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𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐂𝐀𝐓𝐎𝐑𝐂𝐄
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𝐄𝐑𝐀 𝐄𝐋 𝐃Í𝐀 𝐃𝐄𝐒𝐏𝐔É𝐒 𝐃𝐄 𝐍𝐀𝐕𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐘 𝐀𝐂𝐀𝐁𝐀𝐁𝐀 𝐃𝐄 𝐏𝐀𝐒𝐀𝐑 𝐔𝐍𝐀 𝐓𝐎𝐑𝐌𝐄𝐍𝐓𝐀 𝐃𝐄 𝐍𝐈𝐄𝐕𝐄. Las familias tenían dificultades para salir de sus hogares e ir al mercado a comprar alimentos, pero Mia llegó y golpeó la puerta de mi casa con una sonrisa.
Solo llevaba puesta una fina chaqueta rosa y las temperaturas estaban bajo cero, pero me sonreía a través de los escalofríos.
─ ¿Quieres jugar?
La miré como si estuviera loca, apenas era piel y hueso con coletas, y me estaba preguntando si quería jugar en la nieve congelada.
Titubeé.
─ Déjame coger mi abrigo de invierno.
Ella negó con la cabeza, rechazando la idea con una sonrisa de oreja a oreja y agarró mi mano, sacándome a rastras hacia la nieve.
Me tiró tan fuerte que casi me caigo de bruces en la nieve. Ante eso, ella se rio y me ayudó a estabilizarme.
Al principio, estaba furiosa porque se estaba riendo de mi desgracia. Luego, hundió sus dedos desnudos en la pila de nieve y formó una bola con las palmas de sus manos sin pestañear.
Mis dientes comenzaron a temblar mientras la miraba. Estaba de pie en mi porche, en la nieve (sin zapatos), solamente con un pijama de unicornios. Y ella no tenía miedo, iba con una camiseta y pantalones cortos.
Ella lanzó la bola de nieve, dándome directamente en la cara.
Mi sangre hervía, estaba furiosa.
Metí la mano en la nieve y formé mi propia bola con toda la fuerza de mi pequeño ser, y se la lancé tan fuerte como pude.
Ella se rio cuando le dio en la cara e incluso lamió los trozos de nieve que quedaron en la punta de su nariz.
Entonces, también me reí. Me reí porque tenía nieve en las puntas de sus trenzas y ni siquiera le importaba.
Y cuando lancé la segunda, su risa resonó, haciendo eco en el cielo y rodeándome.
Se tumbó en la nieve y agitó los brazos y las piernas juntos, luego separados, y vi que estaba tratando de hacer un ángel de nieve.
Claro, sabía que iba a resfriarse por eso, pero no le importaba. Estaba emocionada y feliz, era como un rayo de sol en medio de la nieve helada.
─ ¡Vamos! ─animó, y yo vacilé.
Vacilé por un momento, pero me uní a ella e hicimos ángeles de nieve interconectados en el porche de mi casa, y fue la cosa más feliz que había experimentado jamás.
Cada vez que estaba con Mia Rowe era una persona más alegre.
© 𝑭𝑨𝑰𝑺𝑻𝑺𝑳𝑼𝑽𝑹𝑹
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