33. EMOTIONS



33. EMOCIONES


━━━━━ { 🍃🌼🍃 } ━━━━━


Las muecas que Mel hacía causaban ligera curiosidad en Green, ya que no era normal ver a su única compañera de trabajo lucir tan molesta.

Así que se atrevió a preguntar—. ¿Todo bien, Scamander?

Alzó su mirada furiosa. El hombre lamento el haber formulado aquellas palabras y observo como dejaba caer con fuerza pergaminos en el escritorio.

—¡Nada esta bien! —chilló furiosa—. ¿Quién es Dolores Umbridge para hablar así de los licántropos y qué rayos se cree? —preguntó con molestia.

—Ah... eso, sí, te acostumbraras —aseguró Green, suspirando un tanto más tranquilo.

Sin embargo, Mel lo miro incrédulo y se paro, aun más molesta—: ¿Acostumbrarme? ¡No puedo acostumbrarme! ¡Esta señora hizo una estúpida legislación que impide a los hombres y mujeres lobos conseguir trabajo! —exclamó con furia y completamente indignada—. ¿Tú piensas que me acostumbraré? —le cuestionó, inclinándose mientras señalaba a Green con su dedo.

Completamente asustado, el hombre negó con su cabeza.

—N-no, no, claro que no, Mel, siéntate, siéntate —pidió mientras se paraba y buscaba algunos dulces de emergencia.

—¡No me sentaré! ¿Sabes que quiero hacer? ¡Quiero ver ese horrible rostro y-y! —inflo sus mofletes mientras apretaba sus labios—. ¡Escupirle fuego! ¡Le esculpiré fuego en su horrible rostro!

Green la miró con cierta emoción—. Eso me interesa. ¿Cuándo sucederá? Tengo que anotarlo en mi agenda.

Rápidamente, guardo la agenda al ver la mirada furtiva que le lanzaba Mel.

—La odio, la detesto. ¿Te dije que ayer vino a decirme como hacer mi trabajo? ¡Como hacer mi trabajo! —exclamó ofendida—. Cree que soy una chiquilla cuando se más que ella y que todos —gruño.

—No tengo dudas de eso Mel —le dio la razón Green—. Pero verás, la cosa es que tu le das poquito poder a las personas y se aprovechan de eso —explicó.

—¡No son formas! —dijo furiosa.

Se dejo caer en su silla y apoyo sus codos en el escritorio, para recargar sus mejillas y hacer un puchero.

—No entiendo —confesó en voz baja—. ¿Cuál es el problema en esta sociedad? —le cuestionó a Green, quien ladeo una mueca, sintiéndose mal por no tener una respuesta—. ¿Qué les cuesta aceptar a las personas que son solo un poco diferentes a nosotros? Y me refiero a un poco por que solo se convierten en mitad lobos una vez al mes —susurró.

—Mel, entiendo tu conflicto...

—No, Green, realmente no lo entiendes —le interrumpió—. Tú no entiendes, todo el coraje que me da, por que he visto como pequeñas comunidades han avanzado en temas como esto; he presenciado, como las leyes han cambiado para los hombres y mujeres lobos; yo... mi familia, en mi sangre corre la misma que ellos —le dijo por fin, mientras sus ojos se cristalizaban—. Yo pude haber nacido como una mujer lobo —susurró—, y tuve un poco de privilegio al no serlo, pero, ¿tú crees que yo hubiese podido estar aquí si fuese mujer lobo?

Con una mueca, Green negó.

—Claro que no —susurró Mel—. No entiendes lo que siento y nadie parece entenderlo —dijo en voz baja—. Y con la estúpida Umbridge menos lograran hacerlo —comentó convirtiendo esa tristeza en molestia—. ¿Tiene mierda en el cerebro?

—Eso sería mucho, ella no tiene ni cerebro —le dijo Green, provocando que Mel sonriera—. Mira Scamander, en estos tres meses que llevó de conocerte, me he dado cuenta que realmente eres una mujer muy decidida, valiente, trabajadora e inteligente, y no permitas que nadie te haga creer lo contrario, ¿de acuerdo? Hazle caso a este viejo señor —se señaló—. Tú podrás lograr todos estos cambios. Causaste una revolución en Hogwarts estando tan solo un año ahí. Provocaste que cientos de cartas llegaran a nuestro departamento, dónde suplicaban que dejaran a Lupin como profesor y eso, lo hiciste tú, con tu voz y tu poder, por que podrás lucir pequeña, pero oh Scamander, eres tan poderosa como un dragón.

Mel ladeo una pequeña sonrisa, se enderezo en el asiento y asintió con su cabeza.

—Tienes razón, soy poderosa y, puedo hacer que cambien las cosas —susurró, con cierta emoción.

—¡Claro que puedes! —dijo emocionado Green.

—¡Claro que puedo! —dijo parándose—. Iré con Umbridge.

—¡No espera! —le intento detener Green, parándose rápidamente de su silla y tirando de su brazo—. ¿Con Umbridge? ¿Estás demente? —preguntó confundido.

—¿Tengo que responder la segunda pregunta? —murmuró frunciendo el ceño.

—¿Por qué demonios irías con Umbridge?

—A hacerle frente...

—¡Te despedirá! Es subsecretaria del ministro, ¡tiene el poder de hacer eso! ¿Recuerdas? Poder —susurró.

Mel rodó los ojos—. Solo le iré a cuestionar su estúpida legislación, en realidad, lo que ella planteo como teoría es una hipótesis, ya que aquí señala que: supongo que todos los hombres lobos... y aparte, nunca menciona a las mujeres y, también hay mujeres lobos —le hizo saber.

Green suspiró—. ¿Puede pelearte mañana con Umbridge? Hoy es revisión.

Un tanto confundida, Mel frunció el ceño.

—¿Revisión de qué? —cuestionó, mientras veía a Green regresar a su escritorio.

—De varitas —entonces, saco un pergamino donde hay solo dos registrados—. Cada tres meses, tienen que venir para hacerles unas preguntas, verificar sus varitas, comprobar que se hayan portado bien y eso.

Mel frunció el ceño y entre dientes, dijo—. ¿Qué se hayan portado bien?

—Mira, esas reglas las pusieron desde hace once años, y yo entre a trabajar aquí hace diez —señaló.

Se dio un golpe en la frente sin poder contenerse.

—Esto será más difícil de lo que creí —confesó, llevando sus manos a su rostro.

—Sí y más te vale que lo arregles, por que yo en un año más planeo irme a vivir en mi granja, tengo unos ponis que cuidar...

—¡Ay! ¿Tienes ponis? —preguntó emocionada.

Green asintió sonriente—. ¡Siete! Son una belleza —aseguró.

Pero, la conversación se vio interrumpida cuando la puerta se escuchó.

Mel se paró de un brinco para abrir, en realidad, nunca tenían visitas y que alguien llegará le emocionaba.

Frente a ella, una chica de cabello plateado, piel blanca y ojos amarillos se encuentra luciendo algo cansada, pero arreglada.

—Hola —saludó algo extrañada de ver a alguien más que no sea el viejo Green.

—¡Hola! ¿Tú eres Chiara Lobosca?

—Soy yo —respondió sonriendo, mientras Mel le dejaba pasar—. ¿Qué hay Green?

—Hola Lobosca, ya conociste a Mel Scamander, será la encargada de esto cuando me largue de aquí —comentó alegre.

—¿Scamander? —le señalo sorprendida y con gran emoción, Mel asintió.

—Un placer —dijo estirando su mano para saludarle.

—¿Qué dices? ¡El placer es todo mío! —aseguró Chiara—. He leído todos los artículos de tus padres y creo que son increíbles —confesó con emoción—. En el último, tu madre hizo mención que te encuentras trabajando en una cura, y perdona mi indiscreción, pero, ¿es cierto? —preguntó con esperanza.

Mel asintió algo emocionada—. Sí, estoy trabajando en ello. Ya he logrado curar el dolor inmediato después de la luna llena, pero quiero lograrlo sin necesidad de tomar la poción matalobos, ya que eso genera la rápida curación —explico.

—¿Y has pesado en combinarlas? —curioseo.

—Fue fatal, me quede sin cejas —comentó con una mueca.

Green hizo sonar su garganta—. Podríamos tomar té, pero, hay trabajo que realizar.

—Cierto, una disculpa —murmuró Chiara.

Mel se acerco a Green para ver el pergamino.

—Ah, no las lea, ya me las sé de memoria —le recordó Chiara, quien con voz cansada dijo—: Sigo viviendo en casa de mis padres; mis ingresos los genero vendiendo plantas. Cada noche de luna llena paso de las transformación en el ático de mis padres. No, no he tenido contacto con Greyback o su manada, la última vez que vi a un hombre lobo fue a hace un año, cuando le di a Remus Lupin un poco de acónito y sigo siendo felizmente soltera.

Fingió una sonrisa al dar por terminado la revisión. Mel observo como Green revisaba la varita de Chiara y se la entregaba.

—¿Puedo irme? —preguntó alzando una ceja.

—Sí.

Antes de que se fuera, Green le dio una bolsa con galeones.

—Espera, Chiara —le detuvo Mel antes de que saliera—. ¿Crees que te pueda contactar pronto? Podría darte pociones —dijo ladeando una sonrisa.

Chiara la miro sorprendida—. ¿Lo harías?

—¡Claro! —respondió sonriente.

—Oh, sí, no hay problema —dijo con alegría Chiara—. Nos vemos, entonces.

—Cuídate —Mel ondeo su mano con una pequeña sonrisa.

—Una menos, falta otro. ¿Dónde se habrá metido Lupin? —curioseo.

Y como si lo hubiese invocado, la puerta volvió a escucharse.

Mel volvió a correr para abrirla y sus ojos se iluminaron al ver a Remus parado frente a ella.

—Hola Rem —saludó con emoción.

—Hola Mel —el hombre lobo se inclino para besar la mejilla de la chica.

Green silbó inocente, mientras se paraba de su asiento—. Olvide unos papeles que tengo que darte Lupin, regreso en diez minutos.

Ambos amantes miraron extrañados a Green, quien salió silbando de la oficina, para dejarlos solos.

—No tenía idea que vendrías —confesó Mel—. Apenas me enteré hace diez minutos que hacemos revisiones cada tres meses.

—No me sorprende que Green no te lo haya dicho, siempre se queja diciendo que no sirven para nada —comentó Remus algo divertido—. ¡Oh! Casi lo olvido —en su maletín, se asomaba un par de flores amarillas, las cuales extendió a Mel ladeando una mueca—. Creo que por accidente las aplaste —murmuró.

Sin embargo, Mel soltó una risita y observo a Remus con una gran sonrisa.

—Son hermosas incluso aplastadas —le hizo saber sonriendo—. Me encantan, gracias —susurró, mientras se acercaba a él para besarlo.

Remus la sujeto con fuerza por la cintura mientras prologaban aquel beso.

—Uhm, ya te extrañaba —susurró el hombre lobo, acariciando su mejilla.

—También yo —admitió Mel, entrelazando su mano con la de Remus—. Perdón, he tenido mucho trabajo —susurró.

—Oh, no te disculpes Mel, yo lo sé —dijo ladeando una sonrisa.

—Hoy saldré temprano —comentó—. ¿Te parece si vamos al caldero chorreante?

—Suena un excelente plan —respondió Remus sonriente, mientras tomaba de la barbilla a Mel para darle continuos besos—. Te esperaré ahí... —la beso—... cuando esto... —volvió a besarla—... terminé... —Mel soltó una risita en ese último y tierno beso.

—Bien, entonces hay que apurarnos —dijo sonriente—. Aunque en realidad, nunca he hecho esto de la revisión y Chiara solo dijo cosas que...

—Lo sé de memoria, solo tienes que anotarlo —señalo.

—De acuerdo.

Mel se sentó en la silla de Green y Remus donde anteriormente Chiara se había sentado.

—Por cierto, me agrada la decoración —señalo los cuadros que Mel había colgado—. ¿Los pintaste tú?

—Sí, son viejas obras —explicó sonriente, mientras mojaba la pluma en la tinta.

Alzó su mirada para ver a Remus, esperando a que hablará.

—Bueno, aun vivo en la casa que mi padre me heredó a los veintiún año, mis ingresos son... bueno, Sirius, es mi ingreso, sí —Mel soltó una risita ante eso—. Las noches de luna llena las paso en... ¿tengo permitido decir que la paso en tu sótano? —le cuestionó.

—Claro, no veo por que no —respondió sonriendo.

—Bien, entonces las noches de luna llena las paso en tú sótano, o con Sirius, quien es animago y, eso —murmuró—. No he tenido contacto con Greyback o algún integrante de su manada y el último contacto con alguno de mi especie, fue con Chiara, quien me dio un poco de acónito —rasco su frente y ladeo una mueca, haciendo sonar su garganta.

Mel comenzó a escribir más lento.

—Oh y bueno, tengo una relación con una increíble chica —murmuró, ladeando una sonrisa.

Las mejillas de Mel se tomaron realmente carmesí.

—Debes escribir eso que dije —señaló el pergamino, y repitió—. Tengo una relación con una increíble chica.

—Remus —murmuró.

—¿Qué? —preguntó con una sonrisa—. Eres increíble —confesó, soltando un suspiró.

La puerta se abrió, Green volvió a silbar y dejo una carpeta frente a Remus.

—¿Y esto? —preguntó curioso.

—Oh, es tu carta de renuncia de Hogwarts y tu finiquito —señaló—. Y adjunto cartas de admiradores.

Remus lo miro con el ceño fruncido—. ¿Admiradores?

—Sí, sí. Mel hizo un gran trabajo revolucionario en Hogwarts. ¿Sabes cuantos alumnos se quejaron de que te fueras? ¡Ciento cuarenta y seis! En Hogwarts hay doscientos noventa alumno y más de la mitad se quejo.

Las mejillas de Remus tomaron un color ligeramente rosado. Alzó su mirada para ver a Mel, quien sonrío orgullosa.

—Vaya, gracias, supongo —murmuró algo confundido.

—Reitero lo dicho, Mel hizo un gran trabajo como revolucionaria —repitió una vez más—. ¿Ya terminaron la revisión? —preguntó caminando hacía Mel, para ver el pergamino.

—Mel aún no escribe mi última respuesta —dijo inocentemente Remus.

—Ajá, ¿y cuál es? —preguntó Green, mientras se inclinaba para tomar la pluma y apoyarla en el pergamino.

—Tengo una relación una increíble chica —repitió, lo que ya había dicho dos veces.

Con su lengua por fuera, Green lo escribió.

Mel se paro y camino hasta Remus, para tomar su hombro con una pequeña sonrisa.

—Hey Green, ya hice todo el trabajo y quería preguntar si podía salir temp...

—¡Sí! ¡Por favor, sí! ¡Vete! —Mel frunció el ceño y Remus apretó sus labios para no reír—. Sí, llevas hablando todo el día, es sorprendente como Lupin no se ha cansado de ti.

—¡Green! —exclamó ofendida Mel.

—Mucha energía. Soy un viejo de sesenta años, ¿crees que te aguanto? ¡Para nada! —exclamó—. Adiós niña —se despidió, mientras le entregaba su maletín.

—De igual forma nos veremos mañana, Green —le recordó Mel, tomando sus flores.

—No si me muero.

Remus se carcajeo sin poder evitarlo, Mel lo fulminó con la mirada pero so no hizo que el hombre lobo dejará de reírse.

—Green siempre me ha agradado —confesó Remus, mientras salían de la oficina—. Antes trabajaba para la Unidad de Captura de Hombres Lobos, era muy cómico —confesó.

—¿Hasta qué? —curioseo.

—Lo secuestro la manada de Greyback —comentó con una mueca—. Logró escapar la noche antes de la luna llena, quedó algo traumado —murmuró—, y amargado, pero es un buen hombre —aseguró.

—Lo es —asintió Mel sonriendo, mientras caminaban por el gran departamento.

Sus manos comenzaron a buscarse y lentamente se entrelazaron para caminar tomado de la mano.

Sin poder evitarlo, Remus preguntó—: ¿No te molesta?

—¿Bromeas? Claro que no me molesta —respondió, entrelazando aun más su mano con la de Remus, quien ladeo una sonrisa.

Mel arrugó su nariz al ver a Umbridge esperando el ascensor en ese mismo piso.

La mujer de vestimenta rosada miro de pies a cabeza a Remus, quien ni siquiera se molesto para verla.

—Scamander —le saludó con su voz aguda—. ¿Saliste temprano del turno? Creí que el comité tenía una reunión para darle sentencia a una quimera —dijo con una sonrisa.

—Nos reunimos por la mañana, Umbridge —respondió sin verla, mientras su mirada permanece fija en el ascensor, sin embargo, giro su rostro para verla—. La quimera quedará bajo custodia y será cuidada por mi.

Mel le sonrió de la manera más hipócrita que podía existir y eso a Umbridge le molestó. ¿¡Cómo era posible que ella que llevaba tres meses aquí estaba dejando como tontos al resto de los magizoologistas?!

Es que quizá, ellos eran tontos.

En cuanto las puertas se abrieron, Mel y Remus caminaron al ascensor sin siquiera mirarla, pero al girarse y quedar frente a ella, pudieron notar su molestia.

Las puertas se sonrieron y Mel ondeo su mano en señal de despedida, más no le dijo nada hablar y es que teniendo a cuatro trabajadores detrás suyo no podría simplemente decirle lo mucho que la odia.

Así que al dirigirse a la salida que les lleva directamente al mundo muggle, Mel suspiró.

—¿La odias?

—Como no tienes una idea —confesó Mel, suspirando—. La odio demasiado, la destesto.

—Es desagradable —murmuró Remus.

—¿También la conoces? —preguntó sorprendida.

—Leí su legislación —comentó tranquilo.

—No debería ser valido, todo lo planteo mal. Merlín, ella asume que todas y todos los licántropos son mestizos, ¿¡qué tiene eso que ver!? —exclamó irritada.

—No te estreses, Mel —pidió deteniéndose a media calle.

La tomo de ambas manos y lentamente se acercó a ella.

—Es realmente una persona muy tonta —comentó Remus—. En cuanto a la redacción —aclaró—. Pero también puede ser peligrosa, ¿si? No te metas en problemas por eso —pidió, acariciando su mejilla.

Mel cerro sus ojos, suspirando—. La detesto, demasiado.

—Y esta bien, pero no permitas que eso te lleve a perder tu trabajo y todos tus sueños —Mel asintió—. ¿De acuerdo? —le preguntó en voz baja.

—De acuerdo —susurró, para pararse de puntitas y besarlo—. No soporto mis emociones el día de hoy. Estoy enojada, después triste, feliz enojada, todo eso en menos de cinco horas. ¿Cómo es posible?

—Está bien, hay días que así pasa —aseguró Remus, acariciando su mano—. Sé que podrá alegrarte.

—¿Un bebé unicornio?

Remus ladeo una mueca—. Iba a decir que helado, pero, un bebé unicornio también podría alegrarte —señalo algo divertido.

—¡Ay! ¡SÍ! ¡Quiero helado! —dio un pequeño brinco emocionada, tirando del brazo de Remus—. ¿Vamos por helado?

—Andando, vamos por helado —dijo mientras la rodea con sus brazos para caminar juntos a la heladería.



🍃🌼🍃


Tomados de la mano, Mel y Remus se encuentran caminando por el bosque donde el hombre lobo habita. Mel se encuentra hablando con emoción, como es que logro conseguir ingredientes para la cura que se encontraba creando.

—... y hoy que conocí a Chiara, se me ocurrió que si bien la poción matalobos y el calmante lupus al juntarse causan una explosión, podría tomar ingredientes de ambas pociones y mezclaros para ver que sucede —dijo con algo de emoción.

—Eso suena complicado —confesó Remus.

Sip —respondió Mel con una mueca—. La poción matalobos requiere de diez ingredientes, mientras el calmante lupus (la que invento mamá) tiene ocho, y debó verificar que los ingredientes que mezclen no causen daño a la persona —musitó, suspirando.

—No te desanimes cariño, se que lo lograrás —aseguró con ternura Remus—. Y yo estaré ahí, apoyándote y siendo tu lobo de prueba...

—¡Remus! —exclamó Mel.

Un tanto divertido, le preguntó—. ¿Qué? ¿No necesitas uno de esos?

Rodó sus ojos algo divertida.

—Eres un tonto —susurró—. Solo cuando esté realmente segura te daría una de mis pociones —musitó—. Nunca haría algo para dañar tu salud...

—Lo sé, cielo —dijo con ternura.

Mel sonrió ante aquel apodó—. Me gusta cuando me dices cielo, o cariño —susurró.

—Me gusta llamarte cielo y cariño —confesó Remus.

A eso, Mel respondió—. Lobito.

Remus gruño ante aquel apodo y rodó sus ojos. Comenzó a caminar algo indignado y entre risas, Mel lo siguió.

—¡Oh vamos! Amor —le llamó tiernamente.

Remus se detuvo en seco, arrugo su nariz sonriendo y se giro sobre sus talones.

—Esa palabras si me gusta —señalo.

Mel rodó sus ojos y se acerco a él con lentitud.

—Mira que solo a ti te llamó lobito eh —susurró—, y eres mi lobito favorito —añadió, parándose de puntitas para besarlo lentamente.

—Claro que soy tú lobito favorito, soy al único que llamas así —le dijo algo divertido.

—Bueno ya, eres mi segundo hombre lobo favorito —confesó, con una gran sonrisa, mientras acaricia con cariño su mejilla—. Remus, hay veces en las que quiero tomarte con fuerza y llenarte de muchos, muchos besos —confesó, soltando un suspiró.

—Puedes hacerlo. Hazlo por favor —suplicó, haciendo un tierno puchero, provocando que Mel sonriera.

Sin previó aviso, ambos desaparecieron en un torbellino fuera de la casa de Remus. El hombre lobo abrió la puerta para dejar ver el hogar vació.

—¿Sirius no esta? —curioseo.

—No, según el tenía que hacer algo —dijo Remus alzando sus hombros—. ¿Quieres besarme en mi habitación o en la sala? —preguntó señalando el lugar.

—En tu habitación, ¿te imagines que Blackie entre? Es muy escandaloso —murmuró, provocando que Remus se carcajeara.

—Lo es.

Sin prisa, subieron las escaleras, mientras Mel miraba con una sonrisa las distintas fotografías colgadas. La última puerta del pasillo, era la habitación de Remus, y al ingresar, el hombre lobo cargo a Mel por la cintura, provocando que tirara su maletín y las flores al piso, mientras soltaba un par de risas.

La deposito lentamente en la cama, mientras besaba sus labios.

Mel empujo juguetonamente a Remus, para sentarse sobre él, posiciono las manos del hombre en sus muslos, quien los tomo con fuerza, y Mel se inclinó para comenzar a besarlo en cada centímetro de su rostro.

Remus suspiró—: Sabes, se siente tan bien —susurró.

—¿Qué? —preguntó sonriendo con inocencia Mel.

—Esto —aclaró—: Tú y yo, besándonos en mi habitación, es un plan increíble.

—Lo es —susurró Mel con una sonrisa traviesa.

Tomo las mejillas de Remus para apretarlas, causando que sus labios se fruncieran y le dio un beso bastante divertida.

—Te quiero mucho, Remus —susurró apoyando con fuerza sus manos en el pecho del hombre.

—Yo también te quiero mucho, Mel —respondió ladeando una sonrisa.

Se escuchó un grito desde abajo y Remus gruño al reconocer la voz de Sirius.

—Solo ignóralo —susurró, acariciando la mejilla de Mel, para continuar besándose.

La tomo con fuerza para sentarse, recargando su cabeza en la cabecera. Mel comenzó a besar el cuello de Remus, dejando pequeñas marcas, que provocaban a Remus jadear.

La puerta se abrió de golpe, y ambos se separaron para ver a Sirius.

—¡Oh! ¡Ooops! ¿Interrumpí algo? —preguntó con inocencia.

—Fuera perro —señaló con poca paciencia.

—¡Hola Mel!

Un tanto divertida y apenada, Mel le saludó—. Hola Blackie —dijo ondeando su mano.

—Bien, entonces yo me voy —suspiró dramáticamente—. Solito, me voy, por que, estoy solito.

Remus se dio un golpe en la frente, y Mel tuvo que presionar entre si sus labios para no reírse.

—... es que no tengo amigos, ni amorcito.

—¡Merlín, Sirius mañana te conseguimos un amorcito! —exclamó irritado Remus.

Sirius brinco emocionado—. Bien, pero quiero que sea morena o moreno, no me importa —dijo restándole importancia—. ¡Utilicen protección que no quiero tener sobrinos todavía! —exclamó, mientras salía, pero antes de cerrar por completo la puerta, se regreso—. Realmente, si me pongo a pensar, ¡muero por tener sobr...!

—¡Lárgate! —ordenó Remus, mientras Mel soltaba un par de risitas.

Remus cerro sus ojos mientras recarga su cabeza.

—Perdónalo, es medio idiota —susurró, acariciando el cabello de Mel.

—Descuida, lobito —dijo con inocencia.

—Mel, me haces sufrir —lloriqueó, cerrando sus ojos.

Alzó una ceja un tanto divertida y dijo—: ¿Oh en serio? Te voy a enseñar que es sufrir, Lupin.


















Nota de autora:

En diversas fanfics estoy escribiendo puras cosas de amor, y me siento bien achicopalada ):

Solo vengo a decirles que lo mejor se acerca, ua ua 🤰🏽

Lots of love, cici x

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top