68 |Una noche confusa|

Luego de la charla que dejó muy preocupado a Elijah aunque intentaba no demostrarlo, Skylar volvió a su hogar con la intención de acostarse en la cama y hundirse en esta. Ya no tenía deseos de salir, pero tuvo que hacerlo porque se lo había prometido a Christopher y no podía cancelarle a último momento.

Skylar se sentó en una mesa junto a la ventana, jugando distraídamente con el borde de su vaso. Las luces tenues del bar creaban un ambiente íntimo, pero su mente estaba en otra parte, muy lejos de ahí. Klaus siempre estaba presente, incluso cuando intentaba dejarlo atrás.

El teléfono vibró sobre la mesa, interrumpiendo sus pensamientos.

De: Chris 🍀

Llego en cinco minutos.

La castaña soltó un suspiro. Habían acordado verse esa noche porque el hombre se había convertido en una buena compañía, alguien que la hacía reír, con quien podía hablar sin sentir el peso de todo lo que había pasado con el hibrido. Pero desde hace unos días, había notado un cambio en la forma en que él la miraba, algo que ella no estaba segura de poder manejar.

Minutos después, Christopher entró al bar, sonriendo al verla. Llevaba un elegante traje y tenía ese aire relajado que siempre lograba tranquilizarla. Se acercó a la mesa con una confianza natural, como si no hubiera preocupaciones en el mundo.

—¿Llevas mucho esperando? —preguntó mientras se sentaba frente a ella, inclinándose para que sus voces no se perdieran en el bullicio del bar.

—No, apenas un rato.

—¿Cómo estuvo tu día? —interrogó, girando el vaso de bourbon en su mano mientras observaba a Skylar con curiosidad.

—Fue largo, pero bien —murmuró, esbozando una leve sonrisa—. Pasé casi todo el día con Hope. Se está poniendo más hermosa e inteligente cada día que pasa.

—No me sorprende, se parece a tí —afirmó con una sonrisa juguetona—. ¿Y el tío favorito estuvo presente también?

—Claro, ¿quién más iba a soportar a una niña Trihibrida y a su madre? —bromeó, levantando el vaso y bebiendo un poco—. Elijah estuvo ayudando con ella todo el día. Nos reímos bastante, pero...

—¿Pero? —cuestionó intentando que siguiera hablando—. Lo viste, ¿No es así?

—Es difícil, ¿sabes? Trato de seguir adelante, pero me pregunto si fue la mejor decisión irme. Todo lo que hago es por Hope, pero...

—Siempre te lo he dicho, Sky, hiciste lo que creías correcto en ese momento. Y si lo fue o no, solo el tiempo lo dirá. Lo que importa es que estás aquí, criando a una hija increíble —dijo con convicción, dándole un suave toque en la mano.

—Lo sé... Solo que es complicado. No puedo evitar pensar en todo lo que hemos pasado —dijo, con un tono melancólico—. Todo lo que viví no se borra de la noche a la mañana.

—Nunca lo hará, pero eso no significa que debas vivir en el pasado. Hay más en la vida, más de lo que puedes imaginar.

—¿Cómo qué? —preguntó, arqueando una ceja, genuinamente intrigada por lo que Christopher intentaba decirle.

—Como vivir tu propia vida. No todo tiene que girar en torno a tu ex novio, ni siquiera a Hope —respondió suavemente—. Tienes derecho a ser feliz, a disfrutar el momento sin sentirte culpable por cada decisión que tomas.

Skylar lo miró, sorprendida por la intensidad de sus palabras. Había algo diferente en su tono, algo más profundo de lo habitual.

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó intrigada, apoyándose en la mesa para estar más cerca.

El ojiazul bebió un poco de su bourbon, como si tratara de reunir las palabras adecuadas antes de soltarlas. Luego la miró directamente a los ojos, con una intensidad que no había mostrado antes.

—Desde que nos conocimos, siempre me sentí conectado contigo. Primero como amigos, claro, pero... con el tiempo me di cuenta de que era algo más. Algo que no quería admitir porque sé lo complicada que es tu situación, lo que sientes por el padre de tu hija y todo lo que comparten, pero no puedo seguir negándolo.

Skylar se quedó en silencio, sus ojos reflejaban sorpresa y confusión.

—Chris...

—Déjame terminar —pidió suavemente—. Lo que quiero decir es que siento algo por ti, Skylar. No es fácil para mí decírtelo, porque sé que no debería, pero no puedo seguir ignorándolo. Cada vez que te veo, me recuerdas lo que es querer estar con alguien y no como vampiro, sino como... alguien que realmente siente.

El corazón de Skylar comenzó a latir con fuerza porque no se esperaba esa confesión. A ella siempre le había parecido muy atractivo y tenían química, pero no estaba segura de cómo debía reaccionar ante eso.

—No sé qué decir —soltó con sinceridad—. Me pareces un hombre increíble, pero no estoy segura de si puedo corresponderte de esa manera... No ahora que mi vida es un completo caos.

—Sé que todavía estás lidiando con tu separación y con Hope, pero tenía que decirte la verdad. No podía seguir guardándolo. Solo quiero que sepas que estoy aquí, para lo que necesites. Y si eso significa que solo podemos ser amigos, está bien.

Skylar lo miró incapaz de decirle que no sentía nada. Sentía algo, pero no estaba segura si era lo mismo que él. La confusión en su mente se mezclaba con la lealtad hacia Klaus y el cariño hacia el vampiro.

—Chris, no sé qué hacer. No sé si puedo olvidar lo que siento por... —Se calló, negándose a mencionarlo en ese momento—. Pero también estoy cansada de sentirme así, de vivir con esta incertidumbre —admitió en voz baja, mirando fijamente su vaso de bourbon.

—Entonces no lo pienses tanto. Solo... siente.

Skylar levantó la cabeza y, en ese momento, sus miradas se encontraron. Sin poder contenerse, Christopher se inclinó más, y ella no retrocedió. Era una forma de escapar, de olvidar, aunque solo fuera por un momento.

Cuando sus labios se tocaron, fue como una liberación para ambos. El beso no fue apasionado ni urgente, sino más bien una búsqueda de consuelo mutuo. Ambos sabían que no era una solución, pero en ese momento no importaba.

—No estoy segura de que esto esté bien... —murmuró contra sus labios, pero no se apartó.

—No tiene que estarlo —susurró de vuelta—. Solo deja de pensar, Sky.

—Tienes razón.

Ella cerró los ojos y, por una vez, decidió dejar de lado las dudas, las responsabilidades, y simplemente se dejó llevar. El beso se profundizó un poco más, una mezcla de confusión y desesperación. Era un intento de sentir algo más, algo que pudiera apartar el dolor de alejarse de Klaus, aunque solo fuera por un momento.

Se separaron y cuando ella lo miró a los ojos, supo que a pesar de que no era el hombre que realmente amaba, aquel vampiro la hacía olvidar todo a su alrededor. Después de un silencio que pareció alargarse, Christopher se inclinó hacia ella, sus ojos reflejaban algo más profundo que las bromas de siempre.

—Sky... —comenzó con tono suave, pero firme—. Creo que mereces un descanso de todo esto. ¿Por qué no nos vamos un rato? Lejos de todo... A Venecia, tal vez. Sabes que tengo una casa allí.

Skylar levantó la mirada, sorprendida. Él sabía de sus poderes y que si lo deseaba, podía crear un portal y desaparecer de New Orleans en un abrir y cerrar de ojos. Pero la idea la tomó desprevenida.

—¿Venecia? —repitió ella, con una pequeña risa incrédula—. No sé si es una buena idea, Chris.

—¿Por qué no? —insistió él, apoyando una mano suavemente sobre la suya—. Nos relajamos, bebemos algo y disfrutamos de la ciudad.

Skylar dudó por un momento, mirando sus dedos entrelazados con los de él. La oferta era tentadora, pero también un escape, y una parte de ella temía que estuviera huyendo de lo que realmente sentía. Sin embargo, había algo en la forma en que Christopher la miraba, la invitación de una noche libre de preocupaciones.

Finalmente, ella suspiró y esbozó una sonrisa. No tenía nada de malo el desaparecer solo por una noche y escapar de el dolor que le provocó la separación.

—Está bien. Vámonos a Venecia.

Christopher sonrió ampliamente, y Skylar sintió un ligero cosquilleo en su pecho. Levantó una mano con delicadeza y, con un leve movimiento, fabricó un portal que brillaba con tonos azules. Del otro lado, las antiguas calles de Venecia aparecieron como un lienzo pintado por la luz de la luna, con sus canales serpenteantes y las góndolas deslizándose lentamente.

—Después de ti —dijo el castaño, haciéndole una pequeña reverencia juguetona.

Ella rió y, tomando su mano, cruzaron juntos el portal.

En cuanto sus pies tocaron el suelo de Venecia, Skylar se encontró rodeada por el suave murmullo de las aguas del canal y el aire fresco de la noche italiana. La casa de Christopher estaba justo frente al Gran Canal, una elegante villa de piedra con balcones que se asomaban al agua. Las ventanas de arcos altos dejaban entrever un interior decorado con un estilo clásico, pero moderno. Las paredes estaban adornadas con arte renacentista, y el suelo de mármol hacía eco de sus pasos cuando entraron.

Christopher la guió hacia el salón principal, donde una enorme ventana ofrecía una vista espectacular de la ciudad iluminada. Las luces de las farolas reflejaban en el agua, creando un paisaje sereno y mágico. El mobiliario era una mezcla de lujo y comodidad, con sofás de cuero, alfombras persas y una chimenea que daba calidez a la habitación.

—¿Qué te parece? —preguntó el hombre mientras abría una botella de whisky, sus ojos fijos en ella, evaluando cada reacción.

Skylar no pudo evitar sonreír, dejándose envolver por la belleza del lugar.

—Es increíble, Chris. Realmente lo es.

Se sentaron junto a la ventana, que tenía una vista impresionante, con un vaso en la mano cada uno, observando cómo las góndolas navegaban lentamente por el canal. La paz que traía ese lugar contrastaba tanto con la agitada vida que había dejado atrás en New Orleans que, por primera vez en mucho tiempo, Skylar se sintió libre.

La conversación entre ambos fluyó con naturalidad, entre risas y confesiones. El alcohol ayudó a relajar la atmósfera, y la cercanía entre ellos comenzó a sentirse más íntima. Christopher la observaba con atención, pero sin presionar. Finalmente, después de una pausa en la charla, se inclinó suavemente hacia ella, sus labios rozando los suyos en un beso suave, que Skylar correspondió, dejándose llevar por el momento.

Se separaron brevemente, y Skylar, aún con los ojos cerrados, sonrió ligeramente. Por una noche, podía dejar de lado sus preocupaciones y simplemente disfrutar de la compañía.

—Es extraño —murmuró ella, mirando por la ventana—. Me siento cómoda aquí contigo.

Christopher le devolvió una sonrisa cálida y tomó su mano. A pesar de no ser quien ella deseaba completamente, el la hacía sentir segura y generaba algo en su interior con cada beso.

—No tiene que ser complicado, Sky. Solo somos nosotros, aquí y ahora.

Esa noche, entre charlas, risas y besos, se permitieron disfrutar de lo que les ofrecía el momento, sin pensar en el mañana ni en los fantasmas del pasado. La ciudad de Venecia, con su serenidad y encanto, parecía ser el lugar perfecto para escapar, aunque fuera solo por un rato.

A la mañana siguiente, Skylar despertó lentamente en la amplia cama de una habitación bañada por la suave luz del amanecer que se filtraba por las cortinas. Miró a su alrededor, sintiendo la calidez de las sábanas a su lado vacío. Recordó la noche anterior con Christopher, la pasión y las emociones que la envolvieron. Sonrió levemente, disfrutando por un momento la calma que había sentido con él. El perfume del lugar aún la envolvía, una mezcla de tabaco y madera, y el sonido del río fluía serenamente bajo la ventana.

Rápidamente recordó que estaba en Venecia, en la casa que Chris tenía allí. Se incorporó en la cama, su mente viajando por los eventos de la noche. Sin embargo, antes de que pudiera reflexionar más, su teléfono sonó, rompiendo el silencio. Era Elijah.

—¿Skylar? —La voz de Elijah sonaba ansiosa al otro lado—. ¿Dónde estás?

Ella parpadeó, todavía algo adormilada, pero podía percibir el tono de preocupación en la voz de su amigo.

—Estoy bien, Elijah —respondió con un suspiro, poniéndose de pie para estirar su cuerpo—. No tienes que preocuparte.

—No es normal que desaparezcas así —El moreno sonaba más tenso de lo usual—. Sabes que nunca me preocupo por ti sin razón, pero he estado intentando llamarte toda la noche. No volviste a casa, Sky.

—¿Eres mi padre acaso? —preguntó soltando un suspiro de indignación porque siempre era demasiado sobreprotector con ella—. A veces siento que si lo eres porque me cuidas tanto como a Hope, salvó cuando decidiste clavarme una daga. Espero que no le hagan eso a ella nunca.

—No lo olvidarás nunca, ¿cierto? —se quejó del otro lado de la línea—. ¿Que hiciste anoche?

Skylar apretó los labios, debatiéndose en si decirle la verdad o no. No quería alarmarlo, pero Elijah la conocía demasiado bien. No podría mentirle, y si intentaba hacerlo, seguramente lo notaría. Además, él siempre la apoyaba.

—Pasé la noche con alguien —confesó, sin entrar en detalles, mordiéndose el labio mientras jugaba con el borde de las sábanas.

Hubo un silencio del otro lado. Sabía que Elijah estaba digiriendo la información.

—¿Con quién? —preguntó él finalmente, su voz más calmada pero con un toque de curiosidad.

—Con un... ¿Amigo? —murmuró ella rápidamente—. Solo... no te preocupes, estoy bien. Necesitaba desconectarme un poco.

Antes de que Elijah pudiera seguir interrogándola, escuchó un sonido en la habitación. Skylar se giró justo a tiempo para ver a Christopher entrando, con una bandeja en las manos, sonriéndole.

—Buen día, mi reina —anunció él, sin percatarse de que ella estaba al teléfono.

La bandeja estaba repleta de delicias italianas: croissants, pasteles dulces y una malteada de mantequilla de maní con crema batida, su favorita. Skylar no pudo evitar sonreírle de vuelta.

Christopher notó que ella estaba hablando con alguien y decidió salir de la habitación para darle un poco de privacidad.

—Elijah, te prometo que estoy bien —repitió suavemente.

Elijah permaneció en silencio por un segundo antes de responder:

—Si necesitas algo, sabes que siempre puedes contar conmigo, Skylar.

Ella asintió, aunque él no podía verla.

—Lo sé, gracias. Nos vemos pronto.

Cuando colgó, se quedó mirando el teléfono por un momento, sintiéndose extraña por no haberle contado todo. Pero también sabía que necesitaba procesar lo que había pasado antes de compartirlo con alguien más.

Christopher se acercó, dejando la bandeja en la mesita y sentándose a su lado en la cama.

—¿Todo bien? —preguntó, mirándola con curiosidad.

—Sí, Elijah solo estaba preocupado —dijo ella con una sonrisa, tomando la malteada que él le había traído y disfrutando del sabor que tanto le gustaba—. No suelo desaparecer así.

El vampiro sonrió, inclinándose hacia ella para besarle la mejilla suavemente.

—Es bueno desconectarse de vez en cuando. Y, sinceramente, no creo que nadie pueda culparte por querer un poco de paz.

Skylar se relajó, dejando que la calidez de su bebida y la compañía de Chris la envolvieran, aunque en el fondo, sabía que tarde o temprano tendría que enfrentarse a lo que había sucedido, tanto con él como con Klaus.

Lo que la Trihibrida no sabía era que mientras Christopher la besaba apasionadamente, en New Orleans Elijah observaba fijamente a su hermano que había escuchado la llamada y ahora tenía una mezcla de rabia y tristeza.

—¿Un amigo? —murmuró Klaus con sarcasmo, sus ojos brillando de furia—. ¿Pasó la noche con un “amigo”? ¿Y quién era ese que la llamó "mi reina"? ¡Es mi reina!

Elijah, aún sabiendo que Klaus había escuchado todo, intentó suavizar la verdad.

—Niklaus, no saques conclusiones precipitadas —comenzó a decir el original, pero su hermano lo interrumpió.

—¿Conclusiones precipitadas? —repitió con un tono afilado—. La escuché claramente, Elijah. Pasó la noche con “un amigo”. No soy idiota.

Elijah suspiró, entendiendo que no iba a poder calmar a Klaus fácilmente. Sabía lo que esas palabras significaban para su hermano, y aunque intentara razonarlo, el hibrido ya estaba inmerso en su propio dolor.

—No sabemos con certeza lo que está pasando —trató de decir Elijah, su tono más sereno—. Skylar tiene derecho a vivir su vida, igual que tú lo has intentado con...

—No la menciones —gruñó, cortando a Elijah con una furia contenida—. No me hables de mis intentos fallidos de seguir adelante. —Klaus hizo una pausa, cerrando los ojos por un segundo, como si estuviera luchando contra el dolor que lo consumía—. No soporto la idea de que esté con otro, hermano. No puedo.

Elijah lo miró con preocupación, pero también con un dolor propio al ver a su hermano sufrir de esa manera. Sabía que lo que Klaus sentía por Skylar era mucho más profundo de lo que incluso él mismo admitía.

—Niklaus... —Elijah intentó acercarse, pero Klaus levantó una mano, señalándole que se detuviera.

—No me des sermones, Elijah. Solo... déjame en paz —murmuró Klaus, su voz quebrándose ligeramente mientras se alejaba, dándole la espalda a su hermano.

Elijah se quedó de pie, observando cómo Klaus se dirigía hacia la ventana, claramente abrumado por lo que había escuchado. Por un momento, pensó en seguir insistiendo, en tratar de calmarlo, pero sabía que Klaus necesitaba tiempo para procesar lo que había sucedido.

Finalmente, Elijah dejó escapar un suspiro y se dio la vuelta para salir de la habitación. Al hacerlo, miró una última vez a su hermano, quien seguía mirando por la ventana, perdido en sus pensamientos y emociones.

Klaus no lo vio irse, pero sentía el peso de la realidad aplastándolo, consciente de que Skylar, su Skylar, había pasado la noche con alguien más. Y el dolor de esa realidad lo consumía más de lo que estaba dispuesto a admitir.

[...]

Skylar y Christopher estaban en el balcón de la casa en Venecia, las luces de la ciudad reflejándose en el agua mientras el viento suave traía el aroma del río. Habían pasado una noche juntos, llena de risas, vino y momentos de intimidad. Ahora, sin embargo, sabían que sus caminos debían separarse. La castaña se acercó a la esquina del balcón y un destello de energía azul comenzó a formarse, abriendo un portal brillante frente a ellos.

—Sé que tienes que irte —dijo Christopher, acercándose lentamente a ella—, pero no quiero que esto termine.

Skylar suspiró, bajando la mano después de haber abierto el portal que lo llevaría de vuelta a su hogar.

—No tiene que terminar —respondió ella, mordiéndose el labio mientras sus pensamientos volvían a Klaus por un breve instante—. Pero necesito irme. Le prometí que haríamos un picnic con Hope como cada luna llena. Solo puedo ver a mi hermana esta noche.

Christopher asintió, pero antes de cruzar el umbral del portal, tomó la mano de Skylar y la atrajo hacia él. Sus labios se encontraron una vez más. Al separarse, él le sonrió con calidez.

—Nos vemos pronto, mi reina.

Cuando él desapareció a través del portal, Skylar respiró hondo y se giró para abrir otro portal, esta vez para sí misma. Frente a ella, el paisaje del bosque cerca de New Orleans apareció, iluminado por la luz del sol. Atravesó lo que la llevaría a casa, dejando atrás Venecia y sus sentimientos encontrados, para enfrentarse a un nuevo desafío. Al llegar al bosque, la brisa fresca y los sonidos familiares la rodearon mientras avanzaba hacia donde sabía que Elijah la estaría esperando.

—Hola, Sky —la saludó con una sonrisa mientras ella se acercaba a tomar a su bebé en brazos que la miraba con emoción—. ¿Tuviste una buena noche? Te cambiaste de ropa.

—No molestes —advirtió con diversión recordando que se había comprado ropa nueva para poder bañarse—. Volviendo a tu pregunta, tuve una buena noche.

—¿Ya me dirás quien es el afortunado, o desafortunado? —Ella le dedicó una mala mirada al escucharlo burlarse de esa forma y el sonrió.

—Es Chris y es muy afortunado. —Elijah la miró asombrado mientras ella se sonrojaba levemente, no podía creer lo que había hecho la noche anterior—. No sé que me pasó, creo que arruine nuestra amistad.

—Quiero conocerlo, debe ser alguien interesante si logró captar tu atención —comentó intrigado por el vampiro que había despertado un interés romántico en su amiga—. ¿Mata personas inocentes y tiene una mala relación con sus hermanos?

—No creo que mate gente inocente, pero si se lleva mal con su hermano.

—Así que tienes un tipo —señaló soltando una breve risa—. ¿También es rubio y tiene ojos celestes?

—Su cabello es rubio oscuro, tiene ojos celestes casi azules y... Creo que tengo un tipo.

—Jason también podría encajar en esa descripción, al igual que mi hermano —murmuró pensativo—. Y todos son inmortales.

—¡Ya! No molestes —pidió avergonzada golpeando su brazo—. Tu tienes un tipo también y yo no te digo nada: todas tus novia o amantes fueron castañas de ojos marrones como las doppelgangers de la línea petrova, con excepciones como mi hermana que tiene ojos verdes.

El trajeado suspiró, sabía que ella tenía razón. La chica le sonrió sabiendo que había ganado la discusión mientras se llevaba un trozo de tarta de manzana a la boca.

—Niklaus va a realizar una exposición de arte está noche, antes de la luna llena —comentó haciendo que su sonrisa se borrara—. Tiene un mal día y me preocupa que pueda hacer algo malo. Se que no es tu responsabilidad, ¿Pero podrías intentar hablar con el?

—Tengo un buen día, no tengo intención de arruinar mi buen humor.

—Te servirá para interrogarlo de los homicidios que han sucedido últimamente. —Estaba intentando convencerla, pero no estaba funcionando.

—Lo voy a pensar.

Una camioneta se estacionó junto a ellos y de esa bajo un hombre bajo, con un arma que daba la sensación que era más grande que él.

—Vaya lugar para un picnic.

—Si toleras los mosquitos, es bastante tranquilo —comentó el castaño con seriedad.

—El problema es que es propiedad privada. La zona es propiedad de desarrollo inmobiliario kingmaker. Dentro de dos años habrá canchas de golf y condominios.

—Asumo que no están en la junta directiva —observó el trajeado al ver a otros tres hombres bajar del vehículo.

—Mi equipo y yo somos de control animal. Ha habido una afluencia de depredadores salvajes. Mi jefe paga mucho para eliminarlos.

—¿Depredadores salvajes? —interrogó molesta la Trihibrida dejando a su hija en el cochecito.

—Lobos, ¿Puedes creerlo? Anoche matamos media docena. —Skylar lo miró furiosa e intentó acercarse para atacarlo, pero su amigo le colocó la mano en el hombro para detenerla—. Debo pedirles que se retiren de inmediato.

La Trihibrida giró el cochecito de su bebé para que no vea y luego lanzó al hombre al suelo con su velocidad vampírica, seguido de los otros dos. El hombre se levantó mirándola horrorizado y ella lo tomó del cuello para verlo fijamente a los ojos.

—Toma a tus hombres y vayanse de este lugar. Trabajen en otra cosa y dejen de matar lobos —lo hipnotizó.

—Soy contratista independiente, hay otros equipos y no tengo la autoridad suficiente para... —No lo dejo hablar y le rompió el cuello, bajo la atenta mirada del original.

—¿Que? ¿Tenías una mejor idea? —bufó frustrada, cruzándose de brazos.

—Si, preguntarle que otros equipos tienen la intención de cazar a tu manada. —La miró con reproche, pero ella no se sintió culpable—. ¿Tu crees que esto sea obra de mi hermano?

—No, sabe que si algo le pasa a mi hermana no volvería a hablarle en su vida —negó con seguridad—. Si alguien la mata, mi amor por el muere con ella. Hope y yo nos iremos de aquí a dónde nunca puedan volver a encontrarnos.

—Y yo me iré contigo. —La convicción en su voz la sorprendió, porque esperaba que la regañara acerca de que la niña siempre sería hija de Klaus y por ende no debería alejarla de su padre—. Ahora más que nunca necesito que lo interrogues.

—Bien, lo haré.

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