Capítulo 4

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El perfume.

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La Mansión Black ya no era lo que alguna vez había sido.

Por muchos años, Walburga se había encargado de evitar las visitas inesperadas encantando su hogar con el hechizo Fidelio, el cual les permitía estar ocultos de la vista de todos.

Gridmund Place era una ciudad con habitantes muggles, algo sumamente irónico debido al odio de esta familia contra ellos; Por lo que ninguno de los Black había hablado con alguno de sus vecinos.

Pero en 1996 todo fue diferente.

Alguna vez, la Mansión Black fue lugar de citas para los mortífagos, albergando magos y brujas con ideales semejantes a sus anfitriones.

Pero desde el día en que ambos viajeros llegaron ese año, todo fue distinto.

Tal como lo predijo la castaña, la Mansión estaba infestada por Aurores y... ¿Estudiantes? Por lo que ambos primos permanecían ocultos en aquella habitación.

Nadie sabía de su presencia, mucho menos el elfo, por lo que trataban de arreglárselas como podían, mientras investigaban información valiosa para su misión.

—Bien... —Alya ubicó un hechizo silenciador sobre la habitación—. ¿Qué es lo que tenemos hasta el momento?

—La casa está infestada por gente de cualquier estatus de sangre...


—¡Regulus!

—Lo siento. —El chico mueve su mano tras su cabeza, nerviosamente—. Es la costumbre... Pero no puedo evitarlo... Todas esas sangres...

—Voy a ignorar aquello, pero responde mi pregunta.

—Sabemos que estamos en 1996. Sirius fue encarcelado en Azkaban en 1980 por traicionar a sus mejores amigos y unirse al señor tenebroso.

—Pero él nunca se unió.

—Pero casi nadie sabe de eso. Solo nosotros y el montón de magos que están aquí...

—No te desvíes del tema.

—Escapó en 1993. —Siguió recordando—; Ahora vive aquí, en la Mansión Black junto a varios miembros de la Orden del Fénix. Un nombre con poco estilo si me lo permites decir...

Alya iba anotando todo en una libreta, creyendo que eso les ayudaría en algo.


—¿Qué es la Orden del Fénix?

—Sabes lo que es.

—Yo sí, pero la pluma no.

La pluma a vuelapluma esperaba pacientemente a que Regulus hablara para así continuar con su escrito.

—Ni siquiera sé por qué acepté venir. —Suspiró, abrumado—. Ok... La Orden del Fénix es un grupo de magos y brujas, mayormente Aurores, que buscan derrocar al lado oscuro. Pelean contra los mortífagos y protegen a un niño.

—¿A quién?

—A Harry Potter.

La vuelapluma remarcó el nombre con unas líneas, sabiendo que aquello era importante.

—Harry Potter, mestizo, hijo de James Potter y Lily Evans, los mejores amigos de Sirius, y a quien se supone que él había buscado para matar. —Alya dictó esta vez—. Se cree que el niño deberá cumplir una profecía, y esa fue la razón por la que Vold... El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado. —Corrigió—, lo ha estado buscando.

—Se cree que será él quien lo derrote. —Finalizó Regulus—, por lo que todos sus seguidores le están dando caza.

La vuelapluma terminó de escribir para mirar a Alya.

—¿Qué estamos esperando? ¿Por qué no salimos?

La chica evitaba responder sus preguntas cada vez que las hacía, pero una gran parte de ella también quería salir de aquella habitación.

—Alya, ¿realmente es necesario pasar por esto?

Sin embargo, Alya le dedicó una mirada de advertencia.

—Por supuesto que es necesario. Imagina que algo nos ocurre, alguien más deberá hacerse cargo de esto.

—Si tú lo dices...

Dejaron de hablar cuando unas voces se escucharon lo suficientemente cerca como para dejarlos en advertencia.

—Harry, ¿a dónde vas? —Dijo una voz femenina.

Los pasos se hicieron más fuertes, obligando a los Black a buscar un escondite.

—Bajo la cama. —Señaló el joven.

Alya usó algunos hechizos velozmente para ocultar sus rastros.

Guardó la libreta y pluma dentro de su abrigo, para luego ocultarse bajo la cama.

Lograron escuchar como la puerta de la habitación se abría lentamente, y a través del reflejo del suelo vieron de quiénes se trataban.

Un chico pelirrojo, una chica castaña y un joven azabache entraron sigilosamente, pero el último era quien mantenía su varita en mano.


«Es él». Pensaron al mismo tiempo. «¿Él es quien derrotará a Quien-No-Debe-Ser-Nombrado

—Harry, aquí no hay nada. —El pelirrojo fue el primero en hablar.

—Puedo jurar que he visto unos zapatos por debajo de la puerta. —Respondió el azabache.

—Tal vez viste mal. —Dijo la castaña—. Harry, has estado muy cansado últimamente, sería algo normal que vieras cosas fuera de lo común.

—Es cierto, Hermione tiene razón, Harry. Todas las noches te levantas con pesadillas, puede ser que lo que viste fue producto de tu imaginación.

—Pueden tener razón. —Analizó el chico de lentes—. O quizás yo la tengo.

Por primera vez en un rato, el grupo de amigos se dedicó a mirar la habitación en la que se encontraban, sin saber que la teoría de Harry era cierta.

Bajo la cama, ninguno de los Black se movía.

Quizás era por instinto, o tal vez eran el resultado de su crianza, pues aunque ninguno lo admitía en público, ambos eran buenos para ocultarse.

Sobre todo si era para evitar ser castigados por sus padres.

—¿Harry?

Una nueva voz varonil se hizo presente, y eso provocó un sentimiento de culpa en Alya.

—¿Qué hacen aquí? —Indagó el hombre de cabello largo.


—Harry creyó ver a alguien aquí. —Hermione respondió por su amigo.

—¿Aquí? —El hombre suelta una carcajada—. Nadie ha pisado esta habitación durante muchos años.

—¿A qué te refieres, Sirius?

Aquel nombre hizo que Regulus se sintiera diferente.

Por muchos años había extrañado ver a su hermano, sobre todo desde el día en que decidió huir de casa, pero ni siquiera en Hogwarts lograba verlo, por lo que también sentía rencor hacia su hermano mayor.

—Esta es la habitación de mi hermano.

—¿Tienes un hermano? —Preguntó Ron.

—Su nombre era Regulus Black.

—¿Era?

—Murió hace muchos años...

En la voz de Sirius se podía notar un pequeño toque de melancolía, tan diminuto como una Nnitch dorada en comparación con una Blugger.

—¿Cómo?

—Nadie sabe cómo ocurrió exactamente, pero se rumorea que fue en una misión de su amo.

Instantáneamente, Regulus formó un puño, sintiendo ganas de impactarlo sobre su hermano.

«¿Cómo era posible que creyera eso.»

—El muy idiota no fue lo suficientemente astuto como para descubrir que estaba equivocado. —Continuó.

Sin embargo, ninguno de los chicos dijo nada.

—No sabía que tenías un hermano. —Fue lo único que dijo Harry.

—Bueno... Nunca me preguntaste. —El hombre retomó su carismática sonrisa—, y yo tampoco llegué a creer que querrías saber de él.

—¿Y...? ¿Lo querías?

La pregunta de Hermione hizo que Regulus deshiciera el puño instantáneamente, ansioso por saber su respuesta.

—En mi juventud quise a muchas personas. —Empezó a decir—. James, Remus, Peter... —Al hablar de éste último, Sirius negó con la cabeza—. Bueno, ya saben cómo acabó eso. Pero Regulus... Yo siempre lo quise, aunque nunca pude decírselo.

El Black menor se quedó sin pensamientos, mientras Alya sonreía por lo bajo.

—Los Black no somos malos. —Se atrevió a decir el hombre—, solo hemos crecido en un lugar lleno de horror y perjuicios. —Se dirigió a los niños—. Saben que Andrómeda huyó de casa, yo lo hice, pero antes de nosotros hubo alguien más.

—Alya. —Recordó Hermione—. La recuerdo muy bien.


La siguiente en prestar atención a las palabras de los presentes fue la joven Black.

«¿Sirius les ha hablado de mí?». Se preguntó mentalmente.

—¿Alya? ¿Quién es Alya? —Preguntó Ron.

—Es una de las primas de Sirius. —Harry fue el que respondió—. Nos contó sobre ella la noche que Fred y George robaron el ojo mágico de Moody, ¿no lo recuerdas?

—No, solo recuerdo a Alastor gritar sus nombres.

Los presentes soltaron una carcajada, recordando la noche en que había sucedido la broma.

—Bueno, Alya fue la primera en huir de casa, y si me lo permiten, fue la primera Black en desafiar a mi madre.

—¿Qué tan mala era?

—Agradece a Merlín que no la conoces, Harry. Fácilmente podría ser la versión oscura de Alastor fusionada con una Molly enojada.

Los chicos vivieron a reír, sabiendo que tenía toda la razón.

La mansión Black albergaba el cuadro de Walburga Black, el cual nunca paraba de gritar lo decepcionada que estaba de Sirius, y de los constantes insultos hacia los demás invitados de la casa.

Afortunadamente, el cuadro permanecía oculto bajo una manta, aunque de igual forma se podían oír sus gritos. Nunca pudieron quitar el cuadro, pero Remus Lupin había logrado silenciarlo por un buen rato, así que, solo por esos días, los viajeros del tiempo no sabían de su existencia.

Los tres chicos siguieron riendo por un buen rato, hasta que Ron decidió hacer una última pregunta.

—¿Qué le ocurrió?

Sin duda alguna esta pregunta era muy beneficiosa para los viajeros del tiempo, por lo que ambos escucharon con más atención.

—Desapareció. —Respondió Sirius—. Nadie nunca supo lo que ocurrió con ella. Ni siquiera sé si sigue viva.

—¿Y tú...?

—¿Que sí la vi por última vez? —Los chicos asintieron—. Sí. Había pasado por algo que la había dejado devastada.

—¿Qué pasó?

—El amor de su vida había sido asesinada por su hermana.

Unas lágrimas se formaron en los ojos de Alya, recordando el cuerpo inerte de Grecia, el rastro de su sangre en la pared, y las palabras de Bellatrix sobre la carta.

Regulus se percató de eso, y muy silenciosamente le dio su mano, tratando de calmarla.

—¡Chicos, la cena está servida! —Gritó una mujer desde el comedor.

—¡Ya vamos, mamá! —Respondió el pelirrojo.

Sirius les hizo señas para que todos salieran, pero algo lo detuvo.

Un pedazo de metal se incrustó en la suela de su zapato izquierdo, lo que lo obligó a agacharse.

Regulus y Alya cerraron sus ojos, esperando ser descubiertos por el mayor, pero afortunadamente esto no pasó.

Solo podían ver los zapatos del hombre, pero la silueta que se lograba observar en el brilloso piso de la habitación les dejaba en claro que él había tomado algo.

Era un trozo del giratiempos.

Sirius levantó la vista, y caminó por la habitación en busca de las otras partes del objeto, esperando descubrir de qué se trataba.

Se quedó frente a una pared, la cual contenía una calavera negra, símbolo de los Mortífagos, y que había sido dibujada por Regulus cuando apenas tenía 14 años.

Pasó la yema de los dedos sobre la pintura, y guardó aquel pedazo de metal en su abrigo.

—Debí hacerle caso a James ese día. —Empezó a decir, pero al contrario que hace unos instantes, habló en voz baja—. Debí volver por ti.

Finalmente, Sirius se dirigió a la puerta, pero antes de girar el pomo, Harry estaba de vuelta.

—¿Ocurre algo, Canuto?

—¿Sabes qué perfume usa Hermione?

Alya abrió muchos los ojos. Se había olvidado de cambiar su loción.

«Si mi primo es astuto, puede reconocer mi olor.»

—¿Por qué habría de saberlo? —Preguntó el azabache.

—Oh, nada. —Se excusó el hombre—. Es solo que... Creo que tanto tiempo convertido en perro me ha desarrollado una gran habilidad para reconocer los olores.

«¿Perro?». Se preguntaron los primos.

—Pues creo que es un perfume de lavanda... O de una de esas flores, ya sabes cómo son las chicas.

Sirius no pudo evitar sonreír, recordando el parecido del chico con su mejor amigo.

★☆

«No sé lo que tienen las chicas con los perfumes». James Potter exclamó, con cansancio, una vez que llegó a la habitación luego de una cita. «¿Por qué tienen que usar demasiado? La nariz me pica.»


—Porque son chicas. —Dijo un joven Sirius—, desean marcar "su propio territorio".


—¿Así como tú lo haces cuando te transformas? —Inquirió, con burla.

—Es diferente.

—¿Por qué lo sería? Al fin y al cabo, dejan un olor en el ambiente...

—¡James! —Exclamó el moreno, con indignación—. Mi perfume es delicioso, puedes preguntarle a cualquier chica, y te dirá lo mismo.

—Eso es porque no te han visto en forma de perro. Cuando estás en tu forma animaga tiendes a dejar un olor petulante...

Sirius le tiró una almohada a James, y él la devolvió, iniciando así una pelea amistosa.

Ambos jóvenes empezaron a reír, sin saber que nunca más volverían a tener esa conversación... O ese recuerdo.

★☆

—¡Sirius, Harry! —Otra voz los interrumpió—. Bajen ahora, o Ronald no les dejará comida.

—¡Ya vamos, Lunático!

Los dos dejaron la habitación, e instantáneamente los dos primos soltaron el aire contenido de sus pulmones.

—Eso ha estado muy cerca.

—Debemos salir de aquí.

—¿Qué? ¿A dónde? Nadie puede vernos.

—Será más peligroso si nos quedamos, Regulus.

—Pero...

—Tendremos que buscar la información que nos falta desde afuera, esto que ha sucedido hoy pudo acabar con nuestro plan.

—¿Cómo saldremos de aquí? ¿Acaso olvidas quienes rondan por aquí?

—Soy consciente de quienes están en esta mansión, y esa es la razón por la debemos salir de aquí ahora.

—Está bien...

—Perfecto, nos iremos esta noche.

—¿Por qué de noche?

—Porque a esa hora todos los niños están durmiendo. —Le recuerda—. Será más fácil movernos entre las sombras.

—¿Y la puerta?

—Esperaremos a que alguien salga para nosotros también hacerlo. ¿Alguna otra duda?

Regulus negó.

—Bien.

Pero a pesar de todo, ninguno formuló otra palabra por el resto del día, pues aún se encontraban procesando las palabras de Sirius Black.

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Tal cuál cómo lo había planificado Alya, todos estaban dormidos a las 3 de la mañana, por lo que silenciosamente se encontraban deslizándose por las paredes, evitando las trampas que Walburga había instalado mucho antes de morir.

Regulus tuvo la brillante idea de conjurar una manta, la cual les servía como una especie de capa invisible durante la oscuridad, aunque claro, no era una.

—No me gusta lo que me ha dicho Sirius.

Los primos frenaron en seco al reconocer aquella voz.

—¿Qué te dijo, Alastor? —Pronunció otra voz masculina.

—Sirius ha encontrado un pedazo de metal en alguna parte de la Mansión, pero el muy condenado no me quiere decir exactamente dónde.

—¿Y eso qué tiene de malo?

—Mucho, Arthur.

El Auror buscó de entre sus bolsillos aquel trozo y se lo dio al pelirrojo.

—¿Qué crees que es?

—Mmm, ¿un reloj?

—¡Falso! —Pronunció, asustando al pobre hombre, y a los primos—. Todo mal.

—¿A qué te refieres? —El señor Weasley trató de observar el objeto, aunque la poca iluminación no se lo permitía—. Este círculo me parece un reloj...

—Si mis teorías son ciertas, puede tratarse de un giratiempos. —Lo interrumpió, abriendo la puerta de la Mansión.

—¿Un giratiempos? —El hombre pelirrojo cruzó la puerta, saliendo finalmente de la Mansión, momento que aprovecharon los primos—. ¿No se supone que el Ministerio se deshizo de todos?

Bajo la manta, ambos chicos se quedaron en shock.

«¿El Ministerio de Magia había destruido los giratiempos?»

—Weasley, ambos sabemos de todo lo que son capaces los Black. —Moody observa a su alrededor, sintiendo como si alguien lo estuviera mirando, y aunque tenía razón, no miro al lugar exacto donde se hallaban los primos Black—, no me sorprendería si alguna vez alguien de ellos ha utilizado un giratiempos.

Alya tocó el hombro de Regulus, indicando que debían avanzar antes de que el ojo mágico de Alastor revelara su ubicación, pero él negó.

—¡Ni que lo pienses! —Exclamó Arthur—. De por sí esto ya es muy peligroso, la Orden no podrá aceptar más problemas.

—Problemas, problemas. —Repitió el Auror—, tenemos muchos problemas, tienes razón, iniciando con esas pesadillas de Potter.

—¿Harry tiene pesadillas?

—Algo así. ¿Recuerdas que pudimos encontrarte a tiempo gracias a un sueño de Harry?

—¿Cómo olvidarlo? —El hombre se tocó una cicatriz en su cuello, dónde hace tan sólo unos meses una serpiente le había mordido mientras hacía su labor dentro del Ministerio—. Estuve a punto de morir.

—Pues Albus ha enviado acá a los chicos de "vacaciones" por esa misma razón. —Alastor da otro paso y la mansión empieza a ocultarse—. Cree que Harry sabe algo, y necesita que alguno de nosotros le saque esa información.

—Mañana volverán a Hogwarts...

—Y eso quiere decir que nuestra misión ha fallado rotundamente.

Un ruido a su alrededor hace alertar a todos por igual.

Arthur y Alastor empuñaron sus varitas, a la vez que Alya y Regulus lo hacían bajo la manta.

Al final, no era nada más que un gato que merodeaba por allí.

Alya le dio un codazo a su primo, y lo jaló para sacarlo de la escena.

—Alya... —Llamó el joven, una vez que estaban lo suficientemente lejos como para evitar ser escuchados.

—Lo sé, también lo he oído, —La chica se quita la manta—. No tenemos forma alguna de regresar.

—El Ministerio ha roto nuestra última esperanza de volver a nuestros tiempos.

—Pero también ha evitado que cualquier otra persona vuelva al pasado y lo altere.

—¿Por qué es diferente nuestro caso? —Preguntó el menor—. Alastor tiene razón, nosotros los Black estamos haciendo algo mal...

—No. —Lo interrumpió—, no estamos haciendo algo mal, estamos alterando el tiempo para salvar a quienes queremos.

—A nuestro favor... Estamos haciendo esto por nosotros... Por ti.

—Suficiente. —Alya evitó hablar de aquello, pues sabía a dónde la llevaría aquella conversación—. Ayúdame a buscar un lugar en el cuál podamos dormir.

Regulus no rechistó, pues el susto le había arrebatado toda su energía.

—Al menos, hasta que tengamos un plan para intervenir en el Ministerio en exactamente 12 días.

—¿Y qué más haremos estos días?

—Idearemos la forma de evitar la muerte de Sirius y... —Alya lo pensó por unos minutos—. Y buscaremos información sobre nuestra familia, al menos de los únicos que siguen vivos.

Ambos tenían curiosidad por saber qué había sido de la vida de sus primos, pero más que todo, Alya quería saber dónde estaba su hermana Bellatrix, y así cobrar venganza.

Aunque Regulus no lo supiera aún. 

N/A: 1996... Esa es la fecha que muchos temíamos... ¿Recuerdan qué película / libro es?

¿A quien creen que buscarán estos primos para averiguar más sobre los Black restantes?

Sirius estuvo muy cerca de descubrir a su prima y hermano... ¿Pero por qué ocultarle a Alastor el lugar en donde había encontrado el trozo de aquel giratiempos?


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