Capítulo 8
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Harry Potter está de vuelta.
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Hogwarts no solo era reconocido por ser el mejor colegio de magia y hechicería del continente Europeo, pues sus grandes terrenos de bosques se llevaban la atracción de los estudiantes.
Y es que lo que hacía más atractivo al bosque era el hecho de su prohibición, pues nadie estaba totalmente capacitado para entrar en él, ni mucho menos para volver sano y salvo.
Pero ese lugar se convirtió en el refugio momentáneo del trío de oro.
El sexto año del famoso Harry Potter en Hogwarts había iniciado de mala manera.
No solo por el hecho de que Draco Malfoy lo había golpeado y dejado en el suelo del expreso de Hogwarts, sino por la misión que el director del dichoso colegio le había encomendado.
En pocas palabras, debía ir en busca de horrocruxes.
Por los recuerdos del profesor de pociones del anterior año, Tom Riddle, como antes era conocido aquel mago tenebroso, había fortalecido 7 horrocruxes. La misión de Harry era simple: descubrir cuáles eran esos objetos y destruirlos.
Solo había un gran problema: no sabía por dónde empezar.
Fue entonces cuando un 12 de octubre de 1996, Albus Dumbledore y Harry Potter emprendieron un largo viaje en busca de aquellos objetos.
El primero, el Diario de Tom Riddle, fue destruido en el segundo año del famoso niño, aunque en aquel entonces Harry no sabía de aquello.
El segundo, el anillo de Sorvolo Gaunt, fue destruido por Dumbledore hacía tan poco unos meses atrás, pero como resultado le había quedado una maldición en su mano, la cual acabaría pronto con su vida.
Esa fue la razón que lo motivó a buscar el tercer horrocrux, el guardapelo de Salazar Slytherin.
El anciano le hizo prometer a Harry que debía volver a Hogwarts sano y salvo, y el niño cumplió su promesa.
El guardapelo estaba oculto en una cueva lejana, bajo la protección de cientos de Inferi, criaturas mágicas creadas como un ejército protector a base de cadáveres; y múltiples hechizos, como una puerta de entrada a la cueva que sólo se abría con sangre, y una barca que no era muy espaciosa.
Aunque el verdadero problema fue tomar el objeto.
El guardapelo estaba protegido por un líquido que evitaba que cualquiera lo tomase, y la única manera de acceder a éste era bebiéndolo. Fue el director de Hogwarts quien tomó del líquido, quien empezó a alucinar y ver cada uno de los momentos más dolorosos de su vida, deseando incluso la muerte, en vez de continuar tomando del líquido.
Se trataba de la Pócima de la Desesperación.
El chico y el adulto salieron con mucha dificultad de la cueva, sin saber que los problemas recién estaban iniciando.
Llegaron a Hogsmeade a través de un hechizo de aparición luego de superar a los Inferi de la cueva, pero una marca tenebrosa se mostraba brillante sobre el oscuro cielo de Escocia.
Todos en el pueblo estaban dormidos, por lo que al parecer nadie se había percatado de aquello.
Fue así como ambos Gryffindor tomaron unas escobas y volaron hacia el castillo.
Descubrieron que alguien en Hogwarts le había permitido la entrada a los Mortífagos, y todos los alumnos estaban encerrados en sus respectivas salas comunes para evitar que fueran atacados.
Claramente había varios estudiantes que deseaban participar en aquella batalla.
Un grupo de Gryffindor conformados por Hermione Granger, Ronald Weasley, Ginevra Weasley y Neville Longbottom, se unieron para combatir a los Mortífagos que intentaban entrar a su sala común.
Por otra parte, Dumbledore le pidió a Harry buscar ayuda, más precisamente, a Severus Snape, su profesor actual de Defensa Contra Las Artes Oscuras.
Pero aquello no fue posible debido a la llegada de un nuevo alumno, Draco.
El Slytherin desarmó al anciano con pesar, Harry seguía oculto y su cuerpo estaba siendo inmovilizado por Dumbledore para evitar la presencia de más personas en la torre de astronomía.
La teoría de que Draco Malfoy era un Mortífago fue real, el elegido vio en carne propia como el Slytherin se levantaba la manga izquierda de su túnica para demostrarle a Dumbledore que había sido él quien había dejado entrar a los encapuchados.
Pero él ya sabía aquello.
Parte de su plan era saber que Voldemort había ordenado a Draco una misión, matarlo; pero él sabía que no lo haría.
Bellatrix hizo presencia en el lugar, y su sonrisa se ensanchó al ver la postura de su sobrino.
La morena caminó por detrás de Draco y lo alentó a matar al anciano, pero en el preciso momento en que Harry pensó en hacer algo, la persona que esperaba por fin había llegado.
Pero Severus Snape también tenía órdenes.
Con la mirada, trató de advertir a Harry.
«Yo me haré cargo». Logró leer de sus labios, sin saber que iba a ser traicionado.
Segundos después, Harry vio en carne propia como la persona en quien Dumbledore había confiado, lo había traicionado y matado.
Casi al instante en que la maldición asesina cayó sobre el cuerpo del anciano a manos del profesor, varias pisadas lograron oírse, alertando a los Mortífagos presentes en el colegio.
Cada uno empezó a correr y atacar a cualquiera que se interpusiera en su camino, mientras algunos de los miembros de la Orden del Fénix luchaban contra ellos.
Harry corrió tras Snape, sintiendo un inmenso odio en su cuerpo, pero él tan solo era un estudiante, y Severus era un talentoso mago oscuro, así que no tuvo posibilidad alguna de atraparlo.
Después de algunas horas, el cuerpo de Albus Dumbledore fue encontrado por la profesora Minerva Mcgonnagal, siendo su piel más fría que un cubo de hielo por la falta de oxígeno en su sangre.
Pero Harry huyó.
No estaba listo para afrontar la verdad, después de todo, él también era culpable por no impedir la muerte de Dumbledore.
El azabache pasó horas lamentando sus malas decisiones, aunque a su lado seguían sus mejores amigos.
Todos los alumnos estaban en el patio, apuntando al cielo y lanzando chismas de colores, deseando el descanso eterno del anciano.
Las lágrimas de quienes eran más allegados al director no se hicieron esperar, sobre todo en el personal docente.
Harry Potter evitó salir, y por primera vez en esa noche, tocó el bolsillo izquierdo en su túnica, encontrando el guardapelo que había causado la muerte del director.
En el momento en que decidió mirar el objeto, la "S" enmarcada en él atrajo totalmente su atención. Y es que la peculiar letra siempre le recordaban las serpientes, más aún con esos diamantes incrustados.
—¿Harry? ¿Dónde has estado?
Y con esa pregunta de Hermione, Harry decidió que debía hablar con sus mejores amigos:
Les contó todo lo que sabía sobre los horrocruxes, las vagas ideas que tenían al respecto sobre cuáles serían, y las alocadas teorías para encontrarlas.
Las lágrimas de Hermione demostraban la gravedad del asunto, sobre todo al imaginar el horror que debió pasar su mejor amigo enfrentándose a esos Inferi.
—Hay que irnos. —Propuso Harry de la nada, subiendo a su habitación en busca de los objetos más importantes que tenía, entre ellos su capa invisible.
—¿Qué? ¿A dónde? —Preguntó Ron—. Tal vez debemos esperar a que las cosas bajen...
—¡No! —Exclamó Harry—. Ya no hay tiempo, ni oportunidades. Ahora solo quedamos nosotros.
—Harry...
—Pueden quedarse, si eso es lo que quieren. —Se dirigió a su mejor amiga—. No voy a molestarme con ustedes si así lo deciden, porque sé que esto es muy peligroso...
—No vamos a dejarte solo. —Pronunciaron al mismo tiempo—. Jamás.
Aquel gesto hizo que un reconocido calor invadiera el cuerpo de Harry, lo que motivó a seguir en su búsqueda.
—Tomen solo lo más importante. —Les avisó —. No vamos de excursión, mucho menos de paseo, si tiene algo que nos pueda ser útil...
—Eso déjamelo a mí. —Anunció la castaña—. Tengo algunas cosas desde hace un tiempo, ya saben... Por esta situación... —Se sonrojó, avergonzada.
—Es perfecto. —Dijo el azabache—. Ron...
—Hermione, ve por tus cosas, y vuelve tan rápido como una Nimbus 2001.
La castaña salió corriendo a toda velocidad hacia su habitación, cambiando su pijama color zafiro por una capa de viaje.
Buscó entre su uniforme una cartera, la cual había sido modificada para almacenar gran cantidad de cosas y pociones, y la guardó en su bolsillo, para luego correr hacia la habitación de los chicos.
—¿A dónde iremos? —Inquirió el pelirrojo.
—Al bosque prohibido, nadie nos buscará allí.
Los ojos azules del chico se abrieron a la par, obligando a mirar a su amiga para verificar que no era un mal sueño.
—Al... ¿Al bosque...?
—Si tienes otra opción, la escucho. —Lo interrumpió—. Además, solo será una noche, mañana a primera hora iremos a Hogsmeade y nos aparecemos en cualquier parte de Londres. Pero debemos salir ya de aquí.
—¿No le avisaremos a la profesora Minerva? —Cuestionó Hermione.
—¡No! A nadie. Ya no sabemos en quién podemos confiar y en quién no. —Dijo, refiriéndose al profesor Snape.
—Van a notar nuestra inasistencia...
—Va a ser demasiado tarde cuando lo descubran, pero si desean...
—Ni hablar, te ayudaremos en tu búsqueda.
—Bien.
Fue entonces cuando el trío de oro pasó más de cinco horas en las penumbras del enorme bosque, teniendo por sus vidas cada vez que sonaba una rama o una lechuza sobre sus cabezas.
Gracias a Merlín tuvieron suerte, y al día siguiente partieron al pueblo mágico para finalmente empezar su búsqueda.
Hermione propuso varios hechizos para cambiar sus apariencias, con tal de no ser reconocidos, pero no fue del todo necesario.
Absolutamente todos hablaban de lo ocurrido hace una noche, y de lo asustados que se encontraban por la muerte de Dumbledore.
Una vez que llegaron a Londres, el ambiente cambió.
Todo se sentía frío, lleno de tristeza y augurios.
No había muchas palomas como de costumbre, y las personas no estaban tan animadas como siempre.
La guerra también estaba afectando al mundo muggle de forma indirecta.
Los chicos se vieron obligados a viajar por varias ciudades cada vez que se sentían observados, lo que tal vez les llevó una semana.
Y allí todo empezó a irse abajo.
Siendo 22 de octubre de 1966, el Ministerio de Magia fue tomado por los Mortífagos.
Su Ministro fue cruelmente asesinado por nada más y nada menos que por Voldemort, quién tomó el poder absoluto a partir de ello.
Los chicos lo supieron por el último ejemplar de El Profeta, ya que Voldemort había ordenado su eliminación parcial para evitar más "inconvenientes."
El miedo de Ron aumentó considerablemente.
«¿Cómo estarán mis padres? ¿Mis hermanos están bien? ¿Algún día podré volver a verlos? ». Esos eran los pensamientos del pelirrojo al despertar, deseando profundamente que ellos estuvieran bien.
Hermione no obtenía respuestas de sus padres, y Harry se debatió entre si contarle lo sucedido a su padrino o no.
—No nos vendría mal su ayuda. —Le comentó Ron una mañana, luego de verificar que nadie los seguía.
—Eso pondría a más personas en peligro, y eso es precisamente lo que debo evitar.
En ese instante se encontraban en un bosque. Al ser temporada de otoño, las hojas naranja de los árboles caían en forma de notas musicales en contraste con el viento, y las ramas secas crujían bajo sus pisadas.
Harry tomó asiento sobre una roca, ideando una nueva manera de destruir el horrocrux.
Sacó el guardapelo de su túnica de viaje, y se quedó mirando la enorme "S" en busca de alguna respuesta.
Lo habían intentado todo, incluso se lo dieron de comer a una serpiente, pero ni siquiera así lograban dañarlo.
—¡Harry!
Hermione tomó asiento junto a él y le arrebató el artefacto.
—¡Hermione! ¿Qué haces?
—Ten cuidado con esa cosa.
A pesar de las palabras de los chicos, la castaña hizo caso omiso y miró el objeto.
—¿Qué ocurre?
—Parcel... Harry, di algo en Parcel.
El Parcel era la lengua de las serpientes, y eran realmente escasos los magos que lograban hablarlo.
Harry había adquirido aquel talento de forma extraña, ya que nunca lo había "estudiado", pero lo descubrió en su segundo año.
—Ya lo hemos intentado. —Recordó.
—Es cierto, pero no intentaste "comunicarte" con el objeto.
Tanto Harry como Ronald fruncieron el ceño.
—Solo di... Cistem aperio. Has intentado abrirla, pero no con un hechizo.
Aquel encantamiento era usado para abrir bruscamente un baúl, cofre, caja o jaula, así no era tan mala idea.
—Eish-Osh-Shs-Coss-Ash-Xan... -Esh-Cah-Ash-In-Ush.
Con un emotivo movimiento de varita, y poca energía, Harry apuntó al objeto cuando Hermione lo depositó en el suelo, y un estallido de luz blanca salió disparado desde la punta de la varita cuando se dirigió plenamente a la "S", imaginando a una serpiente en su lugar.
El objeto empezó a tambalear en su puesto, dando ligeros saltos como un saltamontes, hasta que éste se abrió.
Aquella no era la reacción esperada, sobre todo cuando un pedazo de papel fue dejado al descubierto.
—Es falso.
—¿¡Qué!?
—Es falso...
Hermione tomó el trozo de papel en sus manos, a medida que Harry tomaba el guardapelo.
Al Señor de las Tinieblas.
Sé que estaré muerto antes de que leas esto, pero quiero que sepas que fui yo quien descubrió tu secreto. Robé el Horrocrux genuino e intentaré destruirlo tan pronto como pueda. Me enfrento a la muerte con la esperanza de que, cuando enfrentes tu destino, serás mortal una vez más.
- R.A.B.
La castaña elevó lentamente su mirada, encontrando a sus mejores amigos con el ceño fruncido.
—¿R.A.B? —Ron empezó a dar vueltas—. ¿Dónde he oído esas siglas?
—¿En el Ministerio? —Indagó Hermione—. Tu padre pudo hacerlo mencionando...
Harry, por su parte, formó un puño con sus manos hasta que sus nudillos se pusieron blancos.
«¿Entonces Dumbledore murió en vano?». Se preguntó a sí mismo.
—R.A.B...
—No tiene sentido, Hermione. —Le decía Ron—. Papá nunca mencionó algo así...
—Esto no va a tener un final bueno para ninguno de nosotros. —Intervino Harry—. Es nuestro fin.
—¿Qué? ¡No! No puede ser el fin...
—¿Es que no ves la gravedad de esto, Hermione?. —La desafió con la mirada—. El Ministro está muerto; los tres somos buscados por todo el mundo mágico, incluso están dando una oferta de tres mil galeones por el paradero de cada uno de nosotros; y por si fuera poco, este guardapelo es más falso que las historias de Lockhart...
Ron soltó una carcajada estruendosa, sabiendo que era verdad.
—¡Harry! —Interrumpió Hermione—. ¡Lo tengo!
La castaña se levantó de su asiento improvisado y se posicionó frente al azabache.
—El hermano de Sirius.
—¿Qué pasa con él?
—Se llama Regulus...
—Ay Hermione, si te gustó el hermano de Sirius, te recuerdo que es mayor...
—¿Qué...? ¡Por Merlín, Ronald! —Exclamó, ofendida—. Leí estas siglas en una de las habitaciones de la casa, ¿recuerdan la habitación en la que Harry aseguró ver unos pies?
—Sí...
—R.A.B... Regulus A Black, está más que claro.
—¿Y tú teoría es acertada porque...?
—A ver, ¿recuerdan que Sirius mencionó que él y su prima Alya estaban muertos?
Ambos chicos asintieron.
—Y ese día, en La Sala de Misterios, todos quedaron asombrados al verlos, incluso oí a Ojoloco decir que se veían tal cual que en los años que habían desaparecido.
—Oh, lo recuerdo. —Comentó Ron—. Harry fue detrás de Sirius, Bellatrix y esos dos... Y Tonks mencionó que no tenía sentido...
—¡Exacto! Ellos saben de esto más que nosotros.
—¿Y qué propones? —Preguntó Harry.
—Debemos ir a la mansión Black, buscar la manera de contactarnos con ellos y preguntarles sobre los horrocruxes.
—¿Crees que lo sepan?
—Tengo la teoría de que han viajado en el tiempo.
—Hermione... —Ron la interrumpió—. Todos los giratiempos fueron destruidos.
—No en 1979, ¿o sí?
—¡Eres una genio! —Exclamaron los dos muchachos, sintiendo ganas de abrazar a la chica.
—Lo sé. Pero hay algo más.
—¿Qué?
—Recuerdo haber tirado un objeto parecido a ese. —Señaló las manos de Harry.
—¿Y dónde lo dejaste?
—No lo sé... —La chica se sonrojó—. Molly los guardó en una bolsa y...
—¡Mundungus! —Gritaron todos, al mismo tiempo.
—Ese miserable... Hay que ir tras él.
—¿Cómo sabremos dónde está?
—Es muy fácil, una vez oí a Fred y George decir el lugar donde Mundungus se refugiaba.
—¿Y qué esperamos?
—Suerte, Hermione. Esperamos tener suerte.
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Y fue precisamente eso lo que le faltó al grupo de amigos. Suerte.
—Una mujer del Ministerio, Dolores Umbrige, lo ha comprado. —Fueron las palabras del hombre de baja estatura.
Los tres chicos se encontraban frustrados. Más de cinco noches habían pasado desde su conversación con Mundungus, y no fue sorpresa cuando casi fueron capturados por los Mortífagos una vez que salieron de aquel lugar.
—Maldito traidor. —Repetía Ronald cada noche—. Casi nos atrapan...
—Creo que es hora.
—¿Hora de qué?
—Debemos volver a la Mansión Black. —Mencionó Harry—. Debemos averiguar qué es lo que saben Sirius, Regulus y Alya. Estoy seguro de que se traen algo entre manos, Sirius está muy "quieto" para ser él.
—Bien, entonces...
Los tres amigos se tomaron de las manos, listos para hacer su aparición en Grimmauld Place.
Verificaron que no hubiera nadie que pudiera delatarlos, y avanzaron a las casas 11 y 13.
Frente a ellos, las paredes que unían ambos hogares se separaron, las escaleras se alargaron y poco a poco fue apareciendo el número 12 de Grimmauld Place.
—Sus varitas.
Los tres muchachos subieron los peldaños con su varita en mano, repasando en sus mentes algunos hechizos, por si debían atacar.
La puerta se abrió mucho antes de que Harry pudiera tocar, viendo el rostro de una mujer no muy mayor a él.
—¿Harry Potter?
La mirada de la otra castaña era de curiosidad absoluta, y detrás de ella fueron apareciendo sus dos primos.
—¡Harry!
Sirius extendió sus brazos para recibir al muchacho, soltando un suspiro de alivio al ver que el chico estaba vivo.
—Merlín Santo... Pasen, por favor.
Tanto Ron como Hermione fueron juzgados bajo la mirada atenta de Regulus, quién parecía detectar algo en ellos.
—Necesitamos hablar, Sirius.
—Oh, créeme que sí. —Respondió el mayor—. Hay mucho por hablar, pero antes... ¡Kreacher!
Un sonido marcó la llegada del elfo de la familia Black en el pasillo del recibidor, quién lució un poco enojado.
—El mestizo, el traidor a la sangre y la sangre sucia han vuelto...
—¡Kreacher! —Gritó Sirius—. Haznos el favor de servir algo para comer, los pobres deben tener mucha hambre.
El elfo acató la orden, pero se fue refunfuñando hacia la cocina.
—Regulus, vas a derretirlos con la mirada. —Alya se burló de su primo menor—. Ya cambia tu genio, te pareces a...
—Ni se te ocurra mencionarla.
Un silencio cortante se formó en ese momento, el cual fue interrumpido por los sonidos que producían los chicos mientras devoraban unos dulces que descansaban sobre una mesa.
—Será mejor avanzar al comedor. —Intentó evadir el tema—. A menos que quieran oír los lamentos de Kreacher.
«¿Por qué Kreacher se lamentaría?». Se preguntaron los jóvenes.
—¿Qué pasó con el cuadro? —Preguntó Hermione—. Recuerdo que aquí había una mujer... La madre de Sirius.
—Oh, no querrás saber lo que ocurrió —Respondió Sirius, evadiendo la pregunta de la chica y llevándolos a otro lugar.
Y es que el reencuentro entre el cuadro de Walburga Black y los Black no fue tan emotivo como se esperaba, y éste había acabado una manera que nadie veía venir.
★☆
El reencuentro entre el cuadro de Walburga y Regulus había sido un suceso bastante peculiar.
Alya se encontraba recorriendo la mansión Black a detalle, y se sorprendió al encontrar que muchas cosas seguían igual que la última vez en que había pisado aquel lugar.
Vio una marca hecha por ella misma en una reunión de la familia cuando tenía 12 años, y sonrió al recordar la cara de horror de Narcissa. Aunque aquel gesto fue borrado inmediatamente de su rostro.
Sirius se encontraba durmiendo ese día, mientras el elfo preparaba un asombroso banquete de bienvenida para sus amos.
Regulus, en cambio, prefirió quedarse en la biblioteca de la Mansión.
Aún le resultaba extraño estar de vuelta en el lugar donde fue criado, por lo que, con cada paso que daba, el Slytherin sentía que recibía un recuerdo; unos alegres, otros no muy agradables, pero prefirió quedarse en la biblioteca y leer sus apuntes.
Maldiciones, trucos y magia negra, aquello era lo que contenía aquella libreta.
Lo único diferente eran las notas finales, en las que Regulus trataba de recordar algo que le diera algún indicio de que el Señor Oscuro había estado "diferente".
Obviamente no encontró nada, así que salió de la biblioteca con mucha frustración, sin percatarse por donde iba.
—¡Cuida tu caminar!
Regulus enderezó el cuerpo al oír una voz bastante reconocida, incluso pudo sentir que su corazón latía con más fuerza.
—¡Sea quien sea! ¡Exijo que salgan de mi casa! ¡Malditos todos!
Regulus caminó lentamente hacia un retrato que se encontraba cubierto por una manta roja. «No recuerdo este cuadro» Se dijo mentalmente.
Irónicamente, las manos del chico se encontraban inquietas, esperando alguna instrucción para levantar la manta.
—¡Sirius! ¡Maldito traidor! —Repetía la voz femenina—. Juro por toda mi sangre que, de seguir viva, te estarías revolcando en el...
Regulus finalmente destapó el cuadro, y su sorpresa fue mutua.
—¿Madre?
El frío rostro de una mujer morena se quedó paralizado, analizando a la nueva persona que estaba frente a ella.
—¿Regulus? Por Merlín... ¡Regulus!
De pronto, la casa empezó a temblar.
Las luces se encendían y apagaban sin cesar, el suelo parecía reclinarse de un lado a otro, lo que obligó a todos los presentes en aquella casa a buscar la razón por la cual sucedían las cosas.
—¡Sabía que volverías algún día! —Gritó la mujer—. Ya era hora... Alguien debe sacar a Sirius y toda esa banda de traidores de esta honorable casa.
Regulus seguía sin articular alguna palabra, incluso no podía moverse.
—Ojalá Orión te viera, te ves tan... ¿Igual?
Una risa hizo que Regulus se volteara, dejando a la vista a su hermano mayor.
—Debes preguntarle por los productos que usa tu hijo. —Mencionó Sirius—, míralo, sigue igual de jovencito.
En el rostro de Walburga se dibujó un gesto de disgusto, y luego empezó a gritar:
—¡Qué esperas para sacarlo! ¡Regulus, has algo!
—¿Me pregunto por qué Orión no tiene su propio retrato?
—¡No menciones a tu padre!
—¿Saben por qué la casa está temblando?
Una nueva persona se había sumado a la escena, por lo que la furia del retrato de Walburga aumentó considerablemente.
—¡Dos traidores! —Exclamó, horrorizada—. No, no, no...
—Oh, eso lo explica... ¡Hola tía!
—¡Insolente!
El grito de la matriarca hizo que toda la casa volviera a temblar, obligando a todos los presentes a sostenerse de algo para evitar que cayeran al suelo.
—¡Marginados! ¡Desterrados! ¡Traidores! ¡Deberían...!
—¡Madre! ¡Ya basta!
El grito de Regulus dio por finalizada la sacudida del hogar, ganándose una mirada distinta por cada Black presente.
—Exijo que los saques de esta casa, Regulus.
—Me temo que eso no será posible. —Respondió Sirius—. Arreglamos tus errores, es justo que estemos aquí.
—¿Errores? ¡El mundo está hecho pedazos! —Exclamaba la mujer—. Menos mal El Señor Oscuro está tomando represalia contra todos esos Sangre Sucia y Traidores...
—Acabaremos con ello. —Alya se atrevió a desafiar a su tía, sintiendo mucho nerviosismo—. Te lo aseguro.
De pronto, la mujer estalló en carcajadas.
—¿Ganarle al Señor Oscuro? ¿En qué fantasía vives? —Volvió a reír—. Nadie nunca va a derrotarlo... Él se ha preparado para este momento toda su vida.
—¿Y qué me dices de esa famosa profecía?
—Son inventos de gente como ustedes. —Walburga hizo un gesto de desagrado—. Gente llena de miedo... Ilusos que creen que un niño inexperto derrotará al mejor mago de la historia.
—No, no somos miedosos.
—¿No? ¿Y por qué usar a un niño para derrotar al Señor Oscuro?
—Yo tengo una mejor pregunta: ¿Entonces por qué Quién tú sabes fue tras un niño que apenas podía gatear? ¿Tanto miedo le tenía a un bebé? Porque si no hubiera sido así... ¿Qué necesidad tenía de matar a un bebé?
Walburga eliminó su sonrisa triunfal ante las palabras de Sirius, y optó por volver a su gesto usual.
—¡Fuera de mi casa!
—Ahora la casa es de Regulus. —Intervino la chica—. Que sea él quien nos pida irnos.
Y en ese momento, Regulus deseó realmente estar muerto.
—Regulus, saca a los desterrados de mi casa.
¿Pero qué opciones tenía Regulus?
Fácilmente podría excluir a su hermano y prima de la misión, él se quedaría con todo: la mansión y la herencia; ¿pero qué sentido tenía todo eso? Si al final, iba a necesitar de toda la ayuda posible para derrotar al Señor Oscuro.
Además, su madre no estaba realmente viva...
—Ellos se quedan.
El rostro de Walburga Black se llenó de preocupación y miedo.
—Pensé que el de las bromas era tu hermano, Regulus...
—Hablo de forma entendible, madre.
La mujer negó rotundamente la petición, mientras los otros dos Black sonreían con triunfo.
—No Regulus... Tu no... No seas como ellos...
—No soy igual a ellos.
«Soy mejor». Se dijo a sí mismo.
—Demuéstralo.
—No hay nada que mostrar, ellos se quedan.
—¡No! ¡Yo no te crié para esto!
—En eso tienes razón, no fui criado para esto... Pero las circunstancias ameritan mi cambio.
—¡Regulus! ¡Debes retractarte! ¡Ahora!
—No sabes lo que en verdad está pasando.
—Yo lo sé todo... Sé lo que buscan... Sé lo que necesitan para destruirlos... Pero jamás van a descubrirlo.
«¿Así que Walburga sabía de los horrocruxes?». Pensaron los tres Black por igual.
—Morí con honor, y así pienso quedar.
Walburga sonrió con aires de superioridad ante la confusión de los Black menores, y eso le dio una idea.
—Te exijo que nos digas lo que sabes.
—Oh, no, Regulus. —Walburga sonrió—. Tuviste la oportunidad de saberlo todo, pero ni siquiera así pudiste verlo.
—No.
—¿Qué dices?
—No lo sabes. —Regulus se atrevió a desafiar a su madre con la mirada—. De ser así, no estarías reprochando esto. Mil veces preferirías cortarte la lengua, antes de traicionar a tu amo.
—Cuida tu tono.
—Cuida tus gestos.
Un extraño sentimiento invadió el cuerpo de Regulus. No sabía si era odio, terror, compasión o vergüenza.
¿Eso era lo que había experimentado Sirius al desafiar a su madre a los 15 años?
—Después de todo, veo que no eres tan diferente a Sirius.
Sin pensarlo, el cuadro de la mujer empezó a arder en llamas, acabando con el sepulcral silencio del momento.
Todos se quedaron estáticos, mientras el cuadro se calcinaba y la mirada de horror de la mujer quedaba oculta bajo las llamas.
Ningún Black podía moverse, y no era porque no querían salvarlo, simplemente parecía haber algo que les impedía avanzar.
¿Acaso Walburga aún conservaba sus trucos?
El cuadro se hizo cenizas rápidamente, y el sentimiento de culpa invadió a Regulus.
—Hiciste lo correcto. —Le dijo su prima.
—No, hice lo necesario para mantener a salvo nuestra misión.
—¿Qué dices?
—Ella podía mantener contacto con cualquier otro cuadro de los Black... Fácilmente podría vender nuestra información.
—¿Quieres decir que...?
—Ella no estalló en llamas. Yo quemé el cuadro.
★☆
Una vez que tomaron asientos, Kreacher hizo aparecer algunos platos de comida, y cada uno de los chicos empezó a devorar el resto de la comida con prisa.
—Más lento chicos, se pueden atorar.
Pero el hambre de los tres amigos era sumamente grande. Tenían al menos un mes que no había comido como era debido.
Entonces, los mayores esperaron a que acabasen de comer para hablar de lo más importante.
—Debemos hablar.
Harry, quién estaba sentado al frente de Sirius, asintió.
—Lo sé.
—¿Sabes que el Ministerio es controlado ahora por quién tú sabes? —Preguntó Regulus, iniciando el interrogatorio.
Los tres chicos asintieron.
—¿Y qué Hogwarts tiene de director a Severus Snape? —Cuestionó Alya.
—¿Qué?
—Entonces no están al tanto de todo. —Dedujo Sirius—. Pues bien, para ponerlos al corriente: Snape está jugando el papel de director en Hogwarts, Quién ustedes saben nos busca para matarnos, pero nosotros por el momento queremos saber algo de ustedes, y es: ¿Qué saben sobre los horrocruxes?
Hermione y Ron abrieron los ojos, sorprendidos por la forma en que Sirius se había dirigido a ellos.
No lo hizo de forma graciosa o animada, tal cual lo había hecho hacía pocos meses; Sirius Black se veía diferente, actuaba de forma muy seria, incluso se podía notar un pequeño hilo de miedo entre sus ojos grises.
—¿Qué es lo que saben ustedes de los horrocruxes? —Contraatacó Harry.
Regulus sonrió, convencido de muchas cosas.
—¿Qué sabes sobre los viajes en el tiempo?
—¡Lo sabía! —Exclamó Hermione—. Ustedes han viajado en el tiempo.
—Te dije que la chica era inteligente. —Sirius señaló a su hermano.
—Será mejor contestar las preguntas de una en una. —Intervino Alya—. ¿Qué les parece si mejor hablamos de los horrocruxes?
Todos asintieron.
—Bien, se preguntarán por qué estamos aquí. Pues para empezar, mi primo y yo hemos usado un giratiempos para viajar al futuro, impedir que Vol... Que El Señor Oscuro llegue al poder.
—Ya está en el poder.
—Es por ello que hay que sacarlo de allí.
—¿Cómo?
—Hay que matarlo.
Para sorpresa de todos, Harry soltó una risa sarcástica.
—Me temo que es imposible.
—¿Por qué? Sabemos dónde está el horrocrux que lo mantiene vivo.
—Me parece que no saben mucho, entonces.
—¿A qué te refieres, Harry? —Preguntó Sirius.
—Ustedes hablan del guardapelo, pero yo busco siete horrocruxes.
Y esta vez, fueron los tres Black quienes abrieron los ojos a la par.
—¿Siete?
—Merlín...
—Esto es peor de lo que imaginaba... —Comentó Alya.
—¿Cómo sabes que son exactamente siete? —Interrogó Regulus.
—Dumbledore y yo hemos estado buscando y destruyendo horrocruxes —Dijo—. Hasta el momento solo sabemos que son siete, de los cuales solo se han destruido dos.
—Pero Dumbledore murió.
—Sí, y por esa misma razón es que sigo en su búsqueda. No puedo dejar que esto siga avanzando.
—¿Por qué no me lo dijiste? —Preguntó Sirius—. Creí que confiabas en mí.
—Entiende que ya no puedo confiar en nadie, es más... —El azabache miró a los mayores—, ni siquiera sé por qué les he contado.
—Porque sabes que sabemos del tema.
—Y porque sé que has destruido el guardapelo falso.
—¿Cómo...?
—No soy incrédula, niña —Regulus respondió la pregunta de Hermione—. Tengo en mi poder algo que me avisó cuando abrieron el objeto, por algo les costó mucho abrirlo, ¿no lo creen?
—¡Dumbledore murió en vano por su culpa! —Gritó Harry, levantándose de la mesa y mirando con enojo al Slytherin.
—De eso se trata la guerra, de pérdidas en batalla.
—¿Sabe usted lo que nos costó aquella gracia?
—Lo sé perfectamente. —Dijo, mirando atentamente al muchacho.
—No, lo dudo...
—¡Yo morí ocultando ese estúpido guardapelo! —Gritó, finalmente—. ¿Acaso crees que fue fácil para mí?
Harry fue obligado a sentarse, esperando a que el Slytherin continuara.
—Alya, cuéntale al muchacho cómo casi morimos.
—No es necesario...
—¡Entonces lo haré yo!
—¡Regulus, basta! —Le pidió su hermano.
—¿Sabes cuáles son los otros objetos? —Intervino Alya, evitando que su primo menor volviera a hablar.
—No todos, pero sí.
—Te ayudaremos.
—No, Sirius. Dumbledore me encomendó esta misión...
—Pero nosotros viajamos en el tiempo precisamente por esto. —Volvió a decir el Slytherin—. Así que vamos a ayudarte, quieras o no.
A Harry no le quedó de otra más que quedarse callado.
—Sabes muy bien que acabaremos con esto si nos unimos, Potter.
—Pero antes hay que deducir cómo destruirlos.
—Eso es fácil, en teoría. —Intervino el pelirrojo.
—Te escuchamos.
—Harry destruyó el primero, un diario, con un colmillo de Basilisco.
—¿De dónde has sacado eso? —Preguntó Alya.
—En nuestro segundo año un Basilisco amenazó a la gran mayoría de hijos de muggles, y fue derrotado por Harry.
—¿Sigue en Hogwarts? ¿El cuerpo del Basilisco sigue allí?
—En la cámara de los secretos.
—Nadie había podido entrar allí por muchos años
—Pues tenemos la llave.
—Bien, entonces solo pueden ser destruidos con un diente de Basilisco...
—No precisamente. El segundo horrocrux, un anillo, fue destruido por Dumbledore sin ayuda de esto.
—¿Sabes de casualidad con qué?
—Con la espada de Gryffindor
Todos en la mesa se pusieron a pensar en qué soluciones alternativas podrían usar para destruir los objetos, pues sería casi imposible acceder a ellos, sobre todo sabiendo que Hogwarts era resguardado por mortífagos.
—No basta con partir, aplastar ni machacar un horrocrux, sino que debe quedar tan destrozado que no pueda repararse, incluso con ayuda de la magia.
Las palabras de Hermione hicieron eco en la cabeza de todos los presentes.
—Magia negra...
—No, recuerdo a mi madre decir que la magia negra era inmune a su propia magia. —Comentó la Slytherin.
—Si nos ponemos a pensar, han sido cosas realmente valiosas los que han sido descubiertos como horrocruxes —Opinó Regulus—, lo que quiere decir...
—Que Quién Ustedes Saben debió usar objetos que significaron mucho, cosas sumamente importantes.
El Slytherin asintió, sorprendido por la capacidad de la joven para sacar conclusiones.
—¿Cuál es tu nombre, jovencita?
—Hermione... Hermione Granger. —Respondió, intimidada por la mirada acusadora del joven.
—Granger... ¿Cómo los...?
—Me temo que no soy nadie de quién usted piensa, pues soy hija de Muggles.
—Oh... —Balbuceó, con un poco de pesar—. Bueno, es una lástima... Realmente es una pérdida de conocimiento que sin duda alguna...
—Volviendo a lo que realmente importa. —Ron trató de sacar a su amiga de aquel incómodo momento—. ¿Cuáles podrían ser los objetos que habría usado?
—No tenemos la menor idea, pero de lo único que estamos seguros es que las sustancias con capacidad de lograr destruir horrocruxes no solo son muy escasas, sino que además suelen ser en extremo, peligrosas. —Respondió Alya.
—Harry, ¿sigues teniendo esas visiones? —Inquirió Sirius.
—¿Visiones? —Preguntaron los viajeros del tiempo—. ¿Qué clases de visiones tiene el chico?
—Son más que eso, creo que... Nuestras mentes están conectadas.
—¿Dices que tú y el Señor de las Tinieblas...?
Harry asintió.
—Pero hace bastante que no recibo esas visiones...
—¿Has aprendido a cerrar tu mente? —Empezaron a preguntar.
—Sí.
—Al menos. —Exclamaron los mayores, aliviados.
—Sé que no me incumbe pero... ¿Qué haremos ahora?
—Debemos pensar en qué objetos...
—¡La bóveda de Bella! —Exclamó Alya, asustando al resto—. ¿Cómo lo había olvidado?
—¿De qué hablas?
—Cuando éramos jóvenes, recuerdo que Bella mencionó que había tenido una misión muy importante, y que debía ir a Gringotts a guardar algo... ¡Allí debe haber algo!
—¡Perfecto! Tenemos algo para empezar.
—¿Pero cómo entraremos allí? —Preguntó el pelirrojo—. Y lo más importante, ¿cómo saldremos?
—Eso lo dejaremos para luego, primero debemos deducir los objetos que El Señor Oscuro ha utilizado como horrocruxes.
★゜・。。・゜☆゜・。。・゜★
Y así pasaron el resto del día, hablando sobre los posibles lugares en que debían estar ocultos y cómo destruirlos, sin saber que aún les faltaba mucho por descubrir.
Ya en la noche, cada uno subió a una habitación diferente, buscando la forma de dormir.
Harry bajó a media noche en busca de un té, pero se encontró con Regulus.
—¿Tampoco puedes dormir?
El azabache negó, recibiendo con duda la taza que el otro chico le estaba dando.
—No tiene nada, así que puedes estar tranquilo. —Le dijo, sonriendo—. Además, estoy seguro de que Sirius me mataría si algo te pasa.
—Gracias...
Se quedaron en silencio por algunos minutos, hasta que el chico de Slytherin habló.
—Lamento que tengas que pasar por esto a una edad tan joven.
—Sí... Yo también. —Harry dio un sorbo a su bebida—. Desde mi primer año he tenido que afrontar muchas cosas, incluyendo a...
—No lo nombres. —Lo interrumpió—. No es por miedo, es a causa de un tabú.
—¿Tabú?
—Todo aquel que mencione su nombre le revelará su ubicación.
—Oh, ya veo.
Ambos volvieron a tomar de sus tazas, empezando a sentir sueño.
—Está asustado.
—¿Cómo dices?
—Sirius... Jamás lo había visto así.
—¿Es por mí, cierto?
Regulus asintió.
—Nos pidió no involucrarte en esto, pero...
—Sirius perdió mucho en su juventud. —Le comentó el azabache—. A mis padres, a sus mejores amigos... A ti.
Regulus no supo qué decir en esos momentos.
—Él dice que eres igual a tu padre. —El mayor prefirió evitar aquel tema.
—Más bien, todos.
Ambos soltaron una risa, gesto que Harry interpretó como algo personal.
—Yo digo que te pareces más a tu madre.
Harry se sorprendió, pues era la primera vez que un adulto le decía aquello.
Normalmente, solían decir que Harry era muy parecido a James Potter en lo que correspondía al aspecto físico, pero por primera vez en su vida, alguien le dio otro ejemplo.
—Lily Evans... ¿Cómo olvidarla?
—¿Conoció a mi madre?
—Era amiga de una persona que fue especial para mí en su momento. —Regulus recordó a una vieja amiga—. Lily era una persona impulsiva cuando no pensaba las cosas con claridad, en cambio James era un poco más razonable.
Harry escuchaba atentamente las descripciones que daba.
—Una diferencia que puedo destacar es que, antes de hacer algo, James solía pensar aunque sea un poco sobre las consecuencias que podrían traer sus actos, aunque claro, decidía ignorarlas.
Harry sonrió, tratando de imaginar a su padre en su juventud.
El chico sabía poco de él: solo que había sido un Gryffindor muy querido y reconocido, también fue cazador de Quidditch y Headboy de su promoción, además de que era un Merodeador.
—Tu madre, en cambio, era muy impulsiva. No lo tomes como algo malo, pero Lily no solía pensar mucho antes de actuar, y por eso digo que te pareces más a ella.
—¿Estudiaste con ellos?
—Algo así. —Regulus depositó su taza sobre la mesa, evitando hacer ruido—. Yo estudiaba un año menor a ellos, pero como te dije, los conocía por una amistad que teníamos en común.
—Ya veo.
—Pero estoy seguro de que, donde sea que ambos estén, se sienten muy orgullosos de ti. Y tienes suertes de tener a tus amigos a tu lado.
—¿Y tú, no tienes amigos?
—Oh, Harry. —Regulus sonrió ante la inocencia de su pregunta—. Yo no tenía amigos, solo gente interesada a mí alrededor. Sirius, por el contrario, sí.
—¿Por qué no te llevas tan bien con él?
—Me temo que tendremos que dejar ese tema para otro día. —Bostezó, usando el gesto como excusa—. Debemos mantenernos alertas, pero también debemos descansar.
—Entiendo.
—Y por favor, si llegas a tener una de esas visiones, recuerda lo que hablamos.
—Les contaré, no te preocupes por ello.
—Perfecto, porque esta misma semana empezaremos nuestra búsqueda, y no quiero ninguna sorpresita en nuestro camino.
N/A: el equipo finalmente está reunido.
Las palabras en Parcel fueron sacadas de internet, por lo que ni yo misma sé lo que escribí JAJAJAJAJA Pero espero les haya parecido interesante.
¿Qué opinan de las acciones de Regulus? ¿Hizo lo correcto con respecto al cuadro de su madre?
Preparen sus palomitas y bebidas, porque el siguiente capítulo traerá muchos encuentros pocos agradables... ¿O beneficiosos?
¡Qué tengan una feliz Navidad!
Nos vemos el próximo viernes con un nuevo capítulo, abriendo el año 2023 de la manera más caótica posible.
Besos y abrazos a todxs, de parte de su escritora inexperta <3
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