xx. sex, private lessons and finding a balance
20. sexo, clases privadas y encontrando un balance
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La mañana siguiente al cumpleaños de Winifred fue todo un caos.
La gran mayoría de los estudiantes de séptimo, sexto y quinto faltaron a clases por que algunos estaban muy desvelados y otro tenían una horrible resaca.
Afortunadamente, el grupo de los merodeadores sí asistió a todas las clases sino querían meterse en serio problemas, ya que serían realmente obviamente obvios
Pero lo que les sorprendió fue no ver a Winifred ni a Amelia a la primera hora.
—Quizá se enfermaron —murmuró Remus un poco preocupado.
—Debe ser la resaca —respondió James bebiendo de su botella con agua mientras toma asiento al lado de Peter, quien aprovechó para pegar la cabeza a la mesa.
—Oigan... en serio no recuerdo con quien me acosté —murmuró Sirius rascando su cabeza.
—¿No fue con Sally? —preguntó Peter adormilado.
—Quizá... —ladeo una mueca, James y Remus compartieron miradas con los ojos bien abiertos.
—N-no... ¿no recuerdas? —preguntó James sorprendido.
—No. ¿Con quién me fui anoche? —preguntó mirándolos.
—Ni idea —respondió rápidamente Remus interrumpiendo a James.
—Sí, ni idea —musitó viendo de reojo a Remus.
—Mierda —susurró—, solo espero haber realizado el hechizo, no quiero tener otro susto —murmuró.
—Sirius, deberías de dejar de tener sexo cuando estas tomado —le recomendó Peter.
—¿Bromeas? Se siente mucho mejor —aseguró sonriendo—, aparte, siempre quedo con la persona que tendre sexo y... esta vez no quede con nadie —carraspeó incómodo—. Es la primera vez que sucede esto, quizá, Winifred vio con quién me fui... o tal vez Amelia, ¿ella estaba ahí? ¿No? —murmuró.
—No, no estaba ahí —dijo rápidamente Remus que hizo sonar su garganta—, ella ya se había ido.
—Sí, se había ido —agregó James mirando a Remus algo confundido, ya que no entendía el motivo por el cual están mintiendo y no diciéndole la verdad.
—Quiero defecar —murmuró Sirius parándose.
—¡No nos importa! —exclamó Peter cubriendo sus oídos.
Sirius hizo un pedorreta y se fue de ahí carcajeándose. Remus se inclinó sobre James al ver cómo le hacía señas para que se acercará a él.
—¿Por qué no le dijimos la verdad? —susurró James.
—¿Bromeas? No la dejara en paz —musitó dándole un zape.
—Au, mis neuronas —murmuró adolorido.
—Piensa James, si Canuto se entera que se acostó con Amelia...
—Uff, no... ya me imagine el escándalo —murmuró.
—¿Crees que ella lo recuerde? —preguntó Remus algo confundido.
—Oh Merlín Santo, ¿¡y si ella no quería?! —chillo horrorizado James.
—¡Cállate Cornamenta! ¡Pensamientos bonitos! ¡Pensamientos bonitos!
—Venaditos, sí, venaditos por todos lados —dijo rápidamente cubriendo sus orejas.
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Aunque la resaca le está gritando a Winifred y a Tamara que por favor regresen a sus camas y vuelvan a dormir, las dos Hufflepuff no pueden hacerlo porque Amelia llegó despertando a ambas amigas en cuanto los rayos del sol apenas entraban por sus ventanas.
Estaba lanzando maldiciones y soltando odio a Sirius.
—¿Ahora que paso? —preguntó Tamara tallando de sus ojos.
—¿Qué no saben? —exclamó desesperada.
—Se muchas cosas, pero no por qué quieres que Sirius esté muerto ahora, no esta vez —musitó Winifred soltando un bostezo—, quiero vomitar —murmuró adormilada.
—¡Me acosté con Black!
Los ojos de Winifred se abrieron, la chica cubrió su boca y rápidamente atrajo un balde en el cual vomito.
—¡Gracias por la ayuda! —lloriqueo Winifred con asco.
Tamara le pasó una servilleta y le dio un vaso con agua en donde solo tomo para volver a escupirla en el balde que terminó limpiando con un movimiento de varita.
—¡Me acosté con el jodido baboso y estúpido de Sirius Black! —exclamó furiosa y dando patadas al suelo.
—¿Cómo...?
—¡Desperté en una de las habitaciones de las tres escobas! —respondió la pregunta que no le dejó terminar a Tamara—. Desnuda, en una cama con Sirius Black —dijo con una mueca—. Dato: él también estaba desnudo —tiró de sus cabellos y soltó un grito de coraje.
—Creí que habías dicho que te ibas a dormir —murmuró Winifred confundida.
—¡Pues me fui a dormir desnuda con Black, seguramente! —respondió histérica.
—Bien... ¿si tuvieron sexo o fue solo...?
—¡Merlín Tam! —Amelia chilló con voz aguda—. Tuvimos sexo, lo recuerdo —puntualizó con sus ojos bien abiertos y haciendo movimientos de mano—. ¡TODO! —aclaró.
—Mierda —soltó Winifred—, ¿todo, todo?
—¡Todo! —lloriqueo.
Se dejó caer en la cama y cubrió su rostro con sus manos para soltar un grito de desesperación.
Tamara y Winifred de un brinco se pararon (se lamentaron al sentir un mareo incontrolable y Winifred sintió más náuseas), para correr hacia la cama de Amelia y comenzar a tranquilizar.
—Lo recuerdo todo —sollozo—, yo queria hacerlo, maldita sea fue mi idea —se lamentó.
Ambas amigas se miraron sin saber exactamente qué hacer.
—Yo le dije que fuéramos a las tres escobas cuando él propuso que nos escapáramos para divertirnos —cubrió su rostro completamente apenada—, y-y yo... ugh, yo fui quien dio el primer beso, Merlín, ¡yo le quite la camisa! ¡Que estúpida soy!
—Amelia, no eres estúpida...
—¡Claro que sí Winnie! —le interrumpió—. Hubiese preferido mil veces haber tenido sexo con... ¡con Gideon o Fabian! ¡Con los dos al mismo tiempo me hubiese importado poco! —Winifred cubrió sus oídos, asustada—. Pero... ¿¡Sirius?! ¡¿Qué pensaba?! —preguntó con voz aguda.
—La cosa es que no estabas pensando —dijo Tamara con una mueca—. Simplemente te dejaste llevar por el momento de calentura... —alzó sus hombros con una ligera mueca.
—¿¡Pero con Sirius?! —gritó tirando de su cabello.
—Oh Merlín, ¿él también lo recuerda? —susurró Winifred perpleja.
Amelia negó rápidamente con su cabeza, soltó un suspiro y cubrió su rostro.
Dijo unas palabras que ninguna de las dos entendió.
—Lo siento, no hablo ese idioma —murmuró Tamara.
Tomo aire y exhalo—. Le borre la memoria a Sirius.
Winifred dio un grito al aire que provocó que las dos chicas cubrieran sus oídos.
—¿Estás demente? —exclamó horrorizada.
—Hum, sí, por si no lo sabes tuve sexo con Black...
—¡Borrar su memoria, Amelia! —le reprimió Winifred—. ¡Tengo que verlo! ¡Tengo que ver que no haya quedado loquito! —chillo preocupada.
—Win, relájate —murmuró Amelia—, mi papá es desmemorizador, se realizar ese encantamiento —se cruzó de brazos tomando aire y miró a Winifred.
—¡Pero no podías...!
—¡Winnie si lo dejaba así iba a ser una tortura! No puedo... —cerró sus ojos y soltó un suspiró—, no puedo soportar a Black, menos podré hacerlo si es que se llega a enterar de lo que hicimos...
—Solo tuvieron sexo, súper normal, la gente tiene sexto todo el tiempo —dijo Tamara restándole importancia.
—Tam... las cosas que nos dijimos anoche —murmuró Amelia.
Winifred alzó una ceja un tanto interesada—. ¿Qué cosas se dijeron? —musitó interesada.
—Solo... cosas —musitó dejándose caer en la cama.
—Le dijiste que te gusta...
—No me gusta.
—Pues parece.
—No me gusta, Winifred —gruño Amelia sentándose de nuevo.
—Sientes atracción por él —se corrigió con una sonrisa ladeada—, y está bien —aseguró—, porque Sirius es guapo y...
—Es un pendejo mujeriego que no sabe lo que quiere; que rompe las reglas y tiene un ego tan elevado que llegó hasta la capa de ozono y la perforó para poder seguir creciendo —gruño.
—Pero aun así te gusta —murmuró Tamara con una sonrisa ladeada.
—¡Las odio mucho! —lloriqueo—. ¡Y no me gusta!
El resto del día, Winifred no pudo siquiera acercarse a Sirius, quien aún tiene una mirada confundida y sintiéndose algo mal por no poderle decir la verdad prefirió mejor inventarse excusas de que tenía que verse con chicos y chicas para darles consejos.
Pero no le dio consejos a nadie, la cruda se lo impedía al igual que el dolor de cabeza, sin mencionar que por algún extraño motivo Remus parecía querer evitarla y no entendía por qué.
—La verdad, la fiesta estuvo buena —dijo James sentado al lado de Winifred.
La chica se encuentra en los terrenos del castillo junto con James y Peter, mientras que Remus está con Sirius ayudándole averiguar con quien fue la chica con la que se acostó ya que tiene que advertirle que se tome la poción para no tener otro susto.
No, no, está muy joven como para tener un bebé y eso suena a una pesadilla.
—Pues hay que prepararnos que en un mes sigue la tuya y la de Remus —le codeo Peter con una sonrisa.
—No se cansan de hacer fiestas —negó Winifred con una sonrisa, dejando de dibujar en su libreta.
—No, aparte ¡cumplimos diecisiete años! —exclamó James con emoción.
—¿Qué le podré regalar a Remus? —susurró Winifred con una mano en su barbilla.
—Un besito —James lanzó besos al aire, las mejillas de Winifred se tornaron rojas al recordar lo que iba a pasar entre ellos en la noche de su cumpleaños.
—Me refiero a un buen regalo —murmuró.
—Un besito es un buen regalo —aseguró James—, yo me moriría si llego a recibir un besito de Lily —admitió soltando un suspiro.
—Bien ahora solo tengo que convencer a Lily para que te bese —bromeo Winifred.
—¿¡Qué!? ¡No! —chillo asustado, mientras Winifred y Peter se carcajean—, no da risa.
—Claro que sí —dijo Peter limpiando sus lágrimas.
—Tampoco quiero asustarla —murmuró apenado.
—Descuida, no le diré nada —aseguró Winifred divertida.
—No importa que le regales a Remus, le va a gustar —aseguró Peter.
—¿Cómo estás tan seguro? —preguntó nerviosa.
Peter y James compartieron miradas incrédulas.
—Cupido, ¿qué acaso no te llego el memorándum? —preguntó Peter.
—¿Cuál?
—¡Remus te ama! —exclamó por fin James con sus brazos abiertos.
El corazón de Winifred comenzó a latir con rapidez, miró a Peter y luego a James, esperando que alguno de los dos soltará en carcajadas y le dijera que era solo una broma.
Pero nunca paso.
—¿Qu-qué? —tartamudeo—. N-no, claro que no —musitó.
—¿Me estás diciendo que no te das cuenta de que Remus te ama? —le preguntó Peter sin poder creerlo—. ¡Merlín! Y yo creyendo que James es el ciego...
—¡OYE! —exclamó ofendido James.
Y antes de que Winifred pudiese abrir la boca, una niña de cabello oscuro y ojos miel habló frente a ellos.
—Hum, Cupido, es un mensaje del director Dumbledore —murmuró apenada, tendiéndole un pergamino, sin poder evitar ver de reojo a James quien está tirando de sus gafas molesto.
—Oh, gracias Venus —aceptó el pergamino con una sonrisa y la niña se fue corriendo de ahí.
Abrió el pergamino ignorando la pelea de James y Peter acerca de la ceguera del primero y leyó el corto mensaje.
Las clases privadas darán inicio el día dieciocho a las ocho en punto. La espero en mi oficina, puntual.
Pd: me gustan los caramelos que estallan.
—Y bien, ¿qué quiere el viejito? —preguntó James, rindiendose con sus gafas.
—James —le reprimió Winifred dándole un golpe mientras Peter trata de no reír—. Solo... algo de mis materias —murmuró.
—Oh, ¿vas mal? —curioseo Peter.
—Hum, algo —respondió alzando los hombros.
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Winifred acomodo su bufanda de Hufflepuff y se colocó con cuidado el collar que le regaló Remus por su cumpleaños, por fin tendría las tan esperadas clases privadas con el director Dumbledore y no tiene ni la menor idea de lo que puede suceder.
Ya que ni ella misma sabe de lo que es capaz de hacer.
—¿Vamos al lago por la noche? —alzó su cabeza para ver a Amelia, está jugando con sus manos de manera nerviosa—. Win, no puedes dejar de hablarme, somos mejores amigas...
—Y le borraste la memoria a mi mejor amigo solo por que tuvieron sexo —le reprimió, Amelia suspiro bajando su cabeza.
—Es algo que no lo entenderías...
—Ayudame a entenderlo —pidió.
—Bien —suspiró—, es... —Amelia apretó su mandíbula y tomó aire—. ¿Nos vemos en el lago?
Winifred ladeo una mueca—. Esta noche no puedo, tengo que ir al despacho del director...
—¿Ocurre algo?
—Solo, unas cosas de mi futuro —respondió restándole importancia.
—Oh, ¿para entrar a trabajar en el departamento de misterios? —preguntó con cierta emoción.
—Sí, exacto —señalo Winifred—, pero... ¿te parece mañana? Podemos ir al lago en la noche.
—De acuerdo, suena bien —murmuró.
—¿Y me contarás todo?
—Todo —suspiró.
—Bien, ahora, ¿vamos a desayunar? Muero por unos panqueques con mucha, mucha miel —dijo dando brincos.
Las clases pasaron tranquilas, Winifred procuraba prestar atención a todo ya que antes de las vacaciones de pascua tendrán exámenes, sin mencionar que los profesores les están dejando muchos deberes y apenas puede con su apretada agenda.
Por su parte, Remus sigue teniendo un extraño comportamiento con Winifred por lo que no sabe cómo sentirse respecto a eso.
Pero esa es otra historia por que Remus le esconde ya varios secretos a la chica.
—¿Vamos a drogarnos? —preguntó Sirius de repente, llegando al grupo donde Winifred, Lily, Amelia y Dorcas se encontraban estudiando.
Pero su mirada se encuentra fija en Amelia, quien procuro no despegar su vista de su libro.
—Hora y lugar —le apuntó Dorcas con su pluma.
—¡Ese es el espíritu que necesito!
—¡Señor Black la biblioteca no es lugar para gritar! —la bibliotecaria mandando una furtiva mirada al primogénito Black, el chico salió corriendo no sin antes guiñar un ojo a Amelia y Winifred achino los ojos.
—Iré... a mi habitación —murmuró Amelia.
—Bien, tengo que buscar a Mar —informó Dorcas, por lo que Lily y Winifred quedaron solas.
—Lils, ¿sabes si Remus me evita por algo en específico? —curioseo.
—No creo que te evite —dijo dejando su pluma—, creo que... ay, vamos Winifred, le gustas a Remus —soltó con obviedad.
El corazón de Winifred comenzó a latir con rapidez, la chica negó con su cabeza y soltó un suspiró pesado.
—No entiendo por qué dicen eso... si... bueno —vaciló un poco nerviosa y Lily la miró con ternura—, si yo le gustará a Remus entonces no... bueno, no me evitaría, ¿oh sí?
—Remus es muy extraño —dijo por fin la Gryffindor—, se comporta extraño... —pensó antes de hablar—, bueno... a veces siento como si ocultara algo —musitó, Winifred le miro con más interés, queriendo saber más—. ¿No te parece?, al menos una vez al mes él y los merodeadores son... extraños.
A Winifred le pareció completamente interesante eso—. Sí, curiosamente, cada que sale la luna llena.
Ambas amigas se miraron a los ojos como si estuviesen pensando lo mismo, Lily se inclinó para susurrar y Winifred le imito.
—¿Estás pensando lo mismo que yo? —susurró.
—Sí —respondió en voz baja pero clara.
Ambas compartieron miradas y al mismo tiempo hablaron, para confirmar que en realidad sí estaban pensando lo mismo.
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Winifred llegó dando brincos al tercer piso y comprobó su reloj solo para ver que faltaban siete minutos para las ocho. Sin dejar de dar brincos y menear su despeinado cabello pelirrojo llegó hasta una gárgola y tras hacer sonar su garganta, dijo.
—Caramelos que estallan.
La gárgola giro mostrando unas escaleras de caracol por las cuales Winifred comenzó a subir de dos en dos escalones, se balanceo sobre sus talones al llegar frente a la puerta y bastante decidía golpeó con su puño cerrado.
La puerta se abrió por arte de magia y con delicadeza la empujo un poco solo para pasar cautelosa al despacho del director.
—¿Hola? Profesor Dumbledore —habló con calma.
—Adelante señorita Prewett —la chica dedicó una pequeña sonrisa al profesor que salió de una puerta y camino al encuentro con la joven.
—Y bien, ¿qué es lo que exactamente voy a aprender? —curioseo sin poder evitarlo.
—Por qué mejor no me cuenta exactamente lo que desea aprender —la chica frunció el ceño ligeramente.
—Pues... todo —soltó una risita inocente y Dumbledore sonrió—. En realidad, profesor, no sé qué tan lejos puedo llegar...
—Tan lejos como usted desee —respondió con voz tranquila—. Señorita Prewett, ¿qué desea realizar con sus poderes?
—¿Perdón? —susurró en un hilo de voz.
—Vera, usted tiene un don extraordinario —dijo con notoria emoción—, más allá de que sea capaz de ver el amor, de sentirlo, de manipularlo, señorita Prewett usted puede crearlo —Winifred parpadeo varias veces—. Winifred, solo usted es capaz de mantener un balance entre el bien y el mal.
—¿Cómo? —susurró sorprendida.
—Gracias al amor por supuesto —respondió bastante tranquilo—, usted es capaz de sentirlo, de verlo aun cuando no tiene forma, es capaz de manipularlo...
—¿Qué? ¿Puedo hacer eso? —preguntó ligeramente asustada.
—No tienes nada de que asustarte, Winifred —agregó al notar la mirada de la chica—, en realidad lo ha estado haciendo ya los últimos años...
Winifred miró a Dumbledore sin poder creerlo.
—Mediante la ayuda que da a los estudiantes enamorados, usted en realidad los ha manipulado para encuentren el amor —ella jadeo un poco preocupada—, pero eso no es nada malo...
—Bueno, para mí suena terrible —admitió.
Dumbledore ladeo una sonrisa—. Es por que tiene mucha bondad dentro de usted, porque hay solo amor y por eso, sé que al decirle la verdad de su destino será capaz de utilizar de sus poderes para el bien.
—M-mi... ¿mi destino? —susurró perpleja—. ¿Cuál es mi destino?
—Esa es la verdadera pregunta, señorita Winifred, ¿cuál es su destino? —Indagó el director—. ¿Desea un destino de riquezas y honra? ¿O prefiere una entre las tinieblas y la maldad? ¿Espera tener amor y humildad? ¿O le gustaría navegar por los mares los conocimientos y la calidad?
Winifred trago saliva.
Sin duda alguna no quiere estar en la tinieblas, y aunque la riqueza no suena tan mal, ¿habrá amor ahí?, porque si no lo hay entonces no quiere estar en ese destino. Definitivamente el mar del conocimiento suena interesante, pero claramente la que le llama la atención es sin duda la vida de amor y humildad.
—Entre el amor y la humildad, sin duda alguna —respondió—, aunque navegar por los mares del conocimiento y la calidad suena interesante —musitó.
Dumbledore sonrió—. Sí, muy interesante —aseguró—. Se podría trabajar perfectamente en ambas, señorita Winifred.
—¿Sí?
—En realidad, podría trabajar perfectamente en todas...
—¿Todas? ¿Incluso en la de las tinieblas y la maldad? —cuestionó un tanto sorprendida.
—Todos y todas tenemos algo de maldad dentro de nosotros —respondió Dumbledore juntando sus manos—. Solo tenemos que saber en qué momento utilizarlo...
—¿Cree que es correcto utilizar de la maldad para conseguir un fin? Sin duda alguna no considero lo mismo —admitió Winifred encogiéndose de hombros—, creo que sería más sencillo mantener un balance, sin pasar a los extremos en ambas, encontrar el punto medio en donde nadie salga lastimado...
—Exacto —señaló con una pizca de emoción—, eso señorita Winifred, es justo lo que aprenderemos...
—¿Un balance? —Dumbledore agitó su varita, dos balanzas de plata flotaron, una de ellas es de color negra y lo otra tan blanca como la nieve.
—Un balance entre el bien y el mal —especificó.
Winifred movió un poco su mano, las balanzas se alinearon quedando a la perfección y Dumbledore miro con cierto destello en sus ojos a Winifred.
—Un balance que solo usted será capaz de crear.
Lo había entendido, o algo así.
Winifred en su primera lección logro entender cómo es que a veces llegaba a sentir tanto las emociones de las personas, o como es que era capaz de hacer que las personas comenzaran a sentir. Todo es gracias a ella, gracias a ella y a su don por el cual fue bendecida.
Un don que en realidad todavía no logra entender tan bien porque cada vez que lo piensa resulta confuso.
¿Encontrar un balance entre el bien y el mal? ¿Cómo rayos lo iba a lograr si tan solo tiene diecisiete años?
Momento oportuno por cierto, ya que un mago oscuro cada día comienza a alzarse y noticias trágicas comienzan a aparecer día con día en el periódico mágico, El Profeta.
¿Acaso ella tendría que hacerle frente al Mago Oscuro y a sus seguidores? ¿Era por eso que Avery la había acorralado semanas atrás? ¿Por su poder? ¿Por su magia?
La verdadera pregunta aquí es quien se lo dijo. ¿Cómo es el Mago Oscuro se enteró de eso? ¡Ni siquiera ella sabe lo que es capaz de hacer pero al parecer otras personas sí! Por qué está claro que Dumbledore lo sabe, lo había notada en sus ojos que destellaban cuando veía como la chica era capaz de protegerse sin necesidad de una varita, o en al formaba en la que hablaba sobre su poder... él lo sabía, pero, ¿cuántos más?
¿Acaso sus padres lo sabían? Estaba segura de que no, su madre nunca le creyó cuando decía que podía ver a personas juntas.
—Win, ¿estás bien? —la chica dejo de ver la planta que cuelga de la pared, Amelia tiene los ojos adormilados y el reloj marca apenas las once de la noche.
—Ah, sí —musitó.
—¿Cómo te fue con Dumbledore? —preguntó algo adormilada.
—Bien —respondió quitándose los zapatos—, ¿hablamos mañana? Muero de sueño.
—Sí, sí, de acuerdo —musitó volviendo a acostarse.
Lo peor de todo es que Winifred no puede contarle a nadie sobre su poder, no por ahora mientras apenas está descubriéndolo, pero ya había cometido el error de contárselo a James y Remus y por lo preocupados que se veían estaba segura de que no lo olvidarían tan pronto.
Oh, y también tiene que decirle a Remus que sabe que es un hombre lobo, pero ese es otro tema.
Hola pequeños saltamontes 🤠
¿Qué opinan hasta ahora de la fic? Los leo.
De igual forma no olviden comentar y votar que eso me motiva a seguir escribiendo 💖
Lots of love, Cici x
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