4. DEMENTORS
4. DEMENTORES
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La mañana del primero de septiembre había sido muy diferente a las otras, no solo por el hecho de que Mel se encontraría cursando su primer y último año en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería (confuso, ¿no?), sino también porque es la celebración a su cumpleaños número veinte.
Aunque en realidad, Mel no cumple años hasta el veinte de septiembre, sus padres y sus abuelos le habían hecho una pequeña sorpresa ya que no estarían con ella para celebrar su cumpleaños.
La canción del cumpleaños fue lo primero que Mel escuchó, esta vez en un ambiente bastante diferente. Aunque se encontraba en la mansión Scamander de sus abuelos y tenía su propia cama, se había hecho un tendido en el suelo donde había quedado dormida después de haber pasado la noche de luna llena en el jardín, bailando y jugando junto con los mooncalfs.
Una tarta en forma de dragón la esperaba y dio un grito alegre al verse reflejada. Abrazo y beso a sus padres, al igual que a sus abuelos y a su tío abuelo Newt que estaba junto con su esposa Tina.
—Casi veinte años cariño —le dijo Tina con una sonrisa.
—¡Y por fin cursaré mi último año en Hogwarts! —dijo abriendo sus brazos al aire.
—Bueno, a desayunar para que puedas abrir tus regalos y nos dirijamos a la estación —le dijo su madre besando su frente.
El desayuno fue entretenido, Bean, el bowtruckle de su tío Newt, armó todo un espectáculo al jalarle el cabello y tratar de picotear sus ojos, causando que todos rieran, a excepción de Newt quien se molestó con su compañero.
En sus regalos había un nuevo cinturón, este con compartimientos el cual podría guardar frascos para pociones, su varita (similar como al que tiene su padre) e incluso plumas y ahí podía poner su libreta; también le dieron un hermoso lunascopio con sus iniciales talladas, una capa de viaje color tierra, una bolsa repleta de dulces mágicos y un nuevo cuaderno de piel de dragón.
—Su nombre era Mordog, un dragón muy viejo —explicó Newt.
—Un longhorn rumano, ¿cierto? —preguntó Mel acarició la cubierta del cuaderno.
—Así es —asintió con su cabeza.
—Gracias, me gusta, en especial al saber que su muerte fue algo natural —Newt le dio la razón mientras sonreía un poco.
Una vez recibidos los regalos, Mel regreso a la habitación para comenzar a ordenar todo, aunque claro que lo hizo con magia, no tenía demasiada paciencia (y tiempo) como para hacerlo al estilo muggle.
Jordan aleteo cuando fue colocado en una jaula, el Augurey estaba bastante acostumbrado a la liberta y Mel sabía que su amigo no era muy fan de las jaulas (en realidad, ningún animal lo es). Pero la condición era esa, tenía que llevarse a Jordan en su jaula por su seguridad y una vez en Hogwarts él podría convivir con las demás aves o hasta estar en el armario de Mel y ayudarle a hacer su nido.
—Solo serán unas horas, lo prometo —aseguró dándole unas galletitas en forma de disculpa.
Su baúl se encuentra ya en la puerta de su habitación, junto con una mochila de piel sintética de dragón. Camino hasta la puerta y con un movimiento de varita sus pertenencias comenzaron a flotar. Pasó su mirada por la habitación en donde se había quedado en el verano, procurando no olvidar nada y una vez su revisión salió en dirección al salón, donde su familia le esperaba.
—¿Lista? —preguntó su abuelo con una sonrisa.
—Lista —afirmó con su cabeza y Aldrich tomó el brazo de su hija para hacer una Aparición conjunta.
Ninguno de los Scamander era un fanático por los carros muggles, así que procuraban evitarlos y la Aparición era su método de transporte favorito. Siguió a su padre fuera de un callejón y pronto se encontró con sus abuelos y su madre, que se habían aparecido en callejones cercanos a la estación, como si hubiesen practicado eso antes.
—¿Estás emocionada? —preguntó su abuela tomándola del brazo, mientras que sus pertenencias eran colocadas en un carrito al llegar a la estación.
—Sí. En realidad, siempre que entro a alguna escuela es una completa emoción. Me gusta hacer amigos y aunque al principio me ven como si fuese un ghoul o algo por el estilo, termino haciendo demasiados amigos —soltó una risita nerviosa—. Solo espero pueda hacer amigos en Hogwarts.
—Claro que los harás —aseguró su madre—. ¿Quién no quisiera ser tu amiga?
Mel no respondió, recordaba las historias de su tío abuelo cuando estudió en Hogwarts, todos se burlaban de él por preferir a las criaturas y defenderlas. Solo esperaba que los tiempos hubiesen cambiado lo suficiente como para que no tenga que pasar por burlas.
No estaba segura de si iba a ser capaz de soportarlas.
—Muy bien, aquí es, andén nueve y diez —Mel alzó una ceja viendo el muro de ladrillos.
—¿Es una broma? —preguntó en un susurró.
—Venga, te vemos del otro lado —Theseus tomo la mano de su esposa y juntos caminaron hacia la barrera, desapareciendo.
—Genial —susurró—. Eso es... increíble, ¡mi turno! —la chica dio un brinco, tomó el carrito que su padre le sostenía y no espero ni un segundo para correr hacia la barrera, donde no cerró sus ojos para poder ver el momento exacto en el que la atravesaba y entraba al andén 9 ¾.
Su boca se abrió al ver una hermosa locomotora frente a ella. Nunca había viajado en un tren para llegar a un colegio... en realidad, nunca había viajado en un tren. Aun recordaba los Abraxan de Beauxbatons, el barco de Durmstrang y las nubes en las que se transportaba a Uagadou.
Y aunque un tren es un transporte bastante común está emocionada ya que nunca se había subido a uno.
—Son seguras estas cosas, ¿no? —preguntó a sus padres que comenzaron a reír.
—Lo son —aseguró Aldrich.
—Bueno, adiós —Mel ondeo su mano, pero su madre le jalo de la capa haciéndola retroceder.
—Despídete propiamente cariño...
—Odio las despedidas —murmuró mientras su madre le daba un fuerte abrazo.
—Te amo mucho, por favor, aprovecha todo lo que has aprendido en las últimas escuelas a las que has asistido —Mel asintió y soltó un bostezo que no pudo contener.
—No me digas, te quedaste viendo a los mooncalf —le dijo su padre tratando de reprocharle.
—¡Son adorables! —imito el baile que hacen bajo los rayos de luz, su abuela fue la primera en reír—. ¡Hasta me aprendí su baile!
—Será mejor que tomes una siesta en el tren, para que puedas tener energía a la hora de la selección —le recomendó su abuelo, quien le dio un abrazo y un beso—. Nos alegraría mucho si quedas en Hufflepuff.
—Theseus, ¿qué hablamos de presionarla? —le reprimió Carling.
—Bueno, para ti es fácil decirlo, en Ilvermorny quedó en Ave de Trueno —Carling ignoró a su esposo para abrazar y besar a su nieta.
—Cuídate mi pequeña luz de luna —ella sintió la calidez de su abuela y asintió con una sonrisa.
—Nos veremos en navidad —dijo a su familia—, por favor, no tengan tantas a aventuras sin mí —suplicó a sus padres haciendo un puchero.
—Haremos un intento —respondió su padre ondeando su mano en forma de despedida.
Mel tomó sus pertenencias y camino hacia el tren, no requirió de ayuda para subir todo y estuvo caminando hasta encontrar un vagón vacío a medio tren. Acomodo su equipaje y dejó salir a Jordan, quien agradeció eso ya que revoloteo por el vagón hasta que se posiciono encima de la jaula y cerró sus ojos.
—Jordan eres tan raro como yo —murmuró Mel cubriéndose con su capa de viaje, soltando un gran bostezo—. Bueno amigo, por la noche me divertí mucho con lo mooncalfs, pero ya es hora de tomar una siesta —Jordan soltó un pequeño cántico—. ¿Te importaría levantarme antes de llegar? —el pájaro pareció responderle y acomodo su espalda del lado de la pared del vagón—. Bien, descansa Jordan.
🍃🌼🍃
El sueño de Mel iba muy bien, estaba ella en un bosque y había lluvia, incluso escuchaba el cántico de su Augurey, pero como la chica tiene sueños lúcidos sabía que solo era un sueño, salvo que se dio cuenta que no solo estaba sucediendo en el sueño, sino que también provenía de la realidad.
Se sentó estirando su espalda y noto que el compartimiento seguía vacío, quizá debido a que Jordan esta cantando con tristeza mientras mira la ventana que muestra la lluvia.
—Oh Jordan, no puedo dejarte salir —susurró con tristeza Mel—. Recuerda que tu ala aún no se recupera por completo y no quiero que el viento fuerte logre lastimarte —Jordan pareció comprenderla, pero bajo su cabeza con tristeza.
Miro por la ventana y se paró estirando su cuerpo por completo, el tren seguía en marcha hacia el norte y la lluvia era demasiada y muy ruidosa.
—¿Crees que estemos por llegar? Papá nunca me dijo cuánto duraba el transcurso al castillo —comentó mirando a Jordan, quien abrió sus alas sin darle una respuesta—. Quizá, debería cambiarme —dijo mirando su ropa.
Pero pronto, el tren iba cada vez más despacio. A medida que el ruido de los pistones se amortiguaba, el viento y la lluvia sonaban con más fuerza contra los cristales.
—Rayos, ¿tendré tiempo aún? —se quitó la capa de viaje dejando su simple camisa color azul que es ceñida al cuerpo con sus jeans de color café a la cintura.
Subió su pie al asiento para llevar sus manos a las agujetas de su bota que llega por debajo de la rodilla, pero no pudo deshacer el nudo porque el tren dio una sacudida que la hizo perder el equilibrio cayendo de golpe al suelo.
Mel se levantó y abrió la puerta del compartimiento, las luces se apagaron y se escucharon gritos ahogados por parte de los estudiantes. Rápidamente llevó la mano a su cinturón, donde saco su varita y susurró.
—Lumos —una pequeña luz apareció y la puerta se abrió dejando ver a unos niños pequeños, uno de ellos con el cabello tan negro como la noche y ojos dorados y el otro con cabello castaño y ojos verdes.
—Alguien está subiendo —chilló uno de ellos, con sus labios temblando de miedo.
—Tranquilos, debe haber un problema con el tren —les dijo sonriendo—. Tomen asiento, esperen aquí...
—No te vayas —suplicó uno.
—Somos de primer año y estábamos buscando el baño —dijo algo preocupado el de cabello castaño.
—Ay no me voy a hacer pipí —chilló el niño.
Mel no sabía si sentir ternura o comenzar a reír de los nervios, per borro una posible sonrisa para ver con preocupación fuera del vagón, Jordan aleteo y se metió nuevamente a su jaula en busca de protección, la chica tragó saliva sintiendo como su cuerpo se contrae introduciéndose en un repentino estado de sentimiento, tristeza y dolor.
—No se muevan —dijo entre dientes.
—¿Qué son? —preguntó uno de ellos, al haber visto una capucha pasar por el tren.
—Dementores —susurró.
La joven abrió la puerta del compartimiento, viendo como un dementor se posaba fuera de un vagón y al girarse, levantó su cabeza al ver como se encontraba frente a uno.
—No sé qué haces aquí —dijo con voz firme, y retrocedió lentamente mientras el dementor avanzaba—. Ni que buscas —repitió—. Pero solo hay estudiantes... así que vete —ordenó.
Obviamente, el dementor no le hizo caso, acercándose aún más hacía Mel.
—¡Expecto Patronum! —de la punta de su varita, un mooncalf salió expulsado hacia atrás al dementor que se alejó por todo el pasillo.
Escucho una segunda voz realizar el encantamiento y Mel alcanzó a tirarse al piso al ver como el primer dementor había salido expulsado por un patronus más.
—¿¡Estás bien?! —preguntaron preocupados los niños saliendo del vagón.
Ella se paró de un brinco sacudiendo sus manos—. Si, ¿se encuentran bien? —preguntó preocupada al ver a los niños tan palidos.
—Me siento extraño, en realidad —admitió uno de ellos.
—Vengan —dijo introduciéndolos de nuevo al vagón—. Los dementores son seres horribles y se alimentan de la felicidad y todo recuerdo alegre que guardes en ti —explicó a los niños que se miraron y luego a Mel—. Así que es normal que se sientan así —la chica abrió su mochila y comenzó a buscar con el ceño fruncido—. Ajá, aquí está —sacó dos pequeñas ranas de chocolate de la bolsa de dulces que había recibido en la mañana y le entregó una a cada uno—. Aquí tienen, les hará sentir mejor...
Las luces parpadearon y pronto regresaron a iluminar el tren, Mel guardó su varita de nuevo en su cinturón y vio a los niños verificando que se encontraran bien.
—Eso que tu hiciste... ¿Cómo?... ¿No te afectaron?
—Claro que lo hicieron —aseguró colocándose su capa—. Pero... tengo experiencia con dementores...
—¿Eres profesora? —preguntó uno sorprendido.
—No —dijo divertida—. Soy estudiante, como ustedes —puso su mejor sonrisa—. Ahora, ¿les gustaría hacerle compañía a Jordan? Es muy nervioso —susurró para que el pájaro no la escuchara.
—Sí —respondieron ambos sonriendo.
—Permiso, iré a hablar con el maquinista —dijo colocándose su capa.
La joven salió del vagón dando un brinco y terminó parándose en seco al ver a un hombre de cabello castaño con destellos grises, aspecto enfermizo y ojos chocolate realmente adormilados frente a ella.
Su boca se abrió y sintió un nerviosismo recorrer mientras su corazón late rápidamente al reconocerlo.
—¿Señorita Scamander? —preguntó confundido y un poco sorprendido.
—Hola señor Lupin —dijo en un susurró la chica.
Se sintió tan avergonzada que sus mejillas se tornaron color carmesí.
—¿Qué es...? —Remus no pudo terminar, parpadeo y negó con su cabeza para mirar nuevamente a Mel.
—Me dirijo hacía el maquinista —dijo tratando de evadir esa pregunta—. Había dementores en el tren.
—Los había —susurró Remus con el ceño fruncido y mirando de reojo a Mel, mientras caminan lado a lado.
Ella carraspeó y por primera vez no supo qué decir.
—¿Es estudiante? —preguntó en voz baja Remus.
Bien, si antes estaba avergonzada ahora necesitaba encontrar una palabra con un significado más fuerte.
—Sí —dijo con un hilo de voz.
Remus tuvo que tomar aire, no podía creer que había coqueteado con su futura alumna.
—¿Es usted profesor? —preguntó mordiendo su labio un tanto nerviosa, él asintió con su cabeza sin pronunciar palabra alguna.
—¿Último año? —preguntó tragando saliva.
—Ajá —musitó sin poder mirarlo.
—¿Le gustaría verme a los ojos?
Mel apretó su quijada mientras seguían caminando por el pasillo del tren, pararon para verse por unos segundos y Mel noto la decepción en la mirada de Remus.
Esta vez fue el turno de Remus en carraspear—. Creí que era magizoologista —musitó en voz baja, retomando el camino hacia el maquinista.
—Lo soy —afirmó.
Abrió su capa para mostrar su cinturón el cual a los costados tiene un par de compartimientos, de uno de ellos sacó un documento de identidad, el cual del lado izquierdo muestra la bandera de Brasil y en letras verdes, negras y amarillas está escrito información sobre Mel, la cual tendió a Remus.
MAGIZOOLOGISTA
Nombre: Mel A. Scamander
Fecha de Registro: 2 de septiembre de 1991
Especialista: bestias.
Remus llevó una mano a su frente un tanto confundido y entregó la identificación a Mel, quien hizo sonar un poco su garganta.
—En realidad, tengo 19 años...
«Casi veinte.»
Remus sonrió un tanto desesperado y llevó una mano a su nuca, para acariciarla ahora él sin poder ver a Mel, quizá por el hecho de saber que ella era menor que él por casi catorce años o tal vez porque esos tres días no pudo dejar de pensar en ella.
—Pero... ¿cómo es qué?
—¿Recuerda que le dije que viví con manadas de hombres y mujeres lobo? —Remus asintió, algo nervioso—. Bien, perdí un año de estudios... y otro cuando cursé en el Instituto de las Brujas de Salem —explicó.
—Pero aun así entro a temprana edad a la escuela, ¿no es así? —indago Remus.
—Hum, no —negó frunciendo el ceño—. Soy del 73', pero nací en septiembre, por lo que debí haberme graduado en el 91'.... ¿me doy a entender? —preguntó con una sonrisita tímida.
Remus ladeo una sonrisa—. Sí, lo entiendo... es, interesante en realidad.
—Soy muy interesante —aseguró mirando de reojo al profesor, rápidamente hizo sonar su garganta.
Se apoyó en la puerta cuando llegaron con el maquinista, quien luce pálido y un poco nervioso.
—Buscaban a Sirius Black, ¿cierto? —preguntó Remus.
—Sí así es —comentó quitándose su gorro—. Y les dije que no lo encontrarían. Lupin, recuerdo a Black muy bien y no es ese mismo loco en el que se ha convertido —Mel miró a Remus y luego al conductor al notar que ellos ya se conocían.
—Ellos ya sabían que Sirius no estaba aquí —hablo Mel, haciendo que los dos hombres la miraran—. Les advertí que se fueran, pero no lo hicieron, les hice saber que soló había estudiantes...
—¿Hablaste con los dementores? ¿Acaso estás demente? —preguntó el maquinista.
Remus hizo sonar su garganta y miro con algo de molestia al señor.
—¿Tengo que responder la segunda pregunta? —murmuró Mel, haciendo que una sonrisa fugaz se apareciera en el rostro de Remus.
—¿Llegaremos a tiempo a Hogwarts? —preguntó Remus.
—Por supuesto que sí, nunca he llegado tarde y esta no será una excepción, así que agárrense de sus asientos —canturreo el señor.
—Señorita Scamander, será mejor que se vaya a cambiar —informó Lupin saliendo del área del conductor.
—Oh, cierto —murmuró.
—Por cierto, ¿cómo es que hablo con los dementores?
—Pues con la boca —dijo bastante obvia, haciendo que Remus la mirara achinando sus ojos, mientras una sonrisa se forma en su rostro.
—Me refiero a...
—Lo sé, señor Lupin —dijo sonriendo—. No es la primera vez que veo a un dementor, pero se tiene que ser firme y tratar de mantener toda la calma y cordura posible... de igual manera, le informo señor Lupin, que los dementores buscaban más que solo a Black —Remus alzó una ceja.
—¿Se refiere a algún estudiante?
—Espero que no... los dementores no son de fiar, no tienen una lealtad realmente fijada. No entiendo como el ministerio puede confiar en criaturas tan frías como esas y si soy sincera, podrían ser manipulados muy fácilmente...
Remus asintió lentamente—. Sí —susurró acariciando sus manos.
—Supongo que lo veré en el castillo, ¿no es así? —Remus asintió.
—Así es señorita Scamander —asintió Remus.
—¿Qué materia impartirá? —preguntó curiosa.
—Defensa Contra las Artes Oscuras —respondió—. Supongo que es una asignatura que tomará, ¿no?
Mel asintió mordiendo su labio, no solo le daría clases sino también tutorías.
—Y supongo que sabe que también me dará clases extra después de clases, ¿no? —Remus abrió sus ojos y Mel alzó sus hombros—. Creo que no lo sabía...
—No en realidad —admitió.
—Bueno, vea el lado bueno de todo esto, profesor Lupin.
—¿Cuál es lado bueno, señorita Scamander? —preguntó alzando una ceja Remus.
—Ya no tendremos que escribirnos por qué podremos vernos en el castillo —una sonrisa coqueta se formó en los labios de Mel y Remus tuvo que morder internamente sus mejillas para esconder una sonrisa.
La joven ondeó su mano a manera de despedida y siguió con su camino al vagón, solo que giró un poco para ver como Remus llevaba sus manos al interior de los bolsillos de su pantalón para comenzar a caminar cabizbajo con una notoria sonrisa.
Nota de autora:
FELIZ PRIMERO DE SEPTIEMBRE UA 🤠💛
Buenas, la pregunta del día es: ¿alguna vez han tenido un crush con algún profesor/a?
Yo re sí, con mi profesor de radio, bbito hermoso, tiene treinta años (o veintinueve, no recuerdo), me encantaba su risita y toda pendeja la Ciara babeando cada que lo veía. Igual que 🐶 🐻 porque una compañera toda pendeja (más que yo) grito enfrente de él "OIGAN DIGANLE A CIARA QUE SU NOVIO LA BUSCA" y re claro el profe había preguntado por mi y el profe re "k loka?"
Bueh ya, me calmo este año yo voy como profesora a Hogwarts ok? 🤧
No olviden votar y comentar para saber que opinan de la fanfic.
Lots of love, Cici x
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