❛ 𝗶𝗶. 𝗅𝗈𝗌 𝗉𝗋𝗂𝗆𝗈𝗌 𝗆𝖾𝗇𝖽𝗈𝗓𝖺.




❛ 𓄼 SEGUNDO CAPÍTULO 𓄹 ៹










introduciendo a . . .

𝗺𝖺𝗋𝖼𝗈 𝗺𝖾𝗇𝖽𝗈𝗓𝖺 ◜💀 ִֶ 🍸 ᵎ 𝗮𝗋𝖼𝖺𝗇𝗈
❛ ❏ 𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐨𝐲 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐚 𝐬𝐧𝐚𝐤𝐞 𝐭𝐨𝐧𝐠𝐮𝐞 ꒱





𝘀𝖺𝗆𝗎𝖾𝗅 𝗺𝖾𝗇𝖽𝗈𝗓𝖺 ◜🎈 ִֶ 🥊 ᵎ 𝗮𝗍𝖺𝗋𝖺𝗑𝗂𝖺
❛ ❏ 𝐭𝐡𝐞 𝐛𝐨𝐲 𝐰𝐢𝐭𝐡 𝐬𝐰𝐞𝐞𝐭 𝐟𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠𝐬 ꒱









EN SUS PANTALONES DE MEZCLILLA, una blusa de tirantes amarilla y unas zapatillas converse, recogió a Sofía del hogar del director Quintanilla -debido a la revelación del secreto de Sofía, los policías embargaron su casa al igual que sus pertenencias por haber cobrado el dinero del seguro después de la supuesta muerte de su padre- tocando el claxon tres veces antes de ver salir a su amiga por la puerta.

-Rápido, no quiero que me inviten a saludar -apresuró la morocha, colocándose los lentes de sol mientras desmontaba el techo de un botón-. Pero dime, ¿Qué tal es vivir con Quintanilla?

-Igual a como nos lo imaginábamos -ambas pusieron los ojos en blanco, de acuerdo-. Pisa el acelerador ya, o no llegaremos a tiempo -decidió dar el tema por terminado, moviendo sus ojos a la pantalla del celular para cronometrar el tiempo de ida.

Al instante, Carmen condujo a prisas para llegar a tiempo a sus clases, acatando la indicación. Ingresaron con sus audífonos y casco, mirando de soslayo a sus compañeros notando el comportamiento inusual en ellos.

Erráticos, incrédulos, asustados, cuando vieron el vídeo de Alex en ropa interior, atada de manos y pies y amordazada, una voz distorsionada diciendo que pagarían por la muerte de Luis, lo entendieron. Así que la buscaron, una vez de haberla encontrado transportando la conversación a los baños.

-Yo no sé -Alex acariciaba sus muñecas-. O sea, yo como que vi pelo, y no sabía si era mío. Y, aparte, me escribieron algo.

-¿Qué? -Alex se descubrió la pierna izquierda, mostrando a las mejores amigas lo escrito-. ❛ Vive mi infierno. ❜ -citó Sofía.

La de ropa deportiva de la institución se encogió de hombros. -¿Qué querrá decir?

Herrera y González se miraron, negando.

-Esto no tiene sentido -Carmen arruga el ceño-. ¿Por qué te atacó a ti? Tú nunca le hiciste nada malo a Luis. Te llevabas bien con él, ¿No?

La puerta de uno de los baños se abrió, callando la conversación hasta que la alumna se marchó.

-¿Qué pasó? -Alex dejó salir una temblorosa exhalación, ocasionando que tanto Carmen como Sofía la envolvieran en un abrazo.

-Por mi culpa Gerry mató a Luis. Yo fui la que le abrió la puerta a Gerry el día de la pelea. Cuando Quintanilla lo encerró en el salón yo fui la que le abrió la puerta.

-No pasa nada -tranquilizó Sofía por medio de palabras, Carmen optando por acariciar su cabello.

-Fue por mi culpa.

La azabache se separó. -Claro, está yendo por los posibles culpables.

-Después de clases fui a la biblioteca -continuó Alex, sin habérselo pedido-. Y, de repente, desperté amarrada en el piso. Sin ropa, con frío, yo no sabía qué me iba a pasar. Yo no sabía si me iban a matar.

-Oye, oye -Carmen subió su mano a la mejilla de Alex, enfocando su vista en ella-. Está bien, no pasa nada.

-¿Tomaste algo? -pregunta Sofía cuidadosamente, sin querer alterar los nervios de Alex.

-Me compré un café de la maquinita.

-¿Y lo dejaste solo?

-Fui al baño en algún momento, pero, ¿Y eso qué tiene que ver?

-Seguramente te pusieron algo -responde Herrera-. Hicieron exactamente igual con Darío y Ernesto. ¿Después te sentiste mareada o qué pasó después?

-Ya, ya no me acuerdo de muchas cosas -con su cabeza negando, dubitativa, Carmen la abrazó con firmeza.

-Está bien, deja te ayudamos a limpiarte eso.

EN LA HORA DEL ALMUERZO, el trío de amigos acompañados por Ernesto, Rosita y Darío, compartían teorías sobre quién podría ser el vengador, saltando en el aire que Luis podría estar vivo y detrás de todo aquello, o que su madre le había pagado a alguien para llevar a cabo la venganza, cuando un montón de gritos e insultos llamaron la atención de Carmen.

-¿Qué putos huevos te cargas, cabrón? -era Raúl, entrando cabizbajo-. ¿Estás idiota o qué?

-¿Pero qué chingados haces aquí? -el grito de Carmen se escuchó colérico, como si estuviese enojada con él por las mismas razones que el resto, cuando en realidad estaba furiosa por el regreso del ojiazul sin haberle avisado.

Fue en el momento en que le arrojaron comida y que Pablo lo arrojó al suelo que Carmen se giró a Ernesto y Darío, con un semblante serio. -Cien pesos a cada uno si lo cuidan el día de hoy.

Ernesto y Darío se miraron, asintiendo tan pronto como terminaron de analizarlo con miedo de hacer una contraoferta y perder el dinero que estarían ganando.

Los tres se precipitaron, Carmen lanzándose a la espalda de Pablo mientras los otros dos lo alejaban de León.

-¡Carmen, ya! -no notó cuando el maestro de educación física llegó-. Bájate de Pablo.

Hizo caso a sus ordenes, y tan pronto como se despegó de Pablo se puso de rodillas acariciando el rostro de Raúl.

-¿Estás bien? -el ojiazul asintió mudo, ganando un beso en la frente por parte de la morocha-. Tengo una camisa tuya, la busco y te la doy en el baño.

-Carmen tienes que regresar a clases -el maestro otra vez le habló, expresando empatía.

-¿No puedo quedarme con él? -suplicó.

-No, lo siento.

-Mándame mensaje, ¿Si? -se giró a Raúl quien ya estaba siendo escoltado a la oficina del director.

-Está bien -se despidió con un beso casto, perdiendo su tacto.

LA PAREJA GONZÁLEZ LEÓN SE ENCONTRABA DISCUTIENDO A MEDIAS, porque quien discutía era Carmen gritando lo idiota que había sido por regresar a la escuela como si nada hubiera sucedido, y por parte de Raúl este se mantenía callado dejando a la morocha expresar su descontento.

-¿Qué haces aquí? -Carmen rodó los ojos al identificar a la voz a su espalda, al voltear viendo a Sofía y Javier caminar hacia ellos.

-Ya llegó tu mascota -murmuró Raúl, la molestia floreciendo en él.

-Déjala tranquila, ¿No?

-Mejor quédate ahí, wey -detuvo al castaño oscuro extendiendo su brazo-. Ya conocemos tu tendencia a empujar gente.

-Por eso ya respondí y estoy muy tranquilo.

-Basta, los dos -desesperada por la discusión que podía llegar a escalar a una infantil y tóxica, buscó contacto con su mejor amiga para calmarse, envolviendo su brazo con el de ella-. Creo que no lo dejé claro antes, y me disculpo, pero Raúl sigue siendo mi novio. Es un pendejo por lo que les hizo, y está muy arrepentido, pero es mi novio. Nuestra relación no tiene nada que ver con lo qué pasó.

-Carmen, no...

-Gracias por tu preocupación, Javi -paró, regalando al muchacho una sonrisa dulce-, fuiste un chico maravilloso protegiéndome aún cuando no debías hacerlo, aún después de todo lo que callé, eres mi amigo y aprecio mucho tu opinión, pero mi relación con Raúl vas a tener que dejarla estar. Y mi amistad con Javier vas a tener que dejarla estar también, Raúl -el susodicho esbozó una mueca infantil, apartando la mirada-. Una vez dicho esto, iré a hablar con unos chicos que me deben un favor, así que te veo en el estacionamiento -se acercó a su pareja y lo besó, en el camino despidiéndose de Sofía y Javier.

Buscando por los pasillos y salones, preguntando a las personas que se topaban con ella, encontró a Marco y a Samuel, llegando a su automóvil.

-¡Ey, Marco! ¡Samuel! -se cruzó en su camino, quedando parada en medio de los dos con una sonrisa tímida.

-Pero si es la novia del hacker -se burló Marco, a su lado Samuel proporcionando un codazo a su primo por su indiscreción.

Carmen sabía que aquello no era un ataque por parte del de cabello oscuro, era simplemente su personalidad pesada y narcisista, que si se lo propusiera podría llegar a ser un bully hiriendo con sus palabras. Por el contrario a su primo, Samuel era un español que se mudó de intercambio tres semestres atrás, siendo considerado y amable, todo un osito de felpa.

-¿Qué tal, Carmen? -preguntó Samuel-. ¿Qué se te ofrece?

-Para empezar, me encuentro dos tres, pero aquí estoy. El porqué los busco es que necesito que me devuelvan el favor que les hice.

-Sabía que nos lo ibas a cobrar -se quejó Marco, rodando los ojos.

-Es un favor, Marco, por lo general se cobra -farfulló, instintivamente sus dedos yendo a sus anillos para jugar con ellos.

-Ignora a Marco, Cam, si está a nuestro alcance lo haremos -aseguró el español.

-Bien, gracias. Necesito que protejan a Raúl, especialmente de Pablo -quedó callada esperando una respuesta.

-Ah, ah. Ni loco -Marco negó con brazos y cabeza, arrugando el rostro con enfado-. No haré de niñera al pendejo que filtró los secretos de mis amigos.

-Oh, por favor -rueda los ojos, adoptando un gesto serio-. Ambos sabemos que no son tus amigos, el único que te agrada es Samuel. Vamos, chicos.

-Es complicado lo que nos estás pidiendo -Samuel se rascó la nuca, incómodo-. Sacó que me fui de España por la muerte de mi ex novia, y también, que Marco se la pasa rodeado de mujeres mayores.

-Y para seguirle de pendejo, en ningún momento fue un secreto. Yo decidí no irlo gritando a los cuatro vientos -chasqueó la lengua-. Ni siquiera lo vale el favor.

-Bien, entonces les pagaré -miró nerviosa a las espaldas de los adolescentes, sus ojos puestos en Raúl bajando las escaleras junto a Natalia, y siendo seguido por varios alumnos-. La mitad de un pago, tengo que cobrar el favor sí o sí, vamos. ¿Pueden hacerlo? ¿Aceptan?

Los Mendoza se miraron el uno al otro, antes de asentir y estrechar manos dando por firmado el trato.

-Bien, es hora de que entren en acción -ellos se giraron, viendo cómo Raúl preguntaba quién estancó la rueda de su motocicleta con una varilla.

Con los Mendoza, que con su complexión y fuerza podían igualar a la de Pablo, y con Ernesto y Darío, los golpes que le fueron dados a Raúl no pasaron a mayores, siendo capaz el ojiazul de mantenerse agarrado detrás de Carmen, después de haberle enseñado durante las vacaciones a conducir la motocicleta.

-Eh, Ernesto -le lanzó las llaves de su auto, enarcando una ceja, antes de marcharse sobre la motocicleta de Raúl-, cuida mi auto, y piensa dos veces antes de hacer con el o en el cualquier cosa.

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