11. BIRTHDAY AND A LOT OF GIFTS




11. CUMPLEAÑOS Y MUCHOS REGALOS

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Los siguientes días de lo único que se hablaba era del dragón. Ya se habían olvidado de tema de los dementores por que un dragón aparentemente es más interesante que un puñado de seres sin almas (y en realidad, lo es). Los profesores nunca desmintieron el hecho de que había un dragón que probablemente dormitaba en el bosque prohibido y para el director parecía algo divertido ver como todos hablaban de eso con cierta preocupación o interés.

—Les juro que si veo al dragón, lo mataré yo mismo —dijo Samuel una mañana.

Mel soltó una carcajada limpia y amarga, sintió su puño cerrase y miro con molestia al chico.

—Oh, iluso —habló con amargura—. Se necesitan al menos cinco magos expertos para poder derribar a un dragón —limpio sus manos con una servilleta y rodo los ojos—. Dudo que seas un mago experto —musitó con algo de burla, mientras el chico se sonrojaba—. Aparte, no podrías ni decir Desmaius ya que primero te carboniza con sus llamas de fuego...

—¿No que no eran peligrosos? —preguntó en un susurró Demi.

—No cuando no sienten amenaza... no olviden que ellos huelen el miedo —Demi soltó un chillido.

—Creo que ya no saldré a los terrenos del castillo... nunca —susurró.

—Que dramáticas —bufó Evie—. Yo creo que es gen...

No pudo terminar, se escuchó un estruendo y del cielo emergieron cientos de lechuzas que comenzaron a repartir el correo.

La chica sintió sus mejillas sonrojar cuando más de una lechuza comenzó a darle correo y no solo a entregárselo, sino que se postraban frente a la joven para saludarle y recibir mimos... y es que no eran solo lechuzas.

Había también un fénix, tres fwoopers (uno de color rosado, otro naranja y el último color lima), tres búhos reales y dos grandes palomas blancas.

Y cuando creía que no podía sentirse más avergonzada por tantos regalos y aves frente a ella, un Diricawl se apareció en la mesa de Ravenclaw haciendo que muchos dieran brinquitos, ya que comenzó a caminar por la mesa tirando la comida en dirección a Mel.

—¿Qué carajos? —susurró Samuel tomando su plato ya que Fwooper pretendía robarle de sus panqueques.

Había todo tipo de cartas, cajas, regalos y tarjetas de cumpleaños frente a ella.

—¿Es tu cumpleaños? —susurró Gustav viendo una tarjeta que tenía un pastel dibujado.

—Sí —dijo en un hilo de voz, apenada, viendo como todos la miraban curiosa.

Su mirada se posó en la mesa de profesores, el profesor Flitwick tiene una sonrisa divertida y Remus se ve bastante curioso.

Tomo una carta color verde que reconoció como un vociferador, antes de poder hechizarlo para que no se abriera justo ahí frente a todos, la carta se abrió y en un idioma que nadie entendió (ya que era portugués), se escucharon varias personas felicitándole.

Mel soltó una risita y sus ojos se cristalizaron al escuchar más de una voz que provenían del vociferador, el cual al terminarse se selló nuevamente. El fénix le pidió atención y ella acarició el pico del ave con una sonrisa para aceptar el paquete que cargaba.

—Uy, esto es demasiado pesado, ¿estuvo bien el camino Calix? —el fénix soltó un ligero cántico y una vez desatado el paquete desapareció causando exclamación por parte de todos.

—¿Cuántos amigos tienes? —susurró Demi viendo las más de veinte cartas que había recibido, al igual que muchas cajas de regalo.

—No lo sé —dijo soltando una risita inocente—. Uy esta es de Viktor —susurró emocionada tomando un sobre de color escarlata con una sonrisa.

Comenzó a guardar todas las cartas entre sus libros. No iba a ponerse a abrir todas ahí frente a los curiosos, era algo personal. Jadeo un poco tratando de cargar la caja y la abrió un poco curiosa.

Soltó un gritito al ver que había más de diez huevos de occamy y rápidamente lo cerro, haciendo que algunos de sus compañeros retrocedieran un poco asustados.

Su primo Rolf hace muy buenas bromas, pero esta era demasiado.

¿¡Darle huevos de occamy?! ¿Acaso había perdido la cordura?

Se colgó sus libros y despidió a los Fwoopers que emprendieron un vuelo fuera del Gran Comedor. Agito su varita sin pronunciar palabra alguna, haciendo que la caja con los huevos de occamy se elevara, mientras algunos veían divertidos como trataba de salir del lugar cargando más cajas y bolsas

Remus ladeo una sonrisa al verla sonreír.

—Scamander se ve una buena chica, ¿no? —preguntó Flitwick con una ceja alzada al profesor.

—Hum... sí, muy... decidida —susurró tratando de esconder su sonrisa mientras bebé un poco de té.


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—¿¡CÓMO QUE ES TU CUMPLEAÑOS!? —exclamaron Alan y Ben una vez la clase de Herbología termino.

Las mejillas de Mel tomaron un ligero color carmesí, ya que varios se giraron para verles.

—Hum, sí —susurró.

—¿¡Por qué no nos dijiste?! —chillo Ben quien la tomó en sus brazos para darle un fuerte abrazo.

—No lo sé —admitió soltando una risita.

—¡Feliz cumpleaños! —Alan le dio un fuerte abrazo haciéndola reír—. Prometemos que en la primera salida a Hogsmeade te compensaremos tu regalo...

—Oh, no tienen que darme nada —dijo apenada.

—Claro que sí —hablaron al mismo tiempo Alan y Ben.

—Esperen, ¿qué es Hogsmeade? —preguntó confundida.

—Es un pueblo mágico que está situado cerca del castillo, ¿recuerdas la estación a la que llegó el expreso de Hogwarts? —Mel asintió abrazando sus libros—. Pues bien, es la estación de Hogsmeade...

—Tenemos permisos para salir los sábados de algunos meses —informó Alan—. Es muy pintoresco y hay varios lugares donde se puede tomar cerveza de mantequilla o comprar artículos o dulces.

—Suena maravilloso —confesó Mel con una sonrisa.

—Es maravilloso —afirmó con la cabeza Ben—. Esperemos que sea pronto, podremos tomar cerveza de mantequilla y comprar muchos, muchos dulces —dijo emocionado mientras daba brincos.

—No permitiremos eso —susurró Alan a Mel mientras Ben daba brincos delante de ellos—. Se pone loco con los dulces... insoportable —aseguró haciendo que Mel comenzará a carcajearse.

—Tan lindo —dijo divertida, Alan alzó una ceja, quizá un poco celoso—. O sea, no me gusta —agregó rápidamente haciendo que Alan se pusiera un poco sonrojado.

—¿Y si vamos a la cocina? —propuso Ben girándose—. Alan, ¿por qué estás tan rojo como un granado?

—¿Qué? No estoy rojo —habló con voz tan aguda que a Mel le fue imposible no carcajearse.

—Vamos a las cocinas...

El camino al sótano fue divertido, a Mel le encantaba pasar el tiempo con ambos chicos que se encargaban de contarle momentos divertidos que habían vivido en sus primeros años en Hogwarts, como el día de su selección, en donde Ben cayó al lago y como no sabía nadar Alan tuvo que aventarse para regresarlo al bote; o como cuando Snape castigo a Alan por qué confundió rocío de la mañana con rocío de la luna; o las cientos de veces en las que Ben ha sido bañado por los barriles al entrar a la sala común de Hufflepuff por que su dislexia le hacía confundirse entre la izquierda y la derecha.

—Y ahora, mi querida Mel —dijo Ben en voz baja—. Te presentamos uno de nuestros lugares favoritos —susurró guiándola hacia un cuadro de frutas.

Alan se acercó mirando a ambos lados e hizo cosquillas a la pera, la cual después de soltar risitas les permitió la entrada.

—¡Elfos domésticos! —chillo emocionada al ver cómo había cientos de ellos.

Muchos preparando alimentos, otros ordenándolos, algunos lavando ollas enormes y había particularmente uno que se encontraba mirando que los demás trabajaran.

—¡Hola Pitts! —saludó Ben al elfo en mando.

—Niño Ben, niño Alan —dijo con voz amarga, haciendo que Mel soltará una risita.

En especial por que los llamo niños.

—Desde primero nos decía niños y se le quedo la costumbre —explicó Alan a la chica.

Alan tomó del brazo de Mel para llevarla a tomar asiento a una de las grandes mesas que se parecían a las del Gran Comedor y al tomar asiento dos elfinas se pusieron a preparar comida frente a ellos.

—¿Qué hacen? —susurró Mel.

—Mira —señalo Ben con una sonrisa.

Una tarta de cumpleaños comenzó a armarse frente a ellos, Mel soltó una pequeña exclamación y vio como Alan y Ben le dedicaban una sonrisa.

—Gracias Bindy, gracias Dipsy.

—Un placer —ambas hicieron una inclinación mostrando una sonrisa y regresaron a limpiar ollas.

—Chicos...

—¡A CANTAR! —exclamó Ben haciendo sonar su garganta.

Le fue imposible no sonreír al escucharlos cantar la canción de cumpleaños, en especial por que ambos cantan en armonía. La voz de Ben es más aguda que la de Alan, ya que es más grave, pero fuera de eso se encuentran muy afinados.

—¡Que hermoso cantan! —dijo Mel dándoles aplausos.

—¡Mel eso no importa! ¡Las velas! ¡Sopla las velas! —chillo Ben dando brincos en su asiento.

La joven comenzó a reír y sopló las velas pidiendo un fugaz deseo, mientras sus amigos dan gritos de emoción.

—¿Pediste un deseo? —preguntó Alan.

—Sí te lo digo ya no sería un deseo de cumpleaños —dijo sonriendo un poco.

—Cuanto te apuesto a que pidió salir con el profesor Lupin —Ben codeo a Alan divertido y Mel rodó los ojos.

—Parece que te gusta más a ti que a mi...

—¡Ajá! Sí te gusta —señaló Ben con una sonrisa triunfante.

—Me atrae —le corrigió partiendo la tarta de chocolate.

—Es casi lo mismo —dijo Alan rodando los ojos.

El retrato de las cocinas se abrió, Alan giro un poco su cabeza para ver cómo un hombre entraba. El chico soltó una risilla burlona y le dio una mordida a la tarta.

—Hablando de —susurró Ben con una sonrisa.

Mel alzó su cabeza para ver cómo el profesor Lupin camina mirando las estanterías, en busca de algo. Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Mel y más al ver como él se estiraba para tomar una caja que contenía barras de chocolate.

—¡Hola profesor Lupin! —saludó Ben dando un grito.

Remus se giró para ver al trío de chicos. Él dedicó una sonrisa y con la barra de chocolate en mano caminó hacia ellos.

—Hola —dijo sonriendo—. ¿Qué los trae por aquí? —curioseo mirando la tarta y luego a Mel.

Ya se las olía que era el cumpleaños de la joven, solo que quería confirmarlo.

—Nuestra querida Mel cumple años —señalo Alan con una sonrisa.

—Qué rápido crecen —Ben fingió llorar y las mejillas de Mel se pusieron rojas—. Aún recuerdo cuando tenías diecinueve años... como si hubiese sido ayer —Alan comenzó a reír y Remus sonrió ante el dramatismo del joven.

—Muchas felicidades, señorita Scamander —dijo inclinando un poco su cabeza.

—Gracias, profesor Lupin —respondió un tanto apenada, mientras que Ben mordía su lengua tratando de no gritar.

—Bueno, les dejo con su celebración, que siga disfrutando del día —le dedico una sonrisa ladeada y Mel mordió su labio sonriendo mientras lo veía irse.

—No lo sé ustedes, pero se siente una tremenda tensión sexual —dijo Alan fingiendo tocar el aire.

—Eres un tonto —susurró Mel con voz aguda.

—Que fantasía eh, todo que ver —señalo Ben llevándose una cucharada de pastel—. Ahora entiendo por qué todos mueren de envidia...

—¿Qué dices? —preguntó confundida Mel.

—Sí, eres quien más pasa tiempo con el profesor Lupin... incluso después de clases y todas las chicas quisieran estar en tu lugar —explicó Alan.

—Yo soy chico y quiero estar en su lugar —señaló Ben divertido.

—Oh, pero solo me enseña más sobre defensa...

—Ah, que aburrido —bufó Ben haciendo que Mel comenzara a reír.

—Por Merlín, Ben, compórtate —pidió Alan rodando los ojos.

—No creo saber exactamente cómo comportarme.


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La hora de la cena había llegado, pero Mel no estaba en el Gran Comedor porque se encontraba en los jardines del castillo, cerca del bosque prohibido sentada sobre el césped, no calza zapatos y a su alrededor hay muchas cartas abiertas, al igual que dulces y paquetes de regalo.

Al igual que varios huevos de occamy.

—Querido Rolf, en cuanto te vea, voy a pegarte con una rama. Te quiere, tu prima Mel —leyó en voz alta la pequeña nota que había escrito y sonrió orgullosa—. Sí, me gusta... ¡ah! Posdata: Hogwarts si es más increíble que Ilvermorny, pero menos increíble que Uagadou.

Soltó una risita y enrolló el pergamino colocándolo a su lado izquierdo, donde tenía más respuestas a cartas.

Mel escucho un peculiar sonido y se giró para ver como un jackalope se asomaba a la entrada del bosque, viendo con curiosidad a la chica.

—Hola amiguito —hablo con una pequeña sonrisa.

Ante la amabilidad de la chica, el jackalope se acercó dando brincos hacia Mel, para posicionarse a su lado, le permitió acariciarle y terminó por apoyar su cabeza en la rodilla de la chica.

—¿Cómo te llamas? —curioseo—. O más bien, ¿cómo te quieres llamar? —el jackalope solto un chirrido—. ¿Squeezy? tal vez... ¿Burns? No... bien... ¡Sergi! —el animal agito sus pequeñas cornamentas y Mel carraspeo—. ¿Cornamenta? —curioseo, pero volvió a negar—. ¡Lo tengo! ¡Quicky! —dio saltos emocionado y Mel aplaudió con una sonrisa—. Bien Quicky, ¿hace cuánto vives aquí? ¿Conoces a Hagrid? Estoy segura de que le encantaría conocerte...

Mel estaba tan concentrada hablando con Quicky que ni siquiera noto que, a lo lejos, un profesor con túnicas arriadas se encontraba caminando hacia ella. Remus tiene una ligera sonrisa mientras ve con ternura a la joven.

Y aunque Mel no lo noto, Quicky si lo hizo, ya que dio un salto y se dio la vuelta internándose al bosque.

—¡No! ¡Quicky! —exclamó parándose de un brinco.

—Lo siento —Mel dio un brinco llevando la mano a su pecho, soltó un suspiro al ver a Remus parado frente a ella.

—Merlín santo, profesor Lupin me ha asustado —susurró.

—Lo siento, de nuevo —murmuró apenado.

—No se disculpe —dijo rápidamente—, es solo que... creí que estaba sola —comentó un tanto sonrojada.

—No era mi intención interrumpirle, solo me causó curiosidad que estuviese por aquí... no tiene pensado volver a entrar al bosque, ¿cierto? —Mel negó con una sonrisa.

—Le prometo que no... es solo que me gusta estar rodeada de naturaleza —explicó con una pequeña sonrisa.

—Tiene sentido —musitó Remus asintiendo con su cabeza—. Entonces... ¿cumple veinte años? —preguntó mirando de reojo los regalos que rodean a Mel.

—Oh... sí, veinte —respondió sonriendo un poco.

Hubo un momento de silencio el cual en realidad en vez de ser incómodo fue un poco agradable, ya que ambos parecían estar disfrutando de su compañía, aun cuando se encuentran muy nerviosos como para decir algo.

—¿Le gustaría acompañarme? —preguntó en voz baja Mel—. Tengo varios chocolates... —Remus soltó una risilla, asintió con su cabeza.

—Claro, si no le importaría...

—Al contrario, me encantaría —aseguró.

Ambos tomaron asiento, frente a frente. Remus observo como Mel tomaba una caja la cual tenía varios dibujos de animales, entre ellos destacaban un leopardo, un kneazle, una jirafa y un elefante. No preguntó, aunque la curiosidad le consumiera, pero vio como sacaba un par de dulces.

—Este es un chocolate bastante popular en Uagadou —dijo tomando una barra de chocolate—. Ya que... bueno, es chocolate, pero sabrá a lo que más le guste —aclaró.

—Espere, entonces, ¿es un chocolate que no sabe a chocolate? —preguntó confundido, haciendo que Mel comenzará a reír.

—Algo así, es algo difícil de explicar, pero... —ella ladeo una mueca—. Se llama chocolat saveurs du monde —explicó—, que básicamente se traduce como chocolate sabores del mundo ya que... es un chocolate, pero si usted desea que el sabor algo... hum, no sé, amargo o con nueces o miel, lo que sea, el chocolate tomará ese sabor —Remus alzó una ceja y quitó lentamente la envoltura de chocolate.

—En realidad, no sé qué sabor deseo en estos momentos —admitió Remus con una pequeña sonrisa.

—No sé preocupe, el chocolate se lo dirá —aseguró con una sonrisa.

—Bien —musitó un tanto emocionado.

Mel apoyó sus brazos en el césped, para ver como Remus daba una delicada mordida a la barra de chocolate, la joven sonrío un poco al ver como Remus cerraba sus ojos tratando de descifrar el sabor.

—¿Y bien? —susurró Mel con una sonrisa.

—Es... confuso —admitió haciéndola reír.

—Sí, siempre sucede la primera vez —dijo con una sonrisa.

—Creo... creo que es cereza... sí, cereza con chocolate y sabe un poco... a... nueces, ajá, nueces —una enorme sonrisa apareció en el rostro de Remus.

«Pero que adorable.»

—¿Y es rico? —preguntó Mel sonriendo.

—Sabe delicioso —admitió Remus con una sonrisa.

—Lo mejor es que a veces cada mordida sabe diferente —comentó la joven abriendo una barra de chocolate, le dio una pequeña mordida y ladeo una mueca—. Ah... kiwi —susurró sonriendo.

—¿Kiwi? —preguntó confundido Remus.

—¿No sabe que es kiwi? —Remus negó un tanto confundido—. ¡Merlín Santo! Es una delicia —aseguró la chica—. Es un fruto de arbusto, es jugoso y tiene un sabor peculiar. ¿En serio nunca ha probado uno? —susurró Mel perpleja.

—Nunca —admitió Remus.

—Oh profesor Lupin, prometo que haré lo posible por conseguir kiwi —dijo soltando una risita y haciendo sonreír a Remus.

—Confiaré en su palabra —respondió con calma.

—¿Le gustaría seguir probando dulces con sabores extraños? —preguntó jugueteando con una caja donde contiene más dulces.

—No me molestaría —dijo apoyando su mano en el césped para recostarse un poco.

—Que guapo se ve esta noche.

—Gracias —murmuró algo sonrojado Remus.

Las mejillas de Mel se tornaron rosas y cerró sus ojos apretándolos con fuerza al ver que no simplemente lo había pensado, sino que lo había dicho en voz alta.

A veces es un poco despistada.

—Y-yo... lo siento y-yo no... no quise —balbuceo un poco, Remus soltó una pequeña risa y negó con una sonrisa.

—No pida disculpas, señorita Scamander —le tranquilizo Remus—. Si... si le soy sincero, usted se ve bellísima —Mel bajó su cabeza tratando de ocultar su timidez, al levantarla sonrió al ver las mejillas de Remus ligeramente rojas.

—Gracias —dijo apenada jugando con sus manos mientras muerde ligeramente sus labios.

«¡Ay ya bésalo, idiota!»

—Entonces, ¿por qué decidió pasar lo que restaba de su cumpleaños sola? —preguntó curioso Remus mientras jala un poco de césped para no hacer la situación tan incómoda.

—Hum, quería ver mis regalos —admitió—, solo que estaba segura de que mis compañeras de habitación iban a hacer un escándalo al ver... bueno, tantas cosas extrañas —musitó tomando lo que parecía ser un cuerno de bicornio.

—Me parecen extraordinarias —le corrigió Remus haciendo que una pequeña sonrisa se formara en Mel—. Así que... no se lleva bien con sus compañeras —indagó con sutileza.

—No mucho —murmuró Mel—. Es solo que son muy... delicadas, bueno, más que nada Penélope y Demetria, creo que no están tan acostumbradas a las criaturas mágicas —dijo con una mueca—. pero Evie y Ruby son muy agradables —sonrió de manera tierna, mientras saca un pequeño collar que parece ser un pequeño cuerno—. ¿Ve a lo que me refiero? —mostró el collar a Remus quien parece divertido—. Es el cuerno de un clabbert en la amazonía hay demasiados de estas curiosas criaturas —guardó nuevamente el collar en la caja.

—Sus amigos deben apreciarla demasiado —dijo sonriendo Remus.

—Si... la gran mayoría de mis amigos ya terminó la escuela, lógicamente —murmuró un tanto avergonzada, a Remus le causo ternura—. Y casi todos son magizoologista en Brasil, por lo que suelen mandarme lo que encuentren a su paso —saco lo que parece ser una bola roja y Remus ladeo la cabeza sin entender lo que es—. No tengo ni la menor idea de lo que es —admitió Mel haciendo que Remus comenzará a reír.

—Es como un... ni idea —admitió, haciendo que Mel soltara una risita.

—¡Oh ya! —exclamó al ver la nota—. Es la pústula del clabbert... son muy útiles —dijo al ver la cara de confusión de Remus.

—Claro —murmuró—. Se vuelven brillantes cerca de los enemigos, ¿cierto? —comentó dudoso.

—Cuando se acerca un peligro —aclaró con una sonrisa—. Nada mal profesor Lupin —dijo un poco coqueta, regresando la pústula a la caja.

—Solo se un poco de criaturas —dijo con humildad.

—¿Un poco? Todos dicen que sabe demasiado —dijo la chica que agito su varita con delicadeza, sin pronunciar hechizo alguno las cajas de regalo se ordenaron.

—No mucho —repitió alzando los hombros—. Usted es la experta —ladeo una sonrisa y soltó un suspiro inevitable al ver como la luna creciente iluminaba a la joven.

—No soy experta —dijo apenada.

—Es magizoologista, ¿o me equivoco? —ella soltó una risita apenada—. Por cierto, ¿cómo es eso que es magizoologista, pero en Brasil?

—Oh, vera... es una historia un poco larga —admitió recostándose boca abajo en el césped, frente a Remus.

—Tengo tiempo —dijo mirando de reojo su reloj de muñeca.

Remus se recostó también en el césped imitando a Mel, para quedar a su lado.

—Bueno, todo inició cuando cumplí los diecisiete años y fui para pasar navidad con mis amigos en la selva amazónica...

La historia de cómo Mel se convirtió oficialmente en magizoologista fue más larga de lo previsto, ya que la joven se ponía a divagar, pedía perdón a Remus quien solo se carcajeaba ante la distracción de la chica y retomaba el curso de la historia, para al final contar que todo es debido al gran respeto que le tienen a los Scamander en aquel país, en especial el ministro brasileño, quien le otorgó a Mel un premio de reconocimiento como la joven bruja más valiente en el último siglo, esto debido a que salvó la vida del hijo del ministro y tres estudiantes más de Castelobruxo ya que iban a ser devorados por la serpiente negra que habita en las profundidades del río amazónico. Después de salvarles la vida y recibir el premio, obtuvo su  título como magizoologista aún sin haber terminado la escuela.

Remus no podía haber quedado más encantado con Mel tras escucharla contar la historia.

—Es usted... woo, me he quedado sin palabras —susurró Remus.

Ambos se encuentran recostados mirando hacia la luna creciente, Mel giró su cabeza para ver a Remus y sonrió un poco, tan solo un metro de distancia los aparta y el cielo nunca se había visto tan hermoso.

—...valiente, sí —dijo por fin Remus—, creo que no hay mejor palabra que la defina.

—No creo ser tan valiente —susurró Mel apenada.

Remus giro su rostro para ver al de Mel—. ¿Disculpe? Es que... creo que se equivoca, señorita Scamander —aseguró Remus—. Es la mujer más valiente que he conocido en toda mi vida —Mel mordió internamente sus mejillas—. Y espero no me contradiga, he conocido muchas personas a lo largo de mi vida, pero ninguna tan... valiente, inteligente y paciente como usted.

Mel carraspeo sonrojada y sonrió aún más tímida—. No lo voy a contradecir —dijo en voz muy baja y apenada.

—Si, no se lo recomiendo —soltó una risita y miro fijamente a los ojos de Remus.

Se sintieron horas las que quedaron ahí, viéndose a los ojos, frente a frente en compañía de la luna y las estrellas. El sonido del viento les arrullaba, al igual que las aves nocturnas que volaban entre los árboles del bosque prohibido. Mel cerró sus ojos poco a poco y algo indeciso, Remus estiro un poco su brazo para acariciar con ternura la mejilla de Mel.

Una pequeña sonrisa se formó en los labios de la joven mientras los cálidos dedos de Remus le acarician su mejilla derecha, observando detalladamente el rostro de la joven.

¿Estaba mal acaso sentir tanta atracción por alguien trece años menores que él? Porque, aunque en su cerebro le mandaba señales de aviso y peligro sobre la gran diferencia de edad, su corazón latía rápidamente y parecía que pronto saldría de su pecho ya que se moría por tener a la joven entre sus brazos, por ver su rostro aún más de cerca y poder probar esos labios gruesos que tienen un color similar al de las cerezas.

Aunque tan solo llevaba veinte días de conocerla (quizá un poquito más tomando en cuenta que se conocieron en el Callejón Diagon) se moría por besarla, por acariciar su cabello con destellos rojizos y se moría por tomar su mano con fuerza; por escuchar historias alrededor del mundo y por qué le llamará por su nombre y no por su apellido tras decir la palabra profesor.

«Mierda.»

«¡Eres un profesor y estás en los jardines del castillo recostado al lado de una estudiante!»

Remus se sentó rápidamente, Mel solo parpadeo un par de veces y frunció el ceño confundido.

—¿Ocurre algo? —preguntó Mel al ver a Remus tan arrepentido.

—Sí... hum, señorita Scamander es medianoche y tiene que ir a su sala común —explicó haciendo sonar un poco su garganta.

—¿Y si me deja dormir aquí? —pidió acomodándose y cerrando sus ojos mientras su rostro mostraba calma.

—Lamentablemente, no puedo permitir que eso pase —Remus se paró y sacudió un poco su túnica.

Mel un tanto rendida se sentó y alzó su cabeza haciendo un puchero.

—Por favor, profesor —hizo ojitos y Remus suspiró para estirar su brazo, con la palma de su mano en dirección a Mel.

—Tome mi mano señorita Scamander, voy a guiarla a la Torre de Ravenclaw.













Nota de autora:

Wey yo tomo la mano de Remus y me muERO.

VIERON QUE AVANCE LE TOCÓ LA CARA AAAAAAAH

A mi me tocan la cara y suelto un putaz0.

Espero les haya gustado, nos leemos pronto 🤧💛

Lots of love, Cici x

Pd: acabo de hacer una fic Perciver (PercyxOliver) que está conectada con Cure, ¡vayan a leer ah!

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