Uno de octubre 2019
Lugar desconocido

En el ambiente corre una leve brisa gélida que hace que su piel se erice, aunque no le importa porque le recuerda que sigue estando vivo. Las hojas de los árboles se van tiñendo de colores cálidos y van cayendo al pasto, lo que le da a entender que el otoño ya está implantado en todo su esplendor. Los pájaros cantan de fondo y Jeongin piensa que la vida es bonita a menos que alguien te la destroce.

Se encuentra en el porche, sentado en las escaleras de madera. Minho le deja salir hasta ahí, para que no se agobie dentro durante mucho tiempo. Eso sí, debe estar acompañado de cualquiera de sus súbditos o él mismo. Ahora mismo Felix está a unos metros de él limpiando algo de ropa en una cubeta con agua. Hyunjin, más alejado, lo mira apoyado en un árbol. A Jeongin le incomoda que esas miradas vayan con otras intenciones. Si él fuera Felix, estaría muerto de miedo.

Y parece ser que Felix estaba pensando exactamente eso, también, cuando terminó y se acercó a sentarse junto a él.

— Tienes suerte de que Minho sea tu dueño.

Hyunjin parece no escucharlos, está lo suficientemente alejado como para solo vigilar que no se vayan muy lejos.

— Aunque es el más duro y temido... a ti te trata diferente. El último fue... horrible, espero que no termines así.

Jeongin retiró el cabello que tapaba sus ojos detrás de su oreja. Su pelo ha crecido demasiado, tanto que casi le llega a los hombros.

— Quizá lo dices porque tienes dos dueños —murmuró Yang.

— No —dijo rotundo—. Mis amos... ti-tienen algo malo en la cabeza —le sorprende que el propio Felix esté diciéndole aquello, con ansiedad y agobio en la voz—. Y conforme pasa el tiempo... siento que yo también me estoy volviendo loco.

Conforme pasa el tiempo. Se preguntó cuantos días llevaba ya retenido en ese lugar, siendo presa de un degenerado que le arranca la piel, le lame la sangre y disfruta viéndolo llorar cuando lo toma a la fuerza.

Su respiración comienza a ser errática cuando repara en que ha estado mucho tiempo en modo automático para poder sobrevivir, no dejándole a su mente pensar demasiado para no hacerse más daño, intentar sobrellevar lo que Minho le hacía para no acabar destrozado.

— ¿Estás bien? —Felix le pregunta preocupado al verlo llorar y su cuerpo temblando con leves sacudidas.

— Tengo que salir de aquí —susurró aferrándose a sus rodillas.

— No te escucho —le dijo acercándose.

Al levantar su cabeza, su mirada va directamente a Hyunjin, quien ladea la cabeza al notar que Jeongin está llorando y su rostro está rojo.

— Tengo que salir de aquí —dice con autoridad, lo que Felix se sorprende e intenta agarrar su brazo cuando se levanta de golpe.

Hwang ya está alerta y avanza unos pasos cuando Jeongin se dirige a él con decisión. Está llorando, pero también se siente furioso.

— Apártate —escupió el pelinegro.

— ¿Cómo dices, puta zorra? —cuestionó con burla, esbozando una media sonrisa.

— ¡Qué te quites! —gritó y después lo empujó con fuerza, pero para Hyunjin aquello eran cosquillas.

— ¿Adónde irás? —agarró sus brazos, inmovilizandolo.

— A mi puñetera casa —gruñó en su cara.

— ¿Con tu noviecito? —rió y a Jeongin se le fue el color del rostro, dejando de poner resistencia— Sabes que ya no te volverá a querer, ¿verdad? Mírate, estás completamente destrozado, tu piel está mutilada y ya estás usado sexualmente hablando. Asúmelo, él solo te quería porque eras un niño puro y ahora das asco.

Jeongin se perdió en aquellas palabras, sintiendo un dolor inexplicable en el corazón y sus ojos llorando a mares. Hyunjin ha sido terriblemente maligno con él, dando donde más duele, nombrando a Chris como un cualquiera. Quizá tenía razón, el inspector era mucho más mayor que él, pero siempre le hizo pensar que no quería hacerle daño y que no le importaba esperar. Lo que decía Hyunjin no podía ser cierto, no.

— ¡Jeongin! —Changbin salió al porche, llamando su atención. Lo había llamado dos veces más, pero estaba tan absorto viendo aquella sonrisa malévola del de cabello largo que no lo había escuchado— Minho quiere que vayas con él.