16. BUTTERBEER


16. CERVEZA DE MANTEQUILLA

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Mel miró atrás cuando estaba por entrar al bosque prohibido. Es un sábado y su reloj de muñeca marca las diez de la mañana, debería está alistándose para la última salida a Hogsmeade antes de las vacaciones de invierno, pero no le importaría irse con un poco de tierra porque su vestido color azul claro ya tiene pequeñas muestras de suciedad por estar persiguiendo a un escarbato.

—¿Blackie? —hablo mientras se internaba más al bosque—. ¡Blackie! Soy Mel, ¡tengo comida! —exclamó.

No paso mucho tiempo cuando se escucharon como unas ramas crujieron, Mel se detuvo en seco y un gran perro negro salió corriendo en dirección a Mel para lanzarse a ella y tirarla al piso.

—¡Oh, Blackie! —exclamó abrazando al perro quien comenzó a ladrar emocionado—. Detente, detente —pidió entre risas cuando comenzó a lamerle la mejilla.

De su bolso, Mel sacó un gran pollo envuelto en papel el cual dejó en el piso con cuidado. Blackie ni siquiera permitió que ella quitara el papel porque el perro con su hocico comenzó a quitarlo.

—Nos despertamos hambrientos, eh —noto con una sonrisilla.

Sacó un pequeño bol el cual apuntó con su varita y lo llenó de agua, Blackie no sabía si primero comer o beber agua así que hizo las dos al mismo tiempo haciendo que Mel comenzara a reír.

—Eres un perrito increíble, Blackie —dijo con ternura tomando asiento frente a él.

Blackie alzó fugazmente su cabeza mientras sostiene pollo entre sus dientes para inclinar su cabeza varias veces.

—¿Me entiendes? —preguntó ladeando su cabeza.

Blackie le imito ladeando la cabeza con el pollo cayéndose de su hocico.

—Claro que me entiendes, siempre he dicho que los animales son muy inteligentes —dijo con una pequeña sonrisa.

Blackie soltó un ladrido de afirmación y dejó su pollo para sentarse frente a Mel.

—Lo siento Blackie, te quería traer tu comida el viernes por la noche, pero nos atraparon los premios anuales —dijo rodando los ojos, Blackie soltó dos ladridos preocupados—, descuida no pasó nada malo, el profesor Lupin nos salvó —una inconsciente sonrisa se formó en los labios de Mel, sonrisa que Blackie miro con cierta emoción canina. Dio ladridos y comenzó a dar vueltas haciendo que Mel riera—, me agrada mucho el profesor Lupin —soltó un suspiró y apoyó su mano en la tierra para relajar su cuerpo—, es bastante atractivo —murmuró jugueteando con la poca tierra que se ve debido a la nieve, Blackie se lanzó a Mel ladrando con emoción, a lo que la joven comenzó a reír—. Interpretaré eso como un «estoy de acuerdo contigo» —el perro ladro haciendo que Mel volviera a reír, Blackie apoyo su hocico en la rodilla de Mel recostando su cuerpo.

Hubo un silencio que se veía interrumpido por el sonido de las hojas de los árboles que se mueven al ritmo de las ráfagas de viento, la mano de Mel se encuentra acariciando la cabeza de Blackie quien parece estar luchando con no quedarse dormido ante aquella caricia, pero mientras acariciaba al perro, no podía dejar de pensar en el guapo profesor Lupin.

—Sabes —susurró, Blackie abrió ligeramente sus ojos, soltó un pequeño gruñido de estar prestando atención—, me gusta... me refiero a que... el profesor Lupin —Blackie abrió sus ojos ligeramente sorprendido, acomodo su cabeza para escuchar mejor—, bien, me parece guapo y... es bastante inteligente... y no cree que soy rara —musitó—, Blackie, ¿crees que soy rara? —Blackie soltó un bostezo haciendo que Mel comenzará a reír—. Claro, ya comiste ya te dio sueño, será mejor que te deje, ¿sí? —Blackie se sentó y ladeo su cabeza—. Descuida, vendré a verte, ¿bien?, no causes problemas —Mel se hinco, tomó la cabeza de Blackie y le deposito un beso—. Apestas Blackie, recuérdame darte un baño —dijo soltando una risita.

Sin más que decir, Mel sujeto su bolso para comenzar a caminar por el bosque prohibido, topándose con diversas criaturas y evitando el hogar de los centauros para no traerles problemas. Logró salir al camino por el que pasan las carrozas viendo como todas se dirigen a Hogsmeade.

Fuera del bosque, sintió una gran ventisca, se abrazó con su capa para continuar con su camino al pueblo de Hogsmeade mientras que algunos en las carrozas la señalaban debido a que se encuentra algo sucia ya que había estado sentada en la tierra-nieve al estar con Blackie.

—¡Hey! ¡Mel! —le llamaron a lo lejos. 

Gustav se encuentra al lado de una chica de piel negra, hermoso cabello negro y una sonrisa radiante, bastante atractiva en realidad. Mel alzó su brazo y dando brinquito se acercó a ellos.

—¡Hola! —saludó con entusiasmo.

—Hola Mel, ella es Angelina Johnson —le presentó Gustav a la chica.

—Un placer Mel —dijo saludando con su mano.

—El placer es mío —respondió luciendo adorable. Gustav la miro con una sonrisa ladina y Angelina miro un tanto divertida al Ravenclaw.

—Vamos a encontrarnos a las tres escobas con Oliver, ¿vienes? —preguntó Gustav.

—Uh, sí, me vendría bien una copa de whiskey de fuego —admitió abrazándose nuevamente—. Odio el frío —titubeo.

Se apresuraron a caminar a las tres escobas, donde Oliver se encontraba ya sentado junto con Ruby, Alan y Ben, quien se encuentra acurrucado en los brazos de Alan.

—Hola —saludaron los tres al mismo tiempo para acompañarles.

—¡Hola! —saludó con su usual sonrisa Ruby.

Mel tomó asiento al lado de Ben, quien dejó de abrazar a Alan para abrazar a Mel haciéndola soltar una risita.

—Hoy desperté con ganas de que me den muchos abrazos —admitió el Hufflepuff mientras Mel lo rodea con sus brazos.

—Odio los abrazos —susurró Alan apoyando su codo en la mesa.

—Tu eres muy raro —admitió Oliver—, ¿hay algo que no odies?

—Los dragones y a este imbécil —dijo señalando a Ben quien tomó un ligero color carmesí.

—Tiene sentido para mí —dijo divertido Gustav mirando a Ben y luego a Alan.

En cuanto la camarera llegó Mel pidió un whiskey de fuego al igual que Oliver y Ben, mientras que el resto prefirió cervezas de mantequilla y pronto comenzaron a hablar de quidditch, en donde Oliver y Angelina aseguran que harán puré de papas a los Ravenclaw, pero claro que Gustav y Ruby comenzaron a defenderse mientras que Ben miraba emocionado la plática y Alan miraba a Ben con pequeñas sonrisas divertidas.

Mel en cambio comenzó a ver el resto del lugar perdiéndose un poco de la conversación, ondeo su mano a Hagrid quien le regresó el saludo y ladeo su cabeza un tanto confundida cuando vio como Harry se está escondiendo detrás de un árbol de navidad.

—Ya vuelvo —musitó parándose para caminar al trío de leones.

Atravesó todo el lugar para llegar hasta el árbol de navidad, Hermione codeo a Harry para señalar a Mel quien ondeó su mano.

—¡Hola Ha...!

—¡SHHH! —la chica dio un brinco al ver como la callaban, Ron rápidamente la tomó del brazo para sentarla en la mesa.

—No digas su nombre —susurró Ron.

—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó confundida.

—Se supone que no puede estar aquí —dijo Hermione con voz aguda y preocupada.

—¿Por? —indagó.

—Por qué no tiene el permiso —respondió obvio Ron.

—Ah, pero, ya estás aquí, ¿qué mal puede pasar? —preguntó con ligera diversión.

—Que la profesora McGonagall, el profesor Flitwick, Hagrid y el ministro están aquí —señaló Hermione a quien le dio un tic nervioso en el brazo.

—Oh vaya —murmuró Mel estirándose un poco para verlos.

—No seas tan obvia —suplicó Harry.

—Lo siento, ¿quieres que los distraiga o algo? Uh, si quieres puedo atraer una acromántula y...

—Ay no, no, no —negó rápidamente Ron como si eso fuese lo peor del mundo.

—Bueno —murmuró.

—¡Hey Mel! —exclamó Alan alzando sus brazos—, ¡vamos a Honeydukes!

—Uy, dulces —la chica se paró de un brinco con emoción—, bueno, suerte niños y niña —ondeo su mano en señal de despedida, pero antes de seguir a sus amigos camino a la barra—. Me podría vender una botella de cerveza de mantequilla por favor —pidió balanceándose sobre sus talones.

Pago la botella y la guardó en su bolso para salir dando brincos de las tres escobas no sin antes ver como el trío de Gryffindors parecía estar muy atentos ante la conversación que tenían los adultos de los que se están escondiendo. Se abrazó de su capa con fuerza para caminar a Honeydukes y no dudo en caminar a la sección de chocolates para tomar distintos dulces.

—¿Por qué llevas tantos chocolates? —preguntó Ben curioso.

—Oh, me gusta el chocolate —musitó ligeramente sonrojada.

—¿Te gusta el chocolate o te gusta alguien a quien le gusta el chocolate? —hablo esta vez burlón Alan, Ben comenzó a reír al ver como Mel negaba con su cabeza.

—El profesor Lupin siempre huele a chocolate —recordó Ben chasqueando sus dedos.

—Así que de esa forma lo estás conquistando eh —Alan codeo a la chica y Mel rápidamente negó con su cabeza.

—No lo estoy conquistando —dijo con voz aguda.

—Sí, ajá, lo que digas.

—Es solo que es un buen... amigo —murmuró.

—Claro que no —dijo Ben divertido—. Alan y yo somos buenos amigos, el profesor Lupin... vamos Mel, cualquiera quisiera estar en tu lugar —dijo alzando sus cejas.

—¿Ya se besaron?

—Uy que prohibido, me encanta.

—¡Basta! —exclamó negando con su cabeza—. Shh, solo no lo digan tan fuerte...

—¡Oh Merlín, ya se besaron!

—¡No nos hemos besado! —chillo rápidamente—. Aun —murmuró.

—¡Hagamos una pijamada! —propuso Ben dando brinco.

—¿En dónde genio? —preguntó Alan rodando los ojos.

—Bueno... ya vienen vacaciones y nuestro cuarto quedará solo —recordó Ben.

—¿Irás a casa para pasar navidad? —preguntó Alan a Mel.

Mel ladeó su cabeza. Nunca antes había pasado una navidad sin su familia, pero parece interesante quedarse en Hogwarts para las fiestas.

Aparte seguramente Remus también estaría en el castillo.

—Supongo que puedo quedarme y hacer una pijamada —dijo con una pequeña sonrisa.

—¡Increíble! —Ben brinco emocionado, Alan solo rodo los ojos un tanto divertido.

—Bueno, pagaré esto y... nos vemos en la cena, ¿sí? —los Hufflepuff asintieron canturreando lo enamorada que está Mel, pero ella les ignoro para irse rápidamente a la caja.


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Mel ya sabía cómo llegar a la oficina del profesor Lupin. Le parecía mucho más fácil ese camino que encontrar su sala común, sin mencionar claro, que prefería mil veces encontrarse con Remus que, con sus compañeros de casa, quienes muchos aseguran que está loca por hablar con los animales.

Toco la puerta dos veces y esperó unos segundos, mirando sus botas, golpeando las puntas al piso y moviendo sus manos, ligeramente nerviosa. Básicamente le acababa de confesar a Ben y Alan que está intentando conquistar al profesor o algo así.

La puerta se abrió y Mel alzó su cabeza para ver como Remus tiene su cabello despeinado y una mirada somnolienta.

Y luce muy atractivo.

—Hola, profesor —saludó con una pequeña sonrisa.

Remus rápidamente pasó una mano por su cabello como si intentase peinarlo y sonrió a Mel.

—Hola, señorita Scamander.

—Yo... siento interrumpir, es solo que... no lo vi en Hogsmeade y bueno —vaciló un poco sonrojada, Remus ladeo una sonrisa al notarla sonrojada.

—¿Le gustaría pasar? —preguntó haciéndose a un lado.

—No quiero molestar...

—Nunca es molestia, señorita Scamander —aseguró Remus.

Abrió un poco más la puerta pasando a la oficina del profesor, el cual cerró la puerta con cuidado y sin hacer demasiado ruido. 

—Compre cerveza de mantequilla y bueno, creí que le gustaría —miró de reojo a Remus quien recorrió una silla permitiéndole a Mel tomar asiento.

—No debía, señorita Scamander —dijo con una sonrisa ladina y mirando a Mel con ojos brillosos.

—Bueno, pues ya lo hice —de su bolsa sacó la botella la cual colocó en el escritorio, seguido de eso una pequeña bolsa con chocolate—, y también...

—Señorita Scamander, no tiene que... —murmuró bastante sonrojado.

Mel soltó una risita y alzó una ceja—. Me gusta verlo sonreír, el chocolate le hace sonreír así que por favor —extendió la bolsa a Remus, carraspeo sin poder alejar el sonrojo y soltó una risilla.

—¿Qué poder posee usted para ser capaz de hacer sonrojar tanto?

Ladeo una sonrisita y apoyó su codo en el escritorio para ver a Remus.

—No lo sé —respondió con voz baja y mordiendo su labio ligeramente.

La mano de Remus encontró la de Mel para entrelazarla con sus dedos ligeramente, Mel parpadeo varias veces viendo aquel acto que provocó que su corazón latiera con rapidez.

—Es usted una increíble persona, ¿lo sabe?

—¿Eso cree?

—Definitivamente —susurró Remus.

Hubo un silencio que valía la pena, porque ambos ojos se encontraron para poder apreciarse, para poder demostrar lo mucho que se desean.

—Señorita Scamander, con todo respeto, pero es usted... la mujer más hermosa que he conocido.

Fue esta vez el turno de que Mel en tomar un sonrojo, la forma en la que Remus le había dicho aquel halago había sido muy educado y propio, sin mencionar que hace mucho tiempo que no sentía su corazón latir con tal rapidez que se puso nerviosa.

—En serio necesita viajar más, hay mujeres muy hermosas en todo el mundo —dijo soltando una risita.

Remus se le unió a la risa, él negó lentamente con su cabeza.

—No, no tengo que viajar por todo el mundo —murmuró sincero—, quizá las hay, pero ante mis ojos... es definitivamente, usted las más hermosa.

—Oh, basta —musitó inclinando su cabeza, sintiéndose avergonzada.

—Disculpe, disculpe —agregó rápidamente.

—No era tan literal —dijo Mel soltando una risita—, es solo que... las personas no suelen decirme eso —admitió apenada—, prefieren el adjetivo de rara antes que hermosa —agregó divertida.

—Yo diría peculiar —admitió Remus—, no cualquier persona posee el don que tiene usted, señorita Scamander —Mel alzó sus hombros sin saber muy bien qué decir.

Y justo cuando iba a decir algo la puerta se escuchó, rápidamente separaron sus manos y Mel inclino su cabeza tras escuchar como Remus indicaba que podían pasar.

—Siento molestar, profesor Lupin —Mel se giró al reconocer la voz de Penelope, la chica alzó una ceja un tanto curiosa y vio como en el escritorio se encontraban los tarros con cerveza de mantequilla para después ver a Mel como si tratase de adivinar el motivo del por qué ella se encontraba ahí.

—No se preocupe señorita Clearwater, ¿ocurre algo? —preguntó parándose.

—El profesor Dumbledore manda esto —musitó estirando su brazo y entregando un pergamino.

—Gracias, ¿algo más? —ella negó con su cabeza, lanzó una mirada a Mel quien fingió prestarle atención a un armario.

—Permiso —sin más que decir la joven salió del despacho cerrando la puerta.

Mel se paró lentamente y pasó una mano por su vestido.

—Será mejor que me retire.

Remus rodeo el escritorio rápidamente para quedar frente a ella.

—No, por favor —suplicó estirando su mano para tomar la de Mel.

Su corazón palpitó aún más rápido al ver a Remus frente a ella. La diferencia de altura no es demasiado, pero aun así, le es imposible no sentirse tan pequeña a su lado. 

Quizá porque en parte, lo es.

—¿Quiere que me quedé? —preguntó en voz baja.

—Bu-bueno si... si usted quiere, claro —murmuró Remus un poco nervioso. Mel dio un ligero paso hacia adelante, acortando un poco la distancia.

—Quiero quedarme —respondió alzando su mirada para ver a los ojos de Remus.

Pero lentamente vio a los labios de Remus, acto seguido buscó los ojos del profesor que tienen un ligero brillo.

—Señorita Scamander, yo... —Mel trago saliva para verlo bastante nerviosa, ligeramente excitada y emocionada.

—¿Sí?

Las manos de Remus se posicionaron ligeramente en las mejillas de la chica, acaricio el rostro de Mel con bastante cuidado y ella sin pensarlo dos veces rodeo el cuello de Remus con sus brazos para pararse de puntillas y en un mismo movimiento, ambos juntaron sus labios en un beso bastante desesperado. 

Remus atrajo aún más a Mel al apretar la cintura de la joven y hacerlos uno. Sus bocas se abrieron permitiendo que sus lenguas comenzaran a explorar las bocas ajenas y disfrutaron aquel beso lleno de pasión y deseo.

A tientas logro quitar las cosas del escritorio sin importar si algo llegaba a mancharse de cerveza de mantequilla y con cuidado depositó a Mel en el escritorio, quién envolvió con sus piernas la cintura de Remus para continuar aquel beso tan excitante.

Tironeo del cabello de Remus con una de sus manos mientras que con la otra comenzaba a vagar por su camisa para intentar deshacer de los botones, lentamente separaron sus labios, pero Remus continuó dejando una línea de besos por la mandíbula de Mel hasta bajar por su cuello, donde comenzó a dar besos más húmedos, lentos y cariñosos, haciendo que suspirara de satisfacción.

Mel soltó un pequeño gemido cuando Remus dio una mordida y lentamente se separó de ella, con una pequeña sonrisa tímida en su rostro y vio a Mel.

—¿Perdón?

—Profesor, no pida perdón —murmuró Mel acariciando la nuca de Remus mientras sus rostros se encuentran frente a frente.

Pero aquella palabra, hizo un «CLIC» en Remus, quien se separó de Mel rápidamente y tiró un poco del cuello de su camisa. 

Mel se sentó un poco confundida y miro a Remus con una ceja alzada.

—¿Dije...? —pero no termino, Remus se giró nuevamente para verla.

—Lo siento, yo... es solo que... esto está mal —murmuró.

—¿Ah sí? —preguntó Mel tratando de no sonar tan dolida—. Realmente lo siento muy bien —musitó.

—No es eso, es solo... —un tanto frustrado paso una mano por su cabello—, soy su profesor —aclaró—, y esto está mal... muy mal —dijo abriendo un poco sus ojos.

—¿Sí está mal porque se siente bien? —pregunto ladeando su cabeza—, aparte, ¿quién dice que está mal?

Remus se dejó caer en la silla entrando en un conflicto mental. Pues Mel tiene razón al decir que se siente tan bien, aparte, ¿quién rayos le dice que eso está mal? ella es mayor de edad y al igual que él, está disfrutando del momento.

Mel bajó de un brinco del escritorio, camino hacia Remus e inclinó un poco su cabeza para verlo.

—Vamos profesor, creo que usted y yo coincidimos en que esto está muy bien —susurró Mel.

Relamió sus labios viendo los de la joven, Mel acarició lentamente el cuello de Remus para darle un beso y el hombre la atrapó, haciéndola sentar en sus piernas.

Esta vez el beso fue mucho más lento, como si el tiempo les hubiese dicho que tiene todo el momento para disfrutarlo, por lo que bajaron la intensidad del beso, sin apagar aquella chispa de pasión.

Enredó sus dedos en el cabello de Remus, sus cabezas se mueven lentamente al ritmo de sus labios mientras que sus bocas se abren y se cierran en lentos movimientos al ritmo en que sus lenguas juguetean.

Se separaron por falta de aire, pero aun así sus rostros se mantuvieron juntos. Sus narices se rozaron y los labios de Mel depositaron pequeños besos en las cicatrices del hombre haciéndolo sonreír ligeramente.

Mel tomó con cariño el rostro de Remus, acaricio sus cejas y observo detalladamente sus cicatrices, como si estuviese tratando de adivinar en cuál de todas las lunas que ha sufrido consiguió aquellas cicatrices.

—¿Qué ocurre? —preguntó Remus ligeramente confundido.

—Me gustan mucho sus cicatrices —susurró con una pequeña sonrisa.

Se acomodó un poco y pego  más su pecho al de Remus para quedar aún más cerca, las manos de Remus aún la abrazan por la cintura con fuerza, mientras se encuentran mirándose a los ojos. 

—¿Por qué?

—No lo sé, pero... le hacen ver aún más atractivo —dijo con una pequeña sonrisa.

¿Aún más? —curioseo alzando una ceja.

—Sí, es usted un hombre muy atractivo —admitió—, ahora con las cicatrices le da un plus —Remus soltó una risa y negó lentamente con su cabeza.

—No creo que las personas piensen eso...

—Suerte que soy una dragona y pienso que lo es —puso su mejor sonrisa. Remus soltó una risa sin poder evitarlo y dejo de abrazarla por la cintura para tomarla de las mejillas y darle un tierno beso.

—Es usted... increíble señorita Scamander —dijo soltando un suspiró al admirar del rostro de la joven.

—Gracias, supongo —murmuró ligeramente sonrojada.

Sus respiraciones se mezclaron y dejaron sus frentes juntas por lo que se sintieron horas, de veces en cuando sus miradas se encontraban para verse con tanto deseo y compartir uno que otro beso que lograba quitar el aliento de ambos.





Nota de autora:

La dvd es que duré como cinco días escribiendo esto, no se por qué me costó mucho trabajo escribir este capítulo, pero estoy feliiiiizZZZZzzz (¿creo?)

Espero les haya gustado mis saltamontes 

Besos, Cici x

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