El despertar del miedo

Dalmi.

Los días posteriores al mensaje son una tormenta de ansiedad. Mi vida, que antes giraba en torno a la emoción de seguir a Jungkook, ahora se ha convertido en un constante estado de alerta. Cada sonido fuera de lugar, cada sombra que se mueve en la periferia de mi visión, hace que mi corazón se acelere. No puedo sacudirme la sensación de que él está cerca, de que está observando, esperando el momento perfecto para atraparme.

Mi rutina ha cambiado. Ya no salgo a la calle con la misma confianza de antes. Mis movimientos son más calculados, más desconfiados. Trato de evitar los lugares que frecuentaba cuando seguía a Jungkook. Incluso he dejado de usar mis dispositivos habituales, temiendo que él haya encontrado una forma de rastrearlos. La paranoia ha comenzado a corroer mi mente, y eso me hace cometer errores, pequeños, pero significativos.

Mis contactos empiezan a notar la diferencia. Me preguntan si todo está bien, si necesito ayuda. Siempre les digo que estoy bien, que solo estoy ocupada, pero sé que no es cierto. He dejado de ser la cazadora, la que dominaba el juego. Ahora soy la que huye, la que teme lo que pueda estar esperándola a la vuelta de la esquina.

Una tarde, mientras estoy en mi pequeño apartamento revisando los pocos datos que he recopilado últimamente, escucho un sonido que hace que mi piel se erice. Es un golpe suave en la puerta de entrada, apenas un susurro contra la madera, pero suficiente para que mis instintos se disparen. Me quedo quieta, tratando de controlar mi respiración. Nadie sabe dónde vivo, o al menos, eso creía. Pero este golpe, tan calculado, tan preciso… algo dentro de mí sabe que no es un error.

Me acerco a la puerta, los pasos lentos y cautelosos. Miro por la mirilla, pero no veo a nadie. El pasillo está vacío, o al menos, parece estarlo. Mi mente se llena de posibilidades, cada una más aterradora que la anterior. ¿Podría ser Jungkook? ¿Es posible que haya encontrado mi dirección? El pensamiento es escalofriante.

Finalmente, decido abrir la puerta, despacio, con la esperanza de que solo sea mi imaginación jugando conmigo. Pero cuando la puerta se abre completamente, veo algo en el suelo, justo frente a la entrada. Es un sobre, pequeño y simple, sin marcas ni direcciones. Me agacho para recogerlo, mi mano temblando ligeramente. La ansiedad crece en mi pecho mientras cierro la puerta detrás de mí, regresando al interior de mi apartamento.

Me siento en la mesa de la cocina, el sobre todavía en mis manos. Es liviano, casi vacío. No hay ningún nombre escrito, ninguna pista sobre quién lo ha dejado. Con un nudo en el estómago, lo abro y deslizo el contenido sobre la mesa. Es una sola hoja de papel, doblada cuidadosamente.

Cuando la despliego, lo que veo hace que mi corazón se detenga por un instante. Es una foto, una imagen capturada en algún momento en el que ni siquiera me di cuenta de que estaba siendo observada. La foto me muestra a mí, caminando por una de las calles cerca del gimnasio que solía frecuentar. Estoy sola, distraída, completamente ajena a que alguien me estaba fotografiando. La imagen es nítida, como si hubiera sido tomada por un profesional.

Pero lo que realmente me asusta es el mensaje escrito en la parte inferior de la foto, en una letra elegante y precisa:

"¿Te sientes observada?"

Es un golpe directo al pecho, un recordatorio de que no solo ha estado siguiéndome, sino que ha estado jugando conmigo todo este tiempo. Ha invertido los papeles por completo, y ahora soy yo quien siente el frío abrazo del miedo.

Paso el resto de la tarde en un estado de confusión. Trato de pensar en qué hacer, en cómo escapar de esta situación, pero cada plan que se me ocurre parece insuficiente. ¿Cómo podría haber permitido que esto sucediera? Era yo quien tenía el control, yo quien sabía todo sobre él. Pero ahora, me doy cuenta de que no sabía nada, que todo este tiempo subestimé su capacidad de darme la vuelta al juego.

La noche cae y mi apartamento se sumerge en una inquietante oscuridad. Dejo la foto y el mensaje en la mesa, incapaz de seguir mirándolos. Me siento en el sofá, abrazando mis rodillas contra el pecho, tratando de calmarme. Pero la ansiedad no se disipa. Cada sonido, cada crujido en el edificio, me hace saltar. Ya no estoy segura de nada. ¿Estará ahí afuera, esperando? ¿O ya ha entrado, escondido en algún rincón, esperando el momento perfecto para confrontarme?

Finalmente, el agotamiento se apodera de mí, y me quedo dormida en el sofá, con la mente llena de pesadillas de ojos que me observan desde la oscuridad. Sueños en los que Jungkook siempre está un paso adelante, siempre justo fuera de mi alcance.

Cuando me despierto, el sol de la mañana apenas comienza a asomar por las cortinas. Me siento más agotada que antes, pero la claridad de la luz del día trae una nueva resolución. No puedo seguir así, viviendo en el miedo, esperando a que él haga su próximo movimiento. Tengo que actuar, tengo que recuperar el control de alguna manera.

Pero mientras me preparo para enfrentar un nuevo día, la realidad me golpea con una fuerza renovada: ya no soy quien controla el juego. Jungkook ha tomado ese papel, y no tengo idea de cómo recuperarlo.

No sé qué es lo que quiere exactamente, pero una cosa está clara: no ha terminado conmigo. Y mientras trato de planear mi próximo movimiento, una sola pregunta sigue girando en mi mente, tan persistente como el eco de una pesadilla: ¿Cómo se juega un juego en el que ya has perdido?

Dalmi en corta: Cielo nuestro que estás en el padre 🫠

Jajsjs cada vez se pone más bueno esto :D

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