60 |Alianzas inesperadas|

Skylar caminaba lentamente por las calles del Barrio Francés, empujando el cochecito de Hope con una sonrisa serena. Era una mañana tranquila, el aire estaba fresco y el aroma a café y bollos recién horneados se mezclaba con el ambiente. La pequeña estaba envuelta en una mantita suave, observando a su alrededor con los ojos curiosos de su madre.

Junto a ellas caminaban Hayley y Jackson, intercambiando bromas y disfrutando del pequeño respiro que habían logrado obtener tras días llenos de tensión. Todo parecía estar en calma, y por un momento, Skylar se permitió relajarse. Era un día perfecto para pasear con su familia, o al menos eso creía.

—Así que, señorita Marshall Kenner, con su maravillosa hermana a su disposición y la belleza del Barrio ante nosotras, ¿por dónde le gustaría empezar el recorrido? —preguntó con un toque juguetón en su voz, alzando una ceja mientras imitaba el tono formal de una dama de sociedad.

—Oh, señorita Jones, me temo que en esta ocasión debo confiar en su exquisito conocimiento del lugar —respondió Hayley con una risita, entrando en el juego de su hermana.

Jackson las observaba, encantado por la cercanía que compartían las dos. Desde su matrimonio con Hayley, había aprendido a apreciar la lealtad feroz de Skylar, aunque también le resultaba intimidante a veces. Con una sonrisa en los labios, dijo:

—Bueno, yo conozco un pequeño café que podría ser perfecto para nosotros cuatro. Tranquilo, con buena comida, y... una vista bastante agradable.

—Me agrada ese plan, Jack —afirmó Sky, intentando no pensar en lo fácil que era encariñarse con él.

Desde su punto de vista, Jackson era el esposo ideal: protector, cariñoso y leal. Aunque su mente intentaba mantener distancia debido a su horrorosa visión, su corazón siempre se suavizaba al verlo tan dedicado a su hermana y a su hija.

Mientras avanzaban, las risas y charlas se vieron interrumpidas cuando ambas hermanas se detuvieron frente a una violinista que se encontraba en una esquina. La melodía que interpretaba era exquisita, y ambas quedaron hipnotizadas por la música. La mujer las observó mientras tocaba, y aunque su sonrisa parecía amable, había algo en sus ojos que inquietaba a Skylar. Una sensación de incomodidad se instaló en su pecho.

—Es hermosa, ¿no? —dijo la ojiverde, sacándola de sus pensamientos.

—Sí... —Skylar dejó un billete de cien dólares en el estuche de la violinista, pero no pudo sacudirse el sentimiento de que algo no estaba bien. Cuando la música cambió a una melodía más oscura un escalofrío le recorrió la espalda—. Esa canción... ¿cuál es?

Jackson, quien estaba entretenido con Hope, alzó la vista al escuchar el tono de su cuñada. Hayley también notó el cambio en su hermana menor y le apretó el brazo, intentando sacarla de su trance.

—Sky, ¿estás bien? —preguntó Hayley con preocupación, pero la Trihibrida apenas la escuchaba.

Sus ojos estaban fijos en un letrero recién escrito por un mesero que decía: "Una promesa es una deuda que debe ser pagada." El mensaje la golpeó como un balde de agua fría y el aire a su alrededor pareció volverse más denso.

Antes de que pudiera procesar completamente lo que estaba pasando, un hombre moreno apareció frente a ellas, sosteniendo una flor negra entre sus dedos.

—Una flor, señorita. Un obsequio para la niña —dijo, extendiendo la dahlia con una sonrisa perturbadora.

La Trihibrida sintió el instinto de retroceder. El simple hecho de ver esa flor provocó que su corazón comenzara a latir rápidamente en su pecho.

—No, gracias —pronunció Jackson con seriedad, intentando interponerse entre el hombre y su familia.

—¿Seguro? Las dahlias negras están en plena floración, son hermosas y perfectas —dijo el extraño, y de repente, un viento frío y antinatural sopló a su alrededor. Skylar observó horrorizada cómo las pupilas del hombre se volvían blancas, y antes de que pudiera reaccionar, sintió una mano fuerte apretando su brazo.

—¡Muéstrate ahora, bruja! —exclamó Klaus, apareciendo de la nada con los ojos llenos de ira, mientras tomaba al hombre del cuello con una fuerza sobrenatural. Los había estado siguiendo desde la mañana, sintiendo que algo no estaba bien, y no podía permitirse dejar a Skylar y Hope solas. No cuando su instinto le decía que algo malo se avecinaba.

Pero antes de que pudiera hacer algo más, Jackson soltó un gemido de dolor, llevándose las manos a la cabeza. Sus ojos, ahora también blancos, reflejaban el mismo control mental que tenía el hombre extraño.

—¡Klaus! —gritó Sky desesperada, colocándose frente a Hayley y Hope. Su instinto de protegerlas sobre cualquier cosa superó su propio miedo.

El híbrido soltó al hombre y se giró furioso hacia Jackson, listo para enfrentarse a la bruja que estaba detrás de todo eso.

—Estoy aquí, en todas partes, y no me detendré hasta reclamar lo que es mío. —La voz de Dahlia resonó en el aire, provocando que las castañas sintieran un nudo en el estómago.

—Es ella... —murmuró la Trihibrida viendo cómo Jackson volvía a la normalidad, confundido y asustado—. Dahlia.

—Tenemos que irnos —ordenó el ojiazul. Skylar asintió, levantando a Hope en sus brazos con cuidado—. No es seguro estar aquí.

Con un movimiento veloz, Klaus, Skylar, Hayley y Jackson regresaron a la mansión Mikaelson, con la amenaza de Dahlia colgando en el aire como una nube oscura. La chica de ojos marrones se tomó un momento para calmar a su hija, depositándola suavemente en su cuna, mientras Hayley la observaba con los ojos llenos de preocupación. Jackson, por su parte, se había retirado a su habitación, claramente afectado por lo que acababa de suceder.

Abajo, en el comedor, Klaus convocó a Freya, Elijah y Rebekah, que llegaron casi de inmediato. El ambiente en la sala estaba cargado de tensión y miedo. Ambas hermanas no tardaron en unirse a la reunión.

—¿Qué sucedió? —preguntó Rebekah, mirando a su familia, en especial a Skylar, que estaba pálida y con las manos temblorosas mientras intentaba disimular su preocupación por Hope.

—Dahlia... ella nos encontró. Empezó a poseer a las personas a nuestro alrededor, y nos dejó muy claro que viene por Hope —explicó sin poder ocultar el temblor en su voz. Su novio se mantuvo en silencio, apretando los puños con furia.

—Así no funcionan las fortalezas, están hechas para mantenerlas a salvo dentro de las paredes —reprochó muy molesto Klaus, que había comenzado a caminar de un lado al otro.

—De acuerdo, ya entendimos —respondió la ojiverde de mala gana—. Ahora hay que centrarnos en pensar que vamos a hacer.

—Lo que me gustaría hacer es agarrar una cadena y... —Su amenaza fue interrumpida por Elijah, que debió intervenir como siempre.

—Niños, por favor —regañó como si se tratara de dos pequeños que discutían por un dulce—. Niklaus, tu ira está justificada, pero Hayley tiene razón —aseguró, haciendo que la nombrada sonriera de forma presumida solo para molestarlo—. Hay que buscar una nueva estrategia. Freya, por favor...

—El hechizo que has descripto es típico de ella.  —Su mirada estaba fija en la mesa, su postura era rígida y su corazón latía a gran velocidad, demostrando lo asustada que estaba por toda la situación—. Posee a las personas para vigilar a sus enemigos desde lejos, pero nunca lo había visto a este nivel.

—¡Genial! Así que cada turista borracho y desinhibido de Bourbon Street es un espía en potencia —se quejó la Trihibrida, rodando los ojos con fastidio.

—La buena noticia es que se cómo funciona su magia. —Freya sacó de su bolsillo un líquido naranja que se encontraba en un pequeño envase. Sirvió una gota en varias tazas de té seguido por agua tibia para que pudieran pasarlo, creando una mezcla que los protegería—. Este tónico evitará que nos use a nosotros.

—Entonces bebamos hasta el fondo —dijo Rebekah y todos la obedecieron, menos Klaus que los miraba desde una de las puntas del salón como si fueran idiotas.

—Niklaus, ¿hay algo que quisieras aportar? —cuestionó con seriedad el trajeado extendiendole una de las tazas.

—Yo tomo mi té con galletas —murmuró de mala gana, negándose a confiar en su hermana.

—¡Ah, por supuesto! —exclamó con ironía porque sabía que su intención era molestar a Freya.

—Ademas, nuestras mentes son muy fuertes para ser invadidas con hechizos como ese. Lo que experimentamos fue una prueba, Dahlia está observando como respondemos ante la agresión.

—Se prepara para la batalla, y me temo que no se hará esperar mucho —Sky finalizó la frase de su novio, que estaba por decir exactamente lo mismo—. Si está observando, sabrá que tenemos nuestro propio ejército.

—Tambien dónde estamos y dada la inmensa magnitud de su poder, no sabemos a qué nos enfrentamos —dijo el castaño mientras intentaba pensar como evitar que los encontrara—. Lo que necesitamos es crear una nueva fortaleza, algo que Dahlia no conozca. Un refugio libre de brujería.

—Es una buena estrategia, ¿pero puedo proponerles otra? —preguntó la rubia mientras tomaba un trago de su tónico—. Podriamos usar a Jackson para rastrear su magia hasta su origen y que pueda saber dónde está.

—Está bien, hazlo —aceptó con inseguridad la híbrida luego de que todas las miradas cayeran sobre ella.

Luego de esa pequeña charla, a cada uno se le impuso una tarea: Freya, Rebekah, Hayley y Jackson se quedarían a intentar rastrear a Dahlia y cuidar a Hope. Elijah iría con Marcel a encontrar un lugar a prueba de magia de las brujas, y Klaus y Skylar tenían una misión aún más importante que el híbrido no le había comentado a absolutamente nadie.

—¿Que haremos nosotros? —interrogó mientras caminaban hacia el piso de arriba, más específicamente hacia la sala de estar dónde se encontraba una caja escondida a simple vista.

Klaus sacó de ahí una daga que ella reconoció al instante, era la que el solía utilizar para hacerles figuras de madera a ella, Rebekah y Elijah. Sonrió con nostalgia mientras él se la entregaba.

—Nosotros vamos a encontrar a Mikael y Elise, que aparentemente trabajan juntos ahora —determinó con sinceridad—. Freya los ha enviado a recoger cosas que necesitamos si queremos detener a Dahlia para siempre.

—Asumo que quieres que haga un hechizo localizador —murmuró dubitativa, recibiendo un asentimiento de su parte,

Al tomar el cuchillo, Skylar no pudo siquiera realizar el hechizo localizador porque tuvo una visión de algo que sucedería ese día por la ropa que llevaba. Era Mikael bajando de un taxi junto a su madre, los dos con una mueca de fastidio.

—¿Lograste localizarlo? —La miró con impaciencia, necesitaba encontrarlos pronto.

—No, pero se donde estarán en poco tiempo.

—Perfecto.

Skylar extendió sus manos frente a ellos para luego visualizar el lugar exacto en el que esos monstruos se encontrarían. Ambos cruzaron el portal rápidamente, apareciendo a un callejón. Tomaron asiento en un banco cercano y, mientras esperaban, Skylar pudo escuchar a Klaus hablar con cierto hombre lobo.

—De que se trata ahora, ¿tienes a Aiden a tu disposición? —se quejó sin entender que le preocupaba tanto para mandar a vigilar a Hayley y Jackson.

—Solo estoy guiando a un joven y prometedor lobo. —Evitó responder.

—A Josh no le va a hacer mucha ilusión cuando se entere, a Jackson y Hayley tampoco.

—Tiemblo de miedo en solo pensar en su desaprobación. —La burla en su voz hizo que le dedicará una mala mirada—. Veras, amor, Josh y Aiden están enamorados. Lo que significa que tienen algo que perder y eso haría que fuera muy fácil manipularlos, si fuera necesario.

—Debe ser horrible estar en tu piel todo el tiempo —afirmó de mala gana porque sabía que sus acciones estaban mal y que solo les traería problemas.

—Bueno... no ha sido un paseo, sinceramente.

—El caso es, Klaus, que ahora estás en la misma situación que ellos: Hope, a quien amas más que a nada, incluso más que a ti mismo está en peligro, ¿que se siente ser como ellos? ¿alguien con algo que perder?

—No solo a Hope, yo las amo a ambas más que a nada, incluso más que a mi mismo, pero te equivocas cuando dices que soy como ellos porque yo puedo protegerlas.

—Klaus, ahí —susurró señalando hacia el taxi del que bajaban Mikael y Elise. Rápidamente ambos corrieron y les cerraron la puerta del vehículo, haciendo que se volteen.

—Vaya, pero si es el hijo bastardo en persona —afirmó de forma despectiva el vampiro—. ¿Has venido a qué te dé otra paliza, niño?

—Y junto a tu niño bastardo está la hija que no debió nacer —sentenció la pelinegra observando con odio a su primogénita—. Hola, niña.

—¿Ahora hacen equipo? —preguntó fingiendo sorpresa el híbrido—. Supongo que entre personas que odian a sus hijos se entienden.

—Por mas que desee matarlos de vuelta a ambos... —Sky evitó pensar en aquel apodo que aún le producía escalofríos y los miró con frialdad—. Me pregunto si podriamos atender mejor nuestros intereses uniendo fuerzas. Conocen la amenaza a la que nos enfrentamos.

—¿Que te parece, "padre"? —pronunció la última palabra con burla que disimulaba su dolor—. ¿Quieres unirte a tu hijo bastardo en una cacería de brujas?

—¿Y tú, madre? ¿Te importaría dejar de lado nuestro odio mutuo para que pueda asesinar a la bruja loca?

—¿Y que ganaría yo con eso?

—Tu hermana está viva, Cassie. —Era mentira, pero necesitaba ganarse su confianza y cuando dijo eso vió en sus ojos humanidad. Le tomó la mano y le mostró una ilusión de la persona que deseaba ver en las afueras de New Orleans, viviendo como una persona normal—. La reviví hace un tiempo solo para torturarte, pero es tan perfecta que no pude lastimarla. Ella está teniendo una linda vida en un lugar que solo yo conozco sin saber que había fallecido, pero no la tendrá si no me ayudas hoy.

—Asi que esto no era una pregunta, era una forma de manipularme para que te ayude.

—Por supuesto que te estoy manipulando. Después de todo soy la hija de mi madre —aseguró con una sonrisa que pretendía ser inocente, sabiendo que se la había ganado con ese engaño.

—Bien, lo consideraré solo por mi hermana.

—Y yo por mi hija Freya.

Luego de ponerse todos de acuerdo, decidieron ir a un bar cercano para decidir que harían con Dahlia. Se sentaron en una mesa de cuatro, Klaus y Skylar de una punta y sus padres frente a ellos. El híbrido sacó de su chaqueta la estaca de roble blanco para presumirle a Mikael que tenía lo único que podría matarlo, ganándose una mala mirada por parte de él.

—¿Quiere unas papas para acompañar con esa estaca? —interrogó una mesera acercandose hacia Klaus, a quien miró completamente encantada—. Me compré una para mi en la tienda de vudú de Marie Laveau.

—Queremos una botella de Bourbon —indicó Skylar al ver la sonrisa burlona de su madre, que también había captado las intenciones de la joven.

—Pobre de ti, vas a quedarte sola de un modo u otro —Había maldad en su voz y la forma en que lo dijo la puso un poco nerviosa—. El amor que sientes hacia ellos es debilidad. Eres débil por querer tener una familia.

Klaus, sabiendo lo mucho que le dolían las palabras de Elise a Skylar, tomó su mano por encima de la mesa con seguridad.

—Te equivocas, querida suegra, ¿te digo por qué?

—No.

—La familia es poder. El amor y la lealtad son poder —La ignoró y pronunció la frase que siempre le había dicho su hermano alguna vez. Eso hizo a su novia sonreír—. Si vuelves a decir algo así de ella, te voy a...

—Otros podrán temblar al escuchar tu nombre, pero yo te veo por lo que eres de verdad: un niño desesperado por tener un papá —Mikael rápidamente se volvió el centro de atención, evitando la amenaza.

—Hace mil años, es posible, pero deberías saber que el transcurso de los siglos me ha convertido en una bestia diferente. Tu te encargaste de ello. Soy un ser cruel y despreciable igual que tú. —Sky sabía que los necesitaban, pero la realidad era que toda esa situación bizarra los estaba lastimando—. Esas cualidades son las que hacen que seamos idóneos para matar a esa bruja.

—¿Por qué debería confiar en ti, Niklaus?

—Porque la vida de mi hija depende de ello y tú quieres a la tuya como yo quiero a la mía. —Al original le pareció que estaba siendo sincero, pero dudó por un momento más hasta que Klaus añadió: —Hope, Skylar y Freya son las únicas que no nos ven como los monstruos que somos. Estamos luchando por lo mismo.

—Muy bien, ¿que necesitas?

—¿Que hay de mi hermana? —interrogó Elise con desconfianza.

—¿Que hay con ella, mi queridísima madre? —preguntó fingiendo no saber de que hablaba—. ¡Ah si! Tu preciada Cassie está siendo muy feliz, hipnotizada para no poder irse y sin recordar a su madre o hermana... Pero solo me bastaría hacer una llamada para que uno de mis vampiros le arranque el corazón.

—No me amenaces, niña —advirtió, furiosa—. ¿Que quieren de nosotros?

—Encuentren los medios que faltan para crear esa arma.

—La mejor defensa es el ataque. —Con seguridad, finalizó la frase de su novia.

En ese momento, una de las personas poseídas por Dahlia hizo estallar los vidrios del lugar, pero no logró causarles daño porque Skylar creó una esfera color azul eléctrico para protegerlos.

—Parece que su resentimiento hacia Dahlia es recíproco —murmuró Mikael con irritación mientras sacaba un pequeño pedazo de vidrio que había caído en su cabeza—. Tengo una petición, antes de aceptar.

—No te daré la estaca de roble blanco —negó Klaus con determinación, creyendo que el vampiro hablaba de eso.

—Skylar y yo iremos a buscar nuestros ingredientes por nuestra parte, y ustedes irán a buscar los que faltan —afirmó con seriedad—. Es el único modo que tenemos para estar seguros de que no es una trampa.

—Está bien —aceptó la chica sabiendo que podía aniquilarlo si era necesario porque ya lo había hecho. Además de que estaba harta de verle la cara a Elise.

«¿Estás segura, amor?» interrogó en su mente, sabiendo que ella la leería.

«Si, pero ten mucho cuidado con mi madre. Es peligrosa y si absorbe una mínima porción de tu magia será imparable. »

«No te preocupes por mi, la tendré controlada. »

—Vamos, querida suegra —indicó el hibrido con diversión, sabiendo que odiaba que la llamara así.

Klaus y Elise partieron rápidamente, al igual que Mikael y Skylar que utilizaron su velocidad vampírica para llegar al lugar indicado por el Original.

Se trataba de una extravagante mansión ubicada en un terreno inmenso casi a las afueras de la ciudad. En el fondo de ese lugar había un cuartito del que el rubio sacó dos espadas antiguas. Las mismas con las que habían peleado mil años antes.

—¿Que haces? —interrogó con confusión.

—Te propongo otro trato: si me ganas te daré los ingredientes para salvar a tu hija, pero si pierdes los utilizaré yo mismo para salvar a la mía.

Skylar dudó por un momento, pero finalmente aceptó sabiendo que le ganaría.

—¿Empezamos o qué? —cuestionó la chica al ver que sus ojos permanecieron cerrados un momento mientras disfrutaba de la brisa.

—¿Nunca cierras la boca, o si? —gruñó, irritado—. Voy a poner una sola condición: Sin trucos. Se que la primera vez lograste “vencerme” por tu magia.

—Te vencí porque era y soy más fuerte que tú. Gané esa batalla, no importa de que modo lo hice.

—La magia solo pelea la mitad de las batallas, recuerda eso —dijo observando un símbolo en su espada.

—¿Que es eso?

—El símbolo de mi clan, nos recuerda que llevamos el honor de nuestros ancestros cuando peleamos —afirmó antes de correr a intentar rebanarle el cuello, cosa que no logró porque Skylar fue más rápida. Ella se movió a un lado y luego intentó atacarlo, logrando hacerle solo una pequeña cortada en su brazo porque el también se movió—. Regla número uno que todo guerrero vikingo debe conocer: nunca bajar la guardia… la pasaste de forma correcta.

—No confío en ti, así que era obvio.

—Tenia 7 la primera vez que mi padre me dió un báculo. —La forma repentina en que lo dijo la sorprendió—. Me rasgaba los músculos para que no me viera desistir, de lo contrario me hubiera corregido.

—No te ofendas, pero tú padre suena como un idiota. —La sinceridad en su voz lo hizo sonreír por tan solo un segundo—. Ya entiendo porque eres así de… bueno, idiota.

—Las madres aman a sus hijos, los padres los fortalecen. —Nuevamente intentó atacarla, pero ella esquivaba todos sus movimientos y atacaba con fiereza. Mikael se alejó y la miró con un intento de sonrisa—. ¿No estás de acuerdo conmigo?

—Mi madre intentó matarme, me torturó desde los siete hasta los trece con las peores técnicas posibles. Mi padre casi me asesina a los siete años para que matara a un animal inocente antes de que mi madre le arrancará el corazón frente a mis ojos. —Fingió dudar un momento mientras el la analizaba con la mirada—. No estoy segura de que todas las madres amen a sus hijos, tampoco que todos los padres los fortalezcan.

—Superalo, soportar el dolor es el arma de un guerrero. Dominalo y nada tendrá poder sobre ti.

—Por fin una cosa en la que estamos de acuerdo: mientras más dolor haya experimentado una persona, más fuerte se vuelve porque todas las amenazas se vuelven solo eso. —Le había dado la razón y ninguno podía creer eso—. Lo que no te mata, te hace más fuerte y te prepara para que la siguiente batalla sea ganada.

—Si hubieras dicho eso con otras palabras, podría decir que estoy hablando con mi padre —Sus palabras cargaban tristeza y nostalgia. Sky lo miró con una ceja alzada, debatiéndose si debería sentirse ofendida por ello.

—Empecemos de una vez, me estoy aburriendo.

Skylar sostenía con firmeza su espada de acero oscuro, el peso familiar en su mano le daba una sensación de control absoluto. Frente a ella, Mikael la miraba con una mezcla de desafío y admiración. El silencio entre ellos se rompió en un instante cuando ambos se lanzaron hacia adelante, las hojas chocaron con un estruendo metálico que resonó en el lugar.

Mikael atacaba con fuerza y precisión, cada golpe era una embestida brutal que habría destrozado a cualquier guerrero menos experimentado, pero Skylar no era cualquiera. Con una destreza deslumbrante que rivalizaba con la de él, esquivaba y paraba sus golpes, cada movimiento era calculado y ágil.

El rubio, intentando distraerla, dió un paso atrás fingiendo rendición para luego lanzarse de nuevo con un golpe que Skylar apenas logró detener. 
Ella lo observó con una sonrisa ladeada, impulsándose hacia él con una velocidad vampírica que lo tomó por sorpresa.

El impacto de su espada sobre la de Mikael fue tan fuerte que lo hizo tambalearse. Pero él recuperó rápidamente su equilibrio, lanzando un tajo horizontal que Skylar esquivó por poco. Rodando sobre el suelo, volvió a levantarse mientras su espada giraba en un arco perfecto antes de bloquear el siguiente ataque del rubio.

Skylar sintió que era el momento. Aprovechando la pausa tras el último golpe, concentró todas sus fuerzas y lanzó un ataque feroz. Su espada se movió como una extensión de su propio cuerpo, cada corte y estocada la llevaba más cerca de la victoria. Mikael bloqueaba y contragolpeaba, pero el impulso de la Trihibrida era imparable.

Finalmente, en un destello de movimiento, la morena desvió la espada de su rival con un golpe decisivo, haciendo que el arma de él volara de sus manos y cayera lejos, entre el pasto. Sin darle tiempo a reaccionar, lo derribó con una patada en el pecho, haciéndolo caer al suelo con un estruendo.

Mikael jadeaba, tumbado sobre la tierra. No hablaba, pero la derrota estaba clara en su mirada. La mujer de ojos marrones se quedó de pie frente a él con la espada en alto, observando cómo su adversario intentaba recuperar el aliento. Podría haber acabado con él en ese instante y buscar los ingredientes del hechizo que estaban en aquel lugar, pero en lugar de eso, bajó su espada y le extendió la mano.

—Levántate —exigió Sky, con su voz calma pero firme—. Regla número dos que todo guerrero vikingo debe saber: un enemigo hábil ataca donde más seguro crees estar. Tu me enseñaste eso hace mil años cuando fingias que te agradaba a pedido de tu esposa.

El original la observó desconfiado, pero algo en su expresión y en su postura, le hizo aceptar la derrota con dignidad. Alzó la mano y tomó la de Skylar, permitiéndole ayudarlo a ponerse de pie.

—Recordaste mis lecciones —murmuró con una leve sonrisa de desafío en sus labios. Le agradaba que aún sabía todo lo que le había dicho una tarde que ella se presentó en su casa cuando estaba enseñandoles a sus hijos—. Estuviste bien, niña. Me venciste justamente está vez.

—Tendrás que esforzarte más la próxima vez —respondió devolviéndole la sonrisa—, pero no estuviste nada mal.

—Aceptaste que tú oponente es un buen guerrero, valoraste su esfuerzo infructuoso y validaste su batalla —dijo impresionado, ya que esas eran las cualidades que su padre le exigía tener para convertirse en el mejor de los combatientes—. Jamás pensé que diría esto, pero tienes el corazón de una guerrera, por lo que con gusto pelearé a tu lado.

Skylar, totalmente incrédula, lo observó como entraba al cuartito y salía con dos de los ingredientes en unos frascos.

Su teléfono sonó en ese instante, revelando que tenía dos mensajes. Uno de Klaus que le pedía reunirse en el lugar que encontraron a sus padres y otro de Elijah, que le informaba que Marcel escoltaría a Hayley, Hope y Jackson al lugar seguro que evitaría que Dahlia los encontrara o lastimara.

—Nos están esperando —interrogó la morena antes de desaparecer a velocidad vampírica seguida por él.

Al llegar al lugar vieron a Elise haciendo un círculo de sal en el suelo y a Klaus fastidiarla a un lado. Habían tenido que buscar el frasco con tierra del lugar en el que había nacido Dahlia y al híbrido no se le ocurrió una mejor idea que lanzarlo al suelo y hacer que juntara todo de nuevo.

—Esto es todo, ya tuve que aguantarte todo el día. Si no me dicen dónde está mi hermana, voy a...

—Al contrario de lo que piensas de mi, soy un hombre de palabra. Así que ayúdanos o la mataré y te obligare a verlo.

—En realidad es un mentiroso, una bestia y un depravado —corrigió Mikael, haciendo que los observarán—. Pero en este caso podría sernos de utilidad. Al igual que tu hija.

—Esa niña no es mi hija, es una abominación que no debió haber nacido en realidad.

—Tienes razón en que no soy tu hija, porque mi madre siempre será Elizabeth Forbes —aseguró, furiosa.

—Debí secuestrarte cuando aún no tenías memoria, cuando eras solo una mocosa desesperada por el afecto de tu respugnante padre. De ese modo habría evitado que te convirtieras en esta débil persona. El te arruinó y por ello no podrás contra Dahlia —dijo de la forma más cruel y despectiva posible—. Nunca podré ver a mi hermana, ¿no es así? Me odias más de lo que pensaba. Tal vez debería pasarme al banco ganador, porque perderán. Ella se llevará a Hope y Freya de nuevo.

—Tu hija no es débil, tiene el corazón de una guerrera y tienes razón, no verás a tu hermana de nuevo, maldita traidora —dijo sombrío el vikingo antes de romperle el cuello, acción que Sky aprovechó para crear un portal y lanzarla hacia el lugar en el que solía encontrarse Esther.

—¿Estoy mal o acaba de defenderte? —le susurró el hibrido sin entender que acababa de suceder.

—Creo que me gane su afecto, luego te explico.

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