xxviii. low spirits




28. desánimos


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Decir que Winifred se encontraba bien era una completa mentira y a Cupido se le hacía cada día más difícil esconder sus verdaderas emociones. Aun recordaba como hace cinco días había tenido una pequeña discusión con James y su novio, Remus, debido a que ambos consideraban que Dumbledore solo pensaba usarla debido a su poder para llegar a un bien que, quizá, le beneficiaria únicamente al gran mago y director de Hogwarts.

En realidad, Winifred lo había pensando con anterioridad, y, la idea de en la cual Dumbledore ya conocía su poder desde incluso antes que ella era algo que pensaba mucho, y es que no había día en el que se preguntará, ¿cómo es que el lo sabía?

Dejo de pensar en aquello cuando la melodiosa voz de Amelia se hizo presente, le dedico una pequeña sonrisa a su amiga al verla salir del baño y Amelia no pudo notar con curiosidad, el extraño comportamiento de Winifred.

—¿Todo bien, cariño? —preguntó con dulzura.

Asintió con su cabeza, mintiéndole—. Sí, todo bien —respondió sonriendo con timidez.

Tomo el cepillo intentando peinar sus revoltosos chinos sin éxito alguno. Resoplo frustrada y miro su reflejo en el espejo.

Winifred se sentía desastrosa y Amelia lo pudo notar, por que fue capaz de sentir la tristeza de su amiga.

—Win, ¿qué ocurre? —indagó preocupada Amelia.

—Mi cabello es un asco —dijo tomándolo entre sus manos—. Luce muy... muy feo —murmuró haciendo un puchero—. Parezco zanahoria —susurró.

—Woo, Winnie, ¿qué dices amor? ¡Tu cabello es hermoso! —chilló Amelia caminando hacía ella—. Resalta tu piel blanca y hace que tus ojos azules brillen.

Ladeo una mueca viéndose al espejo.

—¿Por qué no te quitas la pijama y vamos a Hogsmeade? Tamara debe estar esperándonos para tomar las carrozas y, estoy segura que Remus también —intento animarla.

Se paro algo frustrada y caminó a su baúl para comenzar a sacar su atuendo.

—Entonces, iré a buscar a Tam, ¿sí? —Winifred asintió lentamente y Amelia salió corriendo de su habitación, sintiendo preocupación por su amiga.

No era normal ver a Winifred tan desanimada. ¡Ella adora las salidas a Hogsmeade! Sin mencionar que en los casi seis años que llevaba de conocerla, nunca se había quejado de su apariencia, ni una sola vez. Era algo que simplemente a ella no parecía afectarle, o al menos, no hasta ese momento.

Y esperándose encontrar a alguno de los merodeadores, se sintió realmente aliviada y feliz de ver a Sirius.

—¡Oh, Black! ¡Hasta que te encuentro!

La forma en la que le había hablado, provocó que Sirius se sorprendiera. Ni en sus sueños había sido capaz de ver a Amelia tan aliviada por verlo.

—¿Me buscabas? ¿Y ese milagro? —murmuró sorprendido.

Antes de que pudiese continuar hablando, Amelia lo tomo del brazo y tiro de él, para entrelazarlo con el suyo e impedir que los estudiantes que tenían planeado acercarse al mayor de los merodeadores, no lo hicieran.

—No te emociones —le advirtió—. Algo le sucede a Win.

Aquellas palabras alarmaron al primogénito Black.

—¿Qué? ¿Qué le sucede? ¿Dónde está? ¿Está en la enfermería? ¿Se siente mal? ¿Se volvió a desmayar? —preguntó con rapidez y realmente preocupado.

—Toma aire, Black —le recomendó Amelia—. Está en la habitación, pero definitivamente algo le pasaba. Mira, llevó compartiendo cuarto con ella por casi seis años, ¿sabes? Vivir con Winifred es como vivir con un terrón de azúcar. Se despierta cantando, gritando y dedicando sonrisas incluso en los días tristes —explicó—. Pero hoy todo es tan... diferente —susurró—. Ni siquiera se emociono cuando le dije que si iría a Hogsmeade —Sirius frunció el ceña—. ¡Ella ni siquiera le importo! ¿Sabes? Yo soy usualmente a la que no le importan las salidas de Hogsmeade y ella es la que me tiene que obligarme a cambiar, ¡hoy sucedió todo al revés! —exclamó con preocupación.

—Demonios, algo le ocurre a Winifred.

Amelia tiro del largo cabello de Sirius, haciéndolo gritar de dolor—. ¡Es lo que te estoy diciendo, imbécil!

—¡No tienes por que hacerlo tan personal! —lloriqueó Sirius—. Pero, ¿no te ha dicho por qué? —Amelia negó con su cabeza—. Ella no sabe de... de lo que... —la mirada de la chica mostró confusión—. Ya sabes —musitó—. De lo que tú y yo tenemos que hacer... —aclaró.

Amelia desvió su mirada y ladeo una mueca—. Ella ya lo sabía...

—Espera, espera —le detuvo abruptamente—. ¿Dices que Winifred ya sabía que tú y yo tenemos que casarnos? Pero, ¿mis amigos no pueden saberlo?

—Winifred es Winifred —puntualizó—. Y si, ella lo sabía por que... sucedió algo —hizo sonar su garganta y apretó sus labios.

—¿Qué? —preguntó con curiosidad.

—Nada importante —dijo chasqueando su lengua—. Como sea, dudo que el motivo por el cual se sentía así fuese por eso —comentó ladeando una mueca.

—¿Desde cuando lo sabe? —curioseó.

—Se lo dije unos días después de su cumpleaños —respondió suspirando.

—¿Quieres hablar de...?

—La verdad, Sirius, no quiero hablar de la muerte que me espera si no me caso contigo —dijo soltando un suspiro pesado—. Estamos hablando de Winifred —le recordó.

Sirius ladeo una mueca y acarició el brazo de Amelia—. Bien, ¿sabes si está mal con Remus...?

—¿Quién está mal conmigo? —ambos dieron un brinco y se giraron para ver a los tres restantes merodeadores.

Peter y James no pudieron esconder la manera burlona de verles al notar que ambos se encontraban caminando.

—Entonces, ustedes dos —les señalo James.

Rápidamente, Amelia se separo de Sirius y cruzó sus brazos.

—¿Quién está mal conmigo? —repitió confundido Remus.

—Ah... ¿nadie? —susurró Amelia.

—¿Y Winnie? —curioseo esta vez mirando a su alrededor.

Amelia suspiró y miro a Sirius, quien ladeo una mueca.

—Rem, al parecer Winifred se siente mal...

—¿Qué? ¿Qué tiene? ¿Dónde está? James, dame el mapa —ordenó con firmeza.

El primogénito Potter, se apresuro para sacar torpemente el mapa del merodeador, provocando que algunos galeones cayeran de su bolsillo.

—Esta en la habitación, Remus —aclaró Amelia al ver la preocupación del chico—. Es solo que... luce tan... desanimada y, estaba diciendo no sé que de su cabello —murmuró frunciendo el ceño.

—Bendito Merlín, se dio cuenta que su cabello es un nido de pájaros —musitó Sirius.

No debió decir eso frente a Remus, quien le propició un golpe a Sirius y sin esperar un segundo más, salió corriendo rumbo al sótano.

Maldijo al ver los barriles y mordió su labio algo desesperado. Nunca antes habían pasado por aquella seguridad que Helga Hufflepuff había proveído a la casa de los tejones, y es que la casa amarilla era la única que impedía que los impostores (o integrantes de otras casas) entraran a su sala común.

Y cuando estaba apunto de ponerse a bailar, uno de los barriles se abrió permitiendo un hueco y Winifred salió de ahí, luciendo realmente... diferente.

—¡Winifred!

La pelirroja sonrió un poco al ver a Remus ahí y permitió que su novio le diera un fuerte abrazo.

—¿Estás bien? ¿Amor, estás bien? —preguntó en un susurró.

Acuno su rostro entre sus manos, mientras que sus ojos chocolates inspeccionaban cada parte de la mirada de Winifred.

—Estoy bien —respondió en voz baja.

—Amor, amor, ¿qué ocurre? —indagó en voz baja.

Sus narices se rozaron en un tierno beso. Winifred cerro sus ojos al sentir ese cosquilleó que tanto le provocaba Remus, y fue capaz de ver el aura del hombre lobo brillar con intensidad.

—¿Te sientes mal, amor? ¿Quieres ir a la enfermería? —le cuestionó en voz baja.

Winifred, hablo en voz muy baja—: ¿Puedes darme un beso?

Remus sonrió.

—Cuantos quieras, amor.

Acarició la mejilla de Winifred con suavidad. Sus labios se rozaron lentamente mientras sus respiraciones se hacían pesadas, y en un rápido, pero tierno movimiento, Remus fue capaz de atrapar los labios de Winifred y besarla con tanto amor.

Los brazos de la joven rodearon el cuello de Remus para profundizar aquel beso. Las manos de Remus tomaron con fuerza la cintura de Winifred, provocando que se elevara un poco del suelo al cargarla. Soltaron una pequeña risita y se separaron para darse continuos besos tiernos.

—¿Te sientes mejor? —preguntó Remus, acariciando la mejilla de Winifred con ternura.

—Sí, creo que solo necesitaba verte —confesó algo sonrojada.

—¿Quieres hablar de lo que ocurre? —curioseo Remus.

Entrelazaron sus brazos y Winifred soltó un suspiró pesado mientras comenzaban a caminar rumbo a la salida del castillo para dirigirse a las carrozas.

—Es, es solo que no he podido dejar de pensar en lo que me dijeron tú y James —dijo por fin, soltando un suspiró ligeramente liberador.

—Ignora todo lo que dijimos —pidió Remus—. Nunca debimos hacerlo Win, es solo que nos preocupamos por ti, pero, al final de cuentas, tú eres quien tiene la última palabra.

Winifred inclinó su cabeza y sujeto con fuerza el brazo de Remus, quien logro entrelazar su mano con la de la joven, dándole pequeñas caricias.

—Amor, no dejes que eso te haga sentir tan mal.

Se detuvieron.

Winifred apoyo su espalda en la pared y tiro de las caderas de Remus para que se acercara a ella quedando realmente cerca. Tuvo que inclinar ligeramente su rostro para poder hablarle en voz baja.

—Yo sé que eres capaz de muchas cosas, amor —dijo, tomando con delicadeza la cintura de Winifred—. Y sé, que muchas veces te asustas de lo que eres capaz de hacer por que desconoces tus poderes, pero... si de algo estoy seguro, es que tu nunca, nunca —enfatizo—, podrías hacerle daño a alguien que no merece sufrir.

Los ojos azulados de Winifred inspeccionaron el rostro de Remus con cariño. Acaricio su mejilla y paso su dedo índice por sus cicatrices, ladeando una pequeña sonrisa.

—En realidad —hablo en voz muy baja y apoyando su mano en la pared—, estoy bastante seguro de que tu podrías hacer cambiar incluso al alma más dañada —musitó.

—¿Eso crees? —preguntó en voz baja.

—Me hiciste cambiar a mi, un pobre hombre lobo...

—¡Oh, Rem! —le reprimió—. Tu no estás dañado, bobo —musitó rodando los ojos. Remus sonrió un poco al verla tan indignada—. Solo necesitabas que alguien te diera un pequeño empujoncito para que vieras realmente la clase de persona que eres: un hombre inteligente, carismático, valiente, leal, realmente guapo —susurró.

—¿Realmente guapo? —preguntó entre pequeñas risas.

—Hermoso —aseguró Winifred.

—Pues, es tiempo de que tu sepas que eres una mujer realmente inteligente. Eres muy trabajadora, y leal; eres una alegría para todos aquellos que te rodean y eres realmente una encantadora mujer —las mejillas de Winifred tomaron un color similar al de su cabello, inclinó su cabeza apenada y sonrió sin poder evitarlo—. Winifred, tu eres capaz de aliviar cualquier dolor. Puedes hacer que esa tristeza se vuelva felicidad y que esa felicidad se vuelva tristeza —musitó, mirando con amor el rostro de la joven—. Eres... eres un jodido ángel, si, eso eres. ¿Dónde están tus alas? —ambos soltaron pequeñas risitas y Winifred alzo su mirada para ver a Remus.

Los ojos de la joven se cristalizaron al escuchar aquellas palabras que provocan que su corazón latiera con gran rapidez.

—Sí quieres ayudar a Dumbledore, ten por seguro que estaré a tu lado, en todo momento —susurró—. Ten por seguro, que estaré protegiéndote y que me encargaré de que nada te suceda.

La gruesa lagrima recorrió la mejilla de Winifred hasta golpear contra el dije de su collar, el cual emitió un pequeño brillo.

—¿Lo harías?

—Cuando dije que quiero estar contigo toda una vida nunca mentí, Winifred —la joven relamió sus labios y sonrió mostrando sus adorables hoyuelos.

—También quiero estar contigo toda una vida, incluso más allá de la muerte —confesó.

—Lo estaremos —aseguró Remus—. Tu eres el amor de mi vida, ¿uh? Así que incluso más allá de la muerte, se que tu y yo estaremos juntos.

Juntaron sus labios en un tierno beso, que poco a poco comenzó a tener mayor ferocidad. Winifred se paro de puntitas, permitiendo que Remus la sujetará con fuerza y rodeo sus brazos por el cuello de su novio, comenzando a jugar con el cabello del chico.

—¡Sonrían!

Se separaron de golpe y en un mismo movimiento ladearon sus rostros para ver a Sirius acompañado de Amelia y James. Salió el flash de una cámara y Winifred comenzó a reír escondiendo su rostro en el pecho de Remus.

—Eres un idiota —le hizo saber el hombre lobo abrazando a Winifred.

—Sí, tanto que Amelia me lo dice ya me la estoy creyendo —confesó Sirius soltando un suspiró pesado.

—Es que lo eres —respondió Amelia sin expresión alguna, cruzando sus brazos.

—Entonces, ¿vienen a Hogsmeade? —preguntó con inocencia James—. ¿O prefiere procrear bebés?

—¡James!

Sirius soltó una sonora carcajada y golpeo sus rodillas mientras se encontraba inclinado. Amelia aprovecho de verlo así para darle una patada provocando que cayera y besará el piso. La risa de Winifred provoco que todos comenzaran a reír y Sirius lloriqueó.

—¡Eso es maltrato!

—Animal —susurró James—. Eso es maltrato animal —dijo en voz alta.

—Me encantaría seguir golpeando a Sirius, pero mi sobrina estará en Hogsmeade y...

—¡Oh! ¿Estás diciendo qué Aster está aquí? ¡Vamos a Hogsmeade! —chilló Winifred dando brincos y tirando del brazo de Remus—. ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos! —pidió con emoción.

—Esa es la Winnie que yo conozco —musitó Amelia.

—¿Dices que nuestra sobrina Aster está aquí? ¿Ella es hija de cual de todos mis cuñados? —indagó Sirius.

Hubo un silencio aterrado y Amelia saco su varita con delicadeza. Sirius soltó un fuerte grito y salió corriendo mientras se carcajeaba.

—¡Apúrate amor, quiero conocer a mi sobrina! —exclamó dando vuelta por el corredor.

—¡Ven acá cobarde! —le llamó Amelia saliendo corriendo detrás de él.

—¡Uy! ¡Diez galeones a que lo convierte en calabaza! —dijo Remus a James.

—¡Trato!


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Para los tres merodeadores que se encontraban juntos, aun seguía siendo una sorpresa ver cómo Amelia seguía con ellos en su transcurso a Hogsmeade, puesto que usualmente la chica tomaba una carroza junto con Tamara o simplemente... no iba al pueblo. Sin embargo, el hecho de ver a su sobrina le emocionaba y todos podían notarlo.

—Entonces, mi sobrina... ¡digo Aster! —se corrigió rápidamente Sirius, utilizando a un James divertido de escudo—. ¿Cuántos años tiene y por que la queremos tanto? —curioseó.

—Aster tiene custro años —comentó Amelia.

—¡Tiene la edad de Charles! —exclamó Winifred, quien mantiene su brazo entrelazado con el de Remus, se acercó al oído del hombre lobo para susurrar—. Hare de mi magia para que ella y Charlie se casen.

Remus no pudo contener su risa divertida.

—Y, no es que sea mi sobrina favorita...

—Pero lo es —le interrumpió Winifred, ganándose una mala mirada por parte de Amelia—. ¡Oh vamos! ¡Si es tu sobrina favorita! ¡Aparte son idénticas! —aseguró—. Solo por que Aster es pelirroja, como Hugo —aclaró.

—Amelia, mi amor, ¿por que tu no eres pelirroja? —curioseó Sirius, si James siguiese siendo su escudo, probablemente el chico hubiese sido empujado de la carroza—. ¡Uy! ¡Se imaginan! —chillo emocionado—. Si Amelia fuese pelirroja, tres de las novias de los famosísimos merodeadores serían pelirrojas...

—Una, no soy tu novia —le aclaró—. Dos, vuelve a decirme novia y te cortare el pene —amenazó con una sonrisa adorable—. Tres, primero muero antes de ser tu novia.

A Winifred no le causo gracia aquello por que le metió un golpe en la nuca a su amiga, quien hizo un puchero.

—Y cuatro, Lily aun no es mi novia —agregó James alzando su índice—. Pero, todo indica a que voy por buen camino —aseguró con una sonrisa.

—Vas por muy buen camino —le animó Remus.

Mostró una sonrisa triunfante y asintió con su cabeza bastante emocionado.

—Amelia, ¿crees que voy por buen camino en tu conquista? —preguntó con inocencia Sirius.

Para fortuna del Gryffindor, las carrozas se detuvieron y Sirius aprovecho de eso para bajarse corriendo mientras soltaba carcajadas.

—A nada de matarlo, en serio, a nada —gruño Amelia mirando a Winifred con cierta desesperación.

Resopló aun más molesta al verlo saludar a uno de sus hermanos mayores.

—¡... claro que sí Hugo! Amelia y yo nos amamos mucho...

Winifred soltó una risita al verlo hablar de una relación no existente.

—Hugo, ignora al idiota —pidió Amelia con ligera molestia.

—¡Hola Hugo! —saludó con emoción Winifred.

—¡Win-Win! ¿Cómo estás, peque? —saludó con cariño.

—¡Me encuentro muy bien! —respondió con ánimos.

La mirada de Remus se enterneció al ver a su novia luciendo feliz.

—Sí, sí, eso no importa. ¿Dónde está Aster? —preguntó con emoción Amelia.

A lo lejos, se escucho un grito agudo y Amelia corrió en su encuentro con una pequeña niña pelirroja que se había soltado del agarré de su madre, quien cargaba de un bebé.

Sirius soltó un suspiró que provocó que Winifred ladeará su cabeza y James alzará una ceja luciendo sorprendido.

—¿Acaso él...? —Remus codeó a James para que no hablara.

—Woo, si que se parece a Amelia —comentó Sirius algo sorprendido.

La pequeña niña, pese a tener el cabello pelirrojo y ojos azulados, lucía mucho como su tía Amelia. Sonrisa pequeña, nariz puntiaguda, labios ligeramente gruesos y tenía un semblante que la hacía lucir molesta.

—En una ocasión le preguntaron a Amelia si ella era su hija —comentó Hugo bastante divertido—. ¿Saben que paso?

En una misma voz, tres de los merodeadores respondieron—: Hechizo a la persona.

Entre risas, Hugo asintió.

—¡Hola pequeña Aster! —saludó Sirius inclinándose.

—Hola viejo —Winifred soltó una carcajada al ver la mirada de ofendido por parte de Sirius.

—¡Aster! —le reprimió su madre.

—¿Qué? El me llamó pequeña —dijo frunciendo el ceño.

—bueno, es por que eso eres —le dijo su padre mientras cargaba a su bebé—. Conozcan a Henry —movió la mano del bebé en forma de saludo.

—¡Que belleza! —exclamó Winifred—. Hola bebé Henry.

El pequeño bebé soltó una risita pegando su cabeza al pecho de su padre.

—¿Quieres cargarlo? —preguntó Hugo al ver la emoción de Winifred.

—¿¡Puedo?!

Hugo le tendió al bebé que se dejó cargar por Winifred, lo tomo con cariño por la cabeza y sonrió sin poder evitarlo.

—Es tan hermoso, hola bebé, eres muy bonito —susurro mientras acariciaba su mejilla.

—Remus prepárate que con Win tendrás veinte hijos —bromeo Sirius.

—Aguarden, ¿ya son novios? —preguntó emocionado Hugo—. ¡Aún recuerdo cuando Winnie nos habló de Remus como por dos horas!

—¡Hugo no tienes que decir eso! —le reprimió su esposa, al ver como las mejillas de Winifred se tornaban rosas.

—¿Tan poquito tiempo? —preguntó ofendido Remus.

—Oh Black, ¡mira lo que causas! —chillo Amelia, provocando que James y Hugo se carcajearan.

—¿Me regalas a Henry? —preguntó Winifred al ver como el bebé pegaba su cabeza a su pecho.

—Claro, solo hace mucha popo —informó Hugo—. Solo que primero intenta pasar por mamá oso —señaló a su esposa que rodó sus ojos.

—Tía Lia, ¿podemos ir por dulces? ¿Podemos? —preguntó Aster tirando del brazo de su tía.

—Claro cariño, sirve que nos vamos lejos del viejo —dijo con una gran sonrisa.

—¡Hey! Aster, yo seré tu tío —señaló Sirius.

—¿Le tengo que llamar tío? —preguntó a su mamá algo sorprendido.

—¡Ignóralo! —pidió Amelia mirando con odio a Sirius, quien luce bastante divertido—. Vamos, ¡vamos por ranas de chocolates!

—¡Uy! ¡Eso me interesa! ¡Yo me apunto! —dijo Remus moviendo su brazo de un lado a otro.

El bebé comenzó a reír al ver a Remus hacer tal acto.

—¡Vamos todos por ranas de chocolates! —exclamó Hugo.

—Ashley, ¿te importa si...?

—¡Ay, Winnie! No te preocupes —le interrumpió con una gran sonrisa—. Al parecer, le agradas a Henry y eso no sucede muy seguido —dijo con ternura.

Remus llego al lado de Winifred y tomó del gordo brazo del bebé.

—Hola bebito —le saludo con una sonrisa tierna.

Henry balbuceó un poco.

—Estoy segura que quiso decir «hola» —aseguró Winifred mirando a Remus con una gran sonrisa.

Siguieron con su camino lado a lado mientras cuidaban del pequeño Henry, que se sentía realmente cómodo entre Winifred y Remus, ignorando las miradas de burla por parte de James y Sirius, quien también había aprovechado para tomarles fotos llamándoles «pequeña familia lobuna».

—Miren eso, Sirius dice que está tratando de ganarse a Aster —les dijo James llegando con Remus y Winifred bastante divertido.

Los tres observaron el momento en el que Aster miraba con el ceño fruncido a Sirius, quien sujetaba de una lado una manzana con caramelo y del otro lado un algodón de azúcar gigante. 

Winifred soltó una pequeña risita y observo a James y Remus tratar de ocultar sus miradas burlonas por como Aster solo miraba a Sirius de forma desafiante. La pequeña niña realmente podía pasar como versión de Amelia pequeña. 

—Ahora que me doy cuenta —susurró Winifred arrullando a Henry—. ¿Dónde está Peter? —preguntó alzando una ceja.

—Será mejor que me des a Henry —musitó Remus tomando al bebé.

—¿Qué? —preguntó con confusión, al ver como Remus tomaba al bebe y se alejaba un poco de ella. 

James hablo con gran emoción y orgullo—: Peter está en una cita con June.

Winifred abrió su boca y la cubrió al momento en que soltaba un grito. Comenzó a dar pequeños brincos completamente emocionada y chillo al momento de tomar los hombros de James.

—¿¡Peter y June?! ¿¡Peter y June?! —grito moviendo al Gryffindor que asintió algo mareado—. ¿¡Por qué no me lo dijeron algo?! ¡¿Cómo por que no lo sabía?! —exclamó con desesperación.

—Bueno, se lo pidió ayer —explico James separándose de Winifred algo adolorido—. Y ella dijo que sí y supongo que no sabías por que... bueno, estabas muy desanimada...

—¡Oh, estúpidos desánimos! —lloriqueó—. ¡Peter y June juntos! —miró a Remus, quien sigue cargando a Henry y luce divertido—. ¡Yo sabía que ellos dos iban a estar juntos! ¡Lo sabía! —continuó dando brincos emocionada y James soltó una pequeña risita—. ¡James, mira Lily está sola! 

Lo hizo girarse para que viera a la chica pelirroja que miraba por los escaparates de la tiendas, luciendo algo curiosa, como si buscará algo.

—¡Ve con ella! ¡Ve con ella! ¡Es tu momento! —lo empujo haciéndolo caminar, James miro a Winifred algo asustado, pero la Hufflepuff no se detuvo. 

Corrió antes de que Lily pudiese verla y regreso con Remus, quien le estaba entregando a Hugo su bebé. 

—Es hora de que alguien vaya a comer —informó Hugo a Winifred.

—¡Adiós bebé Henry! —el bebé soltó una pequeña risa y Hugo ondeo el brazo del bebé en señal de despedida.

—Sabes, también tengo hambre —dijo Remus tomando la mano de Winifred—. ¿Qué dices si vamos a las tres escobas? —preguntó mientras se acercaba para besar su mejilla.

—¿Por qué lo preguntas? ¡Vamos a las tres escobas! —Winifred estaba apunto de ponerse a correr, sin embargo, se detuvo de golpe y se giro sobre sus talones para ver el interior de la tienda.

Sirius y Amelia se encontraban sorpresivamente riendo juntos, mientras que Aster hacia pequeños berrinches. 

—Eso es nuevo —susurró Remus.

Winifred soltó un suspiró pesado y ladeo su cabeza—. Sí, solo espero que algo entre ellos dos funcione bien...

—¿Qué dices amor? Amelia y Sirius... ¿juntos? 

Alzó los hombros de manera inocente.

—Uno nunca termina de conocer los misterios del amor, Remus, nunca. 




Nota de autora: 

¡Hola bebes! En serio que siento mucho la tardanza, pero no les miento cuando digo que dure dos semanas para escribir todo este capítulo, estoy desesperada bc se todo lo que pasa pero al momento de escribir mi cerebro se queda como *loading* 

Anyways, espero les haya gustado, ¡nos leemos pronto!

Lots of love, Cici x 


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