━━ 𝟎𝟗


𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄
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𝐍𝐎 𝐒𝐔𝐏𝐄 𝐇𝐀𝐒𝐓𝐀 𝐋𝐋𝐄𝐆𝐀𝐑 𝐀𝐐𝐔Í 𝐐𝐔𝐄 𝐓𝐄𝐍Í𝐀 𝐒𝐄𝐍𝐓𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎𝐒 𝐏𝐎𝐑 𝐂𝐎𝐑𝐈𝐎𝐋𝐀𝐍𝐔𝐒 𝐒𝐍𝐎𝐖 𝐐𝐔𝐄 𝐍𝐎 𝐄𝐑𝐀𝐍 𝐏𝐔𝐑𝐎 𝐎𝐃𝐈𝐎.

En la enfermería, sentada aquí y escuchando su respiración tranquila. Está relajado, por primera vez que lo veo en un tiempo y casi me tranquiliza, sabiendo que está cómodo y vivo. 

Estoy agradecida de haber sido la primera persona aquí para Coryo, aunque la enfermera no pueda proporcionar información sobre su estado o cómo será su recuperación, me alegra saber que, cuando él despierte, yo estaré aquí. 

Tigris llegó durante la primera hora de mi presencia allí, ya que el hospital la llamó antes que a nadie más. 

Cuando llegó, lo primero que hizo fue acercarse a mí y apoyar la mano en el costado de mi brazo, mirándome a los ojos con una bienvenida tan cálida que podía sentir la autenticidad irradiando de ella. 

─ ¿Estás bien?

Asiento, pero no digo nada. 

Me ofrece una sonrisa comprensiva antes de pasar a revisar a Coryo. Primero, se sentó en la silla en la que yo había estado sentada anteriormente y tomó su mano, enfocándose completamente en él. 

─ ¿Cuándo despertará?

─ Dijeron que pronto. Ahora mismo está sedado por el dolor, pero... ─suspiro─, sorprendentemente, su pierna debería de estar bien. 

─ ¿Qué le pasó en la pierna? ─me pregunta con el ceño fruncido y las cejas preocupadas. 

Retiro una mano que tenía cruzada sobre mi pecho y la agito en el aire. 

─ Eh... una de las estructuras le cayó encima. Y el fuego le chamuscó la espalda, le provocó quemaduras de tercer grado.

Asiente y puedo ver que sus ojos están casi llenos de lágrimas. Ella se preocupa mucho por su primo y mi propio hermano ni siquiera me habla. 



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𝐔𝐍𝐀 𝐄𝐍𝐅𝐄𝐑𝐌𝐄𝐑𝐀 𝐅𝐈𝐍𝐀𝐋𝐌𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐕𝐈𝐍𝐎 𝐀 𝐁𝐔𝐒𝐂𝐀𝐑𝐌𝐄 𝐘 𝐌𝐄 𝐃𝐈𝐉𝐎 𝐐𝐔𝐄 𝐔𝐍 𝐌É𝐃𝐈𝐂𝐎 𝐏𝐎𝐃Í𝐀 𝐕𝐄𝐑𝐌𝐄 𝐀𝐇𝐎𝐑𝐀.

Seguí a la mujer rubia con uniforme blanco hasta la habitación contigua. Me instruyó a sentarme y esperar al médico, asegurándome que estaría conmigo en breve.

Mi cabeza apenas sangraba, pero aún me sentía mareada. Afortunadamente, la iluminación en esta habitación no era demasiado brillante. Al igual que en la habitación de Coriolanus, pues solo había lámparas con todo amarillo y algunas velas iluminando la habitación. 

Miro hacia abajo a mis pies que colgaban del borde de la cama (debido a mi altura), y veo que mis tacones rojo brillante han pasado a ser casi completamente marrones. 

Es una lástima, realmente... eran mis favoritos y el par más caro. 

Antes de darme cuenta, la cortina se abre de golpe y entra un hombre con un característico abrigo blanco de doctor y una carpeta en la mano. Es casi diez o doce centímetros más alto que yo, con un cabello oscuro y una barba gris en la mandíbula. 

─ Marian Plinth ─analiza los documentos en su carpeta antes de volver a mirarme, luego frunce el ceño al ver el corte sobre mi ceja─. ¿Qué te pasó en la cabeza?

Trago saliva, aun sin estar lista para decir las palabras en voz alta. 

─ ¿Tu documentación no te lo dice?

Me analiza por un momento, preguntándose si debería indagar más. No lo hace. En su lugar, se acerca y se pone un par de guantes de látex azul. 

─ Voy a examinar tu cabeza un poco. ¿Te duele en algún otro lugar?

Asiento, colocando mi mano sobre la zona donde se encuentran mis costillas. 

─ Aquí me duele cuando respiro.

Él también asiente, tocando la piel alrededor de mi cabeza, examinando de cerca el corte.

─ Definitivamente, necesitarás puntos.

Luego señala con un dedo y ordena que siga ese dedo con los ojos. Lo hago, y siento un pinchazo doloroso en los lados de mi cabeza cuando miro demasiado a la derecha o a la izquierda. 

Luego, sin perder tiempo ni aliento, palpa donde he levantado mi camisa y la piel ahora está casi completamente morada y negra. Presiona sus dedos sobre el hematoma y siento dolor de inmediato. 

─ Ay, ay, ay...

Una vez que finalmente termina, se quita las gafas y las coloca en el bolsillo sobre su pecho.

─ Bueno, chiquilla... tienes un corte de 7 centímetros de profundidad, una conmoción cerebral y 2 costillas magulladas.

Suelto un suspiro, apoyándome lentamente en la silla detrás de mí.

Estoy agradecida de estar viva, ya sea que tenga las costillas magulladas y una conmoción cerebral o no. 

─ ¿Tienes algún padre al que pueda llamar?

Lo último que quiero o necesito es que llamen a mis padres. No quiero ponerles otra carga en los hombros ni usar más su dinero. 

Muevo la cabeza negativamente. 

─ ¿No puedes llamar a mi hermano?

─ ¿Tiene 18 años o más?

Asiento con la mirada, suplicante. Él frunce el ceño antes de finalmente aceptar. 

─ Está bien. ¿Él va a pagar por la visita?

Mis ojos se abren con preocupación. Ni siquiera había pensado en los costos. 

─ Vas a necesitar puntos, tendremos que sedarte o al menos, darte algún tipo de sedante...

Agito la cabeza rápidamente. 

─ Puedo con eso. No necesito ningún sedante. Solo... cóseme y me iré rápido. 

Él suspira. 

─ Podría meterme en muchos problemas legales si te opero sin un sedante adecuado. 

Una pequeña sonrisa se forma en mis labios porque sé que está a punto de ceder. Junto mis dedos y los paso por mis labios; mostrándole que estos están sellados. 






© 𝑭𝑨𝑰𝑺𝑻𝑺𝑳𝑼𝑽𝑹𝑹

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