𝐃 𝐈 𝐄 𝐙
Diecinueve de julio 2019
Lugar desconocido
Cinco días llevaba ahí encerrado. No sabía dónde estaba, no podía ver más allá por la ventana que unos árboles. Probablemente esté en el bosque o quizá en una zona urbana con fauna alrededor, pero lo duda. Si estuviera en una ciudad o poblado, alguien tendría que haber escuchado sus gritos el día anterior cuando Minho le arrancaba la piel con los dientes.
Las heridas en sus hombros sangraban y estaba sumamente mareado. Cayó la noche y se obligó a permanecer en guardia, pero esa debilidad le hizo dormir unas horas. Estaba adolorido y si no curaba esos agujeros en su piel se iban a infectar.
Poco a poco fue descubriendo de dónde venía esa peste que caracterizaba a la habitación y que le daban ganas de vomitar. La madera (suelo y paredes) estaban manchadas de un líquido marrón y seco, es decir, sangre. Estaba por todas partes y el charco de su propia sangre que había bajo la silla de madera en la que estaba atado comenzaba a coagularse y desprender un olor rancio y apestoso.
Ojalá Chris lo esté buscando, porque no sabe cuánto más aguantará en ese lugar. Él confía en su novio y sabe que lo encontrará sea como sea.
La puerta de la habitación se abre y no le sorprende que sea Minho quien entra. Jeongin se ha fijado en cómo se comporta, parece ser el líder de los otros tres caníbales (ya le ha quedado claro que estos son los que secuestran a los adolescentes y se alimentan de ellos) y estos le obedecen en sus decisiones.
— Estás despierto —esbozó una media sonrisa mientras cerraba la puerta. Sacaba una llave del bolsillo y cerraba la puerta por dentro.
— No me hagas nada, por favor. Mis padres deben estar preocupados... Ellos no podrán pagar un rescate, no tenemos dinero —su labio temblaba mientras procuraba no ponerse a llorar de nuevo.
— No quiero dinero, ¿no entiendes? Encima eres retrasado.
Con fuerza y rapidez coge sus mejillas con una sola mano, asustandolo en el acto y sus ojos conectando. Jeongin pudo ver esa mirada vacía y sin vida calandole hasta lo más profundo de su ser.
Vio a Minho abrir las piernas y sentarse en sus muslos. Jeongin no pudo decir nada porque no entendía que estaba haciendo, pero tenía a ese hombre sentado en sus piernas y él no podía moverse.
— Debes aceptar que tu destino está en mis manos —su rostro perfilado se fue acercando al de Yang, pero este se fue alejando poco a poco con la respiración errática—. Zorro, no me lo pongas más difícil.
Agarró la nuca de Jeongin y atrapó sus labios con desespero y rudeza. El menor no correspondió y se vio asqueado por el contacto. La saliva del peli morado mojaba toda su boca y no dejaba de mover sus labios contra los suyos. Las quejas de Jeongin fueron ahogadas en ese beso salvaje.
Hizo fuerza en el agarre en las mejillas para abrirle la boca y adentrar la lengua, cosa que aprovechó Jeongin (como mero instinto) para morderle con fuerza la lengua. Minho gruñó de dolor separándose. Tenía la barbilla y boca llena de sangre, al igual que Yang.
Minho sonrió victorioso, saboreando con gusto su sangre. Sin embargo, a Jeongin le estaban entrando arcadas por el sabor metálico del líquido que no pertenecía a él.
— Trágate eso —exigió con altanería, cogiendo un puñado de cabellos y estirando la cabeza hacia atrás para que no pudiera escupir.
Jeongin negó con los ojos cerrados, simplemente no podía. Siempre había sentido repulsión por la carne en general y más si esta no estaba bien hecha.
— Dije que te lo tragues.
Minho lamió su barbilla chupando la sangre que caía sobre ella. Jeongin no pudo más, se zafó del agarre del mayor y vomitó en su lado izquierdo. Cuando se recompuso vio la mirada de asco que le daba el caníbal.
— Te portas muy mal, tendré que tener mano dura contigo.
Se levantó de sus piernas, agachándose frente a él para desatar sus pies. Gritó cuando sintió que aquellos pinchos desgarraban su piel cuando fueron apartados y más de lo mismo cuando sus manos fueron liberadas de igual forma. Jeongin quiso correr hacia la puerta, pero tenía las extremidades tan entumecidas que tropezó hasta que su barbilla estampó contra el suelo.
El peli morado rió a carcajadas, inclinándose a un lado y agarrando el cabello. Jeongin lloriqueó y suplicó que lo soltara, más no lo escuchó y lo arrastró hasta echarlo sobre el sucio colchón boca abajo.
— ¡No me toques! —vociferó intentando darse la vuelta y encarar a su agresor, pero este se sentó en su espalda y agarró sus brazos hasta atarlo con los mismos alambres al cabecero de hierro oxidado de la cama.
Jeongin se desgarró la garganta cuando los pinchos se clavaron nuevamente en las heridas abiertas de sus muñecas. Estaba tan ocupado compadeciendose del dolor en sus manos que no reparó en cuando Minho también ató sus tobillos a las patas traseras del somier.
— Me duele, pa-para... m-me portaré bien, lo juro —sollozaba con la cara pegada al colchón maloliente.
— Eso espero, zorrito, eso espero —murmuró con una sonrisa que el menor no pudo ver.
Oh, si supiera que aquello solo era el comienzo y no le estaba haciendo daño de verdad.
— ¿¡Q-qué haces!? —gritó alterado cuando su camiseta de manga corta beige fue rota por la parte de la espalda.
Le siguieron los pantalones, destrozados acabaron por cualquier esquina del zulo.
— Por favor, no, no... cualquier cosa menos eso, te lo suplico —imploró removiendose, una compresión inexplicable sobre el pecho que no le dejaba respirar.
Más sus súplicas fueron rechazadas cuando su ropa interior fue desgarrada y dejando su trasero e intimidad al aire. Entre sus lloriqueos escuchó el chapoteo obsceno de Minho masturbándose y jadeos escapando de su boca.
Sintió los laterales de sus piernas hundirse. Minho se apoyó con las rodillas en el colchón y guió su miembro a la entrada del menor.
— P-por favor, Minho... no quiero...
— Guarda silencio, zorro.
Poco a poco la hombría de Minho se fue haciendo paso en la cavidad de Jeongin, sin preparación alguna y desgarrando las paredes anales. El menor gritaba asustado y adolorido, algo se había roto dentro de él.
Ni siquiera tuvo piedad y algo de compasión por el menor debajo de suyo que no esperó a que se acostumbrara, sino que empezó a embestir contra el débil cuerpo, la sangre escurriendose entre los muslos internos de Jeongin.
En el siguiente capítulo aparece alguien de quién se han preocupado :3
Btw, así me imagino a Jeongin en el fic:
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