20. SEX N' CUDDLES
20. SEXO Y ABRAZOS
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(Advertencia: smut).
Cuando Remus deposito con cuidado a Mel sobre la cama, no pudo evitar contemplar el rostro tan joven y hermoso de la chica. Acarició con cuidado su mejilla y sus manos bajaron por el cuello que cuenta con algunos lunares hasta el escote de su vestido.
Remus solo tenía que tirar del listón que tenía el escote del vestido para poder desnudar a la chica y aunque eso resultaba algo bastante sencillo de hacer, no quería que todo fuera tan rápido.
No, por supuesto que no, también se tenían que dejar las cosas para la imaginación, tenían que disfrutar y realmente desearse (aunque eso ya lo hacían), para que al momento del coito todo fuera aún más placentero y excitante.
Se inclinó con delicadeza para comenzar a depositar besos realmente húmedos sobre el cuello de Mel, quien cerró sus ojos disfrutando de aquella acción mientras sus respiraciones se volvían realmente agitadas y pesadas. Las manos de Remus se posaron sobre los pechos de Mel, los cuales acarició sintiendo bajo sus dedos la tela del vestido arrugarse y deseaba realmente simplemente arrancarla.
Pero se contuvo. Se contuvo por que podía escuchar los pequeños gemidos de Mel mientras mordisqueaba con delicadeza su cuello y sus expresiones faciales le estaban diciendo que ella realmente lo estaba disfrutando.
Y Remus podía besarla todo el día sin cansarse.
Dejó caer lentamente su cuerpo sobre el de Mel sin poner todo su peso sobre ella, una de las piernas de Mel se enrollo en la cadera del hombre y en un mismo movimiento el miembro de Remus comenzó a frotar sobre la entrepierna de Mel, quien ahogó un gemido al sentir el miembro rozarla, el cual aún, se encontraba dentro de los pantalones del hombre.
Pero no podía aguantar, ¿o si? Mel no era del todo una persona pasiva, al menos no cuando de estar con un hombre se trataba, y eso no cambiaría al estar con Remus por que en cierta parte, estaba realmente desesperada por que las manos del hombre la acariciaran por completo.
Así que tomó fuerza para impulsar a Remus sobre la cama, quedando encima de él y sin poder contenerse tiro del listo que sujetaba el escote de su vestido, dejando que la tela comenzará a caer por los hombros de Mel.
Remus paso su lengua por sus labios mientras veía los pechos de Mel y admiraba su abdomen desnudo. Ella no era solo hermosa como persona, ella era hermosa por completo.
—¿Piensas solo verme? —preguntó con voz ligeramente seductora.
Remus estiró su mano, acarició la mejilla de la joven y comenzó a recorrer su cuello lentamente hasta llegar a los pechos de la chica.
—Solo quiero admirarte un poco más —respondió Remus con voz ronca.
Mel soltó una risita sin poder evitarlo. Estiró sus brazos y terminó por desabrochar el resto de botones que hacían falta de la camisa de Remus, quien se apoyó en su codo sentándose para poder quitarse la camisa, dejando al descubierto un abdomen repleto de cicatrices.
Mordió su labio ligeramente mientras veía como Mel llevaba delicadamente sus manos a su abdomen. Admiro todas y cada una de las cicatrices imaginándose cuantas lunas le habían provocado aquellas. Con su dedo índice, comenzó a recorrerlas todas y cada una de ellas bajo la atenta mirada de Remus.
—Creo que ya admiramos demasiado —reconoció Remus sonriendo un poco.
Eso bastó para dar un nuevo comienzo con los besos, y esta vez, Mel tenía el control de la situación, o al menos eso quería creer porque Remus Lupin no era cualquier hombre, no por supuesto que no.
El era un hombre lobo y aunque ella no lo notará, los movimientos de la luna si afectan en cierto aspecto a todos aquellos que sufren de la enfermedad.
Movió su cadera con desesperación sobre el miembro de Remus mientras ella se dedicaba a dejar besos húmedos sobre su cuello, y al escuchar como soltaba un gruñido, desabrochó el botón de su pantalón, para comenzar a tirar de esté y ayudarle a quitárselo en un brusco movimiento.
Remus la pego a su pecho y volvió a girarse para quedar sobre Mel, quien trato de decir algo; más no pudo hacerlo ya que Remus introdujo su lengua sobre la boca de la chica, quien aceptó de aquel beso tan exquisito y provocador.
Las manos del hombre vagaron por el cuello de Mel, tomándola con delicadeza y acariciándola con lentitud, mientras sentía como el beso se veía ligeramente interrumpido por los pequeños gemidos que querían salir de la boca de Mel, puesto que, Remus había comenzando a continuar con las caricias sobre la bragas, sintiéndolas realmente húmedas.
Se separaron con algo de brusquedad. Mel empujó el pecho de Remus para hacerlo caer a la cama, de un brinco se posiciono encima de él y pegó sus manos al pecho lleno de cicatrices que sentir el miembro de Remus golpear contra sus bragas.
—Mierda —dijo sin poder evitarlo y mordiendo su labio realmente excitada—, por favor —suplicó viéndolo con sus grandes ojos avellana.
Remus ladeo una sonrisa, negó con su cabeza y aun teniendo sobre él a Mel fue capaz de sentarse para atraparla entre sus brazos.
—Por favor —pidió entre jadeos Mel, mientras se aferraba con fuerza al cuello de Remus y daba pequeños mordiscos.
La tomó con delicadeza por la espalda para depositarla en la cama, Mel tironeó de las sábanas debido a su excitación y cuando vio a Remus pararse lo miro suplicante.
—¿Donde deje mi varita? —se cuestionó Remus confundido.
—¿Cuál? —curioseo sin poder evitarlo.
Mel soltó una risita a ver como Remus cruzaba sus brazos y mordió su labio inocente. Levantó su pantalón que se encontraba en el piso y tras sacudirlo, el palito de madera salió de uno de los bolsillos, el cuál logró atrapar antes de que cayera al piso. Se llevó la varita a la boca para quitarse su ropa interior. Mel tuvo que parpadear dos veces y mordió su labio sin poder evitarlo.
—¿Decías? —preguntó Remus caminando nuevamente a la cama.
Se hinco frente a Mel y la tomó de la cadera para acercarla a él con algo de rudeza. Agito su varita sin pronunciar palabra alguna haciendo que una protección apareciera alrededor su miembro erecto, ya que si de algo estaba seguro es que no quería cometer un error como el de dejar embarazada a Mel.
Antes de bajar las bragas de Mel, acarició por encima de estás causando que Mel se estremeciera ante el tacto del hombre. Jadeaba sin poder contenerse, era realmente placentero la forma tan delicada en la que sus dedos la frotaban sin ser tan rudo.
Remus sabía exactamente qué es lo que tenía que hacer y eso le volvía loca.
Bajo las bragas de Mel con cuidado y posicionó sus manos sobre los costados de su cadera, para apretarla con fuerza y pegarla hacia él. Introdujo esta vez dos dedos en la entrada de Mel y no tardó en comenzar a estimularla, encontrando con facilidad el clítoris.
Mel gimió y se aferró con fuerza de la sabana, la cual terminó arrugando sobre sus dedos mientras su pecho subía y bajaba constantemente.
—Remus, por favor.
Era la primera vez que Mel lo llamaba por su nombre (al menos frente a él), y que lo hiciera de esa forma tan apasionante le hacía querer cumplir todo lo que quisiera. Por ende, lentamente llevo su miembro hasta la entrada de Mel y con lentitud lo introdujo dentro de ella, provocando que ambos soltaran un gemido.
Los ojos de Mel se cerraron con fuerza mientras sentía como las manos de Remus se posaban sobre sus muslos para comenzar a dar pequeñas y lentas embestidas. Gimió ante los estimulantes movimientos que hacía Remus y cuando él se inclinó sobre ella para continuar los besos, no dudo en aceptarlos de manera feroz.
—Rápido —susurró agitada—, por favor, Remus, r-rápido —suplicó, nuevamente.
—Creí que no te vería suplicando —comentó con una pequeña sonrisa.
Y tras decir eso, la intensidad comenzó a subir al mismo tiempo en que la habitación se llenaba de gemidos, los cuales hacían eco en el cuarto al ritmo de los golpes que hacia la cabecera tras golpear contra la pared. Mientras que una de las mano de Mel se entrelazo con la de Remus, la otra fue directamente a la espalda del hombre y se aferró con fuerza de él sin importarle dejar algunos rasguños.
Las piernas de Mel temblaron al momento en que las paredes de su entrada comenzaban a contraerse debido que estaba por llegar al orgasmo, por lo que Remus no se detuvo y comenzó a dar embestistidaz aún más rápido, soltando gemidos y pequeños gruñidos al sentir las uñas de Mel clavándose en su espalda.
—¡Oh, Remus! —el grito de Mel hizo eco en la habitación y el gemido grave que produjo Remus acompañó la sentir como su cuerpo se contraía al llegar al orgasmo y gimió con fuerza el nombre de Remus mientras encorvaba un poco su espalda, aferrándose a él. El gemido de Remus fue más grave pero sintiendo tanto placer como el que Mel había sentido.
No salió tan rápido de Mel, espero a que los pequeños jadeos de Mel cesarán un poco para salir lentamente de su intimidad. Se dejó caer a su lado con su respiración agitada y la abrazó con fuerza mientras Mel se acurrucaba en su pecho, sintiéndose realmente satisfechos.
Remus beso la cabeza de Mel sin poder ocultar una sonrisa y alzó su cabeza viendo al hombre con una pequeña sonrisa.
—Eso fue...
No pudo hablarlo, pero sus labios se encontraron para darse un corto beso.
Mel soltó una risita mientras trataba de recuperar la respiración, beso los labios de Remus lentamente y permanecieron en silencio por algunos momentos, mientras trataban de recuperar el aliento y repasaban una y otra vez en sus mentes lo que acababa de suceder.
Lo habían deseado, malditamente claro que sí. Desde el primer encuentro que había tenido en la heladería Florean Fortescue Mel no se había podido quitar de la mente a Remus Lupin y él no había podido dejar de pensar en la hermosa chica de rostro espectacular.
—¿Puedo quedarme? —susurró Mel alzando su cabeza para ver a Remus.
—No tenía planeado dejarte ir.
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Los ojos de Mel se sintieron realmente pesados. Parpadeo un par de veces y se removió un poco sintiendo como su cuerpo se enredaba con las sábanas y las manos de Remus la tenían con fuerza. Sonrío un poco viendo cómo los ojos de Remus se encuentran cerrados y sin poder contenerse acaricio con cuidado la mejilla del hombre que permanece dormido.
Se removió un poco para tratar de soltarse de su agarre, y con voz algo ronca y adormilada, Remus hablo:
—No te vayas —murmuró sonriendo un poco.
Mel sonrió sin poder evitarlo, soltó una risita y se acurrucó en él.
—¿No quieres que me vaya?
Los ojos chocolate de Remus se abrieron lentamente, negó un poco con su cabeza y se acomodó sosteniendo aún a Mel entre sus brazos.
—No —respondió deslizándose un poco por la cama para esconder su rostro en el cuello de Mel, donde depositó un beso.
—Bien, no me iré —dijo tratando de no sonreír mucho, pero el que Remus hubiese hecho eso le gustaba demasiado.
—Gracias —susurró—. ¿Quieres seguir durmiendo o prefieres desayunar? —preguntó algo tímido alzando su cabeza para verla.
Mel ladeo una pequeña sonrisa y acarició el cabello de Remus.
—Quiero que me sigas abrazando —respondió en voz muy baja.
No tuvo que decir más. Remus se volvió a remover en la cama, se aferró a Mel y la cargo haciéndola soltar risitas para depositarla encima de él. La camisa que le había dado Remus por la noche se levantó un poco y las manos del hombre tomaron con fuerza la cintura de la chica.
Mel pego su barbilla al pecho de Remus y depositó un corto beso para después sonreír.
Oh, no se habían equivocado al haber aceptado hacerlo.
—Buen día, por cierto —murmuró Remus acariciando el cabello de Mel.
—Buen día —respondió sonriente Mel, para depositar otro beso, esta vez en el cuello de Remus.
El cual por cierto, tenía un ligero chupete, ya que antes de quedarse dormidos, habían compartido demasiados besos por todo su cuerpo, y Mel se había emocionado solo un poco.
—Perdón —se disculpó acariciando el cuello de Remus.
Sonrío un poco y negó ligeramente con su cabeza.
—Descuida, no se verá —aseguró acariciando el cabello de la chica.
—¿Qué hora es? —preguntó curiosa y estirando su cuello.
Remus señalo la pared y achino un poco sus ojos, causando que Mel lo viera algo curioso.
—Lo siento, no alcanzo a ver la hora —admitió dejando caer su cabeza en la almohada tras soltar un suspiró.
Mel soltó una risita y se giró para ver el reloj que se encuentra en la pared.
—Nueve con veinte —respondió regresando su vista a Remus.
—Y es domingo —recordó Remus acariciando con cariño la mejilla de Mel, quien cerró sus ojos sonriendo un poco.
—Uhm, perfecto para estar juntos —murmuró sin poder evitarlo.
—Pienso lo mismo que usted, señorita Scamander —hablo con un tono de voz bastante propio, el cual hizo que Mel soltará una risita.
Se sento enderezando su espalda para poder ver a Remus con una pequeña sonrisa, pego sus manos al pecho de Remus y relamió un poco sus labios para sonreír con inocencia.
—¿Tengo que seguir llamándole profesor Lupin? —curioseo Mel ladeando su cabeza.
Remus soltó una risita y negó lentamente con su cabeza mientras apretaba sus labios.
—En realidad, usted puede llamarme como guste —aclaro Remus haciendo que mordiera su labio.
—¿También lobito? —preguntó algo burlona.
Arrugó su nariz tras escuchar ese apodo y negó inconforme.
—No, ese no —Mel soltó una risita y se inclinó para besar sus labios.
—De acuerdo, Remus —susurró con voz clara, ligeramente tierna y con un pequeño aire romántico.
El mencionado soltó un suspiro y entrelazo sus dedos en el cabello de Mel para tomarlo con fuerza.
—Me gusta como lo dices —admitió separándose un poco de ella.
Bajo sus manos hasta los hombros de Mel los cuales acarició con cuidado y al llegar a las manos de Mel, las tomo para delicadamente llevarlas a su boca y depositar un beso en sus nudillos, con tanta ternura que le fue imposible a Mel no sentir como su corazón latía con rapidez.
—Bien, entonces creo que ya podré llamarlo Remus —susurró sonriendo.
—Me parece perfecto, Mel —respondió con una pequeña sonrisa.
La chica se volvió a enderezar y movió un poco su espalda. Sí, había sido maravilloso tener relaciones con Remus y dormir acurrucada de él, pero las camas en realidad no eran una opción para Mel y sentir algo tan blanco le incomodaba muchísimo.
—¿Todo bien? —preguntó curioso.
—Es solo que ya me canse de la cama —admitió apenada.
Remus sonrió un poco divertido, Mel se bajó del regazo del hombre y de un brinco bajó a la cama para comenzar a inspeccionar la habitación.
Sin pensarlo mucho, tomó asiento en el piso, sentándose como indio y sonriendo algo apenada. Remus comenzó a reír al ver como las mejillas de Mel se ponían rojas y se paró con un poco más de calma, estiró sus brazos y acomodo su pantalón de pijama mientras tomaba la almohada.
Dejó caer la almohada al lado de Mel y se acostó para atraerla entre sus brazos, quedando el detrás de Mel, quien se acurruco aferrándose de los brazos de Remus, los cuales la tiene por la cintura.
—¿Mejor? —susurró sobre su oído.
—Sí, ¿no te molesta? —preguntó girando un poco su cabeza.
—¿Bromeas? Claro que no me molesta —respondió ligeramente ofendido.
Mel soltó una risita y entrelazo sus dedos con los de Remus mientras sentía su corazón latir rápidamente mientras que los labios de Remus golpean sobre su cuello.
—Tu corazón late muy rápido —susurró cerrando sus ojos, para escuchar mejor el corazón de Remus.
—¿Lo hace? —preguntó con voz baja y ronca.
—Sí.
Las manos de Remus le dieron un ligero apretón a las de Mel.
—Son provocados por usted —respondió susurrando sobre su oído, donde deposito un beso que provocó que la piel de Mel se erizará.
—¿Por mi? —susurró sonrojada.
—Claramente —respondió sonriendo y comenzando a depositar beso por el cuello de la chica, que suspiró con una pequeña sonrisa—, me pone realmente nervioso —le dió un pequeño mordisco y succiono de su cuello, haciéndola gemir un poco—. Perdón —se disculpó rápidamente—, me deje llevar.
Mel se giro un poco divertida, apoyo su codo en el piso para impulsarse y alcanzar los labios de Remus en un feroz beso.
—No tiene nada de qué disculparse —susurró sonriendo un poco.
Sus narices se rozaron y se dieron un tierno beso de esquimal, mientras en sus labios había una pequeña sonrisa que demostraba lo mucho que ambos estaban disfruta de ese momento tan íntimo.
Hablaron en voz baja, mientras Remus acaricia el cabello de Mel con ternura, los ojos del profesor se encuentras observando los grandes orbes de Mel, que para él, brillan de una manera impresionante.
—Tus ojos son realmente hermosos —susurró una vez que Mel se había escondido en el pecho desnudo de Remus.
Alzó su cabeza para verlo y a Remus le pareció realmente adorable verla tan sonrojada. Acababan de tener relaciones, de gritar sus nombres, de besarse por completo, y se encuentran abrazados semidesnudos, pero Mel estaba tan roja como un tomate por lo que él le había dicho.
—A mi me parecen hermosos los tuyos —susurró con una pequeña sonrisa, estirando su mano para acariciar la mejilla de Remus—. Me recuerdan a los de un Fwooper que tuve —agregó sin poder contenerse.
Remus apretó sus labios ante aquella comparación, sonrió sin poder esconder la ternura que siente por Mel y soltó una pequeña risita.
—¿Ah sí? ¿Por qué? —preguntó tomando la muñeca de la chica, mientras que ella continúa acariciando de su mejilla.
—Son curiosos —explicó—, pero también tienen un lindo color chocolate —señaló—, y... son tiernos —concluyó algo apenada.
—¿Crees que soy tierno? —preguntó ladeando su cabeza.
—Sí, lo eres —susurró sonriendo.
—Gracias, supongo —respondió ladeando un poco su cabeza—. ¿Qué te apetece desayunar? —preguntó acariciando su cabello con ternura.
—Fruta estaría bien —Remus asintió y beso su mejilla antes de pararse—, pero, ¿te vas? —preguntó frunciendo el ceño.
—Oh, no, descuida. Los elfos domésticos traen lo que yo ordene —explicó—. ¡Fruta, por favor! —pidió caminando hacía una pequeña mesa con platos de oro vacíos.
Y entonces, los plato se llenaron de diversas frutas coloridas y jugosas, Mel se sentó sonriendo y Remus regresó con el plato de frutas para sentarse frente a Mel.
—No te molesta... si... como en el piso, ¿o si? —preguntó algo tímida, mientras tomaba una rebanada de melón.
—Por supuesto que no, Mel —respondió con una pequeña sonrisa, acarició su barbilla y sus labios se juntaron en un corto beso para después, dedicarse a devorar toda la fruta mientras hablaban muy animadamente.
🍃🌼🍃
Antes de que Mel tomara la perilla para salir de la oficina de Remus, él la detuvo y lentamente se acercó a ella para depositarle un beso lleno de tanto amor y cariño, que les fue imposible no sentir un curioso cosquilleo en la boca de su estómago.
—Tengo que irme —le recordó Mel soltando una risita, mientras cerraba sus ojos y disfrutaba de los pequeños besos que deja Remus por su cuello.
—Lo sé —susurró—, es solo que... es la despedida.
—Pero, ¿qué dice profesor? —preguntó con voz aguda, Remus la miro algo divertido—. Esto apenas comienza —susurró sobre sus labios.
Sus narices se rozaron en un tierno beso de esquimal y ambos sonrieron antes de darse un corto beso.
—¿Lo veré en el Gran Comedor? —preguntó Mel acariciando la mano de Remus.
—Por su puesto —respondió asintiendo con su cabeza.
—Bien, será mejor que me vaya, por que estoy segura de que Ben y Alan estaran colapsando ya que no los he visto en todo el día —Remus soltó una risa pequeña y asintió lentamente.
—Sí, suerte con eso, señorita Scamander.
Le guiño un ojo antes de irse y Mel tomo un ligero sonrojo para salir del despacho del profesor con una gran sonrisa, mientras que Remus dejó recargar su espalda en la puerta, llevando una mano a su pecho, mientras cierra sus ojos lentamente.
—Esto esta bien, ¿si?, ella también quería hacerlo, no es menor de edad, no irás a Azkaban. Ya relájate lunático —murmuró pasando una mano por su cabello, resopló rodando los ojos—. Genial, ahora ya eres lunático de nuevo... y ahora estás hablando solo, Merlín Remus ya cállate.
🍃🌼🍃
Mel había tenido razón en que sus dos mejores amigos (ya los podía llamar así, ella enserio ama a esos dos chicos) habían colapsado, y es que algunas ocasiones Alan tiene un sentido paternal (Mel se pregunta, ¿de donde?) y se había imaginado lo peor.
Pensó que el dragón Opaleye de las Antípodas se había comido a Mel y hasta había recurrido a buscar al director Dumbledore, quien (muy divertido) le aseguro que Mel debía de estar bien.
Pero ellos no solo se conformaban con la respuesta que la chica les daba.
—Ya les dije, solo fui a visitar a Aragog —respondió por sexta ocasión.
Los tres se dirigen al Gran Comedor ya que es la hora de la cena, y, aunque no lleva ni dos horas con sus amigos (por que paso todo el día con Remus), ellos no parecen cansarse de hacer preguntas.
—Es que me parece curioso, por que... Ben y yo estuvimos en el bosque y no te vimos.
Mel abrió sus ojos de golpe, pero para su suerte, Ben hablo.
—¿Estuvimos en el bosque? ¿En serio? —preguntó confundido.
Una sonrisa triunfante se formó en los labios de la chica y Alan se dio un golpe en la frente.
—Eres imbecil, Ben, lo eres —gruñó en voz baja.
—Chicos, no les miento, en serio —llevó una mano al hombro de Ben y otra al de Alan—. Uno de los hijos de Aragog está enfermo y me ofrecí a revisarlo. Si quieren, podemos visitarlos...
—No, gracias, paso —respondió rápido Ben—. Me gustan las acromantulas, pero también mi vida, je, je.
—Ya cállate Ben —pidió Alan suspirando—, de acuerdo, si tu lo dices, te creeré.
—No les mentiría —mintió sintiendo pena.
¡Pero claro que no iba a decir que paso toda la noche con el profesor Lupin!
No, eso sería un escándalo.
—Sigo indignado —Alan giró su cabeza de forma dramática y camino con pasos firmes a la mesa de Hufflepuff.
—Se le pasará, solo dale unas gomitas de gusano —explico—, pero las que sean amarillo con verde, las rojas con naranja las odia —aclaró haciendo que Mel asintiera divertida.
—Anotado —guiño un ojo y ondeó su mano en señal de despedida para tomar asiento en la mesa de Ravenclaw, junto con Ruby, quien se emocionó demasiado al verla con ellos.
—¡Hola, Mel! ¡Que gusto verte! —dijo con una gran sonrisa.
—Hola Ruby, el gusto es mío —respondió algo confundida, pero divertida.
—¿Dónde estuviste anoche? —preguntó curiosa Penelope—. Tu cama... o eso —musitó—, sigue tendida.
—Oh... dormí en el bosque —respondió.
Tomó una zanahoria y le dio una mordida para después sonreír victoriosa.
Pero el silbido de Demi, quien sorprendentemente se había mantenido en silencio la hizo girar a donde ella miraba, y su punto era el profesor Lupin, quien estaba tomando asiento al lado de Flitwick.
—Soy yo, o ¿el profesor Lupin se ve (hoy) más atractivo de lo que es?
Mel dejo a media mordida su zanahoria, parpadeo dos veces y observó a Remus quien tiene una linda sonrisa mientras conversa con el profesor de encantamientos y se dedica a servir comida.
—Ugh, esta viejo —murmuró Evie—, y es hombre, gracias, pero no —Mel soltó una risita sin poder contenerse.
—¿Cuántos tendrá? —curioseó Demi—. Por qué... no me molestaría que me termine de criar...
—¡Demetria! —chillo Penelope.
—No te hagas de santa Penny, no te queda —le codeo divertida—. Mel, ¿tu sabes algo de él? Ya sabes, eres la suertuda de nosotras, tienes tutorías con él —dijo con cierta emoción.
—Hum, no, solo... solo sé que fue Gryffindor —respondió con el ceño fruncido.
—Sí, tiene pinta de león, quizá es un aventurero y por eso esas cicatrices... interesante —musitó.
Mel apretó su mandíbula y trato de no prestarle atención viendo la gran cantidad de comida que había en la mesa.
—No me molestaría tomar tutoría con él —la escuchó decir.
—Eres tan sucia Demi —murmuró Ruby negando con su cabeza, mientras procuraba no soltar carcajadas.
—Yo diría asquerosa —le corrigió Evie—, ten respeto por las que solo queremos comer...
—Bueno, yo me lo quiero comer envuelto en chocolate.
El pie de Mel comenzó a moverse frenéticamente por debajo de la mesa, estaba realmente tratando de contenerse, pero, ¿a quién engañaba?, ¡claro que le molestan todos esos comentarios! Aunque Mel no saliera con el (o lo que sea que sean) ella debería tener al menos un poco de respeto.
—Puedes, solo... dejar el tema de lado —pidió Mel frunciendo el ceño—, es un profesor y... es mayor que tú.
«¡Hipócrita será tu tercer nombre, Mel Anuk!»
—Gracias por decírselo —musitó Gustav llevando su puño cerrado a su mejilla—, ya me tenía harta...
Mel solo respondió aquello con una sonrisa forzada y ladeo un poco su cabeza para ver a Remus, quien frunció el ceño un poco confundido tras ver a Mel tan incómoda, así que, al ver que nadie los veía (o al menos eso creía), movió su boca para formular una frase, y sin hablarlo, le dijo:
«¿Todo bien?»
A lo que Mel respondió negando con su cabeza.
«Odio aquí.»
Remus tuvo que llevarse su mano a su boca e inclinó su cabeza para contener una risa, y Mel, al ver aquella reacción, no pudo evitar sonreír porque que lucía tan lindo haciendo eso, que por un momento, se olvidó de los comentarios inapropiados de Demi y pudo continuar el resto de la cena algo tranquila, compartiendo pequeñas miradas con Remus.
Nota de autora:
RAZA SOY NUEVA EN ESTO DEL SMUT, PERDÓN ¿SI?
Anyways, díganme que opinan que nERVIOS AAAA
Se les ama❤✨
Lots of love, Cici x
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