Capítulo 15: Atabey en la Oscuridad


Sombra y Condena; Tomo I - Invocación

Los peligros de la invocación demoniaca son una lección crucial. Estos seres no cumplirán tus deseos a menos que doblegues su voluntad. Atraídos por su libertad, te seducirán con promesas falsas para luego manipularte y destruirte. La magia demoníaca, alimentada por la sangre y el sufrimiento, te llevará a un abismo sin retorno, atrapándote en una red de oscuridad. Una vez sumergido, tu alma y cuerpo quedarán marcados para siempre, condenados a la desesperación eterna.

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Habían pasado casi dos semanas y mi determinación se había tambaleado una y otra vez. Mi móvil estaba lleno de mensajes de las chicas, los cuales había leído, pero no había querido contestar; los de Caleb ni siquiera los había abierto. No era necesario, sabía que diría algo como: "¿Cuándo vuelves?" "¿Paso algo?" Tal vez incluso alguno relacionado con el baile de sombras de otoño, lo que se sentía incómodo en este momento. Nada podía sacarme de mis pensamientos o llenar el vacío que sentía dentro de mí.

Durante estos días había pensado constantemente en querer encontrar a James y hacerlo pagar por lo que nos había hecho. No era algo tan fácil de procesar. Él había hecho cosas terribles y merecía pagar por todo, pero también era mi padre, y eso me hacía sentir muy inestable. ¿Qué pasaría cuando lo viera? No era fácil imaginar escenarios con él, cada uno era horrible y ni siquiera sabía si valdrían la pena.

Había sobre pensado las cosas, dejándome una sensación amarga de que nada estaba o estaría bien. La falta de propósito se hacía cada vez más evidentes, lo que me dejaba en claro que, si no era la escuela, necesitaba algo más en mi vida.

Como si fuera adivina y supiera lo que estaba pensando, la abuela habló:

—Tienes que encontrar qué hacer, Iseria. No puedes estar todo el día acostada mirando... basura —su tono sonaba similar a una orden mezclada de decepción, más cuando miro la pantalla que mostraba una persona con cabeza de lobo.

Nunca había entendido por qué me gustaban las películas de terror; no era para nada valiente. Pero tal vez el miedo me recordaba la emoción o la sensación de estar alerta y a la defensiva

—¿Trabajar? —Plantee una opción.

Una de las chicas del personal de servicio se acercaba con una bandeja de té humeante en sus manos, y bizcochos rellenos. Esta hora del día me gustaba mucho.

—¿En qué, si se puede saber? —bajó su móvil para mirarme.

Había descubierto que siempre que hacía eso, es porque pensaba que yo estaba hablando algo sin sentido. Como si le sorprendiera que fuera capaz de sugerir algo así.

Podía sentir su mirada penetrante, esperando una respuesta que no tenía. ¿En qué podría trabajar? No tenía ninguna habilidad especial, ninguna pasión que me motivara lo suficiente como para dedicarme a algo. 

—No lo sé, podría sacar a pasear cachorros. Antes lo hacía, es fácil, nunca juntar a los grandes con los pequeños, por alguna razón los de talla menor piensan que le ganan a un perro que les dobla su tamaño. ¿Has visto alguna vez a un maltés queriendo morder a un gran danés? —el recuerdo de los cachorros me hizo pensar en el daimon que supuestamente me seguía ¿Qué estaría pasando con él?

Me pregunté si estaba anclado a la escuela, o si fue una simple confusión y no era a mí a quien le estaba poniendo atención. Miré la hora; la clase de demonología había terminado hace cinco minutos en la escuela, y yo me la había perdido. Pero, ¿qué importaba si no iba a volver?

—Creo que hay cosas más interesantes que mirar a dos chuchos jugar.

—¿Por qué? ¿No te gustan? —mi tono de voz estaba lleno de curiosidad y ligera sorpresa. Sabía que a todos les gustaban los cachorros; ella no podía ser la excepción.

La abuela suspiró, cansada de mis preguntas.

—Su vida es fugaz, solo unos pocos años y desaparecen de este mundo. Cuando sabes que vivirás mucho. Son distracciones que no lo valen.

Eso era muy triste de pensar, pero estaba llena de razón. Trece años podían ser solo un respiro al lado de algunas criaturas de la noche.

Eso me llevó a una idea.

—Y si fuera algo como un daimon, esos viven mucho, ¿cierto? ¿Podríamos tener uno? —La miré disimuladamente, esperando encontrar alguna reacción que delatara que ella era la que había invocado a la criatura de la escuela para ayudarme de alguna forma.

Tommy me acusó de ello, y en ese momento nada demostró que fuese la culpable.

—Los demonios, independientemente de su origen, son despiadados y poco confiables. Debes tener cuidado y jamás creer en ellos —tomó una pausa para saborear su té.

—Hmm, ¿y por qué dices eso con tanta seguridad? —pregunté con curiosidad, levantando una ceja mientras me acomodaba en mi asiento, interesada en conocer más sobre el tema.

—Bueno, querida, es simplemente la naturaleza de esas criaturas, no son confiables.

—Entiendo. Pero, ¿por qué entonces algunas personas los invocan?  Tú tienes la sangre de un sombrío después de todo, de alguna forma llego a este mundo —insistí, buscando entender mejor el razonamiento detrás de lo que me había pasado. No estaba segura de lo que había dicho Tommy, pero quizás era una opción. 

—No es normal invocar daimons o sombríos, Iseria —fue muy clara, mientras se apoyaba en el brazo de su sillón, para mirarme fijamente—. No puedes confiar en ellos. Quien recurren a la invocación lo hacen por qué; en caso de desesperación o porque son demasiado estúpidos. No puedes invocar algo que no puedes controlar y contener. Y sí, puede que tenga sangre de un sombrío, pero estoy muy segura de que él no dudaría en matarme, aunque me haya engendrado.

Lo seguí intentando, quería encontrar alguna pista o simplemente dejar en claro categóricamente que ella no había sido.

—Podrías estar equivocada, quizás los sombríos si tienen la capacidad de amar y los daimons de proteger. No todo es matar. Después de todo por algo existimos como estirpe —continúe, intentando entender su perspectiva.

—Nunca, niña, no creas nunca que ellos pueden amar o proteger. A veces ni los humanos lo hacen ¿Por qué crees que ellos lo harían? — Fue bastante enérgica en sus palabras y no me dejó opción para discutir.  

Volvió a prestarle atención a su teléfono, lo que me dejo claro que era una pregunta retórica. Después de unos minutos lo intenté nuevamente, fui un poco más directa.

—¿Y qué pasa si un daimon sigue a alguien? —en esta ocasión noté casi imperceptiblemente sus manos tensarse. 

—¿Por qué preguntas eso? ¿Te ha seguido un daimon? —su tono fue más agudo, y pude percibir una chispa de preocupación en sus ojos.

Eso llamó mi atención. La única razón por la que ella preguntaría algo así es porque era algo que pasaba.

—¿Es malo? —intenté sonar despreocupada.

—Te hice una pregunta —respondió, su tono ahora más firme, indicando que esperaba una respuesta honesta —¿Te ha seguido uno?

—No. No me ha seguido nadie, que yo sepa, pero... —comencé a ¿mentir?, sentí una punzada de culpa por ocultarle la razón de mi pregunta. Aunque no sabía si realmente había algo que explicar o contar, no tenía seguridad de que el daimon me siguiera a mí.

Nuestra conversación fue interrumpida por una extraña sensación que recorrió la sala y todo el lugar; fue como si una fuerza desconocida se apoderara del ambiente, haciendo que me inclinara involuntariamente. Un olor pesado, a azufre, impregnó el aire, envolviéndome en una atmósfera ominosa y opresiva. La sensación que experimentaba era similar al magnetismo que sentía cada vez que hacía uso de mi elemento.

—¡Ve a tu habitación ahora y no salgas de ahí! —exclamó la abuela, su voz casi un susurro, pero firme, mientras desmontaba el cabezal de su bastón y se ponía en pie con determinación.

Me sorprendió verla así, como si estuviera lista para enfrentar algo desconocido. Siempre había creído que el bastón era solo un apoyo para caminar, pero ahora parecía que tenía otro propósito. Imaginé cuál era y en este momento solo tenía un significado.

Yo era buena acatando órdenes y esta vez no fue la excepción. Si de mantener mi cabeza pegada a mi cuerpo se trataba, yo estaba de acuerdo en todo.

Entré en mi habitación y cerré la puerta con cuidado, tratando de no hacer ruido. El silencio de la casa era abrumador, solo interrumpido por el suave zumbido de la lámpara que estaba encendida. Me senté en la cama, sintiendo un nudo en el estómago ¿Qué estaba pasando afuera? No escuchaba ningún sonido que indicara una lucha. ¿Todo esto era solo por precaución? 

No podía pensar con claridad. Estaba aterrada de que fuese algo malo lo que estaba pasando. Los segundos se transformaron en minutos que pasaron a ser horas.

Cuando la abuela por fin vino, su semblante no había cambiado en lo más mínimo. Parecía como si nada hubiese pasado, o como si lo que había sucedido no fuera algo importante. Y yo había estado muy asustada todo ese tiempo por nada. La sensación de tranquilidad por parte de ella me hizo sentir molesta.

—Volverás a la academia ahora mismo, ordena alguna de tus cosas, rápido. Saldrás por la cocina, tus guardias te llevarán justo ahora.

Su voz no demostró nada, lo que me confundía. Ella había decidido antes que yo no regresaría a Atabey, ¿y ahora me estaba enviando de vuelta? Podría haberme resistido y decir que no iría que teníamos un acuerdo. Pero algo dentro de mí estaba esperando hace días que algo pasara y nos diera este empujón. Lo agradecí en silencio. 

Mientras miraba el artefacto en su mano, el aire se llenó de un silencio denso y cargado de significado. Pero no pregunte nada, no era necesario, dudaba que tuviese alguna respuesta a lo que había pasado.

El día estaba llegando a su fin y sentía como si todo hubiera tomado un giro inesperado, otra vez. Una parte de mí estaba feliz de volver a la academia, pero sentía una sensación de intriga con todo lo que fuese a pasar de aquí en adelante.                                       

Desde el largo camino de entrada. Las sombras de los árboles se alargaban, proyectándose sobre la imponente estructura del edificio. Lo que le daba un aspecto mágico, como un castillo de cuentos de hadas en medio de un bosque oscuro.

La luz de la luna iluminaba el camino mientras avanzábamos por la entrada familiar. El internado estaba sumido en un silencio total, solo interrumpido por el suave murmullo del viento y el crujir de las piedras bajo las ruedas del coche. Una vez dentro, caminé por los pasillos vacíos, sintiendo el eco de mis pasos en el silencio nocturno.

Al entrar en mi habitación, me dejé caer en la cama, sintiéndome cansada pero también animada por estar otra vez en Atabey. Mire la hora, eran casi la una de la madrugada. Sabía que no podía ir donde las chicas hasta la mañana, así que me resigné a esperar hasta que fuera horario de clases para encontrarme con ellas.

Comencé a ordenar y limpiar mi habitación, hasta llegar a mi escritorio. Sentí la sensación de que no se encontraba como lo había dejado; uno de mis libros estaba ligeramente desplazado, lo cual era inusual, porque siempre mantenía todo pulcramente ordenado. Por un momento, me invadió una sensación de intrusión, como si alguien hubiera estado fisgoneando en mis cosas mientras estaba fuera de la escuela.

Suspiré y sacudí la cabeza para despejar esos pensamientos, y me metí en la cama. Seguramente solo era el exceso de polvo lo que me inquietaba, además de volver luego de casi dos semanas. Decidí no preocuparme por ello y me concentré en ir a dormir.

Me encontraba en la orilla de un río caudaloso, cuyas aguas rugían con intensidad. La luz de la luna se reflejaba en la superficie del agua, creando un paisaje mágico pero inquietante. De repente, una figura oscura y sin rostro emergió del agua, extendiendo una mano hacia mí con una fuerza irresistible. A medida que se acercaba, sentía cómo el miedo se apoderaba de mí, paralizándome.

La figura, con ojos brillantes y una sonrisa siniestra, me miraba fijamente, como si supiera que podía controlar mi destino. El sonido del agua se intensificaba a mi alrededor, como si el río estuviera vivo y tratara de llevarme consigo. Sentía el frío penetrar en mi piel, y la sensación de ahogo comenzaba a apoderarse de mí. Grité pidiendo ayuda, pero mi voz se perdió en el rugido del río. Mis manos se aferraban desesperadamente a la orilla, pero la fuerza que me empujaba era implacable.

Justo cuando pensé que sería arrastrada por la corriente, me desperté, empapada en sudor y con el corazón latiendo con fuerza. El alivio de saber que todo había sido solo un sueño fue inmenso, pero la sensación de peligro y vulnerabilidad que experimenté en ese sueño me dejó sin aliento. Los sueños cada vez se volvían más recurrentes y siniestros. 

Escurrí el agua de mi cabello y me apuré en esta lista. Era jueves. Después de dos semanas fuera, no podía esperar para ver a Arlenn y a Vaugh.

Al llegar a la cafetería, las chicas me recibieron con una alegría muy notoria, sus rostros se iluminaron por la sorpresa, como si ya se hubiesen resignado a que no volverían a verme. Me saludaron con entusiasmo mientras me bombardeaban con preguntas sobre todos estos días fuera de la academia. De repente, Caleb apareció frente a mí y me abrazó con suavidad, demostrando una alegría que parecía ir más allá de un simple saludo de bienvenida. Me regalo una de sus sonrisas radiante, expresando su felicidad por mi regreso.

Su actitud cariñosa me desconcertó un poco, ya que no esperaba tanta efusividad de su parte.

Antes de que pudiera reflexionar más sobre ello, Vaugh intervino, continuando con las preguntas que ya me había hecho antes. Además, me aseguró una y otra vez lo emocionadas que estaban ella y Arlenn de verme de vuelta. Expresaron lo mucho que me habían extrañado y lo contentas que estaban de que hubiera regresado. Su calidez y afecto me reconfortaron, haciendo que la extraña actitud de Caleb pasara a segundo plano por un momento. Nos sumergimos en una conversación que dio paso para que él se marchara.

—¿No te das cuenta, Iseria? Caleb está claramente enamorado de ti —dijo Vaugh, con un tono que mezclaba diversión y complicidad.

Me sorprendí un poco, en mi cabeza no había forma de juntar esas ideas.

—No, no puede ser. Caleb y yo somos solo amigos —respondí, tratando de negar la evidencia que se me presentaba.

—¡Ay, por favor, Isi, se le nota mucho el interés que tiene por ti! —aseguró Arlenn, siendo parte de la insistencia Vaugh.

¿Podía ser así? Él siempre era atento conmigo, pero eso no significaba nada... ¿O sí? Los gestos amables, las miradas furtivas y toda esa atención. Los amigos actuaban así y él era mi amigo.

—Deberías invitarlo luego a que sea tu pareja del baile de sombras antes que alguien más lo haga.—insistió Vaugh.

Arrugue la nariz al recordar que Caleb ya me había invitado al baile y aún no le había respondido. Me sentía un poco tonta al no darme cuenta de las intenciones de la gente, especialmente cuando para todos los demás eran muy obvias.

Arlenn nos propuso que podríamos ir juntas a comprar vestidos para el baile, ya que solo quedaba una semana y, si iba a asistir, necesitaba llevar algo adecuado para la ocasión. No tenía idea de qué se usaba en esas situaciones.

—Deberías lucir atrevida y segura de ti misma, Iseria. ¡Algo que deje a todos con la boca abierta! Sobre todo, a ese segador que se hace el difícil, haremos que se arrepienta de no tomarte en serio —exclamó Vaugh, con su entusiasmo característico.

Continuo con entusiasmo, sugiriendo con énfasis que podría lucir un vestido provocativo, detallando cómo debía tener una abertura en la pierna, que no tuviese tirantes con un escote muy abierto y sin espalda.

La idea de comprar un vestido de fiesta me emocionaba y a la vez me llenaba de inseguridad. Nunca había tenido la oportunidad de ir a una fiesta con chicos de mi edad, menos comprar un vestido elegante, así que no sabía por dónde empezar. Y la idea de que Tommy se arrepintiera me atraía mucho en este momento. 

—Creo que deberías optar por algo más inocente y sofisticado. No necesitas mostrar mucha piel para impresionar. La elegancia y la clase son las claves para destacar en cualquier ocasión.

Por otro lado, Arlenn tenía una opinión diferente.

Las opiniones de mis amigas eran tan distintas como sus personalidades. Vaugh era atrevida y siempre buscaba llamar la atención, mientras que Arlenn era más suave y femenina, siendo el centro de atención siempre. Y ahora yo me encontraba en medio de sus opiniones, sin estar segura de qué dirección tomar. ¿Debería seguir el instinto de Vaugh eligiendo algo atrevido o debería escuchar a Arlenn y optar por la elegancia y la clase? ¿Qué llamaba más la atención de los hombres en estos días?


Me encontraba en mi habitación después de un largo día. Había sido fácil volver a la academia, pero retomar la rutina resultaba abrumador. Algunos alumnos me miraban como si fuera una extraña, o peor, como si mi ausencia en el funeral de la chica muerta me hiciera responsable de lo sucedido. Sentía las miradas acusatorias clavándose en mí, y esa sensación me invadía. Como si eso no fuera raro y malo, la chica de tierra había regresado a la escuela con una gran cicatriz en su cuello, peor que la mía. No la había visto ni sabido de ella desde que fue la prueba de las vasijas hace ya casi dos meses, y ahora estaba aquí, muy viva a diferencia de ese día. 

Debí decirle algo en modo de bienvenida o simplemente por ser cordial, pero no lo hice. Comenzaba a pensar que yo era muy insensible, quizás me parecía un poco a la abuela.

Un suave golpe en la puerta me saco de mis pensamientos, y al abrir, encontré a Arlenn con una expresión serena pero curiosa en su rostro.

—¿Puedo pasar? —preguntó, con su característica delicadeza.

—Por supuesto, adelante —me aparté para darle paso.

Arlenn entró y se sentó en la cama, mirándome expectante. Permanecí de pie, observándola, esperando a que dijera algo. Tras un breve silencio en el que no habló, súper que yo debía comenzar la conversación. Supuse que ese era el motivo de su visita.

—¿Sabías lo que hizo mi padre? ¿Por qué no me lo dijiste? —pregunté, buscando en su rostro alguna señal de sorpresa o reconocimiento.

Ella asintió con tristeza y un poco de culpa, bajó la mirada, visiblemente incómoda.

—Sabía lo que paso hace cuatro años, lo del incendio, pero desconocía que el culpable de todo era tu padre, hasta que Thane me contó la conclusión a la que llegaste. Quise preguntarte muchas veces sobre ello, pero desde el primer día pude notar que no estabas al tanto de nada. —Sus palabras reflejaban culpa y remordimiento.

—Pero ¿por qué no me lo dijiste? —Quise saber.

Arlenn suspiró y levantó la mirada, encontrándose con la mía.

—Quería contártelo, pero no me atreví. No sabía cuáles fueron las razones que tu familia tomó para ocultarlos, y no quería decir algo inadecuado. Tenía miedo que te enfadaras conmigo si no me creías. Se que debí preguntarte sobre ello, había demasiadas razones para hacerlo, pero ninguna parecía suficiente para enfrentar la verdad. Tampoco quería cargar con esa responsabilidad, no quería lastimarte más de lo que ya estas, se lo difícil que ha sido para ti crecer sin la figura presente de tu padre. —se calló unos segundos. —Isi, de verdad lo siento mucho.

Me senté en mi cama junto a ella, sintiendo el peso de todo lo ocurrido. La imagen creada por mi cabeza, de mi padre iniciando el incendio y haciendo que todos nos dieran por muertos volvía a mi mente una y otra vez.

—Lo entiendo —murmuré finalmente, tratando de expresar mi agradecimiento por su sinceridad—. No te preocupes. No es tu culpa, y aunque me hubiese gustado saberlo por alguien cercano, sé que tienes razón, no era tu responsabilidad, tampoco sé cómo lo hubiese tomado. Nunca más me vuelvas a ocultar cosas importantes —pedí, buscando algún consuelo en sus palabras y en la situación. 

Ella se acercó y me abrazó con ternura.

—Lo prometo. Me siento aliviada en parte, sé que es algo terrible. Y estoy aquí para apoyarte en todo lo que necesites. — me soltó para tomar mis manos. —Debes saber que el pasado no define quién eres ahora, Isi. Eres fuerte y valiente, y nunca tendrás que volver a vivir lo que pasaste. Ahora me tienes a mí y a Vaugh —sus palabras fueron un bálsamo para mi alma herida.

Fue una larga conversación que nos llevó un largo momento. Hablar sobre los detalles con alguien más se sintió extraño pero reconfortante de alguna forma. Me di cuenta de que confiaba en ella más de lo que había notado, y eso era un gran logro para mí.

Después de despedirme de Arlenn. Me quedé allí, de pie junto a mi cama mientras hacia un recuento de todo lo ocurrido en las últimas semanas y como me sentía. Estaba buscando una nueva perspectiva sobre mi pasado, presente y futuro.

Mientras me preparaba para meterme en la cama, un ligero ruido proveniente de afuera llamó mi atención. Miré cómo mi ventana se abrió sin ningún problema y luego vi a Tommy, que entro por ella con una agilidad sorprendente. Mi corazón comenzó a latir más rápido mientras lo veía acercarse a mí, mirándome de pies a cabeza. 

—¿Qué haces aquí? —pregunté, sorprendida por su presencia, que rápidamente dio paso a la duda, hace días que no lo veía y hace tiempo que no estaba aquí. —¡Si alguien se entera...! —Me detuve, recordando que no me importaba lo que los demás pensaran, pero si el que él pudiese tener problemas por mi culpa.

—Relájate Isi, nadie me vio entrar. — No mostró ningún signo de a que venía. —Vístete. Necesito que vengas conmigo.

Me crucé de brazos, negándome a su petición. La última vez que nos vimos no había sido una conversación bonita.

—No pienso ir a ninguna parte contigo...

Él me atrapo en sus brazos y acaricio mi cabello. Se sintió bien, cómodo, tanto que no pude evitar sonreír mientras sentía su calor y su aroma.

—No voy a discutir contigo. ¿Vas a acompañarme o no? —puso algunas hebras de cabello atrás de mi oreja.

Asentí como una tonta, no podía decirle que no a Tommy. Me metí en unos pantalones de deporte, zapatillas y una sudadera holgada. Supuse que este era el momento para hablar.

Me tendió una mano para que lo siguiera. Solo unos segundos después, nos encontrábamos en los tejados del internado. Caminando con cuidado, evitando hacer ruido para no llamar la atención.  El viento nocturno acariciaba mi rostro mientras avanzábamos entre las sombras de la noche, manteniendo una comunicación silenciosa que solo rompía el suave murmullo de nuestros pasos sobre los tejados.

Tommy era hábil en ello, se notaba que conocía muy bien el camino.

Finalmente, llegamos a nuestro destino: un edificio dentro de la escuela, que albergaba un lugar de entrenamiento.

—Este era el viejo lugar de prácticas. Casi nadie viene aquí, menos a estas horas de la noche.

La luz de las farolas internas iluminaba débilmente el lugar, creando sombras que danzaban en las paredes y añadiendo un aura de un viejo lugar de boxeo. 

—¿Ahora si me dirás a que se debe esto, quieres hablar de lo que paso? —quise saber de inmediato, no quería nada más que eso.

—Solo te traje aquí por una razón y porque necesitas aprender a controlar tu elemento o lo que sea que puedas ofrecer. —Apunto al centro.

Fruncí el ceño, sintiéndome engañada. No era culpa de él, me dije a mi misma, yo era la que pretendía o esperaba más ¿Qué más podía esperar? Era Tommy de quien hablaba. 

—Me obligaste ¿Para esto? —Cruce los brazos sobre mi pecho demostrando mi molestia.

—Si te decía para qué era no ibas a querer venir, te gusta dormir temprano. O estar en la comodidad de tu habitación. 

La idea de arrancarle el cabello se hacía más real a cada segundo que pasaba.

—¿Tommy, qué te hace pensar que vas a lograr algo distinto que en el verano? 

Me miró con una expresión impasible, sin mostrar señales de sentirse derrotado por mis palabras.

A pesar de mi reticencia, decidí intentarlo. Después de todo, ya estaba aquí. Me senté en el suelo, cerré los ojos y me concentré en sentir el aire a mi alrededor, tratando de ignorar la presencia de Tommy. Algo muy difícil, podía sentir su aroma en mi nariz

Poco a poco, empecé a relajarme y a entregarme a la sensación de calma del aire y los sonidos, la voz de él me cautivaba, haciendo que me perdiera por un momento. Como si algo en mí despertara ante su presencia, muy distinto al cariño que sentía por él.

Me explicaba suavemente cómo proyectar mi elemento. Su voz se transformó en una melodía atrayente que me invitaba a seguir sus indicaciones. Hice todo lo que me dijo, pero no hubo resultados, seguían siendo mínimos e imperceptibles. 

Se sentó a mi lado y me demostró como proyectaba su propio elemento. Con un gesto de su mano, una pequeña corriente de agua comenzó a moverse desde un pequeño recipiente, hasta llegar a su mano y formar una esfera que bailaba con gracia y control. Sus movimientos eran fluidos y seguros, como fuera una extensión natural de él mismo. Se transformó en hielo cuando el se lo propuso, siendo lanzadas una tras otra en dirección a la pared, jamás perdió el control.

Intenté imitarlo, concentrándome en canalizar mi elemento de la misma manera que él lo hacía con el agua. Pero solo logré pequeñas ráfagas de viento para dar paso a una frustración por no poder crear nada más.

—Si pierdes la tranquilidad cada vez que no lo logres, seguirás sin poder hacer nada Isi. El aire está en ti, y aunque sea muy leve, deberías poder usarlo para defenderte, crear una barrera de aire o un movimiento que corte. Puedes hacer uso de él de manera que intimide aunque no puedas atacar realmente. Nadie se dará cuenta de ello, a menos claro que estén dispuestos a atacar o pelear. Si solo pudieras hacer creer que eres mejor, créeme que chicas como la del otro día no se meterían contigo.

No fue una muy buena idea recordarla. Ella estaba muerta.

Tommy corrigió mis movimientos, pero no hubo mejoras visibles. Sin embargo, su buena voluntad y sus palabras comenzaron a calmar mi mente. A medida que continuaba intentándolo, algo dentro de mí comenzó a encontrar paz. No logré dominar mi elemento, pero poco a poco, encontraba una serenidad que antes no había tenido o sentido.

Luego de un rato sin lograr nada, ambos nos dimos por vencido.

—Quizás necesitas algo más físico para conectar con tu elemento —sugirió. —Cuando no funciona por las buenas podría ser por las malas.

 Asentí en respuesta, no es como que pudiera negarme a él.

—Vas a tener que golpearme, debes cerrar el puño así para no lastimarte. —Hizo el gesto con su mano, cerrando el puño.

Me molesto que me lo enseñara. Era algo que ya sabia

—Vi a mamá mil veces hacer esto cuando era pequeña y sabes que Idalia me obligo a tomar clases para manejar mi elemento además de entrenamiento, sé cómo golpear y golpearte, ya pasamos por eso.

—Puede que lo olvidaras, nunca esta de más reforzar —soltó.

Comenzamos con el combate cuerpo a cuerpo, y aunque al principio me costaba seguirle el ritmo, pronto empecé a sentir una nueva conexión con mi cuerpo que no sentía hace días. Había extrañado a Atabey y sus clases elementales.

Al final de la sesión, Tommy me felicitó por un falso progreso. Sentí la necesidad de pedirle de su cercanía, que me quisiera públicamente, que no cambiara su actitud conmigo y que no me ocultara nada, nunca más. Pero no me atreví a arruinar el momento.

—El dominio de tu elemento llevará tiempo —dijo con sinceridad—. Pero con paciencia y práctica constante lo lograrás.

Sabía que aún tenía mucho por aprender, pero por primera vez en mucho tiempo, sentí una chispa de esperanza en mi interior.

Se acercaba el baile de sombras, por lo que teníamos que prepararnos. Había sido una corta semana para mí.

Regrese a casa junto a Vaugh y  Arlenn.

—No crees que será un poco incómodo para tu abuela —quiso saber Arlenn—. No creo que me recuerde y no conoce a Vaugh, no queremos ser una molestia.

La abuela me había dicho que podía llevar a mis amigos a casa, cuando quisiera. Solo que eso había sido mi primera semana. Suponía que se mantenía en pie la oferta.

—No hay problema, ella estará feliz. —Casi me reí por lo de feliz conociendo a mi abuela, pero sonaba tranquilizador decirlo así.

—No solo somos nosotras, es mi segadora y también mi guardia. Son dos personas extras. Más la compañía de Vaugh.

—Tenemos espacio suficiente Ari. —asegure.

—Arlenn no quiere meterte en problemas es eso. Pero no es capaz de ser tan directa. Siempre teme a que la gente la tome con ella. —aclaro Vaugh.

La entendí, pero no dije nada más. Mi relación con la abuela en este momento era buena, no había posibilidad que se fuera a molestar por llevar a mis amigas. Cuando entramos en la casa, sentí levemente esa necesidad de querer llenar el vacío. Jamás había llevado a alguien a mi hogar, esta era mi primera vez. Y no sabía qué debía hacer.

Sentí que fue suerte cuando la abuela apareció, como un salvavidas.

—Hola, cariño, pudiste haberme avisado que vendrías acompañada —dijo mi abuela, con una sonrisa acogedora, mientras se acercaba a nosotras.

—No contestaste tu teléfono, pero dijiste que podía traer a quien quisiera —la salude. —Ellas son Vaugh y Arlenn, ¿te acuerdas de Ari, cierto? — las presente, esperando que mi abuela recordara a Arlenn para hacer las cosas más fáciles.

—Por supuesto, conozco a su madre desde que tenían la misma edad. Venían siempre aquí junto a Azahara. Y luego cuando ustedes nacieron, siempre estaban juntas. Como no me voy a acordar.

Eso fue algo raro de escuchar y no supe que decir, nunca sabia cuando se trataba de mamá. Arlenn rápidamente sacó el tema de nuestra visita, mencionando que estábamos allí para comprar vestidos para la fiesta de otoño.

A pesar de su apariencia seria y reservada, la abuela estaba encantada de verme rodeada de amigas se notaba, se esforzó por hacer que se sintieran bienvenidas en nuestro hogar. Rápidamente propuso arreglar las habitaciones de invitadas y trató a las chicas con amabilidad, lo cual me llenó de alegría el que aceptara y aprobara a mis amistades.

La atmósfera en casa fue distendida y cálida, muy diferente a la usual tranquilidad que reinaba en nuestros días. Arlenn y Vaugh se mostraban encantadas con la hospitalidad de mi abuela, y yo me sentía feliz de poder compartir este momento especial con ellas.


El día sábado nos levantamos temprano por la mañana, con grandes expectativas, el desayuno transcurrió entre risas y preparativos, creando un ambiente cálido y acogedor. Para mí se sintió como un verdadero hogar, es lo que siempre quise.

—Compra lo que te guste, independiente de su valor. —dijo la abuela, mientras me entregaba una tarjeta distinta a la que ya tenía.

Ella sabía que no era fan de gastar grandes cantidades en una sola prenda y que posiblemente no lo haría, se estaba asegurando de hacerme las cosas más fáciles. Aun así, sentía que era ridículo luego de cómo había vivido. También tenía claro que si quería causar una opinión distinta a solo entrenar en Tommy, debía encontrar algo llamativo que seguramente sería muy costoso.

Nos dirigimos a varias de las tiendas exclusivas de la ciudad donde nos encontramos con otras chicas de Atabey. Nos dejamos llevar por la emoción de elegir el vestido correcto. Estaba viviendo muchas primeras veces en estos últimos días, y se sentía extraño, pero era bueno.

—Voy a elegir algo rojo y corto. Necesito resaltar —comenzó Vaugh mientras miraba los vestidos colgados. Y esperaba que le trajeran otros. 

—Yo quiero uno verde, lo voy a usar con...

—Ni lo sueñes princesa, no vas a usar el color representativo de tu casa. Elige algo distinto ¿amarillo quizás?

Las chicas siguieron hablando mientras yo comenzaba a dar vueltas por el lugar, mirando las tallas y valores, no tenía idea que debía elegir, ni siquiera sabía que color era el correcto. Me gustaba el rosa, pero dudaba que fuera un tono indicado para un vestido de noche.

Después de una mañana pasando de tienda en tienda, volvimos a la tienda de inicio, las chicas se veían felices y yo me sentía cansada de caminar. Este tipo de cosas no eran para mí.

Vaugh y Arlenn eligieron para mí por un vestido largo de noche, en tono blanco ahumado, con un escote delicadamente adornado con pedrería dorada que brillaba con cada movimiento. El vestido caía en suaves pliegues hasta el suelo, creando una elegante silueta que resaltaba mi delgadez. Los zapatos eran a juego, de tacón alto complementaban a la perfección el tono del vestido. Recogieron mi cabello para dejar al descubierto mi cuello y hombros, dándole un aire de sofisticación y estilo.

—Debemos agregarle un collar o algo que llame más la atención, y disimular esa pequeña cicatriz.

Solo asentí, porque no sabía qué decir.

Finalmente Vaugh, había elegido un vestido rojo intenso que se ceñía a su figura de manera elegante y seductora. El escote pronunciado y la espalda descubierta añadían un toque de sensualidad al conjunto, pero el diseño general del vestido mantenía un equilibrio perfecto entre la audacia y la elegancia. Sus zapatos negros de tacón alto completaban el look, añadiendo una continuación vibrante al conjunto.

Arlenn finalmente había optado por un vestido negro con un corpiño con pedrería dorada que realzaba toda su belleza de manera elegante y sofisticada. El escote pronunciado, pero elegante añadía un toque de coquetería al conjunto, mientras que la falda caía en suaves pliegues hasta el suelo, creando una silueta clásica y elegante. Los zapatos eran negros y dorados añadían un toque de brillo al conjunto, era un look hermoso y no podía parar de mirarlo.

—Si quieres puedes tenerlo, puedo buscar algo más —me ofreció.

Sentí un poco de vergüenza por ser atrapada mirándola atentamente, tan claro era que encontraba hermoso el vestido. Realmente me había gustado mucho, más que el que habían elegido para mí. Aun así, no era capaz de decirle que quería quedarme con él, no era ese tipo de persona que tomaba lo de alguien más, así que negué. Le dejé en claro que el mío me encantaba, realmente lo hacía, era un vestido hermoso y muy delicado. Pero el blanco no era un color que me gustara, se ensuciaba rápido y además era demasiado llamativo, yo no quería que nadie me mirara más de la cuenta.

Durante todo el proceso había pensado en mamá, que ella debería haber estado aquí conmigo, ayudándome a elegir algo lindo que me quedara y me hiciera sentir cómoda. Dándome confianza para poder avanzar en mis etapas. Ella siempre sería un recuerdo permanente en mi vida.

Con nuestros vestidos elegidos y nuestros looks completos, estábamos listas para disfrutar el próximo jueves en el baile de sombras de otoño.


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