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❝𝕮𝖔𝖓𝖛𝖊𝖗𝖘𝖆𝖙𝖎𝖔𝖓❞
EN EL CAMPAMENTO HABIAN PASADO DOS SEMANAS MUY DURAS. La cabaña de artes y oficios había quedado carbonizada hasta los cimientos a causa de un ataque de Draco Aionius (que, por lo que Melanka sabía, era el nombre latino de un lagarto—enorme—que—escupe—fuego—y—lo destruye—todo). Las habitaciones de la Casa Grande estaban a rebosar de heridos; los chicos de la cabaña de Apolo, que eran los mejores enfermeros, habían tenido que hacer horas extras para darles los primeros auxilios.
Will como de costumbre una vez que vio llegar a Melanka (que durante todo el vuelo había estado con el Vellocino pero que apenas y le ayudó a que la herida cerrarse) le ordenó que tomara asiento.
El rubio frunció el ceño mientras observaba la herida: —Si el Vellocino no pudo cerrar la herida del todo no tiene caso que yo lo intente, tendré que saturar—le dijo, pero estaba tan confundido como Thomas (que no se despegaba del lado de su novia).
Melanka negó cuando Will le quiso poner un poco de crema anestesiologa.
—Te va a doler...
— No importa—le dijo la rusa muy seria.
Thomas tomó su mano: —Mel, ya sabemos que eres fuerte, no necesitas por que probarlo de nuevo.
La rusa desde que abordaron el avión vio a Thomas, sus bonitos ojos almendrados la veían preocupados y su cabello castaño estaba largo y alborotado.
—No estés preocupado por mi...—le dijo Melanka suavemente.
—Eres mi novia, tengo que—dijo Thomas.
Melanka negó y dirigió su vista a Will que esperaba a que la rusa le diera una señal para empezar: —Comienza.
Thomas apretó la mano de su novia pero Melanka no mostró signo de que le doliera y mantenía su vista perdida en un punto especifico y fue cuando una lágrima se derramó por su mejilla justo cuando Will terminaba de saturar para vendar el brazo.
—Gracias Will—le agradecio la rusa antes del que rubio marchara.
Melanka se levanto abruptamente.
—Nos vemos más alrato—dijo para caminar hacia la entrada de la enfermería para detenerse antes de salir—. Necesitamos hablar, nos vemos en la playa.
A Thomas no le dio tiempo de respanderle por que Melanka ya se había ido.
Una vez que la rusa llegó a la cabaña 11, los pocos que estaban ahí la saludaban y felicitaban y Melanka les devolvía el saludo con una pequeña sonrisa antes de entrar al baño y darse una larga ducha.
Cuando termino se puso una blusa blanca sin mangas y unos pantalones de algodón negros sueltos, los zapatos que había llevado a la misión ya estaban muy arruinados por lo que decidió ponerse su otro par de tenis blancos.
Salió con el cabello suelto que le caía por la espalda todavía húmedo para ir al árbol de Thalia donde todos estaban.
Vio a Percy, Annabeth Grover y Tyson y les dio un asentimiento, antes de agacharse junto con Clarisse
En cuanto Clarisse cubrió la rama más baja del pino con el Vellocino de Oro, la luna pareció iluminarse y pasar del color gris al plateado.
Una brisa fresca susurró entre las ramas y empezó a agitar la hierba de la colina y de todo el valle, todo pareció adquirir más relieve: el brillo de las luciérnagas en los bosques, el olor de los campos de fresas, el rumor de las olas en la playa.
Poco a poco, las agujas del pino empezaron a pasar del marrón al verde.
Todo el mundo estalló en vítores. La transformación se producía despacio, pero no había ninguna duda: la magia del Vellocino de Oro se estaba infiltrando en el árbol, lo llenaba de nuevo vigor y expulsaba el veneno.
Quirón ordenó que se establecieran turnos de guardia las veinticuatro horas del día en la cima de la colina, al menos hasta que encontráran al monstruo idóneo para proteger el vellocino. Dijo que iba a poner de inmediato un anuncio en El Olimpo Semanal.
Entretanto, los compañeros de cabaña de Clarisse y Thomas los llevaron a hombros hasta el anfiteatro, los de la cabaña 11 hucerion lo mismo con Melanka, donde
recibió una corona de laurel y otros muchos honores en torno a la hoguera.
A Annabeth y a Percy no les hacían ni caso. Era como si nunca hubiésen salido del campamento.
Aquella noche, mientras asában malvaviscos y escuchában de labios de los hermanos Stoll una historia de fantasmas sobre un rey malvado que fue devorado por unos pastelillos demoníacos, Clarisse empujó a Percy por detrás y le susurró al oído:
—Sólo porque te hayas comportado una vez como es debido, no vayas a creer que ya te has librado de Ares. Sigo esperando la ocasión para pulverizarte.
Percy sonrió de mala gana.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Nada —dijo—. ¡Es tan agradable estar de vuelta en casa!
Clarisse se encogió de hombros y regreso junto con sus amigos y hermanos, Melanka se acercó a Percy todavía con la corona de laureles puesta.
Tomando asiento a su lado le dio un ligero empujón de hombros: —¿Todo bien?
Percy la vio de reojo, se veía tan relajada y hermosa.
Basta pensó Percy
El semidiós asintió: —¿Y tu estas bien?
Melanka frunció el ceño, llevándose una mano al brazo herido que se encontraba vendado.
—Fuera de mi nueva adquisición, todo bien—dijo y Percy soltó una risa pero negó con la cabeza.
—Melanka ¿de verdad estas bien?—fue una pregunta de doble filo por que Melanka supo que se refería a todo el asunto de la isla de las sirenas.
Melanka se quedó un rato viendo la fogata sin contestar, preguntándose ¿de verdad estoy bien?
La rusa sabía la respuesta.
—Lo estaré—le contestó mientras se levantaba—. Disfruta la noche, pescadito.
Percy la vio marchar a la playa con Thomas detrás de ella.
El extraño malestar en el estómago volvió.
LA NOCHE ERA HERMOSA, CON LAS ESTRELLAS Y LA LUNA BRILLANDO INTENSAMENTE.
La pareja caminaba a la orilla de la playa en silencio, llevaban así como media hora hasta que fue Melanka que rompió el silenció.
—Sabes que no estoy enojada contigo ¿verdad?
Thomas asintió: —Lo sé.
Melanka paro observar el reflejo del cielo estrellado en el océano: —Lo que vi en la isla de las sirenas me tomó de sorpresa.
—Lo siento...
La rusa negó frunciendo el ceño: —Tu no eres el que se debe de disculpar Thom, soy yo.
Thomas volteo su cuerpo y quiso agarrar las manos de Melanka pero esta rehuyó de él.
—Se que no soy la misma desde el verano pasado, no soy la persona por la que te enamoraste, y Thomas nunca lo volvere a hacer y eso yo siempre lo supe pero tu no—Melanka se trago el nudo en su garganta—. Si eso te duele a mí me desgarra el alma, lo que viste en esa ilusión, lo que viste de mí no va a volver a hacer.
—Melanka...
—No estoy enojada contigo, estoy enojada conmigo por permitir que eso te llegara a afectar.
Thomas esta vez si logro tomar las manos de la rusa y la obligó a mirarlo: —Melanka eres mitad diosa pero también eres mitad humana, y tienes sentimientos de los que no puedes escapar—comenzó hablar suavemente—. Pedirte que ocultes tus verdaderas emociones para hacerme sentir bien seria cruel de mi parte.
A Melanka se le llenaron los ojos de lagrimas y Thomas continuo hablando.
—Me enamore de la Melanka de hace unos años, pero amo a la Melanka de ahora y amaré a la Melanka de mañana, eso no va a cambiar, ¿entiendes?
Melanka lo abrazo fuertemente soltando un sollozo: —Thomas...
—Te amo Melanka.
Melanka negó en el pecho de Thomas y le dolió separarse del abrazo.
—Te amo Thomas y demasiado. Pero no eres mío.
Thomas frunció el ceño confundido pero sabía lo que estaba por decir Melanka y negó con la cabeza.
—No...
—No eres mío Thomas por eso no puedo dejar que sigas a mi lado, no cuando estoy m-mal—la voz de la rusa se quebró—. N-No quiero hacerte daño, no lo soportaría.
Thomas la veía enojado con los ojos llenos de lagrimas: —Melanka, mi amor por ti es demasiado grande, si decides acabar esta relación no me opondre pero me estarías dañando demasiado.
—Es lo mejor.
Thomas negó con la cabeza: —Es lo mejor para tí, pero para mi sería un infierno. Tu has sido lo más maravilloso que me ha pasado desde hace tiempo.
—Thomas...
—¡No!—la interrumpió—. ¡Te amo, Melanka! De verdad lo hago ¿Quieres que lo grite? Bien ¡TE AMO MELANKA!
El grito seguramente lo escucharon todos los del campamento pero eso a Thomas no le importo.
—Es mi elección querer quedarme a tu lado, es mía. Y te elijo a ti Melanka, te elijo por que te amo.
—Thom...—quizo interrumpir la rusa.
Pero el continuo: —Lucharía mil batallas solo para volver a tu lado. ¡Dioses! Iniciaría una guerra para estar junto a ti, por que te amo Melanka. ¿Tú me amas?
—¡Te amo!—gritó Melanka que tenía la respiración pesada—. Desde la primera palabra. Desde el momento en que te vi pelear por una rebanada de pizza con Clarisse. ¡Dioses! Te ame justo antes de conocerte si es posible. Destruiría todo el mundo solo por volver contigo ¡Bajaría al Inframundo para tomar tu alma y para volverte a decir lo mucho que te amo!
—Entonces no lo hagas Mel—pidió Thomas en una suplica—. Por favor.
—¡Justo por que te amo tengo que hacerlo! Estoy tan jodida Thomas, mereces algo mejor.
—Yo te quiero a ti—dijo con desespero—Melanka no te precipites. No tomes una decisión imprudente. Quédate conmigo, tendré paciencia contigo, te daré tiempo para que sanes. Solo quédate conmigo...
Melanka se tapo la cara con sus manos y empezó a llorar, Thomas la rodeo con sus brazos.
—Perdón...—murmuró Melanka.
—Va a funcionar Melanka—prometió—. Eres fuerte pero si llegas a quebrarte aquí estaré yo para volver a unir todo.
Melanka lo abrazo fuertemente.
Thomas tomó su cara y le limpió las lágrimas con sus pulgares para después besarla.
Juntaron sus frentes cuando se separaron del besó: —Te amo Melanka.
—Te amo Thomas.
Tal vez en el mar de los monstruos ya habían dicho esas palabras, pero este fue el verdadero primer "te amo".
A LA MAÑANA SIGUIENTE, UNA VEZ QUE LOS PONIS PARTIERON PARA FLORIDA, Quirón hizo un anuncio sorprendente: las carreras de carros continuarían como estaba previsto. Tras la marcha de Tántalo, todos creían que ya eran historia, pero a fin de cuentas parecía lógico volver a celebrarlas, en especial ahora que Quirón había regresado y el campamento estaba a salvo.
Melanka y Thomas no se separaban, Percy observó como la rusa estaba más feliz que de costumbre.
La pareja era el chisme del momento ya que unas de las arpías los habían reportado con Quirón por encontrarlos a altas horas de la noche fuera de sus respectivas cabañas.
Quirón raramente no dijo nada.
Percy aún con su extraño malestar se sintió feliz por Melanka, ella merecía ser feliz.
Un día después, todos hablaban de la carrera de carros, aunque miraban con inquietud al cielo como si esperasen que apareciera una bandada de pájaros del Estínfalo. No apareció ninguno. Era un hermoso día de verano, con el cielo azul y un sol resplandeciente. El campamento empezaba a recuperar el aspecto de siempre: los prados, verdes y exuberantes; las blancas columnas de los edificios, reluciendo al sol, y las ninfas del bosque jugando alegremente entre los árboles.
Mientras que Annabeth y Percy guiaban sus caballos a la pista, Melanka llego con ellos despues de desearle suerte a su novio.
—Es maravilloso—alago la rusa a Tyson observando el carro de Atenea a lo que el cíclope se sonrojó.
—Toma —le dijo Tyson a Percy antes de empezar la carrera. Y le entregó un reloj de pulsera que no parecía tener nada de especial: sólo una esfera blanca y plateada y una correa de cuero negro. Pero al mirarlo me di
—Muchas gracias, hombre. —Se lo puso y Percy noto que era sorprendentemente ligero y muy cómodo.
—No pude terminarlo a tiempo para el viaje —musitó Tyson—. Lo siento, lo siento.
Tyson sería el único cíclope por el cual Melanka sentiría cariño, era muy tierno e inocente como para no hacerlo.
—Eh, Tyson, que no pasa nada.
—Si necesitas protección durante la carrera, aprieta el botón.
—Oye, Tyson…
Él lo miró.
—Quería decirte… —empezo Percy, intentando encontrar una manera de disculparse por haberse avergonzado de él al
principio, por decirle a todo el mundo que no era su hermano de verdad. No era fácil dar con las palabras apropiadas.
—Ya sé lo que me vas a decir —dijo él, avergonzado—. Que Poseidón se preocupó por mí, al fin y al cabo.
—Bueno…
—Te envió para ayudarme. Justo lo que le había pedido.
Percy frunció el ceño junto con Annabeth.
—¿Le pediste que me enviase a ayudarte?
—Que me enviara un amigo —dijo Tyson, retorciendo su camisa con las manos—. Los cíclopes jóvenes crecen solos en la calle, por eso aprenden a hacer cosas con chatarra, aprenden a sobrevivir.
—¡Es una gran crueldad!
Tyson meneó la cabeza con seriedad.
—No. Hace que apreciemos más cualquier bendición, y que no seamos glotones, mezquinos y gordos como Polifemo, pero yo me asusté. Los monstruos me habían perseguido tanto… me clavaron sus
garras tantas veces…
—¿Esas cicatrices de la espalda?
Se le saltó una lágrima y a Melanka se le hizo un ovillo el corazón.
—Fue la Esfinge, en la calle Setenta y dos. Una abusona terrible. Yo recé a papá para que me ayudase, y muy pronto la gente de la Escuela Meriwether vino a buscarme, y te conocí. Esa fue la mayor bendición. Siento haber dicho que Poseidón era malo; él me envió un hermano.
Miré el reloj que Tyson me había hecho.
—Percy, es hora—le dijo Annabeth.
Quirón ya estaba en la línea de salida, listo para hacer sonar la caracola.
—Tyson… —dijo Percy.
—Ve —dijo él—. ¡Ganaréis!
—Yo… Sí, de acuerdo, grandullón. Ganaremos en tu honor.
—¡Agárrate bien!—le grito Melanka mientras se alejaba junto con Tyson.
Melanka observó la intensa carrera de carros nerviosamente, era divertido estar ahí conduciendo pero verlo era otra cosa totalmente distinta.
Fue cuando Percy y Annabeth ganaron la carrera y Melanka festejo junto con la cabaña de Atenea.
Se acercó junto a Thomas.
—Será la próxima—le dijo para hacerlo sentir bien, su novio asintió pero no estaba frustrado por perder.
Todos empezaron a corear los nombres de Percy y Annabeth, que tuvo que gritar con más fuerza para ser escuchada.
—¡Un momento! ¡Escuchad! ¡No hemos sido sólo nosotros!
La multitud no dejaba de gritar, pero Annabeth se las arregló para hacerse oír:
—¡No lo habríamos conseguido sin la ayuda de otra persona! ¡Sin ella no habríamos ganado esta carrera, ni recuperado el Vellocino de Oro, ni salvado a Grover, ni nada! ¡Le debemos nuestras vidas a Tyson!
—¡A mi hermano! —dijo Percy a voz en cuello, para que todos pudiesen oírlo —. ¡A mi hermano pequeño!
Melanka se rió al ver a Tyson se sonrojarse hasta las orejas.
La rusa entre tanto alboroto llegó junto con Percy y Annabeth a la cual le dio un abrazo y beso en la mejilla.
—Felicidades rubia—Annabeth la volvió a abrazar antes de que los de su cabaña la tomarán.
Melanka se acercó a Percy y lo abrazo: —Eres buen alumno pescadito—le susurro al oído.
Percy se rió y fue su turno de susurrarle al oido: —Y tu eres buena maestra.
A Melanka le sorprendió el beso en la mejilla que Percy le dió y no le dio tiempo de decirle algo cuando junto con Annabeth los llevaron a la plataforma donde Quirón aguardaba para ponerles los laureles.
Melanka salio de su desconcierto para acercarse a Thomas: —¿Todo bien?
La rusa le sonrío a su novio y lo beso.
—Todo esta perfecto.
A MELANKA LE HABRIA ENCANTADO DESPEDIRSE DE TYSON PERO CUANDO LLEGO JUNTO CON ANNABETH Y GROVER AL LADO DE PERCY , TYSON YA SE HABÍA IDO.
Melanka observo como Percy se puso a pestañear como un loco.
—Tyson… ha tenido que… —dijo.
—Ya lo sabemos —repuso Annabeth en voz baja—. Nos lo ha dicho Quirón.
—Las fraguas de los cíclopes. —Grover se estremeció—. ¡Me han dicho que la comida de la cafetería.es horrible! ¡No hay enchiladas, por ejemplo!
Melanka le tendió una mano.
—Venga, pescadito. Es hora de cenar.
Regresaron hacia el pabellón del comedor; los cuatro juntos, como en los viejos tiempos.
Aquella noche se desató una tormenta tremenda, aunque dio un rodeo en torno al Campamento Mestizo, como siempre hacían las tormentas.
Y Melanka estaba teniendo otro sueño mestizo.
Se encontraba en el borde un abismo donde no había más que oscuridad absoluta.
La voz antigua le volvió a hablar.
—Cada vez estas más cerca de la verdad— le dijo a lo que Melanka se sintio demasiado confundida
—¿Quién eres?— preguntó por fin la rusa, escuchando su propia voz, noto que habló el idioma antiguo de aquella voz.
—Prepárate Melanka.
Se despertó agitada y entonces noto como todos los de la cabaña estaban agitados.
—¿Qué pasa?—le preguntó a Travis.
—Algo paso en la colina...
A Melanka no le importo salir corriendo descalza hacia la colina, donde la rusa sabía que estaba Annabeth, a lo lejos vio a Percy, Grover y Thomas pero no les hizo caso y apuro su paso con la sangre helada al imaginarse lo peor.
Melanka se arrodilló junto a Annabeth buscando una herida que no se dio cuanta de la chica tendida en el suelo al pie del árbol lo que asusto a Melanka y se alejó de golpe jalando a Annabeth detrás de ella por instinto.
Annabeth corrió hacia Quirón que llegaba con Percy, Grover y Thomas.
Melanka un poco más calmada se arrodilló junto a la chica apartándole el pelo de la cara, Melanka sintió lo fría de su piel.
—Es ella… de repente…—escucho a Annabeth decir.
—¡Espera, Percy! —gritó Quirón.
Percy se arrodillo al lado de Melanka observando a la chica su lado.
Melanka observaba a la chica, de repente el recuerdo de Luke contándole sobre Thalia le invadió la mente.
—No es posible...—dijo Melanka y Percy frunció el ceño.
—Es cierto —dijo Grover, jadeando aún por la carrera colina arriba—. No puedo creer…
Nadie más se acercaba a la chica.
Percy le puso una mano en la frente.
—Necesita néctar y ambrosía —dijo en dirección a Melanka pero la rusa estaba igual de sorprendida que los demas.
Melanka (que de apoco salia de su shock) tomó a la chica por los hombros y la levanto con ayuda de Percy hasta sentarla, apoyando su cabeza en el hombro del semidiós.
—¡Venga! —gritó Percy a los demás—. ¿Qué os pasa? Vamos a llevarla a la Casa Grande.
Nadie se movía, ni siquiera Quirón. Estaban absolutamente atónitos.
Entonces la chica tomó aire con una especie de temblor. Luego tosió y abrió los ojos.
Tenía el iris de un azul asombroso: azul eléctrico, justo como Luke le había dicho a la rusa.
Miro a Percy y a Melanka desconcertada. Tiritaba y tenía una expresión enloquecida.
—¿Quién…?
—Me llamo Percy —dijo el semidiós, Melanka estaba demasiado ocupada maldiciendo a Cronos en su mente—. Estás a salvo.
—El sueño más extraño…
—Todo va bien.
—Morir.
—No —le aseguró Percy—. Estás bien. ¿Cómo te llamas?
Melanka apretó el brazo de Percy que la vio sin comprender hasta que le leyó los labios.
«Thalia» fue lo que comprendío.
Quirón, Annabeth y Grover, que deberían haber celebrado aquel momento, estaban demasiado trastornados pensando en las implicaciones que podría tener en el futuro.
Melanka se levanto abruptamente para alejarse de Percy y Thalia.
Dos hijos de los Tres Grandes con vida.
Thalia hija del Rey de los dioses y Percy hijo del Rey de los Océanos.
Cada uno poderoso a su manera.
—Me llamo Thalia —dijo—. Hija de Zeus.
Melanka supo que todo se iba a poner más feo e intenso con el retorno de la hija de Zeus.
Y no estaba segura si quería involucrarse.
Estas más cerca de la verdad le había dicho la voz.
¿Pero cual era esa verdad?
Melanka tenía el presentimiento de que seguir viviendo sin esa verdad sería lo mejor, que su vida seria menos difícil si seguía viviendo en la ignorancia.
¿Pero desde cuando las cosas estaban a su favor?
Y doy por acabado este acto
😼😼
¡Bienvenidos al Tártaro!
Ahora si prepárense para lo bueno
Se viene el verdadero sufrimiento de mi Melanka.
En fin, ¡voten y comenten!
💋💋
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