Parte 18
Mientras subía las escaleras, se puso a pensar en que aquel día en particular debía ponerla contenta. Se había despertado con la llamada de su madre, quien quería disculparse porque se encontraba en una ciudad lejana y no podría ir a visitarla. Después Ivonne le había preparado un desayuno suficiente para satisfacer a un ejército. Tricia le envió un video mensaje. Roberto la había abrazado largo rato cuando lo encontró esperándola en su oficina. Todo eso, sumado a que Zack había querido hablar con ella. Hacía días que él había querido abordar el tema de Rossy, pero lo había detenido cada vez que se daba cuenta de que pasarían de lo profesional a lo personal. Ya no quería atravesar esa barrera porque solo le creaba confusión.
—¡Sorpresa! —escuchó que un grupo de personas gritaba cuando intentó encender la luz del living.
Ximena fue la primera en acercarse para abrazarla y felicitarla. La música empezó a resonar cuando se puso a saludar uno por uno al resto de los invitados.
—¿No creíste que iba a dejar pasar tu cumpleaños?
—Pero llamaste —le dijo sorprendida.—Creí que nos veríamos el fin de semana.
La habitación estaba llena de globos blancos y papel sifón. De no ser por la barra de bebidas que habían instalado a un costado y la música moderna que empezó a sonar, Andraya se habría sentido en una fiesta de cumpleaños infantil. La persona que había organizado la lista de invitados había hecho un trabajo excelente. Además de sus familiares, también estaban sus conocidos más cercanos del hotel y los vecinos con los que solía hablar cuando se encontraban en el edificio.
—No tengo apetito —le dijo a Ivonne cuando le ofreció toda clase de bocaditos.
Las bebidas alcohólicas corrían como agua en ese lugar. Uno de sus vecinos jugaba con las lámparas de los costados, las prendía y apagaba. Ximena hablaba con Roberto y Marta de algo que parecía muy interesante. Todos se estaban entreteniendo mientras ella se sentía una simple espectadora. De pronto, sus ojos se llenaron de lágrimas y disimuladamente se escabulló a su habitación. El sonido disminuyó un poco al cerrar la puerta. Encendió la luz y vio que su cama estaba llena de regalos.
Se sentó en la alfombra frente a su cama y rompió a llorar. Había demasiado que pensar, tantas emociones que tenía guardadas dentro. Ella no podía ver ese día como uno para celebrar. El paso del tiempo indicaba que tendría menos tiempo para estar con los demás. Los perdería tarde o temprano y no quería sufrir con eso.
Escuchó que golpeaban a su puerta y corrió al baño, dejando sus zapatos cerca de su cama.
—Está abierto —gritó mientras se lavaba el maquillaje corrido.
Tomó la toalla que estaba colgada al costado del lavatorio y secó su rostro. En el espejo pudo ver que sus ojos estaban rojos y se sobresaltó al ver el reflejo de Zack detrás del suyo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó volteándose.
Había pensado que se trataba de su madre o de Ivonne.
—Feliz cumpleaños —le deseó entregándole la caja rosa con moño blanco que sostenía.
—Gracias —respondió rápidamente, siendo consciente de que su baño era muy pequeño para un hombre como Zack.
Mantuvo su presente entre los dos, para que el hombre no pudiera abrazarla o besarla para acompañar las felicitaciones. Mientras más alejada se mantenía de él, su cerebro menos se nublaba.
Fue después de poner el regalo junto al resto que se dio cuenta de que Zack iba vestido más informal que de costumbre. Llevaba una camisa celeste, remangada hasta los codos, y un pantalón gris.
—¿No lo abrirás? —le preguntó al ver que pensaba acompañarlo a la sala- Quiero saber si he hecho una buena elección.
—De acuerdo.
Planeó mirar desinteresada el contenido de la caja y agradecerle de nuevo con algo de frialdad. No logró hacerlo al ver el hermoso bolso que le había obsequiado. Era de color verde musgo mezclado con negro en los detalles que sobresalían. Era un diseño exclusivo de un diseñador francés.
—Me encanta.
Zack asintió satisfecho al ver un brillo especial en los ojos de la mujer. Sabía que el bolso combinaba perfecto con los zapatos favoritos de la castaña. Deseó poder hacerla feliz más a menudo ya que la había notado algo abatida los días posteriores a la inauguración de la cafetería.
—¿Por qué tienes los ojos rojos? —le preguntó cuando iban a abandonar la habitación.
—Los cumpleaños me ponen sensible. ¿Por qué no te adelantas? Necesito volver a maquillarme.
Zack le acarició el rostro.
—Tú no necesitas esas tonterías. Te ves hermosa con el rostro lavado. Pareces una adolescente.
—Así que te gustan las adolescentes —lo acusó entrecerrando los ojos.
Zack entendió que ella no iba a aceptar ningún halago sin dar pelea.
—Solo una —aclaró.
Andraya tembló y deseó que él la besara. Quería tenerlo más cerca. Quería volver a sentirse mareada de sensaciones agradables. Pero no iba a romper el trato.
—¿Le dices eso a todas las mujeres que persigues?
—Son las mujeres las que acostumbran perseguirme. Es solo en tu caso, mijn lieverd, que yo he salido a buscar lo que quiero. Qué ironía que cada vez que lo intento me encuentro estrellado contra una superficie de hielo.
Andraya notó que lo estaba irritando porque pudo distinguir que su acento neutro era reemplazado por otro desconocido.
—¿Y no has pensado en que se debe a algo? Yo puedo ser inmune a ti.
Zack negó con la cabeza.
—Una mujer que responde a mis besos como tú lo haces puede ser todo, menos inmune.
—¿Estás seguro? Quizá confundiste mi respuesta con la de Rossana —lo retó enfadada.
El hombre estuvo a punto de rodar los ojos.
—Entre ella y yo no hay nada. Ya te lo dije.
Ella negó con la cabeza, no iba a dejar que él la engañara.
—Eso no fue lo que vi. Eres igual a todos los demás hombres que no se conforman con una sola mujer —lo acusó golpeándolo varias veces en el pecho con el dedo índice.
—¡Aquí estás! —exclamó Ximena al verlos en el pasillo.—Vengan, ya es hora de cantar.
Ninguno se había dado cuenta de que la música había dejado de sonar. Con la mirada, Zack le advirtió que no estaba todo dicho y que no iba a dejar que la conversación terminara sin tener la oportunidad de defenderse.
Ximena llevó su cámara profesional y empezó a sacarle foto a su hija con cada invitado. Cuando llegó el momento de posar al lado de Zack, la cumpleañera se estremeció al escuchar que él le susurraba que aun debían aclarar varios puntos.
—¿Te sorprendimos? —preguntó Ximena mientras acomodaban todo lo que había quedado después de la fiesta.
—Claro que sí. La mayor parte de los invitados ya me felicitó esta mañana.
Andraya esperó hasta que su madre se retirara a descansar, en la cama extra que le había preparado en su habitación, para hablar con Ivonne.
—¿Quién invitó a mi jefe? —preguntó sin rodeos, sintiéndose casi traicionada.
—Fue tu madre. Yo le dije que no sería tan buena idea, pero ya sabes cómo es. El haberle dicho que él no te agradaba fue como un impulso para ella. Incluso lo llamó para pedirle los nombres de tus colegas más cercanos.
—¿Qué hizo qué?
Ivonne iba a volver a repetir su respuesta pero la mano levantada de Andraya le avisó que había escuchado y que solo necesitaba tiempo para asimilar lo sucedido.
—Hasta dijo que el señor Bale es encantador. Y esta noche comprobé que es cierto.
—Puede ser —accedió dándose cuenta de que Ivonne ya estaba del lado de Zack.
—Hija, casi me duermo sin darte tu regalo sorpresa —le dijo Ximena cuando la encontró en la cocina.
—Con la fiesta es suficiente —le sonrió.
—Nada de eso. Debes aceptar algo más.
Andraya aceptó la carpeta negra que le extendió su madre. Se tomó unos segundos para leer el contenido de la carpeta. Eran los papeles de una venta de acciones del hotel HBale.
—Una vez que firmes, el cinco por ciento de las acciones de la cadena principal HBale serán tuyas.
—Es demasiado —frunció el entrecejo.
—Nada de eso. Te lo mereces, sé que has estado muy estresada porque todavía no te sientes totalmente segura en tu trabajo.
Andraya negó con la cabeza. Ella ya no sentía que su puesto estaba a prueba. Zack había sido muy claro en ese tema.
No le quedó más que abrazar a su madre y aceptar el espectacular presente. Una vez que firmara, iba a ser una accionista dependiente de su propio trabajo como directora.
—¿Quién más lo sabe? —preguntó cuando se separaron.
—Solo la mujer que hizo la venta y tu abogado. Por casualidad me encontré con Norma en un salón de belleza, y me comentó que estaba pensando en mudarse a otro país.
Andraya estaba segura de que su madre jamás le diría el verdadero monto que había pagado por el pequeño porcentaje de las acciones. Tomó nota mental de retribuirle en el futuro por la alegría que le estaba dando.
—Te lo agradezco mucho.
—Al final de las hojas te anoté la fecha de la siguiente reunión general.
La castaña observó que el fin de semana tendría que estar en Aregua para presentarse oficialmente con los demás accionistas.
Llegó más temprano de lo habitual al hotel y decidió nadar un rato ya que la noche anterior no había ido a entrenar. Necesitaba descargar toda la ansiedad que sentía debido a las acciones que había recibido.
La mayoría de los huéspedes todavía se encontraban durmiendo a esa hora de la mañana. Andraya se puso un traje de baño de dos piezas de color beige y se tiró a disfrutar del agua de la piscina. Hacía días que no se relajaba nadando un poco.
Estar bajo el agua le recordó que una semana antes se había quedado dormida en la tina y se había levantado sumergida sin ahogarse. Esa tarde descubrió que no necesitaba respirar como los demás mortales para vivir. Ella lo hacía más por costumbre que por otra cosa.
Escuchó que la llamaban y sacó la cabeza del agua. Era consciente de que estaba siendo observada por alguien.
—Buenos días —saludó al reconocer a Zack en cuchillas al borde de la piscina.
Andraya se acercó lentamente para no mojar por accidente el impecable traje azul marino que llevaba puesto su jefe.
—Te veo arriba en quince minutos —le informó.
Andraya se sumergió de nuevo. Había querido nadar mucho más tiempo esa mañana. ¿Cómo se había enterado su jefe de que ya estaba en el hotel?
Esperó unos diez minutos para salir de la piscina y alistarse. Ocho minutos después ya estaba en la oficina de su jefe.
—¿Y bien?
—¿Tienes algún problema conmigo? —preguntó directamente.
Andraya negó con la cabeza.
—No estoy seguro de que sea cierto. Intento entender por qué te empeñas en mantenerte alejada de mí. ¿Crees que no tengo palabra?
—No es eso.
La verdad era que ella tenía miedo de no resistir la tentación de estar cerca de él. Sabía que la pelota estaba en su cancha desde que él había prometido no volver a besarla, pero ella no quería jugar. Todavía no encontraba la forma de hacerle entender eso al hombre que tenía enfrente.
—¿Entonces qué? —insistió exasperado.
—Creo que me molesta que hayas asumido que estoy interesada en ti. Tal vez eso hubiera alagado a otra mujer, pero no es mi caso.
—¿Por qué siempre me atacas mencionando a otras mujeres? Creo que la prensa de espectáculos te ha lavado el cerebro.
Andraya no supo cómo defenderse. Zack tenía un muy buen punto, ella no dejaba de mencionar que él había salido con muchas mujeres. Eso se debía a que le molestaba saber que las demás mujeres lo veían también muy atractivo y ellas sí habían sabido llamar su atención.
Estás celosa, le acusó su conciencia.
A esas alturas ya no le sorprendía nada. Hasta podía aceptar que sentía celos de las mujeres que habían tenido el control de los sentimientos de Zack. ¿Por qué le afectaba tanto? Estaba asustada y quería huir. No estaba segura si lo que le sucedía se debía a que al convertirse en inmortal se había vuelto más vulnerable hacia el sexo masculino, o simplemente Zack estaba programado para afectarle como ningún otro.
—Lo siento ¿sí? —buscó cualquier excusa para agarrarse.—Es que nunca estuve de acuerdo con que mi vida personal afectara la profesional. ¿Te imaginas lo que sucedería si empezáramos algo? Trabajo para ti.
Zack se levantó de la silla algo harto. No le gustaba ver confusión en los ojos de Andraya, la hacía ver muy vulnerable. Ella lo imitó y se acercaron para quedarse en medio de la habitación.
—¿Crees que no podrías manejarlo?
—Claro que sí.
—¿Quieres intentarlo?
—No estoy segura —bajó la mirada.
Zack le tomó del mentón para hacer que lo viera a los ojos. Quería besarla, pero deseaba más que ella confiara en él. Le sucedía algo que no podía explicar cuando estaba con ella.
—Si no hubiera impedimento, te besaría para aclarar tus dudas y obtener la respuesta que quiero —susurró seductoramente.
—Y yo te correspondería —admitió.
—¿Qué esperas para liberarnos? —le acarició el rostro.
—No puedo... yo...
—Puedo esperar.
Andraya no le creyó. No se imaginaba a un hombre como Zack esperando a una mujer. ¿Por qué simplemente no se buscaba a otra? Ella no sabía si tenía permitido tener algo con un mortal.
—Dame unos días. Tengo que aclarar mi mente.
—De acuerdo.
Hola, les debo una explicación por las actualizaciones no tan seguidas como antes.
Estoy en un trámite para obtener derechos de autor con esta historia, es por eso que solo puedo actualizar hasta cierta parte por el momento.
Este mes actualizaré dos veces, al igual que en febrero, si todo va bien en marzo ya volverán las cosas a la normalidad.
Espero que sepan comprender 😊🙃🤗
Gracias por leer, cualquier cosa les respondo al privado sin problemas
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