𝖝𝖎𝖎
❝ 𝕹𝖔𝖇𝖔𝖉𝖞'𝖘 𝖉𝖆𝖚𝖌𝖍𝖙𝖊𝖗 ❞
PARA ESTAR HERIDA Y SECUESRADA LA RUSA ESTABA TRANQUILA. Solo veía con expresión neutral a sus secuestradores que también tenían expresión neutra –excepto con los que se había peleado en el desierto que la veían con rencor–, ciertamente a Melanka le daba igual, lo que realmente le interesaba a ella era como demonios iba a huir de ellos.
Melanka estaba encadenada de los pies y manos pues el que parecía el que estaba a cargo lo considero oportuno después de ver como estando herida le había dado batalla a dos de sus hombres que vieron con vergüenza a su jefe. Supo que habían llegado a cualquiera que fuera su destino cuando la camioneta se detuvo y los cinco hombres que habían empezaron a bajar primero para después tomar las cadenas que la ataban y jalarlas para que ella avanzará.
Como si de un perro se tratara.
Presto atención de lo que habia a su alrededor, era una cabaña que estaba en medio de la nada y lo único vivo que había en el lugar era la presencia de los mercenarios y la semidiosa, fuera de eso todo estaba muerto incluyendo la cabaña que parecía que no aguantaría una tormenta más.
El dolor en sus manos la hizo apartar la vista de la estructura de la cabaña para concentrarse en lo que había dentro de ella, no era un lugar en el que los mercenarios vivieran pues no había casi ningún mueble solo había una mesa de madera –en la que tenia un juego de cartas, un lapiz, una botella de tequila y un florero que contenían unas rosas apunto de marchitarse–, y unas cuantas sillas, pero había una radio, una televisión y una nevera –donde seguramente habrían cervezas–, en una pared había una cabeza de toro con sus enormes cuernos disecada de decoración y para ser el colmo todo estaba empolvado y habían cosas tiradas por todos lados –la rusa vió varias balas y un machete y herramientas tiradas–, también vió a una rata pasar.
Lo único que de verdad destacaba de ese horrible lugar eran las dos enormes celdas que ocupaban casi todo el espacio del comedor. Una de ellas estaba ocupada mientras que Melanka se vió arrastrada a ser la inquilina de la celda restante.
—No es un lugar lindo lo sé, pero una vez que nos paguen por tí conseguiré un lugar mejor para retener a mis futuros encargos—le dijo el jefe mientras cerraba la celda e irse a sentar y continuar su juego de cartas.
Melanka se sento en el sucio suelo y se concentro en cualquier cosa que no fuera el inquilino de la celda que estaba al lado de ella y que había empezado a tararear una melodía. Su intento de paz no le duró mucho pues el sujeto había reemplazado el tarareo por cantar y ciertamente no era el mejor haciéndolo.
—¿Te puedes callar?—dijo tajante volteando a ver y quedándose impresionada al ver de quien se trataba.
—¿Te conozco?—le preguntó el sujeto viéndola con confusión.
—¿Lo haces?—le respondió Melanka.
El castaño dejó de fruncir el ceño para verla con una sonrisa que desconserto a la rusa.
—Tú eres la niña que me quito mi celular en la playa hace unos años—la vió de pies a cabeza para después poner una sonrisa coqueta—. Aunque de niña ya no tienes nada...
—Elio—dijo Melanka por fin.
—También me recuerdas, eso es grandioso pero dime Melanka ¿cómo es que llegaste a esta situación?
—No por voluntad propia.
—Debo decir que yo si me gane estar aquí.
—¿De verdad?—le preguntó un tanto curiosa.
Elio asintió: —Me ofrecieron unirme a un club y se me hizo interesante así que acepte por curiosidad, y me terminó de convencer cuando vi que tenían un enorme barco y no tenía que pagar nada por estar ahí, en fin la cosa se puso rara cuando un tipo de cicatriz en la cara me empezó a hablar de dioses, monstruos, titanes y guerra, y dije bueno creo que es club de nerds ricos que les gusta jugar un juego de roles, pero supe que era verdad hasta que ví un tipo enorme y con un solo ojo, te seré sincero al principio pensé que era un buen disfraz pero luego caí en cuenta que era un cíclope...
Melanka lo veía incrédula incapaz de creerle ni una solo de sus palabras, pero su intento de historia le resultó graciosa.
—¿Y como es que te mereces estar aquí?
—A eso iba, todo eso de monstruos y dioses me parecía genial pero luego el tipo que supe que se llama Luke me pidió entrenar y fue ahí cuando la idea ya no me pareció tan genial y huí, cosa que no salió bien como puedes ver—alzó sus manos enseñándole sus cadenas.
—¿Te mereces estar aquí por intentar huir?
Elio negó: —Me merezco estar aquí por mi flojera, mi mamá tuvo razón cuando me dijo que ser tan flojo me iba a traer problemas.
—¿Le hechas la culpa a tu flojera?—le preguntó incrédula la rusa.
El castaño asintió: —Pues sí, de no ser por ella ahora estuviera tamando el sol en ese barco apesar de los entrenamientos...
—¿Te dio flojera estrenar pero no idear un plan para escapar?
—Es que me estaban obligando a entrenar y escapar no, así que... me pareció justo, mi mamá me dijo que no dejara que alguien me obligará a hacer algo que no quiero y yo no quería entrenar pero si huir.
Si, eso era todo, Melanka ya no quería seguir escuchándolo, no le dijo nada y se volvió a concentrar en el lugar y intentando idear un plan para escapar.
—Pero ya hable demasiado de mí, háblame de tí.
—¿Por qué debería de hacerlo?—le preguntó sin verlo.
—Yo te conté como llegué aquí, es tu turno de contarme algo.
Melanka frunció el ceño: —Yo no te pedí que me contarás como llegaste aquí.
Elio se quedó en silencio un momento, momento que Melanka agradeció pero que duró muy poco.
—Entonces...¿tienes novio?—le preguntó acercándose a los barrotes de su celda que daban a los de Melanka.
Melanka soltó una risa de la incredulidad, ¿es que acaso no veía como estaban? quizo pensar que aquellas preguntas eran para distraerse de la realidad en la que estaba metido a causa de su... bueno, a causa de su flojera según él.
Decidió unirse a su distracción, sirve que le daría un poco más de información.
Verdadera información.
—¿Planeas invitarme a una cita? —le preguntó viendolo por el rabillo e su ojo y vió que este sonrió.
—Una vez que salgamos de aquí claro que lo haré si es que no tienes novio, ¿lo tienes?
Melanka sonrió recordándonos los ojos, sonrisa, cabello y todo de Thomas, su novio.
—Sí, tengo novio.
Elio soltó un suspiro exagerado: —Una lastima, pero no es de extrañar, estas hermosa.
Melanka encontró la estupidez de Elio divertida.
HABÍAN PASADO UNAS HORAS, QUE ERAN UNA ETERNIDAD PARA MELANKA. Si no se encontraba observando las acciones de los mercenarios estaba escuchando las estupideces de Elio –que la distraián de su situación–, la rusa sabía que tenía que salir de ese lugar y que entre más rápido pasará mejor.
La herida por la muerte de Bianca seguía sangrando, no podía permitir que algo le pasara a Percy o a Annabeth.
No lo soportaría.
Los mercenarios le habían quitado todo, desde su pulsera hasta sus botas –donde tenía dagas ocultas–, era una suerte que le hubieran dejado la ropa, por que si, lo habían considerado pero Melanka le mordió la mano a un mercenario que le quería quitar la blusa, solo así la dejaron con ropa, lo cual resultó ventajoso por que también le dejaron el cinturón puesto.
—Sigue hablando—le dijo a Elio que la vió curioso, necesitaba su ayuda pues las voces le habían dejado de hablar desde que se la encerraron en esa celda, como si supieran lo que pasaría cuando ella se librará de sus cadenas.
—¿Qué planeas?—le preguntó.
—Mi escape.
—Nuestro escape—le corrigió, Melanka lo vió seriamente pero asintió.
—Solo asegúrate que no volteen a verme—le dijo empezando a quitarse el cinturón.
Melanka empezó a escuchar a Elio hablar acosasionando que los mercenarios se enfocaran en el partido–al que le habían subido volumen– que estaban viendo o en su juego de cartas.
La rusa no tenia mucho tiempo, no tardarían en voltear para sacarlos a los dos de sus celdas y llevarlos ante el General, por lo que preocuro no hacer tanto ruido cosa que era difícil por el tinteo de las cadenas cada que se movia. Con la aguja de la hebilla del cinturón que era muy fina empezó a intentar abrir la cerradura de sus cadenas de los pies.
Tantos años en la cabaña del dios de los ladrones al fin rendirian frutos.
Melanka sonrió al ver cómo la cerradura de sus cadenas y celda se abrían justo cuando uno de los mercenarios se volteó en su dirección. La rusa tomó sus cadenas le servirían de arma.
—¡Ey!—gritó parándose de su silla.
—Lo siento señores, tengo una promesa que cumplir—dijo antes de lanzarse en la dirección del mercenario número uno que le estaba dando la espalda usando la cadena para ahogarlo, la rusa tomó la pistola que el mercenario tenía en su muslo y le disparo al mercenario numero dos que había gritado antes de caer al suelo y al que se estaba acercando en su dirección, pero no los mato en el acto pues todavía no era muy buena en el manejo de pistolas.
Aquellos hombres eran personas entrenadas para la guerra.
Pero Melanka también.
Ellos no tendrían piedad con ella, entonces ella tampoco la tendría.
Golpeo la cabeza del hombre que estaba horcando con la mesa tan fuerte que no estuvo segura si fue su cráneo o la mesa lo que se quebró. No se detuvo a averiguar.
Con la cadena le pego en la cara a uno de los mercenarios pero en eso uno la atacó por detrás tomándola fuertemente. Melanka le dio un cabezazo y se volvió a escuchar algo romperse y la soltó.
Melanka se volvió hacia él y le pegó en su entrepierna causando que se doblará de dolor, la rusa le volvió a pegar en la cabeza pero esta vez usando su codo causando que cayera en el suelo incociente.
Ella sabía que que la única rozaron por la que seguía de pie es por que la necesitaban viva, usaría eso como ventaja.
El tercer –que era el que estaba herido– y cuarto mercenario se acercaron a ella, esta vez Melanka no tenía nada en sus manos que pudiera usar como arma, pero aquellos mercenarios si. El tercero se le cerco dispuesto a pegarle en la cara, Melanka esquivó el golpe por poco, el hombre volvió a intentar pegarle pero esta vez la rusa movió su cuerpo esquivando el golpe y devolviendole el favor pegandole a un costado de la cara, acción que le dejo el puño doliendo.
El golpe del cuarto mercenario no lo logró esquivar y la mandó a caer sobre la mesa, en donde la rusa se obligó a mantenerse consciente. Melanka enrolló el torso del mercenario número cuatro que se habia acercado y en un movimiento rápido la rusa se levantó con la botella de tequila en sus manos estrellandola en la cabeza del mercenario. Melanka empujó el cuerpo del hombre semi consiente al pecho del mercenario número tres, haciendo que ambos se tropezaran.
Melanka tomó un gran pedazo de vidrio de lo que fue la botella de tequila y se acercó a los dos mercenarios que habían sacado sus navajas, la rusa las esquivaba con dificultad, una de ellas le rozo la zona de las costillas y otra el hombro, la rusa se agachó y le clavo el pedazo de vidrio en el muslo del mercenario número cuatro.
Fue entonces en el que Melanka se acordó del machete y lo busco con la mirada, no estaba muy lejos de ella. La rusa volvió a esquivar la navaja del mercenario número tres y cuatro a la vez que soltaba el pedazo de vidrio que seguía enterrado en el muslo del hombre.
Mientras Melanka esquivaba también se acercaba al lugar donde estaba el machete tirado, la rusa se agachó a la vez que esquivaba a los hombres y tomó el machete.
Melanka sonrió, la pelea se había vuelto justa.
Elio estaba a nada de vomitar, ya sea por los nervios o por qué no soportaba ver pelear a matar, decidió que lo más prudente para él sería apartar la vista, pero la curiosidad pudo más.
Se giro, confundido por el repentino silencio, volviéndose justo a tiempo para ver a Melanka de rodillas y balancearse con un jodido machete en un arco repentino y perfecto, y destripando al hombre como un pez, Elio aparto la vista un corto momento.
En el segundo que le lleva dar la vuelta, un mercenario había sacado su arma dispuesto a terminar de una vez por todas.
Melanka giro bruscamente, empujando la hoja directamente sobre la garganta del tipo y dentro de su boca abierta y gritando. Con un tirón final, y Melanka tira de la cuchilla y el hombre cae al suelo con un golpe sordo y suave.
Elio busca a Dorian –que era el que estaba a cargo–, y se da cuenta de que se ve afectado.
Estaba mirando a Melanka.
Melanka, que mira fijamente la sangre que se acumula bajo sus pies, con el pecho agitado, su puño aún apretado alrededor de la caña del machete. Todo este tiempo, Dorian realmente pensó que Melanka era solo una niña rica que había cometido algunos errores simples con las personas que lo habían contratdo. El tipo de niña que podía espantar y romper a su antojó.
Hoy no. Y tal vez nunca.
Melanka mira a Dorian, su rostro más sangre que piel, su cuerpo temblando de rabia pero ni un rastro de culpa.
—Mira lo que me has obligado hacer—fue lo único que le dijo antes de lanzarse en su dirección.
Elio no estaba seguro de quien ganaría aquella pelea, había visto a Dorian pelear y matar, pero ahora también vió a Melanka hacer lo mismo.
Donde Melanka atacaba Dorian esquivaba y devolvía el golpe con sus dos cuchillos, pero en un movimiento rápido Melanka había cortado los dos muslos de Dorian que gritó de dolor pero aún así no solto los cuchillos y veía a la rusa con odio.
Dorian le clavo uno de sus cuchillos a Melanka aun constado de su estómago y la rusa ahogó un grito de dolor.
No la escucharía gritar. No le daría esa satisfacción.
La va a matar pensó Elio con pesar mientras veía el cuchillo traspasar el cuerpo de Melanka, su única salvación iba a morir a manos de Dorian.
Pero entonces fue cuando Melanka empezó a reírse, era una risa desquiciada y ciertamente no humana, no del todo. Dorian la vio confundido al igual que Elio, pero Melanka solo intensificó su risa antes de darle un cabezazo a Dorian haciendo que este soltara el cuchillo a la vez que se chocaba con la pared haciendo que la cabeza del toro cayera.
Melanka aún con el cuchillo dentro de ella se subió encima de Dorian y empezó a golpearlo repetidas veces hasta que finalmente se canso y tomó su cabeza entre sus manos y la dejó caer justo en un cuerno del toro que le traspaso la boca.
Se escucho unos quejidos y no eran de Melanka, por lo que supuso eran de los otros dos mercenarios. Melanka tomó el cuchillo y lo saco rápidamente de su torso.
No gritó.
Elio aparto la vista en cuento vió como Melanka les cortaba las gargantas a los mercenarios que quedaban antes de que terminaran de recobrar la conciencia.
Melanka vió el desastre que había, se acercó a la nevera donde efectivamente habia varias cervesas y una botella de vodka e hizo una mueca para después tomar la botella, se acerco a donde estaba el casaver del mercario y cin un ligero empjon este vayo de la silla que arrastro para pocionarla enfrente de la celda de Elio que la veía con miedo, pues ver a una chica matar a sangre fría a unos mercenarios entrenados y verse bañada de la sangre de ellos no era algo que se podría borrar de su memoria tan fácilmente.
Tal vez nunca lo iba a olvidar.
—Ahora dime la verdad—le dijo Melanka antes de abrir la botella de vodka y darle un gran sorbo.
Elio apretó la mandíbula, por supuesto que no se creyó su historia.
—Sabía en que me metía, estaba enojado con mi padre como todos...—empezó a decir neutral mientras se arrodillaba y veía hacia arriba, específicamente a Melanka—. Pero un día simplemente él llegó y me explicó el porqué de su ausencia. Hablamos mediante sueños un largo tiempo y finalmente lo perdone.
Melanka le dirigió una mirada dura pero no le dijo nada.
—Tenía que salir de ese barco si quería estar al lado de mi padre finalmente pero Luke me encontró y me encerró en su propio calabazo hasta que se canso de mi y me entregó a Dorian.
—¿Porqué?—preguntó Melanka.
—Dijo que de nada le servía alguien que no es leal, lo que Dorian tenía planeado para mí ahora nunca lo sabré, gracias por eso.
—Y si no hubiera llegado...
Elio negó: —Ibas a llegar, mi papá me lo aseguro y yo lo ví.
—¿Quién es tu padre?—le preguntó Melanka soltando la botella y acercándose a las rejas de la celda.
—Dioniso.
Elio vió los ojos negros de Melanka llenarse de una furia que le estaba costando contener. Melanka encambio al fin había entendido por qué la intervención del dios por que ella fuera en aquella misión, quería que salvará al traidor de su hijo.
—¿A qué te refieres cuando dijiste que me viste?—le preguntó con calma apesar de su enojo.
Elio sonrió, disfrutando la atención de la rusa.
—Sueños mestizos los llamaba Luke, pero luego Dioniso me explicó que era algo sobre un don que poseo, veo fragmentos del pasado, presente y futuro, tu has figurado mucho en esos fragmentos, te conozco...
Melanka lo tomo de su camisa acercandolo fuertemente a las rejas quedando cara a cara haciendo que sus respiraciones se mezclaran.
—Tú no me conoces ¿entiendes? —dijo con dureza—. No sabes nada de mí. Nada.
—¿De verdad?—preguntó Elio con dificultad—. ¿Por qué no me dejas mostrarte?
A Melanka no le dió tiempo de apartar la mano de Elio que puso sobre su cabeza.
Una serie de imágenes y escenas se reproducían en su mente, fragmentos de su pasado, su verdadero pasado. Las escenas pasaban demasiado rápido que no le daba tiempo en comprender, pero se detuvo en una específicamente.
El lugar era oscuro y frío, pero era acogedor, ella se sentía cómoda en aquel lugar.
Una niña de no más de tres años estaba sentada en las piernas de un hombre pálido que tenía el cabello tan negro como la noche y poseedor de unos ojos negros que brillaban como la noche misma que veían con amor a la niña que le sonrió. Los dos estaban en el lugar más alto de aquel lugar.
—¿Todo esto es tuyo?—le preguntó inocentemente la niña viendo con fascinación aquel lugar.
El hombre negó mientras le apartaba un mechón de cabello negro que poseía la niña los ojos.
—Todo esto es de nosotros, después de todo eres mi hija.
La niña sonrió viendo toda la extensión que era el Inframjndo, vió las almas, los demonios y monstruos que habitaban en el lugar, al igual que las piedras preciosas que lo adornaban.
Fue entonces que Melanka sintió un vuelco en el corazón a la vez que sentía su alma abandonar su cuerpo mientras la cruda verdad la azotaba.
La escena se desvaneció a la vez que Melanka empezaba a sentir una fuerte oleada de miedo inundarla.
No. No. No.
Simplemente no. Aquello debió ser una ilusión. No podía ser verdad.
Ella no podía ser hija de él.
Golpeo a Elio nuevamente en las rejas.
—Mientes. Eso es una vil fasa—dijo con desespero, desaba que Elio se riera y le dijera que efectivamente todo eso que le mostró era una vil mentira.
—No. Tú eres hija de...—empezó a decir solo para volver ser azotado contra las rejas.
Melanka lo vió con odio puro.
—Hija de nadie, ¿entiendes?—lo volvió a golpear al ver que no respondía—. ¡Dime si lo entiendes!
Elio la vió con pena pero asintió.
—Sí eso te hace sentir mejor...—Melanka lo soltó bruscamente.
Todo le daba vueltas y le empezaba a faltar el aire, se volvió a sentar en la silla tomando su cabeza entre sus manos.
Su padre era Dimitri Drokov.
No el señor de los muertos.
Hades no podía ser su padre por que eso significaría que...
—Miarda...—dijo la rusa antes de soltar un sollozo y empezar a llorar.
Hades no podría ser su padre por que que significaría que Bianca y Nico eran sus hermanos.
Y ahora Bianca estaba muerta.
Melanka deseaba con todo su corazón que todo fuera una mentira, que el misterio de su progenitor se hubiera quedado en eso. En un misterio. Aquella verdad le estaba costando el poco consuelo que tenía acerca de su familia mortal, del cual ahora no tenía esperanza de encontrar por qué seguramente están muertos.
Sentía que estaba a nada de caer en la locura, supo que ese era el poder de Elio, pero no podía permitirse ceder.
La pelinegra se levantó de la silla y se limpió las lágrimas, tenía que salvar a la familia que ahora tenía. Tenía que volver porque así se lo prometió.
Ya tendría tiempo de llorar.
Busco la llave que abriría la celda de Elio entre los cadáveres de los mercenarios hasta que la encontró y abrió la celda y también las cerraduras de la cadenas.
Antes que Elio se levantara Melanka lo tomo del mentón.
—Quiero que sepas que la única razón por la estas con vida no es tu padre—la dijo con una calma mortal mientras le enterraba las uñas en sus mejillas—. La verdadera razón por la que sigues con vida es por que encuentro tu estupidez un tanto divertida.
Melanka lo soltó y empezó a alejarse de él pero se detuvo y lo vió sobre su hombro.
—Si vuelves a meterte en mi mente yo misma te matare, envolvere tu cuerpo sin vida y se lo daré a tu padre de obsequio.
Melanka salió de aquella cabaña con dificultad, su cabello se mecía en distintas direcciones a causa del fuerte viento que había, la rusa vio sus manos manchadas de sangre.
Se había vuelto una asesina a causa de una guerra que ni siquiera había sido de ella. Había sido peón una vez más de un dios para sus propósito personal.
Todo esto, las vidas de los mestizos eran un juego para los inmortales y todos los semidioses eran las piezas en su tablero.
Melanka ya no lo sería. Nunca más.
Por culpa de un dios se había vuelta asesina. Bien, que asuman las consecuencias todos ellos, total no sería algo que ellos no hicieran a menudo.
Que los inocentes pagaran el castigo que ellos no cometieron.
Ahroa ella movería las piezas a su favor y les enseñaría a jugar a aquellos seres arrogantes.
Ahora era tiempo de que Melanka se uniera al juego en donde tenía planeado convertir a los dioses en sus peones.
Ahora también era su guerra.
Literalmente Melanka con su psicóloga después de este acto y los que faltan:
Como me deja el pasado de Mel cada que lo recuerdo:
¡voten y comenten!
💋💋💋.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top