12. HOGSMEADE AND A DATE




12. HOGSMEADE Y UNA CITA

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El mes de septiembre se pasó volando para Mel quien procuraba pasar su tiempo libre ayudando a Hagrid en los terrenos del castillo, al igual que se encargaba de que el semi gigante no se ahogara en alcohol por que aseguraba que perdería su empleo debido al accidente que había ocasionado Buckbeak con el niño Malfoy.

Aunque Mel le hubiese dicho que toda la culpa era solo de Malfoy y no del hipogrifo, Hagrid no podía o más bien no quería continuar enseñándoles las maravillosas bestias que cuidaba en el bosque prohibido.

Por lo que daba aburridas clases de cómo cuidar gusarajos y salamandras, o puffskeins o horklumps, aunque para los de séptimo año las clases seguían teniendo su grado de complejidad debido a que los estudiantes que cursan la materia tenían planeado ser magizoologistas.

—Hagrid deberías enseñarnos sobre dragones —pidió con entusiasmo Ben.

—¡Sí! —exclamó el chico de Slytherin—. ¡El dragón que habita en el bosque!

Hagrid comenzó a reír y miró a Mel de reojo, la chica no pudo evitar no sonreír al ver como la clase comenzaba a hablar acerca del dragón.

—¡Hay que buscarlo! —propuso Ben dando brincos.

—¡Sí! ¡Sí —exclamaron los estudiantes de Gryffindor.

—Bueno, bueno, tranquilos, no podemos simplemente perturbar al inocente dragón —dijo Hagrid tranquilizando a la clase.

—Pero no lo vamos a perturbar —aseguró Ben.

—Ben tu perturbas hasta a tu madre.

—¡Cállate Alan! —hubo risas por parte de toda la clase, Hagrid negó con sus brazos cruzados e hizo sonar su garganta.

—Bien, tengo su próxima tarea. Quiero que recolecten toda la información que puedan sobre los dragones y me hagan un pergamino del Opaleye de las Antípodas, quizá si hablo con Dumbledore podremos intérnanos en el bosque.

No hubo más que emoción en toda la clase, Mel no podía estar más que fascinada, estaba dispuesta a transformarse para que pudiesen estudiar aquella hermosa especie de dragón, mientras que su secreto se encontrará a salvo.

—Los alcanzó en clase de encantamientos —dijo Mel a sus amigos de Hufflepuff que asintieron con su cabeza y mostrando una sonrisa ondearon sus manos para despedirse de la chica.

—¿Qué opinas Mel? —preguntó Hagrid jugando con sus manos, un tanto nervioso.

—No tendría problema —aseguró la chica con una sonrisa—, mientras no se enteren de que soy yo, me parece bien —confesó alzando los hombros.

—¡Increíble! —exclamó sin poder evitarlo Hagrid—. Hablaré con Dumbledore en este momento, ¡en este momento! —dijo para comenzar a dar grandes zancadas y alejarse rápidamente.

Mel aprovecho que estaba sola para caminar hacia el bosque de manera muy inocente, pero una voz le detuvo.

—¡Ay Gustav, me asustaste! —chillo con una mano en su pecho.

—Lo siento —dijo sin poder evitar sonreír—. ¿Ibas al bosque?

—Pues sí —respondió obvia.

—Lo siento, de nuevo —repitió—, es solo que... quería ver si... me ayudabas en herbología —murmuró frunciendo ligeramente el ceño.

—Oh, claro, no creí que tuvieras problema —comentó.

—Es solo que estoy flojeando un poco por el quidditch...

—Oh, ¿juegas quidditch? —preguntó interesada.

—Sí, soy cazador —dijo sonriendo—, pero el profesor Flitwick dice que si quiero seguir jugando no debo bajar mis notas —ladeo una mueca rascando su cabeza—, y últimamente me ha ido un poco mal en herbología —admitió.

—Descuida, te ayudaré —aseguró sonriendo—, tengo periodo libre, ¿vamos a buscar nuestros libros y aventajamos un poco?

Una sonrisa se formó en el rostro de Gustav—. Suena increíble.

El camino regreso al castillo Gustav le estaba explicando a Mel como se llevaban a cabo los partidos de quidditch, Ravenclaw no jugaría hasta diciembre contra Hufflepuff, pero el primer partido sería de Gryffindor contra Slytherin.

Ahora Mel entendía por qué Oliver estaba tan tenso.

—En Ilvermorny juegan Quodpot —informó Mel mientras caminaban rumbo a la biblioteca.

—No me parece tan divertido...

—Es divertido cuando explota la quaffle —aseguró sonriendo.

—Supongo que debo ver un partido de Quodpot para saberlo —respondió ladeando una sonrisa.

Mel iba a replicar, pero un delicioso aroma a chocolate le distrajo y le fue imposible no olfatear.

—Huele a chocolate —dijo sin poder evitar soltar un suspiro.

En ese momento, unos pasos se hicieron presentes detrás de los Ravenclaw y ambos giraron ligeramente su cabeza para ver al profesor Lupin, quien tiene una barra de chocolate en su mano, mientras que con la otra sostiene un libro y se encuentra leyéndolo.

El profesor al sentir como era observado levantó su cabeza para encontrarse con los jóvenes.

—Ah, hola —saludó con una ligera sonrisa ladeada.

—Hola profesor —respondieron ambos, Mel sonrió un poco coqueta y Gustav ladeo una mueca.

—Señorita Scamander justo iba a hablar de usted con el profesor Fliwtick —notificó.

—¿Ocurre algo? —preguntó deteniéndose y dando la media vuelta para quedar frente a él.

—Sí, es sobre sus lecciones en la materia —comentó y miro de reojo a Gustav.

—Te veo en la biblioteca —susurró el chico a Mel quien asintió.

En cuanto ambos quedaron solos, se acercaron a una gran ventana con vista al patio de la torre del reloj.

—¿Sí? —preguntó en voz baja.

—En realidad... —Remus ladeo una sonrisa y miró a Mel con dulzura—, en realidad no es sobre la materia —musitó.

—¿Ah no? —Mel mordió ligeramente su labio, Remus negó con su cabeza y carraspeo.

—¿Aún recuerda nuestra cita de té y galletas?

Las mejillas de Mel tomaron un ligero color carmesí, fue inevitable no sonreír y asintió con su cabeza.

—Por supuesto —dijo al retener un poco de aire.

—En... el día de Halloween hay una salida a Hogsmeade —explicó—, quería ver si después de regresar le gustaría pasarse por mi oficina y... charlar un poco —musitó cerrando un poco sus ojos mientras hace una ligera mueca de timidez.

Mel soltó una risita.

—Me encantaría, profesor —respondió sonriendo.

—Bien, genial... es...

—Una cita —concluyó Mel por él.

—Estupendo.


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Mel había disfrutado de celebraciones de Halloween por todo el mundo. Mientras que en Salem les honraban la memoria a las brujas que habían sido atrapadas por muggles, en Beauxbatons visten de sus mejores galas para desfilar por el castillo, adornaban el comedor de con vampiros y elegantes estatuas de hielo; en Durmstrang se encargaban de asustar a los más pequeños con los hechizos más tenebrosos (Mel fue el blanco favorito de todos los mayores), en Uagadou hacían concurso a los mejores disfraces y en Ilvermorny se les permitía salir a comprar golosinas para hacer un intercambio y hacían juegos en los terrenos del castillo.

Pero por lo que Ben y Alan le habían dicho, Hogwarts iba a superar a todos con su especial banquete de Halloween, aparte que mejor que la salida a Hogsmeade.

—¡Iremos a Zonko! —dijo Ben mientras la carroza se mueve gracias a un thestral que Mel no ha dejado de ver.

—Te encantará —aseguró Ruby con voz soñadora y sin poder dejar de ver a Oliver, quien está leyendo una revista de quidditch.

Alan negó lentamente con su cabeza al ver como el chico no notaba que hay alguien babeando por él.

—Y, ¿a qué hora regresaremos de Hogsmeade? —preguntó curiosa.

—Todavía no llegas y ya te quieres ir —le dijo Alan confundido.

—Pura curiosidad.

Pero vamos, tiene una cita con su profesor y no quería quedarle mal.

—Primero iremos a Honeydukes, ¿Ruby vienes con nosotros? —preguntó Alan una vez que bajaron de las carrozas.

Mel silbó a lo bajo viendo el pueblo.

Es un pintoresco y mágico pueblo que está repleto de tiendas y lugares donde se puede pasar el rato, miro con una sonrisa como brujas, magos y duendes caminan de un lado a otro. Estudiantes corren emocionados hacia tiendas y otros se dirigen a los restaurantes y pubs.

—Increíble —susurró.

La guiaron por la calle principal y se adentraron en Zonko, Oliver se excuso diciendo que tenía que ir a comprar unos artículos de quidditch y Ben le dio pequeños golpecitos en la espalda a Ruby.

—Ruby, te has enamorado de alguien que ya tiene pareja.

—¿¡Qué?! —chillo horrorizada.

—¿No te enteraste? Oliver se casó con su escoba —dijo burlón Alan, ganándose un golpe por parte de Ben.

—No es gracioso, Alan —le dijo Ben rodando los ojos.

—Sí lo es —aseguró sonriendo.

Aunque Zonko es bastante increíble con todos esos artículos de broma, Mel no compro ninguno, no estaba interesada en gastar bromas que podían lastimar a las personas y junto con Ben tuvo que obligar a Alan a dejar un disco volador con colmillos que tenía pensado lanzarle a Samuel.

Y aunque Ruby apoyo a Alan diciendo que era una muy buena idea, Mel y Ben le prohibieron rotundamente comprarlo.

—¡Golosinas! ¡Golosinas! —brinco Ben señalando Honeydukes, la tienda de dulces.

Maravilloso quedaba corto al entrar a ese lugar, Mel aprovecho a comprar tantos dulces como pudo, sin mencionar que también compró algunas ranas de chocolate para el profesor Lupin y acepto las pruebas gratis que estaban dando.

—Hola —Oliver se encontró fuera de Honeydukes con los chicos, tiene una bolsa en sus manos.

—¡Justo a tiempo! ¡Vamos por cervezas de mantequilla! —exclamó Ben quien tiene un pirulí en su boca.

—Oh no, se volverá loco —aseguró Alan.

Pero Ruby le hizo segunda a Ben y dando brincos, los dos guiaron al resto de los chicos a las tres escobas.

Mel carraspeo viendo que su reloj marcaba las tres de la tarde.

—Bien, pero yo tengo que regresar a Hogwarts pronto —musitó.

—¿¡Por qué?! —exclamaron Ruby y Ben al mismo tiempo.

—Tengo... deberes de... defensa contra las artes oscuras —musitó.

Alan achino ligeramente sus ojos al ver a la chica mentir.

—Claro, deberes —canturreo.

—Solo tomate una cerveza con nosotros, una —pidió Ruby haciendo ojitos.

No solo la mirada adorable de Ruby le había convencido, sino también que tienen agua alegre bebida que no dudo en pedirla.

—Nunca he probado el agua alegre —dijo Ruby.

—¡Yo adoro el agua alegre! —comentó Mel con una sonrisa—. Dure una buena racha de mis diecisiete años bebiendo solo agua alegre, mamá estaba preocupada pensando que me volvería alcohólica —los cuatro soltaron carcajadas ante aquel dato.

—No deberías probarla entonces si la has dejado hace poco —dijo Oliver un tanto divertido.

—¿Qué? —preguntó confundida—. No, no, Oliver tengo veinte años, hace como tres años que deje mi lado alcohólico —el chico escupió su cerveza de mantequilla y Ruby parpadeo dos veces.

—Espera, ¿qué?

—Es una larga historia —musitó mirando su reloj.

—Es que esta bruta reprobó —señaló Alan.

—¡Claro que no reprobé! —dijo con voz aguda—. Bien, voy a tratar de resumir la historia...


🍃🌼🍃


Mel es muy buena corriendo, la mayor parte de su vida la había pasado corriendo detrás de criaturas, otras veces tenía que correr por que era molestada (usualmente en Durmstrang) y corriendo le ayuda siempre a llegar más rápido a los lugares. El motivo por el cual está corriendo es un poco diferente, ya que está corriendo por que no recuerda cómo llegar al despacho del profesor Lupin.

—¿Derecha? —se quedó parada viendo el corredor del tercer piso—. ¡Izquierda! —dio un brinco y corrió hacia el otro lado, pataleo al encontrarse frente a una pared.

—¿Señorita Scamander? —dijo una voz burlona detrás de ella.

Suspiró agradecida al escuchar la voz del profesor que tanto buscaba, al girarse mostró una mueca apenada.

—Me perdí, de nuevo —admitió un poco sonrojada.

—Suerte que la he encontrado, ¿no? —Mel soltó una risita inocente—. Era a la derecha...

—Claro, derecha —susurró negando con su cabeza lentamente.

—¿Qué tal Hogsmeade?

—Maravilloso profesor, ¿por qué no ha ido? —curioseo.

—Tenía que recibir un gryndilow —explicó abriendo la puerta del despacho.

—¡Increíble! —chillo Mel—. ¿Puedo verlo? —preguntó sin poder evitar entusiasmo.

—Por supuesto.

Mel ignoró el hecho de que el despacho tenía un ligero olor a poción matalobos y sin poder evitar dar brincos camino hacía el depósito de agua.

Una criatura de un color verde asqueroso, con pequeños cuernos afilados, pegaba la cara contra el cristal, haciendo muecas y doblando sus dedos largos y delgados.

—Profesor, creo que al Grindylow no le gusta estar en el depósito —dijo en voz baja.

—Lo sé —dijo soltando un suspiro con una mueca.

—¿Puedo? —preguntó señalando el depósito para acercarse al grindylow.

—Por favor —hizo un ademan de manos.

Mel se acercó a la criatura, el grindylow observó con sus ojos sin siquiera parpadear como la joven se acercaba a su depósito de agua, arremango su manga y limpio un poco su mano para meter con cuidado sus manos. Remus achino un poco sus ojos viendo como la joven comenzaba a hacer un pequeño molino de agua con su dedo, el cual el grindylow observó sin siquiera moverse, acto seguido, la criatura trató de acercarse a Mel para darle una mordida, pero no pudo hacer eso ya que Mel le dio un ligero toque en el medio de sus cuernos dejándolo atontado.

—Son criaturas peligrosas, pero todas tienen un punto débil —explicó mirando a Remus, quien mira sin poder creer como Mel se encuentra acariciando ya al grindylow—. No me gusta romper sus dedos, tienen un nervio justo entre sus cuernos —metió su otra mano al estanque y señalo el lugar—, una vez toques el nervio se hará dócil —mostró una sonrisa radiante mientras mira como el grindylow se abraza de la mano de Mel con sus dedos largos.

—Eso es increíble —admitió Remus sorprendido—. No tenía ni idea...

Mel ladeo una mueca—. Es un secreto entre magizoologistas —admitió—. Creemos que si el resto de magos y brujas se enteran de esto comenzaran a aprovecharse de los grindylows para tenerlos como mascotas —ladeo una mueca sin poder evitarlo—, ya ha pasado anteriormente —susurró.

—Entonces su secreto está a salvo conmigo —aseguró Remus quien se balanceo sobre sus talones.

A Mel no le pudo aparecer más adorable.

—De igual manera, tiene que saber muy bien cómo tratar al grindylow, porque si no... —Mel jadeo un poco batallando con el grindylow que está aferrado de su mano, soltó un suspiro y miro al profesor con una sonrisa ladeada— tendrá problemas al momento de querer soltarse de él.

—Es como un arma de doble filo —comentó Remus sin poder evitar sonreír al ver como Mel sacude su mano dentro del depósito, mientras que el grindylow se sujeta con más fuerza—, no le hace daño, pero tampoco la deja libre...

—Exacto —Mel tomó con ambas manos a la criatura y la sacó del agua, el grindylow se soltó rápidamente cayendo de nuevo al estanque y Mel dio un paso atrás sin dejar de ver a la criatura que pegó su cabeza al vidrio y extendió sus dedos largos hacía Mel, como si le pidiera que siguiera a su lado.

—Se ha enamorado de usted —bromeo Remus.

Mel se giró quedando frente al profesor y ladeo una sonrisa.

—Suelo tener ese efecto en las criaturas y bestias —respondió divertida.

«Bueno, ahora todo tiene sentido.»

—¿Qué tal le pareció Hogsmeade? —preguntó Remus guiando a Mel hasta una de las sillas.

La cual muy amablemente recorrió para que ella pudiese tomar asiento.

—Gracias profesor —dijo en voz baja, el inclino su cabeza como respuesta—. Creo que es un pueblo encantador —respondió con una sonrisa—. Me pareció simplemente maravilloso lo pintoresco que es —aceptó la taza que llegó flotando.

—Sí, Hogsmeade es sin duda alguna uno de mis lugares favoritos —confesó Remus—, ¿gustaría un poco de azúcar o prefiere miel?

—Miel, por favor —pidió con una sonrisa.

La miel voló hasta Mel y con cuidado se sirvió una pequeña cucharadita de miel, Remus prefirió un poco de azúcar y al mismo tiempo bebieron del té.

—¿Cuál es su lugar favorito en Hogsmeade, profesor? —curioseo una vez que dejó la taza con cuidado sobre el escritorio.

Remus achino un poco sus ojos, como si estuviese pensando.

—Esa es una buena pregunta —admitió con una ligera sonrisa—, solía pasar la gran mayoría de los fines de semana en las Tres Escobas...

—¿Incluso cuando no había salidas al pueblo? —preguntó alzando una ceja.

El hombre ladeó una sonrisa y asintió con su cabeza—. Sí, incluso cuando no había salidas.

—Entonces se escapaba de Hogwarts —comentó con una pizca de emoción Mel.

—Oh bueno, no lo diría así —admitió llevando una mano a su nuca.

—No puede arreglar nada profesor, ahora ya sé que se escapaba de Hogwarts para ir a las Tres Escobas —dijo con notoria diversión.

—Espero que no lo utilice de excusa como para escaparse e irse a dormir al bosque prohibido —Mel fingió indignación.

—¿Cree usted que yo sería capaz de hacer eso? —Remus sonrió sin poder evitarlo al verla llevar una mano a su pecho como si estuviera ofendida.

—Ya lo ha hecho, señorita Scamander —le recordó.

—Oh... cierto —susurró Mel soltando una risita inocente—. Entonces, ignorando el hecho de que posiblemente pueda escaparme de nuevo para irme a dormir al bosque prohibido —Remus soltó una risa grave—, ¿las Tres Escobas es su lugar favorito?

—Sí, creo que sí —respondió por fin—, o quizá Honeydukes...

Mel recordó las ranas de chocolate que le había comprado, sobresaltándose.

—¡Ranas de chocolate! —exclamó rebuscando entre su pequeño bolso.

—¿Disculpe? —preguntó confundido Remus.

Pero entonces, la chica dejó un puñado de ranas de chocolate en el escritorio, con una pequeña sonrisa miro a Remus.

—Le he comprado ranas de chocolate —señaló—, me he dado cuenta de que le gustan y... bueno...

—Señorita Scamander, no debía —admitió ligeramente apenado.

—Claro que sí —respondió con una pizca de emoción—, me acordé de usted al ver la cantidad de chocolate que tienen en la tienda y...

—¿Se acordó de mí? —preguntó sin poder evitarlo.

Mel tartamudeo un poco.

—B-bueno es-es que le gusta —susurró algo sonrojada—, creí que le gustaría si le traía un poco y... perdón, no debí...

—No pida perdón, señorita Scamander —le interrumpió inclinándose un poco en el escritorio, estiró su brazo y llevó su mano a la muñeca de la chica dándole una ligera caricia—. Gracias, en serio —susurró.

—No es nada —respondió Mel ladeando una sonrisa, sus mejillas se pusieron ligeramente rojas y sintió un inexplicable calor.

Culpa del profesor Lupin.

—Hum —lentamente separó su mano de la muñeca de la chica y tomo su taza—. ¿Cuál ha sido su lugar favorito?

—Honeydukes sin duda alguna —respondió sin pensarlo—, es tan alegre y tiene tantos dulces —comentó con una sonrisa—, pero todo en pueblo en general me pareció hermoso, son pocas los lugares completamente mágicos que existen y eso lo hace más especial.

—En eso tiene toda la razón señorita Scamander —asintió con su cabeza el profesor—, por cierto, espero que no le haya interrumpido de su visita al pueblo...

—¿Bromea? Claro que no —respondió sonriente—, aparte, no podía perderme está cita con usted... —comentó antes de beber de su té con una pequeña sonrisa.

—Entonces, ¿no le molesto regresar antes al castillo? —preguntó con una sonrisa Remus.

—Para nada, profesor —respondió de manera coqueta.

—Bien, porque después caí en la cuenta de que le había pedido una cita justo en la salida de Hogsmeade —musitó con una mueca—, que egoísta de mi parte, ¿no?

—No diga eso, profesor —dijo rápidamente, Mel imitó el acto que había hecho Remus momento atrás.

Estiró su mano para encontrarse con la de Remus, su tacto fue cálido y suave, sí, las manos de Mel son bastante suaves.

—Me gusta pasar tiempo con usted —lo dijo en voz tan baja que apenas y Remus fue capaz de captar las palabras.

—¿Ah sí? —susurró.

—Sí... más cuando no vemos acerca de defensa contra las artes oscuras —admitió ladeando una sonrisilla.

—Siento ser un dolor de cabeza —comentó con una sonrisa ladeada.

—Nunca podría serlo.

Mel mordió su labio sin poder evitarlo, Remus luce mejor, se notaba que la poción matalobos estaba teniendo un buen efecto, porque ahí, frente a ella, él luce radiante.

—Le digo algo, profesor —habló lentamente Mel, su mano aún sigue sobre la de Remus y a ninguno parece molestarle.

—Soy todo oídos, señorita Scamander.

—Tardó mucho en ponerle fecha y hora a nuestra cita —Remus soltó una risa sin poder evitarlo.

Quizá le gustaba el hecho de que Mel fuese un poco descarada, o que luciera tan tierna e inocente cuando a veces sus comentarios tenían un doble sentido que él fingía ignorar.

Porque Mel no deja de ser una estudiante y está muy mal salir con ella.

Aunque claro, aun no suelta la mano de la chica por que le gusta esa sensación.

Sin mencionar la gran tensión sexual que está comenzando a generarse en el aire.

—Perdone la tardanza, es solo que... —Remus ladeo una mueca sin saber muy bien qué decir.

—¿Qué, profesor? —preguntó en un susurró.

—No me parecía prudente debido a que soy su profesor —confesó, Mel carraspeo.

—Sí, sobre eso... ¿le comente que tengo 20 años? —Mel apoyó su codo en el escritorio ladeando una sonrisa.

Remus comenzó a reír sin poder evitarlo, miro a Mel con una sonrisa y jugueteo con su mano.

—Lo sé, señorita Scamander —asintió sonriendo.

—Bien, solo quería... aclarar —musitó Mel—. Por cierto, espero no le moleste pero... me dio curiosidad y... ¿qué edad tiene? —preguntó sin rodeos.

—¿Qué edad cree que tengo? —interrogó Remus llevando su taza a la boca para beber del té.

—¿Me ganaré algo si adivino su edad? —Remus achino un poco sus ojos.

—¿Qué desearía ganarse? —cuestiono.

Mel mordió internamente sus mejillas, tampoco iba a responder tan descaradamente que quería un beso, no, no. No tiene que lucir tan desesperada.

—Quizá... una semana sin deberes extras por mis clases extras de defensa —Remus carraspeo.

—Inteligente señorita Scamander —dijo chasqueando sus dedos—. Bien, pero si... bueno, si falla —Remus pensó.

Miro detalladamente el rostro de la chica, le gustaría decirle que si fallaba entonces que le permitiera apreciar su rostro más de cerca, oh sería una fantasía.

Pero no, no puede hacer eso.

—Si falla, entonces... —Remus ladeo una sonrisa—. Me llevará a volar en su forma animaga —dijo por fin.

—Suena a un trato —ella estiro su mano y ambos estrecharon sus manos.

Pero nunca las soltaron, lentamente las dejaron reposar sobre el escritorio y Mel acarició una pequeña cicatriz que tiene Remus en su mano.

—Treinta —respondió sin Mel siquiera pensarlo dos veces.

El lamio sus labios y miro con una sonrisa a Mel, Remus bebió de su té sin poder contener una mirada divertida.

—Entonces, ¿qué día le parece salir a volar?

—¿Qué? —preguntó perpleja—. Una oportunidad más, veintiocho —Remus comenzó a reír sin evitarlo—, profesor —se quejo haciendo un puchero.

—Tengo treinta y tres años, señorita Scamander —confesó por fin.

—Oh, treinta y tres —susurró mirando el rostro de Remus—, no le creo —Remus fingió indignación.

—¿Por qué le mentiría de mi edad?

Mel acaricio con cuidado los dedos de Remus, quien logró atrapar la mano de Mel. Oh se siente tan bien estar así, solos, conociéndose, mirándose a los ojos, sintiendo esa atracción mutua por la que no puede pasar nada ya que son alumna y profesor.

—No lo sé —susurró Mel mirando la mano de Remus.

Sintió un cosquilleo en brazo y observo nuevamente la mano de Remus.

—Profesor...

—¿Sí?

Me gusta... —Remus contuvo el aire— su tacto —agregó haciendo que el hombre soltará el aire.

—¿Por qué le gusta?

—Es cálido, no lo sé... me gusta —alzó los hombros y Remus ladeo una sonrisa.

—Suelo mantenerme cálido incluso cuando hace frío.

—Oh, qué envidia —admitió Mel.

Aunque en su mente comenzó a divagar y empezó a gritar que era debido a su condición de hombre lobo, ella no agregó nada que él ya debía saber.

—No, no mucho —comentó con una mueca, jugueteando con la mano de Mel.

Se sentía bastante bien sostener con cuidado la mano de Mel, pero entonces, la puerta se escuchó.

Fueron tres claro golpes.

En un rápido movimiento Remus soltó la mano de Mel, se enderezó en la silla y Mel giró un poco su cabeza para ver hacía la puerta después de que Remus dijo un claro adelante.

El director Dumbledore se dejó ver y la chica tragó saliva un poco nerviosa.

—Profesor Dumbledore —Remus se paró de su asiento un tanto curioso debido a la vista del director.

—Ah, buenas tardes Remus, Mel, espero no haber interrumpido nada importante —confesó mirando las tazas y las galletas que permanecen intactas.

—No se preocupe, solo... le enseñe a la señorita Scamander el grindylow —musitó Remus apretando un poco su mandíbula debido a la mentira.

Albus Dumbledore ladeo una sonrisa—. Claro, el grindylow —musitó sonriendo—, perdón Remus, pero me gustaría hablar contigo.

Mel carraspeo—. Oh, no se preocupe, de todos modos, tengo que ver a Hagrid porque me comento que tiene una adorable acromántula como amiga —dijo parándose con una ligera sonrisa.

—Vaya con cuidado señorita Scamander, Aragog es un poco especial —confesó el director.

—¿No le han dicho que tengo un don con las bestias? Me adoran —ella mostró una adorable sonrisa.

Remus ya sentía que lo estaba haciendo a propósito, pero prefirió ignorar ese pensamiento.

—Gracias por presentarme a Hornfin y por el té, profesor Lupin —dijo sonriendo.

—No es nada, señorita Scamander —respondió un tanto confundido por el nuevo nombre del grindylow.

—¡Adiós Hornfin! —el grindylow hizo muecas pegado al vidrio y Mel se fue dando brincos fuera de la oficina.

—Me agrada la señorita Scamander, es de ese tipo de personas que uno debe mantener en sus vidas...

—¿Perdón profesor? —preguntó Remus un tanto sorprendido y sintiéndose nervioso.

—Sí, sí, por sus conocimientos y peculiaridad —aclaró sin poder contener una sonrisa.

—Ah, claro —susurró Remus—, sus conocimientos y peculiaridad...
















Nota de autora:

Dumbledore es el fan número uno del shipp Remel ahre.

Bueno, bueno, es un AVANCE.

Hagan sus apuestas del capítulo en el que hacen el frutifantasitco, digo que

Perd0n raza, ya mejor me voy.

Lots of love; Cici x

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