28. ROMANIAN DRAGON SANCTUARY
28. SANTUARIO DE DRAGONES RUMANO
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La graduación de Mel había sido mágnifica. Había recorrido el lago negro en los botes encantados de la misma forma que había entrado y se había sentado en la mesa de Ravenclaw junto con sus compañeros mientras veía a Ben y Alan desde la mesa de Hufflepuff con una pequeña sonrisa emocionada.
Si bien, nunca había podido llamar a Hogwarts como su hogar, de la forma en la que ellos lo hacían, le había agarrado un gran cariño, sin mencionar que había encontrado grandes amistades como la de ellos, Oliver, Ruby o Gustav.
Afortunadamente, había sacado un Supera las Expectativas en Defensa Contra las Artes Oscuras por lo que se sintió realmente satisfecha consigo misma, le debía tanto a Remus que en cuanto lo viera, se encargaría de agradecer.
Pero ahora, lo único que podía ver Mel era la página del periódico El Profeta, el cual mostraba la imagen de Sirius Black en su juicio y el titular en letras grandes decía:
¡LIBERADO! SIRIUS BLACK EL INOCENTE HOMBRE QUE PASÓ 12 AÑOS EN AZKABAN.
En la parte inferior, había otro titular acompañado de Pettigrew tras las rejas.
EL VERDADERO TRAIDOR DE LOS POTTER: ¡PETER PETTIGREW!
—¿Otra vez leyendo eso, cariño?
Mel sonrió al escuchar la voz de su abuelo.
El hombre de cabello canoso se acercó a su nieta y depositó una taza con té en la mesa, beso su frente con cariño y tomó asiento a su lado.
—Solo estoy... feliz —expresó mirándolo con una gran sonrisa—. Hace dos semanas que Sirius Black ha estado libre y... eso me pone muy, muy feliz —Harlam pasó una mano por el cabello de Mel sonriente.
—¿Cómo conociste a Black? —curioseo.
—Oh, es que es un animago —explicó dejando la taza—. Le daba de comer pollo porque creía que era un simple indefenso y lindo perrito —tras escuchar aquellas palabras, su abuelo comenzó a reír.
—Ay cariño, ahora ya no te puedes fiar ni de las lindas criaturas —ella hizo un pequeño puchero.
—No, no, yo siempre me fio de las criaturas, ya lo sabes —le recordó con una sonrisa.
—Tendré que hablar con tus padres —murmuró haciendo que sonriera—. Y bien, ¿tienes algún plan para hoy?
Asintió con su cabeza algo emocionada—. Si, iré al santuario de dragones —respondió con emoción—, quiero visitar a Charlie y también me gustaría ver cómo les va a Alan y a Ben. ¿Te hace falta algo, abuelo? —negó sonriendo un poco.
—No, nada. Ve con tranquilidad y salúdame a Charlie, dile que no ha venido a contarme sobre Norberta —asintió un poco divertida y Mel se paró de un brinco.
—Iré a cambiarme.
Camino por la cabaña dando brincos y al llegar a su habitación pateó su baúl, el cual se abrió de golpe. Es verano y en el santuario Rumano de dragones hace realmente demasiado calor, por lo que Mel optó por ropa realmente cómoda: unos shorts a la cintura, un top negro, encima se colocó una blusa tinta la cual tiene pequeñas quemaduras y sus botas cafés que llegan por debajo de las rodillas. Salió con emoción y se colocó su cinturón el cual está preparado para cualquier ocasión.
—¡Abuelo ya me voy!
—¡Regresa para la cena!
Salió corriendo por el bosque y saludo a los pequeños niños que gritaban su nombre, algunos la siguieron al ver que se dirigía al acantilado, sin embargo, todos se detuvieron salvo por Mel, quien se lanzó hacia el vació como si fuera un clavadista profesional.
Claro que, tras gritar sintiendo la adrenalina, se convirtió en un gran y majestuoso dragón que aleteo sin para hasta volar por las copas de los árboles, escuchando como los niños le llaman emocionados. Voló con calma rumbo a las montañas cercanas y al ver el gran arco de piedra que tiene la inscripción de "Santuario de Dragones Rumano", comenzó a descender.
—¡Hola Scamander! —le saludaron al verla convertirse en un mano.
—¿Qué hay de nuevo, Mel?
—¡Lindas alas, Scamander!
—¡Hola chicos! —respondió con una gran sonrisa—. ¡Un gusto de verlos! —comentó dando brincos.
Llevó sus manos a su cadera viendo las montañas que rodean el santuario. Escucho los rugidos de los dragones y observó a los dragonologistas dirigirse a diferentes lugares, algunos transportando jaulas, otros huevos de dragones, bolsas de excremento y diversos alimentos.
Simplemente, magnifico.
—¡Guillian! —exclamó a uno de los líderes.
—Mel Scamander —miró de arriba a abajo a la chica como si no pudiera creer lo que sus ojos ven—. ¡Que gusto verte de nuevo! —se dieron un fugaz abrazo y Mel soltó una risita.
—Todos dicen eso cada que me ven —alardeo con una pequeña sonrisa—. ¿Has visto a Charlie? —preguntó alzando una ceja.
—Debe estar con las crías de dragones —señaló—. No me lo distraigas tanto, ya mucho tengo con que los chicos dejen de hacer sus trabajos porque la gran y fabulosa Mel Scamander se encuentra aquí.
Las mejillas de Mel se pusieron rojas, le dio un codazo al verlo reír.
—Bobo —murmuró rodando los ojos.
Tomó el camino de la derecha mientras veía en el cielo a dragones volar con libertad, una pequeña sonrisa se formó en sus labios al verlos tan libres. Cuando Mel era una niña, juraba que sería dragonologista justo como su madre.
Aunque claro que las ideas fueron cambiando conforme iba creciendo y en realidad, lo que ahora más desea Mel es poder encontrar la cura para los hombres lobos.
—¡Oh, Merlín Santísimo! —exclamó un pelirrojo de camisa blanca algo desabotonada, Mel observo las quemaduras en sus brazos y sonrió.
—¡Charlie Weasley!
No se detuvo, corrió hasta él y se lanzó a sus brazos para darle un fuerte abrazo entre gritos emocionados.
—¡Mel estás aquí! —chilló con emoción—. ¡Oh, tanto tiempo sin verte! —dramatizo.
—Solo dos años —murmuró rodando los ojos.
—¡Eso es mucho tiempo! —respondió con obviedad—. Mírate, te ves bellísima —señaló.
—Oh, gracias —respondió llevando sus manos a sus mejillas, luciendo claramente apenada—. ¡Mírate tú, Charles! Has crecido unos centímetros y tienes nuevas cicatrices, genial —dijo con emoción.
—Tenemos un problema con un dragón de tu especie... —los ojos de Mel se abrieron.
—¿Hay un Opaleye de las Antípodas aquí? —preguntó sorprendida.
—Llegó hace un mes, sigue desconfiando —respondió haciendo un ademán de manos—. Nada que la gran Mel no pueda hacer.
—¡Charlie, basta! —pidió sonrojada, causando que riera.
Unos pequeños dragones escupieron fuego y Mel los miro con ternura.
—Que lindos, ¿cuánto tiempo tienen? —preguntó enternecida.
—Los Hocicorto Sueco lleva una semana, estos Ironbelly Ucranianos solo tres días y los Longhorn Rumanos solo cinco días —señaló.
—¿No hay más bebés? —indagó sacando un pedazo de carne de una bolsa que había cerca de ellos.
—No, pero dentro de poco al menos cuatro especies de dragones comenzaron a incubar y entonces habrá más —respondió con emoción Charlie—. Pero, Mel, cuéntame, ¿cómo te ha ido?, ¿ya te has graduado? —curioseo alzando una ceja.
Mel chilló emocionada—. ¡Si, Charlie! Y, no adivinas de donde —dijo codeándole.
—¡Ilvermorny! —negó con su cabeza algo divertida—. Hum... ¿Beauxbatons?
—Ih... cerca —señalo con una pequeña sonrisa.
—¿Durmstrang? —preguntó con una mueca.
—Uy, no, no —negó con su cabeza y una mueca.
—Pero... a ver —llevo una mano su barbilla y abrió sus ojos de golpe—. ¿¡HOGWARTS?!
—¡SÍ! —chilló con emoción.
—¡Mel eso es increíble! ¿Estás diciendo que conociste a mis hermanos?
Mel detuvo su celebración en seco—. Espera, woo, woo, ¿Ron es tu hermano? —preguntó abriendo sus ojos.
—¡Obviamente! Por algo somos Weasley —señaló con emoción.
—Bueno, puede que compartan el apellido pero no sean familia, digo, es típico —respondió rodeando los ojos.
—Pues no, actualmente mis hermanos y yo somos la generación de Weasley jóvenes que queda en Reino Unido —dijo con una pequeña sonrisa—, entonces, ¿fueron agradables contigo o debería pegarles?
Mel comenzó a reír por eso—. Fueron agradables, en especial George, demasiado —murmuró rodando los ojos.
—No me digas, ¿le gustaste? —preguntó alzando las cejas, ella asintió algo apenada—. No me sorprende, George es enamoradizo. Fuiste compañera de Percy, ¿cierto?
—Así es —dijo con una pequeña sonrisa, recordando como en la graduación, Oliver y Percy se habían mantenido juntos—. Casi no conviví con él, pero... si con Oliver —murmuró sonriendo.
—¡Su novio! ¡Su novio! —dijo dando brincos de emoción.
Un pequeño dragón Longhorn Rumano, al ver a Charlie brincar lo siguió con su mirada, bajando y subiendo su cabeza, hasta estornudar y sacar algo de fuego.
—Oye, cuidado amigo —le dijo Charlie dando dos golpecitos en su cabeza.
—Hacen muy linda pareja, ¿no? —preguntó con emoción.
—Son adorables —aseguró Charlie—, mamá ama a Oliver, sabe que en un futuro ellos dos se casarán y tendrán muchas escobitas... —Mel soltó una carcajada interrumpiendo a Charlie.
—Oh, Charles, eres un tonto —aseguró Mel rodando sus ojos—. Ahora, ¿por qué no me llevas con ese Opaleye de las Antípodas?
—¡Andando! Se encuentra en el bosque, encontró el nido de un Galés Verde y le pareció un buen lugar para quedarse, no hemos podido sacarlo de ahí.
Caminaron hacia un pequeño estante donde había al menos una docena de escobas. Charlie le paso una a Mel y los dos montaron sus respectivas escobas para salir volando en dirección a los bosques del terreno del Santuario de Dragones.
—Por cierto, Charlie, ¿no has conocido a Ben Hale y Alan Gresham?
Preguntó mientras descienden en el bosque.
—¡Claro que sí! —respondió con una sonrisa.
Dejaron las escobas en una estante como el anterior y Charlie sacudió sus manos.
—Los conocía desde antes de que entraran al Santuario, Percy los invitaba en ocasiones a la madriguera —explicó sonriente—, si no me equivoco, deben estar estudiando al Bola Fuego Chino que tenemos en la enfermería, se lastimó un ala —explicó con una mueca.
—Oh, pobre —susurró Mel mientras se internaban en el bosque.
Se escuchó un gran rugido y cientos de hechizos iluminaron el bosque, Charlie y Mel corrieron en dirección a donde provenían para encontrarse con cinco dragonologistas intentando calmar a un enorme y majestuoso Opaleye de las Antípodas con poderosos ojos morados.
—¡Woo! ¡Tranquilos! —pidió Charlie abriendo sus brazos.
—¡Mel! —exclamaron dos de los dragonologistas con emoción.
—Henry, Fabián —saludó con una pequeña sonrisa.
—Chicos, ella es Mel —presentó Henry a sus tres compañeros—. Una encantadora de criaturas, lo heredó de su tío abuelo Newt Scamander —los tres murmuraron con emoción.
—Henry, cállate —murmuró sonrojada—, un placer conocerlos —saludó con una pequeña sonrisa—, ¿puedo ayudarles? —preguntó balanceándose sobre sus talones.
—Por favor —pidió Fabián.
Retrocedieron al ver como Mel se acercaba al dragón.
—Lo hemos nombrado Dharma —le informó Charlie.
—Hola Dharma —saludó Mel al dragón con una pequeña sonrisa.
La cola del dragón se movió un poco inquietante, siguió con su mirada a Mel que le dedicó una sonrisa.
—Tranquilo amigo, no pasará nada, estoy para ayudarte —continuó hablando mientras se acerca cada vez más al dragón.
Pero el dragón, simplemente seguía incómodo.
Mel giró su cabeza para ver como los dragonologistas mantienen su varita en su mano e hizo una mueca.
—Chicos, bajen sus varitas —pidió con amabilidad.
—Pero, Mel...
—Anda Henry, no pasará nada —aseguró con una sonrisa—. Dharma no me lastimaras, ¿cierto? —preguntó al dragón.
Escupió un poco de fuego y Mel sonrió.
Las varitas fueron guardadas provocando que el dragón se sintiera más confiado. Mel quedó frente a él y sus ojos se encontraron.
—Tiene miedo —dijo sin dejar de mirarlo—. Hey Dharma, todo estará bien, ¿me dejas acercarme a ti? —preguntó con voz baja.
Charlie ladeo una pequeña sonrisa al ver como se dirigía al dragón.
—¿Sí? Todo está bien, amigo —continúo Mel dando pequeños pasos lentos y calmados al dragón.
Dharma se acostó viendo a Mel, la chica continuó su camino mientras examinaba su cuerpo y notó la forma incómoda en la que movía su ala.
—Charlie, mira su ala izquierda —señaló cautelosamente.
Al quedar frente al hocico del dragón, estiró su mano para acariciarle delicadamente. Dharma cerró sus ojos sintiéndose relajado y Mel busco el punto de relajación del dragón, justo por debajo de su hocico, causando que exhalara relajado.
—Mel, necesitamos levantarle el ala —señaló Fabián.
—Chicos, vengan a ver esto —pidió Henry al resto de los dragonologistas.
Mel continuó acariciando a Dharma mientras veía como Fabián se metía por debajo del ala.
—¡Fue lastimado por garras! —exclamó Fabián—. No me sorprendería si fueron de un Ironbelly Ucraniano, no cualquier dragón haría este tipo de cortadura —señaló saliendo del ala.
—Será mejor que llamemos a los sanadores.
—¿Escuchaste eso, amigo? —preguntó Mel con una pequeña sonrisa—. Van a curarte, y me quedaré contigo hasta que eso pase —beso el hocico del dragón con una pequeña sonrisa, Dharma terminó desplomándose sintiéndose bastante seguro y Mel miró a Charlie con una pequeña sonrisa.
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La vida nocturna en el pueblo que se encuentra a las afuera del Santuario de Dragones Rumanos es bastante activa y jovial, todos los dragonologistas y magizoologistas del área terminan reuniéndose en los pubs para beber cervezas de mantequillas y whiskey de fuego, disfrutando de la calma y la noche, mientras cantan canciones acompañados de las elfinas cantantes e intentar relajarse del trabajo pesado que realizan día con día al cuidar de criaturas realmente peligrosas.
Por eso a Mel le gustaba tanto.
—¡Ben! ¡Alan! —chilló Mel.
Se separó de Charlie para correr a su encuentro con sus amigos y se lanzó a los brazos de ellos para besar sus mejillas con emoción.
—¡Oh, dulce Mel! —exclamó Ben con emoción.
—¡¿Cómo han estado!? Uy, mira esa quemadura Alan, ¿todo bien? —preguntó alzando una ceja.
—No fue nada, la hizo un Hocicorto Sueco que se resfrió y no paraba de estornudar —dijo sonriendo un poco.
—Aw, tan tiernos —comentó Mel con una sonrisa.
—¡Hola Charlie! —saludó Ben con emoción al ver al pelirrojo llegar con ellos.
—Ben, Alan, ¿qué tal estuvo su día? —preguntó dejando una ronda de cervezas de mantequillas.
—Fuera de limpiar el excremento del Bola de Fuego Chino, fue divertido —respondió Alan alzando sus hombros y tomando una sonrisa.
—Ah sí, extraño los días de limpiar excremento —ironizo Charlie causando que los tres rieran.
—Mel, ¿cuánto tiempo estarás aquí? —preguntó Alan.
—Regresaré a Inglaterra el diez de Julio, o eso espero —respondió alzando sus hombros.
—¡Genial! Todavía tenemos diez más para vernos antes de que regreses con tu amorcito —bromeo Ben.
—¿Amorcito? —preguntó Charlie alzando sus cejas—. Espera, ¿¡y lo nuestro!? —Alan soltó una carcajada al ver la mirada de Mel—. Creí que adoptariamos bebés dragones —lloriqueó.
—¡Oh, cállate Charlie! —pidió sonrojada, causando que Ben y Alan se carcajearan.
—¡Cuéntame! —pidió con emoción, miro a Ben y Alan—. ¿Cómo que amorcito? ¿Quién es su amorcito? —curioseo con su emoción.
—Remus Lupin —respondieron ambos chicos con una sonrisa.
—Un encatador hombre lobo —continuó Ben.
—Espera, ¿hombre lobo? —Charlie abrió sus ojos sorprendido, Mel alzó sus hombros inocente—. No bueno, ahora todo tiene sentido, hasta yo saldría con un hombre o mujer lobo —murmuró bebiendo de su cerveza de mantequilla mientras pone sus ojos en blanco, causando que los tres rieran.
—Solo estamos saliendo, queremos... conocernos y... así —murmuró ladeando una meca.
—Bueno, ya se conocen muy bien —canturreó Ben tomando su cerveza de mantequilla.
—¡BENSON! —exclamaron Mel y Alan mientras Charlie se carcajea.
—Espera, espera —se detuvo entre risas el pelirrojo—, ¿Lupin iba con ustedes en Hogwarts? —preguntó curioso—. No recuerdo a ningún Lupin que fuese en su año —confesó llevando una mano a su barbilla.
Mel miro inocente a Ben y Alan.
—Oh, él iba en Hogwarts —aseguró Ben.
—Pero no como alumno —aclaró Alan.
Charlie miró con sus ojos y su boca abierta a Mel.
—¿Qué?
—Bueno, cabe mencionar que lo conocí antes de que fuese nuestro profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras —comentó con inocencia.
—¡Oh Mel Anuk, dime que no tuviste una relación con tu profesor! —chilló Charlie cubriendo sus mejillas.
—Eh... no, no tuve una relación con mi profesor —respondió con timidez y mordiendo su labio.
—¡Pero si la tuviste! —exclamó Alan.
—¡Shh! Que escuché lo que quiera escuchar —le codeo Mel haciendo que Ben riera.
—Mel... tu acabas de cumplir la fantasía de muchas personas —aseguró Charlie—. Quiero saberlo todo, ¿cómo pasó?, ¿cuando inició?, ¿quién se le insinuó a quien? Omite los detalles sexosos...
—¡Charlie! Ay Merlín, debo conseguir amigos normales —susurró cubriendo su rostro apenada.
—Mel, eres magizoologista —le recordó Charlie—. Nunca conseguiras amigos normales, todos aquí estamos daños.
Hubo carcajadas por parte de los cuatro y Mel rodó sus ojos con una pequeña sonrisa.
—Bueno, conocí a Remus en el verano del año pasado, mientras buscaba la heladería de Florean Fortescue...
🍃🌼🍃
En una localidad de Inglaterra, ubicada en el condado de Dorset, a las afueras del pueblo de Shaftesbury una pequeña cabaña se veía más iluminada que nunca antes. Algunas flores bailaban al ritmo del viento y otras soltaban pequeñas melodías mientras que, en el interior, Remus Lupin se encontraba preparando la cena, mientras que alguien se peleaba en la sala.
—¡Sirius deja de gritar! —pidió Remus con cansancio.
Desde que había quedado libre de todos los cargados (incluidos el de su ilegalidad como animago debido a su injusta condena en Azkaban), Remus le había abierto las puertas de su hogar para que se quedara con él mientras encontraba un lugar decente donde vivir, ya que Sirius no quería ni pisar Grimmauld Place.
Sin embargo, estar con Sirius era tener que soportar sus constantes gritos al teléfono muggle que Remus se había tenido que conseguir para que pudiera hablar con Petunia y reclamarle a cada hora su mal comportamiento a su ahijado Harry.
—¡Evans, no me vayas a colgar! —exclamó Sirius mientras Remus caminaba a la sala, grito indignadamente y Sirius alzo una ceja—. La hij... ¡me colgó!
—Hizo bien —masculló Remus caminando al sillón—, anda pulgoso, ven y come palomitas —señaló con una sonrisa.
Sirius de mala gana corrió al sillón y se sentó al lado de Remus tomando un puñado de palomitas.
—Podríamos estar caminando por el pueblo en busca de chicas o chicos lindos y tú quieres ver una película...
El hombre lobo rodó los ojos y prendió el televisor muggle.
—¿Te recuerdo a Mel? —Sirius le picoteo la mejilla con emocion—. Basta —gruño rodando los ojos.
—Entonces, tu y Mel —dijo con emoción Sirius—, ¿son novios?
—Eh... no —murmuró.
—¿Qué son? —preguntó alzando una ceja.
—Somos... algo —alzó sus hombros sin saber que decir—, mira, no lo sé —explico suspirando—, pero lo que sé es que... me gusta y eso me asusta —confesó.
—¿Por? —indagó Sirius tomando más palomitas.
—¡Por que soy como trece años más grande que ella! —exclamó—. Y... ¿la has visto? —susurró—. Mel es bellísima y... ella realmente podría salir con cualquier persona en el mundo. Literal, cualquier persona —dijo haciendo énfasis mientras abre sus ojos.
—Woo, relájate —pidió Sirius dándole un empujón en el hombro—. Mel podría salir con cualquier persona y aun así te eligió a ti —le hizo saber sonriendo un poco—. No te atormentes, Lunático.
—Es solo que... es joven, muy... vivaz y... no creo que realmente yo sea lo que Mel busca.
Sirius rodó los ojos y se apoyó en el sillón—. ¿Podrías dejar de hacer eso, por favor?
—¿Qué? —preguntó Remus frunciendo el ceño—. ¿Dejar de hacer qué?
—¡Dejar de impedir que las personas entren a tu vida! —señala con molestia—. ¡Siempre lo haces! Lo hacías todo el tiempo cuando éramos jóvenes y aun sigues haciéndolo...
—Yo no...
—No me contradigas —le interrumpió alzando su dedo—. Remus, te conozco, eres mi mejor amigo, y por eso mismo te dire esto: permítete enamorar —susurró—. Ama a Mel con locura y hazlo sin miedo, por que ella sabía desde el primer momento que te conoció que eras un hombre lobo y en lugar de alejarse de ti, se quedo a tu lado, te ayudo, te curo, te hizo sentir mejor y te beso con locura —dijo con una pequeña sonrisa.
Remus inclinó su cabeza parpadeando repetidas veces.
—Ahora, déjate de payasadas, busca un pergamino y escríbele una carta —ordenó.
—Pero...
—¡ESCRÍBELE UNA CARTA, YA!
Nota de autora:
George, charlie y bill al ver que los tres tienen/tuvieron un crush con mel pero que ella prefirió a un hombre lobo 👁👁👁👄👄👄👁👁👁
Estoy emocionada por este acto, jeje
Lots of love, Cici x
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