31. DATE




31. CITA


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Pergaminos volaban dentro de la oficina, algunos se ordenaban en los diversos archiveros y otros se apilaban en el escritorio con los documentos que aun no tenían un lugar de destino. Mel sintió que podía respirar mejor al ver la oficina ligeramente arreglada (aunque en realidad seguía siendo un desastre) y tomo asiento en el escritorio mientras tomaba la carpeta con el nombre de Greyback en uno de los costados.

—Santos hipogrifos, ¿qué ha pasado aquí? —cuestionó un mago de cabello gris entrando a la oficina.

—Oh, solo, arregle un poco —dijo Mel quitando la envoltura de un chocolate que Remus le había regalado algunos días atrás.

—Pero... ¿cómo encontraré todo ahora? —murmuró mirando la oficina.

Mel soltó una risita y señalo los cajones y archiveros—. Está todo ahí —aclaró—. Mira, todo ordenado. En el primero son los de seguimiento, el segundo son los casos sin concluir y el tercero son de las personas que según tu se deben de ordenar.

Green rascó su nuca y miró a Mel.

—Ahí están las cartas que hacen falta leer —dijo señalando las bolsas arriba de un escritorio—. Y en realidad, esto no se donde va —comentó dando un ligero golpe a la montaña de pergaminos arriba del escritorio.

—Woo, que... eficaz —murmuró—. Entonces, ¿qué haces ahora?

—Leo el expediente de Greyback —volvió a morder su chocolate y miro al mago—. Escuche de la unidad de captura de hombres lobos que siempre es un problema atraparlo, y algo me dice que su estrategia esta mal...

—¿Y eso por...?

—Pues, para empezar ven a Greyback como el enemigo.

—... es el enemigo —le interrumpió Green.

—De esa forma, no podrán dar con él, por que Greyback esta consciente que quieren encerrarlo, por lo que no dejará atraparse, no fácilmente —aclaró—. Entonces, se me ocurrió que en lugar de tenderle una trampa, deberían hablar con él...

—¿Estás diciendo que quieres invitar a Greyback a que tomé té contigo?

—No es una mala idea —murmuró con una mano en su barbilla—. De esa forma podrían conocerle mejor.

El mago suspiró—. Scamander, estás loca. ¡Demente! No conoces a Greyback, es sanguinario y solo piensa en si mismo.

Mel dejo de escuchar a Green cuando leyó la gran lista de victimas y posibles victimas que Greyback había atacado.

El nombre de Remus figuraba entre ellas.

Se paró rápidamente, tomó su túnica y guardó el expediente dentro de su túnica.

—¿Qué...? ¿A dónde vas?

—Ya vuelvo, ¿si? Olivide... ¡olvide alimentar a mi mantícora!

Salió rápidamente de la ofician, Green asomo su cabeza y soltó un grito en dirección de Mel—. ¿¡En serio tienes una mantícora?!


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Mel nunca antes había estado en el bosque Dorcha, ubicado entre la frontera de Escocia e Inglaterra, sin embargo, sabía que no tendría problemas en encontrar la manada de hombres lobos a la que Greyback pertenece.

Se inclinó un poco para ver el césped y acarició la tierra mientras mientras olfateaba en el aire.

Olía a sangre, algo que llevaba muerto ya varios días y excremento de criaturas.

Comenzó a seguir el trazo que parecía haber sido borrado, o tratado de. Miraba a todos lados estando alerta y cuando escuchó un movimiento brusco en las ramas de los arboles, saco su varita.

Sin embargo, la bajo con rapidez al ver que se trataba de Jordan.

—Jordan —le llamó.

El Auguery se coloco en el brazo extendido de Mel, y mostro una carta.

—¿En serio me seguiste hasta acá? —soltó un pequeño cantico triste, Mel acarició su cabeza y tomó la carta—. Vuelve a casa de los abuelos, anda —le ordenó.

Jordan emprendió su vuelo a la mansión Scamander. Mel al ver la carta con la firma de Remus, la guardo en su túnica para leerla con más calma y no emocionarse en medio del bosque en su misión de encontrar a Greyback.

Continuó mirando por donde pisaba. El sol seguía iluminando el bosque, permitiendo que la luz pasara entre los pequeños espacios que había de los frondosos arboles.

Hasta que por fin, el olor con el que estaba familiarizada se hizo presente.

En un claro del bosque, había diversas plantas y lo que parecían ser madrigueras gigantes cubiertas por troncos huecos. Mel supo que esa era la entrada a la guarida de los hombres lobos.

Sin embargo, no tuvo que entrar a buscarlos, ya que ellos salieron ante el aroma de la joven Scamander.

Pudo entender por que las personas solían asustarse tanto de Greyback. Huele a sangre, sudor y mugre, tiene la piel peluda. Su ropa luce vieja y algo andrajosa. No porta zapatos y Mel pudo ver como tronaba sus puños.

Ante aquella primera visión, Mel nunca flaqueo, al contrario, les dedico una pequeña sonrisa a él y a los dos hombres lobos que iban con él.

—Hola, ¿usted es Fenrir Greyback? —preguntó con educación.

Los hombres lobos se miraron entre sí.

—Ese soy yo —respondió caminando hacia ella.

Mel estaba acostumbrada al mal olor, pero no podía negar que Greyback olía peor que un bebé hipogrifo con diarrea.

—Un placer, soy Mel Scamander —estiró su brazo para generar un poco más de confianza.

Greyback ladeo una sonrisa y acepto el saludó ligeramente burlón—. Scamander —susurró—. Oh, no puede ser, ¿acaso quieres venir a estudiarnos? Por que no somos de las criatu...

—No —le interrumpió el discurso—. No quiero estudiarlos, gracias —Greyback dejo de sonreír y frunció el ceño—. Conozco el proceso del cambio físico y mental de un hombre o mujer lobo, e incluso se las diferencias que hay en una mujer y un hombre al momento del ciclo lunar. Así que no, por el momento realmente no me encuentro interesada en estudiarles.

—Entonces, ¿qué se te ofrece? —curioseo—. Por que siento que nos estas haciendo perder el tiempo, Mel Scamander, y no se si sepas, pero la carne nueva es algo que nos gusta demasiado...

Mel soltó una risita—. Si bueno, no hay mucho que tengan que sacar de mi, ¿o si? —dijo con algo de burla—. Cómo sea, en realidad, me encuentro interesada en hablar con usted.

—¿Y eso por...?

—Por que trabajo para el ministerio y quizá podremos llegar a algún acuerdo.

—Ahí esta el motivo y razón por el cual nos buscaba —señalo con diversión—. Trabaja para el ministerio —sus dos hombres lobos que le acompañaban comenzaron a reír.

—Podríamos llegar a algún acuerdo, ¿no crees? —preguntó cruzando sus brazos.

—O podría hacerte garras —dijo caminando hacía ella, y mostrando sus uñas largas y afiladas.

—Podrías hacerlo —respondió levantando los hombros—. Pero no me afectaría, no en lo más mínimo —aseguró—. Mi abuelo es un hombre lobo, así que solo acelerarías el proceso físico de mi cuerpo y en lugar de matarme, me convertiría en mujer lobo.

Greyback dejo caminar hacía Mel, observo el rostro de la joven que demostraba seguridad y dejo de sonreír.

—Entonces... no te molestaría, ¿ser mujer lobo? —preguntó en voz baja.

—No, para nada —respondió con firmeza—. No lo veo como una maldición, ni como un castigo, si es lo que crees. He conocido grandes hombres y mujeres lobos, que me han enseñado incluso mejor que magos y brujas, así que el ser mujer lobo no me haría cambiar mi forma de pensar y ver el mundo.

La mirada de Greyback analizó la de Mel.

—Mel Scamander, no tienes nada que hacer aquí. Así que será mejor que te vayas, por que si vuelvo a verte, me encargaré de que te devoren y no dejen ni un rastro de ti.

Ladeo una mueca inconforme con aquella respuesta—. De acuerdo, gracias por su tiempo señor Greyback.

Sin más que decir, Mel se dio la vuelta y camino lejos de la guarida de los hombres lobos. Pero, los tres hombres permanecieron viendo el camino por el cual Mel se iba, hasta que Greyback, habló:

—Mel Scamander —murmuró acariciando sus manos—. Recuerden ese nombre y ese rostro, recuérdenlo.


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Mel sabía que no tenía que decirle a su abuela que había ido a visitar a uno de los hombres lobos más peligrosos y sanguinarios de Reino Unido, por eso mismo, en cuanto llegó con ellos simplemente les hizo saber todo lo que había hecho dentro del ministerio.

—Por cierto cariño, ¿recuerdas cuando hablamos de tu propia casa?

La mirada de Mel se ilumino ante aquellas palabras. Dejo de comer la zanahoria que tenía un picante y miro a sus abuelos esperando a que continuarán.

—¿Si?

—Bueno, sí tu deseas podrías mudarte mañana mismo...

—¿¡Es en serio!? ¿¡Tengo mi propia casa?! —preguntó con emoción.

Sus abuelos asintieron con algo de ternura.

—Y justo como tu la pediste...

—¿¡Es una madriguera?!

Carling soltó una carcajada, Theseus negó lentamente al ver como su nieta daba pequeños brincos en su asiento.

—No, pero si se encuentra dentro de un bosque, dónde los muggles no tienen acceso y podrás volar cuando quieras...

—¡Asombroso! ¡Increíble! ¡Oh tengo que ordenar todo!

Se paró de un brinco, salió corriendo del comedor, sin embargo regreso y abrazó a su abuela y después a su abuelo.

—¡Los amo tanto! —exclamó para regresar con su maratón a su habitación.

Agito su barita al entrar a su dormitorio, todo comenzó a ordenarse por arte de magia y aprovecho ese momento para comenzar a leer la carta de Remus.


Querida Mel.

Hola Mel, espero te encuentres muy bien, en realidad, estos últimos días he estado pensando mucho en ti por que los bowtruckles han estado visitando mucho mi casa. Desde que te vieron por aquí ellos creen que dentro de la casa es donde podrían encontrarte, así que ya es normal ver todas las mañanas a Harry y Sirius jugando con los bowtruckles, quienes ya adoptaron a dos de ellos, Jelly y Fury. Quizá, la próxima vez podría traer a Trinkret y hacer una reunión de bowtruckles.

Ahora, dejando de tema los bowtruckles solo quería saber si te gustaría que pasará por ti el sábado para nuestra cita.

Espero tu respuesta y ansió poder verte.

Te quiere, Remus.


Mel tuvo que morder su labio para no comenzar a gritar. Se dejo caer en su cama apretando la carta y Jordan aleteo algo confundido.

La puerta se escuchó dos veces y se sentó rápidamente.

—¿Todo bien, Mel? —preguntó su abuela entrando a la habitación.

—Sí. Es que estoy muy emocionada —dijo mostrando una sonrisa—. Nunca he tenido una casa, y, es emocionante —murmuró hincándose en la cama—. ¿No les molesta? —curioseo.

—Oh, no cariño, sabes que no —aseguró con una sonrisa—. Realmente estoy muy feliz por ti. Es una gran experiencia y ya estas comenzando a vivir tu vida como debiste hacerlo desde hace algunos años. Ahora sigue tu propio camino, ¿de acuerdo? Eres toda una adulta, has vivido muchas cosas y tu sabes lo que esta bien y lo que está mal.

—Gracias abuela —murmuró con una gran sonrisa.

—Entonces, veo que todo esta listo —dijo con una sonrisa al ver como sus baúles y mochilas se encontraban ya arregladas.

—Sí, sí —dijo con emoción.

—Bien, podremos irnos en algunas horas, ¿te parece bien?

—¡Estupendo!



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Remus vio su reflejo en el espejo una vez más y exhalo algo nervioso. Si bien, no era la primera vez que tenía una cita con Mel, o que estaba a solas con ella, pero todo se sentía todo tan diferente esta vez.

Ya no estarían encerrados dentro de la oficina, o fingiendo darle clases por que ahora ellos estaban... fuera de Hogwarts.

Y estaba bien, se sentía bien.

La puerta se escucho dos veces y giro su cabeza para ver a Sirius, quien silbo a lo bajo.

—Mira que cuando los lobos se bañan se ven más guapos...

Remus lo fulminó con la mirada y Sirius comenzó a reír.

—Solo bromeo, pero en serio te ves muy guapo —alardeó Sirius.

—Gracias —murmuró pasando una mano por su cabello.

—¿A dónde irán? —curioseo.

—Hay una restaurante en Grassington, es como una casa del árbol y se puede ver el río correr —Sirius alzó una ceja y se cruzó de brazos con una sonrisilla coqueta—. Y antes de que digas algo, sí, estuve buscando lugares a donde podía llevarla...

Estas enamorado —dijo con una sonrisa Sirius.

—¿Qué? No, no, ¡ja! Buen chiste —rodó los ojos y Sirius negó lentamente.

—Sí lo estás.

—No, Sirius, no estoy enamorado —caminó hacía él y le dio dos palmadas en la espalda—. Solo me gusta, ¿si? Es linda...

—Estás enamorado —canturreó—. Rem está enamorado.

—Bueno, me voy —dijo ignorándolo.

Sirius lo siguió dando brincos por detrás mientras cantaba—: Remus está enamorado, Remus está enamorado.

Llegaron hasta la sala, dónde Harry dejo de ver la televisión, dejando el bol de palomitas y miró con una sonrisa divertida a Sirius y Remus.

—¿Ya irás a tu cita con Mel? —preguntó hincándose en el sillón.

—Sí, Harry quedas a cargo —informó Remus.

—¡Hey! —se quejó Sirius.

Remus no quiso escuchar lo que iba a replicar Sirius, puesto que salió de la casa rápidamente y tras dar unos pasos de la propiedad, desapareció en un torbellino.

Esa misma mañana, Jordan había llegado con un pequeño pergamino que mostraba la dirección del lugar donde Remus se vería con Mel, y para ventaja del hombre lobo, en algún tiempo atrás, el había visitado el bosque de Wistman's ya que parecía ser un bosque sacado de algún libro de fantasías.

Todo apuntaba, que el nuevo hogar de Mel se encontraba en ese bosque.

Caminaba con cuidado entre las raíces de los arboles de roble que se encuentran repletas de musgo. Se apoyaba en algunas rocas que tenían extrañas runas que algún tiempo atrás Remus estudió en Hogwarts y continuó caminando con una pequeña sonrisa en su rostro.

En realidad, no sabía a donde tenía que dirigirse, pero se encontraba siguiendo sus instintos, y cuando vio un par de hadas revoloteando frente a un roble, un pequeño camino de piedras comenzó a abrirse.

Remus caminó sobre esté, mientras más criaturas parecían asomarse de sus madrigueras. Sonrió al notar bowtruckles balanceándose entre las ramas de los árboles que estaba protegiendo y bajo las escaleras formadas por las rocas.

Y mientras bajaba, fue capaz de ver una casa semiexcavada. La puerta es ovalada, y de color amarilla. Hay ventanales circulares que en lugar de tener rejas, son ramas de arboles. La entrada se encuentra repleta de plantas y un par de duendecillos se encontraban escondiéndose entre ellas.

Acomodo un poco su saco y estiró su mano para tocar dos veces la puerta.

Miro sus converse y respiró un par de veces hasta que escucho la puerta abrirse. Alzó su mirada recorriendo con sus ojos el atuendo rosa palo que viste Mel y sonrió.

El vestido tiene las mangas en los hombros, con un ligero escote de corazón y llega por abajo de sus talones, aunque, por el lado izquierdo tiene una abertura y calza unas botas café con ligero tacón.

Luce simplemente bellísima.

—Hola, Rem —saludó con una gran sonrisa.

—Mel —hizo sonar un poco su garganta—. Te ves bellísima —soltó una risita apenada e inclinó un poco su cabeza.

—Gracias, tu te ves muy guapo —comentó sonriendo.

—¿Estás lista?

—Muy lista —respondió saliendo de la casa y cerrando la puerta con varita.

—Por cierto, muy linda tu casa —señalo con una sonrisa.

—Oh, gracias, después te daré un recorrido. Tinkret ya preguntó por ti —le hizo saber, mientras tomaba el brazo de Remus para comenzar a subir las escaleras.

—¿Ah si? —preguntó con una sonrisilla.

—Sí, extraña tu cabello —ambos comenzaron a reír y Remus se detuvo—. Por cierto, ¿a dónde iremos? —curioseo.

—Eso estas por verlo —dijo inclinándose un poco.

Mel se paro de puntillas para poder besar sus labios. Se separaron lentamente y se dedicaron una pequeña sonrisa antes de desaparecer en un torbellino.


🍃🌼🍃


El sonido de una cascada hizo que Mel girara su cabeza y observara el lugar dónde se encontraban. Un gran río se abría entre ellos y eso la hizo sonreír.

—Woo —susurró.

Camino tomada de la mano de Remus por la orilla del río, a lo lejos, pudo ver como había personas en canoas disfrutando del agradable clima.

—Es hermoso —murmuró.

—Bienvenida a Grassington —dijo sonriendo Remus.

Continuaron caminando mientras Remus le decía que solía visitar ese lugar con sus padres ese lugar cuando era un niño, provocando que Mel se sintiera emocionada al escuchar un poco más de la historia d Remus, ya que en Hogwarts ella se había encargado de contarle muchas cosas de su vida, por lo que escuchar por parte de él era algo maravilloso.

—Entonces, ¿es uno de los muchos lugares donde viviste? —curioseó Mel mientras sostenía la mano de Remus y caminaba por la orilla del río, la cual se encuentra repleta de piedras que crean una pequeña barrera, balanceándose un poco.

—Así es. Tu has vivido en todo el mundo, bueno, yo ya recorrí gran parte de Gran Bretaña —dijo con una sonrisa ladina.

—Quiero recorrer Gran Bretaña —confesó Mel—. Y encontrar criaturas —continuó con una sonrisilla.

De un brinco, bajo de la pequeña barrera y alzó su cabeza viendo a Remus, quien permanece sonriendo.

—Suena divertido —señaló el hombre lobo.

—Estas invitado, claro si quieres —agregó moviendo un poco su cabello, con una sonrisa coqueta.

—¿Me estás invitando a recorrer Gran Bretaña contigo? —inquirió Remus con una ceja alzada.

—Eso acabó de hacer, señor Lupin —confirmo con una sonrisa.

Se giró sobre sus talones para quedar frente a él. Remus soltó una pequeña risa, dio un paso al frente y rodeó con sus brazos la cintura de Mel, para atraerla a él.

—Eso suena estupendo, señorita Scamander —se inclinó para besar los labios de Mel de forma delicada.

Sus narices se rozaron al separarse lentamente de aquel beso tan placentero y Mel tomo con fuerza el cuello de Remus.

—Bien, por que nos esperarán muchas aventuras —susurró.

Se dieron continuos besos mientras sonreían, el sonido del río generaba un ambiente romántico y el aire se encontraba a su favor.

Al separarse, entrelazaron sus manos y Remus la guío hasta la entrada de un restaurante, el cual se encuentra entre grandes árboles y tiene una vista espectacular.

Fueron guiados hasta una mesa a la orilla del balcón y Remus recorrió la silla por Mel, permitiéndole tomar asiento.

—Me estás diciendo que todos aquí son muggles —curioseó en voz baja Mel, luciendo claramente fascinada.

Con una pequeña risa divertida, Remus respondió—: Así es, son muggles.

—Increíble —murmuró—. Casi nunca convivo con muggles. En realidad, nunca he convivido con muggles, no encuentras a muchos de ellos en las selvas y bosques —comentó apoyando su codo en la mesa y reposando su mejilla en su puño cerrado—. Tu sabes mucho de ellos, ¿es por tu mamá? —curioseó.

—Sí, crecí como en ambos mundos —explicó Remus dejando sus antebrazos en la mesa, inclinándose un poco para ver mejor Mel—. Mamá se encargaba enseñarme todo lo necesario para no lucir confundido. 

—Vaya —susurró Mel—. En realidad nunca antes me había imaginado el tener alguna conversación con muggles —confesó ladeando una mueca.

—Es normal, la gran parte del tiempo —aseguró—. Es solo que... bueno, ellos se encuentran en descubrimientos tecnológicos, y esas cosas que nosotros no buscamos descubrir, por que, bueno —bajo un poco más su tono de voz—, la magia es mucho más sencilla —guiño un ojo haciendo que Mel soltará una risita.

—Estoy de acuerdo contigo, Rem.

El resto de la tarde, Remus y Mel disfrutaron de una deliciosa comida, acompañada de anécdotas por parte de Remus y las melodiosas risas de Mel, que procuraba cubrir con su mano, y es que estaba conociendo una parte de él que en Hogwarts no pudo hacer. Realmente adora escuchar las historias que tiene por contar Remus, ya que siempre terminan siendo más divertidas que las anteriores. 

Por eso mismo, habían caminado por la orilla del lago e incluso habían rentado una de las canoas, en la cual, con un poco de magia, pudieron disfrutar del recorrido mientras permanecían frente a frente, disfrutando de la tranquilidad y de su presencia. 

—Me divertí mucho hoy —dijo Mel mientras bajaban los escalones para llegar a su casa—. Gracias, por todo —murmuró mordiendo su labio, procurando no sonreír demasiado. 

—No agradezcas, me alegra que te hayas divertido —comentó Remus soltando un ligero suspiró y llevando una de sus manos a los bolsillos de su pantalón.

Mel abrió la puerta de su casa con un delicado movimiento de varitas y se giro para quedar frente a Remus y apreciar su rostro una vez más.

—¿Quieres pasar? —preguntó algo tímida. 

Remus ladeo una sonrisa—. Claro —respondió ligeramente emocionado.

La casa de Mel parecía haber sido sacada de algún cuento que alguno años atrás él había leído. Mel dejo a Remus pasar haciendo un ligero ademán de manos y soltó un pequeño «Woo» sin poder evitarlo.

Pese a que se encuentra bajo de la tierra, la casa es bastante iluminada. Lo primero que vio, fue la gran sala que cuenta con ventanas que desde afuera no son capaces de verse. Lo sillones son de color amarillo y hay uno individual de color gris, en el cual, una especie de hurón bastante grande se encuentra durmiendo. 

—Es un... ¿jarvey? —preguntó alzando una ceja Remus.

—Sí, no hagas mucho ruido —dijo en voz baja—. Le gusta insultar a las personas —tomo de la mano de Remus para seguir por el recorrido de la casa.

Del lado izquierdo vio tres escaleras que permitían subir a lo que venía siendo el comedor y la cocina, de la cual provenían ciertos ruidos que a Mel no le preocuparon.

—Deben ser los escarbatos. Mi abuela me dio un juego de té de plata, es muy brillante —aclaró con sus ojos abiertos, provocando que Remus soltará una risita. 

 Al final de la sala, había un pasillo en la cual había una puerta y al costado unas escaleras que llevaban al piso inferior y superior.

—La recámaras están arriba, pero quiero mostrarte algo que tengo acá abajo —explicó mientras bajaba.

—¿A dónde lleva la puerta? —curioseo Remus, mientras tomaba del barandal de madera para bajar las escaleras.

—Un jardín —explicó—. Ahí están los unicornios...

—Espera, tienes... ¿tienes unicornios aquí? —preguntó con entusiasmo.

Mel asintió con su cabeza y una sonrisa—. Sí. Tengo una pequeña manada, la mamá, el papá, y dos crías —comentó sonriendo—. También hay hadas y uno que otro gnomo.

De un brinco, llegó al piso de abajo y Remus achino un poco sus ojos ante la falta de luz. Mel busco las lamparas de gas y las prendió todas y cada una de ellas permitiendo ver el gran lugar en el que se encontraban.

Era un inmenso lugar que se abría ante ellos y mostraba diversas estaciones del año. 

Remus no podía estar más que sorprendido.

Se escucho un cantico y sonrió al ver a Jordan volando detrás de lo que parecía ser un Ave de Trueno.

—Mel, esto es magnifico —susurró Remus, bastante impresionado con todas las diversas y magnificas criaturas que podía ver. 

—Lo es —respondió con una sonrisa—. Ven, quiero que veas a los mooncalf.

Tomados de la mano, caminaron hasta la parte más baja y oscura de todos. Remus fue capaz de ver a una mantícora dormir y prefirió no hacer comentario alguno acerca de aquella increíble y peligrosa criatura.

Hasta que entonces lo noto.

Dejo de caminar en seco y Mel se giro para observar como la mirada de Remus se encontraba viendo lo que parecía ser nada más y nada menos que la luna llena.

—Descuida, no hará daño —aseguró en voz baja.

—¿Estás segura de eso? —preguntó con cautela.

—Lo prometo con mi vida entera, Remus —respondió ladeando una sonrisa.

Se ánimo a continuar caminando para ser capaz de ver como alrededor de una gran madriguera, cinco mooncalfs se encontraban bailando.

—Es solo para los mooncalfs —explicó mirando el perfil de Remus, quien luce ligeramente tenso.

—Hace...

—Cosquillas, sí —Remus ladeo su mirada para ver a Mel—. Mi abuelo dice eso —susurró.

Sonrió un poco y ladeo una sonrisa al ver como los mooncalfs comenzaban acercarse a ellos.

Olfatearon a Remus y con sus grandes y saltones ojos morados observaron al hombre lobo algo emocionados.

—Son adorables —confesó Remus inclinándose un poco, para acariciarlos—. Nunca en mi vida había visto un mooncalf —admitió mirando a Mel. Soltó una pequeña risita al ver como un mooncalf bailaba a su alrededor y observo a Mel sonreír. 

—Mira, ese es Lunai —señaló la joven Scamander.

Al lado de la madriguera, un mooncalf relativamente pequeño se encontraba viendo la luna llena.

—¿Cómo lo haces? —curioseo—. Me refiero, a la luna...

—Es un hechizo que el tío Newt creó —explicó—. Es una variación como el del clima.

—Lo entiendo —murmuró. 

Conoció las distintas criaturas que habitan en lo que parece ser el sótano de Mel y una vez terminado el recorrido, subieron las escaleras rumbo a la sala, para después dirigirse a la cocina, donde un escarbato intentaba quedarse con una taza de té. 

—¿Quieres un poco de whisky de fuego? —preguntó mientras sacaba una botella de la alacena.

—Claro —respondió ladeando una sonrisa. 

Apoyados en la barra, lado a lado, disfrutaron de una deliciosa copa de whisky de fuego.

—¿Sabes? —susurró Remus dejando delicadamente la copa en la barra, ganándose una mirada curiosa por parte de Mel—. Esperaba este momento —confesó.

—¿Te refieres a estar en la cocina bebiendo whisky de fuego? —curioseo Mel, provocando que Remus soltará una pequeña risa.

—No. Me refiero a que esperaba poder tener una cita contigo sin tener que preocuparme por que alguien nos viera —aclaró.

Mel inclinó su cabeza mientras una sonrisa ligeramente boba se formaba en sus labios. 

—Bueno, podremos tener muchas de ahora en adelante —dijo con inocencia, mientras dejaba su copa en la barra para poder ver a Remus.

—Eso suena muy bien —aseguró Remus tomando la mano de Mel—. ¿Quieres seguir teniendo citas contigo?

—La pregunta ofende, demasiado —murmuró rodando los ojos.

Ambos sonrieron. Lentamente la atrajo a él mientras la tomaba por la cintura y con su mano libre, acariciaba la mejilla de Mel para poder juntar sus labios con los suyos. 

Fue un beso bastante apasionado y llenó de sentimientos. 

Las manos de Mel se aferraron al cuello de Remus, quien se impulso un poco para cargarla y logro salir de la cocina, mientras que a tientas, se dirigía a la sala. La sentó entre sus piernas y beso su cuello repetidas veces, provocando que Mel soltará un par de risitas, mientras acariciaba el cabello de Remus.

—Dios, te extrañe demasiado —confesó soltando un grave suspiró.

—También yo Rem —susurró Mel con una sonrisa ladina—. ¿Qué dices si pasas la noche aquí? —preguntó mordiendo su labio—. ¿Crees que Harry pueda soportar cuidar de Sirius?

Antes de responder, inhalo un poco y con una sonrisa ladina, respondió.

—Sí, se las arreglaran.






Nota de autora:

Capítulo medio largo por mi falta de actividad jeje.

Espero les haya gustado este capítulo en plan, ¿Qué opinan de Greyback? ¿creen que le diga a Remus que lo fue a ver? ¿Será que Remus admita estar enamorado de Mel? 

Lxs leo <3

No olviden votar y comentar, besitos.

Lots of love, Cici x

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