34. HELP LETTER & HOGSMEADE




34. CARTA DE AYUDA Y HOGSMEADE

━━━━━ { 🍃🌼🍃 } ━━━━━

━━━━━ { 🍃🌼🍃 } ━━━━━


Mel se encuentra leyendo con una pequeña sonrisa todas las cartas que ha recibido de sus amigos alrededor del mundo. Hasta hace algunas semanas atrás, había logrado conseguir tiempo para escribirle a las personas que forman parte importante de ellas para decirles que había encontrado un trabajo fijo en el Ministerio de Magia Británico, tomándoles por sorpresa ya que nunca habían imaginado que Mel se encontrará en oficinas, puesto que lo suyo era más bien el exterior.

Y las respuestas habían llegado el día de su cumpleaños.

Hasta el momento, una de las cartas que más le había hecho reír era la de Bill Weasley, ya que el pelirrojo se había enterado un poco tarde de la estancia de la joven en Reino Unido, quejándose y siendo detallado al decir que se encontraba ofendido de que hubiese visitado a su hermano Charlie en Rumania, pero a él no le había dicho ni «pío».

La puerta de la oficina se abrió y sonrió a Green, quien tiene su usual expresión molesta, como si hubiese estado quejándose de algo.

—¿Todo bien? —preguntó Mel sin poder evitarlo.

—¿Luzco bien? —gruñó—. Odio a todos —se quejo, dejando su maletín en el escritorio y dejándose caer en la silla acolchonada.

—¿Ahora a quien odias? —curioseó sin poder evitarlo.

—A Umbridge, al Ministro, a mi hermano —enumeró, ladeando una mueca—. Y ya —alzó los hombros restándole importancia, Mel no pudo evitar no soltar una pequeña risa.

—¿Te puedo ayudar de una forma? —curioseó.

—Sí, dejando de preguntar —refutó.

Mel suspiró pesadamente y ladeo una sonrisa comprensiva. Green ya es un hombre de la tercera edad y sin embargo, luce con la energía suficiente de poder criar una docena de cachorros crup.

—Bueno, sí de algo te sirve también odio a Umbridge —le hizo saber.

—Vieja lame botas —se quejó—. Dice que no se hacer mi trabajo. Quiero verla a ella leer las miles de cartas que envían los histéricos miedosos de los hombres lobos —se quejó—. ¡No podría ni un segundo! Pero ella solo ordena, y se queja, y crea nuevas reglas y clasificaciones. Maldita bruja ojalá se muera —lo dijo con molestia.

Mel se apresuró a pararse y preparó con un movimiento de varita una taza de té para tranquilizar al hombre, quien agradeció con un movimiento de cabeza.

—Green... ¿Qué ocurre? —preguntó en voz baja.

Después de beber un poco de té, soltó un suspiro y con mirada triste, miró a Mel.

—Me despidieron, Mel.

—¿¡QUÉ?! —exclamó sin creerlo.

Con tristeza, el hombre afirmó.

—Es por que soy viejo y gruñón —musito—. Y bueno, tú eres joven y...

—¡Y no pienso quedarme aquí toda mi vida! —chillo—. Oh Green, se que te quejas todo el tiempo de tu trabajo pero lo disfrutas mucho —susurró—. ¡No pueden despedirte! No si yo renunció...

—¡Hey! ¡Cálmate loca! —le detuvo Green—. No puedes renunciar, ya llevo diez años en esta oficina...

—¡Hay muchas tumbas dentro del Wizengamot! —señaló, provocando que Green comenzará a reír entre dientes—. Y no los veo despidiéndolos —gruño—. ¡Oh vamos! ¡Dumbledore tiene como doscientos años! —chillo, provocando que Green soltara una carcajada.

—Bueno, ya está dada la orden, mañana firmó mi despido...

—¡No puedes Green! —exclamó dando una patada al piso—. ¡Me niego a estar sola en esta tonta oficina! —se quejó—. Aparte, ¡no podría yo sola! ¡También formó parte de otros departamentos —le recordó.

—Vamos Mel, el trabajo a estado muy tranquilo, claro que podrás —aseguró.

—¡Me niego a poder hacerlo sola! —se quejó.

—Ya, cálmate niña. Seguro dentro de poco encontrarán a alguien —comentó restando importancia—. Ahora, como último día de trabajo quiero comer dulces —dijo abriendo un cajón y sacando golosinas—. ¿Rana de chocolate? —mostró a Mel, quien negó con su cabeza.

—Gracias —murmuró.

Se dejó caer de nuevo en la silla viendo a Green, quien se tomó el tiempo para quitar la envoltura y comenzar a comer con tranquilidad la rana de chocolate.

Mel comenzó a ordenar las cartas que ya había leído y soltó un suspiro tomando los sobres cerrados.

—¿Y todo eso a que va? ¿Es tu cumpleaños? —curioseó.

Se enderezó en el asiento al ver como Mel apretaba una sonrisa tímida.

—¡Santos unicornios! ¡Es tu cumpleaños! —exclamó sorprendido—. ¿Por que no me lo dijiste antes, niña tonta? —se quejó—. ¡Ven aquí!

Se paro para aceptar el fuerte abrazo de Green, quien le despeinó el cabello.

—¿Cuántos cumples? ¿Quince? —bromeó.

—Ja, ja —musitó—. Veintiuno —respondió.

—Ah, una edad maravillosa —suspiró con nostalgia—. A mis veintiún años me encontraba navegando por el Pacífico, estudiando a las criaturas marinas —murmuró—. Disfrútalos mucho, eh —le advirtió—. Que un abrir y cerrar de ojos estarás cumpliendo sesenta y cinco y estarás rodeado de crups.

—Bueno, ya estoy rodeada de criaturas —le recordó.

—Ah, cierto —chasqueó con una sonrisa—. Bueno, continúa leyendo las cartas, iré a pelearme una última vez con Rick, el jefe de la unidad de capturas de hombre lobo —dijo con emoción.

Un tanto divertida, Mel negó con su cabeza y tomó una carta que con caligrafía algo chueca estaba escrito su nombre.

El sobre es verde y está sellado con el símbolo de los integrantes de la tribu de la Amazonas. Un tanto curiosa, la abrió para comenzar a leer.

Querida Mel

¡Hola Mel! Espero estes teniendo un lindo día y un feliz cumpleaños (realmente espero que si te llegue en tu cumpleaños). Hace unas semanas hablé con Fergie, quien me dijo que estás teniendo un empleo en el ministerio británico, lo que me parece realmente sorprendente, pero hey, ¡felicidades por eso! Estoy seguro de que no debe ser fácil, pero tú puedes con todo, Mel.

Se que quizá no sea prudente de mi parte decirte esto en tu cumpleaños, pero creo que deberías saberlo.

La serpiente negra se encuentra en peligro ya que en estos últimos meses, al menos diez muggles pescadores han muerto a las orillas del lago y ahora, un grupo de muggles ha atacado el río para intentar acabar con la serpiente.

Ya estamos brindando guardia y protección, pero eso no parece detenerlos ya que el río es inmenso y siempre encuentran la manera de atacar (el ministro muggle y nuestro ministro ya han charlado y no han llegado a un acuerdo ya que no podemos privarles la entrada al río).

Te necesitamos Mel, ya has hablado con ella en una ocasión y que hables una vez más quizá podría ayudarnos a evitar más muertes.

Una vez más, perdón por darte esta noticia el día de tu cumpleaños, pero se nos acaba el tiempo.

Saludos enormes,

Guilherme.

Dejo la carta en el escritorio y llevó una mano a su frente, mientras podía escuchar la voz de su amigo Guilherme explicándole lo que sucedía. La serpiente negra era un tema que ha afectado a la comunidad que habita en el amazonas por el último siglo y es que aunque se mantuviese en las profundidades del río, los muggles desconocían de aquella criatura que atacaba a cualquiera que se acercará a su territorio.

Y si le estaban pidiendo ayudada a Mel, es por que algo grabe estaba sucediendo, ya que usualmente, el magizoologista parlante de pársel no solía tener demasiados problemas para comunicarse con ella y pedirle que les diera tiempo para lograr alejar a los muggles del río; sin mencionar que sus padres habían estado prestando de sus servicios para proteger a la serpiente.

Tenía tantas preguntas que no sabía ni por donde comenzar.

¿Por qué sus padres no la habían contactado? ¿Acaso les preocupa lo que podía pasarle?

¿Realmente estaba dispuesta a dejar su trabajo y todo lo que estaba creando en Londres para irse a Brasil?

Si a Mel le hubiese llegado esa carta al inicio del verano sin duda alguna la hubiese aceptado, ¿pero ahora? El mes de septiembre estaba a unos días de finalizar y algunas de sus criaturas estaban por comenzar a tener crías. Cambiarlas de lugar podrían provocarle estrés y causarles problemas al momento de parir. ¿Con quien las dejaría?

Oh y... ¿qué pasaría con Remus?

Jadeo cubriendo su rostro con sus manos y apoyo sus codos en el escritorio, ella simplemente no podía negarles la ayuda, no a ellos.

Pero tampoco podía dejar todo, ¿o si?

—Y ahora, ¿qué te pasa? —Mel alzó su mirada para ver a Green darle una mordida a una gomita de gusano—. Se las acabo de quitar a un novato, ¿quieres una? —ofreció con una sonrisa, a lo que negó con su cabeza—. Oh, realmente te ocurre algo, ¿por qué no me has reprimido por quitar gomitas? —cuestionó con ligera preocupación.

Sin decir palabra alguna, Mel deslizo la carta por el escritorio para que Green la leyera y logrará entender el por que de su estado de ánimo, sin embargo, con forme los ojos del señor se movían para leer la carta, una sonrisa aparecía en su rostro.

—¡Vaya Scamander! ¡Esto es realmente increíble! —confesó—. He leído muchísimo acerca de la Serpiente Negra, no debe ser un problema para ti, ¿cierto? —comentó con alegría—. Digo, tu hablas pársel, ¡eres la envidia de los magizoologistas!

—Oh, basta Green —suplicó la Ravenclaw—. No sé que hacer —murmuró con una mueca.

—¿Qu...? ¡Aceptar la carta! ¡Por supuesto! —respondió con obviedad—. Oh ya veo, es Lupin, ¿no? El que te detiene...

—¡No me detiene! —chillo enderezándose.

—Pero si te hace dudar —apuntó con una sonrisilla burlona Green—. El amor —suspiró—, nos hace actuar de manera estúpida.

—¡No est...! ¡No estoy enamorada! —aseguró inflando sus mofletes y causando que Green soltará una carcajada.

—Sí claro, y yo hablo trol... ¡Oh espera! ¡Si lo hago! —recordó con emoción, soltando una especie de gruñido.

Mel lo miró indignada—. ¿Disculpa? ¡No planeo negar esto por mi relación con Remus! —le respondió ante lo dicho

—Mmjum —dijo viendo sus uñas Green—. Bien, entonces, niega aquella solicitud y diles que no los ayudarás y dejar morir a aquellos pobres muggles —comentó con lastima fingida.

Al escuchar aquello, Mel parpadeó dos veces y miro la carta.

¿Dejar morir a muggles por su egoísmo romántico? ¡Dios! ¡Eso no podía permitirlo! Aparte, ¡ese es su trabajo! Ella es una magizoologista respetada en todo Brasil, su primer hogar al llegar al mundo y en el cual ha hecho grandes amistades que le han ayudado a lo largo de su vida.

Lo correcto era aceptarles la ayuda.

Ya se las arreglaría con sus criaturas y Remus.


🍃🌼🍃



Mel sabía que tenía que decirle a Remus que por cuestiones de trabajo tendría que irse a Brasil, sin embargo, esa noche estaba segura de que no podría hacerlo ya que estaban por celebrar su cumpleaños.

Fergie, una de sus mejores amigas y de las mejores rompemaldciones que ha conocido en toda su vida, entro a su habitación secando su cabello con una toalla. El vestido negro que viste es corto y ceñido al cuerpo, algo que realmente Fergie utilizaría y le hacía lucir divino.

—Nunca creí que entre tu ropa tendrías un arma mortal como estas —confesó, refiriéndose al vestido.

—Lo utilice para una fiesta a la que fui con vampiros —explicó—. No lo he vuelto a utilizar —aclaró sonriendo—. Puedes quedártelo, se te ve muy bien —admitió.

—Lo sé. Estoy segura de que Sirius quedará estúpido —musitó con una sonrisa coqueta.

—Entonces, ¿tú y Sirius? —cuestionó con picardía Mel.

—Besa increíble —confesó Fergie, mordiendo su labio, mientras se coloca un collar pegado al cuello—. Y se mueve...

—¡Mucha información! —chilló Mel dando un brinco, provocando que Fergie comenzará a reír.

—Tenía que decirlo. ¡Eres mi única amiga humana! —le aclaró—. ¿Crees que pudiera decirle esas cosas a los duendes? ¡Claro que no! —le hizo saber, provocando que Mel soltará una risita.

—Sí, tienes razón —murmuró—. Duramos un año sin escribirnos. ¿Cómo fue eso para ti?

—Pues no tenía tiempo ni para respirar dentro de esa bóveda de Gringotts en Roma —le hizo saber, mientras cepilla su cabello—. Pero recuperaremos el tiempo perdido —aseguró sonriendo con emoción—. Estoy trabajando para Gringotts de Londres y podré venir cada semana a platicar y no perdernos de nuevo.

Oh no, el sentimiento de culpa por no decirle a su amiga que se iría a Brasil le atacó en ese momento. Pero no podía decirlo, conoce a Fergie tan bien que estaba segura que si le decía, lo diría una vez estando con Remus y Sirius y la noche se amargaría.

No quería que su cumpleaños número veintiuno se amargará.

—Sí, nos podremos juntar y actualizarnos en lo que nos pasa cada semana —le siguió la corriente, soltando una pequeña risita.

—¡Será como los viejos tiempos! —aseguró Fergie con emoción—. Bueno, salvó que antes todo era por cartas —murmuró—. ¡De igual forma pasaremos más tiempo juntas! Aparte, tú saliendo con Remus, yo saliendo con Sirius...

—¿Van en serio? —preguntó con algo de emoción Mel.

—No creo —respondió arreglándose el cabello frente al espejo—. Me refiero a que... sería una relación a distancia, eso no funciona.

Mel dejo de arreglar su blusa y giro su cabeza para ver como Fergie estaba comenzando a pintar sus labios.

—¿No crees que funcione? —preguntó en voz baja.

—No, realmente no —confesó. Se pintó sus labios y por el espejo, vio el rostro de Mel—. Mira, yo estaré muy ocupada trabajando y el estará muy ocupado... siendo él, no podría funcionar. Me refiero a que, claro, vendría a Londres y quizá, si, la pasemos bien juntos, pero... la distancia luego se siente —dijo con una mueca.

Se giro sobre sus talones para quedar frente a Mel.

—No quiero encariñarme, se que me iré, mi trabajo me impide estar en un solo lugar —Mel ladeo una mueca, sintiendo su corazón latir con rapidez.

—Claro, entiendo lo que dices —musitó.

Y sí, Mel realmente podía entender lo que Fergie decía por que ella había estado viviendo así toda su vida y encariñarse con las personas para después alejarse de ellas era un sentimiento que no le gustaba vivir.

Por un momento, Mel pensó que no tendría que volver a preocuparse por eso, pero ahora estaba ahí, arreglándose para ir a pasar su cumpleaños con Remus, a quien tendría que decirle que se iría a Brasil para ayudar con la serpiente negra.

¿Lo haría esa noche? No, definitivamente no.

¿Lo haría la noche de mañana? Tal vez no, ya que es noche de luna llena.

—¿Estás bien? —preguntó Fergie algo confundida.

—¡Oh, sí! —respondió fingiendo una sonrisa—. Solo, me puse a pensar si Ben y Alan lograrían venir —mintió ladeando una mueca—. Ya sabes, mis amigos dragonologista —aclaró.

—Oh claro, los Hufflepuff lindos de los que me hablas —dijo chasqueando sus dedos, a lo que Mel afirmó con su cabeza—. Espero puedan venir, me gustaría conocerlos.

—Sí. Me gustaría verlos.

«Antes de irme», pensó.

—¿Ya estás lista? —curioseó Fergie, observando con una sonrisa el atuendo de Mel.

Viste un pantalón de tiro alto, con el bajo doblado hasta el tobillo, permitiendo ver sus botas de tacón negro. La blusa que tiene es color negra, con su usual escote de corazón y una abrigo reluciente color azul cielo.

—Sí, sí, lista —dijo parándose de un brinco.

Antes de salir de su habitación, se observo en el espejo y dio un ligero toque a su cabello con su varita, provocando que dejará de ser castaño y tomara un color negro, el cual hizo resaltar su piel blanca.

—Siempre me ha gustado como se te ve el cabello negro —confesó Fergie, mientras bajan las escaleras rumbo al sótano del hogar.

—¿En serio? A mi me gusta como luzco con el cabello rojizo...

—Oh sí, te ves muy sexy —admitió la morena, provocando que Mel comenzará a reír—. ¿Qué hay de Remus? ¿No te ha dicho como le gustas más?

Mel rodó los ojos, sus mejillas se pusieron ligeramente coloradas y negó con su cabeza.

—No, realmente no me lo ha dicho...

—Es que seguro le gustas como sea —dijo con emoción—. Son tan lindos, tú y él —aclaró—. Espero que duren muchos años más y nunca se separen.

Tuvo que contener un chillido por que el hecho de saber que tendría que separarse de Remus por sabe cuantos meses le provocaba un dolor en su pecho.

—Espero lo mismo —susurró.

—Bueno, dale de cenar a tus bebés que se nos hace tarde.

Mel se apresuró para darles su cena a las criaturas y una vez servidos los alimentos, se apresuraron para salir de la casa que se encuentra escondida bajo tierra.

—¿Cómo dijiste que se llama el pueblo en donde celebraremos tu cumpleaños? —preguntó olvidadiza Fergie.

—¡Hogsmeade! —le dijo con emoción—. Te encantará, es tan pintoresco y alegre.

—Solo espero haya agua alegre...

—¡Hay mucha! —aseguró con emoción—. ¿Lista? —estiro su brazo para que Fergie lo tomará.

En cuanto la portuguesa tomo el brazo de la magizoologista, mediante el método de Aparición fueron capaces de llegar al pueblo de Hogsmeade.

—Bienvenida a Hogsmeade —le dijo con voz pomposa—. Por allá esta una tienda dulces, y allá esta una tienda de bromas —señalo—. Ya deben de estar cerradas y... ¡Alan! ¡Beniboo!

Dos chicos que se encuentran apoyados en uno de los muros soltaron un grito de emoción al ver a su mejor amiga ahí. Mel olvido por completo que Fergie estaba a su lado ya que corrió en su encuentro con los Hufflepuff que la recibieron con un fuerte abrazo.

—¡Mi hermosa Mel! —chilló Ben dándole un fuerte abrazo.

—¡Oh, la viejita Mel! —agregó Alan besando su frente—. ¿Qué se siente cumplir un año menos de vida?

—¡Alan! —le reprimió Ben dándole un codazo.

—Nunca cambies, Alan —pidió Mel algo divertida.

—Sí, hola, estoy yo aquí —recordó Fergie en su encuentro con los chicos.

—Uy, ¿Quién es esa hermosa chica? —preguntó Ben con voz propia.

—Fergie Ferreira —la morena guiño un ojo de manera coqueta, pero algo divertida.

—Es una de mis mejores amigas...

—Su mejor amiga —puntualizo con algo de celos, provocando que Mel rodará los ojos—, y la más linda —agregó sonriendo.

—Que coincidencia, somos sus mejores amigos y lo más lindos —respondió Alana con egocentrismo.

—Desayunaron demasiado ego hoy, ¿eh? —bromeo Ben.

—Algo así. Bueno, ¿dónde están Sirius y Remus? —curioseo Fergie.

—¡Oh cierto! ¡Nos deben estar esperando en las tres escobas! —chasqueó Mel dando un brinco.

—Las tres escobas —repitió Fergie con su acento portugués—. Espero no vendan escobas —murmuró.

Al llegar al pub del cual Mel tanto le había hablado, la morena se alegro bastante de ver el bar donde botellas relucían, y antes de que ella pudiese caminar a ver que bebida tomaría, Mel la tomó de la mano para encontrar primero a Remus y Sirius.

A quienes no tardaron en hallar ya que están sentados en una de las mesa ubicada en una de las esquinas del pub.

—Tu novio se pone cada vez más guapo —murmuró Ben a Mel, quien le dio un ligero codazo.

Después de tanto tiempo en mentirles que no tenía nada con el profesor, ahora estaban apunto de convivir con él y Mel temía que clase de comentarios pudiese hacer Ben por que su amigo tiene la boca muy suelta.

—¡Pero si ya llegó la cumpleañera! —exclamó Sirius con emoción y parándose aun más rápido que Remus para poder darle un fuerte abrazo—. ¡Mi salvadora! ¡Mi heroína! —dramatizo.

—¡Basta Blackie! —pidió divertida Mel.

La tomo de las mejillas y deposito un beso en cada mejilla, mientras Mel soltaba una risitas.

—Los veintiuno nunca se vieron tan bien —aseguró el animago—. Y, hola hermosura —dijo viendo a Fergie.

—Hola guapo —respondió la joven, para después darle un apasionado beso al animago, mientras Ben cubría sus ojos.

—Respeto —gruño el menor, mientras Alan y Remus comenzaban a reír.

El hombre lobo se apresuró para acercarse a Mel y le dio un fuerte abrazo llenó de emociones y sentimientos.

—Feliz cumpleaños, cariño —dijo sobre su oreja, provocando que su piel se erizará.

El beso de ambos fue más tierno y Ben no pudo evitar soltar una chillido que los hizo separarse.

—Ay lo siento, es que llevó desde hace un año jurando que ustedes dos podían casarse y...

—Benson cállate —le interrumpió de golpe Alan, mientras Remus soltaba un par de risitas y las mejillas de Mel se tornaban rosas.

—¿Qué? ¡Se podía sentir la tensión! —aseguró el chico de manera inocente.

—Hasta yo la sentía y eso que vivía en el bosque prohibido —agregó Sirius, quien ya se encuentra sentado al lado de Fergie, a quien la tiene abrazando por los hombros—. Adelante, tomen asiento, por favor —pidió de manera educada.

Las dos parejas que faltaban por sentarse tomaron asiento y Rosmerta no tardo en aparecer.

—Miren a quien tenemos aquí —dijo con una mano en su cadera y una sonrisa ladina—. ¿Puedo llamar está la mesa de los traviesos?

—Rosmerta, tengo una reputación que mantener —le dijo entre dientes Alan.

—¡Oh Alan! Eres el menos santo de esta mesa —hizo saber de manera burlona—. Y bien, ¿Qué les ofrecemos? ¿Celebran algo especial?

—El cumpleaños de la mini Scamander, Ros —señalo Sirius.

—¡Oh que alegría! ¿Veinte años? —intentó adivinar.

—Veintiuno —respondió sonriendo.

—No sé diga más, ya se que traerles —chasqueó con emoción, dicho eso, se dio la vuelta y camino en dirección al bar con algo de emoción.

—Bien, entonces empecemos a aclarar las cosas —hablo Sirius—. Nosotros tenemos una forma de celebrar los cumpleaños —dijo mirando a Remus.

—Ay no —susurró el hombre lobo.

—Ay sí —dijo con una sonrisa ladina Sirius—. Primero, será una ronda de shots para felicitar a la cumpleañera —aclaró apuntando a Mel—. Después, haremos un pequeño juego de historias verdaderas o falsas para entrar en calor (lo aclararé una vez que empecemos el juego). Al terminó del juego la cumpleañera tiene que tomarse un shot de hidromiel con unas gotas de agua alegre y...

—Me dará un coma etílico —interrumpió Mel, provocando que soltarán una carcajada en sus amigos.

—¡Sirius ya no tenemos diecisiete años! —le dijo Remus con diversión.

—Ellos son jóvenes, podrán con eso —aseguró Sirius—. Y recuerda Remus, lo que bien se aprende nunca se olvida —dictó con un dedo al aire.

—Bien, aquí tienen —Madame Rosmerta dejo dos botellas de Whisky de Fuego en la mesa, seis copas aparecieron frente a cada persona y antes de que se fuera, Sirius ordenó una botella de agua alegre.

—Primero, el shot por la cumpleañera —dijo el animago, sirviendo whisky en cada copa—. Por que cumpla muchos más años —brindo alzando su copa.

—¡Por que cumpla muchos más años! —juntaron las copas para beber de golpe el trago y Mel cerro sus ojos mostrando una sonrisa.

—Si bueno, yo solo quiero decir que la edad me impide seguir tomando —murmuró Remus tosiendo dos veces—. O tal vez es la luna —musitó, provocando un par de risas.

Sin embargo, el hombre lobo no se salvo de lo que Sirius tenía planeado ya que comenzaron a jugar en parejas y la cosa era sencilla: las parejas perdedoras tendrían que tomarse un trago de shot por veintiún segundos, cosa que Mel y Remus no estaban dispuestos a perder, ya que a diferencia de sus amigos les esperaba al día siguiente una noche complicada.

Pero, eso no significaba que al salir de las tres escobas por la madrugada, no significaba que la pareja no estuviese pasada de compas como las otras dos.

—Bien, yo... iré a... —Fergie pensó las palabras que tenía que decir, sin embargo termino por hablar en portugués y causar que Mel comenzará a reír.

—Eso fue sexy —confesó Sirius—. Dilo de nuevo —pidió con una sonrisa ladina.

Fergie lo repitió, sin embargo, continuó hablando con voz coqueta, hasta que Mel le interrumpió con asco.

—¡Ferreira! También hablo portugués —le recordó cubriendo sus oídos—. ¡Oh! ¡Denle agua bendita a esa mujer! —pidió negando con su cabeza, mientras que Alan, Ben y Remus comenzaban a reír.

—No quiero ni saber lo que dijo —murmuró Alan.

—¡Yo sí! ¡Dime, dime! —pidió Ben con emoción.

—Yo quiero descubrir lo que dijo —confesó Sirius con una ceja alzada.

—¿Si? —la joven se acercó para susurrar a su oído y provocar que el animago sonriera de manera sorpresiva.

—Bien, nosotros nos vamos... adiós.

Ni siquiera se despidieron propiamente, ya que mediante el método de aparición abandonaron el pueblo.

—Tan lindos que son —ironizó Alan—. Bueno, nos dio gusto verlos, y que estén juntos —confesó.

—Sí y no olviden que nos gustan las bodas —agregó Ben mostrando una gran sonrisa.

—También me gustan las bodas —dijo Remus—. ¿Estaré invitado a la de ustedes? —preguntó con una sonrisa triunfante.

Mel soltó una carcajada al ver como Alan arrugaba su nariz y Ben se sonrojaba.

—Sigue abriendo la boca, Benson —le reprimió Alan—. Quizá sí, si nos invitan a su boca, quizá los invitemos a la nuestra —agregó.

—Es un hecho —le dijo Remus estrechando su mano con la de Alan.

A diferencia de Sirius y Fergie, Ben y Alan se despidieron de ellos, asegurando volverse a ver, salvo que ellos caminaron a una de las colinas del pueblo ya que un Traslador les esperaba para llevarlos a Rumania.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Mel a Remus, mientras intenta caminar sin pisar las líneas.

—Demasiado cansado —confesó suspirando—. Y algo borracho —agregó, provocando que Mel soltará una risita.

—Sí, también yo —susurró—. ¿Quieres ir a mi casa? —propuso tomando los hombros de Remus—. Te puedo dar una poción, muchos abrazos y besos —susurró parándose de puntas y robándole un beso en su mejilla, el cual lo hizo sonreír.

—¿Muchos?

—Muchos —afirmó con una sonrisa.

—Suena a un buen plan.

Sin perder más el tiempo, ambos aparecieron fuera del hogar de Mel, en dónde Timothy esperaba sentado en el sillón, rascando su panza, solo que al ver a Remus ahí, hizo una pedorreta para esconderse en su cajón.

—No le agrado, ¿cierto? —preguntó algo divertido.

—No lo tomes personal, no le agradan las personas en general —aclaró con una pequeña sonrisa.

Continuaron con su camino a la habitación de Mel, en donde las plantas bailan al ritmo del aire que corre por la ventana abierta y donde Jordan se encuentra apoyado, esperando el momento en el que la lluvia comencé a caer.

—Me gusta tu habitación, ¿sabes? —confesó Remus, mientras se sentaba en la especie de catre montado en el piso.

—¿En serio? —preguntó algo sorprendida Mel.

—Es como estar acampando en el interior —aclaró Remus.

Jordan soltó un lastimoso cantó y en cuanto la lluvia comenzó a caer, emprendió un vuelo hacía la noche.

Mel se deshizo de su ropa para colocarse una simple bata de pijama.

—¿No te quitarás tu ropa? —cuestionó acostándose al lado de Remus.

El hombre se abrazo asimismo y negó lentamente con su cabeza—. Estoy muy cansado —confesó—. Quiero dormir —agregó.

Pero Mel no iba a permitir que Remus descansará con aquella ropa que aunque le hacía lucir bien, podría ser incomoda para dormir; así que se hinco frente a él y lentamente comenzó a quitarle la ropa.

Haciendo esfuerzo por no dormirse, Remus intentaba ayudar en el proceso en el que Mel le quitaba su ropa, sin embargo, su cansancio debido a la luna era mayor y podía con él, por lo que al final, Mel fue quien batallo un poco para lograr quitarle los pantalones al hombre que ya parecía estar en los brazos de Morfeo.

Soltando un suspiró, Mel admiro con una pequeña sonrisa a Remus, quien se encuentra hecho bolita. Con cariño, acarició el cabello del hombre hasta llegar a su mejilla y apreció esas cicatrices que las noches de luna llena le habían provocado.

—Mel —dijo en voz baja.

—¿Si, Rem?

—Mis besitos —recordó ladeando una sonrisa.

Soltando una risita, Mel se recostó a su lado y lo abrazó con fuerza para comenzar a besar el rostro del hombre lobo, quien parpadeo un par de veces, para poder decir:

—Combinar alcohol con una noche próxima de luna llena solo provoca sueño —comentó.

—¿Hay dolor? —preguntó en voz baja Mel.

—No —musitó—. Creo que es gracias al whisky de fuego —bromeó un poco.

—Debe ser eso —afirmó con diversión Mel—. Descansa, amor —susurró besando su frente.

Con voz adormilada, Remus dijo—: Te quiero.

Demonios, realmente dolía saber que dentro de muy pocos días ella se encontraría déjalo por que había aceptado ayudar con la serpiente negra, y el hecho de no verlo y no escucharlo le provocaba un sentimiento de tristeza inevitable por que extrañaría demasiado pasar el tiempo con Remus.

Extrañaría todo de él y le aterraba saber que al regresar el ya no se encontrará interesada en ella.

Alejó ese horrible pensamiento de su mente y en voz baja, mientras acaricia las mejillas de Remus, dijo—: Yo te quiero como no tienes una idea, Remus.








Nota de autora:

Mátenme por tardar en actualizar, edite este capítulo como unas diez veces, no les miento.

De igual forma, me gusto mucho como quedo, uwu y ajá, decía que se venía algo y no era un embarazo sino una despedida por que la Mel se no va a Brasil uwu

Anyways, ¿qué creen que pase?

¡Espero sus comentarios y no olviden votar!

Lots of love, Cici x

ps: dios, me puse a releer cure (también por eso tarde en actualizar lmao) y me di cuenta que tengo demasiado errores ortográficos por que suelo actualizar la fanfic en la madrugada (como ahorita, que estoy más dormida que despierta), so, estaré comenzando a editar muy lentamente esos pequeños errores y pls, ténganme paciencia, y mi dislexia leve algunas veces aparece, je.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top