𝐓 𝐑 𝐄 𝐈 𝐍 𝐓 𝐀 𝐘 𝐒 𝐄 𝐈 𝐒


Veintiuno de abril 2007
PrayvilleBloodside


Minho, de diecisiete años, miraba por la ventana sin nada que hacer. Veía a los niños jugar con balones en la acera de enfrente, al lado de un parque. Está tan absorto mirándolos hacer algo tan banal que se asusta cuando escucha la puerta principal ser abierta y cerrada.

Su padrastro, al fin, había llegado. Estuvo un par de semanas fuera arreglando asuntos de trabajo. No especificó qué tipo de asuntos ni a donde iba, Minho sabía que tampoco tenía el permiso de preguntar esas cosas. Tampoco tenía permitido salir de la casa si no estaba el mayor. Pero lo importante era que ya estaba allí.

Minho bajó las escaleras de caracol de su antigua y oscura casa, reflejado en su palidez, ya que nunca le da el sol en la cara. Y sonríe cuando tiene a Jungsoo frente a él, sacando cosas de una pequeña maleta.

El mayor le mira y le sonríe, y eso es capaz de llenar el pecho de Minho, porque no suele ser muy afectivo con él.

— ¿Cómo has estado? —le preguntó su padrastro.

— Bien —un poco solo y aburrido en esta gran casa, nada del otro mundo—. ¿Has podido resolver tus asuntos?

— Sí. Por cierto, te he traído un regalo.

— ¿Un regalo? —cuestionó con curiosidad, acercándose más.

— Un recuerdo de Corea —sacó un tarro envuelto en papel de periódico.

Minho lo abrió con ilusión hasta que se topó con el interior: dos pares de ojos flotando en sangre. Jungsoo solía traerle detalles de sus víctimas como compensación por estar tanto tiempo fuera.

No le sorprendía para nada, pero pensaba que le traería algo normal comprado en una tienda.

El mayor rió al verlo desanimado y se levantó palmeando sus hombros.

— Y también vamos a hacer algo juntos.

— ¿Cuándo?

— Esta noche.

— ¿Qué vamos a hacer?

— Vas a cazar a tu primera presa —los ojos de Minho se abrieron con sorpresa—. Ya tienes diecisiete años, eres un hombre. Se acabó seguirme a todas partes y ver como descuartizo a los demás. Ahora te toca a ti, te toca seguir tu propio camino y elegir a tus propias víctimas.

Para Minho eso era como dejarle el negocio familiar, una responsabilidad tan grande que supone elegir a quien quitarle la vida y cuando.

— ¿Cree que pueda hacerlo solo?

— Claro que sí, eres mi hijo —sonrió enseñando sus amarillentos incisivos—. Te he enseñado todo lo que sé, estás preparado.

— Gracias por darme la oportunidad, padre.

— No me lo agradezcas, es más, tengo a alguien ideal para ti.


En otra parte, un niño de doce años es golpeado en el estómago haciéndole vomitar en el suelo. Su hermano mayor escupe en el suelo cerca de él y lo mira con asco.

— Ponte en la cama —dijo fríamente.

Jisung, de nuevo, lloraba y rogaba porque lo dejara estar por el momento. Ayer pasó de nuevo, un error suyo hizo a su hermano enfadar y tomarla con él. Ayer lo destrozó y hoy no podría aguantar más.

— Por favor —lloró inclinándose ante él—. Q-qué sea mañana.

— No, ahora. ¿Qué no entiendes, mocoso? —agarró su cabello arrastrándolo hasta el colchón. El pequeño lloraba y gritaba, llamaba a su madre en la habitación de al lado. Pero como siempre, ella no vendría a ayudarlo.

Encima, jura haber escuchado la conversación de sus padres cuando sus pantalones fueron retirados.

— ¡Le va a hacer daño! —gritaba su madre.

— Déjalo, mujer, el crío debe madurar.

— No de esta forma.

— Si sigues así, tendremos problemas.

Hasta ahí llegó la conversación. Jisung tenía la esperanza de que esta vez su madre irrumpiera y parara los actos de su hermano. Pero no lo hizo y Taeji iba a adentrarse en él hasta que tocaron el timbre.

Al principio no le hizo caso, pensando que sus padres irían a abrirle, pero la insistencia de la persona tocando a su puerta no le dejaba tranquilo.

— ¿Quién será ese imbécil? —preguntó bajándose de la cama y subiéndose los pantalones— No te muevas, ahora vuelvo —amenazó antes de salir de la habitación.

Jisung no se movió siquiera cuando la ventana fue abierta y un sujeto desconocido entró por ella. Era un muchacho joven, de cabello morado, algo que llamó la atención del menor.

Entró procurando no hacer ruido y sonriéndole.

— Hola, pequeño, voy a sacarte de aquí, ¿vale? —susurró, buscando la parte de abajo del pijama de Jisung— No hagas ruido y haz todo lo que te diga.

Jisung dejó que aquel chico le pusiera los pantalones y después le tendió la mano. El menor le miró dudoso.

— No dejaré que te vuelvan a hacer daño, debes confiar en mí.

Así fue como dejó que Minho lo cogiera entre sus brazos y salieran por la ventana con una agilidad impresionante.

Actualmente Jisung no sabe por qué se agarró al cuello de Minho aquella noche y dejó que lo llevara a su terreno. Solo puede decir que el futuro que le dió Minho era mejor que el que le deparaba al lado de su familia.

— Te pareces a una ardilla —comentó Minho sobando la espalda del pequeño Jisung, quien se estaba quedando dormido sobre su hombro mientras caminaban por el bosque—. A partir de ahora serás mi... mi ardilla.

— ¿Tu ardilla? —cuestionó somnoliento, disfrutando de esas leves caricias.

— Sí, ¿te gusta?

Jisung asiente antes de quedarse completamente dormido.











Este capítulo también tiene algo de relación con Seungmin, ¿han captado el qué exactamente?

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