17. CHRISTMAS AND KISSES




17. NAVIDAD Y BESOS


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—Navidad, navidad, casi es navidad —canturreo Mel mientras se encuentra colgando guirnaldas en la habitación.

Esta sola y es sin duda alguna estupendo.

No hay ningún estudiante de Ravenclaw que se haya quedado para pasar las fiestas salvo por Mel. En realidad, en el castillo solo quedaban Alan, Ben, el trío de problemáticos de Gryffindor y ella.

Así que hay un inmenso castillo para seis jóvenes y profesores bastante relajados por las fiestas.

Mel salió dando brincos de la sala común, no tenía cuidado al ir caminando ya que no se topaba con nadie y podía andar sin problema alguno, pero entonces, encontró a dos Hufflepuff en hall acompañados de los otros tres estudiantes que se habían quedado a pasar las fiestas.

—¡Hola! —saludó con emoción Mel.

Pero los cinco fingieron una sonrisa que preocupo a Mel.

—¿Qué ocurre? —preguntó temerosa.

Ron codeo a Harry.

—Eh... —el niño mata basiliscos miro a los Hufflepuff, Ben se cubrió el rostro fingiendo no estar y Alan negó con su cabeza—, bueno... venimos de con Hagrid y...

—¿Le ha pasado algo? —preguntó abriendo sus ojos—. Tengo muchas pociones y...

—Él está bien —se apresuró a decir—, pero... bueno... ¿recuerdas a Buckbeak? —preguntó carraspeando.

—¡Claro! Si el hipogrifo más hermoso que he conocido —aseguró sonriendo, pero rápidamente elimino su sonrisa—, ¿le ha pasado algo? —susurró.

—Pues... resulta que presentaron una queja ante Buckbeak —explicó haciendo que Mel frunciera el ceño—, y... será llevado ante la Comisión para las Criaturas Peligrosas —la boca de Mel se abrió formando una o—. La vista tendrá lugar el día 20 de abril...

—¡¿Vista?! ¡No! —chilló horrorizada—. ¡Buckbeak no tiene la culpa de nada! ¡Fue ese tonto albino! —exclamó mientras su rostro enrojecía.

—Lo sabemos —dijo rápidamente Hermione al ver como la chica parecía estar a punto de temblar—, es por eso que vinimos a ti, porque Hagrid está muy... consternado en estos momentos —comentó con algo de pena—, y bueno, quizá, quizá tú —miro al pelirrojo en busca de ayuda.

—Bueno, quizá tú puedas salvar a Buckbeak de eso...

—No tienen que decirlo dos veces —Mel se dio la vuelta hecha una furia para comenzar a caminar dando grandes zancadas y alejándose de inclusos sus amigos que le llamaban.

Al llegar a la lechucería, rebusco un pedazo de pergamino de los que algunos estudiantes suelen dejar y transformó el excremento de lechuza en tinta sin pronunciar palabra alguna, tomó una pluma del piso y rápidamente comenzó a escribir a sus padres.


Urgente.

Un tonto niño insulto a un hipogrifo, se lastimo (nada grave) y ahora el hipogrifo será llevado ante la CCP, tenemos que hacer algo, AHORA.

M. Scamander.


Dobló rápidamente el pedazo de pergamino y en cuanto Jordan voló hasta ella lo miro con cariño.

—¿Seguro podrás soportar el viaje? —preguntó con voz tierna.

Jordan aleteo un par de veces, luciendo alegre y dispuesto a mandar la carta.

—Bien, mamá y papá están en Rumania para pasar vacaciones con el abuelo, en la manada de hombres y mujeres lobos, ¿sí? —dio un picoteo en forma de entendimiento y Jordan emprendió el vuelo hacia el sur.

En cuanto Jordan se fue, Mel rápidamente salió de la lechucería para comenzar a bajar por la Gran Escalera, dando brincos y levantando de su vestido para no tropezar. No se topó con sus amigos y menos con el trío de Gryffindor, pero atravesó las puertas para salir a los jardines y tras hechizar sus botas comenzó a caminar de prisa por la capa de nieve que ya había cubierto el césped.

—¡Hagrid! —exclamó dando golpes a la puerta de la cabaña del semi gigante.

Cuando la puerta se abrió, Mel se lanzó a abrazar al profesor que comenzó a llorar perdiendo el control de la situación.

—Descuida, descuida, te aseguro que Buckbeak estará bien —dijo acariciando de su espalda mientras sentía un ardor en su pecho.

Se escuchó un aleteo y alzó su cuello para ver a Buckbeak en un gran sillón, el hipogrifo alzó su cabeza de forma ruda para llamar la atención de Mel en busca de atención.

—¿Te contaron? ¿Te contaron todo? —preguntó Hagrid dejándola pasar y sorbiendo sus mocos.

—Algo así —respondió Mel caminando al hipogrifo.

Su reverencia fue educada pero fugaz, Buckbeak respondió de la misma forma y Mel se dejó sentar a su lado para comenzar a acariciarle la cabeza con ternura.

—Todo estará bien Buckbeak —aseguró besando su pico—. Le he mandado una carta a mis padres...

—Mel no debías, o no debías —lloriqueó el semi gigante mientras pasaba un pañuelo por sus ojos.

—¡Claro que sí! Buckbeak no tiene la culpa, fue ese estúpido niño maleducado...

—No lo digas en voz alta, no sabes quienes son los Malfoy —dijo con voz temblorosa—, son poderosos, muy poderosos ante el ministerio.

—Pues me importa un comino —respondió furiosa—, toda es culpa de los padres de ese niño por no educarlo con modales —comentó negando con su cabeza—, dentro de unos días tendré la respuesta de mis padres y te aseguro que ellos ayudaran para que no le pase nada a Buckbeak.

—¿Tú crees? ¿Crees que puedan hacerlo? —preguntó esperanzado, Mel asintió con su cabeza sin siquiera pensarlo.

—Por supuesto que van a poder, claro que sí —dijo con una sonrisa amable, miro a Buckbeak que esta con la cabeza inclinada luciendo triste—. ¿No piensas dejarlo salir?

—No, no, no quiero que cause daño...

—¡Hagrid no fue culpa de Buckbeak! —chillo Mel—. Todos saben que los hipogrifos son criaturas que merecen respeto, vamos no te desanimes, te prometo que Buckbeak estará bien.

—Eso espero, porque... oh, Buckbeak ama tanto vivir —el semi gigante sollozo y el corazón de Mel se blandió ante aquel grande hombre que no podía contener sus lágrimas—. Di-disculpa, disc-disculpa Mel.

—No pidas perdón, las lágrimas siempre son mejor sacarlas que retenerlas —respondió con ternura.


🍃🌼🍃


Mientras tanto en el resto del castillo habían colgado los acostumbrados adornos navideños, que eran magníficos, a pesar de que apenas quedaban estudiantes para apreciarlos. En los corredores colgaban guirnaldas de acebo y muérdago; dentro de cada armadura brillaban luces misteriosas; y en el vestíbulo doce árboles de Navidad brillaban con estrellas doradas. En los pasillos había un fuerte y delicioso olor a comida que, antes de Nochebuena, se había hecho tan potente que Mel por primera vez se sintió realmente atraída por la comida.

—¿Cómo sigue Hagrid? —preguntó Alan jugueteando con la mano de Ben.

Los dos chicos y la joven Scamander se encuentran en la sala común de Hufflepuff, debido a que todos fueron a sus casas para las fiestas, no hay nadie que les interrumpa de su conversación en aquella agradable y fascinante sala.

Mel estuvo media hora pataleando porque no había sido seleccionada a la casa de Hufflepuff una vez vio la sala llena de plantas y un cálido ambiente.

—Está muy triste, lo entiendo —murmuró Mel, juguete con una pequeña maceta y soltó un suspiró—. Solo espero que mis padres puedan hacer algo —admitió.

Ben y Alan compartieron miradas con una ligera mueca, y eso no pasó desapercibido para Mel.

—¿Qué ocurre? —preguntó confundida.

—Es solo qué... —hablo Alan—, son los Malfoy, Mel... —Mel alzó una ceja confundida—. Mira, mis padres trabajan en el ministerio, los Malfoy son una familia realmente poderosa —explicó—, tienen mucha influencia y siempre hacen generosas donaciones ayudando a la comunidad...

—¿En serio ayudan? —preguntó Ben incrédulo—. Mi abuelo dice que es puro teatro, él sabe que el padre Draco era mortífago, seguro solo lo hace para redimirse...

—Bueno sí, pero quedaron libres por algo, ¿no?

—La mafia del poder —gruñó Ben.

—¿Desde cuándo nos importa? —preguntó Alan suspirando.

—¡Desde que la vida de un hipogrifo estuvo en juego!

—Sí Ben, pero ¿qué podemos hacer nosotros contra un hombre malvado?

Mel lanzaba una mirada a Ben y luego a Alan mientras trataba de entender de lo que estaban hablando, sabía que los mortífagos son (o eran) los seguidores de Lord Voldemort, pero no entendía por qué Lucius Malfoy era uno (o había sido) y no estaba en Azkaban.

—Esperen, no entiendo —interrumpió Mel, los dos la miraron—. Si... si él era o es, o fue o cómo sea —musitó haciendo un ademán de manos—, ¿por qué no está en Azkaban? —preguntó con una ceja alzada.

—Bueno —hablo Ben—, mi abuelo dijo que cuando les dieron su vista a Malfoy él aseguró estar bajo la maldición imperius y quedó libre —rodó los ojos y se llevó una gomita de gusano a la boca—, igual, muchos estaban bajo la maldición imperius...

—Y no fue a Azkaban —susurró Mel achinando sus ojos—, y es por eso que hace donaciones generosas, para que crean que es bueno —musitó.

Ben y Alan se miraron y luego a Mel.

—¿Qué piensas? —preguntó ligeramente preocupado Ben.

—Que quiero alimentar a un ridgeback noruego de Malfoy.

—¡No! —exclamó Alan cubriendo sus mejillas—. ¡Pobre dragón!

La risa de Ben inundo la sala común de Hufflepuff, Mel ladeo su cabeza con una pequeña sonrisa viendo como el castaño se deja caer en las piernas de Alan mientras aún sigue riendo.

—No era un chiste —murmuró Mel ligeramente confundida, esta vez fue Alan el que comenzó a reír.

—Vamos Mel, tu no harías algo así —dijo Ben que se estiro para tirarle las mejillas—. Eres muy buena como para hacer tal cosa...

—¡Pero Buckbeak! —chillo Mel—. Me encantaría conocer a Malfoy y charlar con él...

—No quieres hacer eso —dijeron ambos al mismo tiempo.

—En serio Mel... queremos que Buckbeak también este a salvo, pero... meterse con los Malfoy definitivamente no es una idea —comentó Ben.

—Sí, hazle caso a Beni —señalo Alan—. Solo... solo hay que esperar a ver el juicio y... todo saldrá bien, hay que ser positivos —dijo el Hufflepuff haciendo que Mel soltará un suspiró.

—Es solo que... —hablo la chica captando la atención de los dos—, es solo que, si es cierto lo que dicen, acerca de Malfoy... bueno... Buckbeak tiene las de perder —murmuró cabizbaja y sintiendo un dolor en su garganta.

A Mel le duele demasiado ver el mundo repleto de monstruos en el que vive, claro está que los monstruos son los humanos por que no hay ser más despreciable que las personas. Le duele saber que la vida de una criatura está en juego a causa de una persona tan estúpida como lo es Draco Malfoy, sin mencionar que le enoja demasiado.

—Es noche buena —señalo Ben estirando su mano para tomar la de Mel—, Buck estará bien, hay que mantener la fe en que no va a morir, ¿sí? —ella asintió limpiando el rastro de lágrimas y soltó un suspiró pesado.

—En otras noticias tengo whisky de fuego porque sé que te encanta —dijo con una sonrisa Alan, sacando de su mochila una botella nueva de aquella famosa bebida.

—Esto me huele a que nos vamos a embriagar —dijo con cierta emoción Ben.

Y en realidad, eso hicieron.

Colocaron la radio en un volumen adecuado para que la profesora Sprout no fuera a interrumpirles, ella sabía que la joven Scamander se encontraba dentro de la sala común y no le molesto tanto porque sabía que Mel había deseado quedar en la casa de los tejones, pero tampoco iban a abusar del permiso de la jefa de casa despertando a medio castillo.

Bailaron y cantaron arriba de los sillones mientras se pasaban la botella de whiskey; con la cámara de Ben se tomaron muchas fotos y se olvidaron que la vida de un inocente se encontraba en peligro, porque la alegría simplemente había reinado en los tres jóvenes.

Subieron arrastrando los pies a la habitación de los chicos, no tan borrachos, pero en definitiva no estaban sobrios.

—Alan yo te quiero mucho —dijo Ben acomodando el cabello de Alan mientras entraban a la habitación.

Mel soltó una risita y un pequeño «aw» mirándolos con ternura y emoción.

—Lo se Ben, yo también te quiero —respondió Alan sin poder ocultar su sonrojo.

—Son tan lindos que puedo llorar en cualquier momento —admitió Mel dejándose caer en la cama que Alan le había señalado ya que esa era la de él.

—¿Sí? ¿¡Verdad que sí?! —exclamó emocionado Ben, que termino colgándose del cuello de Alan—. ¿¡Escuchaste?! ¡Somos lindos! —Ben se lanzó a la mejilla de Alan para llenarlo de besos, Mel chillo sin poder contener su emoción y les tomo fotos mientras Ben seguía atacando a Alan con su amor.

—¡Ya! ¡Me haces cosquillas! ¡Basta! —suplicó Alan entre risas.

Dejaron de hacerse cosquillas y Mel suspiró viendo a los chicos con una pequeña, recordando el sentimiento del amor. Oh como le encanta el amor, solo ha tenido un novio y fue cuando estudiaba en Uagadou, pero no es como si le preocupase mucho, estaba ocupada todo el tiempo con las criaturas y bestias que se encargaba de darles todo su amor.

Pero al ver la forma en la que Ben y Alan se demuestran su amor le parecía realmente puro, porque, aunque ellos no confirmen que están en una relación, Mel lo puede ver por la forma en la que Ben ve con tanto amor a Alan, o por como Alan defiende a Ben de aquellos que quieran verlo como un blanco de burlas.

Solo un ciego no vería el amor de los jóvenes.

—¿Qué tanto piensas? —curioseo Ben ladeando su cabeza.

Mel suspiró—. El amor es hermoso, ¿no? —las mejillas de Alan tomaron un ligero color carmesí, Ben asintió con su cabeza sin siquiera pensarlo dos veces.

—Apoco ya te enamoraste del profesor Lupin —bromeo Ben soltando risas.

Una almohada le cayó directo en la cabeza, haciendo que terminara por caerse en la cama y que Alan comenzará a reír.

—No estoy enamorada —murmuró rodando los ojos, mientras una sonrisa se formaba en sus labios.

—Pero lo estarás —aseguró Alan sosteniendo a Ben—, y cuando se casen, estaré presente...

—¡Sí! ¡Oh amo las bodas! —exclamó Ben moviéndose de un lado.

—¡No nos vamos a casar! ¡Merlín ni siquiera salimos! —chillo Mel negando con su cabeza—. Ahora, a dormir niños, ya es navidad y dentro de unas horas debemos estar en el banquete —dijo cual madre.

Se encargó de arropar a los dos Hufflepuff quienes optaron por dormir en una misma cama y Mel al verlos roncar salió sin hacer ruido para caminar a la sala común, donde tomó asiento frente a la chimenea, apoyando su espalda en el sillón y sin poder evitar pensar en Remus.

Relamió sus labios recordando aquel delicioso sabor a chocolate y llevó una mano a su boca, mordió ligeramente su mejilla interna y soltó un suspiró al aire apreciando la llameante chimenea porque Remus Lupin le hace sentir cosas que nunca antes había sentido.

Aterrador pero hermoso al mismo tiempo, como cuando por primera vez vio una Quimera, estaba aterrada, pero le parecía hermosa.

Sí, ese era el sentimiento.

Cabeceo un par de veces tratando de luchar contra el sueño, pero la sala común le hacía sentir en casa porque les recordaba a sus padres, y mientras pensaba en su familia y en su profesor de defensa terminó quedando dormida.


🍃🌼🍃


—¡Feliz navidad Mel! —la chica dio un brinco abriendo sus ojos para encontrarse con los Hufflepuff que se lanzaron a la castaña.

Soltó una risa ante el afecto de sus amigos y les abrazo de igual manera.

—¡Feliz navidad! —dijo soltando un bostezo—. Perdón —musitó cubriendo su boca.

—Ah no te preocupes, estoy igual que tú —admitió Alan quien también parece estar más dormido que despierto—, si tan solo alguien no fuera tan entusiasta —canturreo viendo a Ben.

—¡Hay que abrir los regalos! ¡Por favor! ¡Hay que abrirlos! —suplicó dando brincos.

Mel se paró de un brinco y siguió a los chicos rumbo a la habitación, donde ahí aguardaban los regalos de Mel como si supieran que había pasado la noche con ellos. Tomo asiento en el suelo al igual que Alan y Ben, rápidamente tomo sus tres regalos y desenvolvió el primero que provenía de su abuelo Harlam, un libro sobre astronomía escrito en latín antiguo y con la nota donde hacía referencia a su abuela Florence, era su libro favorito; por parte de su abuelo Theseus y su abuela Carling recibió un nuevo conjunto de color café que consta de un pantalón de tiro alto que cuenta con varios bolsillos el cual hace juego con una blusa color escarlata que es un poco holgada y tiene mangas abombadas; por último, sus padres le dieron varios collares con diversos colmillos de dragones y su favorito fue el que tenía un pequeño símbolo de dragón.

—¡Que navidad tan increíble! —exclamó Ben sin poder contenerse, el chico tiene en la cabeza dos gorritos que al parecer su madre le regalo, mientras que se está colgando una nueva túnica.

—Alan, no es para que lo uses todo junto —dijo divertido Alan.

—Shh, cállate —le saco la lengua cual niño infantil y Mel soltó una risita divertida.

Pasaron el resto de la mañana en la sal común, hablaron de dragones, de cómo Alan y Ben compartirían un lugar juntos en Rumania y Mel les menciono a dragonologistas que ella conoce en aquel santuario. El espíritu navideño se mantuvo vivo mientras Ben cantaba villancicos y Mel se encargaba de beber todo el chocolate caliente que le era posible.

Sin poder dejar de pensar en Remus Lupin, por la luna llena, claro.

—Será mejor bajar —dijo Alan quien estaba recostado en las piernas de Ben.

Mel dejó de leer su libro de astronomía para pararse de un brinco. Siguió a los dos Hufflepuff dando brincos por los pasillos y sintiéndose bastante feliz de no tener a las personas viéndole de extraña manera que le gustaba demasiado.

Al llegar al Gran Comedor descubrieron que habían vuelto a arrimar las mesas a los muros, y que ahora sólo había, en mitad del salón, una mesa con doce cubiertos.

Se encontraban allí los profesores Dumbledore, McGonagall, Snape, Sprout y Flitwick, junto con Filch, el conserje, que se había quitado la habitual chaqueta marrón y llevaba puesto un frac viejo y mohoso. Eran los primeros en llegar, ya que Harry, Hermione y Ron todavía no se aparecían.

—¡Hola! —saludó Mel con una gran sonrisa.

—¡Ah! Mel, Alan, Ben —les saludó el profesor—. Por favor, tomen asiento, tomen asiento, ¡felices fiestas!

—Felices fiestas —canturrearon Ben y Alan con una ligera sonrisa.

En cuanto tomaron asiento, los tres Gryffindor restantes aparecieron por la puerta del Gran Comedor.

—¡Felices fiestas! —repitió el profesor cuando Ron, Hermione y Harry se acercaron a la mesa—. Como somos tan pocos, me pareció absurdo utilizar las mesas de los colegios. ¡Siéntense, siéntense!

Harry, Ron y Hermione se sentaron juntos al final de la mesa, no sin antes haber dedicado una sonrisa a los dos Hufflepuff y a la Ravenclaw.

—¡Cohetes sorpresa! —dijo Dumbledore entusiasmado, alargando a Snape el extremo de uno grande de color de plata. Snape lo cogió a regañadientes y tiró. Sonó un estampido, el cohete salió disparado y dejó tras de sí un sombrero de bruja grande y puntiagudo, con un buitre disecado en la punta.

Mel tuvo que contener la risa al igual que Ben, no entendía por qué el profesor de pociones se veía tan amargado todo el tiempo, según recordaba el profesor Lupin le había dicho que habían asistido al mismo tiempo en Hogwarts, por lo que deben tener la misma edad, pero, aun así, Remus luce mucho más relajado y feliz (incluso aun con su pequeño problema peludo).

—¡A comer! —aconsejó a todo el mundo, sonriendo.

Mientras comían, Mel servía pocas porciones de todo lo que había en la mesa ya que quería probar de todo un poco, cuando apareció la profesora Trelawney, que según Ben y Alan imparte adivinación y por la seña que hizo Alan indicó que estaba algo safada.

Mel lo confirmó cuando se negó a sentarse porque entonces serían 13 personas y eso (según la profesora de adivinación) es de mala suerte, ya que el primero en pararse sería el primero en morir.

Y cuando creía que la conversación no podía ponerse más interesante, comenzaron a hablar de Remus.

—Pero ¿dónde está mi querido profesor Lupin?

—Me temo que ha sufrido una recaída —dijo Dumbledore, animando a todos a que se sirvieran—. Es una pena que haya ocurrido el día de Navidad.

—Pero seguro que ya lo sabías, Sybill.

La profesora Trelawney dirigió una mirada gélida a la profesora McGonagall.

—Por supuesto que lo sabía, Minerva —dijo en voz baja—. Pero no quiero alardear de saberlo todo. A menudo obró como si no estuviera en posesión del ojo interior, para no poner nerviosos a los demás.

—Eso explica muchas cosas —respondió la profesora McGonagall.

La profesora Trelawney elevó la voz:

—Si te interesa saberlo, he visto que el profesor Lupin nos dejará pronto. Él mismo parece comprender que le queda poco tiempo. Cuando me ofrecí a ver su destino en la bola de cristal, huyó.

Mel mordió con delicadeza un pedazo de pan y compartió miradas con Ben y Alan, quien muy descaradamente le susurró.

—Deberías darle besitos para que se sienta mejor —Mel le terminó por dar un golpe en las costillas mientras el profesor Snape respondía mirando a Mel con los ojos de pistola.

—Sí, señor director —musitó.

La idea de Alan no era tan mala después de todo, quizá no darle besitos (como él había dicho), pero sí compañía y tal vez, darle un poco de poción curadora que le haga sentir mejor. Por lo que cuando se paró, la profesora Trelawney soltó un grito que la hizo brincar del susto.

—Oh, no, no, mi niña no los has hecho —dijo llevándose una mano a su boca.

—Merlín santísimo se me va a salir el corazón —murmuró con una mano en el pecho.

—Has sido la primera en pararse —notificó—. Tu muerte...

—¡Sybill por favor! —exclamó la profesora McGonagall bastante furiosa.

—Oh no se preocupe profesora —dijo Mel con una pequeña sonrisa—. La muerte me lleva siguiendo desde que tengo cinco años —comentó balanceándose sobre sus talones—, pero aquí sigo, vivita y coleando así que no hay nada de qué preocuparse —a la profesora Trelawney no le pareció tan divertido lo dicho por Mel, a diferencia de la profesora McGonagall que tuvo que contener una risa—. Permiso —dedicó una sonrisa a los profesores y compañeros para salir del Gran Comedor rumbo a su habitación.

Tomó una caja con varios chocolates y una vez teniendo la poción en mano salió rumbo al despacho del profesor Lupin.

El camino fue rápido, pero se sentía bastante nerviosa, no había visto a Remus desde la última vez que se besaron y no tenía ni la menor idea de cómo iba a reaccionar.

Antes de golpear la puerta del despacho, tomó aire y cerró sus ojos para tratar de tranquilizar sus nervios, fue entonces cuando golpeó dos veces y esperó unos segundos.

La puerta se abrió mostrando al profesor Lupin, quien a pesar de haber tenido una noche de transformación, mostró una pequeña sonrisa a la joven de cabello castaños. Mel le dedicó una sonrisa y mordió ligeramente su labio al verlo tan despeinado.

—Hola profesor Lupin —saludó con voz clara y algo nerviosa.

—Señorita Scamander, hola —respondió de la misma forma—, ¿gusta pasar?

—Espero no molestarle...

—Nunca lo haría —respondió haciéndose a un lado.

En cuanto Mel paso, se giró sobre sus talones para quedar frente a Remus, quien cerró la puerta ligeramente.

—¿Cómo se encuentra? ¿Qué tal pasó la noche? —preguntó ligeramente preocupada.

—Bien, fue... tranquilo —respondió juntando sus manos.

—¿Lo he despertado?

—Solo tomé una siesta, pero ya era momento de despertarme —dijo con una sonrisa ladina.

—Lo siento —musitó—. Le traje chocolate —Remus sonrió sin poder contenerse.

—No debería...

—Pero ya lo hice —Mel sonrió en dirección al profesor y sin poder evitarlo soltó un suspiro—. Lo siento, y-yo quería... quería verlo... y-y...

—También quería verla —le interrumpió—. En realidad, esperaba dar una vuelta por el castillo y encontrarla...

—¿Quiere hacer eso? —preguntó ligeramente nerviosa.

—Bueno, ahora que está aquí... podríamos solo... —llevó una mano a su nuca y Mel le entendió.

—Podemos quedarnos aquí —susurró Mel.

—Venga —Remus tomó ligeramente la mano de Mel y la guió hacia una puerta al final del despacho.

Al pasar se encontraron con una habitación que contaba con una cama matrimonial, había un librero y un escritorio que contaba con cientos de pergaminos y ahí se encontraba el mapa que Mel había hecho sobre el caso de Sirius Black. Un sillón de color café estaba frente a una chimenea y fue ahí a donde se dirigieron.

—Así que aquí es donde duermen —comentó ligeramente sorprendida.

—No creyó que dormía en mi escritorio, ¿oh si? —preguntó algo burlón Remus, por lo que Mel alzo sus hombros inocentemente.

—Yo duermo en el suelo, así que nada me sorprende —respondió con una sonrisa.

Tomaron asiento en el sillón y Remus recostó su cabeza viendo a Mel, quien se sentó de lado para poder verlo con una pequeña sonrisa.

—Traje un poco de poción... —sacó del compartimiento de su cinto un frasco que extendió a Remus, el hombre estiró su mano hacia la de Mel tomando el frasco con una pequeña sonrisa—. Le hará sentir mejor...

—Uh, si el que esté aquí ya me hace sentir mejor —las mejillas de Mel tomaron un color ligeramente sonrojado, Remus cerró sus ojos y ladeo una mueca—. Lo siento, no quise...

—No, descuide, no diga que no quiso decirlo —murmuró.

Ambos se miraron por una fracción de segundos que ante ellos se sintieron como horas. Mel sintió ese extraño cosquilleo en su estómago del que su mamá le contaba cuando hablaba del amor, sí, algo así sucede cuando te atrae alguien. Remus por su parte, no podía entender cómo es que se sentía tan nervioso cuando estaba junto con Mel.

Se sentía estúpido, si, treinta y tres años y fingiendo tener veinte, Merlín, está enfermo.

—Profesor...

—¿Sí?

Remus se sentó correctamente, apoyó su codo en el sillón para poder ver a Mel y antes de que él pudiese decir algo, ella inclinó su rostro rápidamente sobre él de Remus para unir sus labios en un beso.

Lo tomó por sorpresa por su puesto, pero no hizo algo para separarla, al contrario, la tomó con delicadeza de la cintura para poder profundizar aquel beso lleno de sentimientos.

En un lento movimiento, Remus dejó el frasco sin siquiera despegar sus labios de los de Mel para recostarse en el sillón con la joven encima de él. La ropa de Mel se arrugó ante el fuerte agarre de Remus y por un momento decidió simplemente quitarlas, pero los nervios de ambos les impidieron hacer tal cosa.

Así que solo se dedicaron a besarse como si su vida dependiera de aquello.

Por eso, Mel tomo con cuidado y cariño el rostro de Remus para depositar besos en todas sus cicatrices, dando rápidos y pequeños besos, hasta convertirlos en lentos y húmedos que depositó sobre el cuello del hombre quien soltaba suspiros pesados y satisfactorios.

—Feliz navidad, profesor Lupin —susurró Mel dando besos en los labios del hombre, quien sonrió sin poder evitarlo.

—Feliz navidad, señorita Scamander.








Nota de autora:

¡Feliz hallowe'en! Also hay que recordar que hoy se cumplen 39 años de la muerte de James y Lily; que Sirius fue preso por algo que no realizó y que Remus se quedó solito ):

Por hablar de un tema más gracioso, me imagino a Harry viendo el mapa 👁👄👁

Also, yo quiero escribir smut pero que pena con Titi, Dulce y Jacqui (que son mis amixes con las que hablos por whatsapp) de que PARA MI SON UNAS BEBES Y AY NOOO (fact, son unas bebs) O SEA POR ESO YO NO ESCRIBO SMUT JAJAJAJA

Que nota tan larga, mejor pasó a retirarme.

Lots of love, Cici x

Ps: ¿que opinan de la nueva portada? SOY INESTABLE PERDÓN

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