59 |Salvando a Rebekah|
Luego de que todos se retiraran para poder realizar las diversas tareas necesarias para evitar que Eva se llevara a Hope, la Trihibrida llevó a su hija hacia su habitación que se conectaba con la suya. La sentó en la mantita en el suelo donde estaban sus juguetes y vió como se llevaba uno a la boca para morderlo porque esa era una de sus formas de explorar el mundo. Sonrió antes de hacer aparecer mariposas azules con brillos que revolotearon por la habitación hasta que una fue a parar hacia la nariz de Hope.
Ella estornudó y luego la miró fijamente. Por un momento Skylar pensó que se iba a poner a llorar, pero simplemente comenzó a reír a carcajadas. Su acción se le contagio a su madre y solo dejaron de jugar cuando su teléfono sonó, revelando un mensaje del híbrido que le indicó que ya había conseguido el hechizo para ayudar a Rebekah y que va a necesitar que lo realice.
—Ha pasado casi una hora y aún no llega, ¿qué está esperando? —se quejó Hayley ingresando al dormitorio seguida por Elijah, quien vió a su cuñada jugando con su sobrina con felicidad pura.
Cada vez que observaba escenas como esa, más convencido estaba de que eran la esperanza de su familia. Elijah consideraba que a él lo hacían sentir vivo, feliz y en paz. Le daban ganas de convertirse en una mejor persona para poder ser merecedor de su afecto, por lo que suponía que a su hermano le pasaba lo mismo y eso significaba que todos los Mikaelson tenían salvación.
—No está esperando nada, secuestró a Josephine La Rue hace al menos media hora —informó el ex rey de New Orleans haciendo acto de presencia.
—Si Eva no necesita a Hope, ¿Entonces a dónde se fue? —cuestionó la ojiverde sentándose junto a su hermana con una mueca que se evaporó al ver cómo su sobrina reía. La bebé le tomó el dedo con su pequeña manito y ese gesto la hizo sentir muy bien.
—Al mismo lugar donde tiene a sus presas, dónde tiene a Davina.
—Un lugar que nadie ha podido encontrar en dos años —dijo con el mismo tono de irritación.
—Yo si —aseguró Sky levantando la mano, por lo que los tres la miraron confundidos—. He estado ahí, pero la única forma en que podría localizarlo es mediante un portal.
—Entonces hay que apurarnos, hay que salvar a Rebekah y a Davina.
—Lo haremos, Marcel, te doy mi palabra. —La firmeza en su mirada le dió tranquilidad, sabía que ella no mentía y mucho menos la dejaría morir—. Quiero a esa brujita tanto como lo haces tu y no pienso dejarla morir.
Su teléfono sonó en ese instante y al revisarlo notó que estaba recibiendo una llamada de Vincent Griffith. Marcel le quitó el teléfono inmediatamente para poder amenazarlo:
—Cuando te encuentre voy a arrancarte la cabeza de tu cuello.
—Vas a aplazar la decapitación, los encontré. Davina está viva —afirmó haciendo que suspiraran aliviados—. Lo siento, debía hacerlo convincente. Si lo sabías, ella lo hubiera sabido.
—¿Y lanzarme por la ventana la convenció? —se quejó indignado—. Te felicito, ¿ahora que?
—Tenemos un problema... Los chicos están unidos a Eva. Si ella muere, ellos también.
—Skylar se encargará. Distraela cuánto puedas, estaremos ahí pronto.
—Tengo que salvar a Rebekah y a Davina, pero no puedo si estoy preocupada por mi hija —murmuró observandola con indecisión porque no deseaba dejarla sola. Sentía que últimamente estaba ausentandose demasiado de su lado y le preocupaba que la extrañara tanto como ella lo hacía.
—Yo la cuidaré —afirmó Hayley, pero Sky negó con inseguridad—. Jackson aseguró el complejo con lobos, Elijah y Marcel con vampiros, y yo soy una híbrida que hará lo que sea para defender a su familia.
—Gia estará aquí con ellas, las protegerá tambien —comentó el original para intentar convencerla, y eso hizo a la ojiverde suspirar con molestia—. Vamos, Sky, no tenemos tiempo que perder.
—¿Estás segura, Hayley? —cuestionó no muy convencida con la idea, recibiendo un asentimiento como respuesta—. Klaus tiene el hechizo, pero no estoy muy segura de dónde está.
—Esta con mi madre, sígueme.
Skylar besó la cabecita de Hope antes de seguir a Elijah hacia la cueva en la que Klaus había encerrado a su madre para vengarse de todos los males causados. Allí se encontraron una escena inesperada: a una muy molesta Freya quitarse las cadenas que reprimen la magia y romperle el cuello a su hermano menor.
—Para ser un modelo mejorado de mi, no eres muy listo —aseguró molesta recordando las palabras que le había dicho Klaus anteriormente.
—¿Y eso que fue? —interrogó confundida la Trihibrida cruzandose de brazos.
—Para hacer el hechizo necesito anclarme a un lugar, pero gracias a mi madre no tengo hogar. Así que se me ocurrió anclarme a mi familia para no perderme en la mente de Eva como mi hermana. —Le explicó, extendiendole el papel con la letra de Esther que indicaba exactamente lo que había dicho—. Como Trihibrida tampoco podrías realizarlo sin anclarte porque tu magia está diseñada para funcionar en cualquier lugar. Espiritualmente no perteneces ni a Mystic Falls ni a New Orleans.
—Genial, no solo soy huérfana sino que tampoco tengo hogar —bufó irritada—. ¿Y cuál fue el problema de tu hermano con eso?
—Que para hacerlo, Freya tendría acceso a sus mentes, a su pasado y presente. —Esther se acercó a tomarle las manos con desesperación—. Por favor, Skylar, no la dejes entrar en tu mente o en la de mis hijos. Haz tú el hechizo.
—No parecias tan preocupada por nosotros cuando trataste de matar a mi hija. —Sky se soltó de su agarre viéndola con odio y con ayuda de su magia la lanzó contra una pared para que viera que no le interesaba escucharla en lo absoluto—. ¿Es eso cierto, Freya?
—Yo no iba a realizar el hechizo, de todas formas. —La miró con tristeza y resignación, mientras suspiraba—. Pero necesitaba ver si Niklaus confiaba en mi y veo que no.
Los tres salieron de la cueva y ambas se apartaron a un lado para poder charlar acerca del hechizo. Mientras tanto, el original sacó su teléfono del bolsillo para enviarle un mensaje a Marcel en el que le pedía que llevara los ingredientes necesarios para el hechizo que salvaría la vida de su hermana.
—Klaus no confía ni en su propia sombra, así que no te preocupes por eso. Tienes que darle algo de tiempo —pronunció aquellas palabras con una sonrisa de pena mientras acariciaba su brazo como muestra de apoyo—. ¿Estás segura de que no quieres realizar el hechizo? De todas formas, estoy muy preocupada por Hope.
«Debo decirte algo que Klaus no sabe: el hechizo solo permite que dos personas entren en la mente de Eva. » Pensó la bruja observando a Skylar con inquietud, sabiendo que si lo hacía con mucha fuerza ella leeria su mente y así fue.
«Y esos serán Marcel y Vincent, uno tiene que traer a Rebekah y el otro es el único que puede controlar a Eva. »
«Lo se y también que eres muy poderosa. Lo que iba a decirte es que no te atrevas a entrar con ellos porque si lo haces, Elijah no será el suficiente ancla para evitar que te pierdas dentro de ella. Si mueres ahí, lo harás en este plano también. »
«Gracias, Freya. No te preocupes por mi, se que hacer. »
—No, no me interesa conocer los secretos de mis hermanos a menos que quieran decirmelos. —Retomó la conversación que estaban teniendo para no levantar sospechas en su hermano—. Yo iré al complejo a asegurarme de que Hope esté bien —afirmó con seguridad y Skylar accedió debido a que estaba convencida de que gracias a sus grandes poderes, podría proteger a la bebé sin ningún problema.
Freya les sonrió a ambos como despedida antes de alejarse a hacer lo que había dicho anteriormente. En ese mismo momento apareció el ex rey de New Orleans que llevaba unas bolsas con lo pedido por el Original.
Skylar cerró los ojos y, con sus palmas extendidas hacia delante, comenzó a visualizar en su mente el lugar dónde había despertado el día anterior. Enfocó toda su energía en la estructura de aquel espacio y la magia que emanaba de sus paredes, logrando que un portal lo suficientemente grande como para que los tres ingresaran se abriera frente a ellos. Ambos vampiros se miraron con determinación antes de cruzar hacia el otro lado con su amiga.
—¿Es normal que me maree? —cuestionó el moreno, quien nunca había hecho algo así en si vida. Sentía como su cabeza daba vueltas por alguna razón que no comprendía y le resultaba extraño al ser un vampiro.
—Es normal —aseguró Sky con una sonrisa melancólica al tener un deja vú de Stefan Salvatore, que solía cuestionarle lo mismo cada vez que cruzaba uno de sus portales.
—Esto es desagradable —murmuró Elijah al adentrarse en el lugar en el que se encontraban siete niños muy pequeños, Davina de diecisiete años y Madame La Rue. Todos estaban inconscientes y tenían una gota de sangre chorreando por su nariz al igual que Eva. Frente a ellos se encontraba un Vincent muy preocupado.
Rápidamente le explicaron al brujo lo que Skylar tenía que hacer y comenzaron con los preparativos: colocaron a Eva en medio de un triángulo de sal que para las brujas simbolizaba mente, cuerpo y alma y tres velas en cada punta. Al tener todo listo, se decidió que Marcel entraría en la mente de la morena para traer de vuelta a Rebekah y Vincent también para mantenerla a raya.
—Acuéstense uno de cada lado tomando su mano, yo seré el puente hacia su mente. —Las dos personas involucradas en el hechizo la obedecieron sin dudar. Sky suspiró antes de voltearse a ver a su mejor amigo con firmeza —. Confío en que me sujetaras, Elijah.
—No te voy a soltar, te doy mi palabra. —La seguridad con la que pronunció esas palabras le dió la confianza suficiente para dejar de lado aquellos pensamientos preocupantes. Tenía miedo de equivocarse en algún paso y que la vampira original se perdiera para siempre, pero el le daba fuerza.
—Rebekah está escondida, Eva no la cederá sin pelear. —La mujer se puso nerviosa cuando comenzó a pensar que estaba por realizar un hechizo realmente complejo para rescatar a su amiga y eso implicaba arriesgar la vida de todos los presentes, ya que nada le aseguraba que saldria bien—. Tengan cuidado, entrarán en la mente de Eva. Si mueren ahí se perderán y si la matan antes de liberar a Rebekah ella va a morir.
—Entiendo —pronunciaron con seriedad al unisono intentando ocultar el temor que les provocó con aquellas palabras.
—Necesitaras un arma, Vincent. —La castaña miró al brujo mientras tomaba una daga del suelo.
—¿Cómo se supone que voy a llevarla? —La confusión en su voz era notoria y la observó sin comprender que hacía cuando ella se arrodilló a su lado.
—Lo lamento, esto te dolerá. —Skylar murmuró un hechizo sobre el puñal antes de clavarla en el brazo de Vincent, que soltó un grito de dolor antes de caer desmayado.
—¿Está todo listo? —inquirió el Original hacia su cuñada, recibiendo un asentimiento como respuesta. Es por ello que se acercó a tomarla de los dos brazos.
La Trihibrida comenzó a recitar el hechizo, sabiendo que su éxito o fracaso significaría la vida o la muerte de todos los que la rodeaban. Sus palabras cargaban un peso ancestral, y su voz, aunque fuerte, vibraba con la tensión de la magia que comenzaba a fluir a través de ella. Elijah la sujetaba firmemente, notando cómo su cuerpo parecía volverse más pesado con cada palabra pronunciada. Podía sentir que en cualquier momento, si no la sostenía bien, sería arrastrada por la fuerza de su propia magia.
Los ojos de Skylar se abrieron de par en par mientras entraba en la mente de Eva. Las imágenes que aparecían ante ella eran caóticas y distorsionadas, una mezcla de recuerdos, miedo y furia. Vio a Vincent despertar de golpe, cubierto de sudor frío y con sus ojos llenos de terror. En aquel lugar, los gritos de Rebekah resonaban por todas parte, provocando que Marcel se lanzara en su búsqueda. En cuestión de segundos, la encontró temblando dentro de un armario y la abrazó con tal fuerza que temió romperle los huesos. La pequeña rubia parecía tan frágil, tan vulnerable, que el vampiro sintió por un segundo que podría perderla para siempre.
Ya la habían localizado, pero la calma fue breve porque la furia de Eva invadió la escena. Con sus ojos llenos de odio y su rostro retorcido por la maldad, la bruja apareció de repente. Skylar pudo sentir cómo el miedo de Marcel se transformaba en adrenalina. Sin embargo, ella era más rápida, y antes de que él pudiera defenderse, sintió cómo sus huesos comenzaban a quebrarse bajo su magia.
La despiadada mujer, en su mente distorsionada, no veía a Marcel como un vampiro invulnerable, sino como un ser humano común y débil al que podía aplastar sin esfuerzo. Los gritos de Marcel eran desgarradores, y Skylar supo que no podía permitir que muriera.
La decisión de intervenir fue instintiva. No dudó ni por un segundo en utilizar el resto de su poder, lanzándose dentro de la mente de la morena y rogando que Elijah no la soltara, sabiendo que lo que estaba haciendo era un riesgo inmenso.
—¡Déjalo en paz! —Su voz resonó con fuerza en la mente de la bruja, lanzando a Eva lejos de Marcel con su magia. El vampiro aprovechó su libertad momentánea para correr, llevándose a Rebekah en brazos y alejándola del peligro lo más rápido que pudo.
Eva se levantó del suelo, pero no era la misma mujer. Estaba transformada en una fuerza vengativa y su rostro no tenía rastro de humanidad. La Trihibrida podía sentir el odio irradiando de ella, como un fuego que amenazaba con consumir todo a su paso. Entonces, Vincent apareció mirándola desesperación y pesar de todo, intentó razonar con Eva, apelando al amor que alguna vez compartieron.
—Eva, por favor... recuerda quién eres. Esto no eres tú. —Su voz temblaba, estaba luchando con todas sus fuerzas para mantener la calma.
Pero la morena no escuchaba. Con una sonrisa cruel, levantó su mano, y tanto Vincent como Skylar sintieron el dolor lacerante de su poder. Era como si sus cuerpos fueran aplastados desde dentro, y los gritos de ambos resonaron en la mente compartida. La castaña sintió que su conexión con el mundo real comenzaba a desvanecerse, y su miedo aumentó.
Elijah, fuera de la mente de Eva, luchaba por mantenerla anclada y sus manos temblaban por el esfuerzo de no soltarla. Sabía que si lo hacía, perdería a su mejor amiga y a su hermana para siempre. De repente, Klaus apareció, tomando la otra mano de Skylar con firmeza. La conexión entre ellos tres era palpable, un lazo que no permitía que Sky se sumergiera por completo en el abismo de aquel lugar.
Dentro de la mente de la bruja, Skylar encontró un momento de fuerza renovada. La visión cambió de nuevo y vio a Marcel cargando a Rebekah, protegiéndola con todo lo que le quedaba. Era una imagen que le devolvía la esperanza. Es por ello que sin dudarlo, Skylar tomó la daga que Vincent había llevado consigo y la clavó en el corazón de Eva. La daga brilló con una energía intensa, liberando a la vampira original de esa prisión.
En ese mismo instante, la realidad se impuso. Skylar sintió un tirón violento, una sacudida que la arrastraba de vuelta al mundo físico. Elijah y Klaus fueron lanzados hacia atrás, separados por una fuerza invisible. Skylar, jadeando, cayó de rodillas, exhausta por el desgaste físico y mental. Klaus la sostuvo antes de que pudiera desplomarse por completo.
—¿Funcionó? —preguntó Elijah, enderezándose con dificultad. Sus ojos estaban fijos en Vincent y Marcel, quienes observaban en silencio, aún procesando lo que acababa de suceder.
Marcel escuchó una voz que reconoció al instante y se alejo del resto para acercarse a abrazar a Davina, que estaba sana y salva.
—¡Estan bien! —gritó para que todos lo supieran. Skylar, aunque se encontraba agotada, dejó escapar una sonrisa débil, sabiendo que había salvado a quienes amaba una vez más.
—Gracias, Skylar. —Habia agradecimiento y alivio en la voz del hombre frente a ella—. No sé que habríamos hecho si no te hubieras metido en la mente de Eva también.
—No hay de que, Vincent —murmuró, nerviosa de haber sido expuesta de ese modo.
—¿Por qué ella no despierta? —preguntó preocupado el híbrido al ver el cuerpo inerte de Rebekah, quien se tardó solo unos segundos más en levantarse.
—¡Dios mío! —Su repentina exclamación hizo que todos suspirara con alivio.
Skylar creó rápidamente un portal hacia la mansión Mikaelson y fue cruzado por todos los presentes. Necesitaba dejar atrás el lugar que le provocaba escalofríos, pero la tensión aún la rodeaba como un manto pesado. El cansancio comenzaba a filtrarse en sus huesos, pero sabía que no podía descansar hasta que esos inocentes pequeños estuvieran a salvo.
Una vez en su hogar, se encargó de asegurarse de que los niños y la bruja mayor regresaran a sus respectivas casas. Incluso Davina, que no dejaba de darle las gracias, abrazándola con un fervor que reflejaba su inmensa gratitud por haberle salvado la vida. Vincent la ayudó a verificar que todos regresaran con sus familia y luego también partió. Antes de marcharse, Marcel se acercó a Skylar, sonriendo con el cansancio reflejado en su rostro.
—Gracias por salvarme a mí y a Rebekah. Te debo una —dijo con sinceridad, antes de invitarla a un trago, una oferta que Skylar rechazó con una sonrisa suave, deseando solo descansar.
A la mañana siguiente, el silencio de la mansión se rompió abruptamente por el sonido de Rebekah cantando a todo pulmón desde la ducha, una canción de Taylor Swift. Sky se removió en la cama, parpadeando confundida y notando la ausencia de Klaus a su lado. El eco de la voz de la bruja retumbaba en las paredes, y eso la hizo sonreír. Era como si estuviera declarando al mundo que estaba viva, feliz y sin miedo.
Se levantó, hizo su rutina diaria y caminó hacia la habitación de su pequeña, allí su inocente risa la recibió. Hope estaba en su cuna, entretenida haciendo flotar sus juguetes a su alrededor. Los ositos y muñecos giraban lentamente en el aire, mientras los ojos brillantes de la niña seguían cada movimiento.
—Hola, amor —la cálida voz de Klaus la tomó por sorpresa, abrazándola por la cintura desde atrás—. Y hola, mi pequeña lobita —agregó, con una sonrisa paternal mientras veía los juguetes flotando.
Skylar sonrió al sentir la familiaridad de ese gesto. El amor en su mirada hacia su hija era evidente, y ella se sintió reconfortada por ese pequeño instante de normalidad.
—Parece que estaba aburrida —comentó en un susurro.
—Mi hermana Freya me dijo algo interesante. — Klaus habló de manera más seria, haciendo que Skylar se tensara de inmediato y se volteara a mirarlo.
—¿Ya la aceptaste como hermana? —Intentó desviar la conversación.
—No, pero hoy tuvo la oportunidad de conocer todos los secretos de mi mente y la de Elijah, y eligió no usar ese conocimiento para destruirnos —dijo con una mezcla de admiración y suspicacia en sus ojos—. Volviendo al tema, Freya me dijo que te dio claras órdenes de no entrar en la mente de Eva con Marcel y Vincent, porque podrías morir.
La tensión en el cuerpo de Skylar aumentó. Klaus la miraba con una intensidad que hacía imposible evitar la conversación. Sabía que había cruzado una línea peligrosa al desobedecer las advertencias de Freya.
—Klaus... —comenzó, buscando una excusa, algo que pudiera suavizar la situación. Pero no encontró nada—. Tienes razón.
—¿Qué has dicho? —preguntó incrédulo.
—Ni sueñes que lo volveré a repetir —advirtió, sacándole una sonrisa antes de continuar—. Lo lamento, pero no podía dejar morir a Marcel ni a Rebekah. Hice lo que debía hacer, y salió bien.
Klaus suspiró profundamente, su irritación se desvaneció poco a poco. Sabía que Skylar siempre actuaría por aquellos que amaba, pero eso no hacía que sus decisiones fueran menos peligrosas.
—Sé que salió bien. Puedo escucharlo, claramente —se quejó lanzando una mirada hacia el pasillo, ya que Rebekah ahora cantaba en su habitación—. Pero mi pregunta es... ¿Has pensado en el precio que estabas dispuesta a pagar? ¿En mí y Hope?
Skylar lo miró, sintiendo un nudo en el estómago. Sabía que tenía razón, pero también que no tenía otra opción. Aun así, no podía evitar la culpa que comenzaba a crecer dentro de ella.
—Soy fuerte, Nik. Estaba segura de que podría lograrlo, de otra forma no lo habría intentado en primer lugar. —Era una mentira a medias, porque había una pequeña parte de ella que siempre dudaba, pero no quería admitirlo después de haber arriesgado todo—. Siempre pienso en ustedes —añadió, tomando sus manos entre las suyas—. Son mi mundo y mi familia.
—Es solo que... casi te pierdo dos veces en menos de veinticuatro horas. Y en la primera, cuando estaba seguro de que estabas muerta, sentí que moría también. —La confesión fue suave, casi inaudible, pero las palabras impactaron a Skylar como un golpe.
—Todos arriesgamos nuestras vidas todo el tiempo, Klaus —afirmó tratando de mantener la calma—. No puedo prometer que esta será la última vez que lo haga, porque ambos sabemos que Dahlia vendrá pronto. Y cuando lo haga, haré lo que sea necesario para proteger a nuestra bebé.
Klaus la observó por un momento más, como si reflexionara acerca cada palabra. Sabía que no podía pedirle que no luchara cuando él mismo estaba acostumbrado a vivir en constante peligro. Pero necesitaba algo más de ella.
—No puedes prometerme que no habrá más riesgos, y lo entiendo —concedió con un tono más suave—. Pero necesito que me prometas que no volverás a arriesgar tu vida sin estar completamente segura de que vas a regresar.
Skylar lo miró fijamente, sintiendo el peso de esa promesa. Sabía que no podía dársela.
—Lo prometo, Klaus —susurró decidiendo no darle su palabra porque en su corazón sabía que no lo compliria si la situación se repetía.
En ese momento, un grito desafinado de Rebekah interrumpió la tensión en el ambiente, y Skylar no pudo evitar soltar una risa.
—Taylor Swift nunca sonó tan mal —murmuró el rubio haciendo que su novia riera aún más mientras apoyaba la cabeza en su pecho, tratando de relajarse después de la conversación.
Escucharon unos pasos acercarse, por lo que se separaron y voltearon al mismo hacia la morena que se acercaba con una sonrisa de oreja a oreja. Klaus la observó espectante, a la espera de que dijera alguna palabra.
—¿Que? Me imagino que no estarás esperando un gracias. —Fue lo primero que dijo, haciéndolo reír también—. La única que tiene ese beneficio es Sky.
—Me congelaría en el infierno antes de oírlo de ti —se burló y ella le guiñó un ojo—. Ahora síguenos, Sky y yo vamos a ponerte en tu propio cuerpo.
—No, Nik. Me quedare así —determinó generando que la sonrisa en el rostro del híbrido se borre—. Eva se va ido, pero su cuerpo... Este cuerpo está unido a Davina y esos pobres niños, puedo sentirlo. Si lo dejo morirá y ellos también.
—¿Y eso que importa? —preguntó preocupado que su hermana decidiera quedarse en un cuerpo mortal.
—A mi me agrada Davina y no quiero que muera, así que me temo que esta vez tendrás que respetar la decisión de tu hermana —sentenció la Trihibrida, por lo que suspiró con frustración.
—Ademas, no quieres la ira de todas las brujas de la ciudad sobre nosotros antes de que venga Dahlia. Las necesitamos de nuestro lado, o al menos no en nuestra contra —explicó con obviedad. Klaus no dijo nada porque sabía que todo eso era cierto—. Y está el tema de Kol, le prometí que lo regresaría y no puedo siquiera intentarlo si no soy bruja.
—¿Y si Freya hizo todo este circo para que confíe en ella? —inquirió de repente y ambas lo observaron con una ceja alzada.
—Niklaus, ¿solo por ahora podemos ser lo que tenemos que ser? —murmuró con comprensión porque sabía que toda esa desconfianza era producto de su miedo—. ¿Una familia unida?
—Por ahora —afirmó antes de acercarse a abrazarla, para luego dejar un beso en su frente como solía hacer cuando eran niños y quería que ella se sintiera a salvo. Rebekah comenzó a caminar hacia la salida, pero antes de cruzar el umbral de la puerta, se volteó a verlos con una sonrisa—. Gracias... A los dos.
—¿Todos se han ido? —interrogó Skylar al notar el silencio de la casa luego de la partida de la bruja.
—Elijah se fue a su casa, Hayley al pantano con Jackson y Marcel también se ha ido. Estamos solos, amor.
—¿Ah sí? —interrogó con aquella sonrisa ladeada que a él le gustaba tanto. Estuvo a punto de besarla, cuando ella se apartó para verlo a los ojos—. ¿Que te preocupa?
—Freya si estuvo en mi mente —confesó de repente—. Fue solo un segundo para poder descifrar si el hechizo funcionaría, pero ahora conoce todos mis secretos.
—Y yo también —dijo con obviedad—. Somos familia, Klaus y ella va a protegernos, no te preocupes por eso.
—¿Que viste en mi cabeza? —cuestionó con miedo de que observara algo que la hiciera querer alejarse de él.
—Solo tus malos gustos en mujeres a lo largo de los siglos —se burló recordando haber vislumbrado a una pelirroja algo extravagante, haciéndolo reír.
—He tomado millones de decisiones malas a lo largo de los siglos, amor, pero tome una bien: Tú.
Sky sonrió genuinamente, amaba cuando le decía cosas de ese estilo porque estaba segura de que no había sido así de amoroso con nadie y se sentía especial. Aquellas palabras sumadas a sus acciones y a la forma en que la miraba, la hacian sentir completamente amada.
—Puedo decir lo mismo, Nik.
—Odio que debamos irnos porque tenemos la casa sola para nosotros y eso no suele pasar, pero las brujas requieren tu presencia en la casa de Madame La Rue. —Suspiraron al mismo tiempo luego de esa frase—. Les quieren hacer una ceremonia a ti y a Freya para agradecerles su ayuda.
—¿Cuanto falta para que empiece?
—De hecho, empezó hace diez minutos.
—¡Klaus! —se quejó pensando en que debería ponerse y que no estaba lista.
—Estas completamente hermosa así, no necesitas nada más. —Supo lo que pensaba y ella asintió porque ya no había tiempo de nada más.
—¿Y qué haremos con Hope? —interrogó confundida.
—La vamos a llevar.
Klaus levantó a la bebé de la cuna, que lo observaba de una forma muy intensa. Entrelazó su mano con la de su novia y con su velocidad vampírica se desplazaron hacia la casa de Madame La Rue, dónde estaban todas las brujas, incluidos los niños perdidos esperándola.
Ella se alejó de Klaus y se acercó a la dueña de la casa que le colocó un collar plateado brillante en el cuello tanto a ella como a Freya. Posteriormente les sonrió y habló:
—Ahora son parte de nosotras —aseguró dándoles un corto abrazo a cada una—. New Orleans es su hogar. Sus amigos son nuestros amigos y sus enemigos los nuestros.
Skylar sonrió y al voltear vió que Klaus y Hope lo hacían también, incrementando su sentimiento de plenitud.
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