8. THE HIPPOGRIFFS AND THE TALK
(maratón 2/3)
8. LOS HIPOGRIFOS Y LA CHARLA
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La clase de Cuidado de Criaturas Mágicas para los chicos de séptimo año había sido demasiado divertida cuando habían tenido que alimentar a los Diricawls, así como habían dibujo a la criatura y tenían que estudiar las partes de la anatomía, logrando que solo Mel (quien se sintió con mucha ventaja) logrará sacar la calificación más alta.
—Prepárense para la siguiente clase, tendremos una criatura carnívora sumamente peligrosa —Ben jadeo.
—¿¡Un dragón?! —preguntó emocionado.
—No, solo un poco menos que un dragón —dijo Hagrid un tanto divertido.
Los jóvenes se despidieron de Hagrid, Alan, Ben y Mel quedaron reunidos al término de la clase.
—¿Alguna idea Mel? —preguntó Alan.
—Estoy pensando un quintaped —dijo con una mueca—. Pero no son fáciles de conseguir ya que solo se encuentran en la isla Drear y por lo que se los tienen muy vigilados en el Departamento de Regulación de Criaturas Mágicas —comentó con una mano en su barbilla—. Igual, me parecen fascinantes... nunca he visto uno.
—Ojalá sea uno, ya quiero que sea la siguiente clase —comentó Ben emocionado—. ¿Vienes al almuerzo? —preguntó a Mel.
De su túnica, la chica sacó una manzana roja—. Gracias, vengo preparada, voy a estar en la siguiente clase de Hagrid.
—¿Si irás a herbología? —preguntó Alan con una ceja alzada.
—Claro —dijo soltando una risita—. Después del almuerzo Hagrid tiene clase con los de Gryffindor y Slytherin de tercer año...
—Mel, deberías no atacar a Potter con preguntas de cómo mató al basilisco...
—¡Es para fines académicos! —dijo hacienda que Ben soltará una carcajada.
—Sí, sí, lo que digas —Alan rodó los ojos y tomó la mano de Ben—. Nos vemos en Herbología...
—¡Te llevaremos tostadas por si te da hambre!
Mel ondeó su mano, se sentó en el césped y se quitó sus botas junto con las calcetas para después dirigirse hacia el bosque prohibido donde se encontraban una docena de Hipogrifos. Se acercó al hipogrifo con plumaje color rosa, hizo una pequeña inclinación y una vez que respondió el saludo Mel se acercó a ella.
—¿Cómo te llamas bonita? —preguntó acariciando el plumaje de la majestuosa criatura.
En el cuello, tomo lo que parecía ser una placa y sonrió.
—Butterscotch eh —Mel soltó una risita, el hipogrifo dobló sus patas para descansar en el piso y Mel se hinco a su lado, siguiéndole dando mimos.
hasta que un pico la hizo levantar su cabeza.
—Buckbeak no tenía ni idea de que eras el tipo de celoso —comentó divertida y parándose del suelo.
Buckbeak volvió a mover su pico sobre su brazo y Mel un tanto divertida comenzó a acariciarlo.
La hora del almuerzo entre los hipogrifos se pasó volando, más cuando Clodhopper, un hipogrifo de plumaje dorado básicamente obligó a que Mel lo montara, por lo que chica disfruto viendo el bosque desde Clodhopper, quien, a cambio de darle un recorrido por el bosque, esperaba comer un hurón.
—¡Clodhopper! ¡Mel! ¡La clase va a iniciar! —exclamó Hagrid.
Mel chillo emocionada cuando Clodhopper corrió rápidamente hacia el llamado de Hagrid, quien soltó una carcajada al ver a Mel encima montando al hipogrifo.
—¡Mel la encantadora de hipogrifos! —Hagrid paso una cadena por el cuello de Clodhopper.
—¿Debería bajarme? —preguntó Mel.
—¡No! Se sentirán más seguros al ver que una vez domados son inofensivos —comentó con una alegre sonrisa—. ¡Andando!
Buckbeak fue quién lideró el trote de la manada de hipogrifos, Mel soltó una risita al sentir el aire en su rostro y como su cabello volaba hacia atrás. Se sujetó con fuerza del collar de Clodhopper y vio el prado donde había un grupo de estudiantes de Slytherin y Gryffindor.
Mel giro atrás para ver como cada bestia llevaba un collar de cuero grueso alrededor del cuello, atado a una larga cadena. Hagrid sostenía en sus grandes manos el extremo de todas las cadenas. Se acercaba corriendo por el prado, detrás de las criaturas.
Y aunque para ella eso era un momento magnificó, la cara de susto de los estudiantes de tercer año no lo parecía ser.
—¡Vayan hacia allá! —señaló les gritaba Hagrid, sacudiendo las cadenas y forzando a los hipogrifos a ir hacia la cerca, donde estaban los alumnos. Todos se echaron un poco hacia atrás cuando Hagrid llegó donde estaban ellos y ató los animales a la cerca.
La mirada de varios se posó en Mel quien ondeó su mano sonriendo. Ella bajó de Clodhopper deslizándose y dando un brinco en el piso, sintiendo el césped sobre sus pies, por lo que movió sus dedos un poco emocionada.
Adora estar descalza.
—Gracias por el recorrido, te debo un hurón —Mel beso el pico de Clodhopper y escucho a una niña chillar del susto.
—¡Hipogrifos! —señaló Hagrid—. ¿A que son hermosos?
Mel acarició a Butterscotch mientras todos parecían asimilar lo que veían sus ojos y ella también los observo.
Tenían el cuerpo, las patas traseras y la cola de caballo, pero las patas delanteras, las alas y la cabeza de águila gigante. El pico era del color del acero y los ojos de un naranja brillante. Las garras de las patas delanteras eran de quince centímetros cada una y parecían armas mortales. Todos tenían colores diferentes: gris fuerte, bronce, ruano rosáceo, castaño brillante y negro tinta.
Simplemente bellísimos.
—Venga —dijo Hagrid frotándose las manos y sonriendo a la clase—, si quieren acercarse un poco...
—Son hermosos y una vez que tienen su confianza muy amigable —agregó Mel mientras Buckbeak le daba de picotazos en el brazo para que siguiera acariciándolo a él y no a Butterscotch.
Mel reconoció al niño de la heladería de Florean Fortescue, quien está junto con un pelirrojo y una niña de cabello chino indomable, los tres Gryffindor fueron los que dieron un paso al frente.
—Lo primero que tienen que saber de los hipogrifos es que son orgullosos —dijo Hagrid—. Se molestan con mucha facilidad. Nunca ofendan a ninguno, porque podría ser lo último que hicieran —Mel le dio la razón asintiendo con una sonrisa.
Frunció el ceño cuando vio como tres Slytherin cuchicheaban en voz baja y se cruzó de brazos un tanto molesta al ver como ignoraban a Hagrid.
—Tiene que esperar siempre a que el hipogrifo haga el primer movimiento —continuó Hagrid—. Es educado, ¿se dan cuenta? Van hacia él, se inclinan y esperan. Si él responde con una inclinación, querrá decir que les permite tocarlo. Si no hace la inclinación, entonces es mejor que se alejen de él enseguida, porque puede hacer mucho daño con sus garras. Bien, ¿quién quiere ser el primero?
Como respuesta, la mayoría de la clase se alejó aún más. Incluso los tres Gryffindor que habían dado un paso hacía adelantaba ya estaba reconsiderando si era o no prudente acercarse.
Los hipogrifos sacudían sus feroces cabezas y desplegaban sus poderosas alas; cansándose ya de estar atados.
—Butterscotch cuidado —murmuró Mel cuando la bestia abrió sus alas y le dio un empujón.
La mayoría miro a Mel como si estuviese loca, ya que literalmente, se encontraba en medio de los doce hipogrifos.
—¿Nadie? —preguntó Hagrid con voz suplicante.
—Yo —se ofreció el chico de la heladería.
—¡Buen chico, Harry! —gritó Hagrid cuando Harry brinco la cerca—. Veamos cómo te llevas con Buckbeak.
«Así que tú debes ser el asesino del basilisco... solo espero que no quieras matar a Buckbeak o entonces yo te mataré a ti.»
—Mel, ¿me podrías ayudar? —preguntó Hagrid con una sonrisa.
—¡Claro! Buckbeak, ven acá amigo —dijo con una sonrisa.
Muchos de los estudiantes estaban conteniendo la respiración, unos ahogaron grititos cuando los hipogrifos daban de picoteos a Mel para tener su atención, pero no estaban haciendo daño alguno.
Se encargó de quitarle el collar a Buckbeak y tomándolo con delicadeza del cuello camino junto con él hacia Harry, quien vio a Mel curiosa.
—Hola niño que mató al basilisco.
—¿Qué? —preguntó abriendo los ojos Harry.
—Tranquilo ahora, Harry —dijo Hagrid en voz baja—. Primero mírale a los ojos. Procura no parpadear. Los hipogrifos no confían en ti si parpadeas demasiado...
Mel vio como Harry aguantaba sus ganas de parpadear y de no voltearla a ver, quizá no debió haberle saludado de esa forma, ya que se notó el nerviosismo de Harry y para los hipogrifos, las personas nerviosas no son sus favoritas.
Pero Harry fue aún más fuerte que todo su nerviosismo.
—Eso es —dijo Hagrid—. Eso es, Harry. Ahora inclina la cabeza...
Mel se cruzó de brazos y vio a Buckbeak de reojo, quien mira fijamente a Harry quien se inclinó brevemente y levantó la mirada.
El hipogrifo seguía mirándolo fijamente y con altivez. No se movió.
—Ah —dijo Hagrid, preocupado—. Bien, vete hacia atrás, tranquilo, despacio...
Pero entonces, ante la sorpresa de Harry, el hipogrifo dobló las arrugadas rodillas delanteras y se inclinó profundamente. Mel soltó una risita al ver como una gran sonrisa aparecía en el rostro de Hagrid.
—¡Bien hecho, Harry! —dijo Hagrid, eufórico—. ¡Bien, puedes tocarlo! Dale unas palmadas en el pico, vamos.
Harry miró a Hagrid por unos segundos y luego a Buckbeak.
—Anda, ya te tienes su respeto —le animo Mel con su cabeza.
Harry se acercó al hipogrifo lentamente y alargó el brazo. Le dio unas palmadas en el pico y el hipogrifo cerró los ojos para dar a entender que le gustaba.
La clase rompió en aplausos. Todos excepto los tres Slytherin que se veían muy decepcionados.
—Bien, Harry —dijo Hagrid—. ¡Creo que el hipogrifo dejaría que lo montaras!
—¿Qué? —preguntó Harry abriendo los ojos.
—Tranquilo niño de la heladería —dijo Mel caminando hacia Harry y tomándole de la mano—. Es muy divertido, te lo aseguró —comentó con una sonrisa mientras las mejillas de Harry tomaban un ligero color carmesí.
Quizá porque ya le había dado dos nuevos apodos o por que le sostenía la mano con mucha fuerza.
—Súbete ahí, detrás del nacimiento del ala —dijo Hagrid—. Y procura no arrancarle ninguna pluma, porque no le gustaría...
—Sí, eso particularmente les molesta, no lo hagas —recomendó Mel.
Harry puso el pie sobre el ala de Buckbeak y se subió en el lomo. Buckbeak se levantó. Harry no sabía dónde debía agarrarse: delante de él todo estaba cubierto de plumas, pero como si Mel pudiese leer los pensamientos de Harry le acomodo bien los brazos alrededor de Buckbeak para que lo abrazara.
—Sujétate con fuerza y disfruta el paseo —le guiño un ojo y Harry volvió a sonrojarse haciendo que Mel soltará una risita.
—¡Vamos! —gritó Hagrid, dándole una palmada al hipogrifo en los cuartos traseros.
Mel empezó a acariciar a Butterscotch mientras veía como Harry volaba sobre el prado, la clase entera estaba sorprendida y Hagrid se veía orgulloso, ya que volteo hacia atrás para ver con emoción a Mel.
—Lo haces bien —dijo Mel sonriendo a Hagrid.
Buckbeak sobrevoló el prado y descendió. Harry se echó hacia atrás conforme el hipogrifo se inclinaba hacia abajo y Mel comenzó a reír al ver como Harry se notaba preocupado por resbalar. Hasta que Buckbeak golpe al aterrizar con sus cuatro patas revueltas, y se las arregló para sujetarse y volver a incorporarse.
—¡Muy bien, Harry! —gritó Hagrid, mientras lo vitoreaban todos menos los tres Slytherin—. ¡Bueno!, ¿quién más quiere probar?
Envalentonados por el éxito de Harry, los demás saltaron al prado con cautela. Hagrid desató uno por uno los hipogrifos y, al cabo de poco rato, los alumnos hacían timoratas reverencias por todo el prado. Mel trataba de ayudar particularmente a un chico de Gryffindor que retrocedía corriendo en varias ocasiones porque su hipogrifo no parecía querer doblar las rodillas.
—Neville no parpadees tantas veces —le recomendó Mel con una sonrisa.
—Eso intento —gimoteo.
La chica soltó una risita y negó lentamente, noto a Harry solo observando como todos intentaban poder ganarse el respeto de un hipogrifo y caminó hacía él con una sonrisa.
—Hola, no nos hemos conocido formalmente, soy Mel Scamander y perdón por llamarte asesino de basilisco —ella estiro su brazo, Harry ladeó una sonrisa y estrechó su mano con la de Mel.
—Un placer, soy Harry Potter —se presentó.
—Entonces, Harry... aquí entre nos, me gustaría preguntarte como mataste al basilisco —comentó balanceándose sobre sus talones.
—¿Por qué? —preguntó confundido.
—Es mi bestia favorita —explico sonriendo.
—Oh... bien —susurró Harry con el ceño fruncido.
Pero no por lo que había dicho, sino porque miraba al trío de Slytherin que había pasado la clase burlándose de Hagrid. Mel se giró al escuchar como el rubio llamaba a Buckbeak «bestia asquerosa» y ahogó un gritó ofendida.
Claro que sonrió un poco al ver como en un destello de garras de acero se veían en un destello. El chico emitió un grito agudísimo y un instante después Hagrid se esforzaba por volver a ponerle el collar a Buckbeak, que quería alcanzar al Slytherin que yacía encogido en la hierba y con sangre en la ropa.
—¡Me muero! —gritó el Slytherin, mientras cundía el pánico—. ¡Me muero, mirad! ¡Me ha matado!
—¡No te estás muriendo imbécil! —exclamó Mel furiosa—. ¡Eso te pasa por ofender a Buckbeak!
—No te estás muriendo —le dijo Hagrid más tranquilo, aunque se había puesto muy pálido—. Alguien me ayuda, tengo que sacarlo de aquí...
Fue la amiga de Harry quien corrió a abrir la puerta de la cerca. Mel se cruzó de brazos viendo como Hagrid salía con el niño en brazos.
—Dime si lo mato, para pedir que en su lápida graben la frase: «por eso no insultas a un hipogrifo» —pidió a Harry que asintió un poco aturdido.
Los estudiantes salieron desfilando detrás de Hagrid, Mel por su parte se acercó a Buckbeak, quien golpeteo con su pico el brazo de Mel.
—Descuida, se lo merece por maleducado —besó el pico de Buckbeak y dejó su cabeza junto con la del hipogrifo por unos minutos más—. Debo irme, pero vendré a verte...
los demás hipogrifos replicaron extendiendo sus alas.
—Bien, sí, los veré a todos, Neighzle no reniegues...
🍃🌼🍃
Se supone que ningún estudiante puede salir de los terrenos del castillo, pero Mel a veces solía entender las cosas que no debería hacer como algo exacto que tenía que hacer.
Es por eso que andaba corriendo por el bosque prohibido mientras trataba de tomar a un escarbato con el que se había encontrado o más bien, que la había encontrado a ella y le había robado su pulsera que le ayudaba a encontrar a sus padres, la cual cuenta con una brillante perla de un río en Balancán, México.
—¡Te tengo! —Mel se lanzó sobre el escarbato, tomándolo por las patas y pronto comenzó a hacerle cosquillas en las barrigas—. Anda pequeño ladrón, solo quiero mi pulsera.
El escarbato se retorció soltando risitas cuando dejó caer varias de las cosas que tenía, Mel rápidamente guardó su pulsera y el escarbato la miro soltando un gruñido.
—Oye no seas grosero —le apuntó con su dedo y voz firme—. Así que te pido que respetes mi pulsera, si quieres te puedo dar un galeón —rebuscó entre su túnica y lanzó un galeón al aire.
Fue como un destello de luz, pero el escarbato ya había tomado el galeón y se había ido corriendo.
—¡Un placer conocerte! —exclamó con una sonrisa.
Se giró sobre su propio eje viendo los majestuosos árboles y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Comenzó a caminar tarareando mientras sentía la tierra fría sobre sus pies descalzos. Vio un par de jackalopes saltar por el bosque, escuchó a las lechuzas ulular y al ver como se acercaba a una parte oscura del bosque sacó su varita.
Mel dejó de caminar cuando escucho unos cascos sonar contra la tierra.
—Humana —alzó su cabeza para ver una fila de centauros.
—Cuanto lo siento —dijo rápidamente retrocediendo—. No tenía intenciones de molestarles, yo solo estaba paseando por el bosque...
—No es un lugar para pasear —habló uno de los centauros, el cual saco un arco y una flecha para apuntar a Mel—. Habla, ¿qué es lo que querías?
—Absolutamente nada —respondió sincera, ella levantó su varita y lentamente la dejo en el piso para alzar sus manos—. No pienso molestar, en serio... soy magizoologista —explicó—. Me gusta encontrar criaturas y... quería ver si hay acromántula...
—No te conviene buscarlas, el año pasado casi devoraron a dos niños —hablo un tercer centauro—. Ahora vete de aquí —ella asintió sonriendo y se inclinó para tomar su varita.
—Siento de nuevo la molestia —retrocedió sin dejar de verlos y una vez que los perdió de vista soltó un suspiro—. Merlín, que intensos —murmuró abrazándose así misma.
Al llegar a la orilla del bosque prohibido, pudo ver a lo lejos el castillo, el cual era iluminado por las velas a través de las ventanas. Mel soltó un gran bostezo y se recargo en un tronco hasta deslizarse y quedar recostada, se hizo un ovillo y mientras escuchaba el aletear de los murciélagos y el sonido de las criaturas quedo completamente dormida.
Tuvo un sueño increíble, se encontraba en la montaña de la luna en África, junto con sus amigos de Uagadou, los cuales le estaban diciendo lo mucho que la extrañaban y querían volver a verla otra vez.
La cuestión es que no era solo un sueño, sino que lo estaban haciendo mediante los Mensajeros del Sueño, por lo que le estaban pidiendo que regresar a Uagadou y volará con ellos en el cielo nocturno como solían hacerlo.
Mel abrió sus ojos parpadeando un par de veces, tallo sus ojos y soltó un gemido.
—También los extraño —susurró aun tallando sus ojos—. No me molestaría regresar...
Escucho un «hum» y Mel dio un brinco para girar su cabeza hacía su lado izquierdo, donde Remus estaba recargado en un árbol, mientras pasaba su varita entre sus dedos.
Las mejillas de Mel tomaron un color carmesí y observo la hora de su reloj que marca las seis con treinta minutos de la mañana.
—¿Qué tal durmió señorita Scamander? —preguntó con una sonrisa ladeada y mirando a lo lejos el castillo.
Ella carraspeó y sacudió su vestido color rosa palo, el cual tiene un escote en forma de corazón y puede llegar a ser un poco transparente.
—Hum, bien —musito ajustando su cinturón y guardando su varita.
—¿No le llegó el memorándum de que se tiene que dormir en vaya... los dormitorios? —Mel soltó una risita y acarició su brazo.
—Sí, pero... las camas son muy incómodas —confesó, Remus alzó una ceja un tanto confundido.
—¿Qué?
—No me gustan las camas, no hay como dormir al exterior —comentó con inocencia.
Remus ladeo una sonrisa y carraspeo—. Solo por esta vez dejaré pasar el hecho de que la encontré durmiendo a la entrada del bosque prohibido...
—¡Oh gracias! —dijo dando un brinquito y tomándole del brazo con emoción.
Al notar aquello, rápidamente soltó el brazo de Remus e hizo sonar su garganta un poco incómoda.
—Ahora será mejor que regrese a la torre de Ravenclaw por que las clases inician dentro de poco...
—Sí, sí...
—Espero que sepa el camino, ¿o necesita que alguien le indique cómo llegar? —preguntó alzando una ceja.
Mel mordió sus mejillas internamente y vio a Remus con una sonrisa solo un poco coqueta.
—No me molestaría que me guíe el camino a la Torre de Ravenclaw —admitió balanceándose sobre sus talones—. En realidad, estoy harta de nunca encontrar esa Torre... —Remus comenzó a reír y Mel se cruzó de brazos—. ¿Le parece divertido profesor?
—Me parece bastante tierno, en realidad —aclaró apartándose del árbol y empezando a caminar al lado de Mel.
—Gracias, supongo —dijo alzando sus hombros soltando una risilla—. ¿Usted fue Ravenclaw, profesor? —preguntó curiosa.
—No, fui Gryffindor —Mel alzó una ceja un tanto asombrada.
—Eso es increíble, entonces sí es un aventurero...
—Bueno, en realidad a la casa de Gryffindor tiene los rasgos de valentía y coraje...
—Ese es el perfil de un aventurero —señaló Mel con una sonrisa, Remus solo reprimió una risa.
—Sí eso cree, está bien —asintió con su cabeza y Mel frunció el ceño.
—Pero, si es que fue Gryffindor, ¿cómo es que sabe dónde está la Torre de Ravenclaw? —curioseo—. Oh no, espere, usted es profesor, claro —murmuró retractándose.
Remus sonrió con algo de nostalgia y negó con su cabeza—. En realidad, conozco en donde queda la Torre de Ravenclaw desde que estaba en mis años en Hogwarts —Mel abrió sus ojos un tanto sorprendida—. ¿Le digo un secreto? —susurró Remus inclinándose un poco.
—Entonces dejaría de serlo —comentó cruzándose de brazos.
—Me arriesgaré a decirle a usted este secreto —una pequeña sonrisa se formó en los labios de Mel—. Conozco este castillo como la palma de mi mano —Mel alzó una ceja un tanto incrédula.
—No es que no le crea, pero... ¿todo el castillo? —preguntó un tanto sorprendida.
Remus asintió algo orgulloso—. Cada pasadizo, torre, torrecilla, aula, sala común, incluso el lugar donde se encuentran las cocinas y...
—¿¡Sabe dónde quedó la cámara de los secretos?! —preguntó con euforia rápidamente y dando un brinco.
Él abrió y cerró su boca un par de veces, se cruzó de brazos y formuló una mueca.
—Ah... bien, bien, no conozco todo el castillo —comentó, Mel comenzó a reír y suspiro algo decepcionada.
Ambos hablaron al mismo tiempo:
—¿Por qué quiere ir a la cámara de los secretos?
—¿Cómo es que conoce casi todo el castillo?
Soltaron una risita y Remus extendió su mano en un ademán.
—Por favor —pidió dándole la palabra, pero Mel negó rápidamente.
—No por favor, usted hable primero, tiene más sentido que me explique el por qué conoce casi todo el castillo y yo le comentaré el por qué quiero ir a la cámara de los secretos.
Remus ladeo una mueca, meditando aquello, pero termino aceptando.
—Bien, cuando estaba en Hogwarts tenía un grupo de amigos y nos encargamos de... inspeccionar y aventurarnos por el castillo —aclaró.
—Sabía que es un aventurero —Remus negó rodando los ojos mientras pasaban por la entrada del castillo y se dirigían a la escalera.
—Así que... bueno, en nuestros años anotamos todos los pasadizos, incluso las posibles combinaciones de las escaleras; incluimos todas las aulas, despachos, torres y terrenos del castillo... lo plasmamos en un mapa —los ojos de Mel se abrieron un tanto sorprendida.
—¿Dice que hay un mapa que muestra todo Hogwarts? —preguntó anonada.
—Y a las personas dentro de —agregó llevando las manos a los bolsillos de su pantalón.
—Woo... eso es... sorprendente —admitió Mel—. ¿Dónde está? —él alzó los hombros con una mueca.
—Lo perdimos en nuestro último año —dijo con algo de tristeza—. Filch nos los confisco y... no sé nada del mapa. En realidad —susurró—, trate de entrar a su oficina, pero su horrible gata estaba ahí —resopló con odio y Mel soltó una risita.
—Creo que la señora Norris es muy linda.
—Debe estar bromeando —murmuró Remus haciendo reír a la chica.
—Para nada —alzó los hombros restándole importancia—. ¿Qué si le ayudo a buscar el mapa? —propuso con una sonrisa.
—¿Haría eso por mí? —preguntó con algo de emoción Remus.
—Por supuesto, profesor —dijo mientras giraban por un pasillo, Mel siguiendo a Remus—. Hum, creo que no es un camino a...
—Es un atajo, señorita Scamander —aclaró sonriendo.
—Oh, ¿quiere acortar el tiempo conmigo? —preguntó alzando una ceja y con algo de pena.
Remus soltó una risita y se dio la vuelta, para regresar por donde habían caminado.
—¿Qué...?
—Vamos, podría pasar todo el día hablando con usted señorita Scamander —dijo sonriendo—. Ahora, ¿me dirá usted porque quiere ir a la cámara de los secretos? —preguntó mirándola de reojo mientras regresaban a la escalera para continuar subiendo.
—¿Si le digo promete no tomarme como loca? —indagó con una sonrisilla traviesa.
—Nunca la tomaría a usted como una loca, señorita Scamander —aseguró sonriendo con calidez.
—Bien... quiero ver si puedo conseguir un colmillo de basilisco por que su veneno es muy poderoso —explicó rápidamente.
Remus alzó su mirada tratando de entender lo que acababa de decir y por fin carraspeo.
—Hum, ¿debería preocuparme? —preguntó en voz baja, Mel negó rápidamente.
—¡Es para fines académicos!
Nota de autora:
¿Creen que Mel logré entrar a la cámara de los secretos?
Uy sí y que se besuquee con el Remus bc la cámara de los secretos juntado parejas since 92' (aunque Harry salvó a Ginny cuando ya era 93', so no entiendo por que sería 92')
Espero les haya gustado tanto como a mi 🤧
¡No olviden votar y comentar!
Lots of love, Cici x
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