33. CAGED WEREWOLF




33. HOMBRE LOBO ENJAULADO


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Mel lleva relativamente poco tiempo trabajando para el departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas; sin embargo, ella sabía que no era común ver a tantas personas en el cuarto piso, ya que si bien era uno de los más grandes, había el espacio necesario para que todos estuviesen en cada sección y subdivisión del departamento.

Pero en esa ocasión, todo estaba siendo tan diferente, ya que había magos y brujas caminando de un lado a otro, todos luciendo realmente apurados.

—¿Qué es lo que sucede? —preguntó Mel a uno de los chicos que trabaja en la división de bestias, junto con ella.

—El Torneo de los Tres Magos —explicó, a lo que Mel asintió entendiendo lo que era eso—. Bueno, se llevará acabo en Hogwarts, y será este año —continuó—. Llevan casi cinco años planeándolo, pero como será este año, todos los magizoologistas se están reuniendo para no tener problemas con las criaturas que van a utilizar...

—¿Qué criaturas utilizaran? —preguntó algo preocupada.

El chico ni siquiera pudo responder, por que su nombre se escucho.

—¡Scamander! ¡Scamander!

Se giro sobre sus talones para ver a Gretta Winters, le directora del departamento, se encuentra ondeando su mano fuera de su oficina.

—¡Ven Scamander! —le llamó una vez más.

Ni siquiera se despidió del chico ya que corrió en su encuentro con la directora. Al ingresar a su oficina, se encontró con diversas brujas y magos vistiendo túnicas formales.

—Caballeros, damas, déjenme presentarles a Mel Scamander.

Mel mostro una pequeña sonrisa tímida a todos los adultos.

—¿Y cómo una niña podrá ayudarnos? —inquirió un hombre poco corpulento, con pelo gris arrugado y viste un  traje de raya diplomática, corbata roja, manto negro largo de viaje, botas de color púrpura y un sombrero de hongo verde lima.

Mel no tenía que preguntar quien era él por que se trataba nada más y nada menos que del Ministro, Cornelius Fudge.

—Podría sorprenderle el poder que tenemos las niñas, Ministro —respondió ladeando una sonrisa.

—Escúchala Cornelius, ella sabe lo que hace —le apoyó Gretta—. Veras Mel, ha sucedido un... inconveniente con el Santuario Rumano de Dragones —rápidamente, Mel se alarmó—. Para la primera prueba del Torneo de los Tres Magos, nos han impedido los dragones...

—¿Los van a lastimar? —inquirió alzando una ceja.

Se escuchó un «hem, hem». Mel tuvo que inclinar su mirada para ver a una mujer de baja estatura y rechoncha, parecida a un gran sapo pálido.

—Sería imposible lastimar a un dragón...

—Si sabes como hacerlo, es capaz causarle dolor —le respondió Mel—. He estudiado dragones toda mi vida. Mi madre es dragonologista y viví por un tiempo en el santuario de dragones.

El Ministro alzo una ceja viendo a Mel.

—¿Por que tuvieron problemas con el Santuario de Dragones? —inquirió, cruzándose de brazos.

—Hace un año que habíamos logrado que aceptaran que tres dragones formaran parte del Torneo, serán para la primera prueba —explicó Gretta—. Pero, tuvimos un problema con los que forman parte del Comité de Exterminación de Criaturas Peligrosas...

—En especifico, con los mata dragones —hablo un hombre atractivo, de cabello negro y ojos verde. Tiene sus brazos cruzados y luce molesto—. Intentaron matar a un Galés Verde Común.

Mel tuvo que ahogar su grito—. Creo que hace falta un líder para ese Comité —habló con voz aguda, notándose molesta.

—Vengo peleando eso desde hace cinco años —dijo una vez más, el hombre de ojos verde, mirando a la directora del departamento.

—Ahora lo importante, necesitamos que el Santuario acepte nuestra solicitud —le interrumpió el ministro.

—Disculpe, señor Ministro, pero consideró que lo importante ahora —recalcó—, es que lo mata dragones sepan seguir instrucciones. El hecho de ver un dragón en alguna isla, no significa que tienes que matarlo, así que si quieren lograr que el Santuario acepte su solicitud, obliguen a los mata dragones a acatar ordenes.

Hubo un silenció en la oficina, Mel llevó un mechón de su cabello detrás de su oreja luciendo molesta.

Se escucho la puerta de la oficina, la directora camino para abrir la puerta y Mel pudo ver a su compañero de trabajo, Green.

—Scamander, hablaré después contigo, tienes trabajo que hacer.

No miro ni siquiera al Ministro. Se dio la vuelta y camino con molestia fuera de la oficina, no sin antes decir.

—Que tengan linda tarde —mostró una sonrisa forzada y salió de ahí para ver a Green.

—La Unidad de Captura de Hombres Lobo esta solicitando tu presencia —le dijo con cierta emoción—. Lograron dar con Greyback, sin embargo el dijo que no hablaría con nadie salvo contigo.

—¿Greyback quiere hablar conmigo? —preguntó algo sorprendida, mientras Green asiente repetidas veces con su cabeza.

—¿No es eso terrorífico? —Mel soltó una pequeña risa.

Atravesaron las divisiones hasta llegar a la de bestias. Entro a la oficina de la Unidad de Captura de Hombres Lobo, ganándose miradas por parte de todos.

Sin embargo, lo que más le llamo la atención, fue ver a Greyback enjaulado. El hombre lobo olfateo profundamente, sonrió mostrando colmillos y llevo sus manos a la jaula, para ver mejor a Mel.

—Lindo volverte a ver, Scamander —dijo con una gran sonrisa.

—Hola Greyback —respondió ladeando una sonrisa, intentando ser cortes.

Un señor de cabello canoso, se acerco a Mel.

—Tenemos que hacer que Greyback responda estas preguntas, ¿crees poder hacerlo?

Tomo el pequeño pergamino y asintió sin pensarlo mucho.

—Claro —respondió sonriendo.

—Hablaré con Mel y solo con Mel —dijo el hombre lobo.

—Tu no das las ordenes, Greyback —le dejo bien en claro, un miembro de la unidad.

—¿Quieren respuestas? Déjenme a solas con Mel.

—Estaré bien, caballeros —aseguró sonriendo.

Poco a poco, desalojaron la oficina, dejándolos a ambos, solos.

Mel miro el pergamino, solo para dar una pequeña leída a las preguntas que los capturadores querían saber.

—Y... ¿cómo te encuentras, Mel? —preguntó Greyback, dejando caer sus brazos entre las rejas de la celda.

Dejo de leer el pergamino para ver al hombre lobo.

—¿Cuántas personas, Greyback? —le cuestionó.

Greyback fingió no saber a que se refería—. No te entiendo, Mel.

Ladeo una sonrisa al ver que el hombre lobo no sería alguien fácil con quien lidiar.

—¿Cómo fue? —le preguntó, esta vez, causando curiosidad en él—. Cuando te mordieron —aclaró—. ¿Cómo fue la noche en la que te mordieron?

Su sonrisa, poco a poco se desvaneció.

—Fue una noche oscura, ¿no es así? —le cuestiono Mel, caminando alrededor de la celda—. Ni siquiera lo viste venir, solo... sucedió —musitó—. Y te apuesto a que estabas molesto, estabas molesto con el hombre lobo que te había mordido...

—Me dio un regalo.

—Pero no pensaste eso cuando todas las personas se alejaron de ti, ¿cierto?

Greyback no respondió.

—Sí, debió ser difícil. ¿Cuántos años tenías cuando eso sucedió? —cuestionó.

Entre dientes, el hombre lobo respondió—: Veintidós. 

—Casi mi edad —musitó cruzándose de brazos—. Y decidiste simplemente... crear más hombres y mujeres lobo, ¿no es así?

—¿Tienes alguna prueba de eso? —preguntó sonriendo—. Por que la verdad, yo solo veo lo mismo de siempre, ustedes inculpándome a mi —se señalo, como si realmente se tratará de una víctima.

—Es impresionante las quejas que hay de ti, Greyback —dijo Mel con seguridad—. No hablamos solo de una o dos personas, sino que un centenar de ellas se han quejado.

Señalo la oficina, vacía—. ¿Y a dónde se han ido? No los veo aquí. En cambio, solo veo a una niña...

Mel resopló—. Sí bueno, querías hablar conmigo, ¿no es así?

—¡Así es! —dijo el hombre lobo, dando un aplauso con una sonrisa—. Mel, acércate por favor.

Con precaución, Mel camino hasta la celda, quedando frente a el hombre lobo.

—Tú eres todo lo que la comunidad de hombres y mujeres lobos hemos estado esperando por muchos años —susurró, con emoción en su tono de hablar; antes de tomar la palabra, respiró profundamente el olor de Mel—. Ese peculiar olor a tierra, naturaleza, árboles... necesitamos a alguien, que nos escuché y que entienda nuestras necesidades, Mel —tomó el brazo de Mel, para acercarla aún más a la celda—. Te necesitamos a ti de nuestro lado.

—Greyback, yo estoy del lado de los hombres y mujeres lobo, siempre —recalcó con fuerza—. Pero yo no estoy del lado de los asesinos, como tú —le aclaró con firmeza.

—Es la única forma en la que entienden, esos idiotas que se creen inteligentes —señaló con su cabeza a la puerta, indicando a quienes se encontraban fuera de la oficina—. Ellos creen que saben y ellos te ven a ti como alguien tonta, cuando Mel, eres brillante —le aseguró—. Ahora imagina todo lo que podrías hacer con nosotros...

—Ilumíname —pidió con ironía.

—Podías gobernar —aseguró—. ¿No es lo que quieres? ¿Hacer escuchar tu voz?

—No confundas el poder con la lucha, Greyback, por que son dos movimientos completamente diferentes.

Greyback rodó los ojos, y tomó aun más fuerte el brazo de Mel—. Sí, pero queremos lo mismo, tú y yo, ¿no es así?

—Yo quiero equidad por los hombres y mujeres lobos, no sé que quieras tú, Greyback —admitió Mel, con cansancio.

—¿Sabes que quiero Mel? —le preguntó en voz baja—. Quiero poder ir con mis hermanas y hermanos caminando por la calle de la misma forma en la que Remus Lupin puede hacerlo.

Mel forcejeo al escuchar aquel nombre. Sus ojos demostraron furia y Greyback sonrió mostrando una horrible dentadura.

—Siempre he curioseado por la forma tan peculiar en la que Remus Lupin disfruta de su vida, digo, tuvo la oportunidad de vivir como un rey estando como profesor en Hogwarts; recibía la poción matalobos cada luna llena, tenía un lugar dónde dormir, ganaba dinero —señalo—, conoció al amor de su vida —dijo señalando a Mel con algo de burla—. En cambio nosotros tenemos que estar bajo la tierra, conseguir comida de lo que los muggles dejan y tener que soportar estar encerrados en jaulas.

De un impulso, Mel logró separarse de Greyback, jadeando ante el rasguño que las filosas uñas de Greyback le hicieron, provocando una gran cortada.

—Oh, cuanto lo siento, ¿estás bien? —fingió preocupación.

—Estoy bien —dijo entre dientes.

—¿Te he molestado? —preguntó algo burlón.

Pero Mel no respondió. Con pasos firmes camino hasta la puerta, pero antes de salir, Greyback habló una vez más:

—Nos volveremos a encontrar, Mel Scamander, y para ese entonces, no tendrás la opción de salir caminando como una simple humana.



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Lo único que Mel quería era llegar a su casa para curar sus heridas debidamente. Por eso, cuando los miembros de la Unidad de Captura de Hombres Lobos se dieron cuenta de aquella herida, mandaron directamente a Mel a reposar, incluso cuando ella decía que solo necesitaba un par de plantas y pelo de cola de unicornio para limpiarla, eso no fue suficiente para ellos.

Al llegar a su casa, se llevó la sorpresa de ver a Remus, sentado en uno de los escalones de piedra.

—¿Remus?

—¡Mel!

Se paro de un brinco. Casi tropezó con una de las pequeñas jaulas que Mel tiene cuando va a rescatar animales al bosque.

—¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? —preguntó rápidamente, al verlo acariciar su rodilla.

—Sí, no es nada —aseguró sonriendo un poco—. Yo, lo siento, es solo que, Sirius llevó a Harry al Mundial de Quidditch y... no soy muy fan del quidditch —confesó ladeando una mueca—. Más que nada de las multitudes —admitió.

Mel sonrió en su caminar hacía él—. Te entiendo, odio las multitudes.

Ambos besaron sus labios en señal de saludo, y al separarse sonrieron un poco; sin embargo, Remus frunció un poco el ceño al ver a Mel.

—¿Todo bien? —curioseo—. Creí que llegarías más tarde —admitió.

—Oh sí, yo... cosas del trabajo, ya sabes —musitó tomando su mano, para dejarlo entrar a su hogar.

Remus olfateo—. Sí, puedo oler tu preocupación —admitió.

Mel sonrió un poco nerviosa. La luna llena esta a tan solo pocos días y sabe que sus sentidos se agudizan mejor en este tiempo.

—Mel, ¿qué te paso en el brazo? —preguntó Remus algo preocupado.

—Oh, me corte con... algo —musitó.

Agito su varita atrayendo su maletín en el cual cuenta con pociones y plantas curativas, tomó asiento en el sillón, mientras Remus la mira algo confundido.

—Pero, esto lo curará —aseguró en voz baja.

Fue capaz de curarse la herida rápidamente. Remus se cruzo de brazos y achino un poco sus ojos, sintiendo a Mel... diferente.

—¿Lo ves? No ha pasado nada —señaló su brazo, el cual cuenta con una venda.

Remus se acerco a ella, se inclino tomando su mano y la observo a los ojos en espera de algún comentario; sin embargo, Mel desvió su mirada.

—¿Quieres algo de tomar?

Cerro sus ojos cuando escucho a Remus olfatear.

Al encontrarse con la mirada de Remus, pudo ver su preocupación.

—Mel, ¿esa herida te la hizo Greyback? —preguntó, con ligero nervios.

—Quizá —susurró con inocencia.

—Oh por Merlín, Mel, por favor dime que no fuiste a buscarlo —suplicó—. ¡Por favor dime que no estuviste cerca de él!

—Estaba en el ministerio, lo atraparon y el pidió hablar conmigo —respondió rápidamente.

—¿¡Greyback quería hablar contigo?! —preguntó asustado y con voz ligeramente aguda—. ¿¡Por qué?!

—Bueno... una vez lo fui a buscar y...

—¿¡BUSCASTE A GREYBACK?!

La tomo de los hombros, provocando que la mirase a los ojos.

—Mel, tienes que escucharme. No todos los hombres lobos, son buenos —los ojos de Mel se cristalizaron—. Sé que has tenido la suerte de conocer algunos que si lo son, pero no todos son iguales. Hay hombres lobos malos, realmente malvados, que solo disfrutan de hacer sufrir a las personas, a personas buenas Mel, y tu eres una de esas personas y no quiero que nada malo te ocurra, ¿entiendes? —dijo con rapidez.

—No me pasará nada malo —aseguró.

—Te rasguño, Mel, y puedes asegurar que él podía haber hecho aún más peligroso —susurró.

—No lo volveré a ver —dijo en voz baja—. Lo prometo.

Remus despeinó su cabello, luciendo aun preocupado. Suspiro para dejarse sentar al lado de Mel y la tomó del brazo.

—Mel, te quiero mucho como para no preocuparme por ti —confesó Remus, provocando que el corazón de Mel comenzará a latir rápidamente—. Y por que me preocupo, tienes que prometer, no a mi, sino a ti, que no podrás tu vida en ese tipo de riesgo.

Mel asintió con su cabeza—. No lo haré —prometió.

—Bien, por que la manda de Greyback es igual que él. Todos y todas los que lo siguen, solo quieren dañar a las personas, ¿entiendes? —dijo en voz baja—. Y no quiero que te dañen.

—No me dañaran, Rem —musitó.

Hubo un silenció.

Remus tomó la mano de Mel con cuidado. Sus dedos jugaron un poco antes de entrelazarse por completo y las dejaron reposar sobre la pierna de Remus.

—Greyback fue quien me mordió —susurró Remus, mirando la pequeña mesa ratonera.

Se escuchó un cajón abrirse, Timothy, el Jarvey, salió de su escondite para ver a la pareja.

—¿Qué tiene el viejo? —preguntó.

—¡Timothy vete a tu cajón o te quedas sin comer! —le regaño Mel.

Hizo una pedorreta antes de brincar y salir de la sala.

—Discúlpalo —musitó apenada Mel.

Remus negó con una pequeña sonrisa, luciendo claramente divertido.

—Descuida.

—¿Cuántos años tenías? —preguntó Mel, mordiendo su labio, ya que ella ya sabía la respuesta.

—Tenía cinco años —respondió, mirando su mano entrelazada con la de Mel—. Estaba dormido, no recuerdo mucho si te soy sincero —admitió en voz baja—. Solo... lo vi. Entro por la ventana, me gustaba dormir con la ventana abierta —dijo sonriendo un poco—. Escuchar el aire correr era algo que me relajaba para dormir —su sonrisa se entristeció—. Y... solo recuerdo su sombra y lo terrorífico que lucía —musitó.

Mel se acerco aún más a Remus. Lo abrazo por su brazo y recargo su cabeza en su hombro, mirándolo con atención, amor y cariño.

—Desperté en San Mungo. Mamá estaba a mi lado, pero papá no me vio hasta que me dieron de alta —continuó—. Él dice que es su culpa —miró a Mel con una mueca—. Hasta la fecha, papá asegura que mi condición es debido a que no pudo mantenerse callado.

—Remus —susurró Mel.

—No creo que sea su culpa —admitió—. Cuando era joven, si le llegué a encarar que por su culpa yo no tenía una vida normal, pero... era estúpido —musitó—. En realidad, no creo que sea su culpa.

—Claro que no es su culpa —musitó Mel—. Estoy segura que lo que menos quería tu padre era que te sucediera a ti.

Acarició su cabello, provocando que cerrera sus ojos.

—Lo sé —susurró—. Lo siento si no te lo conté antes —se disculpó en voz baja.

—No tienes nada que disculpar —aseguró Mel—. Sabía que me lo dirías cuando estuvieses listo —Remus ladeó un poco su sonrisa—, y sabes, no te lo dije, pero también te quiero.

—¿Qué? —preguntó algo nervioso.

—Cuando me estabas regañando —explicó con una sonrisa—. Dijiste «te quiero mucho como para no preocuparme por ti». También te quiero y me preocupo por ti —Remus relamió sus labios mostrando una pequeña sonrisa.

—Yo... —soltó una pequeña risa y negó rodando los ojos—, sí, bueno... estoy viejo y, me pudo haber dado un infarto.

Ambos comenzaron a reír.

—Sí, claro —ironizo Mel, tomando con fuerza su brazo—. Te quiero, Remus.

Sus ojos brillaron. Remus beso la frente de Mel, mientras una sonrisa clara se forma en su boca.

—Yo también te quiero, Mel —respondió, rodeando la espalda de la chica para darle un abrazo.

Permanecieron en silencio. Aquel brazo fue reconfortante. Lentamente, Remus recorrió con su mano el brazo de Mel, acariciando la venda donde el rasguño que provocó Greyback se encuentra sanando.

—No duele —le hizo saber.

—Claro que duele —dijo ladeando una sonrisa triste Remus—. Que seas fuerte es diferente —aclaro con ternura.

—Soy fuerte, si —mostró una sonrisa adorable. Remus soltó una pequeña risa y asistió con su cabeza.

—Lo eres —susurró.

—Entonces... ¿cuántos días estará solo? —curioseó.

—Pues fueron a ver las semifinales, para poder presenciar que equipo sería el que llegaría a la final —respondió, pensando—. Una semana, estaré solo una semana —dijo con una mueca.

—La luna es dis días... quieres...

—Descuida, Sirius me compro una jaula.

Mel soltó una carcajada sin poder evitarlo. Cubrió su boca rápidamente, sin poder contener su risa. Remus la observo algo divertido.

—Perdón, no quise reírme —respondió con las mejillas sonrojadas, ante la pena.

—No te preocupes, Harry, Ron y Sirius no paraban de reír —le dijo sonriendo, para evitar que Mel se sintiera apenada.

—Te iba a decir que podía ayudarte, con la luna llena —aclaró—. Me queda un poco de poción. Quizá tengas que sufrir de la transformación, pero en mi sótano hay suficiente espacio para que puedas pasarla y, estar rodeado de criaturas hará todo menos doloroso —añadió jugando con los dedos de Remus—. No sé, digo... si quieres —murmuró alto sonrojada.

—Claro, si... ¿estás segura de eso?

Mel asintió con su cabeza, mostrando una adorable sonrisa.

—Muy segura —Remus frunció un poco el ceño, mostró una sonrisa y respondió:

—De acuerdo, creo que me la pasaré mejor rodeado de criaturas que encerrado en una jaula —ambos rieron.

—Y no olvides que soy un dragón, puedo contigo —aseguró con confianza.

—¿Ah si? —le preguntó algo divertido.

—Sí, te puedo atrapar con mis alas, no me lastimarías —aseguró pegando su barbilla al hombro de Remus.

—Sonará extraño lo que voy a decir, pero ya quiero que sea la luna llena —murmuró.

—¿Y eso?

—Es solo que me gusta verte en tu forma animaga —respondió con una pequeña sonrisa—. Y... no lo sé, l última luna en Hogwarts... no fue tan mala —musitó.

Mel apretó sus labios, queriendo no demostrar su emoción—. Voy a preparar pociones para ti cada luna llena...

—¡Mel no tienes que! —respondió rápidamente—. Oh en serio, no tienes que preocuparte. Eso toma tiempo, y se que tienes muchas cosas que hacer.

—Podré hacerlo, sin problema —dijo sonriendo—. Y, cuando no tenga poción, podrás pasar la luna llena aquí; invitaremos a Sirius, haremos una fiesta de criaturas, animagos y un hombre lobo.

Remus la miró con diversión. Relamió sus labios, asintiendo con su cabeza.

—Suena como un gran plan.

—Lo es —aseguró Mel besando su mano—. ¿Qué dices si comemos algo? Tengo muchos vegetales y un trozo de carne en la nevera, y ese trozo de carne definitivamente no me lo comeré yo —murmuró, bajando su mirada.

—Ese trozo de carne con vegetales suena excelente.

Ambos se pararon al mismo tiempo; tomados de la mano caminaron hasta la cocina y se dispusieron a cocinar juntos, mientras escuchaban música del viejo vinilo y procuraban ignorar todas las groserías que Timothy le decía a Remus.




Nota de autora:

¡Antes que nada perdón por tardar tanto! Eso del trabajo, la uni y mi intento de vida social esta canijo; plus tuve unos problemas con la uni y me tuve que dar de baja (fingí estar triste pero estoy feliz), so espero poder tener tiempo para estar actualizando.

¿Qué opinan de la aparición de la cara de sapo? ¿Qué creen que hará Greyback? ¿Creen que pronto Remus y Mel se comiencen a llamar como novio/a o nel?

¡Espero que les haya gustado!

Lots of love, Cici x

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