5. HOGWARTS CASTLE
5. CASTILLO DE HOGWARTS
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El resto del transcurso se pasó realmente rápido, o fue quizá que el conductor se tomó muy en serio eso de llegar a tiempo al castillo y por eso fue que llegaron más rápido de lo que Mel lo había creído. Estuvo con los niños el resto del camino, quienes no paraban de halagar a la chica diciéndole que era demasiado increíble.
—Entonces en realidad también es tu primer año en Hogwarts —le dijo el niño de cabello castaño.
—Así es Alex —dijo sonriendo mientras bajaban del tren.
—¿Me enseñaras a conjurar el encantamiento patronus? —preguntó con emoción el niño de cabello negro.
—Quizá cuando seas más grande Richard. Aún eres un niño y no tienes porqué preocuparte mientras estés en Hogwarts —dijo con una pequeña sonrisa.
—¡Los de primer año! ¡Los de primer año! ¡Por acá prime año! —exclamaba un semi gigante.
Mel un tanto confundida y sin saber hacia dónde iba se dirigió al semi gigante, quien le saludó con una enorme sonrisa.
—¡Usted es la señorita Scamander! ¿O me equivoco? —preguntó a la chica.
—Esa soy yo, Mel Scamander, magizoologista y activista —estiró su mano y el semi gigante un tanto divertido la acepto.
—Un placer, Rubeus Hagrid, guardián de las llaves y terrenos de Hogwarts.
—¡Increíble! —dijo con una sonrisa.
—¿Ya están todos los de primer año? ¡Bien! ¡Andando!
Resbalando y a tientas, siguieron a Hagrid por lo que parecía un estrecho sendero. Estaba tan oscuro que a Mel le pareció increíble, pero su vista se adaptó a la perfección, estaba bastante acostumbrada a la oscuridad. Vio a su alrededor a niños temblando de nervios y otros tratando de ver mientras achinaban sus ojos.
—En un segundo, tendrán la primera visión de Hogwarts —exclamó Hagrid por encima del hombro—, justo al doblar esta curva.
Todos los niños soltaron una exclamación al doblar por la curva. El sendero estrecho se abría súbitamente al borde de un gran lago negro.
—Increíble, amo los lagos —susurró Mel con un brillo en los ojos, pero el lago no fue solo lo que cautivo su mirada.
En la punta de una alta montaña, al otro lado, con sus ventanas brillando bajo el cielo estrellado, había un impresionante castillo con muchas torres y torrecillas.
De todas las escuelas por las que Mel ha pasado. Uagadou es sin duda alguna una de sus favoritas. La ubicación del castillo se encuentra en las Montañas de la Luna, en Uganda. Un edificio en lo alto de una cordillera y envuelto en tanta niebla que, a veces, parece flotar en el aire. Pero ahora, Hogwarts parecer querer competir contra lo que es el majestuoso castillo de Uagadou.
—¡No más de cuatro por bote! —gritó Hagrid, señalando a una flota de botecitos alineados en el agua, al lado de la orilla. Mel subió junto con Alex y Richard, una cuarta niña un tanto nerviosa subió al bote y Mel le tendió la mano para ayudarla a subir y hacerla sentir un poco más segura.
—¿Todos han subido? —continuó Hagrid, que tenía un bote para él solo—. ¡Venga! ¡ADELANTE!
Y la pequeña flota de botes se movió al mismo tiempo, deslizándose por el lago, que era tan liso como el cristal. Mel estiro un poco su brazo, para acariciar la fría agua del lago mientras deseaba ver la cantidad de criaturas y personas del agua que habitaban en él, porque estaba segura de que debía haber una civilización allá abajo.
Todos estaban en silencio, contemplando el gran castillo que se elevaba sobre sus cabezas mientras se acercaban cada vez más al risco donde se erigía.
—¡Cuidado con las cabezas! —exclamó Hagrid, mientras los primeros botes alcanzaban el peñasco.
Todos agacharon la cabeza, Mel sin duda alguna estaba fascinada con la increíble llegada y el recibimiento que les daba Hogwarts. Los botecitos los llevaron a través de una cortina de hiedra, que escondía una ancha abertura en la parte delantera del peñasco. Fueron por un túnel oscuro que parecía conducirlos justo por debajo del castillo, hasta que llegaron a una especie de muelle subterráneo, donde treparon por entre las rocas y los guijarros.
—¿Todos han bajado de los botes? —preguntó observando a los niños—. Bien, continuemos.
Luego subieron por un pasadizo en la roca, detrás de la lámpara de Hagrid, Mel tuvo que sostener a Alex de la túnica que parecía que pronto iba a resbalar, el pequeño le agradeció un tanto sonrojado. Hasta que salieron finalmente a un césped suave y húmedo, a la sombra del castillo.
Subieron por unos escalones de piedra y se reunieron ante la gran puerta de roble.
—¿Están todos ya aquí? No se separen —pidió mientras levanta su puño y golpea tres veces la puerta del castillo.
La puerta se abrió de inmediato. Mel frunció el ceño al no ver nadie ahí, pero entonces vio como la mirada de algunos bajaba la mirada para poder ver quien les estaba recibiendo su llegada al castillo.
—Los de primer año, profesor Flitwick —dijo Hagrid.
Mel tuvo que alzar su cabeza entre todos los de primer año que le impedían ver al pequeño profesor Flitwick, quien viste una túnica verde, su cabello es de un color blanco y a Mel le pareció encantador con esa sonrisa amigable en su rostro.
—Muchas gracias, Hagrid. Yo los llevaré desde aquí —dijo con voz aguda.
La puerta se abrió por completo. El vestíbulo de entrada era tan grande que la boca de Mel se abrió un poco. Las paredes de piedra estaban iluminadas con resplandecientes antorchas, el techo era tan alto que no se veía y una magnífica escalera de mármol, frente a ellos, conducía a los pisos superiores.
—Increíble —susurró en voz muy baja.
Siguieron al profesor Flitwick a través de un camino señalado en el suelo de piedra, quien les pedía una disculpa ante la interrupción de los dementores en su transcurso en el tren, asegurándose que nunca más volvería a ocurrir. Mel miraba todo con admiración y escuchaba voces que provenían del lado derecho, donde supuso que se encontraría el Gran Comedor, ya que su abuelo le había dicho que es ahí donde el resto de los estudiantes esperaban a la selección de los de nuevo ingreso (la cual seguía siendo un misterio para ella). Pero el profesor Flitwick los llevó a una pequeña habitación vacía, fuera del vestíbulo. Se reunieron allí, más cerca unos de otros de lo que estaban acostumbrados, Mel sobresaliendo entre todos los de primer año, quienes la miraba un tanto curiosos.
—Bienvenidos a Hogwarts —dijo el profesor con voz amigable—. El banquete de comienzo de año se celebrará dentro de poco, pero antes de que ocupen sus lugares en el Gran Comedor deberán ser seleccionados para sus casas.
Mel sintió una emoción recorrer todo su cuerpo, ansiaba con poder pertenecer a la casa de Hufflepuff para orgullecer a su familia, ya que todos los Scamander han pertenecido a Hufflepuff.
—La Selección es una ceremonia muy importante porque, mientras estén aquí, sus casas serán como su familia en Hogwarts. Tendrán clases con el resto de la casa que les toque, dormirán en los dormitorios de sus casas y pasaran el tiempo libre en la sala común de la casa.
La joven hizo una mueca, si de algo estaba segura es que no pasaría nada de tiempo en la sala común cuando un castillo inmenso le decía a gritos que tenía que ser explorado.
—Las cuatro casas se llaman Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw y Slytherin. Cada casa tiene su propia noble historia y cada una ha producido notables brujas y magos —la joven se sintió orgullosa de saber que su abuelo, su tío abuelo y su padre eran notables magos que provienen de Hufflepuff—. Mientras estén en Hogwarts, sus triunfos conseguirán que las casas ganen puntos, mientras que cualquier infracción de las reglas hará que los pierdan. Al finalizar el año, la casa que obtenga más puntos será premiada con la copa de la casa, un gran honor.
Ella asintió y sintió la conexión o inspiración que había obtenido el Colegio Ilvermorny, ya que en Ilvermorny también había un premio a la casa con más puntos.
—Espero que todos ustedes sean un orgullo para la casa que les toque. La Ceremonia de Selección tendrá lugar dentro de pocos minutos, frente al resto del colegio. Les sugiero que, mientras esperan, se arreglen lo mejor posible.
Mel frunció el ceño, pasó una mano por su cabello, sintiéndolo un poco enmarañado. Comenzó a pasar sus largos dedos con cuidado, mientras procuraba que no se viera tan feo, jugueteo haciendo rulos al enrollar mechones de cabello con sus dedos y soltó una exclamación al ver desfilar fantasma.
Eran al menos veinte fantasmas que pasaron discutiendo, Mel captó la palabra Poltergeist y una emoción se apoderó de ella. Recordaba a su amigo Filli, un Poltergeist que vivió en la mansión de su tío abuelo Newt antes de mudarse a una escuela muggle para asustar a los estudiantes.
Siempre se divertía cuando veía a Filli.
—En marcha —dijo una voz aguda el pequeño profesor Flitwick—. La Ceremonia de Selección va a comenzar. Les pediré que formen una hilera y me sigan... señorita Scamander, si es tan amble de quedar al final...
—Oh, claro —Mel se formó al final de una niña de cabello chino y negro, metió su mano izquierda en el bolsillo de su túnica y comprobó que su corbata se encontrara bien arreglada.
Pero la tenía mal hecha, así que saco su varita de su bolsillo y con un ágil movimiento la acomodo para que se viera arreglada. Camino sintiendo emoción en su cuerpo, siempre era una nueva aventura ingresar a una escuela, y aunque usualmente era muy sencillo que logrará hacer amigos, solo esperaba no causar muchos problemas como los que había causado en Ilvermorny al pasearse por el castillo en su forma animaga.
Salieron de la habitación, volvieron a cruzar el vestíbulo, pasaron por unas puertas dobles y entraron en el Gran Comedor.
De pronto, todos los castillos se vieron simplemente ridículos comparados con el Gran Comedor de Hogwarts.
Estaba iluminado por miles y miles de velas, que flotaban en el aire sobre cuatro grandes mesas, donde los demás estudiantes ya estaban sentados. En las mesas había platos, cubiertos y copas de oro.
«¡SON COPAS DE ORO!»
«Ellos si tienen presupuesto, anota eso Durmstrang»
En una tarima, en la cabecera del comedor, había otra gran mesa, donde se sentaban los profesores. Su mirada vago viendo un asiento vació, encontró a Hagrid al lado de otro asiento vació y a Remus en uno de los extremos de la mesa. Su mirada se posó en la del profesor, quien le dedicó una pequeña sonrisa, rápidamente, bajó su mirada hacía sus zapatos sintiendo su corazón latir con rapidez. El profesor Flitwick condujo allí a los alumnos de primer año y los hizo detener y formar una fila delante de los otros alumnos, con los profesores a sus espaldas. Los cientos de rostros que los miraban parecían pálidas linternas bajo la luz brillante de las velas. Situados entre los estudiantes, los fantasmas tenían un neblinoso brillo plateado.
Y aunque usualmente los estudiantes pasaban sus miradas por la de los de primer año, todos parecían estar viendo a Mel, quien se ve mucho mayor que incluso los alumnos de último año.
Para evitar todas las miradas, Mel levantó la vista y vio un techo de terciopelo negro, salpicado de estrellas, sonrió mirando el cielo que iluminaba el Gran Comedor.
El profesor Flitwick coloco en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de nuevo ingreso. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio.
«Seguramente, ha vivido muchas aventuras ese sombrero.»
Y cuando creía que no podría sorprenderse, el sombrero se movió. Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar.
«¡Un sombrero que canta! ¿Qué sigue ahora? ¿Tienen un basilisco de mascota? Oh eso sería increíble...»
Mel procuraba no soltar risitas al escuchar la voz del sombrero, así como trataba de prestar atención ante la canción que fue corta pero simple de entender, ya que decía de manera clara, concisa y concreta la creación de Hogwarts y las cuatros casas.
Todo el comedor estalló en aplausos cuando el sombrero terminó su canción. Éste se inclinó hacia las cuatro mesas y luego se quedó rígido otra vez.
El profesor Flitwick saco un pergamino de su túnica y lo desenrollo después de hacer sonar su garganta.
—Cuando yo les llame, deberán colocarse el sombrero y sentarse en el taburete para que sean seleccionen —dijo—. ¡Atkinson, Richard!
Mel sonrió al reconocer al niño con el que había pasado el resto del transcurso a Hogwarts. Richard un tanto tembloroso paso al frente, tomó el sombrero sentándose en el taburete y se lo colocó sobre su cabeza.
—¡RAVENCLAW! —la casa de las águilas rompió en aplausos y Mel sonrió en dirección del pequeño niño.
Miro de reojo su reloj de muñeca, el cual es de piel de muda de serpiente y después miró al resto de los niños. Comenzó a contar mientras el profesor Flitwick seguía mandando a los niños y carraspeo al ver que eran al menos cuarenta o cincuenta los que esperaban selección.
—¡Leroy, Alexander! —Mel miró ahora al niño de cabello castaños casi correr hacia el taburete, en cuanto se colocó el sombrero le indico la casa a la que pertenecería.
—¡HUFFLEPUFF! —la mesa de los tejones aplaudió, Mel incluso quiso hacerlo porque sabía que ella sería un tejón.
Tenía todas las cualidades y estaba dispuesta a ser una Hufflepuff.
Por fortuna, el resto de la selección pasó muy rápido y cuando Wright, Selene fue seleccionada a la casa de Gryffindor, Mel fue la única que quedó parada, sintiéndose ligeramente nerviosa al sentir la mirada de todos sobre ella.
Tuvo que aguantarse las ganas de correr a esconderse debajo de una mesa para dejar de ser vista.
—Scamander, Mel —la chica dio un delicado paso, pero al mismo tiempo lo hizo con precaución, como si se tratase de un unicornio acercándose a un humano por primera vez.
En su corto camino escucho como susurraban su apellido, los estudiantes de Hogwarts estaban muy familiarizados con aquel apellido tomando en cuenta que uno de los libros que se piden en la lista de útiles es el de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos y el mismo escritor fue nada menos que Newton Scamander
Al colocarse el sombrero, espero unos segundos hasta que escuchó una voz, como un susurró en su cabeza.
—Creí que no volvería a seleccionar a un Scamander nunca más... gracias, por cumplir los deseos de este viejo sombrero —Mel soltó una risita, causando curiosidad en los alumnos.
Remus Lupin, miraba con atención a la joven que se encuentra a sus espaldas.
—Eres tan determinada como tú padre, tan valiente como tú tío abuelo y tan inteligente como tú abuelo...
El sombrero suspiro mientras divagaba, causando curiosidad en Mel.
«¿Por qué no me mandas a Hufflepuff?»
—Ah... ¿Hufflepuff? Querida, creo que deberías iniciar un nuevo recorrido, uno diferente al de tus padres y abuelo... estaba pensando en Slytherin... eres muy ambiciosa y determinada...
«¿Slytherin? No, no creo ser Slytherin.»
—¡Ja! —la risa del sombrero no solo se escuchó en la cabeza de Mel, sino también en todo el comedor—. Bien, muy bien... ¿consideras que no eres muy valiente para Gryffindor? Si te mando ahí probarías lo contrario, pero... sí, claro que sí, lo tengo.
—¡RAVENCLAW!
Se quitó el sombrero parpadeando dos veces seguidas. ¿Ravenclaw? Vaya, estaba sorprendida.
La mesa de las águilas se encuentra aplaudiendo a su nueva integrante, ella miró atrás específicamente a la mesa de profesores, donde el director Dumbledore se encuentra aplaudiendo con una ligera sonrisa, y Remus parece un tanto alegre.
«¿Habrá pertenecido a Ravenclaw?»
Tomó asiento en la mesa de las águilas, en un banco desocupado al lado de un grupo de chicos y chicas que se veían relativamente mayores a los de primer año. Ondeo su mano en dirección a Richard quien le regresó la sonrisa y él saludó con emoción.
—Hola un placer, Penélope Clearwater —dijo una chica rubia de encantadora sonrisa y hermosos ojos azules.
—Un placer —saludó con una sonrisa Mel.
—¡Hola! Soy Gustav Terrier —dijo esta vez un chico de piel negra y sonrisa blanca.
—También conocido como Gus-Gus —hablo esta vez una linda chica de piel blanca con pecas por sus mejillas.
—Demetria nunca entiendo tus referencias —bufó rodando los ojos.
—Yo soy Demetria McAdams, pero por favor dime Demi —dijo con una enorme sonrisa.
—Un placer conocerles —respondió con una sonrisa.
Observó cómo el profesor Flitwick salía del gran comedor y vio entrar a una chica y un chico portando el uniforme de Gryffindor, reconoció al joven de cabello revoltoso ya que precisamente a él le había arruinado sus deberes con su helado.
—¿Y ahora qué sigue? —preguntó Mel mirando a todos lados, causando gracia en los Ravenclaw.
—Dumbledore siempre da anuncios antes del banquete —explicó Gustav.
Y justo cuando lo dijo, el anciano director se paró haciendo que las risas y charlas cesarán porque todos los pares de ojo se posaron en los del Gran Mago. El profesor podía ser fácilmente más viejo que sus abuelos, pero aun así muestra una impresionante energía, la cual Mel espera seguir teniendo aun pasados sus cien años (esperando que viva más de cien, por supuesto). Una sonrisa iluminó su rostro, generando confianza en todos los estudiantes.
—¡Bienvenidos! —hablo mientras la luz de la vela reflejaba su barba—. ¡Bienvenidos a un nuevo curso en Hogwarts! Tengo algunas cosas que decirles a todos, e iniciaremos con lo que todos acabamos de presenciar —señaló de manera educada la mesa de Ravenclaw—. Como verán, una nueva estudiante se une a nuestras filas para cursar su séptimo y último año con nosotros. La señorita Scamander ha estado viajando por el mundo y estudiando en las mejores escuelas alrededor del globo como lo es la Escuela de Magia de Uagadou —una pequeña sonrisa tímida se formó en su rostro cuando todos la miraron—. Así que es un placer recibirla para que concluya sus estudios con nosotros, teniendo aun así una amplia variedad de escuelas por elegir. Esperemos que todos ayuden en lo que sea necesario a la señorita Scamander para que su último año sea inolvidable antes de continuar con las aventuras que la vida le ofrece.
Mel quería que la tierra se la tragara y la escupiera en algún bosque o selva, porque todos la miraban con sus ojos muy abiertos.
—Ahora bien, hay una noticia muy seria que quiero explicarles antes de que nuestro excelente banquete les deje aturdidos —Dumbledore se aclaró la garganta y continuó—. Como todos saben, después del registro que ha tenido el lugar en el expreso de Hogwarts, tenemos actualmente en nuestro colegio a algunos dementores de Azkaban, que están aquí por asuntos relacionados con el Ministerio de Magia —Mel frunció el ceño tras escuchar esa noticia, tomó postura para prestar más atención—. Están apostados en las entradas de los terrenos del colegio —continuó—, y tengo que dejar muy en claro que mientras estén aquí nadie saldrá del colegio sin mi permiso. A los dementores no se les puede engañar con trucos, ni disfraces, ni siquiera con capas invisibles...
«¿Qué tonto trataría de pasar dementores debajo de una capa invisible?»
—No está en la naturaleza de un dementor entender ruegos o excusas. Por lo tanto, les advierto a todos y cada uno de ustedes que no deben darle ningún motivo para que les hagan daño. Confió en que los prefectos y los nuevos delegados se aseguren de que ningún alumno intente burlarse de los dementores.
Demetria codeo a Penélope con una sonrisa, quien un tanto sonrojada rodó los ojos.
—¿Qué son prefectos y premios anuales? —susurró Mel un poco confundida, mientras aun miraba a Dumbledore, quien le dedicó una mirada curiosa.
Como si quisiera advertirle que no se le ocurriera salir a explorar al castillo.
Aunque para Mel, los dementores no eran gran cosa.
—Por hablar de algo más alegre —prosiguió el director—, este año estoy encantado de dar la bienvenida a dos nuevos profesores. En primer lugar, al profesor Lupin que amablemente ha accedido a enseñar Defensa Contra las Artes Oscuras.
Mel no sabía cómo es que recibían a los nuevos profesores, pero al ver que particularmente en la mesa de Gryffindor aplaudían con emoción, ella les imito con una sonrisa, mientras que los demás aplaudían con desdén.
—Espero que no sea un inútil como los demás profesores —susurró un chico de piel bronceada al lado de Gustav.
—Fue él quien repelo uno de los dementores en el expreso de Hogwarts —dijo Mel sintiéndose ligeramente molesta, haciendo que el chico alzará una ceja—. Y si sabes, el encantamiento patronus que es uno de los más difíciles de realizar, no es un inútil ya que un inútil no podría ni pronunciarlo.
—En pocas palabras, cierra la boca Samuel —dijo un tanto divertida Penélope.
—En cuanto el último nombramiento —habló nuevamente Dumbledore cuando todos dejaron de aplaudir—, siento decirles que el profesor Kettleburn, nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, se retiró al final del pasado curso para poder aprovechar en la intimidad los miembros que le quedan —hubo quienes reprimieron una risa y Mel les miro confundida.
—Un idiota —hablo Samuel con una sonrisa burlona.
El rostro de Mel se enfureció ante la forma tan grosera en la que Samuel había llamado al ex-profesor. Conocía muy bien a Silvanus Kettleburn, un magizoologista excepcional y veía lo bueno de todas las criaturas y bestias.
—No te atrevas a insultar a Kettleburn frente a mí, ¿entendiste? —le advirtió Mel con molestia en su rostro.
La sonrisa de Samuel desapareció de su rostro, Mel regreso su mirada al director.
—Sin embargo, estoy encantado de decir que su lugar será ocupado por nada menos que Rubeus Hagrid, quien se ha comprometido a asumir este trabajo de enseñanza, además de sus deberes de guardabosques.
Nuevamente se escucharon aplausos y Mel volvió a calmarse por completo, para unirse en los aplausos cálidos que provenían de la mesa de Gryffindor.
—Bien creo que ya he dicho todo lo importante —dijo Dumbledore—. ¡Que comience el banquete!
Las fuentes doradas y las copas que tenían delante se llenaron de pronto de comida y bebidas. Mel miró un tanto sorprendida los distintos platillos y alimentos que veían sus ojos, desde carnes hasta pollos, estofados y diversos purés y vegetales. Opto por tomar una porción de vegetales que todos parecían ignorar y comenzó a comerlos con calma. El Gran Comedor se llenó de conversaciones risas y del tintineo de los cuchillos y tenedores.
Y Mel por más que quería acoplarse a la conversación de sus nuevos compañeros no podía hacerlo, Samuel simplemente era un hombre desagradable y aunque había llamado idiota al profesor, los demás habían parecido estar de acuerdo con él.
Sus compañeros de séptimo se presentaron brevemente, dándose cuenta de que Penélope y Demetria provienen de familias muggles, a diferencia de Gustav, Evie Walker y Ruby Green, que son mestizos, mientras que Samuel Lewis, Leo Hughes y Walter Davies son sangre pura.
—No lo tomes a mal, Mel —le dijo Penélope mientras salían del Gran Comedor, la chica es delegada y uno de sus deberes era acompañar a los de primer año a la torre de Ravenclaw, por el momento, se encontraban atorados en el tráfico de estudiantes.
—Es solo que Cuidado de Criaturas Mágicas es una materia muy tonta —comentó Demetria.
Gustav les hizo una seña abriendo los ojos, Ruby miró de reojo a Mel y la chica apretó su quijada.
—En realidad, no le veo lo especial a las criaturas mágicas, me parecen tenebrosas —aseguró Penélope sin darse cuenta de lo mucho que molestaban las palabras a la joven.
—Sí bueno, nosotros te guiaremos a la sala común de Ravenclaw —dijo rápidamente Ruby fulminando a Penélope con la mirada.
—Ajá, será más divertido que irte con los mocosos —comentó Evie mostrando una radiante sonrisa.
Y aunque Evie, Ruby y Gustav excusaban a las chicas que crecieron en un torno muggle de su falta de empatía hacia las criaturas mágicas, fue una terrible noche para Mel, ya que las sábanas le picaban el cuerpo y el colchón era bastante incómodo, por lo que prefiero acostarse en el piso pasadas las dos de la madrugada.
Sus compañeras no pudieron verla más extraña de lo que ya era al encontrarla dormir en el duro piso.
Nota de autora:
Pinche Samuel todo pendeJO.
La que se enoja con los personajes que ella inventa, jajaj perdÓn.
¿Cómo creen que le vaya a Mel en Hogwarts? 👉🏼👈🏼
Besos y saludos, Cici x
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