❛ 𝗶𝗶𝗶. 𝗌𝖾𝖼𝗋𝖾𝗍𝗈𝗌 𝖽𝖾 𝗅𝗈𝗌 𝖼𝗎𝗅𝗉𝖺𝖻𝗅𝖾𝗌.
❛ 𓄼 CAPÍTULO TRES 𓄹 ៹
CUATRO. Cuatro habían sido el número de los nuevos videos que fueron subidos a la página del hacker a la mañana siguiente, en la madrugada antes de clases, desatando los rumores y cuchicheos a través de los corredores horas después.
El primero, Raúl León. El video mostró selfies de Raúl con montonales de billetes en el fondo, joyas y productos caros, y cómo este los presumía. Al final, acusaban a su padre, el ex gobernador, de corrupto.
El segundo, Gerry Granda. El bully de la escuela buscaba en las páginas porno contenido gay, asumiendo que él era uno.
La tercera, Natalia Alexander. Mostraban las cuentas bancarias de la rubia, que había transferido el dinero destinado para la NONA —Noche Nacional— a la suya, comprándose bolsos costosos y así poder presumir y ganar estatus de popularidad.
Y el último, Pablo García. Infiel a su novia Isabela, mandando fotos y videos de su cuerpo al desnudo, con destino a una chica que él apodaba ❛ conejita ❜.
Acertó en las dos suposiciones que tenía, sintiendo el pesar porque revelar el secreto de Isabela no había servido de nada para salvaguardar sus secretos propios.
El período entre ellos y el resto de sus compañeros dentro del laboratorio fue la primera explosión. Hubo acusaciones, insultos, materiales que terminaron rotos, provocando que los involucrados fueran mandados a la dirección.
Carmen bufó siguiendo a Sofía, sintiendo la tensión de cada persona en aquel lugar. Al verla sentarse al otro lado de Isabela —y asumiendo que la de alta estatura quería su espacio— se sentó en el suelo con su espalda recargada en las piernas de Sofía. No tomaría lugar en el sillón junto a Gerry, Raúl, Pablo y Natalia.
—¿Qué hacen aquí? —pregunta Javier.
—Le dije a la maestra que era una vergüenza su manejo de la clase.
—Y yo dije ❛ hija de perra ❜ luego de arrojar mis cosas al suelo —terminó Carmen.
—Lo tartamudeó —corrige su amiga, divertida, y burlándose de su rostro ofendido.
—Oye, lo siento por no decir groserías a diestras y siniestras a los maestros —rodó los ojos, cruzándose de brazos con un puchero.
—Pero, ¿Por qué?
—Porque queríamos que nos trajeran para investigar ciertas cosas.
Pablo fue llamado a la oficina de Quintanilla, y Sofía a base de preguntas y comentarios, pudo saber que Isabela le dio pase libre al hacker para publicar aquellos videos de sus supuestos amigos.
Raúl, quién la eligió. Natalia, quién le robó el celular. Gerry, quién reprodujo el video. Y Pablo, quién la traicionó.
En el turno de Gerry por entrar, Carmen volvió del baño encontrándose solamente a Raúl en la pequeña sala de espera.
—¿Dónde están Sofía y Javier? —preguntó señalando el sillón.
León se encogió de hombros. —No lo sé. Solo se fueron.
La castaña rubia asintió, tomando asiento y poniéndose sus audífonos, intentando disuadir el incómodo silencio. Deseó no haber ido al baño para permanecer en compañía de Sofía o Javier, quién le comenzaba a simpatizar en grande.
De pronto, el espacio reducido en su lado derecho se sumió debido al peso de Raúl al sentarse repentinamente. Carmen volteó de reojo a mirarlo, frunciendo el ceño, descolocada.
Pasaron unos segundos entre la indecisión de Raúl y su actuar quitándole de un rápido movimiento el auricular derecho a Carmen, provocando que esta esbozara una sonrisa divertida, que ocultaba el susto.
—¿Te...? —carraspeó recuperando la voz—¿... Te molesta?
—Supongo que no —se encogió de hombros acomodando el auricular que se había caído.
Moments de Tove Lo se reproducía, ocasionando que Raúl soltara un suspiro fuerte que Carmen no pudo ignorar.
—Necesito paz —explicó el ojiazul—. Ya estoy hasta la madre de pensar.
—¿En qué piensas? —musita Carmen.
—En mi papá —Raúl sonrió, pero sin evocar felicidad.
Ella simpatizó con él, entendiendo su situación. —Mi padre tampoco se lleva el premio —insegura de lo que hacía, extendió su mano hasta entrelazarla con el adolescente, quién se sorprendió, pero no rechazó el contacto—. Ni siquiera mi madre, ella es peor.
—Gemma hace un buen trabajo —mencionó a su tía, recordando haberlas visto en el patio de su hogar siendo una verdadera familia solamente ellas dos.
—Y eso que antes era un desastre. En mi cumpleaños intentó hacer un pastel y por poco incendia la cocina —rieron al unísono recordando ese día, hasta que volvieron a la realidad—. Ese día, ¿Por qué tomaste las fotos?
—Se me hizo cagado. Bueno, ya vi que a él no... ¿Tus padres cómo están?
Carmen se encogió de hombros desviando la vista al suelo. —No lo sé. Hace días que no los veo. Están viviendo prácticamente en el hospital.
Raúl asintió proporcionando un apretón a sus manos. Carmen miró sus ojos, con sus cabezas recargadas en el respaldo del sillón, ella podía decir que lucía adorable y él admitía —al igual que todos— que ella era un ángel.
—Carmen —la llamada de Quintanilla la hizo levantarse del sillón en lo que Raúl se quitaba el auricular. El director los miró por sus alarmantes movimientos—. Pasa, por favor.
—Hasta pronto —se despidió con un ademán.
Tomó asiento en una de las sillas frente al escritorio y fue la primera en abrir la boca para hablar, sin querer recibir una reprimenda que solo le haría rodar los ojos fastidiada. —Siento mucho haber actuado así en clase —suspiró bajando la mirada, haciendo que él se inclinara a ella preocupado—, pero la situación en clases me agobió, eran muchos gritos y no pude evitar pensar...
La interrumpió sintiendo lástima por la adolescente. —Descuida, Carmen, lo entiendo. El semestre pasado, lo de Sofía y luego lo tuyo...
—Sí, exacto, la presión me llenó —fue su turno de interrumpir tensando su cuerpo, pretendiendo aún—. De verdad me arrepiento, no volverá a pasar. Usted sabe que soy buena alumna sin ninguna falta o conducta inadecuada —especificó, intentando librarse de cualquier castigo si le imponía uno, lo más rápido posible. Lo que dijo Quintanilla la llevó a través de recuerdos que prefería mantener en sus pesadillas.
—Lo hablaré con la profesora y todo quedará resuelto —el aviso tranquilizó a Carmen haciendo a su corazón latir con normalidad.
—Gracias, director Quintanilla.
—Puedes decirme, Miguel. Me conoces, Carmen, tu tía es la mejor amiga de Nora, no hace falta decirme director —Carmen asintió sin darle verdadera importancia a sus palabras, él no le agradaba ni un poco.
—Por supuesto, hasta luego —se apresuró a la puerta siendo detenida por el segundo llamado en el día de aquel hombre.
—¿Tú y Raúl...?
—Es mi vecino —espeta molesta por la intromisión a su vida personal, que sucedía desde siempre—. Metiche —susurra para ella saliendo del lugar con prisa, sin haber notado que Sofía, Javier y Raúl siguieron su escapada.
SU BLUSA Y SU PANTALÓN AJUSTADO CAYERON AL SUELO LUEGO DE RETIRARSE LOS TACONES, intercambiando esas prendas por unos shorts de algodón y una blusa suelta. Pulsó el botón de ❛ play ❜ en su computadora y su lista de canciones comenzaron a reproducirse en volumen promedio, para no importunar el trabajo de su tía.
Era el anochecer y Carmen revisaba sus redes sociales, dejando varios corazones en fotos de sus seguidos al igual que comentarios, charlando con Isabela tratando de animarla y ofreciendo su apoyo incondicional.
—Cam —la cabeza de su tía Gemma se asomó por entre la puerta cuando se encontraba tomando su medicamento, luciendo un semblante desconcertado y preocupado que reconocía a la perfección—. Ha venido a verte —susurró.
La chica dio un asentimiento. Gemma bajó los escalones seguida de Carmen, mostrando a Raúl en su sala de estar dando la espalda.
—Raúl —llamó. El mencionado gira para observarla y Carmen al verlo se aproximó a él, inquieta—. ¿Qué te ha pasado esta vez?
—Traeré hielo —avisó Gemma, saliendo de la sala.
—Estoy bien, no es...
—Por mis ovarios lo que vayas a decir, Raúl —posó una mano en su mejilla. Los dedos de la otra mano comenzaron a tantear la superficie violeta alrededor de su ojo—. ¿Qué te pasó?
—Me caí —respondió dubitativo—. Saliendo del baño —González le reprimió aquella mentira con la mirada, sin decir algo más.
—Carmen, toma —sus dedos envolvieron la tela, dejándola reposar sobre el golpe. Recibió una mueca de dolor por parte del chico.
—Solo tengo una pregunta —el ojiazul asintió prestándole su completa atención—. ¿Quieres ver una peli o salir al parque?
Raúl supo que Carmen jamás lo juzgaría, no después de lo que ella vivió el semestre pasado. Él sabía que Carmen —pese a no ser unidos aunque fueran vecinos— lo apoyaría, ayudaría y consolaría en lugar de sus amigos. Una vez más y todas las que fueran necesarias.
—Mientras no sea ❛ Diez Cosas que Odio de Ti ❜ —aceptó, suavizando su rostro.
—Ya quisieras, tú amas esa película.
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