𝐓 𝐑 𝐄 𝐈 𝐍 𝐓 𝐀


Trece de septiembre 2019
Lugar desconocido


Parecer ser que Jeongin a estas alturas ya ha aprendido la lección y se está amoldando a la idealización de la presa dócil y manipulable de Minho. Pero no es así. Solo quiere seguir vivo hasta que Bangchan lo rescate. No aparentar ser débil para que no le maten es el objetivo principal.

Cada ciertos días Minho le permite ponerse a su lado en la mesa y comer carne humana junto a los demás. Él lo hace despacio y disimulando las ganas de vomitar y llorar al hacerlo. No dice nada y lo hace. Todo por seguir vivo.

Tampoco sucede a diario, pero Minho suele reclamar lo que él denomina como suyo, es decir, él. Entra sin permiso en esa sucia habitación y sin articular palabra le quita la poca ropa que sigue manteniendo y lo somete entre sollozos contra el colchón. Al principio se resistía, pero conforme pasaban las semanas, hasta los meses, supo que si no se resistía, Minho ejercía menos presión y era un poco más sutil a la hora de tratarlo.

Cómo en ese preciso instante, donde el peli morado lo abrazaba por la espalda tras haber follado minutos atrás. Jeongin no hablaba, ni siquiera jadeaba o gemía como cualquier persona normal. Nada. En esos momentos su mente no estaba ahí con él, solo pensaba en Christopher y como se hubiera sentido que él le hiciera el amor. La única experiencia sexual que tiene es Minho y no ha sido nada agradable.

Tiene heridas por todo el cuerpo, unas están sanando, otras son abiertas de nuevo por diversión. Aún tiene secuelas de la paliza que le dió Hyunjin, como la visión borrosa, al menos en su ojo izquierdo, la cual va desapareciendo poco a poco, pero aún se mantiene.

Los gritos, sollozos y clemencias de los del sótano y Felix en la habitación de al lado eran rutina de cada noche. Y le da escalofríos reparar en que ya no puede dormir si no los escucha.

— Zorrito —susurró el mayor dejando algún que otro beso al azar sobre su hombro.

— ¿Qué? —susurró igualmente, su mirada fija en un punto en la pared frente a él.

— Te estás portando bien, sigue así...

Se le escapó una lágrima por la sien, cayendo por el colchón. Tragó saliva, nervioso.

— ¿Quieres venir con nosotros a cazar?

— ¿Puedo?

— Algún día. Pronto empezará tu entrenamiento y, después, podrás ser uno de nosotros, zorrito.









Hoy justo terminé una historia en borradores (paranormal, de skz) y no sé si subirla ya ¿¿¿¿

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