i. a gift


1. un don


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Junto al río Windrush, una casa de piedra caliza alberga a una familia de sangre pura y bastante antigua, pertenecientes a los Sagrados Veintiocho, la familia Prewett; quienes viven de su vida bastante tranquila y a escondidas de los muggles, a los cuales se encargan de siempre respetar, inculcandoles a su hijos e hijas, que se les tiene que respetar incluso aquellos que no forman parte de la comunidad mágica.

Una señora de cabello castaño rojizo se asomó por la ventana de la cocina que está junto al río y tiró pequeños cebos al agua, en cuanto hicieron un plop, una mano verdosa con largos dedos tomo lo que la señora Prewett había lanzado y el grindylow regreso a lo profundo del lago.

Dos gemelos se estaban aventando migajas de pan y ella se giró cruzándose de brazos.

—Gideon, Fabián, basta —ordenó con voz firme, ambos escondieron sus manos detrás de su espalda.

—Lo sentimos mamá —corearon al mismo tiempo, fingiendo inocencia.

—En vez de estarse arrojando migas de pan, levanten a Winifred por favor, ay esa niña —musitó negando lentamente—. ¡Andando! ¡Que se hará tarde para desayunar y llegaremos tarde a King's Cross!

A los gemelos no se les tuvo que decir dos veces para desaparecer en un torbellino haciendo que la señora negara lentamente. Después de aprobar su examen de aparición, lo único que hacían era aparecerse y desaparecerse por toda la casa.

Provocando dolores de cabeza a su madre y a su padre.

En una de las habitaciones de la casa, Winifred Prewett se encuentra durmiendo con su boca entreabierta, sus pecas esparcidas por el puente de su nariz y pómulo la hacen ver bastante adorable y su cabello se encuentra enmarañado y muy esponjado. Su respiración es muy ligera y sus párpados se mueven lentamente mientras en su sueño, miles de personas, parejas en realidad, aparecen dándole a conocer lo que le espera en ese año.

Los gemelos se miraron con diversión y Fabián sacó una corneta de aire de entre su túnica, Gideon contó mostrando primero el dedo pulgar, seguido del dedo anular y concluyó con el dedo corazón. Al mostrar los tres dedos, Fabián hizo sonar la corneta haciendo que la pelirroja diera un brinco y soltara un grito de susto.

Ambos soltaron una carcajada al ver la mirada adormilada de la pelirroja, pronto parecía que sus ojos se iban a salir de su rostro.

—¡Idiotas! —exclamó con voz aguda aún con mirada adormilada.

—¡Despierta dormilona! —grito Fabián.

—¡Es primero de septiembre, hermanita! —exclamaron ambos.

Gideon despeinó (aún más) el cabello de Winnie, pero Fabián le dio un tierno beso en su frente.

—¿Por qué no pueden despertarme como si fueran personas normales? —gruñó mirándoles con odio.

—Por qué no somos normales —le dijo bastante obvio Gideon.

—Andando Winnie, mamá ha preparado el desayuno, no quiero que lleguemos tarde a King's Cross.

En cuanto su hermano dijo la palabra desayuno ella se paró de un brinco, colocó sus pantuflas y corrió al baño solo para lavar su rostro y limpiar sus dientes. Los gemelos se miraron burlones y desaparecieron en un torbellino.

A Winifred le importó poco la forma en la que se encuentra su cabello, ni siquiera le importo su mirada somnolienta, si bien el desayuno es la comida favorita de Winifred, y sus tripas ya rugían incluso mucho antes de que sus hermanos le despertaran.

—¡Buen día familia! —exclamó sonriente.

En el comedor de la casa Prewett, se encuentran los gemelos ya desayunando, junto con su padre, un hombre de cabello canoso y la señora haciendo flotar las jarras con jugo de calabaza.

—¡Buen día, pequeña! —dijo con una gran sonrisa su padre.

Dando brincos se fue a sentar a su lado y él besó la frente de la pequeña Prewett.

Al Winifred ser la más pequeña por default es la más consentida.

Ella sonrió al plato de comida que le sirvió su madre y agradeció para meterse un pan a la boca.

—Hum, efhsta muy ffico —ella sonrió con pan saliendo de la boca, los gemelos se miraron divertidos, pero a su madre no le causo gracia.

—Winifred eres una señorita, come como tal —los ojos de la joven se pusieron blancos.

Al tragar el pan hablo—. Mamá, las señoritas podemos comer como se nos antoje, eso es lo que nos hace ser señoritas —puso una sonrisa y sin más comenzó a comer los huevos revueltos.

—Tu tía Muriel te manda esta tiara, quiere que te peines —dijo tendiendole una caja con rubíes incrustadas.

Winifred tomó la caja con una mueca y la dejó de lado para continuar su desayuno.

—¿Cuál es el problema con mi cabello? —preguntó confundida—. A mí me gusta mi cabello despeinado. ¡Oh! En realidad, me encanta sentirlo tan libre y amo sentir el aire recorriendo cada partícula de mi pelo —dijo con voz romántica y una mano en su pecho.

Gideon se atraganto con el bollo y empezó a toser para alejar esa risa burlona, Fabián por su parte, miró a su hermanita con ternura.

—Aparte, los gemelos están despeinados todo el día, ¿por qué a ellos no les regalan tiaras? —indago cruzándose de brazos.

—Por qué los hombres no utilizamos tiaras —dijeron al mismo tiempo.

Ella les miró con una ceja alzada—. ¿Según quién? —les preguntó.

—Bueno pequeña, yo creo que es un lindo regalo el que te ha hecho tu tía, deberías aceptarlo —le recomendó su padre con voz dulce.

Ella pareció meditarlo—. La tendré de adorno, quise se la de a mi futura sobrina —dijo con emoción—. Solo espero que Molly algún día tenga una hija, digo, ya van tres niños, ¿acaso es una maldición? —preguntó abriendo los ojos.

—Quizá tú la iniciaste —bromeo Fabián.

—Oh por Merlín —murmuró asustada—. ¿Y si de ahora en adelante he desatado una maldición en donde solo nacerán hombres? ¡Mi sueño es tener una hija! —exclamó con miedo.

Los gemelos soltaron una carcajada.

—¡Vean la hora! ¡Se nos hará tarde! —exclamó su padre viendo el reloj, y procurando ignorar el deseo de su hija de tan solo dieciséis años al querer tener una bebé.

Él se paró de un brinco para comenzar a arreglar las cosas.

—Bueno, espero que tengas hijos cuando puedes aprender a cuidarte de ti misma —le dijo su madre.

—Oh, no te preocupes por eso mamá, no quedaré embarazada por ahora, soy muy cuidadosa —aseguró poniendo una sonrisa inocente.

—¡Winifred! —le regañaron Gideon y Fabian al mismo tiempo.

—¿Qué? ¡Oh vamos! ¡Ustedes están con chicas todo el tiempo!


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La señora Prewett trato de arreglar el cabello de Winifred, pero la chica solo se escabulló de las manos de su madre y se puso el gorrito de su capa para que su madre no pudiese tocar su cabello. Su papá, beso la frente de su hija con ternura.

—Cuídate mucho, pequeña —ella asintió.

—Por favor, estudien —suplicó su madre—. Deja ya ese trabajo que tienes Winifred —le rogó a su hija que negó.

—Nunca dejaré el trabajo en donde el amor sale triunfando —aseguró para después soltar un suspiro con aire romántico y una sonrisa en su rostro.

—¡Adiós! —los gemelos tomaron de los brazos a su hermanita para escoltarla al tren donde sus pertenecías ya aguardaban por ellos.

Los tres ondeaban sus manos asomándose por la puerta y se adentraron en el tren escarlata que los llevará a que los gemelos cursen su último año y que Winifred empiece su sexto año.

—Bien, por favor no te juntes mucho con Sirius —pidió Fabian desabrochando los botones de su camisa que le asfixiaba el cuello.

—Ajá, dañará tu cerebro —continuó Gideon.

—¡Oh vamos! —dijo soltando una risilla—. Sirius es mi mejor amigo y siempre lo será, nunca dejaré de juntarme con él —los gemelos solo gruñeron en respuesta—. Como sea, será mejor que me vaya, tengo una agenda llena —aseguró sonriendo.

Sin más que decir, la pelirroja se dio la vuelta y comenzó a caminar en busca de alguno de sus amigos, pero tenía demasiados en realidad, así que solo se dedicó a buscar a Sirius Black, o como le llama, su otra mitad, ya que son tan similares que se consideran hermanos.

Pero antes de toparse con Sirius, encontró a una pelirroja de cabello lacio y en perfecto estado, sus ojos esmeralda cautivan a cualquier persona y ella la conocía tan bien por que muy a menudo aparecía en su bola de cristal junto con un chico de cabello rebelde y anteojos redondo.

—¡Lily-Flor! —exclamó emocionada viendo a Lily Evans.

—¡Winnie! —ambas pelirrojas se dieron un fuerte abrazo.

—¿Cómo te fue en el verano? ¿Alguna noticia que darle a mamá? —preguntó haciendo una voz graciosa.

—Fue bastante tranquilo, en realidad y... hum... no —musitó—, ninguna noticia.

Winnie la miro achinando los ojos y Lily sintió como si ella la estuviera leyendo.

—¡Ay ajá! Ya Peter me dijo que Remus le contó que Sirius le había dicho que James te había escrito —las mejillas de Lily se pusieron rojas y Winnie chillo para tomar la mano de Lily y adentrarse a un vagón donde había solo baúles, pero no personas.

—Potter me escribió, sí —murmuró mordiendo su labio internamente de manera nerviosa.

—¡Oh Merlín santísimo! —abrió sus brazos mirando hacia arriba—. Gracias mi querido Cupido por ayudarme en una tarea tan difícil como la que es juntar a James Potter y Lily Evans —dramatizo con voz profunda.

—¡Cállate Winifred! —pidió Lily dándole un golpe en el brazo—. No nos vamos a juntar, solo me escribió.

—¿Qué te escribió? —curioseo con emoción.

—¿No que tu bola de cristal dice todo? —le preguntó alzando una ceja.

Winifred dice que tiene un don... bueno, no dice, en realidad, la joven tiene un don.

Desde que era pequeña Winifred tenía extrañas visiones donde solía ver personas juntas, personas que no conocía, personas que tampoco se conocían pero que tenían que conocerse para terminar juntas. Tenía visiones de fragmentos históricos importantes en la sociedad mágica y era capaz de eliminar cualquier tristeza sin siquiera saber como lo hacía. A veces podía levitar cosas sin utilizar de su varita y otras veces era capaz de crear nieblas.

Bueno, la última vez que creó una niebla fue cuando tenía ocho años, pero después dejó de hacerlo sin saber exactamente cómo o por qué. 

A la edad de trece años, tras cursar su primera clase de adivinación se sintió interesada por el tema de las profecía y las bolas de cristal, tan interesada que con ayuda de la profesora Sayre de Adivinación creó su propia bola de cristal después haberle confesado que desde que era una niña solía tener visiones de personas en sus sueños.

Y con ayuda de su profesora, confeccionó aquella bola de cristal que solo ante los ojos de Winifred le muestra el futuro romántico de las personas que ella desee saber.

—Mi bola de cristal me muestra las parejas, no anda divagando en ver lo que se escriben o hacen —murmuró rodando los ojos—. Deja de hacerte del rogar Lily, ¡dime que te dijo! —pidió dando brinquitos.

—Solo... me pregunto cómo estaba pasando el verano y... me mandó flores, ya sabes... tulipanes —murmuró mirando hacia la ventana y frunciendo una mueca para esconder una sonrisa que Winifred pudo ver.

Pero decidió ignorar para no hacer molestar a su amiga sin siquiera haber pisado el castillo.

—Y así —carraspeo y se cruzó de brazos.

—¡Oh que bello! —exclamó llevando las manos a su pecho—. Me parece algo tan romántico, en serio. Las cartas de amor son lo más hermoso en esta vida, ¡y te mando tulipanes, Lily! ¡Tus favoritos!

—No fue una carta de amor —murmuró rodando los ojos.

—¿Le contestaste? —preguntó con emoción—. ¡Dime que sí! —rogo haciendo ojitos.

—Sí, sí, le conteste —confesó dejando caer sus brazos—. Tampoco soy grosera como para no hacerlo —musitó.

—Este año será un buen año, algo me lo dice y mira que yo nunca me equivoco —aseguró soltando una risilla tierna—. Oh, espero algún día me pase algo tan romántico como lo que tienen tú y James...

—James y yo no tenemos nada —agregó rápidamente.

—... solo que sin menos gritos y peleas —continúo ignorándola—. Ya sabes, espero algún día poder encontrar el amor y formar una familia, ¡y tener una hija! Me encantaría llamarla Luna...

—Ay Merlín —murmuró Lily con una sonrisa al ver como su amiga se ponía a divagar.

—... tener un niño y llamarlo Gerwyn porque ese nombre es de mis favoritos y significa «amor justo», ¡ay que emoción! —chillo dando brinquitos, Lily la miró con ternura—. Vivir cerca de un bosque y poder ver cuando el sol se meta y la luna salga, para darle continuación a una trágica historia de amor —susurró mirando la ventana con aspecto triste.

—Oh... Winnie, ¿estás bien? —preguntó al ver como los ojos de la joven se cristalizaron.

—Es solo que... la luna y el sol son aún más trágico que Romino y Julietina...

—Es Romeo y Julieta, cariño —le corrigió con ternura.

—Sí, sí, esos —asintió limpiando sus lágrimas.

—Ven aquí —Lily abrió sus brazos y envolvió a la sentimental Winifred en un fuerte abrazo.

—Lily, ¿te he dicho lo mucho que me gustan tus abrazos? —le preguntó al separarse.

—No, pero gracias —dijo poniendo su mejor sonrisa—. A mí me gusta abrazarte —confesó con una sonrisa.

—¡Lily-Flor! ¡Winnie-Freck!

Ambas pelirrojas se giraron para ver a cuatro chicos, la mirada de Winifred se posó en el joven más alto de los cuatro y que se encuentra hasta atrás; su rostro cuenta con dos cicatrices en su mejilla y tiene una mirada cansada, pero una sonrisa que hace a Winifred sonreír tontamente.

Pero es que cada vez que ve a Remus Lupin ella simplemente olvida como se respira.

—¡Winnie mi cielo! —Sirius cargo a Winnie haciéndola que dejara de ver a Remus y soltara una risita.

—Hola Canuto, ¿cómo estás? —preguntó con una sonrisa.

—Más guapo que ayer —respondió haciendo que Lily rodará los ojos tratando de esconder una sonrisa divertida.

—Ho-hola Evans —tartamudeo James con mejillas sonrojadas.

Winnie miro con emoción a la pareja que más le enseña su bola de cristal desde hace un año.

—Hola... Potter —murmuró sintiéndose intimidada ante la mirada de todos—. Yo... tengo que ir al vagón de prefectos —recordó encontrando la excusa perfecta para irse de ahí.

—Adiós Lils, hablaremos luego —ella asintió muy sonrojada cuando la mirada de James se posó en Lily con completo interés.

—Gusto de verte, Win —habló con voz calmada Remus—. También debo ir al vagón de prefectos —comentó sonriendo un poco.

Ella asintió torpemente cuando Remus y Lily salieron del vagón.

—Adiós Remus —dijo en voz muy baja cuando él se fue.

Sirius le codeo divertido.

—Así que... ¿qué hablarás con Lily-Flor? —preguntó interesado James.

—No seas metiche —murmuró negando lentamente.

—¿Hablaran de mí? ¡Dime que sí! —rogó haciendo ojitos.

—Lo siento, no hablaremos de ti —mintió haciendo que James dejará caer los hombros de forma pesada.

Peter le dio dos golpecitos para reconfortándolo.

—Y bien, ¿qué tal el verano? —preguntó Sirius.

—No paso nada interesante, salvo por que la tía Muriel me regaló una tiara para peinarme y mi hermana Molly tuvo a su tercer hijo a finales de agosto —comentó sonriendo.

—¿Otro niño? —preguntó Peter.

Sip, el tercer niño Weasley, el pequeño Perce —dijo con amor.

—¿Crees que tengan alguna niña? —curioso James.

—Molly desea con todo su corazón tener una hija, así que creo que tendrán hijos hasta que nazca una niña —bromeó sonriendo—. Pero, ¿no es increíble? ¡Oh yo me muero por tener hijos! —dijo dando brinquitos emocionada y haciendo reír a los merodeadores—. ¿Se imaginan si llegó a tener una pequeña pelirroja como yo? ¡Ay que emoción!

—¡Sí! —dijo James con la misma emoción que ella—. Así mi futuro hijo y tu futura hija se casarán y el apellido Potter se unirá con el Prewett, ¡y tendrán hijos bellísimos!

—¡Oh eso suena espectacular! —chillo Winifred.

Sirius y Peter se miraron con el ceño fruncido y como si estuviesen escuchando a dos locos escapados de Azkaban.

—Ustedes dos tienen serios problemas mentales —murmuró Peter—. Me refiero a... graves —Sirius le dio la razón soltando una carcajada.

—Oh vamos, yo creo que una de las muestras de amor más puras que puede existir es traer un bebé planeado al mundo —aseguró Winifred con una sonrisa—, y ustedes ya saben cómo soy de romántica —les recordó—. Pero James, debo admitir que me sorprende un poco toda esta emoción tan romántica que está creciendo en ti —admitió haciendo que el joven abriera sus ojos y sus mejillas se pusieran un poco rosadas.

—¿Yo? No, para nada... es solo... solo sería lindo en un futuro lejano, me refiero a muy lejano tener un hijo y que sea un mini Cornamenta y... merodeador, que atraiga problemas ajá, ya saben —aclaró haciendo sonar su garganta y llevando una mano a su cuello.

—Podemos dejar de lado los bebés, solo me pone de nervios pensar que el año pasado casi deje embarazado a una chica —murmuró Sirius negando lentamente y haciendo que todos rieran.

—¿Quién te manda ser tan precoz? —se burló Winifred haciendo que James y Peter soltaran una carcajada.

—¿Qué? ¡Yo no soy precoz! 





¡Buenas y feliz regreso a Hogwarts!

La verdad es que estaba esperando con ansias este día por que... pues por que sí duh, ahre

Bueh, la verdad es que espero me tengan paciencia con lo del don que tiene Winnie no se en que rayos me metí pero lo averiguaremos ;)

¡Hasta la próxima!

Lots of love, Cici 🤎

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