de Adam, quién solo se sacudió antes de continuar corriendo. Ella se concentró en las nubes, una línea de luz se prendió arriba de ella y se detuvo con su hombro en posición. El cátcher recibió toda la energía, empujándola hacia el suelo. 

Zack la sostuvo de la cintura antes de golpearse. 

—No tardarás mucho en juntar puntos sin perder el equilibrio —le dijo para después alejarse de nuevo.  

Las descargas eléctricas se dieron una y otra vez hasta que comenzó a llover intensamente. Media hora después, Zack fue el ganador indiscutible con siete descargas.

Tres semanas había durado su luna de miel antes de que Zack recordara que no debía descuidar todos sus negocios. Entonces se trasladaron a Villa de la Lira al norte de España, donde vivían actualmente Nithan e Ilov.

La pareja de recién casados se alojó en una cabaña que estaba a quinientos metros de la casa principal. Allí nadie los molestó y pudieron hacer todas las cosas que quisieron. Andraya había querido aprender a surfear, pero las olas de la playa más cercana no eran aptas para hacerlo. A cambio, Zack la había llevado a bucear sin equipo, sólo con una linterna especial. Las maravillas del fondo del mar la habían dejado anonadada.

—¿Sucede algo? —preguntó la mujer cuando Zack regresó muy serio a la cabaña.

—Derek me llamó —se peinó el cabello con los dedos.

Andraya se arrodilló en la cama,  con la mano le hizo una señal para que se acercara y así poder rodearlo con sus brazos.

—No puede ser tan malo, ¿o sí?

—Tendremos que regresar a Paraguay extraoficialmente. Tengo que volver a ser el noctividus de esa zona mientras Derek se ausenta.

—Yo puedo ayudarte.

Zack negó con la cabeza.

—Tú tendrás otra cosa que hacer. Convertirán a Tricia y Derek debe estar con ella. Ya que sería extraño que ellos dejaran a su bebé con sus abuelos maternos sin tener un motivo fuerte para hacerlo, Tricia te eligió a ti para ese trabajo. No confía en nadie más.

Raya se tomó unos segundos para asimilar la situación. Al principio se sintió triste porque Tricia tendría que alejarse de su bebé, después afortunada porque su amiga confiaba muchísimo en ella y por último, había sentido pánico al no saber cómo cuidar a un bebé con unos meses de nacido.

—Lo haré —dijo sin estar del todo convencida—. ¿Cuándo nos vamos?

—El avión privado sale en dos horas —informó mientras se dirigía al placar—. Nadie debe saber que vamos. Nos facilitaría las cosas si fueras...

—Como Luna —terminó la frase por él—. No te preocupes.

Siete horas después, Derek los recibió muy ansioso con su hijo en brazos. Les habían dado vacaciones a todos los empleados de la mansión para que nadie sospechara que algo extraño sucedía allí.

—¿Ya decidieron el nombre ? —preguntó la recién llegada acercándose al bebé.

—Adair Blanco.

—Es hermoso —susurró Luna al observar la blanca carita con ojos cerrados del hijo de su amiga.

La primera parada que habían hecho con Zack después de salir de Paraguay había sido Venezuela. Allí Raya se sintió nerviosa al ver que Ilov, Nithan y Adam estaban presentes. Ellos jamás se perderían la que consideraban la verdadera boda de Zack. Ilov la recibió muy emocionada con un abrazo y le agradeció en un susurro lo feliz que se veía el azabache.

—Las bodas inmortales son muy simbólicas —le había explicado su esposo cuando habían llegado al Parque Nacional Canaima—. Existen varios ritos que dependen de la tradición familiar. En mi familia se acostumbra saltar del Salto Ángel para formalizar una unión matrimonial permanente.

Luna se acercó a la orilla y miró la caída. Regresó la mirada a Zack esperando que él le dijera que estaba bromeando. Ella no tenía vértigo, pero mirar las paredes casi verticales de roca sin ver el final le parecía demasiado.

—Es uno de los ritos más sencillos.

—¿Qué puede ser más loco que esto? —quiso saber— ¿No te parece que soy una frágil mortal ?—cambió a Andraya.

El inmortal negó divertido y preocupado a la vez.

—Algunos incluyen lava, Everest o incluso enterrarse bajo tierra —se sujetó el puente de la nariz—. Esto también es nuevo para mí y no puedo obligarte a hacerlo.

—No hace falta, solo estoy impresionada —no podía negar que tenía miedo, pero haría cualquier cosa para que la unión entre ellos fuera completa en los dos mundos.

Antes de saltar regresó la mirada a los tres inmortales que serían su nueva familia. Tomó la mano de Zack y cerró los ojos.

El llanto del pequeño Adair la regresó al presente.

—Tengo que irme —lamentó Derek dejando que ella lo cargara—. Estaremos eternamente agradecidos por el gesto —les dijo antes de salir de la casa.

Zack aseguró la puerta y fue a prepararse para patrullar. Luna cambió a Andraya y llevó al bebé a su habitación. Le encantaba el aroma a lavanda y aceite de bebé que despedía Adair. Su habitación era un sueño y se notaba la importancia que le daban al pequeño mortal.

Las paredes estaban pintadas con una perfecta caricatura de un sistema solar completo que observaba una jirafa muy graciosa a través de un telescopio. El artista había tenido mucha imaginación para llenar las cuatro paredes de la gran habitación con un solo tema divertido y colorido.

Adair dejó de llorar cuando lo puso en su cuna y la observó fijamente, como si quisiera entender quién era ella y qué estaba haciendo allí. Andraya se perdió unos segundos en los tiernos ojos verdes que la contemplaban. ¿Cómo se sentiría tener un hijo de Zack? Lastimosamente eso no podría saberlo nunca. La adopción tampoco era una opción para ellos después de haber descubierto que ambos eran inmortales.

La mujer salió sigilosamente de la habitación para familiarizarse con todo lo que tendría que hacer para cuidar a Adair. La cocina estaba equipada con leche en polvo y también había leche materna en la heladera.

—Vengo a despedirme —dijo Noctua entrando a la cocina.

—Nos vemos más tarde, querido —lo besó.

Pasaron casi seis semanas cuando los padres de Adair por fin regresaron. Luna había aprendido un montón acerca de los bebés y se había encariñado demasiado con su protegido. Zack la había ayudado cuando se lo había pedido, pero no se había ofrecido ninguna vez a quedarse solo con el pequeño.

Tricia se veía un poco diferente. Los cambios que había sufrido solamente podrían ser notados por inmortales. La piel de su amiga parecía más tersa y sus ojos más intensos. Sus pestañas ahora eran abundantes y sus cejas estaban perfectamente marcadas.

Derek tomó a su hijo de los brazos de Luna y lo abrazó con cuidado. Tricia permaneció en la entrada. Parecía que tenía miedo de acercarse a Adair. Blanco se dio cuenta y se acercó lentamente a su esposa.

—Puedes hacerlo —le miró fijamente—. Nos ausentamos una semana más para asegurarnos —le recordó.

—Lo sé —susurró acercando su temblorosa mano a la cabecita del pequeño.

Tricia buscó apoyo en los ojos de su esposo cuando Adair abrió los ojos y sonrió en su dirección. Derek le entregó a su hijo y después la abrazó por la espalda.

—Estaremos bien —sonrió la pelirroja.

Discretamente Zack y Luna se habían retirado, comprendiendo que la familia Blanco necesitaba tiempo a solas. Esperaron pacientemente en la cocina a que los recién llegados se acomodaran.

—Siento haber sido grosera al no saludarlos —dijo Tricia cuando se reunió con la pareja de la cocina—.  Estaré eternamente agradecida por haber cuidado a lo más valioso que tengo —abrazó a su amiga y luego al azabache.

—Me alegra que hayamos podido ayudar—habló Luna muy feliz de ver que al fin tenía una amiga inmortal.

—¿Bromeas? Ayudar es poco. Adair subió de peso y se ve muy sano.

—Lo sé. No lo dejé solo ni un segundo.

Tricia abrió los ojos de par en par.

—¿Ni siquiera cuando dormía?

—Me gusta verlo dormir —se encogió de hombros.

La recién convertida dirigió su mirada a Zack.

—¿Y te dejó desatendido? —inquirió algo culpable.

El azabache asintió despreocupado. Él también había estado muy ocupado con sus negocios.

—Salud —le deseó Ivonne y le pasó un pañuelo.

Andraya le agradeció y regresó su mirada a la pantalla del televisor. Su tarde de chicas estaba yendo muy bien. Antes de comenzar a ver la película habían ordenado pizza y se habían puesto al corriente de todo lo que había pasado en sus vidas.

Al principio la castaña sintió algo de nostalgia al ver que su antigua habitación se había convertido en una sala de estudios. Incluso habían pintado la pared de un color más claro. Aunque no era así, parecía que ya había estado casada mucho tiempo. No imaginaba su vida sin Zack.

—Parece que tienes un resfriado —la rubia detuvo la película y encendió la luz.

La castaña tenía la nariz roja y no podía dejar de estornudar. Se disculpó cuando dejó de sentir cosquillas en su nariz.

—Estaba bien esta mañana.

Ivonne hizo una mueca. Lo más probable era que ella hubiera traído el virus del hospital. No solía enfermarse mucho, pero los que estaban cerca de ella eran otra historia.

—Lo siento amiga, creo que fue mi culpa.

—Tal vez es una alergia.

—¿Te molesta la garganta?

—Me pica un poco —Andraya se aclaró la garganta sintiéndola cada vez más extraña—. Quizá sea mejor que regrese a casa a descansar.

—Si Zack no está será mejor que te quedes aquí —se preocupó.

—La señora Rodríguez me ayudará. Hace tiempo que quiere que pruebe su comida.

—De acuerdo.

Andraya se retiró con una receta de medicamentos para la gripe y con un tubo de pastillas de vitamina c. La castaña no sabía que los inmortales pudieran enfermarse. Tendría que ir a buscar ayuda en los libros del despacho.

—¿Qué me está sucediendo? —preguntó a la nada cuando vio su reflejo en el espejo retrovisor.

Lucía exactamente igual que una mortal con un fuerte resfriado. Su rostro se veía muy pálido y óvalos rosáceos se marcaron bajo sus ojos. Incluso sus labios parecían secos y sin vida. Como sus sentidos no estaban al ciento por ciento, condujo con torpeza hasta su casa.

El portón principal estaba abierto y había un camión grande afuera. Bale le había pedido que hiciera todos los cambios que quisiera en la mansión ya que él no había cambiado nada después de comprar la gran casa. Andraya se había sentido feliz al tener la libertad de cambiar por completo toda la decoración. Quería ver a esa casa como su hogar. Comenzó eligiendo los nuevos colores de las paredes. El recibidor y la sala de estar tendrían color terracota. Los muebles nuevos ya habían sido encargados.

Fingió sentirse bien para que la señora Rodríguez no se preocupara. Antes de subir eligió dos libros del despacho y se encerró en su dormitorio. El aroma de Zack, impregnado en la almohada que utilizaba cuando se recostaba a su lado para acompañarla, le dio un poco de energía. Dejó los libros en el buró y se metió bajo la frazada.

Después de casarse habían tenido que cambiar el color de todas las ropas de cama a tonos muy oscuros. El blanco no servía para disimular la sangre. Cerró los ojos intentando dormir. Estaba un poco arrepentida de haber preferido quedarse a viajar con Zack, quien tenía que arreglar un acuerdo con un proveedor.

—¿Se encuentra bien? —escuchó que preguntó la señora Rodríguez, del otro lado de la puerta.

Por el tono de preocupación y los intervalos de los golpes en la puerta, Raya dedujo que la mujer la había estado llamando hace tiempo. Se aclaró la garganta y se sentó en la cama.

—Estoy bien. Tengo un pequeño resfriado.

—¿Quiere que le traiga el almuerzo?

¿El almuerzo? Miró el reloj que estaba cerca del placar y se dio cuenta de que ya había pasado una hora después del mediodía. Había dormido más de diez horas.

—Un caldo de pollo estaría bien.

Escuchó cómo la mujer se alejaba y se fue hasta el baño. Un baño de agua fría le haría bien. Estaba tan cansada que el cuarto de baño se le antojó gigantesco. Las toallas estaban en un estante el otro lado, cerca de la puerta de vidrio que separaba la zona del jacuzzi.

La ducha que se dio la ayudó a relajarse. Se sonó la nariz y se sorprendió al distinguir un color naranja en el pañuelo. Incluso el esputo que expulsaba no era del color normal. Se sentía fatal. Se vistió con una remera holgada y unos shorts negros antes de regresar a la cama.

Veinte minutos después, la señora Rodríguez le llevó una sopa caliente de pollo a la cama.

—¿Y ahora que estoy enferma podrías acceder a mi pedido de llamarme Raya o Andraya? —habló mientras probaba la sopa.

—Lo siento, señora Bale.

—Por favor, Dora —casi suplicó con la garganta destrozada.

—Lo consideraré si mejora —cedió al fin.

La castaña comió todo el caldo de pollo y después se distrajo leyendo. Si tenía suerte muy pronto estaría bien. Ella acostumbraba llamar a Zack todas las mañanas, escuchar su voz era como tenerlo cerca. Deseaba con el corazón que él regresara pronto, pero no podía pedírselo. Sabía que si lo hacía, él ya estaría a su lado. El problema estaba en que casado o no, el azabache tenía asuntos de negocios que atender.

Cinco días después Zack regresó a la mansión.

—La señora no se ha sentido muy bien. Tiene un refriado que casi no la ha dejado levantarse de la cama —le informó Dora al recibirlo.

—No me ha dicho nada por teléfono. ¿Por qué no me lo contaste antes?

—Me prohibió que se lo dijera.

—Entiendo —se quitó el saco del traje y subió a ver a su esposa.

Andraya abrió los ojos cuando sintió que alguien la besaba en la frente. Zack comenzó a acariciarle el cabello, mientras la observaba con ternura.

—Te extrañé mucho —susurró la mujer con una sonrisa y la voz ronca.

—Debiste decirme que no te sentías bien —le reprendió.

—No quería preocuparte.

Le enseñó los libros que había leído sin encontrar nada. Su esposo le confirmó que los inmortales no enfermaban. Todo apuntaba a que su resfrío provenía de su lado mortal. Por lo menos ese día se sentía algo mejor.

—Llamaré a Ariana. Quizá ella pueda ayudarte.

—No hace falta. No quiero molestarla.

—No será molestia. No tendrá problema en venir. Le pediré que desvíen un poco su vuelo. Salieron camino a Chile en el jet.

Zack la cuidó devotamente. No se despegó del lado de la cama en ningún momento. A él no le gustaba verla sin fuerzas. Se sentía inútil al no poder ayudarla a mejorar. Ni siquiera sabía cómo se trataba un refriado común y corriente.

Ariana, Adam y la pequeña Chaim llegaron a las dos de la mañana. Adam, Zack y el bebé se quedaron abajo mientras la doctora atendía a la enferma.

—¿Tienes algún otro síntoma? —inquirió la bella inmortal.

—Bueno... —se sonrojó— hay algo... —la expresión inquisitiva de Ariana le obligó a hablar—.   Desde hace muchos años sé que no puedo tener hijos, al punto de que solo tuve mi periodo una vez. Esta mañana también tuve algo parecido. Estoy segura que no fue una hemorragia.

La doctora asintió y abrió su maletín. Diagnosticar a un ser como Andraya era un desafío para cualquier doctor, por más años de experiencia en el mundo mortal e inmortal que uno tuviera.

—¿Puedes cambiar a Luna un segundo? —preguntó quitando un pequeño frasco de vidrio que contenía un líquido sin color.

—¿Es necesario? —no se sentía tan bien como para hacerlo—. De acuerdo.

Andraya cerró sus ojos y se concentró. Su flequillo desapareció y su cabello castaño se volvió rojo intenso. Todas sus facciones se transformaron y dieron paso a la aparición de Luna.

—Muy bien —le felicitó la mujer de cabello negro y levantó un rollito de algodón frente a ella.

—¿Qué esperas?

Luna sintió algo extraño en su nariz e inmediatamente Ariana acercó el algodón a la zona y cuando lo retiró, la pelirroja pudo ver sangre. Entonces su nariz le había sangrado. Observó atentamente como el algodón se mezclaba con el líquido del frasquito. Al cabo de unos segundos, el líquido se volvió azul.

—Tengo una buena noticia —sonrió la doctora—. Tus síntomas desaparecerán en unas semanas —dudó un instante—. Quizá hasta sean reemplazados por otros menos molestos.

—¿Qué síntoma podría ser menos molesto?

—Un antojo.

—Un antojo —repitió lentamente—. ¿Hablas de...? —sintió una presión en el pecho—. No puede ser —negó con la cabeza.

—¿Zack y tú fisuran la tierra con frecuencia? —interrogó con un tono demasiado profesional para su gusto.

La paciente se sintió incómoda por parecer ingenua. Solo le quedó asentir con la cabeza, sin poder disimular su notable sonrojo.

—Entonces no hay duda, estás embarazada.

Luna inhaló y exhaló varias veces. Ariana la abrazó para confortarla. La pelirroja estaba muy impactada por la noticia. Estaba embarazada después de pensar que nunca podría tener un hijo. El convertirse en inmortal también le había dado la inmensa alegría de saborear lo que se sentía llevar un bebé del hombre que amaba en el vientre.

—¿Có-cómo es posible?

—No lo sé. Al parecer tu cuerpo se transformó lo suficiente como para que tengas descendencia.

—Quiero decírselo a Zack —susurró después de reponerse de la noticia—. Muchas gracias por todo.

—Para eso está la familia.

Cuando Ariana se retiró, Luna volvió a cambiar a Andraya. Se levantó y se duchó. La alegría de saber lo que le sucedía opacaba cualquier malestar. Se puso un vestido ligero azul y se quedó esperando en el balcón. No podía bajar porque el primer piso seguía con el cambio de decoración.

—Veo que te sientes mucho mejor —dijo Zack acercándose a su esposa.

—Estoy muy feliz. La visita de Ariana ha sido una verdadera bendición y eso te lo debo a ti.

—Lo que sea por ti, mijn lieverd. Pero no me dejes con la curiosidad, ¿qué es lo que tienes?

Raya le tomó de las manos y lo miró con los ojos brillando. Esperaba que la noticia lo hiciera tan feliz como a ella.

—Hoy más que nunca estoy agradecida de regresar a la vida con tu sangre. Gracias a eso nuestra familia tendrá un miembro más muy pronto —sonrió—. Vamos a tener un bebé.

El azabache retrocedió frunciendo el entrecejo. Recreó en su mente todo lo que había hecho después de bajarse del avión. No encontró nada que pudiera explicar alguna alucinación.

—Por favor, no te quedes sin decir nada —fue muy paciente ya que entendía lo desconcertado que podía estar su esposo.

A continuación, la tomó de la cintura y la levantó para darle un profundo y significativo beso de celebración. Jamás habría pensado que enterarse de que iba a ser padre le daría tanta felicidad. Se suponía que su esposa no podía embarazarse al estar convertida. Iba a tener un hijo. Andraya iba a darle un hijo. Él no creía merecer tanta felicidad.

—Es la mejor noticia del mundo. ¿Cómo es posible?

—No lo sé —respondió sonriendo—. Pero eso no importa por ahora.

—¿Crees que te sientes tan bien como para un pequeño festejo? —preguntó con voz grave.

—Vale la pena intentarlo —accedió complacida al sentir los colmillos de su esposo en su cuello. 

Hola a todos, les cuento que este es el final de la historia 😢. Ahora solo falta el epílogo. Gracias por sus votos y comentarios, me animaron muchísimo 💕

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