Zombie Boy - SeongWoo


⚠︎ᵎ ADVERTENCIAS

⋆ ◽ ʾ Mención de: g_0-r3, violencia física, asesinato, gex say con un zombi, Seonghwa top, Wooyoung bottom, Seonghwa padece formicofilia*.

*Todas aquellas personas que sufren esta parafilia sienten una gran excitación cuando estos insectos o pequeños animales caminan, muerden o pican por las zonas en las que son colocados (provoque esto heridas o no) o con cualquier desplazamiento por el cuerpo que genere algún tipo de estimulación sexual.


Esa mañana como muchas otras de su tranquila vida despertó con el sonido de su despertador, algo molesto por ser despertado a tan temprana hora, se puso de pie recordando su deber, obligado por la búsqueda de conocimiento y la obtención de la vida eterna, el científico Park SeongHwa se pone de pie y se dirige al baño. Después de realizar sus necesidades básicas sale de la sala, recordando que se le ha olvidado lavarse las manos, más descarta aquella idea y le resta importancia.

Pues de todos modos va a ensuciarse.

Toma la bata que dejó sobre uno de los estantes de esa habitación y se coloca sus gafas, sale de lo que él considera la zona residencial de ese inmenso laboratorio subterráneo en el que vive oculto desde hace un par de años, y comienza a descender unos cuantos pisos gracias al ascensor que cómo siempre lo recibe con gratitud al impregnar sobre su metálico color, el demacrado rostro del científico, cansado, cierra los ojos un momento y se deja adormecer por la música del elevador.

Después de unos cuantos segundos el elevador se detiene, lo que ocasiona que el científico Park se despierte ante el movimiento en seco, parpadea un par de veces y bosteza, pasa sus manos por su rostro y sale del elevador, caminando con pereza se dirige hacia una sala del inmenso laboratorio, misma donde él se dedicaba a realizar y revisar los reportes que su equipo de estudio le entrega conforme más avanzaban las investigaciones o los resultados de los experimentos hechos en los sujetos de prueba.

Una vez frente a la puerta del estudio, bastó sólo con poner su mano en el panel de identificación y las puertas metálicas se deslizaron hacia sus costados, y con ellas las luces del lugar se encendieron, entró arrastrando los pies y se dirigió al sistema de inteligencia artificial que se encargaba de la seguridad en todas las instalaciones.

—YUYU, abre el trabajo en la parte que me quedé ayer. —Ordena, sentándose en la silla acolchada frente a la enorme mesa de cristal, de la cual brotaron varios paneles con diversos documentos, fotografías, reportes, vídeos y demás.

—Buenos días doctor Park, cómo usted ordene. —Dijo la IA. —El equipo de investigaciones envió un reporte hace siete horas, ¿Desea escuchar un resumen? —cuestionó la IA. El científico frunció el ceño.

— ¿Siete horas? ¿Enviaron el reporte a las dos de la mañana? —pregunta Park, confundido.

—No doctor Park, lo enviaron a las nueve de la noche del día anterior. —Dice la IA. —Actualmente, son las cuatro de la mañana con quince minutos. Usted ha dormido sólo tres horas con ocho minutos. —Le aclara, el científico frunce aún más su ceño molesto.

— ¡¿Y porqué carajos no desactivaste la alarma sí viste que no estaba programada a la hora usual?! —gritó el Doctor Park a los paneles frente a él, apartó algunos con sus manos, se levantó y se masajeó el entrecejo.

—Me temo que alguien hackeó parte de mi sistema, no pude acceder al cuarto de control durante unas horas, iba a informarle apenas pudiera evadir el hackeo, pero el usuario colocó un código de bloqueo, por lo tanto, no tuve más opción que hacer sonar la alarma de su despertador y esperar a que usted viniera. —Explicó la IA.

—Esto no está bien, ¿El equipo de investigación fue alertado? ¡Pudo ocurrir un ciberataque para el robo de información en nuestra base de datos! —grita furioso el Doctor Park, pues debido a los avances que estaban logrando, la filtración de información tan valiosa cómo esa podría llegar a costarle el robo del proyecto de vida que llevaba construyendo desde hace unos años.

—No señor, parte del código de bloqueo evitaba que yo pudiera informarle a alguien más. —Responde la IA.

— ¡Muéstrame las grabaciones de seguridad! —ordena. —Ahí debe verse el rostro del imbécil que hackeó tu sistema, no pudo haber sido desde afuera, tuvo que ser alguien que estuviera dentro de las instalaciones.

—No puedo, el código de bloqueo borró las grabaciones de seguridad de las anteriores cuatro horas. —Dice la IA. —Sin embargo, logré tomar ésta imagen del panel de control central en el cuarto de control. —Comenta, automáticamente un panel con una imagen algo borrosa aparece frente al científico, este lo tomó entre sus manos.

El doctor Park miró el panel y acercó la imagen en una esquina del panel central, donde podía verse una mancha negruzca y lo que parecían ser restos de carne podrida, sumado a varias gotas negras que manchaban el panel. El científico Park soltó un gruñido mezclado con un suspiro de alivio, se permitió volverse a sentar en su silla y se pasó las manos por el rostro de nuevo.

—Está bien, descarta todas las alertas de seguridad, no fue un hackeo enemigo, fue él. —Dice el médico, tomando de nuevo los paneles principales que la IA le mostró. —Dame el resumen del reporte que envió el equipo de investigación. —Ordena.

—Por supuesto doctor Park. —Dijo la IA, comenzando a mostrar un panel con el reporte y resaltando en cuestión de segundos las partes más relevantes. —El día dieciséis del presente mes, el equipo de investigación realizó el intento número quinientos ochenta y uno, para la aplicación de la sustancia AZ18 en veinticinco pacientes recién instalados dentro del laboratorio de estudios. Sólo cinco de ellos lograron digerir la sustancia inicial, fueron estudiados en los laboratorios del ala noreste de la base. —Informa seguidamente YUYU. —Tres de los sujetos cometieron suicidio durante las pruebas psicométricas, uno quedó en estado vegetal y el tercero se encuentra estable después de que fue sedado con calmantes de tercer nivel, pues presenta notables episodios de histeria y psicosis. —Concluye la IA, a continuación, mostrando un nuevo panel en el que se podía observar un chico con el cabello ondulado, de un naranja pálido, pero no más que el blanco —y verdoso en algunas zonas— tono de piel del chico, sumado a dos grandes manchas grises bajo sus almendrados y grisáceos ojos, que el Doctor Park suponía, fueron de un verde esmeralda precioso, seguido de una nariz afilada y unos pomposos labios resecos y morados, todo ello era lamentablemente opacado por una enorme cicatriz que iba desde su cuello hasta la frente del hombre, atravesando parte de su labio y ojo izquierdo.

—Song MinGi… —El Doctor Park lee el nombre del paciente y asiente, interesado por ese sujeto de prueba que presentaba los mejores resultados. — ¿Cuál fue su causa de muerte? —pregunta el Doctor.

—El proveedor no suele especificar ese tipo de nimiedades al momento de entregar el producto, sin embargo, con este sujeto en particular, se especificó la falta de varios órganos vitales, tales cómo el riñón derecho, parte del hígado y el pulmón izquierdo, justificándose, con la muerte del sujeto en cuestión. —Dice YUYU.

— ¿Cuál fue? —cuestiona el Doctor.

—Atropellamiento. —Responde la IA.

— ¡Y una mierda! ¡Nos están entregando productos incompletos! —gruñe descontento el Doctor Park. —Asegúrate de informar al capitán Byun sobre esto, y dile que cambie de proveedor inmediatamente, es una orden directa. —Demanda el Doctor.

—Así será señor. ¿Algo más que le desee comunicar? —pregunta YUYU.

—Dile que viaje a Beijing y que contacte con los chinos para crear una droga que pueda tener mejores efectos que los fármacos antipsicóticos convencionales, no confiaré plenamente en la Clozapina*. —Concluye el Doctor Park.

—Entendido doctor Park. —Dice YUYU, para que después de unos segundos un sonido de afirmación sonara en los altavoces del lugar, seguido de uno de alerta. —Mi señor, hay una presencia no identificada que se acerca lentamente hacia acá, ¿Debería activar los sistemas de defensa? —cuestiona la IA.

—Está bien, déjalo pasar. No es ninguna amenaza en ese estado… —Comentó, mirando el panel que YUYU abrió al momento de informarle la presencia desconocida.

En el podía observarse una figura borrosa, que los ojos cansados ojos del científico no pudieron enfocar en su totalidad, después de parpadear en repetidas ocasiones el Doctor Park logró observar como la figura que ya conocía a la perfección, dejaba un nauseabundo rastro de su carne podrida y verdosa piel, junto a las larvas que se retorcían en sangre conforme caían al suelo, evidenciando su lamentable estado de putrefacción.

Con un suspiro el Doctor apartó la vista, y se giró en dirección a los demás paneles que contenían la información de su investigación, siguió tecleando sobre algunos y firmando unos cuántos más, hasta que escuchó un golpe seco sobre las puertas metálicas y el desagradable olor a carne podrida llegó a sus fosas nasales.

— ¿P-Puedo p-pasar? —preguntó la persona. El doctor Park arrugó la nariz y su entrecejo al sentir más de cerca el putrefacto hedor de la persona frente a él.

—Ya estás frente al umbral, ya qué, puedes entrar… WooYoung. —Dice el científico, cerrando los ojos un momento para intentar digerir el pútrido olor.

—Gracias d-doctor P-Park. —Dice WooYoung, entrando lentamente y dejando su putrefacta esencia derramada sobre el suelo y las puertas sobre las cuales se había recargado.

Con paso lento WooYoung se acerca al costado izquierdo de la mesa donde el científico estaba sentado, una vez llegó a su lado se quedó quieto y le miró sonriente, cómo si de un cachorro esperando una caricia se tratase. El doctor Park inhaló aún más profundo, tratando de obligar a sus pulmones a que se acostumbraran al nefasto olor, una vez creyó haberlo hecho, abrió sus ojos y miró de arriba hacia abajo al chico.

La palanca de metal que yacía atravesando su cabeza de lado a lado, simulaba ser una horquilla para el negruzco y largo cabello que el chico portaba, mismo que le llegaba hasta los hombros y le cubría la mitad del rostro, tapando su ojo izquierdo, o bueno… La cuenca donde su ojo debería ir, sin embargo, lo único que llenaba ese agujero en su bello rostro eran restos de carne, sangre podrida y gusanos que con el pasar del tiempo acabarían por comerse el cerebro entero del chico.

La mirada del científico siguió bajando hasta llegar al pecho descubierto de WooYoung, pues la bata que usaba le permitía al médico ver la grisácea piel, junto a las mil y un puntadas que entrelazan los —antes vivos— tejidos del muchacho. Al dirigir su mirada a la derecha pudo observar como el antebrazo de WooYoung estaba totalmente destrozado, dejando ver el hueso junto a la carne podrida, larvas y gusanos que se retorcían sobre su piel. Asqueado, el científico decidió dejar de escrutarlo con la mirada y procedió a mostrarle su desconecto por el acto de rebeldía que considera, el chico cometió.

— ¡¿Me puedes explicar?! —se corta, tratando de bajar su tono, pues no quiere perder el control… No de nuevo. — ¿Me puedes explicar, porque carajos hackeaste el sistema de YUYU? —cuestiona el científico con la mandíbula apretada. El chico da un respingo y baja la cabeza, temeroso.

—Yo… Humm… E-Es que y-yo… —Jadea, sintiendo esa extraña, pero satisfactoria sensación de saber que será fuertemente reprendido. — Q-Quería verlo… —Responde. —Como c-casi nunca está y-y ahora se o-ocupó con los n-nuevos experimentos… y-yo creí q-que ya no tendría tiempo p-para mí. —Se justificó WooYoung.

La ira dentro del científico explotó, su mirada se lo dijo todo al chico, de pronto se puso de pie ocasionando que la silla cayera a sus espaldas, azotó sus manos sobre la mesa y lo miró furioso, el rápido movimiento del doctor Park le hizo encogerse en su lugar.

—Arrodíllate. —Ordenó severo el doctor Park.

— P-Pero Doctor… —Dijo WooYoung, queriendo contradecir al científico, quién al girar su cabeza y darle una mirada llena de firmeza, hizo que el fantasma de un escalofrío recorría la columna del chico, haciéndole obedecer al instante.

Con mucha dificultad WooYoung obligó a sus muertos músculos y desgastadas articulaciones a doblar las rodillas, tardando varios pares de segundos, comenzando a desesperar al científico, quién solo lo observaba con asco y pena, después de unos cuántos segundos más las rodillas de WooYoung estaban a poco menos de medio metro de tocar el suelo, sin embargo, un ligero “crack” le hizo arrodillarse de golpe.

Se había roto los huesos de ambas rodillas.

Si bien no sentía dolor alguno, el pánico inundó su rostro al mirar los ojos llenos de desilusión y lástima del científico. Parte la putrefacción que lentamente le carcomía el cuerpo le impedía caminar con normalidad, pues si bien recuerda haberlo leído en los informes de la sala de control antes de que le prohibieran la entrada por incomodar a los demás científicos con su pútrido olor, sus recuerdos antes de morir se reprodujeron vívidos en su memoria, él iba cargando la caja de herramientas de su padre, cuando lamentablemente pisó mal uno de los escalones de la escalera por la cual subía y rodó por ellas, fracturándose la columna y enterrándose de paso la palanca de metal que iba en la caja.

Según leyó en esos informes sobre su persona, su cuerpo fue extraído directamente de la morgue, parte del personal de los laboratorios llevó su cuerpo a la base, dónde se le intentó —en lo posible— volver a reconstruir su columna vertebral, proceso que fue medianamente exitoso, pues después de habérsele administrado las dosis establecidas de la sustancia AZ18 trayéndolo a la vida de nuevo, logró caminar, aunque no del todo bien, pues cojeaba de su pie izquierdo.

Y en relación con la palanca incrustada en su cabeza, los científicos decidieron dejarla debido a que sí la extraían, podrían arruinar el cerebro casi intacto del chico, lo que evidentemente acabaría en un experimento fallido más, pues parte de la sustancia necesitaba recibir impulsos electromagnéticos para poder liberar las propiedades que iniciaban el proceso de la inmortalidad, y si el cerebro se dañaba de más cómo para no responder a los choques eléctricos que se le impartían al cadáver, sería un caso perdido.

Es entonces que WooYoung al recordar la causa de su muerte, y las complicaciones físicas que persistieron aún después de su “segundo nacimiento”, el chico pelinegro fue consciente de su destino.

No volvería a caminar.

Oh no…

Peor aún…

—WooYoungie. —Lo llamó el científico, ocasionando que subiera su cabeza de golpe, mirándolo con miedo, pánico y lágrimas en los ojos, negando levemente.  —Es una lástima. —Dice el doctor Park con verdadera pena, dirigiéndose al chico y bajando a su altura. —Y justo estabas a punto de alcanzar el punto más alto de tu belleza. —Le dice, acariciando su mejilla. —Quítate la bata. —Ordena, a lo que el chico obedece, temblando y sollozando en el acto.

Una vez quedó totalmente desnudo, el médico se alejó un poco para admirar la putrefacta gloria de sus más oscuros sueños, el demacrado y descompuesto cuerpo frente a él animaba su emoción, al bajar su mirada aún más su vista llegó hacia la entrepierna del chico, oh bueno… El lugar donde ésta debería estar, pues ahora sólo hay un revoltijo de órganos, intestinos, sangre podrida y maloliente, junto a cientos de larvas blancas que se retorcían sin parar.

El médico jadeó de satisfacción, prontamente el bulto en su pantalón creció, sin esperar ni un segundo más bajó la bragueta de su pantalón y liberó su gran erección, con una creciente hambre de lujuria una de sus manos se abalanzó sobre la masa de órganos y apretó el puño alzándolo, logrando atrapar en el parte del sistema digestivo y reproductivo del chico. Wooyoung gimió de sorpresa, el tirón que el médico le dio a sus órganos ocasionó que perdiera el equilibrio y cayera de espaldas al suelo, gimiendo aún más alto cuando el científico tomó en su puño parte de su intestino delgado y su próstata.

Sin esperar ni un segundo más, el científico comenzó a bombear su miembro mientras se frotaba contra el bulto de órganos podridos que formaban el vientre del chico, Wooyoung gemía extasiado, parte del precio de la inmortalidad constaba en perder todo tipo de sensaciones físicas incluido el placer de forma parcial, solo dejando las emociones y sentimientos como un irónico recuerdo del ser humano que alguna vez fue.

Después de unos cuántos minutos en los que el científico gozó de placer al sentir la viscosa mezcla de sangre, putrefacción y larvas sobre su miembro, se liberó sobre el revoltijo de órganos putrefactos, coloreando majestuosamente el asqueroso y deshecho torso del chico con el vívido espesor de su semen.

La grotesca y feroz guerra entre el negro de la sangre podrida, junto al blanco semitransparente del semen del científico logró maravillar a WooYoung, quién ya sintiéndose muerto —por irónico y estúpido que suene— decide pedirle un último deseo al científico.

— D-Doctor. —Jadeó WooYoung. — P-Por f-fav-vor. —Suplica el chico, llevando su única mano a la línea de puntadas que tiene en el pecho y atravesándolas, comienza a reabrir el hueco que anteriormente fue abierto para introducirle órganos inyectados con la sustancia AZ18. —Por f-favor, f-folle mi p-pecho. —Ruega entre llanto el pelinegro. —Por f-favor, do-doctor. —Volvió a suplicar de nuevo.

Una epifanía ocurrió dentro del científico, una mezcolanza de sentimientos y sensaciones florecieron dentro de su pecho, pérdida, lástima, odio por sí mismo, asco, enojo, desesperación entre otros, no sabiendo cuál de todas esas emociones fue el detonante para que el Doctor Park se acomodara sobre el pecho del chico, el hombre miraba con confusión el ojo grisáceo del pelinegro, alineó su miembro y lo introdujo dentro de la cavidad.

Al principio fue lento, casi como si fuera un robot estrictamente programado para realizar esa tarea, con el pasar de los segundos sus estocadas fueron más rápidas, más violentas, más despiadadas, tanto así que al tomar por los hombros al chico terminó por romperle uno de sus hombros, sin dejar de lado la presión que el científico estaba ejerciendo sobre el torso del chico.

La mente del científico, perdida y casi al borde la locura por la explosión de emociones que ahora sentía, se permitió recordar cada momento que tuvo con el chico bajo él. Desde la vez en la que vio su frío y grisáceo cadáver sobre la mesa de experimentos, cuando le observó abrir los ojos, cuando comenzó a preguntarle cómo se sentía, cuando junto a los demás miembros del equipo de investigación tuvieron que sedarlo debido al ataque de pánico que invadió su cuerpo al saber su situación y recordar la forma en la que murió. Recordó también esa vez en la que el chico le dijo lo atractivo que era, del cómo disfrutaba sentir sus manos inyectarle las dosis diarias de AZ18.

Recordó también la vez en la que el chico, en su intento por encontrarle dentro de las instalaciones lo persiguió a un área prohibida para la mayoría del personal, lamentablemente, observando algo que no debió haber visto, con sus ojos grises captó en su totalidad y a viva imagen, cómo es el que científico asesinaba sin ni una pizca de remordimiento a poco menos de una docena de niños, horrorizado al ver también cómo es que les arrancaban las extremidades y extraían su columna vertebral. En ese momento, el chico movió un frasco cerca del estante de dónde se estaba escondiendo, siendo descubierto al instante, intentó escapar, sí, pero peor fue el castigo que recibió, pues la vívida huella de esa penitencia quedaba evidenciada en el enorme hueco que tenía en su bonito rostro.

También recordó cuando por estar de entrometido, WooYoung acabó por echar a perder unas muestras al dejarlas caer al suelo por accidente mientras las observaba, pues su cuerpo recién “nacido” no tenía suficientes fuerzas, y debido a eso, su castigo fue perder la mano con la cual dejó caer aquellas muestras. A su mente vino el recuerdo de la cara de satisfacción que el pelinegro poseía al ser desmembrado de esa forma, pues debido a que la sustancia AZ18 había ocasionado en él el efecto de sentir placer en lugar de dolor, todo aquello lo excitaba de sobremanera. Seguido de eso, pudo recordar también como la personalidad del chico fue cambiando, buscando la atención que él no quería darle después de que le confesó su amor, obviamente siendo profesional y no dejándose caer en la tentación por mucho que también deseara al pelinegro, no espero que un día WooYoung le citara en su habitación solo para ver cómo era brutalmente follado por un miembro del equipo de investigación.

Tanta fue su ira en ese momento, que no dudó ni un segundo en sacar su arma y disparar directamente a la cabeza del hombre que se estaba follado a su experimento. En ese momento WooYoung lo único que se limitó a hacer, fue a aceptar gustosamente la manera tan violenta en la que el científico lo reclamó como suyo, desafortunadamente ese no paró ahí, pues después de haber caído desmayado WooYoung abrió los ojos dentro de una habitación que no reconoció, sin embargo, el sombrío rostro que le miraba asqueado fue reconocido al instante, el científico le miraba asqueado y furioso, el chico quiso moverse en su dirección, pero fue detenido por unas esposas que yacían atadas a sus extremidades —por lo menos aquellas que aún tenía completas— al mirar al científico de nueva cuenta, observó en su rostro una sonrisa macabra y el cómo este tomaba una sierra eléctrica, acercándose de forma peligrosa.

«— ¿Querías tener mi atención, no? —le preguntó suavemente. — ¡Pues aquí la tienes! —gritó eufórico, enterrándole la sierra en la entrepierna.»

Ante ese recuerdo, una ola de excitación recorrió su cuerpo, estaba a punto de correrse, por lo que aumentó la velocidad de sus embestidas, mientras que WooYoung solo gemía y jadeaba totalmente extasiado bajo él, sin importarle un carajo como el peso del científico rompió los huesos de sus caderas. Entre la bruma de confusión que iniciaba en el deber, perseguía a la obediencia, y se arrastraba entre la imagen de lo que jamás podría llegar a ser, el demonio erróneo que era el amor, tentaba con culminar de forma espesa y blanquecina sobre el pecho del chico.

Todo ocurrió muy rápido.

Al mismo tiempo que el líquido pre-seminal salía del pene del científico, el torrente de recuerdos del chico bajo él sonriéndole, llorando por él, gritando su nombre, vomitando, y gimiendo su nombre se acumularon sobre él, WooYoung sabía que el científico estaba por llegar, así que con dificultad llevó su único brazo hábil a la barra de metal en su cabeza, tomando el extremo de está con todas sus fuerzas, miró con lágrimas en los ojos al médico y se permitió relajar su expresión, el científico por su parte le regresó esa mirada que le decía un montón de cosas a la vez, intentó reflejarse en ese iris grisáceo pero lo único que pudo ver fue como lentamente los morados y resecos labios del chico se estiraban de apoco y le regalaban una sonrisa, la más pura y sincera que había visto en él desde que lo conoció, una sonrisa que iba cargada de dolor, miedo, éxtasis y agradecimiento.

Entonces ocurrió.

“Crack” hicieron los huesos de Wooyoung.

Un grito de horror fue ahogado por los labios del científico.

—Gracias doctor. —Susurró Wooyoung.

“Crunch” hizo la barra de metal al salir del cráneo del chico.

“Plaf” hicieron los sesos del chico sobre el suelo, a la par que el doctor Park se corría.

El científico quedó absorto en la masa de materia gris, sangre putrefacta y gusanos que había bajo él, pues ya no había rastro alguno del chico, todo lo quedaba era vil carne podrida. Una silenciosa lágrima cayó por su rostro, y admiró sus manos llenas de la mezcla de todo lo que era ahora el cuerpo de WooYoung.

Putrefacta suciedad.

Algo ido se dirigió a YUYU mientras se acomodaba los pantalones y se sacudió las larvas que aún tenía pegadas en el miembro. Se sacudió inútilmente las ensangrentadas ropas y admiró de nueva cuenta la putrefacción bajo sus pies.

—YUYU, trae a los robots de limpieza. —Ordena lacónico el doctor Park.

—A sus órdenes doctor Park. —Dice YUYU al instante. —Se ha ensuciado bastante. ¿Desea que le prepare una ducha? —cuestiona la IA.

—Sí, deseo eliminar todo rastro de… —Se corta, sin quitarle la vista al cadáver putrefacto de WooYoung. —Borra todas las evidencias del experimento JWY00, fotografías, videos, expedientes, absolutamente todo. —Ordena, quitándole al fin la mirada a la masa de carne.

—A sus órdenes, señor. —Dice YUYU, acatando la orden que el científico le dio.

Unos cuantos minutos pasaron en los que el científico solo permaneció quieto, apoyándose sobre la mesa y observando cómo los pequeños y gráciles robots de limpieza removían parte por parte, el putrefacto e inmóvil cuerpo de WooYoung,  cuando parpadeó y regresó en sí, sólo había tres robots limpiando la sangre negruzca del suelo.

—YUYU, ¿Mi baño ya está listo? —preguntó con voz perdida el científico.

—Desde hace dos horas. —Dice YUYU.

El médico da un respingo ante las palabras de la IA, ¿Dos horas llevaba ahí parado pensando en…? En nada, no había pensando en nada, su mente estaba en blanco, conflictuada, pues no sabía qué sentir, qué pensar o siquiera sí debía llorar o no. Agitó su cabeza y salió de la sala, con cuidado de no pisar a ningún robot de la limpieza, emprendiendo una caminata lúgubre hacia su habitación, al llegar se quitó la bata lentamente dejando que un pequeño robot de limpieza que le había seguido al detectar suciedad en él la levantara, la puerta del baño se abrió automáticamente al detectar su presencia, se quitó el resto de ropas y se sumergió en la tina, dejando que el agua caliente borrara todo rastro de WooYoung sobre su cuerpo.

Lentamente siguió bajando hasta quedar sumergido totalmente bajo el agua, unos minutos pasaron y el científico salió de golpe, suspiró, y se dedicó a terminar con su baño. Al terminar salió de la habitación ya vestido y se dirigió de nueva cuenta a la sala, al llegar, observó todo el suelo y la pared donde antes estaban las evidencias de la existencia de WooYoung marcadas, ahora solo había pulcra limpieza, suspiró de nuevo y abrió el archivo con el expediente del chico que había revisado horas atrás.

—YUYU, muéstrame las cámaras de seguridad dentro de la habitación del paciente Song MinGi. —Ordena el científico, rápidamente un panel virtual se abrió frente a él y en el pudo verse al chico arrinconado en una esquina, respirando pausadamente. El científico asintió y le dio otra orden a la IA. —Prepara los protocolos de seguridad, iré a ver por mi propia cuenta al experimento SMG00. —Dice por última vez.

—Entendido, señor. —Dice YUYU.

El científico Park sale de esa sala y se dirige al ala sureste donde se encontraba la habitación de contención donde permanecía retenido el chico pelirrojo. Después de usar el elevador para descender aún más de dónde se encontraba, se dirigió a algunos miembros del equipo de investigación y les saludó cordialmente.

Siguió caminando por un par de pasillos más, dobló unas cuantas veces a su derecha y llegó a la habitación, se detuvo frente a la puerta blanca que tenía una pequeña ventanilla transparente que dejaba ver el cuerpo del chico arrinconado. El doctor Park tecleó el código de seguridad en el panel sobre la pared y la puerta fue abierta.

El chico pelirrojo dio un respingo y se pegó más a la pared, casi como si quisiera unirse a ella, el científico pudo observar cómo el cuerpo del chico empezó a temblar y unos ligeros sollozos se empezaron a alzar sobre el silencio de la habitación, el pelinegro entró a la habitación y la puerta blanca detrás de él se cerró automáticamente. De forma lenta el científico se acercó a la figura del chico, se detuvo hasta estar a dos metros de él y se agachó un poco para quedar a la altura del pelirrojo.

—Hola, soy el doctor Park. ¿Cuál es tu nombre? —preguntó dulcemente el científico. El chico dejó de temblar y sollozar para levantar el rostro lentamente y mirarle con esos ojos almendrados que moría por admirar.

—M-MinGi. —Responde de forma distorsionada por su llanto. —Me ll-llamo MinGi. —Dijo y sorbió por su nariz.

El doctor Park le sonrió cálidamente.

Nuevo experimento, nueva experiencia.

(…)


*Clozapina: se utiliza para el tratamiento de pacientes con esquizofrenia cuando la utilización de otros medicamentos no ha funcionado.

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