Capítulo 10: Susurros en la Oscuridad

Guía Básica para Elementalistas: Tomo I- La Jerarquía y Clases

Los magier se dividen en cuatro rangos que son heredados por su linaje demoniaco; rango elite, alto, medio y bajo. Entre ellos encontraremos a los infernis; hijos directos de un sombrío. Slave; antiguamente sirvientes de las cortes o de los rangos más acaudalados. Skhal, mestizos de elementos (padres de distinto elemento). Vakuum, contenedores vacíos, no pueden usar magia elemental. Todos ellos son magiers /elementalistas. 

🍃

Habían pasado exactamente dos semanas y un día desde que compartí mi primer almuerzo en compañía. Aún me encontraba inmersa en un torbellino de emociones sin resolver, y aunque no tenía claro qué sentía realmente, disfrutaba de la sensación de tener amigas a mi lado. 

Caminaba por los pasillos de la escuela, junto a Arlenn y Vaugh, dos chicas que atraían todas las miradas. Gracias a ellas, muchas cosas habían mejorado para mí.

Ya no era solo la persona a la que todos recurrían para pedir favores, o que saludaban por obligación. Ahora, incluso cuando estaba sola, la gente levantaba sus manos en señal de saludo y me hablaban. La amabilidad parecía haberse vuelto algo más común entre todos. Sabía que las chicas eran la razón, pero eso no me molestaba; me sentía bien.

A medida que caminábamos, compartiendo risas y conversaciones, sentí cómo las barreras que solía levantar a diario se iban desvaneciendo poco a poco. Me sentía más aceptada y, sobre todo, cómoda, algo que no era habitual en mi vida.

No podía evitar sonreír al darme cuenta de que estaba comenzando a formar parte de un grupo, tenía amigas con quienes compartir experiencias y momentos especiales. Descubrí que Arlenn y Vaugh eran increíbles y muy sencillas, en el buen sentido de la palabra. Aunque aún había muchas emociones que debía explorar y resolver dentro de mí, sentía una renovada esperanza.

Nos dirigíamos a los vestidores para cambiar nuestros uniformes por la ropa de deporte.

—Quisiera ir a dormir al bosque un rato —se quejó Vaugh mientras pasaba su camiseta deportiva por su cabeza—. Estas clases son iguales a las del año pasado; nadie notaría si falto.

Bostezó antes de sentarse derrotada en una de las bancas.

—Si no malgastaras tus horas de sueño quién sabe en qué, no estarías tan agotada a esta hora del día.

Arlenn se acomodó detrás de ella y apoyó su cabeza contra la de Vaugh, un gesto íntimo de amigas que yo también quería experimentar, el contacto físico.

—No me arrepiento de nada, "ricitos". — Ella estiró sus brazos en un gesto de relajación.

Me apresuré a cambiarme, aunque siempre me tomaba mi tiempo. Prefería esperar hasta que quedaran menos chicas en los vestidores o asegurarme de que nadie me estuviera mirando. Sentía cierta vergüenza por mi cuerpo. Haberme alimentado mal durante tanto tiempo había dejado secuelas en mí. Aunque había logrado ganar algunos kilos, aún sentía que me faltaba por recuperar.

—Me encanta tu cintura, es tan pequeña. Deberías usar un top deportivo en lugar de la camiseta, todas te envidiarían —dijo Vaugh, haciendo que quisiera cubrirme de inmediato.

—Yo... no creo eso —me apresuré a pasar la camiseta por mi cabeza.

—Estás loca si no lo crees. Eres atractiva y todos aquí lo saben. Por eso las demás chicas, como Athena y Siobhan, están pendientes de ti. Tienen miedo de que sus novios se fijen en ti —insistió Vaugh.

—No la agobies con esas cosas, a Isi no le importa. Además, ya tiene a su chico —interrumpió Ari.

Solté una pequeña risita, lo cual me sorprendió. No podía creer que Ari se acordara de eso. Había pasado mucho tiempo.

—Cuéntenme, no pueden tener secretos de mí. No quiero ser la tercera rueda en esta relación —bromeó Vaugh.

Lo pensé por un segundo; podía compartir algo de mi vida con ella o simplemente callarme como solía hacer.

—Es Tommy, me ha gustado desde siempre —sentí cómo me sonrojaba al reconocerlo en voz alta.

—¿Tommy?, ¿el chico que le gusta oler todo lo que va a comer?

—No, Thomas el segador —la corrigió Ari. Golpeándola en el brazo. —Eres ciega Vaugh acaso no ves como lo mira, y él le da guiños de vez en cuando. ¿Por qué razón creías que íbamos al área de entrenamiento por las noches? —se rio con complicidad.

Quise tapar mi rostro, era vergonzoso reconocerlo delante de alguien más.

—¿El profesor? Dios, sí que la tenías guardada. No creía que con esa carita tan inocente tuvieras esos sucios secretos.

Tommy no era un profesor, pero técnicamente de vez en cuando hacia clases de combate así que no discutí.

—No se lo digas a nadie, es algo complicado —pedí casi en una súplica.

—Eso no tienes que pedirlo. Es obvio que no se lo diré a nadie.

Esperaba que así fuera; a la gente le encantaba hablar de los demás, aunque no fuera asunto suyo. Y que todos supieran que me gustaba un segador podía ser algo escandaloso para Tommy.

Aprender a dominar nuestros elementos era crucial para nuestra supervivencia. Teníamos que protegernos de criaturas peligrosas, ya fuera nuestra propia especie, draugr, o seres aún más amenazantes como vampiros o lamias (vampiros nacidos). Era necesario saber defendernos, y aunque éramos mucho más fuertes que los humanos, no eran ellos a quienes debíamos temer. Nunca podríamos enfrentarnos cuerpo a cuerpo contra una criatura de la noche o un demonio sin raciocinio. Por eso, el dominio de nuestro elemento era de vital importancia.

En esta clase, solía ser golpeada y derrotada por chicas más hábiles que yo. Aunque era difícil y frustrante, seguía asistiendo cada día. No podía permitirme ser una presa indefensa en este mundo sobrenatural. Además, me habían advertido que, si no lograba mejorar con mi elemento, tendría que tomar clases extra, algo que no me entusiasmaba.

Me encontraba en la sección de magia elemental del aire, observando a Arlenn permanecer en la zona de tierra y a Vaugh dirigirse hacia el dominio acuático. En ese rincón, distinguí a Caleb, dedicado a crear un pequeño chorro de agua que ascendía desde sus manos hasta el rostro de algún chico, seguido de risas. No pude evitar que una sonrisa se dibujara en mis labios.

Mis ojos se dirigieron hacia el área de fuego, preguntándome qué significaría estar allí. Todos los días me cuestionaba si mi madre estuviese orgullosa de mí o me odiaría por parecerme más a mi padre que a ella. También me preguntaba si mi abuela habría permanecido con nosotros si hubiéramos sido magiers de fuego.

Mi mirada se encontró con la de Thane, sacándome de mis pensamientos, pero rápidamente la aparté. No quería volver a experimentar esa incómoda sensación que me embargaba cuando se trataba de él.

A medida que avanzaban las clases, mis habilidades en la magia elemental se habían estancado en su progreso. Mientras mis compañeros dominaban la creación de tornados, el control de masas de aire, o usarlo como arma, yo apenas lograba mostrar una conexión breve con el aire. La frustración no era exclusiva mía; todos los chicos de rango bajo enfrentábamos la misma lucha.

Había visto a Vaugh controlando el agua de manera impresionante, creando látigos y esferas gigantes, e incluso desencadenando pequeñas lluvias que se salían de control para morir cuando iniciaban. Caleb jugueteaba con tornados de agua y controlaba su flujo a voluntad, como ese día de la entrevista, mientras que Tommy era capaz de transformar el agua en hielo gracias a su experiencia.

Arlenn poseía la habilidad de desencadenar temblores o hacer que las piedras flotaran en el aire como afiladas armas, aunque afirmaba que usar su elemento así la agotaba. Por eso, prefería dedicarse a crear jardines, haciendo florecer delicadas plantas en lugares inusuales. Los chicos del fuego, en cambio, eran pura destrucción, dando vida a una ficticia ave fénix que consumía todo a su paso o provocando incendios entre ellos mismos como si fueran llamas vivas. Era desconcertante observar cómo otros manifestaban su elemento de manera descontrolad, pero fácil, mientras yo luchaba por lograr algo más que una simple corriente de aire.

Dudaba de mi capacidad para lograr avances, ya fueran a corto o largo plazo. Cada intento de extraer algo de mi interior parecía agotarme rápidamente, y la sensación de poder usar mi elemento se esfumaba antes de que pudiera aferrarme a ella. No conseguía convocar la fuerza necesaria para crear un tornado en mi mano sin ayuda externa. Mientras algunos chicos avanzaban rápidamente, tomando clases directamente con los guardianes debido a su habilidad innata, yo me veía obligada a hacerlo por razones completamente opuestas.

—¿Es todo lo que puedes hacer?

La chica frente a mí soltó esa pregunta. Al principio, pensé que quería hablar conmigo porque me había visto con Ari y Vaugh. Sentí una mezcla de confusión, ya que hasta ese momento no había logrado demostrar ninguna habilidad especial, algo que era de conocimiento general. Pero cuando la miré y detecté una sonrisa en sus labios, supe que era burla y no otra cosa.

—Sí, por ahora es todo lo que puedo hacer. —Me sentí satisfecha al notar algunas cosas que antes pasaban desapercibida para mí; como eran los comentarios crueles.

—Eres un skhal, no me sorprende que seas una mierda. Así es tu clase, todos son unos perdedores —el desprecio era palpable en su voz.

En parte, tenía razón. A causa de mi linaje, utilizar mi elemento se había convertido en una tarea complicada. Las demás chicas se quedaron observando, como si hubieran esperado alguna respuesta de mi parte, quizás una reacción inmediata o algo más.

De repente, un pequeño tornado empezó a formarse en mi mano, creciendo más allá de los límites de mi elemento No sentía que estuviera saliendo de mí ni que pudiera controlarlo. El viento enredó mi cabello, atrayéndolo hacia el centro, y luego desapareció.

Mis manos comenzaron a picar con una sensación diferente a la magia elemental, una que conocía muy bien; quería golpearla.

—Si buscas atención, deberías intentarlo con los chicos. Supongo que con ellos tienes más posibilidades de conseguir algo, aunque realmente lo dudo. — La miré de arriba abajo, sin percatarme de que, en mi enojo, le estaba diciendo cosas poco amables sobre su apariencia. 

Normalmente, las palabras revoloteaban en mi cabeza, pero rara vez salían de mi boca. Hacía unos años, aprendí las consecuencias de mis respuestas y cómo enfurecían a la gente, llegando incluso a lastimarme. Callar siempre resultaba más fácil.

—¿Qué dijiste? —chilló ofendida y quizás enojada.

La miré sin entender por qué parecía tan alterada. Ella fue quien intentó molestarme. Decidí alejarme de ella, pero mis pies se trabaron y empecé a caer. Extendí las manos justo antes de tocar el suelo y me apoyé con fuerza, sintiendo un pinchazo en mi mano derecha, como si la fractura del invierno pasado hubiera decidido reaparecer en ese momento.

—No vuelvas a abrir la boca frente a mí o esto será lo mínimo que te pase —escupió sus palabras como una amenaza.

Me di cuenta de que no me importaba enfrentarla en una pelea, pero tenía que ser cuerpo a cuerpo; era la única forma en que podría ganar.

—No creo que puedas hacer mucho más, no realmente.

La chica lanzó un puñetazo, pero logré bloquearlo fácilmente. Noté que no estaba acostumbrada a pelear y carecía de habilidad en ese aspecto, lo cual me otorgaba una clara ventaja, no es que yo fuera buena en ello, pero algo había aprendido durante el verano. Aprovechando su sorpresa, contraataqué rápidamente, golpeándola en el pecho. Retrocedió unos pasos, aturdida como si no entendiera por qué yo, una mestiza, la había tocado. Sin perder tiempo, continué con una serie de golpes bien colocados, esquivando sus intentos de agarrar mi ropa o cabello, y sin dejarla utilizar su elemento. Con cada golpe, su resistencia disminuía y su sorpresa se transformaba en desesperación.

En solo unos minutos, había ganado una lucha cuerpo a cuerpo. Agradecía silenciosamente las lecciones de lucha de mi abuela y haber visto entrenar a mamá.

Sin embargo, en un último esfuerzo que no vi venir, la chica me lanzó con fuerza una masa de aire, desequilibrándome y haciéndome caer al suelo con fuerza.

—¡Basta ya! —gritó Tommy con voz firme y autoritaria —Las clases de magia elemental son para seguir las indicaciones, no para estar peleando por quien sabe que estupidez.

Él se acercó a mí, sus manos me tomaron por los hombros y me levantaron del suelo, solté un pequeño gemido de dolor. Me encontré cara a cara con unos hermosos ojos color chocolate y su cabello perfectamente peinado. Mi corazón se derretía inmediatamente ante su presencia, haciendo que el dolor se disipara momentáneamente. Estaba jadeante y llena de ira, pero poco a poco comencé a relajarme bajo su tacto e influencia.

—Yo no he hecho nada, solo me defendí. —no quería ser acusada injustamente.

—Por favor ni siquiera lo intente.

Tommy se veía algo molesto y eso no me gustaba, no quería que él me regañara por defenderme. No sé cuál fue mi expresión, pero su enojo se esfumó cuando me miro.

Fingir que no lo conocía o tener que ir a los entrenamientos que tomaban algunos estudiantes de noche para poder verlo, y recibir apenas un saludo no siempre era suficiente para mí. No entendía por qué era tan reacio a hablarme en público. No sería la primera chica que tuviera a un familiar o amigo como profesor o empleado en una escuela.

La frustración crecía al no poder hablar con él como solía hacerlo, al no poder acercarme y colgarme de su brazo o invadir su espacio personal. Ya no me sentía cómoda con esta dinámica en la que estábamos envueltos.

—¿Está bien, señorita Deinally? —pregunto con voz suave y preocupada.

Mi molestia solo duro un segundo, no podía enojarme con él. Me encantaba cuando me hablaba así. Asentí con la cabeza, aunque sentía el dolor regresar a mi mano y no me atrevía a moverla.

—La llevaré a la enfermería, deben revisar esa mano y hombro. —Tommy me guio hacia la enfermería de la escuela, alejándome de la chica con la que acababa de pelear. —¿Te duele mucho?

—Un poco.

Una vez que entramos a la enfermería, sus brazos me rodearon en un rápido abrazo reconfortante. Aunque fue fugaz, logré sentir su cariño y la suavidad de sus caricias en mi cabello. Era algo que hacía a menudo, como si estuviera mimando al cachorro que teníamos en casa cuando éramos niños.

—Yo no hice nada, Tommy. Ella empezó —me quejé, buscando su comprensión.

—Lo se estaba viendo todo, para la próxima golpeas más fuerte y no le des posibilidad a nadie de usar su elemento. Ahora déjame ver tu hombro —examina mi brazo y la ropa de la escuela —. Ahora déjame ver tu hombro.

Estaba sorprendida por sus palabras, que básicamente eran un consejo que tomaría. La segunda parte me sorprendió más aún.

—No es necesario —respondí sorprendida.

—Si lo es, sé nota que te duele. Vamos, déjame ver.

—Cierra la boca— traté de ocultar la vergüenza y risa que sentía por la situación. —Tú no eres enfermera— lo acusé, intentando no mostrar mi nerviosismo.

Estar tan cerca de él causaba mariposas en mi estómago. Olía muy bien.

—Y nunca lo seré, soy hombre por si no te habías dado cuenta — de su boca asoma una pequeña sonrisa —. Pero si te digo que sé un poco de magia elemental curativa, vas a dejar que te atienda.

Eso era sorprendente, solo los magier de agua podían curar, el agua es el único elemento que sanaba, los demás solo destruían. 

—No te veo tanto como pensé que lo haría, no me gusta tener que andarte siguiendo para poder tener un par de palabras contigo Tommy. —Aproveche de reclamar, no tenía muchas instancias así. —Yo no soy cualquier estudiante.

—Sé que no lo eres, pero tengo cosas que hacer, Isi. No puedo estar cerca todos los días, sabes que este es mi trabajo.

Él tomó una hebra de mi cabello y la coloca detrás de mi oreja. Su aroma es tan reconfortante.

—Pero ni siquiera me hablas con naturalidad. Yo solo quiero hablarte, son muchos años que tenemos que recuperar —toque la muñequera de su mano izquierda, que es igual a la mía y a la de Arth, un recuerdo del donante, que solo conservo por lo que significa entre nosotros tres.

No dijo nada a mis palabras solo una respuesta seca. Voy a agregar algo más, pero un tercero se cuela en la habitación, haciendo que Tommy ponga distancia entre ambos. El ambiente se volvió distante de inmediato.

—Lamento interrumpir lo que sea que estaban a punto de hacer —Thane nos miró un segundo esperando una respuesta. Cuando vio que no la obtendrá, volvió a hablar —. Creo que necesito algo de ayuda aquí, buscaba a una enfermera.

Mostró su mano y su sonrisa se vuelve extraña, casi como que disfrutara del dolor. De repente, un olor desagradable invadió la habitación, como si algo se hubiera quemado. Sentí cómo mi estómago se revolvió. Pero sentí un sentimiento de agrado al saber que se había hecho daño

—¿Cómo te hiciste eso? —preguntó Tommy.

—Lady armó un escándalo; creo que Vaugh tiene sus manos en su cabello, puede que incluso ya no tenga cabello. ¿Quién iba a pensar que Vaugh prefiere las manos antes que su elemento? En fin, una cosa llevó a la otra y salí lastimado.

Puede notar que Tommy estaba cómodo con la presencia de Thane, y eso no me gusto, debería haber mantenido la distancia como yo lo hacía. 

—Deja de llorar por unas pequeñas quemaduras, será tu castigo por jugar con fuego. Toma asiento allí y mete tu mano en ese cuenco con agua. —Luego se dirigió a mí. —Tómate un descanso, cuando te sientas mejor puedes ir a tu habitación por el resto del día.

Asentí tímidamente, sabiendo que quería otro tipo de trato, uno más cariñoso más cercano. Thane no había hecho nada directamente, pero me molestaba de una forma desagradable.

—Igual podrías quitarte la camiseta —sugirió hacia mí con una sonrisa.

—¿Por qué me sacaría la camiseta delante de ti? — esperaba que mi tonó le hubiese dejado en claro mi desagrado.

—Auch, ¿acaso pierdo mi encanto? Pensar que todas las chicas lo hacen sin que se lo pida —él sonrió de una forma que no logre comprender, —No seas tímida, no sería la primera vez que lo haces para mí.

Me puse de pie y salí de la enfermería sin rumbo fijo. No espere a que Tommy me siguiera sabía que nunca lo haría. Pero el hecho de darme cuenta de que no lo haría solo empeoró aún más las cosas para mí.

Me encontraba en uno de los tantos jardines cercanos al bosque, buscando un momento de descanso. Mi brazo y mi mano ya no dolían, pero mi corazón era otra cosa; la actitud de Tommy sí me afectaba. Todo había cambiado drásticamente en mi vida, sin embargo, Tommy estaba tratándome de manera distante, aunque él era responsable que yo estuviera aquí. Estaba inquieta, sin saber si las cosas entre nosotros volverían a ser como antes.

Una de las razones por las que había venido a este lugar era estar cerca de él. Pero parecía que no era suficiente; él seguía manteniéndose alejado, sin mirarme y sin darme un trato especial por encima de los demás, todo era tan fugaz cuando se trataba de él. Quizás solo llevaba dos meses en la escuela, pero quería más, necesitaba más de él.

Después de un par de horas dando vueltas cerca del bosque y haber sentido movimientos dentro de él, algo me indico que lo mejor era volver donde estaba el resto de los alumnos. Partí por volver al gimnasio para recuperar mi uniforme. El lugar se encontraba completamente a oscuras; ni siquiera entraban rayos de luna por las ventanas. Intenté enfocar mi vista, pero a pesar de haber mejorado considerablemente después de beber la sangre de Astaroth, aún no podía adaptarme completamente a la oscuridad; no funcionaban tan rápido.

Busqué a tientas el interruptor, pero no pasó nada. Tenía la opción de irme y volver temprano al día siguiente, pero ya estaba aquí y necesitaba mi uniforme para las clases del día siguiente.

Lentamente, mis ojos comenzaron a ver los detalles en la pesada oscuridad, aunque no lo suficiente como para evitar golpearme con algunos objetos deportivos en cada paso. Seguí el camino en mi mente, pasando por la cancha interna y la habitación de almacenamiento de materiales de gimnasia. Después de unos largos minutos, finalmente llegué a los vestidores. Intenté nuevamente con el interruptor, pero solo logré maldecir, ya que no funcionaban. No podía creer que estuvieran optando por el ahorro de energía cuando muchos chicos aún andaban por la escuela.

Mis oídos se centraron de manera alerta en ese bajo sonido que provenía desde lo más profundo de los vestidores, desde el sector de las duchas. Era un suspiro apenas audible, un gemido tenue, con un significado oculto. Si tan solo hubiese comprendido de que se trataba, lo importante que era poner atención a la alerta que enviaba mi cuerpo, jamás hubiera permitido que pasaran segundos más. El arrepentimiento se enraizó en mi ser, como una sombra ominosa que amenaza con oscurecer mi futuro incierto.

El eco del grito retumbó en la penumbra, mis ojos se esforzaron por penetrar la oscuridad que rodeaba aquel lamento desgarrador. Una figura se dibujaba a escasos pasos de mí, emergiendo como un fantasma. Percibir la silueta de una chica en medio de la oscuridad.

La incertidumbre se apoderó de mis pensamientos mientras evaluaba la situación. ¿Era ella la fuente del grito? ¿Estaba interrumpiendo algo? La duda paralizó mis pasos. Observé cómo la figura se acercaba con movimientos torpes, arrastraba los pies, casi como si no tuviera ganas de camina

Su cabello danzaba en el aire de manera sobrenatural, y sus ojos permanecían cerrados, ajena al mundo que la rodeaba. Como si estuviera poseída por un sombrío, recordándome las escenas de terror que prefería evitar en las películas. La tensión se apoderó de mis músculos, pero no podía apartar la mirada de aquella escena intrigante.

—¿Estás bien? —mi voz, cargada de cautela. A decir verdad, ciertas cosas me asustaban y no era buena ocultando esas emociones. Busqué indicios de consciencia en sus ojos cerrados, pero no obtuve respuesta. La presión en el aire se intensificaba con cada paso que ella daba hacia mí.

La inquietante cercanía reveló el inconfundible olor metálico de la sangre, envuelto en un halo oscuro. Mi intuición gritaba peligro, pero mi curiosidad me mantenía en el lugar.

—¿Alguien te hizo daño? —pregunté nuevamente, esperando obtener alguna respuesta.

No podía distinguir de quién se trataba debido a la falta de luz, pero mi intuición me advertía que me alejara de allí. Traté de ignorar ese sentimiento, diciéndome que estaba exagerando debido a mi rechazo a la oscuridad y mi poca capacidad para ver en ella. Tal vez solo era una broma para asustarme, algo que ya había sucedido antes. Pero la sensación solo iba en incremento.

Pasaron unos cruciales segundos mientras intentaba entender la situación. Di un paso hacia ella, cometiendo un grave error. Fue entonces cuando me di cuenta de lo que realmente estaba sucediendo.

Una figura más alta que la chica la sujetaba por el cuello, manipulándola como si fuera una muñeca de trapo, evitando que cayera. En un abrir y cerrar de ojos, su esencia se volvió feroz y supe que se trataba de un draugr.

Un profundo temor se apoderó de mí, estaba frente a uno de ellos sola y en la oscuridad. Un escalofrío recorrió mi espalda, erizando los vellos de mi piel. Un nudo se formó en mi estómago, mientras mi corazón latía aceleradamente. Mi cuerpo se tensó y mis músculos se contrajeron involuntariamente, preparándose para el ataque. Mi mente se llenó de pensamientos alarmantes.

El elemento de la chica me atraía hacia ella, como si se tratara de una cuerda o un imán..

Corrí hacia las puertas de entrada, apenas eran unos diez metros de distancia. Sin embargo, antes de que pudiera llegar, fui violentamente embestida. Sentí cómo mi cuerpo era levantado del suelo y arrojado violentamente hacia las banquetas ancladas en la pared de los vestidores. El impacto fue brutal, el aire escapó de mis pulmones en un jadeo ahogado.

Mi cabeza golpeó contra una superficie dura y firme. El dolor fue inmediato, cegador. En un instante, la poca visión nocturna que tenía desapareció, sumiéndome en una oscuridad total. Me sentía mareada y desorientada, mi respiración era irregular, mientras el sabor metálico de la sangre impregnaba mi boca. Un líquido cálido goteaba por mi frente.

Esta era la historia que se contaba, visión nocturna totalmente desarrollada y mucho más fuerte físicamente que los magier y no daban espacio para un ataque de magia elemental. Atacaban de inmediato sin opción de alcanzar a notar que había golpeado.

A pesar del intenso dolor, reuní fuerzas y luché por incorporarme. Sabía que no tenía tiempo para preguntarme qué vendría después. 

Gateé hacia adelante, desesperada por encontrar la salida y rezando para obtener ayuda antes de que fuera demasiado tarde. El draugr me agarró del cabello y me arrastró por el suelo, levantándome en el aire y aprisionándome. El dolor en mi cabeza y costillas se intensificaba, dificultando cualquier intento de escape. La desesperación aumentaba con cada segundo que pasaba.

La oscuridad giraba a mi alrededor en un torbellino negro con puntos rojos que aumentaban mi sensación de náuseas. Mi mente luchaba desesperadamente por encontrar una solución en medio de la angustia. Sabía que tenía que actuar rápido si quería seguir viviendo.

Capté el brillo de algo justo antes de que el frío metal tocara la piel de mi hombro. El dolor de una daga se incrustó en mi hombro, la hoja desgarrando mi carne. La agonía se extendió por mi cuerpo, y el aire comenzó a sentirse escaso en cada respiración.

El draugr soltó una risa burlona que despertó en mí una mezcla de enojo y tristeza. Pensé en mi madre y en lo que habían hecho con ella. ¿La habrían capturado de la misma manera que a mí? No, no había forma de eso. Ella era astuta y hábil, y yo no me parecía en nada a ella. La idea me atormentó, aunque sabía en lo más profundo de mi ser que ella no era presa fácil. Su astucia y habilidad eran innegables, características que la distinguían de mí, yo estaba marcada por ser un desastre y desesperación.

Sentí cómo la sangre caía, llegando hasta mi mano. Empapándola por completo, como si fuese agua. Un entumecimiento se extendía lentamente por todo mi cuerpo, provocándome una profunda fatiga y ganas de dormir.

Sentí cómo la sangre caía hasta mi mano empapándola por completo. Un entumecimiento se extendía lentamente por todo mi cuerpo, provocándome una profunda fatiga. Tenía muchas ganas de cerrar los ojos y dejarme llevar por la sensación de sueño, ya nada dolía.

Suspire pensando en mi rutina; ver a Tommy durante sus entrenamientos, su torso sudoroso y tonificado bajo las luces, el largo tatuaje que se subía por su brazo derecho y se marcaba cuando flexionaba sus brazos. Me imaginaba en mi habitación, esperando por él con una mezcla de anticipación y deseo. Si no aparecía, le enviaría un texto recriminándole su ausencia, esperaría una respuesta. Luego, dormiría tranquila, soñando con el calor de su presencia.

No, no era ir a dormir, estaba muriendo. Una criatura repugnante estaba robando mi elemento a través de mi sangre y me mantenía en una especie de ensueño que parecía totalmente la realidad de mi día a día. ¡Tenía que hacer algo!, ¡tenía que defenderme! No era el momento, pero supe que si salía de esa situación le diría todo a Tommy, ya no esperaría más momentos para confesar lo que sentía. Nada de lo que había hecho había llamado su atención, ahora solo me quedaba ser directa, tenía que sobrevivir.

La simple idea de un futuro me hizo reacciones. Sorprendiéndome de lo que él causaba en mí. Quería verlo, que me abrazara, sentir su calor, y para eso necesitaba vivir. Reuní las pocas fuerzas que me quedaban. Era hora de crear una salida y luchar por mi vida.

Solo tenía una opción ante mí, a pesar de mi conexión tenue con la magia elemental, aún conservaba algo que podía mostrar. Me concentré intensamente, dispuesta a generar una poderosa ráfaga de viento. Sin tiempo para trazar patrones mágicos complicados en mi mente, dejé que el viento se desatara en todas las direcciones, confiando en que su fuerza sería suficiente para liberarme del férreo agarre del draugr.

Fue un acto de desesperación y valentía, pero tuve suerte. La ráfaga resultó ser lo suficientemente potente como para lanzar al draugr lejos de mí. Respiré profundamente, sintiendo la victoria efímera mientras aprovechaba cada bocanada de aire con gratitud.

Di un paso hacia la salida, pero mi cuerpo cedió ante el agotamiento y las heridas. Mis rodillas se doblaron bajo mi propio peso. El dolor pulsante en mi cabeza y hombro se volvía cada vez más insoportable, dificultando mi respiración y sumiéndome poco a poco en la oscuridad.

A pesar de mis esfuerzos por correr, mis piernas no respondieron, frustrando mi intento desesperado por escapar.

En medio de mi lucha, una voz masculina resonó en la penumbra, una instrucción urgente que flotaba en el aire cargado de peligro.

—Cuida lo que haces y acaba con ella rápido antes de que venga alguien. ¡Debemos irnos ya! —ordenó, su tono revelando impaciencia y la necesidad de actuar con premura.

EL timbre de esa voz me resulto conocido. Sentí el frío del suelo tocar mi mejilla izquierda, mientras el cansancio se intensificaba y se apoderaba de mi cuerpo de una manera desconocida. Sabía que estaba a punto de desmayarme.

Un gruñido agudo y aterrador resonó en el lugar. Algo rozó mi cuello y luego mi mejilla. Fue una sensación repulsiva, pero a la vez, inesperadamente reconfortante. Como si la presencia estuviera allí para protegerme en lugar de dañarme.

Logré captar la imagen de una criatura a cuatro patas. Su piel era húmeda y no daba indicios de ser dócil, tenía dientes largos y muy afilados. Era un demonio de invocación menor, y en este momento no podía pensar en que hacia uno de ellos junto a un draugr. Ellos carecían de nuestra fuerza demoniaca, no podían invocar a algo como esto menos atarlo como un ayudante.

El grito estridente y horrorizado brotó de la boca de uno de los draugrs, resonando en el aire como una nota discordante que marcaba el fin de su amenaza. Fue lo último que logré escuchar antes de que mi mundo se sumiera lentamente en una oscuridad total.

Siempre había temido a la noche y a las criaturas que se ocultaban en ella. Ahora, sin embargo, me daba cuenta de que ciertos humanos podían ser incluso más aterradores que las mismas criaturas que había temido. A su vez, algunos de estos seres infernales parecían casi inofensivos en comparación. Mientras me desvanecía, una inquietante reflexión me asaltó: ¿realmente todo lo que provoca miedo es tan terrible?


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