Capítulo 11: Terror Nocturno

Guía Básica de Demonología: Tomo I- El infierno y sus criaturas.

Sombríos; entidad infernal con inteligencia y voluntad propia, capaz de planificar y ejecutar acciones con propósitos malignos. Demonios cuadrúpedos (daimons), se distinguen por su fisonomía bestial, combinando rasgos de animales con la malevolencia propia de su naturaleza infernal, se les puede dar distintos nombres según su fisionomía.

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Me encontraba al borde de un acantilado en un atardecer de invierno. El viento soplaba con fuerza en lo alto, haciendo ondear mi cabello mientras luchaba por mantener el equilibrio en el borde peligroso. Miré hacia el vacío viendo cómo las olas golpeaban las rocas con furia, creando remolinos que parecían engullir todo a su paso. Una tormenta azotaba el lugar, mojando cada centímetro de mí. 

Me aleje del borde, pero solo alcance a dar unos cuantos pasos cuando alce la vista y vi una figura que me observaba. No tenía un rostro corpóreo, sino que una especie de sombra o humo la reemplazaba. Sus ojos y dientes eran relucientes, la piel de sus brazos era pálida y estaba llena de marcas de invocaciones. Aterrado y un tabú. Un poder oscuro que ni las brujas negras se atrevían a usar.

Mi corazón se aceleró mientras la figura sombría se acercaba hacia mí.

—¡Detente! —grité, retrocediendo unos pasos, aterrada, imaginando lo que vendría y sabiendo que no podría hacer nada. 

La figura se detuvo frente a mí, emitiendo un sonido; ¿una risa? O quizás eran palabras, no lo supe con certeza. Dio un paso más cerca, extendiendo una mano hacia mí, no sabía para qué, pero estaba segura de que sus intenciones no eran buenas. Nada bueno podía venir de una figura así.

Retrocedí un poco más, lo suficiente para saber que ya no tenía donde ir, sentí el miedo de estar al borde de una caída. Tarde entendí que eso era lo que buscaba, lanzarme por el acantilado.

Volví a gritar, pero esta vez en busca de ayuda, aunque estaba segura de que no había nadie a cientos de kilómetros de distancia.

Una segunda criatura emergió de las sombras, poseía una forma animal en cuatro patas. Sus ojos brillaban con una intensidad penetrante y su cuerpo parecía distorsionarse en una oscuridad profunda. No había rastro de pelaje, y sus afilados dientes acentuaban aún más lo peligroso que era.

Era un conflicto que escapaba a mi comprensión, una batalla que se libraba en un plano ajeno a mi existencia, pero en el que parecía estar involucrada. Me quedaba claro que mi papel no era solo ser una espectadora, aunque aún tampoco sabía bien cuál era.

El aroma del desinfectante impregnaba el aire del lugar, mientras una mujer de aspecto compasivo examinaba minuciosamente mis heridas. Me aferré a su brazo con todas mis fuerzas, consciente de que mi corazón latía desbocado en mi pecho. Estaba viva.

Ella levantó la mirada, encontrándose con mi movimiento agitado. Su voz, suave y tranquilizadora, llenó el espacio entre nosotras.

—Estás a salvo, pero debes estar tranquila, tus heridas se pueden abrir. Te encuentras en la enfermería de la escuela. Estaremos cuidando de ti.

Esas palabras me hicieron sentir segura, no pude decir nada ni asentir. Mis párpados se volvieron muy pesados y mi cuerpo exhausto sucumbió a la fatiga.

No sé cuánto tiempo había pasado desde que me desmayé, pero sentí una cálida y reconfortante sensación de comodidad que me hizo resistir a la tentación de abrir los ojos. Era como si estuviera flotando en un mar de tranquilidad, mientras la suave luz acariciaba mi rostro y calentaba mi nariz. Traté de moverme en busca de una posición más cómoda, pero mi hombro protestó con un dolor punzante y ardiente.

Después de un rato abrí lentamente uno de mis ojos, y ese pequeño acto pareció desencadenar un dolor generalizado en todo mi ser. Estaba sumida en una confusión, sin tener la más mínima idea de qué día era, si seguía en la enfermería o todo había sido un sueño.

Intenté buscar mi móvil para comprobar la hora, pero solo encontré vendas que envolvían mi mano. Las imágenes comenzaron a inundar mi mente, una tras otra: los draugr en los vestidores y mi cuerpo desvaneciéndose en la oscuridad. Un terror indescriptible me recorrió, haciendo que mi cuerpo temblara. Quise gritar para llamar a alguien, pero de mi boca solo salió un sonido débil que no se parecía a ninguna palabra que conociera. Mi cabeza comenzó a girar, perdiéndose nuevamente en la oscuridad.

La lucidez y la oscuridad jugaron con mi mente, no podía mantener la conciencia. En algún momento, todo pareció calmarse. Arth estaba a mi lado, mirándome con preocupación mientras me hablaba y me abrazaba. Me aseguraba que todo iba a estar bien y que ya estaba a salvo.


Era muy temprano cuando desperté, unos pocos rayos de luz se colaban por la ventana. Sentía mis piernas pesadas y adormecidas, pero me encontraba mucho mejor. Más cuando vi a los pies de mi cama a una figura que reconocería en cualquier lado.  

Observé a Tommy mientras dormía en una posición incómoda pero cerca de mí, y mi corazón se llenó de tranquilidad y felicidad, por poder verlo nuevamente. Deseaba tocarlo, lanzarme a sus brazos y dejarme envolver por ellos. También sentí ganas de llorar, aunque no sabía exactamente por qué, quizás estar cercana a la muerte me había vuelto sentimental. O solo era que, al despertar, Tommy fuera la primera persona a quien veía y quería que siguiera siendo así.

Como si supiera que lo estaba mirando, su cabeza se alzó y sus ojos chocolate se encontraron con los míos, pero solo pude verlo parcialmente. 

—Buenos días —su boca se curvó en una pequeña sonrisa, pero pude percibir la preocupación reflejada en sus ojos.

—Bue... —no pude completar mi respuesta, algo me lo impedía. Sentía un nudo en la garganta y una profunda fatiga.

—Tranquila, no tienes que hablar, ya lo sé y todo estará bien. Debes descansar, Isi —su tono fue de extrema ternura, acercándose a mi lado.

Mi mano se sintió cálida por su tacto. Era algo que guardaría en lo más profundo de mi ser por el resto de mi vida. No quería tener que soltarlo jamás. 

Mis ojos se movían inquietos y casi involuntariamente, pero solo uno de ellos podía ver, mientras el otro permanecía envuelto en la oscuridad.

—Tu ojo izquierdo está vendado, has sufrido golpes y heridas, pero es cosa de unas horas a que estés mejor. Tu recuperación ha sido muy rápida para tu clase, aunque aún no sabemos cuál es exactamente, pero, es realmente extraordinario —me informó con una mezcla de asombro y algo más en su voz.

Intenté pronunciar la palabra "chica", pero un dolor agudo me atravesó el cuello y me quedé sin aliento. Tomé una pausa para calmar las sensaciones dolorosas que me invadían. Hablar me resultaba difícil, como si hubiera estado gritando durante días o peor, como si alguien me hubiese atravesado el cuello con una daga, lo que tenía bastante lógica para mí.

—No te preocupes por eso ahora, solo necesitas descansar —me aseguró, transmitiendo tranquilidad con su voz.

Sacudí la cabeza con toda la determinación que pude. Necesitaba que él supiera que había una chica, que alguien más necesitaba ayuda. Sin embargo, mis esfuerzos solo me dejaron agotada, sin poder expresarme.

—Lo se Isi, y no tienes que preocuparte por nada, todo está bien. —Volvió asegurarme, brindándome su apoyo.

Asentí débilmente, incapaz de articular palabras. Cerré los ojos y me dejé llevar por el agotamiento. Esta vez sintiéndome reconfortada por una presencia cercana. Sabía que estaría a mi lado, velando por mi bienestar mientras recuperaba mis fuerzas.

"Frente a mí se erguía una figura siniestra, empuñando un afilado cuchillo que reflejaba la luz de manera amenazante. Su sonrisa se ensanchó cuando nuestros ojos se encontraron. De repente, desató su magia elemental de fuego y la lanzo sobre mí. El ardor me envolvió, pero para mi sorpresa, no me quemó. Solo sentí cómo el calor disipaba el frío de mis manos, creando una sensación inusual de alivio en medio de la amenaza."

Me incorporé bruscamente en la cama debido al mal sueño, me arrepentí de inmediato por mi movimiento repentino. El dolor en la cabeza me recordó lo delicada que aún estaba. Tras unos momentos de mareo, logré enfocar la habitación. Tommy se había ido, y nada indica que fuese a volver luego.

Permanecí unos minutos esperando a que alguien viniera, pero nada paso. Mi estómago gruñó en protesta y mi vejiga exigió atención. Con precaución, me levanté de la cama y caminé hasta apoyarme en la pared que me ayudo a mantener el equilibrio. Todo a mi alrededor giraba, haciéndome creer que podría desmayarme. Me dirigí hacia el baño, giré el picaporte y me encontré con un espacio frío y limpio, completamente equipado. Cerré la puerta tras de mí.

Me miré en el espejo y me sentí realmente hecha polvo. Mis mejillas estaban amoratadas y mi piel expuesta presentaba manchas rojizas o marrones, seguramente era mi sangre. Lo demás estaba cubierto de vendajes, los cuales empecé a retirar con cautela, temerosa de descubrir nuevas heridas o marcas que perduraran para siempre. Para mi sorpresa, la piel estaba mayormente lisa, a excepción de una marca roja y prominente en mi hombro y cuello, y un leve rasguño que cruzaba mi ojo izquierdo.

Me llevó un tiempo enfocar con él, y aunque mi visión seguía borrosa, era un alivio tenerlo descubierto. Encendí la ducha y me metí bajo el cálido chorro de agua, sintiendo cómo el calor se extendía por mi piel de manera reconfortante. Cada músculo se resentía, pero también se relajaba, lo cual me hizo suspirar. Lavé mi cabello y me deshice de cualquier rastro de sangre.

Mientras el agua fluía, mi mente viajo a los eventos que me habían enviado aquí. Sabía que se trataba de draugrs, pero ¿cómo habían logrado entrar a la escuela? ¿Qué estaban haciendo en los vestuarios? ¿Cómo habían llegado hasta allí? Tenía tantas preguntas que no sabía por dónde empezar ni a quién recurrir para obtener respuestas, si alguien sabía más que yo era la chica que fue capturada primero.

Luego de un rato en la habitación decidí que iría en la búsqueda de alguien. Me acerqué a la puerta y la abrí, un largo pasillo se perdía hacia ambos lados, no había guardias ni alumnos así que me dispuse a ver dónde me encontraba, abrí cada puerta, pero todas las habitaciones eran igual que la mía y se encontraban vacías, parecía una especie de hospital, pero no había visto nada así en las instalaciones de la escuela, aunque aún no la conocía completa no era una sorpresa.

Con cautela, giré el pomo de una de las últimas puertas en el ala donde me hallaba. En el interior, finalmente encontré lo que había estado buscando: una cama ocupada por una figura femenina. La reconocí de inmediato, no sabía cómo se llamaba, pero era la chica con la que había peleado la tarde del entrenamiento y coincidentemente la misma chica de los camarines. El monitor junto a ella hacia un sonido y aunque no se veía para nada bien, aún estaba con vida.

Su rostro, pálido y surcado por el cansancio, mostraba los signos de lucha. Marcas y moretones evidenciaban la ferocidad del encuentro. A pesar de ello, su expresión demostraba ganas de mantenerse con vida. Una venda envolvía cuidadosamente una herida en su cuello; imaginaba que era como la mía.

—No puedes estar aquí.

La voz de una mujer hizo que diera un brinco, miré hacia mi espalda y pude ver a una enfermera o eso supuse por las ropas blancas. 

—Yo buscaba... comida y a un segador. —mentí. Lleve con mucho esfuerzo la mano a mi pecho. Mi corazón saltaba por el susto que me había dado.

—Pues claramente aquí no es donde está la comida aquí, y tampoco hay segadores —me indico la puerta para que saliera del lugar. —Fuera, debes ir a tu habitación a descansar.

No se veía una persona comunicativa, así que me apresure a hablar intentando tener respuestas.

—¿Ella se pondrá bien? —tuve miedo de lo que fuese a decirme, pero necesitaba escucharla.

—Lo estará, solo le tomará más tiempo que a ti, tu genética es mejor, pudiste recuperarte más rápido. Una sorpresa para todos.

Yo sabía que poco tenía que ver con mi genética y más con la sangre de mi bisabuelo Astoreth, sangre que había sido obligada a beber por la abuela, y que en este momento agradecía inmensamente.

Me quede parada en el mismo lugar, no podía irme sin antes saber lo que me tenía inquieta.

—Esas marcas que tiene en su cuello, y las mías ¿De qué son?, son de un cuchillo ¿verdad?

Necesitaba confirmación a algo que ya sabía.

—Eso deberías decírselo tú a los guardianes, no preguntármelo a mí.

—Yo no estoy segura de que fue lo que paso—mentí.

Yo sabía que no era magia, pero ese sueño había agregado más dudas a mi cabeza. Necesitaba saber que no había sido un elementalista de fuego con el que había estado soñando. Recordaba a los draugrs, y quizás los demonios cuadrúpedos o esa parte la había imaginado. En este momento era casi imposible pensar que todo eso había pasado realmente.

Ella me observo un minuto, pero no dijo nada, solo me saco de la habitación de la chica y me guio de vuelta a la mía. Abrió la puerta para mí y me indicó que entrara, pensé que se iría de inmediato, pero ella revisó mis ojos y mis heridas, anoto algo en unas hojas que le tomo tiempo.

Antes de irse volteo hacia mí.

—Quien fuera que te hizo esto deberías agradecer que estas con vida, lo que las haya atacado las quería muerta. Y esos, aunque son cortes muy precisos no es magia elemental, un elemento siempre deja un rastro.

Luego de eso la puerta se cerró, dejándome una muy mala sensación.

Una chica entró en la habitación. Traía una trenza desde la base de su coronilla como un cintillo, haciéndola ver elegante y atractiva, se veía muy femenina. Por sus ropas supuse que era una guardiana. La había visto en los entrenamientos nocturnos, era hábil y muy guapa.

—Estas despierta, me alegro mucho de que estés bien, Thom estaba muy preocupado por ti, me envió para que te dejara esto.

Se acercó a mí y dejo una bolsa con ropa limpia, mi móvil y otras cosas. Su aroma era como un ramo de flores, lirios de agua suaves y frescos. Se sentó a mi lado para examinar mis heridas inexistentes, miraba mi brazo detenidamente como si hubiese algo en él. Aunque no la conocía, por la forma en que hablaba de Tommy, deduje que era alguien cercana. 

—¿Quién eres? —se veía dulce y delicada, no me gusto.

—Oh, veo que Thom aún no te lo ha dicho... —Me dio una sonrisa radiante y continuo. —Él habla mucho de ti, pensé que también hablaba de mí. —Su tono era aún más amable, pero percibí un matiz sutil de malicia en su mirada.

No estaba segura de ello, era solo una sensación. 

—No realmente, Tommy no habla de su trabajo, son cosas que mantiene para él. No es algo importante en nuestra relación. —No quise darle importancia a sus palabras. Y también quise dejarle en claro mi relación de cercanía con él.

Ella se rio sutilmente. Me molesto.

—¡Oh eso no me sorprende! Con Thom nos conocemos muy bien y hace muchos años, ya sé cómo es —dijo con una suavidad que rozaba lo provocador.

Entendí su tono, la manera en como lo mencionaba por su nombre generaba un escalofrío en mi interior. Pero no alcance a decir nada. Tommy entro en la habitación, cargando una bandeja de comida.

—Tenías razón ella es tal como me has contado —se apresuró a decir ella, rompió la cercanía conmigo para ir a su lado. —Tu hermanita es adorable, nos llevaremos tan bien.

Arrastro las palabras, su voz era muy animosa y parecía estar muy feliz. Tommy no dio indicios de nada.

—Isabella, te veo luego. Ve con los demás guardianes.

No sentí que le hubiese hablado de alguna forma en especial, pero supe que la chica estaba enamorada de él y Tommy no estaba mostrando el rechazo que yo esperaba.

—Pero tú me dijiste que hoy...

—Lo sé, pero no es el momento, por favor ve.

Él le dio un pequeño apretón en la mano, un gesto que ella interpretó como despedida, besándole la mejilla rápidamente. Toda la escena me desagrado, pero no aparte mi vista de ellos. Antes de cerrar la puerta, cruzamos miradas, capté algo en su expresión que no supe descifrar.

Tommy continúo hablando de inmediato, sin decir que se trataba todo esto.

—Me dijeron que estabas caminando por los pasillos, no debiste salir. Estás débil aún —puso la bandeja frente a mí, pero tomo los cubiertos para ayudarme a comer.

—Me siento bien Tommy, además no volvías nunca y como no me dijiste nada... yo fui a buscarte—eso es una media mentira. Necesitaba entender algunas cosas.

—No eras una persona muy receptiva hace unas horas atrás, no había mucho que decir. —Me dio una primera bocanada de comida, la cual se sintió muy bien —Isi, tuve tanto miedo que algo te pasara, cuando tus amigos se dieron cuenta...— no termino la frase.

—No quise asustarte, lo lamento.— Me apresuré en decir.

Jamás pensé que él iba a preocuparse así por mí, jamás nadie me había hecho sentir tan bien como lo hacía Tommy.

—Eres lo único que tengo. Hay cosas que aún no entiendes, pero ya te las iré explicando con el paso de los días. Prométeme que siempre estarás bien y viva.

Mi corazón latía fuerte en mis oídos, sus palabras me hacían sentir confundida pero feliz.

—Prometo estar viva, ¿lo de bien es opcional? —Quise hacer una broma que no fue lo mejor. Vi su rostro, como si hubiese sido doloroso. 

Siguió dándome trozos de comida, me agradaba. Hasta que el momento fue roto por sus palabras.

—¿Por qué no me cuentas qué pasó? Los otros guardianes querían interrogarte de inmediato, pero lo he retrasado. Necesito saber por qué no corrieron de los daimons y como llegaron allí.

¿Daimons?, habían sido muy reales. Pero ellos no fueron los que me habían atacado, todo lo contrario, hasta el momento pensaba que me habían protegido. Estaba segura de que los culpables eran draugrs; había sentido sus manos sobre mi cuerpo y lo asqueroso que fue.

¿Me creería si le decía que no habían sido demonios, sino que draugrs? Era imposible que un par de esas cosas entraran en la escuela y nadie lo hubiese notado. Aunque teníamos mucho bosque y zonas abiertas, había muchos guardias y segadores en el lugar. ¿Y qué pasaba si me equivocaba y daba una falsa alarma? Solo crearía pánico en todos. Yo le había mentido en el pasado, ¿Y qué pasa si ahora ya no confiaba en mi palabra? 

—Solo volví por mi uniforme, estaba todo oscuro... ¿Cómo sabes que eran daimons?

Alguien se deshizo de uno de ellos. Si no hubiesen llegado a tiempo, no estarías aquí, y esa chica tampoco.

El recuerdo del aullido, la respiración sobre mí. El olor azufre pesado en el aire. Pensé que moriría. La escena me dejo sin palabras.

Me tomé el tiempo buscando como decir todo. Pero Tommy me interrumpió.

—¿Lo invocaste tú? ¿Querías hacerle daño a esa chica luego de lo de la tarde? —Cada sílaba estaba impregnada de preocupación y un rastro de desconfianza.

—Porque sugieres algo así, yo ni siquiera sé cómo usar mi elemento y crees que voy a saber invocaciones de un demonio. —la idea misma era absurda.

—Pasaste mucho tiempo con Idalia, ella sabe demasiado. Y tú acostumbras a ocultar cosas. — me acusó con sutileza.

Su expresión no demostró nada.

—Y se supone que porque oculte vivir sola... no corrección, no lo oculte solo no tuvimos comunicación en todo ese tiempo. —me arrepentí de inmediato de mis palabras, pero no retrocedí — ¿Será que ahora jamás vas a creerme y me culparas de algo que no tengo que ver? Eran dos, eran draugrs y creo que un demonio cuadrúpedo apareció después. —Vi su mirada, lo sabía, él no me creyó.

—¡Conmigo no Iseria! No me mientas otra vez, la seguridad de este lugar no la tendrás en otro lado, estoy yo aquí, nadie puede colarse —ladro molesto —Esto es muy extraño, tus heridas y hematomas son de una lucha. Pero no puedo entender que es lo que quieres ocultar ¿Acaso luchaste con esa chica y se salió de control? Tienes miedo de decirlo.

Eso estaba muy lejos de ser la realidad. Él no iba a creerme, y ya le había dicho la verdad. Estaba segura de que podía decirle todo con detalles y él lo colocaría en dudas. No es que yo le hubiese mentido mucho, pero solo basto ocultar cosas por un tiempo para que me transformara en una mentirosa para él.

—No recuerdo nada Thom. Y ya no quiero hablar de eso, me siento cansada y muy adolorida. Mejor cuéntame quien era esa chica de hace un rato atrás—use el apodo con intensión, tal como si fuese un arma. Además, creía sentir celos, no está segura de la sensación.

Tommy frunció el ceño, evidentemente desconcertado por el cambio abrupto de tema. Tenía muchas preguntas que no habían sido aclaradas. Pero me conocía, sabía que no diría nada más.

—Isa es una segadora como yo, es una compañera de trabajo. Y por favor Iseria no quieras ahora cambiar tu actitud, siempre has sido una chica madura para tu edad no aprendas esas raras cosas que hacen las chicas aquí. — Se veía molesto, como si ambos temas ya lo tuvieran en un borde.

Su respuesta no me dejo tranquila. Era obvio que cualquier mujer se podía enamorar de Tommy, él era impresionante y no podía dejar de pasar por alto que la chica esa, también lo era. Todo en ella decía que  estaba enamorada de él, vi como lo miraba. Quizás era la misma forma en que yo lo hacía. Además ¿Isa? Tenía que ser una estúpida y mala coincidencia.

Sabía que este no era el momento, pero si seguía esperándolo podía pasarme la vida buscando esa instancia. Me había hecho una promesa y la cumpliría.

—¡¿Actitud?! ¡Estoy harta de eso! —Mi tono subió unas milésimas, dejando que la frustración y la incomodidad se apoderen de mis palabras. —¿Los celos son una actitud para ti? ¿Por qué ves lo que siento como algo malo? ¿Acaso crees que no noto cómo antepones palabras para dejar claro tu distancia? Que quieras hacer caso omiso de lo que ya sabes de hace años. No me des responsabilidades hablando de mi actitud y de si soy o no madura, sé por qué lo haces, me doy cuenta.

Pensé que no me respondería, que obviaría el tema volviendo al inicial. Pero una vez más me equivoque, desee haberme equivocado.

—Eres mi hermana y me importas mucho, no puedo perderte, Isi. —Esa era una respuesta clara, su decisión estaba tomada. —Vendrán algunos guardias hacerte preguntas, diles lo que sabes.

Se levantó abruptamente y se alejó de mí, como si con ese gesto mágicamente mis sentimientos fueran a desaparecer. Apreté mis puños sin saber que debería hacer, si enojarme o llorar de frustración y tristeza.

—No soy tu hermanita Tommy. Sabes que me gustas desde ¿Siempre? —Cada palabra salió lentamente y con un poco de nerviosismo.

Busque un lugar al que mirar, nunca en mi vida pensé que lo diría tan abiertamente. Yo había cambiado bastante desde que llegue a Atabey. La idea inicial era venir aquí y hacer que él se impresionara de mí y luego se lo confesaría. Pero no había resultado como esperaba y casi había muerto, eso cambio mucho las cosas. No siempre teníamos el tiempo para planificar.

—Soy tu hermano mayor Iseria, no te confundas con juegos de niños. Estuviste mucho tiempo sola, pensaste demasiado en cosas que no son. 

Me atreví a mirarlo, su expresión era neutra, pero su mandíbula estaba algo tensa, lo sabía porque lo conocía muy bien, había pasado horas mirándolo desde pequeña. Eso era todo lo que demostraba.

Fui tras de él cerrando la distancia que impuso, tomé una de sus manos entre las mías. Él estaba muy serio y yo tenía intenciones en seguir la conversación.

—No hay un lazo sanguíneo entre tú y yo. No somos hermanos realmente, y si sé lo que siento, no son cosas de niños

Alejo sus manos de mí de manera brusca. 

—Olvídate de lo que crees que sientes, seguirás conociendo a muchos chicos antes de llegar al indicado. Yo no soy esa persona, soy mayor que tú y te conozco desde que eras casi una bebe, además quieras o no para mí si eres mi hermana, no te veo de otra forma.

—No me digas lo que puedo o no sentir ¿Y por qué estás enojado? —El aire se arremolinó entre mis manos haciéndome sentir el vaivén del agua, es una extraña sensación de su elemento contra el mío.

No dijo nada más, abrió la puerta y salió de la habitación, sin prometerme que regresaría.

Pasaron algunas horas y la oscuridad cayo. Tenía muchas dudas en mi cabeza, no había mentido, pero Tommy no me creía. Como habían llegado demonios cuadrúpedos a la escuela, y justo al lado mío.

Partiría por el inicio. Tomé mi teléfono y texteé el mensaje.

|Hey, Arth ¿estás?, quisiera hacerte una pregunta, es algo que me apura.


Después de un momento de espera, la respuesta de Arth apareció en la pantalla.


¿Apurada? Luego de lo que pasaste. ¿Debería viajar a verte? Siento cuando estas en peligro ¿paso algo malo?|


Ni siquiera necesite preguntar como lo sabía, imagina como.


Solo unos cuantos raspones y no es necesario estaré bien. Pero no es sobre eso de lo que quería hablar. Es sobre Erick.


Ese tema deberías dejarlo ir. Ya paso un tiempo. |


Me sentía un poco molesta por la lentitud de sus respuestas. No pude esperar más, no quería una negación o una omisión del tema. No fui sutil.


¿Sabías que Erick se alimentaba con sangre de vampiro?  ¿Y qué había algunos trabajando para la familia de él?


Hubo un breve lapso de tiempo nuevamente, creí que no respondería.


Sí, lo sabía. Pero es complicado hablarlo por aquí. |


No iba a esperar a que nos viéramos para poder hablarlo. Quería más detalles ahora. Necesitaba comenzar a creer en mis sentidos, y para eso debía poner atención a todo lo que había vivido.


¿Complicado? ¿Por qué no me lo dijiste antes? Puedes imaginar cómo se comportó y como terminaron las cosas, acaso debías advertirme por lo menos.


No creí que necesitaras saberlo, lo mantenía a raya cuando estaba en la escuela. No pensé que se acercaría a ti, influí sobre él para que no lo hiciera. |


Sabes que eso no funciono ¿cierto?...


Esperaba la respuesta de mi hermano, cuando la luz comenzó a titilar, me saco de mi concentración, hasta que se apagó. La habitación quedó en oscuridad total. Algo que ahora más que nunca me causaba miedo y desagrado.

Un silencio inquietante llenaba el aire. De repente, una extraña sensación me envolvió, un cosquilleo en mi nuca que me hizo estar en alerta. Mi instinto había mejorado, o ahora si iba a escucharlo. Era un susurro de que algo estaba mal.

—No otra vez —maldije en voz alta. Sin saber que era lo que ocurría realmente.

Me incorporé en la cama, sentía los sutiles cambios en el ambiente. Percibía un ligero temblor en el suelo y un zumbido apenas perceptible en el aire. Mire alrededor, pero no había nada en la habitación, todo estaba normal. 

Si quería salir de ese lugar, debía ir al pasillo y encontrar la puerta de salida. El aire del lugar que antes olía a desinfectantes se mezcló con un olor a azufre, más pesado que el de la magia elemental.

Me moví con cautela y entreabrí la puerta, todo estaba a oscuras. Quería gritar por mi mala suerte. El pasillo estaba envuelto en sombras, pero mis ojos se adaptaron rápidamente permitiéndome ver los bordes. Camine en dirección contraria a la de esta mañana. Los ruidos lejanos parecían distorsionados, como si estuviesen en una frecuencia diferente.

Esta vez solo seguí mi instinto, el murmullo sutil se hizo más fuerte, como si fuera una corriente eléctrica. Hasta que lo vi.

Una figura al final del pasillo, apenas visible, se movía de manera sigilosa. Mi pulso se aceleró, y una sensación de inquietud se apoderó de mí. Retrocedí, sintiendo como cada sombra se movía hacia donde me encontraba. Estaba alerta ante lo que estaba por venir.

El sonido indescifrable resonó en mis oídos, tal como si fueran palabras de la oscuridad misma. No me atreví a cerrar los ojos, tratando de comprender el mensaje oculto en el sonido. Retrocedí unos cuantos pasos, para chocar con el torso de alguien. La historia se repetía.

Mi boca fue tapada ahogando el grito que escapo de ella. La figura tras de mí me volteo hacia él, para hacer un gesto de silencio. Asentí, mientras mi corazón latía desbocado.

Era Caleb, quien me indico que lo siguiera, mi corazón latía fuerte, estaba aterrada, él me había asustado sin intención.

La sensación persistente de peligro flotaba en el aire, recordándome que había otra figura al otro lado del pasillo. Solo pensaba en los draugrs  y que habían vuelto por mí. Hice lo que indico sin refutar.

Nos guio a través de los pasillos oscuros, no dijo nada y yo tampoco no quise hablar, no era el momento. A cada paso, la tensión en el aire crecía, y la sensación de ser observados se volvía más intensa. Mi mente se llenaba de pensamientos oscuros, imaginando las formas retorcidas de los draugr acechando en las sombras.

Caleb se detuvo en seco, haciendo un gesto con la mano para indicar tras de mí. 

—No me dejaron entrar, me colé para venir a verte —explico —Hay alguien más aquí, y siento que no es bueno. Solo sígueme, podemos salir por las escaleras de incendio.

Sus palabras fueron un susurro, asentí. Creía de lo que hablaba yo lo sentía en mi piel. El sonido de respiraciones entrecortadas se mezcló con el eco distante de pasos sutiles. El terror se apoderó de mí mientras intentaba vislumbrar lo que se ocultaba en la negrura. Odiaba no tener una mejor visión, era mejor que la de cualquier humano, pero eso no era suficiente. 

El sonido de pasos se acercó rápido, hasta estar a una distancia de un par de metros. Alto y complexión fuerte. Sus manos se movieron y una serpiente de fuego fue lanzada en nuestra dirección. Esta vez sí grité audiblemente. 

El fuego nunca nos tocó. Las llamas pasaron por sobre nosotros, iluminando el lugar. 

—¡Qué diablos haces, estás loco! — chillé, mi molestia se mezcló con alivio al ver que no era una amenaza.

Caleb reaccionó de la misma forma, pero su mirada solo reflejaba cierta desconfianza. 

—También me alegro de verte gatita salvaje— lanzo otra bola de fuego —Ahora no grites y déjame escuchar los movimientos de esa cosa.

No sabía a qué se refería. Pero Caleb si lo entendió porque me protegió detrás de su cuerpo.

Antes de que yo pudiera preguntar de qué se trataba, un sonido gutural resonó en el extremo contrario del pasillo, hacia donde nos dirigíamos. La temperatura ascendió abruptamente. Pude verlo, un ser oscuro y encorvado se materializó frente a nosotros, sus ojos brillaban con una luz maligna y sus garras se extendían amenazadoramente.

Daimons... —dijo Caleb, parecía haber encontrado su voz.

El ser se abalanzó de inmediato sobre nosotros. Atacando a Caleb, quien en un intento por escapar me empujo haciéndome caer de trasero al suelo.

Pateo a la criatura y esta emitió un raro sonido. El escenario se convirtió en un caos frenético mientras la criatura se abalanzaba con ferocidad. 

Thane desató su habilidad tratando de interceptar al demonio cuadrúpedo. Sin embargo, la criatura era astuta y ágil. Las llamas danzaron en el aire, pero el demonio era más rápido y estaba determinado a cazar a sus presas. La batalla se libraba en medio de la oscuridad, con luces y sombras entrelazándose en una danza caótica.

Mis ojos seguían cada movimiento, pero mi cuerpo se negaba a obedecer, otra vez. La frialdad del suelo bajo mis manos y la tensión en el aire contribuían a mi sensación de impotencia. Cada chispa de magia elemental y cada rugido del demonio resonaban en mis oídos, creando una sinfonía aterradora de la batalla.

El demonio se abalanzó una vez más con ferocidad sobre Thane quien se movió justo a tiempo o eso creí hasta que el olor metálico de la sangre llego a mi nariz, la criatura dio la vuelta y en un movimiento veloz se lanzó sobre Caleb. Sus colmillos brillaron como si se tratara del frío metal de una daga, antes de cerrarse alrededor del brazo de él, era una trampa mortal.

El sonido gutural del demonio resonó en el aire, mezclándose con un sonido de sorpresa de Caleb. Quien se movía frenéticamente intentando liberarse

—Hace algo —le grité a Thane— ¡Quémalo!

—No puedo, podría carboniza a tu caballero de brillante armadura.

¿Se supone que era una broma? ¿En un momento así?

La criatura movió, lo que creí era su hocico, de un lado a otro. Caleb soltó un grito de dolor.

—¡No! — grité. 

Desesperada por intentar atraer la atención del demonio, si no hacíamos algo le arrancaría el brazo. Y hasta donde yo sabía la regeneración no constaba de extremidades.

La criatura se quedó quieta. Sus orejas, que inicialmente estaba erguidas con ferocidad, se inclinaron hacia atrás. Recordándome a un perro que responde en señal de sumisión.

El daimon lo soltó y retrocedió un par de pasos. Me miro y tal como había aparecido, desapareció en la oscuridad. No entendía por qué había desistido de su ataque, pero estaba bien con eso.

El olor pesado desapareció del aire, y la oscuridad pareció menos densa. 

—¿Se ha ido? —solo esperaba una respuesta positiva.

Thane asintió mientras me ayudaba a levantarme del suelo. 

Me acerqué lo más rápido que pude a Caleb, que se encontraba tendido en el suelo, para ayudar en lo que fuera que pudiera. Examiné la mordedura. El ataque había sido brutal; la sangre fresca se entremezclaba con coágulos y una porción de carne se desprendía de su brazo, pero él permanecía tranquilo, fijando su mirada en mí. Aunque su rostro reflejaba dolor, no emitió ningún sonido ni se quejó.

—Estaré bien. Me alegra saber que no te hizo daño —tomo mi mano de forma sutil.

Esta vez no pude apartarlo, no podía alejarlo luego de que me defendiera.

—También me mordió, ¿no vas a preocuparte por mí?—pregunto Thane haciéndose el ofendido—algo está mal contigo Iseria. Muy mal.

Desde que conocía a Thane, era la primera vez que estaba de acuerdo con él.

Queridos lectores,

Después de varios meses, por fin puedo terminar y publicar el capítulo 11 de Chica de Aire, espero lo disfruten de la misma manera que yo disfrute escribiéndolo. 

Su apoyo es fundamental para dar vida a esta historia. Cada voto cuenta y es un impulso invaluable para continuar explorando este mundo de fantasía.

¡Gracias por ser parte de este viaje y por hacer que HellBound cobre vida!

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