22. TRIAL AND THE MARAUDERS MAP


22. JUICIO Y EL MAPA DEL MERODEADOR

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Lo primero que Mel vio al abrir sus ojos fue una cabellera castaña con destellos dorados, por lo que sonrió un poco ya que la forma en la que Remus duerme es como la de un bebé.

Se encuentra abrazado a ella y tiene su cabeza escondida en el pecho de Mel, mientras sus piernas se encuentran entrelazadas y la sábana ya no cubre sus cuerpos, ellos mismos son los que se dan la calidez.

Ah, y no están durmiendo en la cama, sino sobre la alfombra que cubre el piso de la habitación de Remus.

Mel beso la cabeza de Remus haciendo que se removiera un poco sobre los brazos de la joven, alzo su cabeza y adormilado parpadeo varias veces.

—Buenos días, Mel —susurró con voz ronca y una pequeña sonrisa.

—Buen día, lobito.

Remus gruño ante aquel apodo y volvió a esconder su cabeza en el pecho de Mel, haciéndola soltar una risita. 

—No me gusta ese apodo —dijo entre dientes, sin mostrar su rostro.

—¿Por qué? Es muy lindo —aseguró acariciando su cabello—, como tú.

Tras escuchar eso alzo su cabeza y sonrió ante las palabras de Mel, quien tomó con sus manos las mejillas de Remus e inclinó su cabeza para depositarle un beso en los labios.

—Solo porque eres tú —musitó acariciando su mejilla.

Remus la había invitado a quedarse con él por un rato más la noche anterior, aunque claro que una cosa llevó a la otra y en cuestión de minutos ya habían quedado desnudos mientras se besaban con desesperación y lo hacían una y otra vez. Y tal como la primera vez, Remus le invitó a que se quedará a dormir con él y Mel no había podido negar aquella propuesta.

Dormir con Remus es algo que podría hacer toda su vida.

—¿Cómo te sientes? —preguntó en voz baja Remus.

—Bien... fuiste un poco... rudo —murmuró ladeando una sonrisa, Remus cubrió su rostro con sus manos, causando que Mel comenzará a reír—, pero me siento realmente bien.

—Lo siento... es... la luna —dijo apenado.

—Lo sé —respondió acariciando su cabello—, pero no te disculpes, digo, fue muy bueno —aclaró.

—¿Lo fue? —preguntó con una sonrisa coqueta.

—Muy bueno —determinó Mel abriendo sus ojos, haciendo que Remus comenzará a reír.

Se besaron lentamente y Remus terminó cargando a Mel para recostarla sobre su pecho, la camisa que le había prestado Remus se vio arrugada debido al fuerte agarre del hombre lobo y mordisqueó el labio de Mel haciéndola jadear.

Pero tuvieron que detenerse debido a que la puerta se escuchó.

Ambos se miraron algo confundidos y Remus se sentó de golpe aun teniendo a Mel sujetada de su cuello.

—¿Esperas a alguien? —preguntó Mel en voz baja.

—No —susurró.

El sonido de alguien tocando la puerta, persistió.

Se pararon rápidamente y Remus tomó su pantalón de pijama para colocárselo dando brincos; atrajo su bata y se hizo un nudo chueco mientras pasaba su mano rápidamente por su cabello.

—¡Voy! —exclamó al escuchar cómo volvían a tocar—. Ah, mierda, no pueden escucharme —gruño.

Remus le había confesado a Mel que su habitación se encuentra hechizada bajo el encantamiento muffliato, por lo que los sonidos quedan amortiguados y nadie fuera de la habitación es capaz de escuchar lo que sucede dentro.

Mel tomo asiento en la cama y Remus dio un par de vueltas algo confundido.

—Solo... ya regreso —dijo mostrando su dedo índice para salir rápidamente de la habitación.

Camino suspirando algo nervioso, agitó su varita arreglando el pequeño desastre que había dejado en su oficina y antes de abrir la puerta apretó su mandíbula y respiro profundamente.

«Actúa normal, lunático.»

Se llevó una sorpresa al encontrarse con el director Dumbledore, la profesora McGonagall y el profesor Snape fuera de su oficina. 

—Buen día —saludó algo confundido.

—Sentimos despertarte, Remus —se disculpó el profesor—. Sé que la luna es en dos días y tu sueño es de vital importancia, pero esto será rápido, ¿nos permites pasar?

—Por supuesto.

Se hizo un lado para dejar pasar a los profesores e ignoró la mirada furtiva de Snape, viendo como Dumbledore se encaminaba al antiguo frasco donde guardaba el grindylow y lo tomaba con cuidado.

Realmente se estaba muriendo de nervios por que Mel (¡una alumna!) se encontraba en la habitación continua semidesnuda. 

—¿Ocurre algo? —preguntó mirando a McGonagall.

—Remus, me temo que Sirius Black ha entrado de nuevo al castillo —informó la profesora con voz ligeramente temblorosa.

Remus quedo estático ante aquella noticia.

—¿Cómo dice? ¿Entro de nuevo? —cuestiono con notoria sorpresa.

—No me digas —hablo Snape con voz grave—. No tenías ni idea —gruñó.

—Para tu información, Snape, me preocupa más la luna llena que tener que ayudarle a un prisionero a entrar al castillo —respondió con molestia—, porque si no sabes, estamos hablando de la seguridad de Harry, el hijo de mi mejor amigo y de Lily —recalcó el nombre de la madre de Harry, causando que Snape apretará sus puños, furioso.

—Por favor —interrumpió Dumbledore—, no estamos aquí para pelear, estamos aquí para hablar de Black.

—¿Qué les puedo decir yo de Black? —preguntó casi sin aliento Remus.

Dumbledore miro con compasión a Remus, McGonagall bajo su cabeza algo rendida y Snape lo fulmino furioso.

—La verdad —exigió el profesor de pociones.

—Snape, se tanto como ustedes —respondió con una mentira ligeramente molesto.

El profesor de pociones camino por la oficina, mientras que Dumbledore parecía tratar de comprender a Remus.

—Créeme Dumbledore, me pregunto todos los días el por qué lo hizo y cómo es que sale con la suya —aseguró, luciendo muy convencible.

Pero en realidad, mientras respondía, Remus no estaba pensando en Sirius, él estaba pensando en Peter y seguía sin entender cómo es que alguien como Peter los había traicionado de esa forma. Y le molestaba, muchísimo, por que no pudo darse cuenta, porque culpo a Sirius de la muerte de sus amigos cuando en realidad él no era más que un hombre inocente, pagando todo por lo que Pettigrew había provocado. 

—¿Lo haces? —preguntó Snape.

Coloco un pergamino enrollado sobre la mesa y Remus puso una mano sobre él.

—Esto no me pertenece.

Snape agito su varita, el pergamino mostró el mapa que Mel había hecho y Remus apretó su mandíbula, luciendo furioso.

Casi se podía ver la sombra del lobo en su reflejo.

—Remus, ¿qué es esto? —cuestionó sorprendida la profesora McGonagall.

—Es algo que confisque, hace unos días —explicó sin titubear.

—¿De quién? —preguntó sin poder creerlo—. Remus, esto...

—Lo hizo la señorita Scamander —interrumpió. Trago saliva y relamió sus labios—, ella... no entiende mucho la historia de lo que sucedió hace doce años —explicó—, y es muy curiosa —murmuró.

—Así que por eso preguntaba tanto por Black —habló Dumbledore con media sonrisa—. ¿Rata? Ella cree que Pettigrew es una rata —indagó alzando una ceja.

—Creo que en el sentido figurativo —musitó Remus.

—¿Por qué Pettigrew sería una rata? —le interrogó Snape con voz grave.

—No tengo ni idea —respondió cruzándose de brazos—, puedes ir a preguntárselo, si gustas —agregó—. Mel es muy inteligente, Dumbledore y al parecer, una vez que tiene una idea...

—No se la puede sacar de la mente —término la profesora McGonagall suspirando—. Así es Aldrich, así son los Scamander —aclaró mirando a Dumbledore—. Albus, tenemos que hablar con la chica, porque si ella descubrió esto...

—No lo hizo sola, ¿cierto? —interrumpió Dumbledore.

Remus hizo sonar su garganta—. Me temo que no —respondió algo apenado—, le respondí algunas preguntas, sin... sin tener en cuenta esto.

—Entonces Scamander piensa que Black es inocente —siseo Snape, con malicia.

Aquello hizo molestar a Remus, quien preguntó—. ¿Qué tratas de decir, Snape? 

Sin embargo, Snape lo ignoro—. Ella es animaga, Dumbledore —les recordó.

—Ten cuidado con lo que vas a decir, Severus —le advirtió Remus—. Por qué sé muy bien a dónde quieres llegar y Mel no haría eso.

—Mel —murmuró—, se nota que la conoces muy bien, ¿no? 

Ese comentario hizo enfurecer a Remus. 

—¡Severus! —se escandalizo la profesora McGonagall.

—Porque veo que tienes a Mel —recalco—, como tu protegida.

—No la tengo como mi protegida, Snape —bramo Remus—, pero la ayudo de la misma forma al resto de los estudiantes.

—Severus, por favor —suplicó nuevamente Dumbledore—, nos salimos del tema y no quiero que inicien con una nueva discusión. Estoy seguro de que Remus es bastante ético en su trabajo como para iniciar una relación con una estudiante.

Fue un golpe muy duro el escuchar eso del director, pero Remus nunca se doblego.

—Será mejor que hablemos con la señorita Scamander, si no me equivoco ella debería estar en el bosque prohibido...

—No sería sorpresa —aseguró Remus.

—Bien, nos iremos y te dejemos descansar. Nuevamente una disculpa por interrumpir tu sueño —el director puso su mejor sonrisa y el primero en salir de ahí, ondeando su túnica, fue Snape.

—Yo confío en ti, Remus —le dijo con ternura la profesora McGonagall dándole dos palmaditas en su espalda para salir de ahí.

Cuando quedo solo, lanzo una patada al escritorio y se dejó caer en la silla completamente frustrado.

—Mierda Snape, vete mucho a la mierda —gruño con una mano en su frente, mientras su pie se mueve frenéticamente, sintiéndose ansioso.

Casi lo descubren todo, pero afortunadamente no llegó a mayores, salvo que ahora más que nunca debe tener cuidado con lo que sea que tenga con Mel, ya que está realmente claro que Snape sabe que algo sucede y Dumbledore no es tonto.

La puerta que conecta con su habitación, se abrió lentamente. Mel salió un poco tímida, viste la ropa que tenía el día de ayer y se ve ligeramente arreglada.

Algo apenada camino hasta Remus porque había escuchado todo muy claramente.

—Lo siento —se disculpó Remus sin poder mirarla—, por decir lo del mapa, yo, no podía...

—Está bien —le interrumpió—, está bien Remus. El mapa yo lo hice, está muy claro. Todo ahí fue hecho por mí —le tranquilizó.

—Mel, nada está bien —susurró Remus alzando su mirada para verla, agito su varita en dirección a la puerta y suspiró frustrado—. Snape sabe que algo ocurre entre nosotros y Dumbledore no es estúpido —Mel apretó su mandíbula y bajo su mirada—. No puedo...

—No lo digas —le interrumpió Mel dando un paso al frente—, por favor, no lo digas, Remus —susurró.

—Mel, soy tu profesor —le recordó, parpadeo varias veces y abrió su boca para decir algo, pero simplemente no pudo formular palabra alguna.

—Remus...

—Es solo que... quiero estar solo...

—Remus, pero...

—Por ahora —repitió con firmeza—, necesitamos... necesitamos tener cuidado, ¿sí? —Mel asintió con su cabeza sintiendo sus ojos arder—. Solo... solo dejemos esto por unos días...

—¿Unos días? ¿Cuántos días? —preguntó confundida.

—Los que sean necesarios para despistar a Snape —murmuró.

—Pero, tenemos que buscar a Peter y el mapa del merodeador y...

Nuevamente, Remus le interrumpió—. Yo me encargaré de todo, ¿de acuerdo? —Mel parpadeo varias veces y se cruzó de brazos mirando hacía la ventana—. Mel...

—De acuerdo, tú te encargas de todo, lo entiendo.

Y sin decir palabra alguna, o siquiera verlo, salió del despacho del profesor lo más rápido que sus pies se lo permitieron, y no se detuvo, porque fue capaz de salir del castillo sin ser detenida y terminó en el bosque prohibido, acompañada de las acromántulas.


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Mel había obedecido a Remus con lo que le había dicho el domingo por la mañana, por ende, los siguientes días se mostró realmente educada y propia, incluso prestaba (o al menos fingía) atención en su clase; mientras que, en sus tutorías, Remus se encargaba de mantener una distancia apropiada entre ambos.

Pero la incomodidad seguía ahí, porque era imposible que Remus no la mirara con tanto cariño y Mel simplemente no podía dejar de verlo con admiración y sin siquiera quererlo, le sonreía bobamente cuando estaban solos.

Aunque, la tarde del miércoles le llegó una carta acerca del juicio de Buckbeak, por lo que asistiría el viernes al Ministerio de Magia y no estaría presente en ninguna clase. 

—Profesor Lupin —le llamó al término de la clase, con voz queda y algo nerviosa.

Remus se irguió dejando los pergaminos en su escritorio y se giró para ver a Mel.

—¿Sí, señorita Scamander?

Detrás de Mel esperaban Alan, Ben y Oliver.

La chica extendió un pergamino a Remus y lo tomó algo confundido.

—Es de Dumbledore, el día de mañana no estaré en el castillo y por ende no podré presentarme a las tutorías —apretó sus labios y se balanceo sobre sus talones.

—El juicio de Buckbeak —asintió lentamente y Remus ladeo una sonrisa—. De acuerdo...

—Hasta luego —se despidió dándose la vuelta, y aceptando la mano de Ben para comenzar a caminar fuera del aula.

—Señorita Scamander —le llamó.

Se giró algo nerviosa y Remus sonrió—. Salve al hipogrifo —Mel mostró una sonrisa sincera y Remus le guiño fugazmente un ojo para salir del aula un poco más animada.

—Uff, no sé cómo no le haces para lanzarte a sus brazos —confesó Ben causando que Oliver se carcajeara.

—Basta, Ben —murmuró algo sonrojada—. Como sea, no tengo ni idea de lo que me pondré para mañana —confesó soltando un suspiró.

—Podemos ayudarte —aseguró Oliver.

—¿Lo harían? —preguntó esperanzada.

—Para eso estamos los amigos, Mel —le recordó Alan.

—Y no solo somos amigos, somos tus amigos gays —le recordó Oliver, causando que Mel soltará una risita.

—Woo, ¿soy gay? —cuestionó Ben con sus ojos abiertos.

—No Ben, tu eres un pendejo —recalcó Alan, haciendo que Mel y Oliver se carcajearan—. Ahora, andando, la sala común de Ravenclaw es la única que me falta conocer...

—Espera, ¿cuándo conociste la de Slytherin? —preguntó Ben con el ceño fruncido.

Pero Alan no respondió porque solo tironeó del brazo de Ben para hacerlo caminar más rápido y llegar a la sala común de los Ravenclaw, dejando a los jóvenes bastante atontados con el acertijo.


🍃🌼🍃


Mel se miró una vez más en el espejo. Con ayuda de Ben, Alan y Oliver había elegido su atuendo y se veía realmente guapa, o eso le habían dicho.

Constaba de un pantalón color lila que le llegaba por la cintura, con una blusa blanca de mangas bombachas y unas simples botas negras que había escondido debajo de su pantalón, se colgó su túnica plateada en el hombro y apuntó su varita a su cabello, haciendo que luciera con ondas y que tomará un color ligeramente cobrizo.

—Woo —se giró para ver a Evie y Ruby, la primera, parpadeo dos veces viendo a Mel—, Mel, te ves... bellísima —murmuró.

Mel sonrió de lado con sus mejillas rosas—. Gracias Evie —suspiró caminando hacia su cama y tomo un maletín de piel de dragón.

—¿A dónde vas? —preguntó Ruby.

—Al ministerio —respondió, tomándoles por sorpresa—. Es el juicio de Buckbeak, el hipogrifo de Hagrid —aclaró—, iré en defensa junto con mis padres.

—¡Increíble! —exclamó Ruby—. Mucho éxito Mel.

—Gracias —les dedico una sonrisa y camino a la puerta—. Bueno, nos vemos.

Sin más que decir, salió rumbo a la sala común siendo observada por todos y apretó con fuerza las tiras de su maletín para apurarse a bajar de ahí. Aunque, al salir de la torre, se topó con una niña de piel blanca y cabello realmente rubio.

—¡Cuánto lo siento! —se disculpó Mel.

—Oh, no te preocupes —respondió con voz soñadora, causando que Mel sonriera—. Luces muy bonita, iras al juicio del hipogrifo, ¿no es así? —preguntó parpadeando varias veces.

—Ah-sí, así es —asintió con su cabeza—, ¿cómo...?

—Escuche a Malfoy parlotear con sus amigos —le interrumpió—, y he leído que tú y tus padres defienden criaturas, lo cual es increíble.

—Bueno gracias —comentó con alegría—, no te había visto antes, ¿cómo te llamas? —preguntó curiosa.

—Oh, Luna Lovegood —se presentó extendiendo su mano.

—Un placer Luna, soy Mel Scamander —dijo aceptando la mano de la niña.

Luna soltó una risita—. Lo sé, pero bueno, será mejor que te vayas porque no quiero entretenerte más.

—Cierto, cierto —recordó Mel—, hasta luego Luna.

Ondeo su mano en señal de despedida y continuó su camino por las escaleras, dando pequeños brincos e ignorando la mirada de los curiosos y de todos aquellos sorprendidos al ver a Mel tan decente y pulcra, ya que es normal verla con algo de tierra y extraños olores de la naturaleza.

Al llegar a la entrada, se topó con Remus quien hablaba con Flitwick y el hombre lobo abrió su boca algo torpe al ver a Mel. 

—¡Ah! Justo a tiempo señorita Scamander —dijo el pequeño mago—. Ahora solo falta esperar a Hagrid —informó sonriendo.

—¿Nos iremos volando? —preguntó curiosa.

—Dumbledore considera que sería más prudente que aparecieran mediante la Aparición —informó su jefe de casa—. Iré a buscar a Hagrid —caminó rápidamente hacia la puerta que le permitía salir a los terrenos del castillo y Mel carraspeo algo incomoda.

—Te... te ves muy hermosa —susurró Remus.

Sus mejillas se tornaron ligeramente rosas y ladeo una sonrisa.

—Gracias —respondió inclinando su cabeza, sintiendo como en sus labios se formaba una sonrisa más grande.

—Yo... bueno, solo... —hizo sonar su garganta y bajo un poco su cabeza—, que le vaya muy bien y... sé que salvara a Buckbeak.

—Gracias, profesor —Remus le dedicó una pequeña sonrisa y retrocedió un poco hasta darse la vuelta y comenzar a caminar rumbo a las escaleras.

—¡Listo! —dio un brinco y sonrió al profesor Flitwick.

—Disculpen, pero, ¿cómo se irá Buckbeak? —preguntó curiosa.

—Ya ha sido trasladado, Mel —respondió Hagrid, quien viste un traje naranja y luce muy nervioso.

—Oh, de acuerdo.

Caminaron fuera de los terrenos del castillo y Flitwick se despidió de ellos al verlos subir a la carroza, Mel sonrió al thestral que la va moviendo y apoyó su mano en el hombro de Hagrid.

—Todo saldrá muy bien, Hagrid —aseguró dedicándole una sonrisa.

—Se veía tan nervioso, Buckbeak —aclaró—, lo llevaban en una jaula, Mel, a Buckbeak no le gustan las jaulas —lloriqueó.

—Oh, tranquilo, veras que pronto podrá estar corriendo por el bosque prohibido como el resto de los hipogrifos.

Al llegar a Hogsmeade, un anciano del comité de exterminación de criaturas peligrosas ya les esperaba, ya que Mel nunca antes había estado en Londres como para aparecerse, por lo que tomando el brazo del señor lograron aparecer en un callejón.

Cruzaron una calle concurrida y llegaron a una cabina telefónica que Mel observó asombrada.

No estaba nada familiarizada con los aparatos muggles.

Mel observó como el mago marco los números seis, dos, cuatro, cuatro, dos y una voz femenina se escuchó dentro de la cabina.

—Bienvenidos al Ministerio de Magia. Por favor declare su nombre y su asunto.

El viejo mago dio los nombres y el asunto por el cual se encontraban ahí, acto seguido se tuvieron que colocar una placa con sus nombres y la cabina telefónica se sacudió para comenzar a bajar.

Mel suspiró cerrando sus ojos.

—Odio los lugares pequeños —murmuró, ganándose un apretón en el hombro por parte de Hagrid.

El Ministerio de Magia era tan sorprendente como Mel creyó que sería. El suelo es de madera oscura muy pulida y el techo tiene un color azul pavo real el cual cuenta con destellantes símbolos en oro, los cuales se movían y cambiaban constantemente. Las paredes a cada lado eran de oscura y brillante madera artesonada y tenía muchas chimeneas doradas fijadas en ella. A cada poco segundo emergían personas de las chimeneas de la izquierda, mientras que por el lado derecho había una fila esperando partir.

En el centro del pasillo había una fuente. Un grupo de estatuas de oro, más grandes que el tamaño natural, colocadas en el centro de un estanque circular. La más alta de ellas representaba un mago de aspecto noble con su varita apuntando al aire. Agrupados alrededor de él había una bruja maravillosa, un centauro, un duende y un elfo doméstico.

Mel mostró clara inconformidad ante la estatua, ya que el centauro, el duende y el elfo doméstico parecían estar adorando a la bruja.

—Por aquí —indicó el mago.

Los llevó hasta un escritorio donde decía "seguridad" en la placa, fueron inspeccionados y Mel tuvo que entregar su varita, la cual pasó por instrumento de cobre, que parecía una pesa, pero con un solo plato. Comenzó a vibrar. Una tira estrecha de pergamino salió rápidamente de una ranura de la base.

—Madera de sicomoro, pluma de cola de ave de trueno, treinta y seis centímetros —leyó el pergamino—. ¿Es correcto?

—Sí —respondió firme y algo confundida.

—Bien, pueden continuar —indicó entregándole su varita.

Llegaron hasta un ascensor y Mel lanzó una mirada a Hagrid, quien no deja de juguetear con sus manos, ella puede sentir su nerviosismo, por lo que le dio dos palmadas en la espalda, en señal de reconformación.

—Nivel cuatro: Departamento de Regulación y Control de Criaturas Mágicas incluidas las Divisiones de Bestias, Seres y Espíritus, Oficina de Enlace de los Duendes y Agencia de Consultas sobre Plagas.

El mago les hizo señas para salir y tras pedir permiso lograron pasar entre los magos y brujas que continuaban dentro del ascensor. Mel alzó sus cejas al ver diversas criaturas y sonrió mostrando sus dientes al ver a Buckbeak acompañado de un joven mago y una bruja de aspecto serio.

—¡Buckbeak!

Se acercó con emoción y se inclinó fugazmente, el hipogrifo dejo de estar recostado para pararse en sus cuatro patas, abrió sus alas con emoción al notar a Mel y ni siquiera le dejo inclinarse, ya que con su pico le dio un suave empujón, causando que los que lo habían escoltado sacaran sus varitas.

—Bajen sus varitas, no me hará nada —aseguró sonriendo y acariciando el pico de Buckbeak con cariño.

—Oh Buckbeak, me alegra que estés bien —dijo Hagrid dándole palmadas en el lomo y atragantándose las lágrimas.

—¿Eres tú la dueña del hipogrifo? —preguntó el mago, mirando a Mel con una ligera sonrisa boba.

—No, es solo mi amigo —respondió sonriendo al hipogrifo.

—El comité y el consejo escolar esperan —informó la bruja—. Déjalo ya, Mark —le codeo.

El chico parpadeó varias veces y le tendió la cadena a Mel, sonriendo algo nervioso y ligeramente sonrojado.

Fueron guiados hacia una sala y Mel no podía dejar de ver los diversos cubículos y oficinas en donde había todo tipo de criaturas y seres, un lugar realmente interesante.

Al final del pasillo había una puerta negra con una placa dorada, la cual decía con letras negras y en mayúscula: COMITÉ DE EXTERMINACIÓN DE CRIATURAS PELIGROSAS.

Entraron detrás del mago y Mel trago saliva al ver la cantidad de magos y brujas (en su mayoría hombres) listos ya para iniciar el juicio. Había una media luna de gradas y en el centro un espacio donde fue trasladado Buckbeak, una silla esperaba a su lado y Mel acompañó a Hagrid a que tomara asiento ahí.

Todos portaban túnicas negras y semblante serio, pero le fue fácil reconocer a Lucius Malfoy ya que es el único mago de cabello platinado y piel blanca. Le recordó a Draco pero en adulto.

A Mel le dieron ganas de patearlo.

—Buenas tardes —saludó un miembro de comité—. ¿Estamos listos para dar inició con el juicio para el hipogrifo, Buckbeak?

Mel miro a todos lados en busca de sus padres, trago saliva y respondió firme.

—Sí, estamos listos —respondió por Hagrid.

Vio a Lucius susurrar algo y el mago habló.

—¿Cuál es su función aquí señorita...?

—Scamander —se presentó.

Algunos se encogieron en su asiento, la mirada de Lucius se transformó por una furiosa y aunque Mel no entendía muy bien porque, continuó.

—Mi nombre es Mel Scamander y vengó en defensa de Buckbeak —habló con voz firme, tratando de ignorar a Lucius que continuaba susurrando.

—¿Es usted magizoologista? —indagó el mago.

—En Latinoamérica —aclaró—, me encuentro terminando mis estudios en el colegio Hogwarts, pero... —abrió su maletín y agitando sus varitas logró que unos pergaminos volarán al mago—. Tengo el permiso de presentar mis servicios a la comunidad si llega a ser necesario —explicó.

—Puede estar aquí —escuchó decir al mago a Lucius Malfoy, quien se cruzó de brazos luciendo molesto—. De acuerdo, porque no empiezan ustedes —pidió enderezandose.

Mel dedicó una mirada a Hagrid para que hablara y algo tembloroso, comenzó a contar de Buckbeak.

Miro discretamente su reloj, ¿por qué sus padres no se habían aparecido cuando ellos habían quedado ya con el comité?, mientras tanto, se dedicó a observar los rostros de los que formaban la comisión, algunos la miraban a ella ligeramente preocupados y otros lanzaban miradas a Lucius con algo de miedo.

Claro, todo había sido una trampa por parte de Lucius.

—El hipogrifo es una bestia realmente peligrosa —saltó Lucius Malfoy, parándose de su asiento.

Ni siquiera se había dado cuenta cuando Hagrid había terminado de hablar.

—Mi hijo Draco Malfoy casi pierde su brazo bajo la supervisión de... él —habló descriptivamente mirando con coraje a Hagrid.

Mel sintió su sangre arder y apretó sus puños.

—¿Cuántos niños más va atemorizar? —preguntó al comité y al consejo escolar.

—Disculpe, señor Malfoy —interrumpió Mel sin poder contenerse—, pero, así como está consciente de que el hipogrifo es una bestia también debería saber que se encuentra clasificado con tres equis, lo que significa que cualquier mago o bruja competente no tendría problema al domar a la criatura.

El lugar quedó en silencio, el rostro de Lucius se enrojeció.

—Estuve presente la clase en la que Buckbeak atacó a Malfoy —informó caminando lentamente—, incluso ayude a que algunos pudiesen lograr acercarse al resto de hipogrifos —agregó—, pero casualmente, su hijo Draco, lo único que hacía era insultar a Buckbeak.

Los magos y brujas del comité compartieron miradas preocupadas.

—Supongo que los presentes del comité no me podrán mentir al decir que el hipogrifo es una criatura sensible, ¿correcto?

Ninguno contestó, algunos bajaron sus miradas y Lucius los fulmino molestos.

—Así que lo único que Buckbeak hizo fue lo que usted está haciendo en estos momentos...

—¿¡Disculpa?!

—Defenderse —dijo con una sonrisa ladina.

La puerta se abrió de golpe, Mel se giró y sonrió al ver como su padre entraba acompañado del brazo de su madre, ambos luciendo pulcros y arreglados. Mel noto como la mirada del mago que dirigía el comité mostraba preocupación y lanzaba una ligera mirada a Lucius.

—El que teme sufre dos veces —narró Aldrich con semblante serio y luciendo molesto—. Newton Scamander dijo eso —agregó cerrando la puerta.

—Sentimos nuestra tardanza, al parecer alguien se equivocó al darnos la hora del juicio de Buckbeak —hablo Blossom con voz tranquila y una mirada pacífica.

Pero Mel sabía que cuando su madre hablaba de esa forma es porque podía convertirse en un dragón y lanzar fuego para quemarlo todo.

—Hola Ross, ¿qué tal te va? —saludó sonriendo Aldrich al mago del comité que llevaba el juicio.

—Bien, Aldrich —respondió algo nervioso.

—¿Nos perdimos de mucho? —indagó Blossom.

—Lucius Malfoy aquí presente asegura que Buckbeak es una criatura peligrosa —informó Mel ladeando una sonrisa.

Aldrich se soltó del agarre de Blossom, camino con paso firme al hipogrifo e hizo una reverencia. Buckbeak tardó en responder, pero, aun así, permitió que se acercará a él.

—Hola Buckbeak —saludó con una pequeña sonrisa Aldrich—, me da gusto verte de nuevo —dijo acariciando su cabeza, se enderezó para mirar a los presentes—. Buckbeak nació hace tres años, en la selva del Congo —comentó al comité—, yo lo vi nacer —aclaró mirando a Lucius con molestia—, y yo lo traslado a Hogwarts junto con dos hipogrifos más y Lucius, tu hijo está bien...

—¡Esta traumatizado! —lo defendió.

—¡Por qué se lo busco! —exaltó Blossom—. 1893, un grifo atacó un estudiante en Hogwarts, la misma forma de la que atacó a su hijo Draco, pero el grifo fu absuelto por que el estudiante tuvo la decencia de admitir que el provoco al grifo.

Uno de los miembros del comité agito su varita entre los pergaminos, asintió con su cabeza dando a entender que el dato era cierto.

—En 1917, cinco magos fueron atacados por un dragón colacuerno húngaro, salió libre de cargos por que se encontraban en un hábitat natural protegida en horas prohibidas.

—Pero Draco...

—Draco le faltó el respeto por que no tiene modales —soltó Mel haciendo que Lucius se parara de golpe y la apuntará con su varita.

Aldrich se puso frente a su hija y Buckbeak se alzó en sus cuatro patas agitando fuertemente sus alas.

—¡Caballeros, por favor!

—No te atrevas a insultar a mi hijo.

—No te atrevas a insultar a las criaturas frente a mí —le respondió de la misma manera Mel—. ¿Crees que por que no puede hablar puedes solo decidir su destino? —preguntó molesta—. ¡No es su culpa! —exclamó furiosa—. ¡Buckbeak solo se estaba defendiendo de la agresión de su hijo! —señaló a Lucius con su dedo y miro Ross—. Dígame, ¿qué hubiera hecho usted si me pongo frente a usted y le insulto? —el mago no respondió—. Por favor, dígame —suplicó.

—Me hubiera defendido —murmuró alzando su cuello.

—¡Y es lo que los hipogrifos hacen! ¡Está en su naturaleza y no por eso son malos! —aclaró negando con su cabeza—. Hagrid les dio una simple orden y Draco Malfoy fue el primero en romperla. Él dijo "nunca ofendan a ninguno porque podría ser lo último que hagan" y no lo hizo para asustarles porque esa información pueden encontrarla en cualquier libro de criaturas mágicas e incluso en Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos.

El comité quedó en silencio, los miembros del consejo escolar compartieron miradas y observaron a Lucius, a quien su ojo le tiembla de coraje.

—Creo que es momento de llegar a tomar una decisión.

Mel lanzó una mirada a sus padres y sonrió un poco al ver como su padre le guiñaba un ojo y su madre la miraba con completo orgullo.


🍃🌼🍃


Había sido difícil conseguir que le dieran una segunda oportunidad a Buckbeak, Lucius Malfoy al parecer tenía amenazados no solo a los miembros del consejo escolar, sino a aquellos que formaban parte del comité de exterminación de criaturas peligrosas.

Pero Buckbeak no iba a ser exterminado.

—Recuerda Hagrid, el seis de junio tendrá una visita —le dijo Aldrich.

El semi gigante lloriqueo abrazando a Aldrich, quien un tanto conmovido aceptó el abrazo.

—Gracias, gracias, gracias —repitió una y otra vez.

—No tienes nada que agradecer, Hagrid —le dijo Blossom con una sonrisa—. De igual forma, todo fue gracias a Mel —agregó mirando con orgullo a su hija.

—Lo sé, lo sé, nunca lo olvidaré Mel. Nunca olvidaré cómo nos has ayudado a mí y a Buckbeak —dijo dándole dos palmaditas al pico del hipogrifo.

—Vamos a celebrar —propuso Aldrich—. A las tres escobas, andando, conseguiremos un hurón en el camino para Buck —dio sonriente.

—Ya los alcanzo, olvide mi maletín —Mel se dio la vuelta e ingreso nuevamente a la sala. Camino hacia una de las sillas donde se encuentra su maletín, pero antes de tomarlo, un bastón se interpuso en su camino.

—Escucha bien, Scamander.

Se giró molesta viendo a Lucius Malfoy.

—Esta será la primera y última vez que me hablas así, ¿entendido?

—¿O qué? —preguntó achinando sus ojos.

—No querrás saberlo —aseguró.

—¿Acaso me está amenazando? —cuestionó alzando una ceja.

—No, te estoy advirtiendo —aclaró para después salir de ahí con un porte digno y propio de Malfoy.

—Imbécil —gruñó Mel. 


🍃🌼🍃


La mañana de sábado Mel se levantó bastante alegre, había llegado realmente tarde de Londres y aunque ese día tendría salida a Hogsmeade prefería quedarse en el castillo ya que ansiaba ponerse a dibujar. Así que a la hora de la salida a Hogsmeade tomó su bestiario, algunos carboncillos y pergaminos extra para salir de la torre de Ravenclaw e irse al campo de quidditch.

Se situó en las gradas y respiro el aire puro mientras veía a los pájaros que volaban entre los aros y disfrutaban de la primavera.

Oh, Mel adora la primavera.

El tiempo se pasó volando mientras hacía dibujos, y retratos, había realizado uno muy hermoso de Ben y Alan y estaba segura de que les gustaría.

Y, aunque había iniciado un retrato de Oliver, terminó convirtiéndose en Remus.

—Hum, hum.

Cerró su libreta de golpe y la pego a su pecho para alzar su cabeza y soltar un suspiró aliviado al ver a Remus.

—Oh, profesor, me asusto —susurró con una mano en su pecho.

—Una disculpa, no era mi intención —dijo algo apenado.

—No se preocupe —murmuró—. ¿Ocurre algo? —preguntó en voz baja.

—Yo... sí... es solo que... yo, yo quería disculparme —explicó pasando su lengua entre sus labios—, por... lo de hace una semana.

Mel ladeo una sonrisa y alzó sus hombros—. No hay problema...

—No, en realidad sí hay problema. Fui... fui grosero, yo... no debí hablar así, es solo que me preocupo más que nada por usted —aclaró, haciendo que las mejillas de Mel tomarán un ligero sonrojo—, y... he sido imprudente... con... esto... lo-lo nuestro

—No lo fuiste —aseguró Mel—, en todo caso, yo realmente esperaba que algo pudiera pasar entre tú y yo... lo espero —se corrigió, haciendo que Remus sonriera un poco.

—También espero eso —susurró—, pero no quiero meterla en problemas y Snape, él es realmente un dolor de cabeza —aseguró—, así que... debemos ser un poco más... discretos.

Mel sonrió ante eso—. Me parece bien —respondió enderezándose un poco.

Remus tomó asiento a su lado y suspiró mirando el campo de quidditch.

—¿Cómo supo que estaría aquí? —curioseo Mel ladeando su cabeza.

La sonrisa que se formó en los labios de Remus fue simplemente hermosa. Del bolsillo de su pantalón sacó un arrugado y viejo pergamino, el cual apuntó con su varita y dijo:

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas.

Los ojos de Mel se abrieron y miro impresionada a Remus.

—Es el mapa del merodeador —susurró.

—Se lo confisque hace una hora a Harry —explicó—, anda, dale un vistazo.

En el campo de quidditch, sólo se encontraban ellos dos y Mel lo miro ansiosa.

—¡Esto es increíble! —exclamó pasando su dedo por el mapa—. ¡Aquí están Ben, Alan y Oliver! —dijo señalando las motitas con los nombres de sus amigos que se dirigían al Gran Comedor.

Alzó su mirada para ver a Remus y mostró una gran sonrisa.

—Si Peter Pettigrew sigue dentro del castillo, con esto lo encontraremos —susurró.

—Así será Mel —aseguró ladeando una sonrisa.

—¿Me está diciendo que podré ayudar a buscarlo? —preguntó con algo de emoción.

—Dos cabezas piensan mejor que una —Mel soltó una risita y no pudo evitar contenerse en lanzarse a Remus y darle un beso en los labios con gran emoción—. ¡Señorita Scamander! —le reclamó al separarse—. Nos pueden ver —murmuró con una sonrisa.

—El mapa dice que aquí no hay nadie —señaló con una pequeña sonrisa traviesa y mordió su labio inferior.

Remus relamió sus labios y tras echarle un vistazo al mapa, tomo a Mel por la cintura, la atrajo hacia él para recostarse en las gradas y comenzar a besarla con algo de pasión y desesperación.

Había sido una larga semana para ambos.






Nota de autora:

Me tarde mucho, pero este capitulo es de casi 6 mil palabras, ¡cinco mil ochocientas ochenta y cinco!, es lo más largo que he escrito omg, perdón, ya regreso a las tres mil-cuatro mil palabras jeje.

ANYWAYS, ¿qué opinan del capítulo? ¿apoco creían que iban a durar todo el capítulo sin besuquearse? jeje

dato: parte de mel está en mi bc yo amo los animales (más que mi vida) y no sé que hago estudiando comunicación cuando podría estar haciendo voluntariado en santuario de elefantes en tailandia ):

Also... yo solo quiero decir que Lucius amenazó a Mel... jeje... bye.

Lots of love, Cici x

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