𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐
𝗘𝗹 𝗲𝗻𝗲𝗺𝗶𝗴𝗼 𝗱𝗲 𝘁ú 𝗲𝗻𝗲𝗺𝗶𝗴𝗼 𝗲𝘀 𝘁𝘂 𝗮𝗺𝗶𝗴𝗼
-Hola, lamento llegar tarde -se acerca Tory a su novio.
-Llegaste justo a tiempo -dijo él con una sonrisa.
LaRusso Nichols llamó a Johnny y a sus alumnas.
-Tu y yo en el podio -comentó Robby contento.
-Así es -afirmó Tory.
-Buena suerte de corazón -le dice Amanda a Tory de manera dulce, antes de que Tory y Sam suban con Lawrence.
-Inclínense ante mí -ordenó Johnny-. Ahora ustedes hablo de nuevo.
-Que gane la mejor -dijo Sam, haciendo un puño.
Tory recuerda la mano de su madre, un puño.
-Posición de combate -dijo su sensei.
Recuerdos de las palabras de su madre:
-Está bien, cariño. La vida nos ha tratado duro. Podemos cambiar eso porque somos luchadoras.
-Listas, pelea -dijo el rubio.
Ambas empezaron con patadas y bloqueos. Para un buen comienzo, Tory fue vencida por Sam con un barrido frontal y un golpe en el abdomen.
-Punto LaRusso -dijo el sensei.
-¡Ese es mi chica! -habló Amanda, feliz.
-Posición de combate -dijo Johnny-. ¿Listas?
Tory atacó con brusquedad, dando golpes. Sam estaba bloqueándolos entre bloqueos y golpes. Tory le dio una patada a Sam, haciendo que ella retrocediera.
-Punto Nichols -dijo Johnny.
Y luego, otra patada en el abdomen sorprendió a todos. La forma en que peleaba no parecía ser la "correcta" en ese momento, lo que hizo que Daniel interfiriera.
-¡Hey, árbitro! Fue un poco exagerado. No debería ser punto -reclamó Daniel.
-Sí, sí, lo manejaré -calmó el rubio.
-Ah, estoy bien, estoy bien -habló Sam.
-Escucha, una advertencia. La próxima deducción -advirtió el rubio.
1 a 1, posición de combate, listas, pelea.
Tory atacaba, Sam bloqueaba, pero Sam logró darle una patada en el abdomen a Tory.
-Punto LaRusso.
2 a 1.
Amanda recibe una llamada y contesta.
-Hola -se aleja para oír mejor.
-Posición de combate, listas -dijo Johnny-. Pelea.
Sam y Tory seguían peleando. Tory dio una patada y saltó para intentar pegarle, pero Sam la esquivó.
-Debemos detener la pelea -pide Amanda a Daniel.
Ambas lo daban todo entre bloqueos y ofensivas. Tory estaba a punto de darle un golpe a LaRusso mientras la sostenía con una mano, cuando de repente...
Daniel detiene la pelea, atajando a Tory y evitando que le pegue a su hija. La pelea terminó.
-¡No es justo! Pudo haber sido punto -reclamó Tory.
-¿Qué diablos haces? Yo soy el árbitro -preguntó Johnny, molesto.
-Yo decidiré cuándo se acabe -contestó Johnny.
-Te lo diré, bueno, te lo prometo -le decía Daniel a Johnny.
-No pares la pelea, por favor -suplicó Tory.
-No podemos hacerlo ahora, no delante de todos -hablaba Daniel.
-Estoy bien, papá, de verdad -dijo Sam para tranquilizar a su padre.
-No es eso -pidió Daniel-. Vengan, por favor, chicas, salgan de ahí, vamos.
-No les digas qué hacer -dijo Johnny, molesto-. Yo también soy su sensei.
-Entonces termina la pelea -ordenó Daniel.
-¿Por qué? -preguntó Lawrence.
-Porque mi madre murió -reveló Tory, haciendo que todos voltearan a mirarla.
-Tory, lamento mucho tu pérdida -dijo Daniel, apenado-. Pero la pelea no puede seguir. No es el momento.
-Sí que lo es -exclamó Tory-. ¡Sí que lo es! Tengo que pelear ahora.
-No, Tory, yo también quiero pelear, pero esto no está bien -comentó Sam.
-¿Sensei Lawrence, una ayuda aquí, por favor? -pidió Daniel.
-No está en nosotros -dijo Lawrence-. Si Nichols quiere pelear, que pelee, Johnny.
-Oye, ¿habrá otra forma de nombrar a la capitana? -dialogó Daniel.
-Otra forma, no, no -gritó Tory-. ¡Ustedes no entienden! Ninguna de ustedes entiende.
-Mi madre habría querido -dijo Tory con lágrimas en los ojos, dirigiéndose hacia Amanda-. Si no peleo, tengo que hacer esto, tengo que hacer esto por ella.
-Tory, vamos a tomarnos un segundo -se acercó su novio intentando ayudarla-. Respira, Tory.
-No, Robby, no -dijo Tory.
-Tory, sé lo que estás sintiendo, pero también sé que no es el momento adecuado para decidir -dijo Amanda, calmando a Tory.
-No quieres que golpee a tu hija -reclamó Tory.
-No -dijo Amanda.
-Porque a la hora de la verdad, la elegirás a ella sobre mí -señaló la rubia.
-No, no es eso -habló la señora LaRusso-. No estamos tomando partido.
-¿Estás segura de eso? -comentó Johnny.
-Johnny -dijo Daniel-.
-¿Quieren que esta pelea termine bien? ¡Se acabó! -contestó Tory.
-¿Tory, a dónde vas? -preguntó su novio.
-Ya terminé -expresó Tory.
Tory salió furiosa de Miyagi-Do. Había entrenado mucho, se había esforzado. Era la única oportunidad que tenía de ser capitana. Sentía que había decepcionado a su madre y, más aún, a ella misma.
Siempre competidora, nunca ganadora.
Siempre competidora, nunca ganadora.
Siempre competidora, nunca ganadora.
Siempre competidora, nunca ganadora.
Eran las palabras que se repetía una y mil veces. La bronca que sentía era inmensa. Quería gritar y llorar en los brazos de su madre, pero solo le quedaba su recuerdo.
Entonces recordó que Kreese tenía razón. No importa qué pase, siempre escogería a LaRusso.
Abrió la puerta de su casa y se dirigió allí. Se quitó el gi y lo tiró a la basura. Tanto esfuerzo en vano, tanto adaptarse no sirvió de nada.
No importaba cuánto entrenara, nunca sería suficiente. Ahora solo tenía a su hermano, su razón de vivir. Y uno debe hacer lo que sea para sobrevivir, incluso volver a Cobra Kai.
Partió para allá sin más, sin contenerse. No habría reglas ni oponentes. Sería como ella se había acostumbrado, como inició con su sensei. Era la reina Cobra y debía volver a su trono.
Pasando por los arbustos, encontró a un asiático entrenando a unos muchachos que portaban un gi negro y blanco.
Con la mirada buscaba a Kreese, pero se encontró con la mujer que la hizo "fuerte": Kim Da-eun.
-Nichols, volviste -habló sorprendida la sensei, al ver la mano de Tory, la cual fue lastimada por romper un bloque de piedra sólida y luego ser pisada por ella misma.
Tory tapó su mano, pero se mantenía firme. El mundo fue cruel con ellas y debían aprender a defenderse. Las heridas sanan, pero los locos siguen sueltos -soltó Tory sin miedo.-Insolente. Psicópata.
Suficiente -dictó Kreese, quien venía escuchando la conversación. Volteó a ver a Tory y dijo-. Vaya, así que la cobra muda de piel.
Tory se mantenía firme sin decir nada.
-Así que LaRusso ganó y te echaron a ti. Te lo dije, no perteneces allí. Este es tu lugar -señaló Kreese apuntando hacia Kwon, quien enseñaba las técnicas aprendidas por Kreese.
-Ese chino va a ser el líder, quien llevará al Sekai Taikai -habló Tory en tono de burla.
Kwon escuchó mientras los demás se reían. Aunque Kwon terminó el entrenamiento, se acercó a Tory y le dijo:
-Tú no serías capaz de ser una líder, solo eres una llorona -habló Kwon con arrogancia.
-Tengo más experiencia de líder que un novato como tú -contestó Tory con firmeza.
-Quisiera ver de qué eres capaz -dijo Kwon, provocando a la rubia.
-Créeme, no te va a gustar -respondió Nichols.
-Quiero ver qué puedes hacer. Sorpréndeme, Nichols -habló desafiante el pelinegro.
-Kwon, ¿por qué no le muestras a esta señorita lo que entrenamos aquí? -habló Kreese.
-Sí, sensei -respondió el pelinegro-. Espero no lastimarte, risitos de oro.
-No lo harás, chino, tenlo por seguro -dijo Tory burlona.
-Posiciones -ordenó Kim. Ambos los hicieron.
-Comiencen -ordenó la asiática.
Tory lanzó una patada, Kwon la esquivó. Luego siguió con los golpes, pero él los bloqueaba. Al no encontrar su debilidad, Tory parecía cansada pero no se rindió. Lanzó una patada en el abdomen que hizo retroceder al pelinegro y dijo:
-Nada más -dijo él con aires de grandeza-. Pero veamos cómo esquivas esto.
Él lanzó una patada giratoria, dando en la cara de Tory y haciéndola caer.
-Eres fuerte, pero no suficiente -dijo Kwon.
Tory se tocó la cara, pero no se iba a dar por vencida. Esta vez, Kwon fue quien atacó. Tory logró bloquear sus movimientos. Kwon intentó darle un golpe, pero Tory utilizó un bloque que había aprendido en Miyagi-Do.
-Parece que el señor Bonsai te enseñó algo -comentó Kreese.
-Nada mal, rubia, pero no me rendiré -habló Kwon, agrandado.
Tory se volvió más agresiva, comenzando a lanzar golpes. En un movimiento, a punto de darle una rodillazo, Kwon agarró la pierna de Tory, haciendo que ambos cayeran. Sus miradas se encontraron en un fuego, pero no de pasión, sino de ira y deseo de dominar.
-Ya vi suficiente. Tory, Kwon, párense de una vez -ordenó Kreese.
-Suélteme -dijo Tory, empujando a Kwon para que la soltara.
El pelinegro lo hizo, pero no porque ella lo pidiera, sino porque él tampoco quería estar en esa posición.
-Mira, ensuciarse mi gi, estúpida -reclamó Kwon.
-Ay, lo siento, chinito. Debes darte un baño o te quedará el olor a chivo -dijo Tory, burlona.
-No te soporto, y mucho menos ahora que serás la líder. Por orden del sensei, lo asimilaré -dijo el adolescente.
-No soy la líder por orden de nadie. Si Kreese me buscó es porque sabe que tú solo no podrías ni con un ejército -respondió Tory.
Con esta pelea, vimos que Tory debe ser la nueva líder. Tiene bloqueos y Kwon, fuerza. Si juntamos ambos, serían imparables en el Sekai Taikai. Además, Tory podría implantar lo que aprendió en Miyagi-Do y Kwon podría darle sus mejoras. Es todo por hoy. Pueden irse.
Kwon y Tory salieron, no sin antes lanzarse una mirada de odio.
-Nos vemos, risitos -dijo el asiático.
-Nos vemos, chinito -dijo la rubia.
Antes de que cada uno siguiera su camino, debían admitir que se necesitaban, pero su orgullo se lo impediría.
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