26 || i want to punch him


La puerta del departamento fue tocada y Max enseguida corrió a abrir la puerta, a sabiendas de que Atlas, Mae y Leyla estaban afuera, pues habían llamado desde que llegaron para que los dejara pasar.

En cuanto abrió la puerta las dos rubias soltaron un grito y se lanzaron a abrazarla, Atlas rodó los ojos.

— Pasaron sólo como dos semanas sin verse, no exageren —bufó él chico, que no podía ingresar al departamento por que las chicas se seguían abrazando.

— También te extrañé, Young —dijo Max después de alejarse de sus amigas y abrazar a él castaño, que aceptó gustoso el abrazo.

Los chicos pasaron al departamento y dejaron la comida y bebidas que traían consigo en la mesa de centro.

— Desearía que las vacaciones de Navidad durarán para siempre —se quejó Atlas, dejándose caer en uno de los sillones.

— Dímelo a mi, en cuanto regresé de Toronto tuve que asistir a un millón de entrevistas y sólo llevo una semana —en cuanto la británica mencionó aquello, los otros tres en la habitación compartieron una mirada.

— Hablando de eso —comenzó Leyla—, explícame otra vez, ¿cómo diablos terminaste en Toronto pasando Año Nuevo con Shawn delicioso Mendes? —Maxine rió, al parecer Leyla nunca iba a superar su crush en Shawn, incluso después de haberlo conocido.

La británica se encogió de hombros—. Sólo sucedió.

— No te hagas la tonta, esas cosas no sólo suceden —dijo Atlas, lanzandole una palomita en la cara.

— ¿Por qué tanto interés, trío de chismosos?

Mae se encogió de hombros—. Es algo raro de ti.

Max frunció el ceño—. ¿El qué? ¿Tener amigos o ir a Toronto?

Atlas rodó los ojos—. Normalmente eres más reservada con alguien que acabas de conocer, tardas un poco en agarrar confianza —se encogió de hombros.

Max abrió la boca, fingiendo estar indignada pero enseguida la cerró ante las miradas que le dieron sus amigos. Tenían razón en aquello, no iba a mentir.

— No voy a negar eso peeeeero... —los tres chicos la miraron expectantes—. No acabo de conocer a Shawn, lo conocí en el cumpleaños de Giselle —sonrió con suficiencia.

— ¡Hey! Yo no pude ir, no es justo —Leyla refunfuño y se cruzó de brazos con el ceño fruncido, Max le sacó la lengua.

— Como sea, el punto es que nos conocimos ahí y estuvimos hablando un poco antes de aquella vez en la noche de películas y luego seguimos hablan... —Max calla cuando repara en la forma peculiar en que la miran los tres, con una sonrisa pícara en sus rostros mientras se lanzan miradas entre los tres—. ¿Por qué tienen esa cara de idiotas?

Leyla suelta una pequeña risita—. Por nada.

Max bufa y los mira con ceja alzada—. Ya díganmeee.

— Ya, no es nada, Max Steel —Atlas se encoge de hombros y suelta otra risa, Mae le da un golpe en el brazo para que se calle.

— Sí, bueno... —habla la mayor—. ¿Cómo está Tom? —pregunta, intentando desviar el tema (además de que quería ver la reacción de su amiga al mencionar al británico, para probar un punto.)

— Sí te enteras me avisas, porqué yo no sé nada de él —la sonrisa que la morena portaba hace un momento al hablar de Shawn decayó—. Le mandé un mensaje esta mañana pero no me contesta, la diferencia de horario apesta —ahora un pequeño puchero se formó en sus labios.

— Agh, quiero golpear a Tom —masculló Leyla, los chicos ya se estaban acostumbrando a ese comentario.

— No es como si Tom pudiera controlar la diferencia de horario, Leyley —Mae lo defendió y Max asintió de acuerdo con ella.

— ¡Siempre lo defiendes!

Mae rodó los ojos—. No lo defiendo, soy razonable —ahora fue el turno de Leyla de rodar los ojos—. Además, tu quieres golpearlo por cada cosa que Max nos cuenta de él. ¡Hasta por las cosas buenas!

— Thomas respira y Leyla ya le está arrancando la cabeza —dijo Atlas, para después soltar una carcajada.

Leyla se cruzó de brazos—. En mi defensa, desde la primera vez que salió con sus dramas perdió mi simpatía.

— ¿Alguna vez tuvo tu simpatía? —todos rieron, menos Leyla—. Como sea, Leyley. Tom no tiene la culpa, hasta yo lo entiendo —Max soltó un suspiro.

— Lo estaré vigilando.

— Bueno, ¿podemos dejar de hablar de parejas? Suficiente tengo con mi fracaso amoroso como para soportar el de alguien más —dice Atlas, dejándose caer en el respaldo del sillón con exageración.

Las chicas toman una fritura de las bolsas que habían traído y la lanzan al castaño, olvidando el tema por completo.

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