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En parte, me arrepiento de haberte hablado sin siquiera pensar qué decir o que algo así podría llegar a pasar.

Y en parte, no, siempre quise hablarte pero nunca tuve el coraje para hacerlo.

No, no estoy enojada contigo, estoy enojada conmigo misma por hacerte sentir culpable de algo que yo sola provoqué.

No es malo que me gustes, es malo este sentimiento de inseguridad que tengo cada vez que pienso en declararme en persona y termino echando todo por la borda solo porque no tengo el valor suficiente de decirte lo que siento.

Capaz me explayé de más, pero creo que al menos respondí tus dudas.

Ah, casi me olvidaba, prefiero las gomitas.