Los primeros movimientos

Jungkook.

Desde aquella tarde en la que sentí que alguien me estaba siguiendo, una pregunta no ha dejado de rondar mi mente: ¿Quién es? No puedo dejar de pensar en ello, y esa duda se ha vuelto una especie de obsesión. Por primera vez, el cazador se siente como la presa, y esa sensación me resulta intolerable.

Decidí que no iba a ignorarlo. Si alguien estaba siguiéndome, tenía que descubrirlo antes de que pudiera hacerme daño o exponerme de alguna manera. No soy el tipo de persona que deja las cosas al azar; no llegué hasta aquí sin aprender a cuidar de mí mismo.

Las noches se han vuelto más largas. Paso horas revisando las grabaciones de las cámaras de seguridad de mi edificio y de las calles cercanas, buscando alguna pista, algún rostro familiar. Le pedí a mi manager que intensificara las medidas de seguridad, pero sin alarmar demasiado a los demás. No quiero que nadie se preocupe por algo que aún no estoy seguro de que sea real.

Pero cuanto más reviso, más me convenzo de que alguien está ahí, moviéndose en las sombras, vigilándome con una precisión que me irrita. Lo siento cuando salgo del estudio y tomo un camino diferente al habitual, solo para notar que esa misma sensación de ser observado no desaparece. Incluso en los lugares más tranquilos, donde suelo relajarme, ese incómodo presentimiento permanece.

Una mañana, decido dar el primer paso. Si alguien me está observando, es hora de que sienta lo mismo. Uso un coche diferente al que suelo conducir, uno que nadie asocia conmigo. Llevo ropa que no suelo usar, algo que me haga parecer otra persona. No sé si funcionará, pero tengo que intentarlo. Hoy, quiero ser yo quien siga a mi perseguidor.

Salgo temprano, cuando la ciudad apenas comienza a despertarse. El aire fresco de la mañana me despeja la mente mientras conduzco por calles poco transitadas, tomando giros inesperados, cambiando de dirección sin motivo aparente. Es un juego de gato y ratón, y estoy decidido a ganarlo.

Me detengo en un parque que suelo visitar, uno de esos lugares que uso para relajarme y pensar en mi música, en mi vida. No es un sitio que alguien que no me conozca bien podría adivinar que frecuento. Salgo del coche, mis pasos resonando en el silencio de la mañana. El sol apenas comienza a asomarse, bañando el parque en una luz dorada y suave.

Camino despacio, como si todo fuera normal, pero mis sentidos están alerta, esperando cualquier movimiento, cualquier indicio de que no estoy solo. Me detengo junto a una fuente, el agua burbujeando suavemente, creando un contraste con la tensión que siento en mi interior.

Y entonces lo veo, o al menos, creo verlo. A lo lejos, en la periferia de mi visión, una figura se mueve, intentando mezclarse con el entorno. Es sutil, casi imperceptible, pero está ahí. Mi corazón late con fuerza mientras trato de disimular que lo he notado. Continuo caminando, fingiendo que no pasa nada, pero ahora soy yo quien está al acecho.

El parque está casi vacío a esta hora, solo algunas personas haciendo ejercicio, pero esa figura sigue allí, manteniéndose a una distancia prudente, como si no quisiera ser vista, pero al mismo tiempo, sin querer perderme de vista.

Decido tomar un riesgo. Cambio mi rumbo abruptamente, girando hacia un sendero que se adentra más en el parque, hacia una zona menos transitada. Siento que la figura duda por un momento antes de seguirme. Ya no hay vuelta atrás; estoy comprometido a descubrir quién es.

El sendero me lleva a un área más densa, donde los árboles son más altos y la luz del sol apenas se filtra entre las hojas. Mi corazón late con fuerza, no solo por el esfuerzo, sino por la adrenalina que corre por mis venas. Y entonces me detengo, escuchando el sonido suave de pasos que se acercan, más lentos ahora, como si su dueño supiera que ha sido descubierto.

Me giro bruscamente, enfrentándome a la dirección de donde vienen los pasos, listo para encarar a quien sea que esté detrás de todo esto.

No hay nadie.

Miro a mi alrededor, mis ojos escudriñando cada rincón, cada sombra, pero no veo a nadie. Solo el silencio y la brisa moviendo suavemente las hojas. ¿Me lo he imaginado? ¿Ha sido mi mente jugándome una mala pasada?

Mi respiración se calma, pero la tensión en mi pecho no desaparece. Siento una mezcla de frustración y alivio. Si alguien estuvo allí, logró escabullirse justo cuando estuve a punto de confrontarlo. Me quedo unos minutos más, esperando, pero nadie aparece. Al final, decido regresar al coche, mi mente llena de preguntas sin respuestas.

Mientras conduzco de vuelta, no puedo dejar de pensar en lo que acaba de pasar. No sé quién es, pero alguien me está observando. Y si esa persona es tan buena como para escapar justo cuando estoy a punto de descubrirla, entonces sé que no estoy lidiando con cualquier aficionado.

Este juego se ha vuelto más peligroso, pero no pienso detenerme. Ahora sé que tengo que ir más allá, ser más inteligente, más cuidadoso. No voy a permitir que me sigan acechando sin que lo paguen. Y si creen que pueden asustarme o intimidarme, están equivocados.

Hoy me di cuenta de algo importante: no soy solo la presa. También soy el cazador.

Ni a mis historias propias actualizo tanto como a esta colab jajs...

En fin, no olviden de dejar sus votitos y comentarios gracias ❤️