❛ 𝘅𝘃𝗶𝗶𝗶. 𝖾𝗅 𝗁𝖺𝖼𝗄𝖾𝗋.




❛ 𓄼 CAPÍTULO DIECIOCHO 𓄹 ៹




CERRÓ LA PUERTA DEL UBER DE UN SUAVE GOLPE, observando con atención la estructura del lugar donde se estaba llevando a cabo la NONA, conteniendo los nervios en el interior de su estómago.

Se acomodó los tirantes del mini vestido; un diseño de falda plisada y escote fruncido de tono blanco brillante, envolviendo su mano en la correa de su bolso puesto en el hombro. Y caminó determinada a las enormes puertas, recibiendo a cada uno de sus compañeros entretenidos en lo suyo. Bailaban restregando sus cuerpos o saltando al ritmo de la música bajo las luces azules, inhalaban el humo de la marihuana o solamente fumaban un cigarro, otros bebían como si fuese haber una recompensa o intercambiaban besos apasionados y toqueteos.

Carmen buscó con la mirada a Rosita, desde la entrada pudo ver a la pelirosada recibir a los estudiantes. González se apresuró a llegar hacia ella antes de perderla de vista, su valentía tomando un impulso para llamar su atención, envolviendo sus dedos alrededor del brazo de la adolescente con delicadeza.

-¡Bebé, estás preciosa! -exclamó su contraria después de quedar cara a cara, analizando de arriba a abajo su vestimenta-. Luces como un ángel.

-Gracias, Rosita -se encogió con timidez-. Tú estás fabulosa. El lugar te quedó de puta madre; te dije que era buena idea seguir con los preparativos, ¿O no?

-Sí, sí, sí -la pelirosada rueda los ojos con una sonrisa de diversión-. Sabes todo de todos, pero admito que me sorprendí cuando me mandaste un mensaje para impedir que detuviera la NONA.

-Pensé que el show debía de continuar -levantó los brazos con inocencia, encogiéndose de hombros para mirar a su alrededor cuando se acabó el tema de conversación y una incomodidad cayó en ella-. ¿Has visto a Raúl o a Sofía?

-Eh, sí -esbozó una sonrisa pícarona, tomando un trago de su botella-. Raúl te espera en la azotea, yo que tú llevaría un condón.

-¡Rosita! -exclamó con la sangre subiendo a sus mejillas de la vergüenza, definitivamente no estaba interesada en hablar de ese tema con ella.

Antes de poder escuchar algo más de la adolescente, se giró a seguir su camino por las escaleras que llevaban a la planta de arriba, figurando por sí misma la entrada a la azotea.

Esperó por un minuto, con una mueca creyendo que Raúl ya estaría ahí, pero transformándola en una expresión de sorpresa a boca cerrada cuando lo vio llegar y aproximarse con inquietud.

-Aquí estás -suspira-. Mínimo dame una explicación, ¿No?

Carmen parpadeó en confusión, buscando algo en Raúl o el ambiente que le respondiera por su comportamiento.

-¿Qué?

-¿Neta? -apoyó sus manos contra el respaldo de una silla, dejando a la mesa de cristal interferir entre ambos-. ¿Te gusta nada más por lo que hizo?

-Estoy confundida, Raúl -murmuró con sinceridad, rodeando la mesa para acercarse a él, pero Raúl rodeándola por igual creyendo que era su intento por mantenerse alejada-. Creo que deberíamos relajarnos y dar un paso atrás.

-Escúchame -el ojiazul atrapó las mejillas de Carmen entre sus manos, juntando sus cuerpo a menos de un centímetro-. Escúchame. Tranquila. Carmen... Yo soy el hacker -reveló.

-¿Qué? -exclamó, separándose sorprendida-. ¿Por qué chingados me dices eso, Raúl?

-Sofía me lo contó -admitió, volviendo a tomar cercanía entre ellos, pero esta vez sus manos envolviendo con delicadeza el cuello de la castaña rubia-. Sientes cosas por Javier por lo que hizo como hacker, pero no es él, Carmen, soy yo.

-Raúl -murmuró su nombre incrédula, dibujando una expresión negativa-, yo no siento ni una mierda por Javier. No se por qué Sofía dijo eso.

-Porque sabía que él era el hacker -la azabache salió detrás del muro construido alrededor de la única puerta del lugar.

Carmen volteó a ella, el ceño fruncido sintiendo que se había perdido de algo.

-¿Cómo? -preguntó Raúl avanzando unos pasos para quedar hombro rozando con hombro junto a Carmen.

-❛ Las cosas fáciles no valen la pena ❜ -Raúl tiene una mueca divertida en sus labios. Carmen lo encara.

-No es la primera vez que escucho esa frase, ¿O sí? -cayó en cuenta, regresando sus pasos para sentarse en la silla con un aire abatido.

-No sé si te descuidaste o de verdad querías que te encontrara -de su pulsera desenredó una cadena, lanzándola a Carmen quien la atrapó desorientada-. El regalo del hacker. Después encontré la máscara. ¿Tú sabías que la contraseña más usada es el nombre de la mascota de la gente? -Sofía sonreía de por fin haber logrado desenmascarar la identidad del hacker, después de un arduo trabajo-. Esperaba más de ti, la verdad.

-Raúl... -González se levantó, y mientras Sofía toma distancia Carmen se aproxima al muchacho, a medida de eso su rostro perturbado cambia a uno colérico y decepcionado-. Lo único que debías de hacer era callarte el secreto, no revelarlo a la maldita Sherlock Holmes.

-¿Qué? -fue el turno de Sofía de fruncir el ceño, su sonrisa presuntuosa desapareciendo-. ¿Lo sabías todo este tiempo?

-¿Cómo? -León estaba más que sorprendido y despistado, retrocediendo para observar con atención el actuar de Carmen.

-Para empezar, no lo supe todo este tiempo -se encogió de hombros fingiendo una mueca inocente que no llegaba a sus ojos, puesto que estos expresaban la diversión por haber descolocado a su mejor amiga y pareja-, pero si quieren un cuando, el día de tu fiesta -señaló a Raúl con el mentón-. Tus ojos no paraban de mirarme, tus manos no paraban de tocarme, tus labios no paraban... Y toda la atención que de pronto dejaste caer en mí, me hizo dar cuenta de la verdad.

-Y decidiste guardar su secreto.

-Quería ver hasta dónde llegábamos con todo esto. Te voy a ser sincera, Sof -entornó los ojos hacia ella-, solo deseaba ser egoísta por una vez. Siempre doy y doy, ¿Pero cuándo era mi turno de recibir? Raúl fue quien lo hizo y por fin sentí que no debía pretender ser el condenado ángel que todos hacen de mí. No podía más con toda la hipocresía, las miradas, los chismes. ¿Recuerdas cuando volvimos? Solo dejaron de hablar en voz alta, para hacerlo a nuestras espaldas.

-Lastimó a mucha gente, Cam -afirmó en la pesadumbre, sin haberse dado cuenta de aquel sentimiento particular de su mejor amiga.

-Simplemente le doy a todo el mundo lo que se merece -cortó la conversación de las chicas, moviéndose hasta estar frente a ambas-. ¿No te acuerdas cómo eran antes? Fingiendo, jodiéndose unos a otros...

-Jodiendo nuestra salud mental -agregó Carmen en un canturreo.

-Y míralos ahora. Isabela no tiene que esconder nada. Todo el mundo sabe que Pablo es un pendejo. Que Natalia no es tan buena como todo el mundo pensaba. Hasta el pendejo de Gerry aprendió su lección -sus labios se hicieron una línea recta, restando importancia-. Además, Carmen fue mi inspiración -la castaña rubia mostró una sonrisa culpable, avergonzada por aquello.

¿Se arrepentía de darle una idea indirecta de hackear a los estudiantes? Sí, más de lo que admitía. ¿Pero se arrepentía de haber guardado el secreto para mantener su relación? No. No lo había pensado dos veces.

-Quería llamar su atención -se inclinó a ellas, sincerándose.

-¿Secuestrándonos? ¿No se te ocurrió algo más sencillo?

-Me sacaste un susto de muerte -reprime Carmen-. Yo no manejo esos temas con felicidad.

-Toda mi vida fue una puta mentira -cogió del brazo a la castaña rubia, apartándose a pasos de distancia de Sofía-. El único sentimiento real que he tenido es cuando estoy contigo -recogió un mechón de Carmen, acariciando su mejilla con el rozar de sus dedos e hipnotizando a la adolescente.

-Qué lindo -se burló Sofía en tono amargo, jalando de su amiga lejos del ojiazul-. Solo que llevaste las cosas un poquito lejos.

-Querían un mundo nuevo, sé que sí, Sofía. Donde todos fueran honestos de una puta vez -se mantuvo estoico en su lugar, mirando hacia el resto de edificios, volteando los ojos a ellas después-. Pues ya lo cumplí -caminó apresurado a Carmen y con una mano envolviendo su cintura empujó su cuerpo al de él, juntando sus labios en un movimiento desesperado.

-Pero primero vas tú -la pareja se separó, siguiendo la mirada de Sofía-. ¿Con eso tenemos? -descubriendo a Javier con un teléfono en manos.

-Más que suficiente.

-Hijo de puta.

-Puta madre -mascullaron Raúl y Carmen respectivamente.

-Felicidades, Raúl. Muy buen speech. Un poquito presumido -agregó, continuando con el sentimiento de superioridad por haber regresado al tablero de juego-. Pero está bien, forma parte de tu naturaleza. Carmen -unos ojos desilusionados cayeron en ella-, te lo advertí. Debiste escucharme.

-¿Tú qué chingados haces aquí? -el castaño da un paso a la derecha ocultando el cuerpo de Carmen de los ojos de Javier.

-Querías que se supiera la verdad de todos, ¿No?

-Vamos a ver qué piensan todos abajo -secundó Williams.

-¡Javier, no lo hagas! -exclamó Carmen en una orden, siendo tarde para negociar porque el muchacho ya había presionado el botón-. Mierda, mierda, mierda.

Raúl en aquel instante se soltó a golpearlo en la cabeza, el rostro y el estómago. Carmen se acercó intentando apartarlo, siendo detenida por Sofía sin querer arriesgarla a recibir un golpe. Pero la condición física de Javier lo hizo recuperarse a los segundos, golpeando por igual al ojiazul y dando un codazo a su nariz.

-¿Ahora sí nos metemos? Javier si lo mata -se cruzó de brazos, no tenían oportunidad de parar la pelea.

Hasta que Sofía encontró la oportunidad y agarró a Javier por la espalda del saco, obligando a Raúl a marcharse, el de cabello castaño oscuro deteniendo a Carmen de seguirlo.

-Javier, tienes que dejarme ir -tiró de su brazo para liberarlo. Williams miró a Herrera con duda, pidiendo su permiso-. No la mires a ella, es a mí a quien tienes agarrada. Necesito que me dejes ir, por favor. Lo siento, pero no puedo evitar mis sentimientos por él.

Sin embargo, esperó a que la azabache asintiera para aflojar el agarre que ejercía en la extremidad de la castaña rubia.

-No grabé que admitiste saber su secreto -detuvo entrelazando sus manos, indeciso-. Lo corté por tu bien.

-Gracias -una lágrima cayó de su ojo, afectada por aún recibir el apoyo de Javier después de sus acciones-. Lo siento mucho, por lo que hice, y lo que no. Eres un buen amigo, Javi, de verdad, perdón.

Por un momento, en el camino de seguir a Raúl a lo que ella creyó la salida de la NONA, un dolor retumbó en su cabeza y una falta de aire se hizo presente en su pecho, provocando que se tuviera que recostar contra la pared.

-No ahora, por favor -murmuró con la vista al techo-. No ahora -intentó calmarse, respirando hondo, reteniendo el aire por cinco segundos y expulsando el mismo después, repitiendo la acción hasta que la detuvo una pelea masiva que se desató al revelarse los secretos de todos-. Me lleva la chingada.

Se hizo paso entre empujones, manteniendo su bolso pegado a su torso hasta llegar a la descomunal puerta siendo Sofía y Javier quienes le pisaban los talones, posicionándose a su lado y siendo testigos de la confrontación entre Raúl y Gerry.

-No sabes lo que hiciste, ¿Verdad, cabrón?

-No pues explícame, cabrón. Tranquilízate, wey.

Carmen bajó la mirada al punto de ver el arma en la mano de Granda.

-Raúl, cierra la boca -advirtió, atemorizada.

-¡Contesta, puta madre!

-Gerry -paró Sofía.

-¡Eras mi puto amigo, cabrón! -exclamó, con un tono de voz bañado en cólera, cargando el arma.

-¡Gerry!

-Gerry, baja eso -pide Carmen, manteniendo los brazos extendidos a él queriendo calmarlo, estando a los pocos pasos en medio de los dos.

-¿Por qué hiciste eso, cabrón? ¡Luis ya no se levantó, hijo de puta!

-¡Carmen!

-¡Ya no se levantó del coma, cabrón! -su rostro adquirió un tono rojo furioso, debido a su agitación-. Y todo por tu puta culpa, cabrón. Por tu pinche jueguito de mierda, cabrón.

-Gerry, por favor, suelta la pistola -Carmen retrocedió, todavía frente a Raúl-. Neta, hablemos.

-¿Por qué lo hiciste, cabrón? No tienes nada que decir, ¿En serio?

-Raúl ni una puta palabra -giró su cabeza a él, lágrima tras otra cayendo por sus mejillas sonrojadas.

Los gritos se hicieron presentes, Javier se colocó a espaldas de Carmen y Sofía se mantuvo junto a ella.

-¡Habla! ¡Habla!

-¿Sabes cuál era su secreto?

-Raúl ni se te ocurra decirlo. ¡No lo pienses, por una mierda! -Carmen lo sabía, y lo único que provocaría era el caos total.

-Ni se te ocurra -secundó Gerry, amenazando con la punta del arma bajo su mentón-. Ni se te ocurra, pendejo.

-¡No, Gerry, no! Cálmate, cálmate -las palabras de Sofía fueron ignoradas, el ruloso manteniendo sus ojos sobre los de Raúl.

-Habla, pendejo. Habla, pendejo.

-Gerry, por favor. No lo hagas, no lo hagas -suplicó González-. Dame la pistola, por favor.

-Solamente te voy a decir que le gustabas.

-¡No! -el cuerpo de Carmen fue empujado cuando Gerry intentó ir tras Raúl, siendo Javier quien se cruza en su camino, recibiendo un disparo al abdomen-. ¡Javier! Oh, dios. Vas a estar bien, vas a estar bien -presionó sus manos sobre la herida para retener la sangre, sus ojos desorbitados yendo y viniendo entre la gente que había salido y Raúl que quedó paralizado-. ¿Qué mierda crees que haces, Raúl?

Carmen se levantó, agarrando los hombros del ojiazul con desesperación.

-Mírame, Raúl -ordenó perdiendo los nervios cuando él no lo hizo-. ¡Mírame! ¿No lo entiendes? Ya no hay vuelta atrás. Tienes que marcharte. Los secretos ya fueron expuestos. Todo ya está dicho y hecho. Cuando se pase el shock de lo de Javier, irán tras de ti. Vete.

Carmen no regresó junto a Javier hasta que Raúl se marchó en su motocicleta.

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