Capítulo 19: Paz en el Infierno


Guía Básica para Elementalistas: Tomo II - Transformaciones Elementales

Algunos elementalistas han dominado la habilidad de transformar su elemento primario en estados alternativos. Los magiers del agua pueden solidificarlo en hielo o extraer el agua del cuerpo de otro individuo, mientras que los del aire condensan el suyo en ráfagas invisibles que manipulan con destreza, o generan tormentas que pueden crear rayos. Por otro lado, los elementalistas de tierra pueden manipular o generar vegetación según su voluntad, y también tienen la capacidad de crear golems temporalmente. En cuanto a los del fuego, pueden controlar la temperatura ambiente, generar llamas que proporcionan luz y calor sin quemar, e incluso crear pequeñas explosiones controladas de calor sin fuego real.

Estas transformaciones no ocurren por casualidad, sino que requieren dedicación y constancia por parte del elementalista para dominar y modificar su elemento según su voluntad. Además, es crucial tener un linaje que permita desarrollar estas habilidades con éxito, fortaleciendo así el control sobre el elemento primario y sus variaciones.

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Dos semanas habían transcurrido de esa desastrosa noche de Halloween. Después del ataque que habíamos sufrido a manos de los draugrs, Atabey estaba inmersa en un ambiente tenso, incómodo y vigilante. Las medidas de seguridad se intensificaron, y los estudiantes recibíamos instrucciones regulares sobre cómo defendernos ante cualquier criatura que amenazara con querer hacernos picadillo.

Aquella noche, la fiesta había terminado en un silencio total. Mientras algunos estudiantes trataban de ignorar lo sucedido como si fuera algo normal, otros se sobresaltaban ante el menor ruido. La muerte de la chica y de dos guardianes aún estaba fresca en la mente de todos, y el miedo a un nuevo ataque acechaba en cada sombra.

Después de los funerales, se había respirado una atmósfera densa y cargada de diferentes interpretaciones. Mientras la mayoría mostraba respeto por el tema, otros parecían buscar una conexión con la chica, una que nunca existió, como si ser amigos de alguien fallecido los colocara en un escalón social superior. Melissa había llegado a Atabey este mismo año y, tras el incidente en la entrevista, le había costado retomarlas, solo para que su vida terminara de manera tan trágica.

Acker, por su parte, se había tomado un tiempo alejado de la academia, una decisión comprensible dadas las terribles experiencias de esa noche. Yo entendía su necesidad de apartarse, en su momento yo también había optado por algo similar.

Con el paso de los días, la academia comenzó lentamente a recuperar la normalidad. Las conversaciones y el bullicio volvían a llenar los pasillos. Las clases seguían su curso, y los estudiantes estaban llevando sus vidas normales. Tal como había ocurrido en el pasado con Natalie, la chica que había sido asesinada en la enfermería.

Yo había soñado un par de noches con el rostro de Melissa, pero esos recuerdos ya habían quedado atrás. A veces me sentía insensible ante el dolor de los demás, pero la abuela decía que mi vida y los difíciles momentos del pasado me habían condicionado a manejar situaciones complicadas con cierta distancia emocional. La abuela también había decidido enviarme de vuelta junto a un segador para que este fuera mi protector. Eso estuvo en boca de todos por varios días; una mestiza sin un linaje puro e importante no necesitaba de un segador, y yo lo tenía.

Entre las clases especiales que se habían anunciado estaban las de; Entrenamiento de Combate. Control de la Magia Demoníaca y Conocimiento de razas. Blaze había estado abordando temas teóricos de defensa y ataque a mayor profundidad.

—Señorita Deinally —dijo Blaze, dirigiéndose a mí con una sonrisa irónica—. Usted que está tan familiarizada con esas... criaturas, podría indicarles a sus compañeros, que jamás han salido de sus burbujas, cómo son y cómo actúan.

Creía que esta era una pregunta que estaba de más, todos sabían cómo se veían los draugrs, después de todo era algo que se nos enseñaba de pequeños.

—Ellos...

—¿Ellos? —me interrumpió inmediatamente, mirándome con una expresión condescendiente que provocó la risa de burla de algunas chicas—. Parece que va a decir algo completamente absurdo. Como decía —continuó, ignorando mi intento de respuesta—, los draugrs son criaturas especialmente peligrosas debido a su capacidad para absorber la magia demoníaca de nuestra especie. Nuestra energía les permite mantenerse fuertes y regenerarse. Es crucial que comprendan que cualquier encuentro con un draugr debe ser evitado a toda costa. A menos que deseen o busquen su propia muerte.

Levanté la mirada hacia Blaze, sintiendo una mezcla de molestia y confusión por su actitud hacia mí. No comprendía qué había hecho para provocarle tal antipatía. Me parecía ilógico que el hecho de ser mestiza fuera suficiente para que un profesor y segador se comportara de manera tan hostil conmigo. A veces pensaba que el demonio que le hizo esa cicatriz había tenido sus razones.

—¿Alguna pregunta hasta ahora? —indagó Blaze, recorriendo el salón con su mirada.

Algunos de mis compañeros alzaron la mano con timidez, quizás creían que serían objeto de burla como yo lo era, pero él les dio paso para que formularan sus preguntas con tranquilidad. La atmósfera en la clase era de máxima concentración, todos se encontraban ansiosos e interesados en aprender cómo defenderse en caso de que lo necesitaran.

Seguía sin gustarme hablar frente a todos, pero creí que era necesario decir algo que él no había mencionado hasta ahora.

—Ellos tienen algo —me atreví a decir, y antes de que Blaze me interrumpiera con algún mal chiste o burla, continué—. Cuando entraron a los camarines, sentí una sensación inexplicable que me paralizó por completo. No fue miedo, era más profundo y aterrador. Me di cuenta de que esa misma sensación la había experimentado momentos antes en el bosque, justo antes de que aparecieran.

No alcancé a decir que también la había sentido en los pasillos de la enfermería, justo antes de conocer al cadejo, porque Blaze me interrumpió.

—Normalmente, los elementalistas no lo notan porque no tienen la oportunidad de encontrarse dos veces frente a ellos. Pero a eso se le llama "desesperación". Los draugrs emiten un aura que induce terror y desesperación en sus enemigos, afectando su voluntad y su capacidad de luchar efectivamente. Esta aura puede hacer que incluso los magiers más valientes sientan pánico y desesperanza. Pero es algo que se aprende a controlar. Normalmente, los afecta a ustedes, los jóvenes o a los elementalistas que tienen poca conexión con nuestro mundo, los menos preparados. Por eso son presa fácil. Además, algunos draugrs, cuando están cerca de uno de nosotros, podrían anular temporalmente nuestro elemento. Esto significa que los magiers no podrían usar sus poderes en presencia de un draugr, dejándolos en gran desventaja. Es por eso por lo que es tan importante que aprendan a luchar cuerpo a cuerpo, o que simplemente ataquen primero y luego pregunten si querían pedirles la hora o hacerles un corte visible hasta desangrarlos.

Lo que decía no era agradable de imaginar, pero sabía que tenía razón. Cuando vi a Thomas esa noche en el bosque, me había lanzado una flecha de hielo sin saber que era yo. Por pura suerte, había fallado. Y luego, cuando nos atacaron los draugrs, los segadores no se habían involucrado en el combate cuerpo a cuerpo como lo había hecho Caleb y Acker; solo habían usado su elemento a distancia.

—Los draugrs no son difíciles de matar si usas tu elemento para atacar directamente. Si solo piensas en mantenerlos a raya, debes saber que incluso cuando son gravemente heridos, pueden continuar luchando debido a su resistencia física y su capacidad de regeneración rápida. Esto les da ventajas sobre nosotros. Necesitan nuestra sangre por dos razones: al contacto con ella, pueden absorber nuestro elemento, lo que nos debilita; pero también nuestra sangre los ayuda a vivir más y potenciarse. Eso es lo que los hace más peligrosos: su necesidad de vivir eternamente los vuelve peligrosos.

Blaze se quedó en silencio un minuto, como si estuviera debatiendo internamente si decir algo más o no.

—¿No han pensado alguna vez que las razones podrían ser más complejas? Se supone que son seres celestiales y nosotros infernales. Tal vez sea una lucha entre el bien y el mal... —propuso una chica, buscando profundizar en el tema.

—No lo veo como algo "bueno y malo". Mientras esas mierd... mientras ellos buscan cazarnos y matarnos, nosotros no los buscamos a ellos para lo mismo. Si vas a ver lo bueno y lo malo, lo de ser celestiales y nosotros infernales no tiene lógica, ellos son los que asesinan no nosotros —replicó Vaugh, cuestionando la visión simplista del bien y el mal.

Era algo que también había estado reflexionando. Si se supone que ellos descienden de ángeles, ¿cómo es posible que nosotros, los descendientes de demonios, fuésemos más bondadosos que ellos?

—Quizás simplemente es una mezcla de todo. —intervino Caleb, buscando una explicación más compleja—. Quizás ya está muy instaurado en su raza el matar. En caso de que ellos asistan a escuelas como nosotros lo hacemos, ¿acaso no recibirían la misma educación que los incita a la hostilidad contra los magiers? —sugirió Caleb.

—Esa actitud los convierte casi en fanáticos religiosos, con un discurso de la iglesia combatiendo al mal. Tal vez nuestra raza ha sido demasiado dócil. Ya es hora de dejar de solo defendernos y convertirnos en los verdaderos demonios de la historia —replicó Thane con un tono desafiante dirigido a Caleb.

Sus palabras provocaron un murmullo entre sus seguidoras. Me preguntaba si cuando fuera rey sería así. Blaze dio un paso al frente, retomando el control de la clase.

—Thane tiene un punto. Sin embargo, lamentablemente no estamos en una época en la que podamos pasar desapercibidos ante los humanos. Aunque estoy seguro de que muchos elementalistas estarían de acuerdo con la idea de convertirnos en algo más temible que ellos. No podemos dejarnos llevar por la ira o el deseo de venganza, eso solo lleva a cometer errores. La clave es estar preparados y ser estratégicos.

Caleb, con una sonrisa irónica, comentó:

—Entonces, ¿debemos convertirnos en estrategas fríos y calculadores? Suena como algo sacado de un manual militar.

Thane se volteó en su asiento. Su mirada, penetrante y desafiante, se posó primero en mí, y finalmente se clavó con fiereza en los ojos de Caleb.

—O simplemente ser lo suficientemente inteligentes para no ser las próximas víctimas. No todos podemos escondernos detrás de una chica. A veces, es necesario mostrarles a nuestros enemigos que no somos tan fáciles de vencer.

Caleb no se dejó intimidar y replicó con una voz firme:

—La inteligencia no se mide por la agresividad, principito. La verdadera estrategia es saber cuándo y cómo actuar, sin necesidad de recurrir siempre a la violencia. Puedes conseguir lo mismo sin tanto alarde.

Thane soltó una risa seca y sarcástica antes de responder, su tono lleno de indiferencia.

—Es raro que lo digas tú, quien casi mata a uno de sus propios compañeros por confundirlo. Para ser tan pacífico, lo golpeaste con bastante fuerza. Imagino que tu falsa causa de estrategia se debe a que no tienes sincronía con tu elemento. Si fueras capaz de hacer algo bueno, créeme que tus pensamientos serían muy distintos. Suena como un conformismo barato cuando no te quedan más opciones que esconderte tras una chica.

Caleb apretó los dientes, mirando a Thane con una furia contenida, quien lo observaba con una sonrisa triunfal en el rostro. Toqué su mano con la mía; a estas alturas, ya no era novedad para nadie que estábamos como saliendo o en algo. Pude sentir cómo se relajaba instantáneamente

Antes de que Caleb pudiera responder, Blaze intervino de nuevo, su tono autoritario. Aunque parecía que si le gustaban las confrontaciones.

—No puedo creer que esta historia se repita —murmuró Blaze, con una sonrisa irónica en el rostro, como si recordara un chiste antiguo —. Esto no es un debate sobre quién tiene la mejor filosofía de combate. Estamos aquí para aprender a defendernos y a sobrevivir. Las tácticas que discutimos hoy son solo una herramienta más.

Levanté la mano, ansiosa por evitar que la tensión entre Caleb y Thane escalara aún más. La situación me incomodaba por varias razones.

—¿Hay alguna forma de neutralizar el aura de desesperación que emana de los draugrs? —pregunté—. ¿Algo que podamos hacer para evitar que ese terror nos afecte?

Blaze asintió, pero su sonrisa no era del todo sincera. Se notaba una pizca de amargura en sus ojos al dirigir la mirada hacia mí.

—Una pregunta esperada de alguien a quien le gusta el caos, ¿no Deinally? —respondió con voz ronca—. Existen muchas técnicas de resistencia mental y emocional que pueden ayudar. La meditación, el entrenamiento constante y el fortalecimiento de la voluntad son claves, aunque suene como algo muy mundano y simple. Aunque su eficacia puede depender de la fuerza de tu propia mente.

Siobhan, intervino en la conversación.

—¿Y qué hay de nuestras habilidades? —preguntó, dirigiendo una mirada furtiva hacia mí —. ¿Acaso nuestras habilidades elementales, por más débiles que sean en algunos casos no pueden ser de utilidad para contrarrestar la influencia de los draugrs? —dijo esto último con una clara alusión a mí.

Blaze, la miro y sonrió. Mostrando su favoritismo.

—Exactamente. Mientras más en línea estés con tu elemento más fuerte serás, y esto no tiene que ver con el linaje o cantidad de magia elemental, tiene que ver con tu equilibrio personal. 

Siobhan soltó una carcajada, como si la idea de que yo pudiera tener equilibrio personal o fuerza de voluntad le resultara ridícula.

—Equilibrio personal, suena poco exigente para este mundo. Algunos apenas pueden controlar una miserable chispa, o tornado ¿cómo podría hablar de equilibrio? —dijo con tono despectivo hacia mí.

Me sentí un poco humillada, aun pasado los meses yo no había mejorado en nada. Cualquiera era mejor que yo y todos lo sabían.

—El equilibrio personal no se mide en la cantidad del elemento que se posee, Siobhan —respondió Blaze — Se trata de la conexión que tienes contigo misma, con tu elemento y con el mundo que te rodea.

Siobhan desistió de continuar la conversación y Blaze comenzó a terminar la clase.

—Chicos es de conocimiento público que el fuego, por ejemplo, puede purificar y destruir. El agua puede debilitar. La tierra puede atrapar y contener, mientras que el aire puede dispersar todo. Es cuestión de saber cómo y cuándo utilizar cada elemento.

Cuando lo decía de esa forma, era como si hablara de algo tan simple como elegir la herramienta adecuada para un trabajo. Sin embargo, en mi mente, las imágenes de la pelea en el bosque aún eran vívidas y brutales.

El fuego no había purificado al draugr, lo había reducido a cenizas, desintegrando su cuerpo en una danza infernal de llamas. El agua no había debilitado al segundo, le había partido el cráneo con una fuerza arrolladora, en una escena bastante sanguinaria. Y el aire, en lugar de dispersar al tercero, le había arrancado la cabeza con un rugido atronador, dejando un rastro de horror y destrucción a su paso.

Las palabras de Blaze parecían demasiado simples, para describir la brutalidad de cada elemento en aquella batalla. ¿Purificar? ¿Debilitar? ¿Dispersar? Esas palabras no podían encapsular la letalidad que había presenciado.

Blaze continuó:

—En el campo de batalla, sus elementos no deben ser herramientas elegantes y medidas, sino que deben ser una fuerza caótica y despiadada—tomo sus cosas de la mesa y se paró en la puerta —. La clase queda hasta aquí por hoy. La próxima semana veremos invocaciones de daimons y porque está completamente prohibido —Me miro directamente a mí.

Casi como si quisiera culparme por algo que yo no tenía ni la menor responsabilidad. El cadejo, aunque me había ayudado en la batalla contra los draugrs, no tenía que ver conmigo.

Mientras la clase llegaba a su fin, miré a mis compañeros; seguía sintiendo que debí quedarme en mi antiguo pueblo. Sabía que entre todos nosotros había muchas diferencias que eran difícil pasar por alto. ¿Podría yo alguna vez controlar el poder de mi elemento con la misma precisión y serenidad que lo había hecho Thomas o Blaze? 

Estábamos sentados en el banco del jardín, tenía la mirada perdida en la distancia, mientras Caleb, a mi lado, me hablaba en voz baja. Mis manos estaban envueltas entre las suyas, me había dicho que eso le gustaba, que lo hacía sentir más cercano a mí. Sin embargo, yo estaba más interesada en los demás, ajena a sus palabras. Mis pensamientos volaban hacia las chicas que reían y charlaban animadamente junto a Máximo y otro de los chicos, no muy lejos de donde nos encontrábamos. En ese momento, anhelaba estar sentada junto a ellas, en el pasto, compartiendo su alegría contagiosa.

Mi vista se posó en Máximo, quien jugueteaba con uno de sus amigos en una lucha improvisada que involucraba tirarse al suelo el uno al otro. Estaba concentrado en el juego hasta que fue el turno de Thane. Quien, con su destreza innata, en un movimiento que parecía más un tropiezo, había hecho caer a Máximo de manera graciosa. Su habilidad para destacar en cualquier situación era innegable.

La escena fue tan inesperada y graciosa que no pude contener una carcajada. Era una risa diferente a las que solía tener, una risa espontánea y sincera que brotaba de lo más profundo de mí. Caleb, a mi lado, percibió mi distracción. Su expresión era una mezcla de desconcierto y curiosidad, como si se preguntara qué había dicho que había provocado tal reacción en mí.

—Bien hecho, Caleb —dijo Vaugh, interrumpiendo el silencio—. Hacer reír así a Iseria no es tarea fácil.

Arlenn, quien se encontraba cerca, nos dirigió una mirada fugaz, pero continuó hablando con Christopher.

—Me he dado cuenta de ello —murmuró Caleb en voz baja.

Vaugh desvió su atención de nosotros y regresó a su conversación. A pesar de estar a solo un metro de distancia, podíamos escuchar con claridad todas sus palabras.

—¿Qué te parece sí...? —comencé a decir, pero Caleb me interrumpió con una brusquedad inesperada.

—No tengo tiempo para esto, Iseria. Tengo cosas que hacer. Nos vemos más tarde —dijo con un tono seco y distante, soltando mi mano de forma abrupta. Se puso de pie de un salto y se alejó sin decir una palabra más, dejándome sola en el banco con un sentimiento de confusión y sorpresa.

Me levanté del banco, todavía procesando lo sucedido, y me dirigí hacia las chicas, quienes me recibieron con una sonrisa cálida y despreocupada. Ajenas a todo.

—¿Y Caleb? —quiso saber Arlenn

Me encogí de hombros, sin saber qué responder. La verdad era que no entendía la actitud de Caleb. Un momento antes estábamos conversando animadamente y al siguiente se marchaba sin dar ninguna explicación.

—Dijo que tenía cosas que hacer. Supongo que nos veremos más tarde.

El tiempo pasó rápido y pronto el sol comenzó a ocultarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. La temperatura descendió con la misma rapidez que la luz se desvanecía, y un frío comenzó a invadir el ambiente. Me estremecí y me abracé a mí misma, sintiendo la necesidad de ir por algo de ropa más abrigadora. Les avisé a las chicas que iría a mi habitación por un polerón.

El jardín nocturno tenía un aire misterioso siempre, pero algo era distinto esta noche. Los arbustos altos bordeaban el camino, creando un pasaje oscuro. Las sombras se alargaban con la luz tenue de la luna que apenas se filtraba entre las hojas y los árboles al fondo del sendero se alzaban como guardianes silenciosos. Un viento frío soplaba suavemente, haciendo que las hojas se movieran levemente.

Mientras caminaba hacia mi habitación, volví a sentir una extraña sensación de inquietud. Era como si alguien me estuviera observando, giré a mirar en todas las direcciones, pero no vi a nadie. Aceleré el paso, intentando sacudir la sensación, pero no pude evitar mirar por encima del hombro varias veces.

El aire se sentía más frío y denso a medida que avanzaba. De repente, un escalofrío recorrió mi espalda, y el sonido del agua chapoteando ligeramente me hizo detenerme en seco. No había ninguna fuente de agua cerca, pero los destellos de humedad en el aire me hicieron dudar. ¿Era solo mi imaginación o realmente había escuchado algo? La oscuridad parecía intensificarse a mi alrededor, creando una atmósfera opresiva que me llenaba de terror.

El cadejo apareció de la nada, su lengua serpenteaba y sus ojos brillaban en la oscuridad como si sintiera mi ansiedad. Me quedé quieta por un momento, tratando de calmar mi respiración acelerada. Aunque no vi a nadie, la sensación de ser vigilada persistía.

Hice lo primero que se me ocurrió, me di la vuelta y regresé corriendo hacia donde estaban las chicas. Ellas me miraron con sorpresa al verme llegar tan pronto.

—¿Paso algo? —pregunto uno de los chicos.

Pude haber dicho que sí, pero con todo lo que ya había pasado prefería no decir nada. Ni siquiera estaba segura de que alguien me estuviera observando. Quizás solo seguía asustada y algo sugestionada por todo.

Mis amigas se pusieron de pie de inmediato, preocupadas por mi repentina llegada.

—No nada, supongo que se me quito el frío cuando me puse en pie. —Mentí.

Cualquier usuario de agua pudo haber estado usando su elemento cerca, me recordé. Y uno de nosotros no era un peligro real.

Máximo me indicó con un gesto que el cadejo me había seguido hasta donde estábamos. Estaba sentado en sus patas traseras, muy atento a todos los chicos, casi como si sintiera curiosidad, pero a la vez desinterés.

—Creo que deberíamos darle un nombre —dijo Vaugh—. Por lo visto no piensa irse a ningún lado.

—No es como que fuera una mascota Vaugh. Podría darte un mordisco y sacarte la mitad del brazo —le advirtió Máximo—. O peor, tu hermoso rostro —intentó coquetear, con una sonrisa pícara.

—¿Qué tal "Sombra"? —sugirió Vaugh, ignorando por completo el comentario de Máximo.

Arlenn, con una sonrisa divertida, lo rechazó de inmediato. —Demasiado obvio —dijo entre risas. —Debe ser algo más original, un nombre que capturara su esencia.

—¿Y "Furia"? —propuso Máximo, levantando una ceja.

Yo, pensativa, traté de imaginar al cadejo con cada uno de esos nombres. Ninguno parecía encajar a la perfección.

—Idiota, esos son nombre que le darías a un cachorro —comentó Morgan.

Continuamos lanzando ideas mientras el cielo nocturno se oscurecía aún más, y el aire frío nos rodeaba. Sentí un escalofrío recorrerme y me abracé a mí misma otra vez, tratando de mantener el calor.

—¿Tienes frío? —preguntó Vaugh, notando mi incomodidad. Antes de que pudiera responder, Máximo me lanzó su polerón.

Lo atrapé en el aire y me lo puse rápidamente, agradecida por el calor adicional. Olía bien.

La conversación continuó, los chicos siguieron lanzando nombres para el cadejo. Ninguno parecía encajar perfectamente.

—¿Qué tal "Ceniza"? Y es lo último que sugiero, de verdad que yo le hubiese puesto chispitas y ya —dijo Máximo, sin ganas. De repente se apoyó tiernamente en su amigo, bromeando —. Thane no has dicho nada, por lo menos di un nombre, algo tierno y lindo como tus pensamientos. —Máximo bateo sus pestañas lanzándole un beso a su amigo.

Thane, sin inmutarse por la broma de Máximo, respondió con su voz grave.

—Para que, no es como que fuera una mascota. — Todos se quedaron mirándolo, esperando una respuesta, hasta que él cedió. —Es más fácil guiarse por su color y ya, Ónix—dijo Thane, su voz grave.

No me atreví a mirarlo. Las cosas eran bastante complicadas con él a eso sumarle lo del beso de esa noche, quise golpearme la cabeza con la esperanza de que ese recuerdo se desvaneciera. Quedamos en silencio por un momento, considerando su propuesta. El nombre tenía mucho más que ver con el daimon, algo que los demás nombres no habían logrado capturar.

—Yo creo que es perfecto —dijo Arlenn, coincidiendo con Thane. Una sonrisa se dibujó en su rostro.

Uno de los chicos intentó llamar a la criatura, pero Ónix ni siquiera se movió de su lugar. ¿Qué esperaban? ¿Qué moviera la cola y ladrara como un cachorro?

Máximo hizo un gesto exagerado, como si estuviera proclamando algo muy importante. —Bueno, ahora que Ónix tiene nombre, creo que es momento de contar historias de terror —dijo con una sonrisa traviesa.

Era en momentos como estos cuando me daba cuenta de lo importantes que las chicas se habían vuelto para mí. Cada uno de ellos aportaba en mi día a día, y a pesar de las diferencias y desafíos, siempre lograban hacerme sentir parte de algo más grande.

Me tiré en la cama mirando mi móvil, ya no esperaba los mensajes de Thomas, pero si los de Caleb, hoy por lo menos. Más después de lo que había pasado en la cafetería, hace unos minutos.

Se había acercado a mí, y al verme usando el polerón de Máximo se había enfadado. Me había dicho que si tenía frío debí pedirle el de él y no usar el de otro chico. Normalmente yo usaba los polerones de mi hermano o los de Thomas así que no entendía cuál era la diferencia en ello, o la molestia, era Máximo el chico que salía de vez en cuando con una de mis amigas. Intente explicárselo, pero no me dejo hablar y se marchó. Quizás debería haberlo seguido e insistido en explicarme, pero no lo hice. No podía obligarlo, así que le envié un mensaje y ahora me encontraba esperando su respuesta. Caleb, al igual que yo, era una persona nocturna.

Eran casi la una de la mañana cuando me di por vencida y dejé de esperar la respuesta de Caleb. Me metí en mi pijama y me acosté. Un pequeño golpe llamó mi atención. Al principio lo ignoré, incapaz de centrar mis pensamientos que se mezclaban con mis deseos. Sin embargo, la segunda vez el golpe fue más fuerte dejándome en claro que no era mi imaginación. Me incorporé lentamente, con el corazón latiendo desbocado, mis manos empezaron a temblar involuntariamente. Solo Thomas solía hacer eso, y no creía que fuera él, pero todo en mí deseaba que lo fuera. Mi respiración se aceleró y sentí un nudo en el estómago. No era miedo, pero no sabía cómo describir la sensación.

Me lancé fuera de la cama justo cuando una figura entró por la ventana con una agilidad sorprendente. Mi corazón comenzó a latir más rápido mientras lo vi mirarme, de pies a cabeza.

Mi estómago se hundió de decepción, no tenía nada que ver con Thomas.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, sorprendida por su presencia, que rápidamente dio paso a la molestia. —¡No tienes ni un derecho a entrar así en mi habitación, Thane! Si se entera To... —Me detuve, recordando que eso ya ni siquiera tenía sentido.

—Isa, ni un guardián o profesor me vio entrar, soy muy discreto, siempre. — No mostró ningún signo de arrepentimiento por su intrusión. —¿Podemos hablar? También existe la posibilidad de que tú salgas, pero debes ponerte algo de ropa. Hace frío aquí afuera, en realidad siempre alrededor de tu habitación.

Me crucé de brazos, negándome a su petición. Odiaba que me llamara Isa, era igual al idiota de Erick.

—Es Iseria — recalqué molesta —. No pienso ir a ninguna parte contigo, menos a estas horas de la noche ¿Qué es tan importante que no puede esperar hasta mañana y además que no pueda hablarse en un área común?  Vete de mi habitación ahora—respondí, traté de mantener mi voz firme a pesar de mi creciente incomodidad.

Él asintió y comenzó a dar la vuelta para irse, por lo menos era la intención que pensé que tenía, hasta que un fuerte golpe vino de la puerta, alguien estaba llamando.

—¿Todo está bien?

Gemí, lo había olvidado. Luego de lo ocurrido con la chica de la enfermería y luego de la fiesta, los alumnos estaban más atentos a lo que pasaba cerca a ellos. Se habían comenzado a hacer rondas por las habitaciones, ya no solo para asegurarse que todos estaban en su lugar, sino que para ver si estaban bien.

—Si, todo bien— respondí demasiado rápido.

Thane sonrió mientras se devolvía para sentarse a los pies mi cama y se estiró, como si fuera un felino.

—¡Abre la puerta ahora! —Dos golpes acompañaron esa orden. Se escuchaba como si fuese una guardiana acompañada de alguien más.

—Vete —vocalicé en una súplica.

Pero él negó con una estúpida sonrisa. Si lo veían aquí, sería lo peor que me podría pasar; toda la escuela comenzaría a hablar sobre que yo era una más de "sus chicas", y luego de la pelea en la cafetería, mi relación con Caleb. Eso no era para nada bueno.

Thane tomo una libreta de los pies y garabateo algunas palabras; "Si hablas conmigo me iré, si no, aquí me quedo".

No era una advertencia ni una amenaza. Ni siquiera pude pensarlo, si entraban y lo veían aquí mañana seria la comidilla de toda la escuela. Acepte desesperada. Él salió por donde había entrado, mientras yo abría la puerta. Dos guardias entraron a mi habitación para inspeccionarla. Las chicas de las habitaciones contiguas observaban todo lo que estaban sucediendo.

—¿Por qué te demoraste tanto y con quien hablabas? —quiso saber la chica guardiana.

—Me estaba cambiando de ropa y hablaba por teléfono con mi hermano, vive lejos, intentamos mantenernos comunicados siempre. —Mentí, miré en dirección a la cama, agradecía haber dejado mi móvil a la vista

—A la próxima que te demores en abrir, derribaré tu puerta, no nos interesa si estás cambiando de ropa o haciendo otras cosas... —la guardiana me hablaba y advertía mientras su compañero revisaba todo, hasta acercarse a la ventana y asomarse por ella.

Unos minutos más tardes, todos se marcharon y yo apagué la luz de la habitación, dejando solo la de la lamparilla. Deseaba poder ir a dormir.

Escuché un golpe en la ventana y supe que Thane no lo dejaría ir. Me acerqué a ella para abrirla pero no me moví.

—Quiero que sepas que te detesto. Y que quede claro que no estoy haciendo esto porque quiera. Acaso, ¿no tienes miedo de que te mate? —Era una pregunta genuina de mi parte, pero podía entender por qué estaba aquí.

Él me dio una media sonrisa, como si pensara que yo estaba jugando. —No creo que puedas. Tus manos son muy pequeñas, no tienes suficiente fuerza y no eres una asesina.

—Podría serlo —repuse, mi voz tensa—. Solo tendría que empujarte y caerías desde un cuarto piso.

—Si no me rompo el cuello, podría recuperarme —dijo con una sonrisa más amplia—. ¿Entonces entro o tú sales?

Miré mi pijama improvisado y luego el aire frío de la noche. No me apetecía salir. Y no quería quedarme en pie, mi cuerpo delataba una situación que solo mi mente imagino.

—Puedes entrar, pero solo un minuto, no quiero que nadie te vea aquí. Alguien podría malinterpretarlo. —Suponía que tenía preguntas por lo de la fiesta.

Thane sonrió con una expresión pícara —Nadie me ha visto, siempre soy cuidadoso, ya te lo dije. Además, solo dirían que soy masoquista.

No pasé por alto ese "siempre", se notaba que era costumbre en él hacer este tipo de cosas. Volví a meterme en la cama y lo miré mientras entraba. Era bastante hábil haciéndolo; podía darme cuenta de que las historias eran reales.

—No me mires así, sé que soy hábil en esto, pero no por las razones que todos dicen— él se acomodó en mi bajada de cama y apoyo su cabeza sobre la cama, mirando hacia el techo dejando ver la desnudes de su cuello. —Gracias. No quería asustarte.

—No lo hiciste, solo me sorprendiste —no era una mentira, es solo que mi corazón se había equivocado.

Thane se quedó en silencio por un momento, observándome con una intensidad que me resultaba incómoda. Sentí como si pudiera leer mis pensamientos más profundos.

—¿Por qué estás aquí?¿Por qué insistes tanto en hablar conmigo? —pregunté finalmente, tratando de mantener calma en mi voz. No era él quien me había alterado, había sido mi imaginación y las ganas de algo mas.

En ese momento, deseé que se marchara. Su presencia me inquietaba, me hacía sentir vulnerable y enojada.

—Hay cosas que debemos discutir —respondió, su tono serio—. Y no podía esperar más.

La inquietud volvió a instalarse en mi pecho, pero esta vez había una extraña mezcla de anticipación. Sabía que era una conversación pendiente y quizás eso cambiaría algo en nuestra relación.

Tomé aire profundamente y decidí ser honesta.

—Fue un error. No era a ti a quien quería besar. Sé que suena estúpido y tu ego no permita creerlo, pero pensé que eras Caleb. Era a él quien debía seguirme, y yo no veo bien en la oscuridad... —me adelanté a lo que quería decir.

—¿Caleb? —su voz ronca sonó incrédula como si no esperara lo obvio. —¿Qué es lo que ves en él?

No pude responder a esa pregunta, y no porque quisiera limitar el tiempo de conversación con él, es solo que no sabía qué decir.

Thane me miró en silencio durante un largo rato, su mirada oscura impenetrables. Luego volvió a mirar el techo, exponiendo tan claramente su cuello.

—... En esa posición, podría cortarte el cuello —añadí, las palabras saliendo antes de pensar en ellas. No era algo que quisiera hacer, pero dado mi historial con Thane creí que era algo que podía decir libremente.

Me miró con una mezcla de risa y desaprobación, casi como si yo le cayera bien —¿Acaso no tienes suficiente de pensamientos de sangre? —dijo, su voz teñida de una leve ironía—. Además, vengo en son de paz. Y no es de eso de lo que quería hablar.

—¿Entonces de qué? —había otro tema que teníamos en común, y ese me incomodaba aún más que hablar de un beso errado.

Thane se quedó en silencio por un momento, su expresión tornándose seria y pensativa. Sentí una mezcla de curiosidad y aprensión mientras esperaba sus palabras. No sabía cómo iba a tomar lo que estaba a punto de decirme, y eso hacía que mi pecho se sintiera pesado.

—Iseria, lo lamento y te pido perdón en nombre de mi familia, si es que vale de algo —dijo finalmente, su voz suave pero cargada de sinceridad. Su cabeza se giró hacia mí, sus ojos encontrando los míos con una intensidad que me hizo sentir vulnerable—. Sé que no puedo arreglar nada con esto, pero realmente lamento que mi familia haya arruinado a la tuya.

Mis emociones se arremolinaban dentro de mí. La disculpa de Thane era inesperada, y no sabía cómo responder. Hizo una pausa, observándome con una expresión que parecía suplicar comprensión. Sentí un nudo en la garganta y mi corazón latía con fuerza, pero mantuve el silencio. Al no ver ninguna reacción en mí, Thane continuó.

—Ari me contó todo y la verdad es que no lo sabía. No puedo hacer como si no te entendiera. También estaría cabreado.

Todo el dolor que intentaba calmar volvía con fuerza cuando el tema era tocado, la ira y la tristeza resurgiendo. Esta vez, miré más allá, realmente observé a Thane a través de mi dolor y percibí en él una mezcla de pesar, culpabilidad y arrepentimiento que no esperaba. Me di cuenta de que la abuela tenía razón. Tal vez lo estaba culpando injustamente por algo que no era su responsabilidad.

Antes de que pudiera detenerme, las palabras salieron de mis labios con un tono más suave de lo esperado: —No estoy cabreada, Thane. Eso se pasa y lo que siento jamás lo hará.

—Puedo imaginarlo...

—No, no puedes —digo cansada. —Yo ya no tengo una familia.

O no como hubiese querido, si mamá estuviese viva. Arth jamás se hubiese ido lejos, y seriamos los tres.

Su teléfono sonó, interrumpiendo el silencio. Él maldijo y lo apagó con brusquedad. Sin embargo, una segunda vez emitió un sonido insistente. Supe que uno de sus segadores lo estaba buscando, me hubiese gustado saber si se trataba de Thomas. 

—Debe ser agotador que te persigan.—comente queriendo cambiar el tema —Y que gente quiera matarte —susurré con una sonrisa maliciosa, disfrutando ligeramente de los problemas de Thane.

Río suavemente, como si el absurdo de la situación lo divirtiera. —Cuando quieres matar a alguien, apunta al corazón. Hay una posibilidad real de que si me cortas el cuello no muera desangrado, o que si algo me pasa en la cabeza pueda regenerarse. Honestamente, espero no tener que averiguarlo. Lo que sí quiero es que seamos amigos, o al menos tener una relación que calme a Ari. Ella está atrapada entre nosotros dos.

Yo había pensado en eso desde el principio y lo había tolerado. Almuerzos en conjunto, pasar el rato juntos como grupo. Yo sabía que Ari había sido cercana a Thane desde la infancia, tanto como lo había sido conmigo. Y desde lo de la cafetería, ella quedó atrapada en medio de mi conflicto con él. Suspiré, encontrando difícil lidiar con la mezcla de emociones que Thane despertaba en mí.

—¿Aun sabiendo que quiero atacarte?

Thane asintió, su expresión ahora seria. —Por lo menos sé qué esperar de ti.

Lo miré a los ojos, buscando una señal de engaño o malicia, pero solo encontré una mirada sincera y esperanzada. ¿Podíamos coexistir pacíficamente, o cada vez que sintiera que las cosas no iban bien iba a querer atacarlo?

—No creo que sea tan sencillo, Thane. Tú me causas algo más que solo molestia y desconfianza.

—Bueno, eso puede cambiar con el tiempo.

Acomodé las mantas sobre la cama, sintiéndome nerviosa. —Tal vez sea tu sangre o tu aroma, eso me pone alerta, como si fueras peligro.

—No te haré daño. Pude haberlo hecho cuando me atacaste, ahí sí que tenía razones de sobra para defenderme. Y aunque no lo creas no ando día a día atacando a la gente.

La incomodidad se instaló entre nosotros como una presencia tangible. Sentí que esta conversación ya había durado demasiado, y la culpa por Caleb me empezó a pesar. ¿Qué pensaría si supiera que Thane estaba aquí conmigo? Más aún cuando lo había besado y con él aún no me sentía lista para ese tipo de cercanía. Suspiré, tratando de aliviar algo de la tensión momentánea causada por mis pensamientos.

—Esto sonará tonto después de todo, pero no quiero ser descortés. Creo que deberías irte, estoy bastante cansada de todo lo de los últimos días.

Thane asintió y, sin más palabras, se dirigió hacia la ventana. Justo antes de salir por ella sus ojos se posaron en el polerón de Máximo que yacía a los pies de mi cama.

—Mañana te buscaré para que entrenemos. Necesitas poder controlar tu elemento, Acker me contó cómo fue todo, así que aprovecha para descansar bien esta noche.

Eso no fue una pregunta y no espero una respuesta. Que hubiésemos tenido esta conversación no nos volvía amigos ni nada por el estilo, pero él prefería ir en sus propios términos. Mis pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido de mi teléfono, era un mensaje de Caleb;

Siento mucho haberme enojado por algo tan tonto, tienes razón solo es un polerón. Eres muy importante para mí y no quiero perderte. Duerme bien, preciosa. Mañana será un nuevo día y te veo para desayunar."

Miré el mensaje, deseando sentir la calidez y alegría que debería provocar, pero en su lugar, sentí una pesadez en el pecho. Debería estar feliz por tener a Caleb, pero en este momento, la confusión de mis emociones no me permitió sonreír. Debería haber contestado ese texto, lo había estado esperando, pero solo apagué el teléfono y me dejé llevar por el sueño, con la promesa de que mañana todo estaría en orden.

Seres del infierno,

¡Hola, hola! ¡Aquí estamos de nuevo con otro capítulo de Chica de aire! 

¿Creen que las acciones de los personajes tienen algún motivo oculto? ¿Qué opinas de la sensación de paranoia de Iseria al sentir que alguien la sigue? ¿Crees que es solo su imaginación o hay algo más en juego?

¡Déjame tus teorías y comentarios!"

Estamos acercándonos al final. Ya queda menos.

¡Gracias por ser parte de este viaje y por hacer que HellBound cobre vida!

¡Nos vemos en el próximo capítulo! 

29-06-2024

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