vii. fight with the snakes


7. pelea con las serpientes


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En los terrenos del Castillo de Hogwarts el clima estaba comenzando a cambiar y eso solo significaba que el invierno pronto llegará y con eso la navidad, una de las festividades que más le gusta a Winifred (su favorita es San Valentín), por ende, algunos se encuentran refugiándose de los cambios del otoño antes de darle la bienvenida al invierno.

Son pocos los alumnos que se encuentran disfrutando en los terrenos del castillo, donde el cielo se mantiene del lado este nublado, pero del oeste se encuentra un tanto claro.

—El clima es tan bipolar como yo —señaló Amelia con su cabeza alzada.

Tamara soltó una risita por eso y Winifred negó cruzándose de brazos—. Yo no creo que seas bipolar —aseguró la pelirroja.

—Díselo a mi madre y a mi hermano Edgar —pidió rodando los ojos.

A lo lejos, un grupo de cuatro chicos salieron del castillo caminando en dirección hacia las tres Hufflepuff. Amelia maldijo en voz baja, pero Tamara sonrió hacia donde estan los merodeadores. Winifred solo se paró de un brinco y se dirigió a ellos mientras daba vueltas cual bailarina de ballet.

—¿No es adorable? —susurró Remus con una pequeña sonrisa antes de que Winifred se colgara cual koala sobre Peter.

—¡Hola a mis Gryffindor's favoritos! —saludó en un grito. 

Winifred deposito un beso en la mejilla de Peter, en la frente de James, en la nariz de Sirius, y al llegar con Remus, tuvo que dar un brinco, porque a pesar de tener una altura promedio (se sentía bastante bien con su metro setenta), Remus Lupin todavía era casi veinte centímetros más alto que ella.

Se sostuvo de los hombros de Remus y alcanzó a plantarle un sonoro beso en su mejilla para después señalar su cicatriz.

—Esa es nueva, ¿ahora qué ha pasado? —preguntó con preocupación.

—Fue mi culpa —le salvó James—. Hum... compramos una espada —Winifred ahogó un grito y llevó sus manos a su boca de manera exagerada. 

—¡James Potter! —exclamó cual madre a punto de regañar a su hijo.

—¡Era para fines académicos! —agregó Sirius rápidamente, salvando el pellejo de su amigo. 

—¡Lastimaron a Remus! —chillo con molestia—. ¡No pueden lastimarlo! Mucho con que tenga sus defensas bajas y ustedes... ¡le lastiman con una espada! —Winifred comenzó a pegarle a James y luego a Sirius.

Peter quien se estaba riendo no se salvó de aquellos golpes.

—¡Ay! ¡Yo no hice nada! —se quejó el más pequeño.

—¡No los detuviste! —le reprimió dándole un golpe más fuerte en el brazo. 

—Créeme, lo intente... pero yo soy pequeño y ellos grandes —murmuró rascando su nuca.

—¡Pero si tienes la misma altura que James! —le dijo como si fuera obvio.

La mano de Remus se posó delicadamente sobre el hombro de Winifred, ella se giró para verlo, el joven la está mirando con ternura y aprecio, haciéndola sentir como si fuese una bebé ante los ojos de Remus.

Pero por algún motivo, le gustaba que Remus la viera así.

—Estoy bien —dijo sonriendo—. Yo fui quien no tuvo cuidado. Canuto me advirtió que... hum, la espada estaba... ¿afilada? —murmuró con el ceño fruncido y quizá un poco confundido.

Los tres merodeadores comenzaron a asentir frenéticamente con su cabeza. 

Winifred paso su mirada por cada uno, sabía que sus amigos le estaban mintiendo y lo confirmo cuando Sirius comenzó a mirar hacia otro lado, desviando sus ojos grises hacia sus pies y luego hacia sus manos, cualquier dirección menos a Winifred.

—Bien, me gustaría ver esa espada —comentó poniendo una pequeña sonrisa para tratar de descubrir la verdad.

Aparte, sentía en todo su ser como las mentiras aumentaban cada vez más en respecto a la salud de su querido amigo Remus Lupin. 

Peter jadeo—. Eh... la confisco Minnie —murmuró el más pequeño.

—Sí, eso —señaló James.

Winifred hizo ojos de pistola en dirección a James, el chico comenzó a jugar con sus manos, nervioso.

—Son pésimos mentirosos —Remus casi se ahogó con su saliva, pero solo tosió delicadamente—. Como sea, ¿no creen que es un lindo día para enamorarse? —preguntó sonriendo y suspirando de manera romántica. 

Sirius frunció el ceño y negó—. No hablemos del amor, me pone enfermo —aseguró de forma dramática, Winifred solo rodó sus ojos—. Hablemos de que mi cumpleaños es en una semana...

—¡Fiesta! —grito James levantando sus puños.

Y aunque lo normal hubiese sido que James comenzará a hablar de la fiesta, él frunció el ceño, olfateo el aire y giró su cabeza rápidamente.

Dos Gryffindor y una Ravenclaw van caminando en dirección hacia Amelia y Tamara, quienes están haciéndoles señas. La pelirroja va absorta en su lectura, mientras que Dorcas la lleva del hombro para que no termina tropezando con las piedritas.

—Eso fue muy raro —murmuró Winifred al ver como James había literalmente, olfateado a Lily. 

—¡Hola bola de idiotas! —Winifred soltó una risilla al ver a Mary Macdonald dar brincos por los terrenos—. ¡Soy un bulbo rebotador! —señalo la pequeña planta que tiene en su mano y Peter la miró con diversión, sin poder contener su risa. 

—¡Ten cuidado Mary! —señaló Marlene.

La chica terminó chocando con un tronco y se paró de un brinco alzando los brazos—. ¡Estoy bien! —exclamó.

Mary corrió hacia el grupo de chicas donde se colgó del cuello de Lily, tirándole el libro. La pelirroja no se molestó, al contrario, ella comenzó a reír y a correr con Mary en su espalda, quien ahora decía que estaba montando un unicornio mientras que Marlene daba brincos alrededor de Dorcas diciendo que ella quería un unicornio. 

James se recargo en Peter sonriendo—. Miren esa bella sonrisa —susurró.

Winifred comenzó a bailar con más emoción—. ¡Les dije que era un hermoso día para enamorarse!

Pronto, Winifred dejó a los cuatro chicos para comenzar a bailar delicadamente sobre el césped, su túnica ondeaba y su cabello se movía libre en el viento. La gran separación que había entre los merodeadores y el grupo de chicas (de los pocos en realidad que no sentía atracción por los bromistas) era extenso y la joven comenzó a bailar entre ambos.

Como si quisiera de alguna forma, unirlos

Lily miró a su amiga con una sonrisa y pronto su mirada se encontró con la de James. La pelirroja se sintió nerviosa y un tanto tímida le dedicó una sonrisa. El chico tuvo que sostenerse de Remus para no irse hacia atrás.

—Me sonrió, Lily-Flor me ha sonreído —susurró James perplejo, rápidamente vio a Winifred quien está tarareando—. Ella en serio es Cupido.

—¿Y apenas te das cuenta? —le preguntó Peter con ofensa—. ¡Claro que es cupido! Solo le hacen falta tener alas y vestir un pañal —comentó bromeando, haciendo que Sirius se carcajeara.

Los cuatro merodeadores por fin tomaron asiento en el césped, mientras James hablaba de quidditch y de Lily (él jura que ella le da suerte y por eso nunca falla los goles), Sirius y Peter fingen prestarle atención y darle ánimos, pero Remus se dispuso a observar a Winifred.

A él, le encanta verla ser tan libre, tan ella, tan... ¿extraña? Quizá esa era la palabra correcta, y no era un extraño ofensivo, porque incluso a veces Winifred se sentía fuera de sí, no se sentía tan normal. No es común aquel don que le ha dado la vida, ese don que le daba miedo dominar, por que sabía que era más que amor.

Y aunque a veces ella considera que nunca tendrá la suerte de encontrar el amor, Remus Lupin sabe que él le puede dar todo el amor que ella merece recibir.

Porque la adora. No, no, él la ama. 

Ama verla bailar aun cuando no hay música y algunos la miran como si estuviera demente; ama verla con su cabello despeinado caminando por los pasillos del castillo; ama verla demostrar sus sentimientos y emociones, sin importarle lo que piensen los demás; ama verla reír y llorar; ama verla tan despistada por pensar en el amor; ama verla preocuparse por los demás aun cuando ella se siente mal.

Ama ver que es tan... real.

Pero Remus dejó de pensar en ella cuando Sirius comenzó a aullar cual hombre lobo.

Una pésima imitación, en realidad.

—¿Qué carajos fue eso? ¿Tratas de ofenderme? —preguntó irritado.

Si algo odia Remus es que sus amigos intenten aullar, porque a pesar de haber pasado tantas noches de luna llena juntos, ninguno imita un buen aullido.

—Es que estas babeando al ver a Winifred bailar, creí prudente decirte que te limpies la baba —señaló con una sonrisa ladeada Sirius.

Remus le metió un golpe en las costillas haciendo que Sirius se doblara del dolor, pero James y Peter comenzaron a reír por eso.

—En parte, te lo mereces Canuto —le dijo burlón James—. Daría todos mis galeones por verte enamorado.

—Pues suerte que no quedarás pobre, porque eso no va a suceder —dijo en un hilo de voz.

Remus iba a replicar, pero no lo hizo al ver como Winifred caía de rodillas al césped con lágrimas en sus ojos.

Se paró de un brinco y no le importo pisar la mano de Peter porque corrió hacia ella para dejarse caer a su lado. Winifred está viendo lo que parecía ser un hormiguero.

—¿Win? —susurró Remus.

—Lo he pisado, no me di cuenta —Winifred sollozo y miró a Remus—. ¡He pisoteado el hogar de las hormigas! —lloriqueo llevando sus manos a sus ojos para limpiar sus lágrimas.

Remus sintió su corazón contraerse, ese tipo de cosas eran las que le gustaban a Winifred, ella incluso sentía el dolor de los animales, seres y criaturas, teniendo demasiado empatía ante cualquier ser viviente (mucha diría él).

—Hey, descuida, no fue tu intención —aseguró Remus acariciando su enmarañado cabello.

—No —murmuró—, pero mira, esta hormiga llevaba migajas —sollozó aún más fuerte al ver la apachurrada hormiga—. ¿¡Te imaginas si he dejado a sus hijos huérfanos!? ¡Oh no, Rem! —se abrazó del pecho de Remus quien un poco perplejo aceptó aquel abrazo.

—Pero miren que tenemos aquí, dos raros viendo lo que podía ser un potencial hogar —Winifred levantó su cabeza molesta al ver a Avery, Mulciber, Rosier y Snape.

—Lárgate de aquí que nadie te ha llamado —bramo Winifred con odio.

Particularmente, ese era el grupo de chicos que se encargaba de molestar a Winifred por su don y la joven no tenía miedo de hacerles frente. 

—No me dices que hacer, asquerosa traidora.

—Cuida tu vocabulario, Avery —le advirtió Remus parándose.

Cuando menos se lo esperaba Winifred, los merodeadores ya estaban atrás de ellos, con sus varitas en manos, dispuestos a atacar y a enfrentarse a un duelo con los cuatro Slytherin. 

—Pero si son los don bromitas —dijo con burla Mulciber.

—¿Qué se les perdió? —gruñó James mirando con odio a Snape, quien también miraba al chico.

Era fácil ver quiénes eran los que más se odiaban entre sí. 

Sirius pasa su varita entre sus dedos mientras mira con burla a Mulciber, Peter por su parte, mantiene su vista en Rosier, James y Snape no pueden de dejar de tener un duelo de miradas, algo como quien aguanta más sin pestañear, mientras que Remus tiene su vista fija en Avery. 

A lo lejos, las seis chicas miraron como los merodeadores y el cuarteto de Slytherin estaba por enfrentarse. Lily, fue la primera en pararse, con ceño fruncido y su mano dentro de su bolsillo, dispuesta a sacar su varita si es que llegaba a ser necesario.

—Bueno, Avery mencionó algo muy divertido sobre Prewett —dijo Rosier con malicia—. Y queríamos intentar practicar con ella...

Winifred se lanzó sobre Rosier soltándole un puñetazo directo en la nariz. La joven Hufflepuff por más sentimental, tierna, cariñosa, amorosa y todo lo relacionado con la amabilidad y bondades, no iba a permitir que le faltara el respeto.

Y mucho menos, esos cuatro.

—¡Perra hija de puta! —bramo Rosier cubriendo su rostro, ya que, de su nariz, comenzó a salir sangre.

Remus fue el primero en atacar a Rosier, y sin la necesidad de decir el maleficio, el chico ya se encontraba rascando todo su cuerpo, dejando de cubrir su rostro, puesto que estaba sintiendo picazón en todo su cuerpo.

Un rayo plateado salió de la varita de Snape, atacando a James, quien ágilmente logró desviar el hechizo. Ambos rivales, comenzaron a batirse en duelo mientras que Lily corría en dirección de los chicos. Mulciber por su parte, comenzó atacar al menor de los merodeadores, quien con ayuda de Sirius logró librarse de los maleficios que le mandaba y Avery no tardó en comenzar atacar a Remus.

—¡Ya basta! —exclamó Winifred molesta.

Pero Avery apuntó su varita a Winifred quien trataba de detener a James y la Hufflepuff salió expulsada hacia atrás, golpeando contra el tronco con el que anteriormente Mary había chocada, haciendo que jadeara adolorida y su visión se viera borrosa.

—¡Hijo de...! —Remus guardó su varita y arremangó sus mangas—. ¡Canuto lleva a Winnie a la enfermería! —ordenó mientras se acercaba a Avery, mirando de reojo como  Sirius corría en dirección de Winifred.

Remus sabía pelear como muggle, había tenido que sobrevivir en la escuela muggle cuando era un niño y lo molestaban por ser relativamente más pequeño (y enfermizo) que los demás, así que no tardó en lanzar el primer puñetazo a Avery.

Peter se arrastró y tomó la varita de Avery para comenzar a correr lejos del Slytherin y arrojar la varita lejos de él, quien no pudo librarse ante la increíble fuerza de Remus, ya que lo tomó del hombro y soltó un puñetazo hacia su rostro.

—¡Dale en los huevos, Remus! —grito Marlene dando brincos con su puño en el aire.

—¡Merlín, ya basta! —exclamó Amelia quien logró ponerse en medio de Sirius y Mulciber.

Fueron Lily y Dorcas quienes jalaron la túnica a Remus para que no continuará pegando, Mary había estado viendo todos desde el lado de Marlene, apoyando a los merodeadores y los curiosos se había reunido para ver el espectáculo.

—¡Señor Lupin! —Remus dejó su puño muy cerca del rostro de Avery, quien ya tenía su ojo morado, la nariz rota y sangre en gran parte de su rostro.

Jadeo fingiendo inocencia en dirección a la profesora McGonagall.

—¡Todos a la dirección!

—¡Pero profesora...!

—¡Todos y todas, señorita Bones!


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Sirius acarició el rostro de Winifred con sumo cuidado, su piel es cálida y suave, sus párpados se encuentran moviéndose de un lado a otro y sus labios están entreabiertos, aparte, tiene unas hermosas pecas esparcidas por el puente de su nariz y sus pómulos que la hacen ver a un más hermosa.

Sonrió un poco al ver como su amiga abría sus ojos parpadeando un par de veces.

—Hola, Canuto —dijo con voz ronca y una pequeña sonrisa.

—Hola pequeña golpeadora —saludó con cariño Sirius.

—¿Dónde están los demás? —preguntó sentándose algo adolorida y llevando una mano a su cabeza, la cual tiene una venda.

—Lo último que vi fue como Remus machacaba a Avery —Winifred jadeo preocupada, abrió sus ojos a tal grado que parecían pronto salirse de su rostro—. Descuida, Remus está bien...

—Pero él, él...

—Remus puede ser muy fuerte... créeme, muy fuerte —aclaró con voz dramática.

Winifred lo miró un tanto confundida, pero no pregunto—. ¿Seguirán peleando? —curioseo.

—No lo sé, solo han pasado treinta y tres minutos —comprobó Sirius mirando su reloj de mano—. ¿Cómo te sientes?

—Bien —aseguró sonriendo un poco—. Ese Avery es...

—Un maldito bastardo, eso es —aseguró con molestia Sirius.

—Solo espero que Remus esté bien —susurró mirando sus manos, un tanto nerviosa.

Sirius sonrió con ternura y acarició el brazo de Winifred—. Créeme, él está bien —susurró—. Ay, que pendejo, yo tengo el mapa —dijo de repente, reaccionando, causando que Winifred soltará una risilla, porque la mayor parte del tiempo, Sirius olvida cosas como esas y terminaba insultándose por ser tan olvidadizo. 

El chico sacó un arrugado pergamino de su bolsillo, lo sacudió un poco ya que había un poco de migajas de varitas de regaliz, y al comprobar que no hubiese nadie apuntó su varita al mapa.

—Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas —una pequeña sonrisa se formó en el rostro de Winifred al ver como el mapa comenzaba a mostrar todo el castillo de Hogwarts y lo que habitan en él.

Ambos comenzaron a buscar el nombre de sus amigos y Sirius miró a Winifred para después señalar la oficina del director Dumbledore, la cual se encuentra llena de motitas.

—Ay Merlín —jadeo Winifred leyendo los nombres de todos sus amigos y amigas.

—Woo, ¿así que así se siente no ser castigado? —preguntó divertido Sirius.

—Debo ir y decirles que todo fue mi culpa y que yo inicie el duelo y las peleas —dijo tratando de sentarse.

Pero Sirius se lo impidió, poniendo una mano en el pecho de la chica y la otra en su espalda, quedando frente a frente. Winifred lo miró sin entender el porqué de su impedimento y Sirius trago saliva, nervioso, ante la cercanía de ambos.

—No, no, Winnie, no fue tu culpa, tienes que descansar, eso dijo Poppy —recordó Sirius las palabras de la sanadora.

Winifred se recostó bufando un poco—. Bien, pero exijo hablar con Minnie y aclararle que todo fue mi culpa, segura debe estar regañando a los merodeadores... ¡Ay Sirius! —chillo pelirroja.

—¿¡Qué?! ¿¡Te duele tu cabeza?! —preguntó parándose de un brinco, alarmado y dispuesto a correr por la sanadora.

—¡No! ¡Tú fiesta de cumpleaños! —jadeo llevando sus manos a sus mejillas y Sirius comenzó a reír.

—Oh vamos, ¿cuándo no he celebrado mi cumpleaños? Un pequeño castigo no arruinara mi cumpleaños —aseguró el chico.

—Eso espero —murmuró—. He estado haciendo invitaciones y son muy bonitas —aseguró haciendo que Sirius sonriera aún más.

—Winifred Prewett, tu eres un ángel bajado del cielo —las mejillas de Winifred tomaron un color carmesí ante aquel halago.

—Oh cállate Sirius —dijo negando—. Haría cualquier cosa por ti, somos hermanos, ¿lo olvidas?

Fue una pequeña sonrisa la que se asomó por el rostro de Sirius y asintió—. Si, Winnie, somos hermanos. 





So... hola e.e

¿Qué opinan hasta ahora? 

Me pone de nervios escribir este fanfic por que yo amo la época merodeadora pero no sé si lo que escribo está bien o está mal y yo describo a los personajes como me los imagino y aaaaaaaah, no sé qué nervios. 

Bueno, espero que les haya gustado, gracias a todxs los que le pican a la estrellita, les amo <3

Lots of Love, Cici x

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