Capítulo 18: ¿Dulce o Muerte?
Vínculos Demoníacos, Tomo V: Guerra en las Tinieblas
Los daimons reconocen a los draugrs como una amenaza, aunque estos últimos no sean conscientes de su propia naturaleza. Esta percepción se debe a la diferencia fundamental entre ambos seres: mientras los daimons representan destrucción y el infierno, los draugrs encarnan una fuerza creada por seres celestiales.
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No supe qué dirección tomar; veía poco en la oscuridad y no podía regresar por donde había venido. Algo o alguien estaba justo detrás de mí, y no podía permitir que me alcanzara. Así que seguí corriendo, buscando una forma de volver a la academia.
Mis zapatos habían sido abandonados hace ya mucho rato. Mis pies descalzos dolían; estaban heridos, y cada paso sobre el suelo irregular, lleno de ramas y piedras, aumentaba aún más el sufrimiento.
El sonido del agua cercana rompía el silencio de la noche, indicando que estaba cerca de un arroyo. Creía saber dónde estaba, pero no podía detenerme a mirar con mayor detalle. Mi mente estaba centrada en encontrar a Caleb o salir del bosque. Mis pensamientos eran agitados, llenos de miedo, confusión y algo más. Recordaba que solo un par de noches atrás había caminado por este mismo lugar buscando a Thomas; no era un buen recuerdo y temía que el que estaba viviendo ahora tampoco lo sería.
Luego de andar un poco más, los sonidos de voces masculinas me alertaron. Aceleré el paso, con la esperanza de que fueran guardianes; generalmente, solían patrullar esta zona. Me acerqué solo un poco, en caso de que no lo fueran y tuviese que correr en otra dirección. Divisé a dos chicos que luchaban; uno de ellos era Caleb y el otro un chico robusto, que parecía estar herido con la mitad de su rostro cubierto de sangre. Caleb lo atacaba con una ferocidad que nunca había visto antes, como si su vida dependiera de ello.
—¡Caleb! —grité, acercándome a la escena. —¿Qué está pasando?
El chico se defendía con desesperación, pero Caleb no cedía, estaba determinado. La violencia de la pelea me hizo dudar por un momento. ¿Qué estaría pasando entre ellos?
—¡Encontré a una chica muerta! —dijo Caleb con énfasis, señalando a su oponente, con una mirada feroz y muy acusatoria. —Él fue, él la mató.
—¿Matar? ¡No, no lo hice! —respondió el chico, levantando las manos en señal de rendición—. Melissa es mi novia. Alguien nos atacó y nos separamos. He estado intentando encontrarla para salir de aquí, había alguien más y tú viniste sobre mí.
Hubo un momento de confusión. A pesar de mis instintos, mi mente luchaba por procesar la información. Reconocí su voz, y cuando estuve lo suficientemente cerca para distinguir sus rasgos y que estaba vestido con un smoking, supe que era un chico de la academia, Acker, un infernis con quien había tenido unas pocas interacciones. A veces se sentaba en la mesa contigua en el horario del almuerzo para hablar con Arlenn de cualquier asunto, también me había pagado por algunas tareas al inicio del año.
—¡Caleb no!, ¡suéltalo! —pedí con urgencia. —Él es amigo de Ari.
Caleb no parecía querer hacerlo, estaba siendo precavido y lo entendí. Si había visto lo mismo que yo, tenía toda la razón para desconfiar.
—¡Nos atacaron! Intenté protegerla, pero fue inútil, se la llevaron lejos de mi vista —insistió Acker—. Ella no puede estar muerta, es fuerte —añadió con voz quebrada.
Se veía realmente asustado y afectado. Alguien que actuaba así no podía ser culpable de algo tan horrible.
—¿Quién los atacó? —me atreví a preguntar, acercándome a ambos para separar a Caleb de Acker.
Caleb aflojó su agarre, pero su mirada seguía siendo dura.
—No lo sé, creo que eran dos tipos. Me golpearon por la espalda, pero logré defenderme y pelear. Creo que herí gravemente a uno de ellos, pude escapar. —Sus ojos se tornaron rojos, como si fuera a llorar—. Debemos encontrar a Melissa y salir de aquí. Podrían ser draugrs, podrían haberle hecho daño.
La confirmación en voz alta de lo que había pensado me dejó helada. No fui capaz de decir que Caleb tenía razón, que la chica estaba muerta. Una mirada rápida en mi dirección fue suficiente para que Acker aprovechara la distracción y golpeara a Caleb con fuerza, haciendo que cayera al suelo, jadeando por aire.
Por un momento pensé que Acker nos atacaría, así que sin pensarlo, extendí mis manos y sentí cómo el aire a mi alrededor comenzaba a girar y arremolinarse.
—¡Ni se te ocurra! —grité, y el viento se intensificó, levantando hojas y ramas alrededor de él, claramente no le haría daño con una simple briza, era una pequeña falsa amenaza.
Ayudé a Caleb a levantarse. Sus ojos se encontraron con los míos, solo vi preocupación en ellos.
—Vámonos de aquí, Isi —dijo, su voz apenas un susurro. —Dejémoslo aquí, no podemos creerle que él no lo hizo.
Mis pensamientos se aceleraron, superando el ritmo y significado de las palabras de Caleb. Estaba segura de que Acker no era el responsable. No podía dejarlo solo, sobre todo sabiendo que los verdaderos culpables podrían ser draugrs; era consciente de lo que esas criaturas eran capaces de hacer. Alguien me había estado siguiendo antes de encontrar el cuerpo de la chica, y esa misma sensación me había asaltado en otras ocasiones recientes, como cuando buscaba a Thomas o como cuando fui atacada en los camarines. Era una sensación distinta, una que no provocaban ni los magiers ni los daimons. Aunque mi mente estaba exhausta por todo lo que pasaba, sabía exactamente qué debía hacer.
—Ni siquiera se ha puesto en pie; no podemos dejarlo aquí solo para que lo maten. Además, si estamos los tres, hay más posibilidades de salir del bosque con vida. Él vendrá con nosotros.
La guardia de Caleb cayó, y aunque lo sentí tenso, no me contradijo. Vi la gratitud en los ojos Acker, más cuando lo ayude a ponerse en pie.
—¿Ves bien en la oscuridad? —quise saber, eso sería útil.
—Normalmente sí, pero después de que este imbécil me golpeara, estoy un poco aturdido y me cuesta enfocar. —Miró a Caleb con una intensidad que solo los hombres podían entender.
Le tomó un par de minutos estabilizarse antes de que comenzáramos a movernos por el espeso bosque. La oscuridad nos envolvía, y cada sombra parecía un nuevo peligro. Hasta que, volví a sentir esa sensación de terror y desesperación. Me di cuenta de que se trataba de algo más que solo miedo, algo que había notado que solo los draugrs causaban.
Tres figuras aparecieron de la nada, sus ojos brillando con una malevolencia. Nos detuvimos en seco. Los draugrs avanzaron rodeándonos sin darnos un escape. Sus movimientos rápidos y precisos, dejándome claro por qué se decía que eran expertos cazadores.
Ninguno de nosotros se movió. Hice cálculos mentales sobre cómo podríamos ganar esto. Yo no tenía un dominio en mi elemento, Acker estaba herido y no creía que fuera de mucha ayuda en este momento, y Caleb, siempre lo había visto jugar con su elemento pero jamás atacar. Éramos una presa fácil en la oscuridad.
—Mira lo que tenemos aquí. Cabello rubio, ojos celestes asustados, te recuerdo de esa noche.
El más bajo de ellos, pero aún bastante más alto que yo, fue el primero en hablar. Recordé su voz; fue como si algo se encendiera en mí. Asco mezclado con miedo.
Para matar a un draugr debías liquidarlo inmediatamente. Se curaban mucho más rápido que los magiers, por lo que dejarlos heridos no era suficiente. Yo no tenía un potenciador que me permitiera usar mi elemento para atacar, ni siquiera un arma para dañarlos. Quería hacerlo. Uno de su especie había matado a mi madre y eso jamás lo podría olvidar.
Estaba muy inquieta, mis manos temblaban.
—Mantén la calma —respondió Acker—. Y usa tu elemento para mantenerlos lo más lejos posible.
Uno de ellos avanzó un paso más cerca de nosotros, sus ojos brillaban con malicia y su cuerpo estaba listo para atacar. Sentí cómo el aire a mi alrededor se movía más rápido, formando pequeñas ráfagas que giraban en torno a nosotros como si fueran un escudo. Thomas me había enseñado hacerlo, a veces no ciertos trucos podían simplemente hacerte más fuerte a ojos de alguien más.
Mi corazón latía con fuerza mientras buscaba una salida, pero la oscuridad lo envolvía todo. Nos estábamos quedando sin tiempo y sin espacio para maniobrar. No sabía si tendríamos una oportunidad.
—¿Qué esperas? —se burló el draugr más bajo—. Sé que no puedes hacer nada para detenernos. Esa noche no lo hiciste, solo te quedaste allí exponiendo tu delicado cuello. De solo recordarlo... —hizo un sonido de agrado ante el recuerdo—. Si no hubiera sido por esas repugnantes asquerosidades, te habría quitado todo. Qué sorpresa me llevé.
Otro de ellos se unió a la burla.
—¿Acaso crees que esa demostración es suficiente para detenernos? Uno de ustedes, es un inútil y los otros dos no pueden hacer mucho.
Tenía razón, Acker no se veía en condiciones de usar su elemento, y Caleb y yo, no éramos de un rango alto como para tener una mayor habilidad.
—¡Silencio! —gruñó el tercer draugr, su voz cargada de impaciencia—. No estamos aquí para charlar. Saben lo que tienen que hacer. No hay tiempo que perder.
Caleb dio un paso adelante, sus ojos fijos en todos ellos, su mandíbula apretada marcando sus rasgos aleonados. Algo en su postura parecía fuera de lugar, quizás era valentía mezclada con miedo o como si pensara que podía con ellos.
Los draugrs se miraron entre ellos, evaluando la situación con mayor cautela, como si la presencia decidida de Caleb los hiciera dudar. Sin embargo, la malicia en sus ojos no se apagó. Uno de ellos dio un paso adelante, desafiante, quedando frente a frente con Caleb.
—Lárguense de aquí —repitió Caleb, su tono aún firme, pero con una leve nota de algo más.
Los draugrs se rieron, una risa cruel y burlona que resonó en el bosque.
—Esto no es una negociación, niñito —dijo el draugr robusto—. Solo tomaremos su elemento, su vida y nada más.
Me di cuenta de que Caleb estaba dispuesto a atacar, y quise detenerlo, protegerlo. Quizás él no lo entendía aún, pero esas criaturas mataban a nuestra especie.
—Caleb... —quise advertirlo.
Pero él levantó una mano, indicándome que guardara silencio. Su gesto era firme, casi autoritario, y sentí un escalofrío; jamás lo había visto tan tenso.
—Solo quédate detrás de mí —ordenó.
El ambiente estaba cargado con promesas de violencia.
—¿Realmente quieres protegerlos? —pregunto el draugr más bajo—. Créeme que no me importara rajar tu pecho con esta preciosura. Eres un niñito estúpido que no conoce su lugar.
Una hoja metálica relució en la oscuridad; solo de verla supe que eso cortaba sin necesidad de aplicar presión.
Una cuarta voz, que venía de más lejos, habló.
—Basta de juegos. Tomemos lo que es nuestro.
En ese momento, una sombra se movió en el borde de mi visión. Algo grande y oscuro se lanzó hacia uno de los draugrs, derribándolo al suelo con un sonido gutural muy feroz y aterrador, no era el daimon que conocía, pero no importaba, nos estaba dando un escape. Aunque sentí satisfacción de lo que alcance a ver no tuve tiempo para procesarlo.
—¡Corran! —grito Acker, con una voz llena de urgencia.
Me tomo por el brazo y me obligo a seguirlo, Caleb justo detrás de nosotros. El daimon estaba ocupado luchando contra los draugrs, dándonos la oportunidad que necesitábamos para escapar.
—¡Al sur! —grito Caleb—. ¡Corramos hacia el sur! ¡Deberíamos encontrar un camino de vuelta a Atabey!
Mis pies descalzos golpeaban el suelo duro y frío, cada paso enviando punzadas de dolor por mis piernas. Pero no había tiempo que perder.
Antes de que pudiéramos escapar completamente, los tres draugrs nos alcanzaron con una velocidad sorprendente. Su presencia era aterradora, y sentí cómo el miedo se apoderaba de mí nuevamente, paralizándome por un momento.
Caleb y Acker se detuvieron, enfrentando a los draugrs con una mezcla de valentía y desesperación. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras observaba la escena con impotencia. No podía dejar que les pasara algo, pero ¿qué podía hacer?
Dos de los draugrs se lanzaron en una pelea cuerpo a cuerpo. Caleb se enfrentó al primero, sus movimientos ágiles, pero desesperados mientras intercambiaban golpes y patadas. Acker, por su parte, se vio envuelto en una lucha feroz con el segundo draugr, ambos rodando por el suelo en un intento por dominar al otro. El ruido de sus respiraciones entrecortadas y los golpes secos resonaba en el aire, creando una sinfonía que intensificaba el horror del momento.
El tercer draugr, aún libre, dirigió su atención hacia mí, sus ojos llenos de crueldad, no podía creer que los libros los describieran como criaturas celestiales.
—¡Iseria, corre! —gritó Caleb, su voz llena de urgencia mientras luchaba contra uno de los draugrs.
Este era un momento crucial en el que debería haber podido usar mi elemento, pero seguir sin saber como hacer para sostenerlo y evitar que se esfumara.
Miré a Caleb, que se enfrentaba a su propio oponente. Ambos se lanzaban puñetazos y patadas, cada uno tratando de superar al otro en fuerza y habilidad. El draugr era ágil y rápido, esquivando los golpes de Caleb y contraatacando con ferocidad. Caleb se defendía con habilidad, pero parecía estar luchando por mantenerse al mismo nivel que su enemigo. Era solo un chico contra una criatura que era criada para cazarnos.
Sentí una oleada de pánico recorrerme. Quería ayudar, quería hacer algo para detener a los draugrs y proteger a ambos, pero me sentía impotente.
—Esta vez no te dejaré ir.
El tercer draugr se abalanzó sobre mí. Apenas tenía tiempo de reaccionar, pero logré esquivar el primer ataque del draugr. Desenvainó un cuchillo con una hoja muy afilada, apuntando directamente a mí. La recordaba, me había dejado una marca durante semanas.
Me moví rápidamente, esquivando los siguientes ataques del draugr, ser más pequeña que él y la suerte me estaban manteniendo alejada de su alcance. Debí haber escuchado a Caleb y correr de inmediato, pero ahora solo estaba dando vueltas en círculos alejándome de una hoja que amenazaba con cortarme en trocitos.
El entrenamiento que me había dado la abuela no era suficiente para pelear con ellos. Uno de los draugr que había quedado atrás apareció de entre las sombras. Con un movimiento de sus manos, desencadenó el poder del elemento que había robado: tierra. Ante mis ojos atónitos, una onda de choque se propagó desde el suelo, levantando polvo y piedras a su paso. Me golpeó con fuerza, haciéndome tambalear y caer al suelo, sintiendo cómo la tierra temblaba bajo mi cuerpo.
Mis manos se aferraban al suelo mientras intentaba recuperar el equilibrio, pero el elemento del draugr me mantenía atrapada en el suelo, impidiéndome moverme con libertad. La situación era desesperada, no había nada que pudiera hacer.
El draugr aprovecho la ayuda de su compañero y se abalanzó hacia mí con su cuchillo en alto, aunque logre esquivar la mayoría de su golpe, el corte fue más que un simple rasguño superficial en el brazo. Sentí el dolor punzante y la sangre comenzar a caer, pero todo seguía en su lugar. No podía decir lo mismo de mi vestido de fiesta, había sufrido más daños que yo.
El miedo y la adrenalina me hicieron gritar, en busca de ayuda. El daimon que conocía muy bien se lanzó sobre la horripilante criatura, haciéndolo caer de espaldas al suelo, lejos de mí.
Aprovechando la distracción, el draugr que luchaba con Caleb intentó lanzar un puñetazo devastador, pero Caleb lo esquivó y contraatacó con una serie de golpes muy precisos. El draugr, aunque sorprendido por la agilidad de Caleb, se recuperó rápidamente y desató un ataque de tierra, levantando piedras y polvo del suelo. Caleb fue golpeado por los escombros y cayó al suelo.
Mientras tanto, Acker seguía luchando cuerpo a cuerpo con el segundo draugr. Ambos se lanzaban golpes brutales, y el sonido de huesos chocando contra carne resonaba en la noche. Acker, con una fuerza impresionante, logró derribar al draugr, pero este no se quedó abajo por mucho tiempo. Con un rugido de furia, el draugr se levantó y arremetió contra Acker con una violencia renovada.
Justo en ese momento, tres segadores irrumpieron en la escena. Recordaba a uno de ellos por ser el entrevistador que se había reído de mi linaje, al segundo no lo conocía y al tercero no quería tenerlo cerca.
Thomas, con una precisión asombrosa, lanzó una flecha de hielo sobre el draugr que manipulaba la tierra a la distancia, impactándolo de lleno y haciendo que se retorciera de dolor. Sin darle tiempo a recuperarse o a que atacara, una segunda flecha de hielo voló a través del aire y se clavó en el cráneo del draugr, acabando rápidamente con su vida. Sin embargo, los otros dos draugrs seguían luchando con ferocidad.
Acker, con un último esfuerzo, logró inmovilizar al draugr que luchaba contra él, clavando una daga en su costado. El draugr soltó un alarido de dolor, pero no se rindió. Con una fuerza sobrehumana, lanzó a Acker al suelo y se preparó para el golpe final.
Con un gesto de su mano el "entrevistador" no se lo permitió, convocó su elemento y una intensa llamarada surgió de sus palmas extendidas. El fuego rugió vorazmente, envolviendo al draugr en un abrazo mortal que comenzó a consumirlo desde los pies, aun en la distancia. El draugr emitió gritos de desesperación, intentando en vano escapar de las llamas que lo devoraban. Por segunda vez en la noche, el espectáculo era aterrador y fascinante a la vez.
El entrevistador, con una sonrisa satisfecha en el rostro, observaba cómo su elemento devoraba al enemigo, demostrando que no había lugar para la piedad con los draugrs. Sus intentos de defenderse fueron en vano, el fuego lo consumía rápidamente, reduciéndolo a cenizas en cuestión de segundos.
—No deja de gustarme escuchar como gritan.
El draugr que enfrentaba a Caleb, enfurecido por la muerte de sus compañeros, redobló sus esfuerzos y desató un torrente de ataques de tierra. Caleb esquivaba y bloqueaba como podía, pero las fuerzas combinadas del draugr y su control sobre la tierra estaba empezando a sobrepasarlo. Era algo aterradoramente impresionante. Jamás había visto el uso de un elemento así.
El tercer segador manipuló el aire con movimientos elegantes y precisos. Con un gesto de su mano, creó ráfagas de viento que golpeaban y cortaban a su oponente con una fuerza devastadora. El draugr gritaba de dolor, luchando por mantenerse en pie mientras era empujado y atacado sin piedad por la fuerza del viento. Sintiéndose acorralado, intentó defenderse con un elemento que no le era propio. Sin embargo, su intento esta vez fue torpe y descoordinado, mostrando que estaba cansado y que no tenía un control real sobre el elemento que seguramente habían robado de la chica.
Cada ráfaga parecía cortar el aire como cuchillas invisibles, dejando marcas sangrientas en la piel del draugr, debilitándolo cada vez más. A pesar de sus intentos desesperados por resistir, finalmente cayó de rodillas, incapaz de soportar más el implacable ataque del segador. Su cabeza fue rebanada por una cuchilla invisible que nadie pareció ver; yo la sentí en cada fibra de mí.
Ni siquiera les dieron tiempo de escape, en menos de un minuto, tres de los cuatro draugrs estaban muertos.
El daimon había dejado libre al draugr que me atacaba y este aprovecho para intentar correr, pero Thomas lo alcanzó rápidamente. No tuvo la necesidad de usar su elemento, lo agarró y lo levantó en el aire, dejándolo caer contra el suelo con un golpe brutal. El draugr se levantó tambaleante, intentando defenderse aunque ya estaba muy herido, soltó algunos golpes que solo se vieron desesperados. Thomas esquivó fácilmente cada uno de ellos y contrarrestó con una serie de golpes precisos que lo derribaron nuevamente.
En un último intento, el draugr intentó apuñalarlo con una daga que sacó de alguna parte de sus ropas. Ahogué un grito, mi corazón latiendo frenéticamente en mi pecho. Podía querer a Thomas lejos de mí, deseando que desapareciera de mi vida por todo el dolor y la confusión que su presencia me causaba, pero no podía soportar la idea de verlo herido o, peor aún, muerto.
Thomas desvió el ataque, desarmándolo con un movimiento ágil. En cuestión de segundos, lo redujo completamente, inmovilizándolo y quitándole todas lo que pudiera usar para defenderse. Finalmente, lo noqueó y amordazó, dejando al draugr indefenso y completamente a su merced.
El daimon gruñó en nuestra dirección, se había quedado quieto a unos pasos de mí luego de haberme salvado del ataque. El entrevistador, con una mirada de desprecio como si fuera lo siguiente en su lista, giró su atención hacia la criatura, levantando una mano envuelta en llamas. Estaba claro que pretendía hacerlo desaparecer, los demonios cuadrúpedos no eran bien vistos por los elementalistas.
En menos de un segundo, mi cuerpo se movió por instinto, interponiéndome entre el daimons y las llamas que avanzaban amenazantes.
—¡No! —grité con desesperación, extendiendo los brazos para proteger a la criatura, era estúpido lo que hacía, pero no quería que le hicieran daño. El calor del fuego se acercaba, pero yo no retrocedí.
El daimons, demonio o no, había salvado mi vida y me había protegido cuando sentí peligro. Su presencia, aunque aterradora y peligrosa para otros, me había brindado una extraña sensación de seguridad. No podía pensar en lealtad con una criatura así, pero si sentía gratitud y un sentido de protección hacia él. No podía permitir que fuera desterrado simplemente porque lo veían como una amenaza.
El entrevistador detuvo su ataque, mirándome con una mezcla de sorpresa y disgusto. No importaba lo que otros pensaran.
—¡Apártate! —ordenó el entrevistador, su voz firme y amenazante—. No dudaré en quemarte a ti también si no lo haces.
No le hice caso y me apegué más al daimons. Aunque el hombre no me agradaba y yo tampoco a él, sabía que no podía hacerme daño. Yo era una estudiante y él, un segador.
—¡Déjalos Blaze! —intervino Thomas, su voz autoritaria y segura—. No creo que vaya a hacerle daño a alguien; ya hubiese atacado.
El entrevistador, aún con una mirada de desdén, apagó lentamente las llamas que había creado. Sus ojos se posaron en mí, evaluándome con una mezcla de curiosidad y desprecio. Finalmente, esbozó una sonrisa sarcástica.
—De todos los demonios que podías adoptar, muchacha, eliges un cadejo —dijo, su tono teñido de burla—. Sabes que es un augurio de que algo muy malo va a pasarte, ¿verdad?
Sentí un escalofrío recorrer mi espalda. Me giré para mirar a la criatura, que si no fuera por su aspecto físico parecería un cachorro tranquilo y juguetón. ¿Cómo diablos se había conectado a mí?
La enfermería estaba tranquila, no era un lugar muy concurrido, no cuando los alumnos de esta escuela se curaban mucho más rápido que cualquier humano. Las luces suaves de las lámparas que colgaban del techo generaban una sensación de calidez. El aroma de las hierbas medicinales llenaba el aire, creando una atmósfera de calma a pesar del caos reciente. Me recosté en la cama, sintiendo cómo el bálsamo frío aliviaba las heridas en mis brazos y piernas. Caleb estaba sentado a mi lado, observándome con una mezcla de preocupación y alivio.
Una de las enfermeras terminó de vendarme y se retiró, dejándonos solos. Caleb se acercó más, tomando mi mano suavemente.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, su voz baja y llena de cuidado.
—Estoy bien, gracias —respondí, aunque aún sentía el dolor latente en mis músculos y mis pies estaban muy acalambrados.
—¿Y sobre la chica? La viste, ¿cierto?
Asentí, pero no dije nada de inmediato. Tomé un momento para respirar profundamente, tratando de ordenar mis pensamientos antes de hablar.
—Había alguien sobre ella, creo saber quien era —dije entre respiros—. No estoy segura.
No me atreví a decir nada sobre Micke o que lo conocía de mi vieja escuela, eso era mucha información. Caleb frunció el ceño y se inclinó hacia mí, sus ojos buscando los míos con preocupación.
—¿Quién crees que era? —preguntó Caleb, su voz llena de curiosidad.
—No estoy segura, pero me pareció... me pareció que era alguien de nuestra edad —respondí, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de mí—. No sé si estoy imaginando cosas o no.
Caleb me miró con atención, su expresión seria y concentrada.
—Isi, la situación ya es bastante mala —susurró—. ¿Estás segura de a quién viste? Ellos te harán muchas preguntas, ¿puedes responder a todas ellas?
Me quedé en silencio, procesando sus palabras. Había algo en su tono, una sutil urgencia que me hizo dudar de lo cuerda que sonaría. ¿Cómo iba a decirles:? "Vi a un humano en el bosque y, saben, era mi antiguo compañero de escuela, se llama Micke y es bueno en matemáticas" Sabía que me mirarían como si estuviera loca.
—No lo sé... —empecé, pero él me interrumpió suavemente, acariciando mi mano con el pulgar.
—A veces es mejor esperar hasta estar seguros. No quiero que tengas problemas. Una chica ha muerto y ellos nos van a abordarte con preguntas delicadas. Si dices algo incorrecto o si todos en la escuela se entera, te culparan de algo que no hiciste.
Su mirada era tan sincera, tan llena de preocupación, que asentí a pesar de mis dudas. La confusión en mi mente no desapareció, las palabras de Caleb calaron hondo en mí. Me culparían como lo habían hecho con la otra chica, porque ella y no yo que era solo una mestiza.
Nos quedamos en silencio por un momento, escuchando los sonidos suaves de la enfermería. Finalmente, Caleb se levantó y me dio una sonrisa tranquilizadora.
—Supongo que es hora de que me interroguen. Realmente lamento haber entrado en ese bosque. Debería haberme quedado contigo en la fiesta; quizás nuestra noche habría tenido un mejor final. Realmente esperaba ese beso tuyo.
Su mirada se encontró con la mía en un instante de complicidad, un brillo travieso en sus ojos que me hizo sentir un cosquilleo en el estómago. Se acercó lentamente, su aliento cálido rozando mi piel, y por un momento pensé que me besaría. Sin embargo, en el último segundo, se detuvo.
—Aún tenemos mucho tiempo.
Antes de irse, me guiñó un ojo con complicidad. Lo único que pude sentir fue incomodidad.
Estaba en mi cuarto, tratando de procesar todo lo que había sucedido. El ambiente era tranquilo, pero mi mente no dejaba de dar vueltas. Arlenn y Vaugh habían insistido en acompañarme después de la enfermería, y ahora estaban sentadas en mi cama, aún con sus vestidos, mirándome con una mezcla de preocupación y curiosidad.
—¿Qué estabas pensando, Isi? —preguntó Arlenn, cruzándose de brazos—. ¡Nos dejaste preocupadas cuando desapareciste de la fiesta!
Vaugh tenía una mirada más serena, pero igualmente firme. —Deberías habernos dicho a dónde ibas. Después de lo de la tarde, pensé que la sangre de hellhound te había afectado de alguna manera.
Sentí el calor subir a mis mejillas mientras trataba de encontrar las palabras correctas. —Lo siento, chicas. No fue mi intención preocuparlas. Es que... —hice una pausa, sintiendo el peso de la vergüenza—. Mi idea no era desaparecer, pero pasaron cosas... y bueno.
—¿Bueno qué? ¿Vas a decirnos por qué te escapaste?
—No escapé es solo que... porque... porque besé a Thane por accidente.
Hubo un silencio momentáneo, seguido por la risa estruendosa de Vaugh.
—¿ESPERA QUÉ? ¡¿BESASTE A THANE?! —dijo, doblando de la risa—. ¡Oh, Dios mío, debes contarnos cómo terminaron las cosas así!
Vaugh estaba en el suelo, agarrándose el estómago mientras se reía de mí.
Arlenn trató de mantener la compostura, pero no pudo evitar sonreír y dejar escapar una risa leve.
—Vaugh, cálmate. —dijo entre risas contenidas—. ¿Y cómo pasó eso, Isi?
Me encogí de hombros, sintiendo que el rubor en mis mejillas se intensificaba. —Fue un accidente. Estábamos hablando con Caleb y le dije que me encontrara en unos minutos, solo que quien me siguió no era él, sino Thane. No lo vi, solo cerré los ojos y... no sé, de alguna manera terminó así. Me sentí tan avergonzada que solo quería salir de allí. Cuando Caleb nos vio hablando me sacó de su lado y me llevó a los jardines.
Vaugh seguía riendo, aunque había logrado recuperar un poco de compostura.
—Bueno, eso explica tu huida repentina. Pero, aun así, deberías haber sido más cuidadosa. Dime que no los vio.
Negué, si nos hubiese visto la historia sería una igual de cruel pero dentro de la academia.
Arlenn asintió. —Entendemos esa parte y que fue un accidente, Iseria. Pero lo demás, ¿cómo terminaron en el bosque? Nos preocupamos por ti.
Suspiré, sintiéndome aliviada de haberles contado la verdad, aunque aún no era toda.
—No lo sé, solo estábamos allí y escuchamos a dos chicos gritar por ayuda. Caleb entró de inmediato al bosque y yo lo seguí, pero los zapatos no me permitieron alcanzarlo. Y cuando me di cuenta de que lo había perdido, alguien ya me estaba siguiendo. Luego pasó todo lo demás.
Nos quedamos en silencio por un momento, permitiendo que la tensión se disipara. A pesar de todo, no pude evitar sonreír un poco ante la reacción de Vaugh. Quizás, después de todo, esto se convertiría en una de esas historias divertidas que recordaríamos en el futuro. Claro, no la parte en que había muerto una chica, sino la otra.
—Tuviste una noche de Halloween mucho más interesante que la de todos aquí.
Justo cuando pensaba que todo volvería a la normalidad, una sombra de preocupación cruzó el rostro de Arlenn.
—¿Estás segura de que estás bien? Han pasado muchas cosas —dijo Arlenn, con una sombra de preocupación en su rostro.
La pregunta me tomó por sorpresa, aunque no debería. Había pasado por mucho, pero la muerte de la chica no causaba un gran impacto en mí. Suponía que después de enfrentar tantas cosas, algo humano se había roto dentro de mí.
Queridos lectores,
Ame escribir este capítulo, creo que sentir que me acerco al final me hace pensar en muchas situaciones a las que podría enfrentarse Iseria.
¿Qué les ha parecido?
Si tienen alguna opinión o consejo acerca de mi escritura, redacción o fluidez no duden en dejarlo por aquí. Todo sirve para entregar mejores capítulos para ustedes.
Su apoyo es fundamental para dar vida a esta historia. Cada voto cuenta y es un impulso invaluable para continuar explorando este mundo de fantasía.
¡Gracias por ser parte de este viaje y por hacer que HellBound cobre vida!
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