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El final de una guerra.
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La batalla de Hogwarts era el menor de los problemas para Harry Potter.
Y no es que no le importaran las muertes que estaba dejando con su paso, al contrario, se sentía miserable por esto.
Pero había algo más por lo cual el joven Potter seguía luchando. Sentía que debía "saldar" las deudas por las muertes que había causado, y que debía destruir a Voldemort a toda costa.
Aunque él debía morir en el proceso.
Había logrado conseguir la Diadema Perdida de Ravenclaw. El proceso no fue muy placentero, pues su encuentro con La Dama de Gris, o como realmente se llamaba el fantasma: Helena Ravenclaw, resultó un poco confuso para el muchacho, pero finalmente ella le dio una pista sobre el lugar donde se encontraba el objeto de su madre. Luego de una exhausta búsqueda en una curiosa sala denominada "La Sala de Menesteres", y un corto duelo de magia contra Draco Malfoy, finalmente había destruido la Diadema, pero eso no significaba que todo había acabado.
Antes de destruir el valioso objeto, había presenciado la muerte de Severus Snape, sintiendo pena por el destino del sujeto.
«Se lo merece, por traidor». Pensó, pero al instante en que lo hizo se dio cuenta de que estaba siendo egoísta.
Después de todo, muchos estaban entregando su vida para salvarlo a él.
Pero esa no fue la única muerte que había visto aquella noche: Remus Lupin, Nymphadora Tonks, Fred Weasley, Lavender Brown, Colin Creevey... La lista podría seguir por mucho más tiempo, pero era eso lo que precisamente le faltaba a Harry. Tiempo.
El azabache accedió a ver los recuerdos de su antiguo profesor por insistencia de Hermione.
Y fue por esa insistencia que descubrió la triste y cruda verdad.
Él fue una especie de experimento; fue un niño al que le habían arrebatado todo por una estúpida profecía; había sido un pobre niño que había pasado dolor y sufrimiento a causa del mismo sujeto al que estaba "unido".
Por si fuera poco, Harry Potter descubrió que también era un horrocrux.
Nadie en particular lo sabía, ni siquiera el mismísimo Lord Voldemort, por lo que de por sí esto ya era una ventaja.
Le quedaba destruir a Nagini, y El Señor Tenebroso por fin sería derrotado. Solo había un problema: ¿Cómo podían matar a la serpiente sin que Voldemort se percatara?
Para nadie era un secreto que ambos estaban juntos en todo momento, así que Harry ideó un corto plan.
—¿A dónde vas? —Inquirió Hermione, una vez que vio a su amigo bajar los escalones del castillo.
—Al bosque.
—¿Qué? ¡Estás loco! —Exclamó Ron—. Él quiere eso. ¡Va a matarte!
—Deben matar a la serpiente, es el último horrocrux. —Fue lo único que Harry dijo.
—¡No! ¡Harry, no lo hagas! —Chilló Hermione—. Puedes morir en el intento si vas tú solo...
—Precisamente por eso entraré al bosque. Yo debo morir, no quiero que más gente muera por mi culpa.
—¡Amigo, pero qué dices! ¿Qué viste en el pensadero? ¿Qué te ha hecho tomar esa decisión?
Harry había visto muchas cosas en el pensadero, incluso descubrió muchos secretos que quizás nunca se habría imaginado: Snape estaba enamorado de Lily Evans, su madre; su padre, James Potter, solía molestar a Severus cada vez que podía; vio cuando Sirius envío a Snape al sauce boxeador en una noche de Luna Llena; incluso vio que Remus Lupin no había sido el único hombre lobo que estudiaba en Hogwarts; pero nada de eso le importaba ahora.
—Soy el último Horrocrux. —Les dijo, sintiendo un escalofrío recorrer sobre su columna—. Soy el séptimo horrocrux, y por ello, debo morir.
Los dos chicos se miraron entre sí, preocupados por la situación.
—Podemos encontrar otra alternativa...
—No la hay, Hermione. Debo morir, y solo así Voldemort será derrotado.
—Pero...
—Deben prometer que matarán a la serpiente, ¿lo harán?
Y con mucho pesar, Hermione y Ron asintieron.
Harry no quiso despedirse de sus amigos, no podía, así que solo corrió y se adentró al bosque, listo para cumplir con su destino.
Y unos gritos y risas le señalaron que estaba cerca.
Como acto de reflejo, sacó el espejo que compartía con Sirius, y miró el reflejo:
A falta de la vista del mayor, Harry no podía ver lo que ocurría, pero podía oírlo todo.
De su bolsillo cayó una Snitch dorada, la primera que había atrapado, y sonrió para sí mismo a causa de los recuerdos.
Revivió en su mente aquellos apreciados momentos de su corta vida: el día que descubrió que era un mago; el día que fue de compras con Hagrid al Callejón Diagon; las clases y aventuras que compartió con sus mejores amigos; su primer y último partido de Quidditch; el día que Ginny se atrevió a besarlo.
Cada maravilloso recuerdo seguía intacto en su memoria, y Harry aprovechó eso como una buena oportunidad para irse.
Instintivamente, se llevó el pequeño objeto a los labios, y para su sorpresa, éste se abrió.
Del interior apareció una piedra negra, y Harry la tomó en su mano, sintiendo curiosidad de ella.
Pero se vio obligado a levantar su varita con su mano libre cuando unos reflejos hicieron acto de presencia frente a él.
—¿Mamá?
El espectro de una joven mujer pelirroja le sonrió desde lo lejos, y ambos caminaron juntos para encontrarse.
Ella abrió su mano, y el chico intentó tocarla, pero su mano solo había atravesado al fantasma.
—Harry, mi muchacho.
Un sujeto azabache muy parecido a él también estaba junto a la pelirroja, con la única diferencia del color de sus ojos.
No tenía palabras para describir el remolino de sentimientos que se avecinaba en su corazón, ni siquiera sabía en qué pensar, salvo en una cosa:
—¿Es doloroso? ¿Morir es doloroso?
—Es como quedarse dormido. —Le respondió un hombre de cabello castaño, y Harry lo reconoció al instante: Remus Lupin—. Pero la verdadera pregunta que debes hacerte es: ¿Estás listo?
Harry quería negarlo, no se sentía lo suficientemente listo para ese momento, pero también se sentía presionado.
—¿Crees que sea lo correcto?
—Nosotros de por sí ya estamos orgullosos de ti, mi pequeño guerrero. —Correspondió la pelirroja.
—¿Puedo elegir?
—Eso dependerá de ti. —Le respondió su padre—. Tienes en tu poder tres valiosas armas, pero aún no te has dado cuenta de ello.
Harry pensó muchas cosas: quizás James se refería a la espada de Gryffindor, o la piedra mágica que tenía en su mano, la cual le permitía hablar con los muertos. ¿Por qué su padre mencionaba tres cosas?
—¿Me acompañarán? —Fue lo único que preguntó—. ¿Estarán allí?
—Nosotros siempre te hemos acompañado. —Lily le sonrió—. Siempre hemos estado allí.
La mujer elevó su mano y señaló el cuerpo de su hijo, más específicamente, el lugar donde se encontraba su corazón.
Eso fue suficiente para que el muchacho se armara de valor y decidiera enfrentar a la muerte.
Harry cerró los ojos, teniendo como última imagen favorita el recuerdo de sus padres, y luego, se dirigió al lugar del que provenían los gritos.
—¡Harry! ¡Vete!
El chico decidió ignorar los gritos del guardabosque y de su padrino, y se enfrentó a Voldemort sin un duelo.
Después de todo, para salvar su mundo, él primero debía morir.
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Sirius sentía que estaba viviendo la peor tortura de su vida.
Hagrid cargaba el cuerpo de su ahijado en brazos, y todos eran obligados a caminar hacia el castillo con unas cadenas sobre su cuello y manos.
Regulus no sentía que podía decir algo para consolar a su hermano, pues él no era bueno con sus palabras.
Alya, en cambio, tenía un montón de palabras de consuelo para su primo, pero no se atrevía a darlas.
—Todos, arrodíllense ante su nuevo amo.
La voz de Voldemort era señal de victoria para todos los presentes en el Gran Comedor, quienes estaban muy confundidos y aterrados por su presencia.
—¡Harry Potter ha muerto! —Gritó, con euforia.
A medida que sus labios se ensanchaban en una sonrisa, Sirius cayó de rodillas al suelo, dejando a entender a todos que era cierto lo que decía.
Dodonov, el mortífago más cercano a Hagrid, le golpeó la espalda con un hechizo, y el semigigante fue obligado a caminar más hacia el frente, mostrando el bulto entre sus brazos.
Todos gritaron, horrorizados por lo que estaban viendo.
Los amigos más cercanos a Harry sintieron rencor, más que todo porque habían hablado con él, pero no habían insistido más y dejaron que se enfrentará él solo a la muerte.
—Únanse a mí. —Voldemort estiró sus brazos al aire—. Únanse, y serán perdonados.
—Draco...
Lucius Malfoy, también un importante mortífago, vociferó el nombre de su hijo, con tal de llamarlo.
Y aunque a vista de todos parecía que lo hacía por el honor, la realidad es que estaba aterrado.
Si Draco seguía de ese lado, lo matarían.
—Draco, ven...
La segunda en llamarlo fue Narcissa Black, su madre.
Ambos mortífagos estiraron sus brazos, con tal de que su hijo les hiciera caso.
Voldemort miró a Draco, quién se movió minuciosamente de su lugar. Pero una mano fue depositada en su hombro.
—No, Draco.
Andrómeda Black había sido la primera persona en desafiar a Voldemort en ese instante, impidiendo que el joven avanzara.
—Draco... —Su madre volvió a llamarlo—. Por favor...
—¿Es eso lo que quieres? —Habló la mujer, con la voz fuerte y clara—. Dices buscar la paz en nuestros tiempos, pero en realidad buscas causar sufrimientos.
—¿Qué diferencia hay entre ambas? Ninguna, por supuesto.
Muchos de los mortífagos estallaron en carcajadas, incluyendo a Bellatrix, aunque esta última miraba fijamente a su hermana menor.
—Deja que el niño decida...
—Mi sobrino ya ha decidido quedarse. —Andrómeda reforzó su mano—. ¿Es que no lo ves? ¿Acaso lo ves de tu lado?
Pero la verdad era que Draco Malfoy estaba tan aterrado, que ni siquiera podía moverse.
Una parte de él le decía que debía ir con sus padres. Pero la otra le decía firmemente que de ese lado le esperaba una muerte segura.
Así que decidió quedarse.
—¡Andy! —Vociferó Bella—. Deja al muchacho, y no arruines más a tu familia.
—Tú has matado a mi familia, así que me encargaré de destruir lo poco que te importa. —La amenazó—. Solo así estaremos a mano.
Todos estaban absortos en la pelea entre las hermanas, incluso Voldemort, aunque en su mente estaba ideando el castigo perfecto para todos los Black que habían decidido traicionarlo, incluyendo al joven Draco.
Regulus levantó la mirada hacia Harry, y se sorprendió al ver que el niño abría los ojos minuciosamente.
—La serpiente... —Logró leerle los labios—. Es la última...
Regulus buscó con la mirada al animal, y descubrió que no estaba tan cerca a Voldemort como esperaba, así que tuvo una brillante idea:
Se uniría a la discusión de las hermanas.
—Pero Andy... —Pronunció finalmente el Slytherin—. A Bella nunca le ha importado nada, sería un desperdicio de tiempo y fuerzas encontrar algo con lo cual torturarla.
Todos llevaron su vista a Regulus, sorprendidos de su aporte.
—¡Cierra la boca! ¡Escoria!
—¿Por qué? ¿Acaso es cierto lo que decimos? Ni siquiera te importa tu esposo, y ahora buscas algo que...
Bellatrix quiso moverse de su puesto, furiosa por la humillación que estaba recibiendo, pero Voldemort la detuvo.
—¿No te cansas de ver que yo he ganado? Maté a Harry Potter con mis propias manos. Acabé con lo poco que podía "destruirme".
—Te has olvidado que he venido del pasado junto a mi prima para destruirte, así que esto aún no acaba.
Alya se vio obligada a levantar la vista, y observó el rostro serio de su primo.
Era cierto, por ella estaban allí.
Ella había sido la encargada de realizar los saltos temporales, ella había planificado situaciones que les habían resultado beneficiosas, entonces... ¿Por qué Regulus estaba lidiando solo con la guerra?
—Corta una cabeza, y te saldrán dos más.
Muchos del otro lado se mostraban sorprendidos por las agallas de los dos viajeros, incluso Draco, quién había pasado toda su vida odiando a los Black que estaban desafiando a su antiguo amo.
—Desearán haber vuelto a su tiempo.
—Y tú desearás habernos matado en su momento.
Voldemort decidió que se encargaría de ellos luego, así que giró nuevamente su cuerpo para quedar frente a frente con sus enemigos.
—¿Alguien desea unirse a nuestras filas? ¿Nadie?
De pronto, un joven muchacho de la casa de Gryffindor empezó a caminar hacia el frente.
Muchos sintieron decepción, pues el chico nunca había mostrado indicios de ser partícipe del otro bando.
—¿Cuál es tu nombre?
—Neville Longbottom.
Muchos de los mortífagos empezaron a reír fuertemente, más que todo Bellatrix.
—Esperaba algo mejor... Pero creo que podremos encontrar un lugar en nuestras filas...
—No pienso unirme a tu bando, al contrario, he venido a desafiarte.
Voldemort se mostró sorprendido ante aquello, pero el joven continuó.
—Harry Potter ha dado su vida por nosotros. Murió creyendo que todos podríamos acabar contigo, y yo creo firmemente en eso.
Sirius Black levantó la vista al frente, y sus ojos llorosos le dejaron ver a un niño asustado que sostenía una espada.
Longbottom... Claro que conocía el apellido.
Él era el hijo de Frank Longbottom, un viejo amigo de su casa con el cuál habían compartido muchas misiones durante su corto tiempo en la Orden.
El destino del Auror y su esposa había sido incluso peor que la muerte: fueron torturados bajo la maldición Cruciatus durante horas, lo que causó que ambos perdieran la memoria y la cordura.
Sirius vio en el chico al valiente Frank Longbottom, pero también encontró similitud con el deseo de romper las reglas como su madre Alice.
A ella también la había conocido, aunque nunca había hablado mucho tiempo con ella. Sólo sabía una cosa: que salía con el prefecto Frank, y que solía evadir las reglas para usarlas a su favor.
—Harry siempre estará con nosotros. —El joven continuó—. Aquí, en nuestros corazones...
—Y en nuestra mente. —Aportó Regulus, moviéndose bruscamente, intentando sacarse las cadenas que lo ataban.
Alya buscaba con la mirada a Hermione, y eso fue suficiente para que la castaña entendiera que apenas diera inicio el duelo, debían liberarlos.
—Regulus, ¿qué crees que estás haciendo? —Le preguntó El Señor Tenebroso.
—Le estoy dando tiempo al niño.
De pronto, de los brazos de Hagrid cayó el cuerpo de Harry, quién se levantó rápidamente y atacó a la serpiente.
Todos soltaron gritos de asombro, incluso Voldemort, aunque él se acercó lo más rápido a la serpiente y la protegió.
Y así inició la fase final de la guerra.
—¡Qué hacen! —Exclamó Bellatrix.
A su espalda, cada uno de los mortífagos empezaba a desaparecer del lugar.
Sabían que era imposible ganar.
—¡Cissy!
Bellatrix caminó directamente hacia su hermana menor, con ganas de aprehenderla.
—¡Nos has traicionado!
—No he traicionado a nadie.
—¿Qué es para ti no decir que Potter estaba vivo? ¿Un regalo?
—Es una señal para decirte que prefiero tener viva a mi familia, en vez de jugarle fe a alguien que de todas formas va a perder la guerra.
Por otro lado, Ron empezó a atacar a quien podía, siendo seguido por los demás alumnos y profesores de Hogwarts.
Hagrid rompió las cadenas de un solo tirón, a medida que intentaba proteger a los más pequeños.
Hermione corrió hacia los Black encadenados y empezó a quitarles los objetos de metal, a medida que recuperaban sus varitas.
—¡Está vivo! —Gritaba Sirius—. ¡Harry está vivo!
—Debemos darnos prisa si queremos evitar más muertes. —Mencionó Alya.
—La serpiente es el último horrocrux. —Dijeron Hermione y Regulus, al mismo tiempo.
—Lo puedo entender. —Sirius habló—. Aunque no sé por qué Harry no murió, es decir... Salieron aquellas calaveras que salían cada vez que destruimos un horrocrux, pero...
—De seguro nos contará algo que nos sorprenderá. —Hermione lo interrumpió—. Él siempre lo hace.
Una vez que todos los Black fueron desencadenados, empezaron a atacar y a buscar a la serpiente.
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No fue mucho lo que duró la batalla dentro del gran comedor, más que todo contando el hecho de que todos los mortífagos estaban huyendo, por lo que el bando de Harry Potter tenía mucha ventaja.
Regulus se enfrentó contra su primo cuñado Rodolfus Lestrange, desarmándolo en tan solo unos instantes, al igual que a Avery.
—La traición se paga con la muerte, Regulus... —Fueron las últimas palabras de este último—. Tú y Alya lo pagarán muy caro.
—Lástima que sea el heredero Black. —Susurró con ironía en su voz, a la vez que los latidos del hombre dejaron de palpitar—. Tengo el dinero suficiente para pagar esta y otras diez vidas más si me apetece.
Alya, por su parte, se batía a duelo junto a su hermana Andrómeda en contra de Bellatrix, quién había estado a punto de atacar a una chica pelirroja.
—Siempre han sido inferiores a mí. —Repetía Bella—. Nunca pudieron enfrentarme, y mucho menos podrán ganarme.
—¿Por qué estás tan segura? —Andrómeda la desafió.
—El dolor y el sufrimiento les nubla la mente. —Bella esquivó una maldición de su hermana menor—. Y ustedes nunca pudieron controlar sus sentimientos.
—Miren quién habla. —Soltó Alya, con sarcasmo—. No era yo la que lloraba cuando Druella me gritaba.
—¡Cállate!
Bellatrix arremetió contra sus hermanas con una habilidad increíble, causando que ambas se tambalearan.
—¡Petrificus totalum!
Un hechizo enviado por Sirius dio en el pecho de la Mortífaga, y ella abrió mucho los ojos.
—Bella... Bella... —El moreno negó rotundamente—. ¿Cuándo aprenderás de tus errores?
Sirius Black había logrado ver un punto débil en ella durante su último enfrentamiento: su brazo libre.
El moreno recordó un hecho bastante desagradable, y eso le ayudó a petrificar a su prima: su tío Cygnus había roto el brazo izquierdo de su segunda hija cuando se enteró que ella había estado revelando sus secretos cuando estaba en sus clases en Hogwarts.
—¡No debes hablar de nuestras reuniones solo por así, Bella! —Gritó.
—Lo... Lo siento...
—¿Lo sientes? —Cygnus soltó una macabra sonrisa—. Oh, Bella... Debiste "sentirlo" antes de pavonear nuestros secretos delante de los hijos de Aurores.
Para la suerte del pequeño Sirius, había una puerta que le impedía ver el sufrimiento de su prima. Aun así, sus gritos fueron más que suficientes para torturarlo por algunas noches.
—¡Padre...! —Jadeaba de dolor—. ¡Por favor!
—Que te sirva de lección, Bella.
Hubo un fuerte grito por parte de Bellatrix, y el sonido de un hueso roto confirmó la teoría de Sirius.
—Que Druella repare tu hueso, porque yo no pienso ensuciarme más las manos.
Sirius corrió lo más rápido que pudo hacia otro lugar de la casa Black, alejándose lo más que pudo de su tío.
—En una semana tu brazo estará sano, pero cargarás con ello toda tu vida. —Esas habían sido las últimas palabras de Cygnus, antes de salir de la casa por un trago de Sangre de Dragón
Ninguna de sus hermanas sabía aquello, pero esa fue una gran ventaja para el moreno.
—¿Qué tal el brazo que Cygnus te rompió? —El hombre desafió a su prima, haciendo que ella abriera los ojos a la par—. Noté que eres débil atacando con ese...
Por más que ella quisiera moverse y matar a su primo con sus propias manos, el hechizo inmovilizador se lo impedía.
—Es hora de que pagues por todo el daño que nos has hecho.
Andrómeda fue la primera en torturar a su hermana, pero a diferencia de esta, no usó una maldición imperdonable.
—¡Sectum!
El hechizo de corte cayó en las piernas de la morena, causando que ligeras lágrimas rodaran por su mejilla.
—¡Flipendio!
Alya tampoco desaprovechó la oportunidad de tortura a su hermana, quien había matado al amor de su vida en tan solo unos segundos. Entonces, ¿Por qué no dejar que Bella sufriera?
La boca de Bellatrix se movió con lentitud, causada por el dolor del golpe y aturdida por el hechizo de Alya.
Narcissa, en cambio, miraba la escena con horror.
Una parte de ella quería parar todo, interrumpir a sus hermanas mayores.
Pero otra parte le decía que esa no era su guerra.
—¿Dónde está Draco? —Le preguntó a su marido—. ¿Dónde está?
—¡Una maldición imperdonable no es más que un regalo para ti! —Exclamó Andrómeda, consumida por el dolor—. No tengo nada por lo cual pueda hacerte llorar... Algo con lo que pueda sentir cómo tú corazón se detiene segundo a segundo, a medida que las personas que amas pierden la vida entre tus brazos... Pero me conformo con verte morir lentamente.
Hizo otro corte a la altura de su pecho, y la sangre empezó a rodar como una catarata.
—Un desgarre... Un corte por cada una de las personas que me quitaste.
Menos mal que Narcissa había optado por buscar a su hijo, pues si ella hubiera visto aquello, habría quedado traumada de por vida.
Harry, por su parte, también estaba en su propia lucha.
—Todos te han dado la espalda, Tom. —Harry le señaló su alrededor—. Tus más fieles servidores te han dado la espalda.
—Recibirán su castigo.
—Dudo mucho que sobrevivas a ello.
—¿Y tú crees que podrás vivir después de esto?
—He vuelto de la muerte una vez, puedo volver a intentarlo si se me apetece.
Aquello era falso, pero Harry necesita sacar más tiempo.
Sus dos mejores amigos estaban alrededor de ellos, buscando a la serpiente, mientras él les daba tiempo.
—Perfecto. Entonces te mataré hasta que mis manos no den para más.
Voldemort quiso atacar a Harry, pero él esquivó el hechizo y creo una especie de campo sobre ellos, para así evitar que alguien más se viera afectado por su batalla.
—Patético. —Exclamó Voldemort—. Simplemente patético.
—¿Tan patético como la traición de tu más leal sirviente?
Ambos giraron la cabeza en dónde se encontraba el cuerpo sin vida de Bellatrix.
—No, Bella no era tu más leal sirviente. Piensa Tom, piensa.
Aquello estaba sobrepasando los límites de Voldemort, pues nadie tenía permitido llamarle por ese nombre, pero la curiosidad también le estaba ganando.
—¿Traición? A mí nadie me ha traicionado.
—¿Estás seguro?
—Todos prefieren contarse la lengua a tener que traicionarme.
—Que yo recuerde, Severus Snape tenía la lengua intacta. Incluso nos gritaba muy fuerte en sus clases.
—Yo maté a Severus Snape...
—¿Por la varita? ¿O por descubrir que pertenecía a mí bando?
Todos los que estaban fuera de la burbuja miraban con suma atención a los dos magos, los cuales daban vueltas tal cual un león hambriento antes de cazar a su presa.
—Severus no sería capaz de traicionarme...
—Pues yo creo que sí. ¿Nunca viste algo sospechoso? ¡Oh, espera! Si hay algo.
Voldemort escuchaba atentamente cada palabra del muchacho, pero sin bajar la varita de sus manos.
—Te pidió que protegieras a Lily Evans. ¿Lo recuerdas?
Y aunque él quisiera decir que no, era cierto.
El señor tenebroso sabía que Harry no mentía. Él había visto el brillo y el miedo en los ojos de Severus cuando mencionó que iría tras ella, y los nervios de su servidor cuando le pidió que matara a todos, menos a Lily Evans.
—Él te traicionó cuando no cumpliste tu palabra.
Todos los presentes murmuraron por lo bajo, incluso Sirius.
—Sirvió a La Orden por más de 14 años... Fue la mano derecha de Albus Dumbledore. —Harry empezó a reír—. Y tú nunca pudiste verlo.
El azabache empezó a reír con fuerza, incluso se le salieron algunas lágrimas.
—Él siempre...
—¡No! —Exclamó el muchacho—. Él nunca te perteneció. Snape era propiedad de Dumbledore, al igual que muchos de los estamos aquí.
La atención de todos estaba allí, incluso la de Hermione y Ron.
—¿Quieres saber por qué no morí esa noche?
—¿Amor? —Voldemort se burló.
—El amor es una magia tan antigua y poderosa, que tú, al ser un hombre que no la comprende, nunca la tomaste en cuenta.
—Te mataré.
—¿Con qué? ¿Con mi varita?
Harry señaló la varita que Voldemort poseía con mucha seguridad, y sonrió.
—La varita de Sauco... Me pertenece. —Afirmó el azabache.
—Ahora sí que estás loco.
—Haremos un recorrido corto de sus últimos poseedores, a ver si es realmente estoy equivocado: Perteneció a Dumbledore, Snape lo mató, y usted a él...
—Eso me hace su dueño.
—¡Falso! —Exclamó, imitando los gestos de Alastor Moddy—. Totalmente falso.
Mientras todos miraban aquella escena con asombro, un pequeño bulto empezaba a rondar entre ellos, buscando una presa a quien hacer pagar por sus traiciones.
—La varita perteneció a Dumbledore, sí, pero olvidas algo muy importante. Antes de que Snape lo matara, Draco Malfoy había desarmado al director, por lo que momentáneamente fue su varita.
Draco, quién también buscaba a su madre, se quedó estático al oír su nombre.
—Hace poco me enfrenté a él en una sala oculta. —Harry hizo referencia a la sala de Menesteres, de la cual había sacado la Diadema de Ravenclaw—. Y adivina qué... Yo lo desarmé.
Harry ladeó un poco la cabeza, notando que tanto Lucius como Narcissa habían encontrado a su hijo.
—La varita no te pertenece, Tom. La varita de Sauco es mía.
Y en ese preciso instante, Nagini atacó a una víctima.
O bueno, estuvo a punto de hacerlo.
La cabeza de la serpiente fue degollada por Neville Longbottom en el preciso momento en que la criatura intentaba atacar a Hermione Granger, causando un fuerte grito de dolor en Voldemort.
Siete calaveras de humo negro salieron de la serpiente, y Voldemort cayó de rodillas.
Y esa fue la señal de Harry.
Ya no había nada que le impidiera ganar. No había nada que le impidiera matar a Lord Voldemort.
Así que movió su varita y apuntó al hombre. Pero antes de siquiera mirarlo, éste se desvanecía.
Pequeñas partículas iban desapareciendo del cuerpo del hombre, mientras sus ojos se encontraban totalmente abiertos.
Su peor pesadilla se había vuelto realidad: Lord Voldemort estaba muriendo lentamente.
Los presentes en aquella sala no sabían cómo reaccionar, pero compartieron un mismo sentimiento: Alivio.
Sin embargo, para algunos, la guerra aún no había acabado.
Por el rabillo del ojo, Alya vio un extraño movimiento por detrás de Narcissa; así que movió rápidamente su varita para proteger a su hermana menor.
—¡Traidora! —Oyó el grito de Alecto Carrow.
En el mismo instante en que la mortífaga atacaba, la viajera del tiempo también lo hacía.
—¡Stupefy!
El cuerpo de la mujer salió disparado hacia una pared cercana, y el cuerpo de todos los Malfoy se tensaron con rapidez.
Draco fue el primero en mirar a su tía, y tan solo bastó una mirada para demostrar que estaba agradecido por salvar la vida de su madre.
Cissy, por su parte, gritó:
—¡Alya!
Pero cuando todas las personas cercanas a Alya giraron sus rostros para ver la razón por la que Narcissa Black había gritado, ya había sido muy tarde.
Una maldición por parte del hermano Carrow restante cayó directamente hacia la espalda de la joven, causando que ésta abriera sus ojos.
—¡Alya! —Gritaron con miedo todos los Black que estaban presentes.
Sirius fue el primero en reaccionar y atacó al mortífago faltante, causando un corte a raíz de sus costillas.
Amycus Carrow escapó bajo la espesa nube negra que todos los mortífagos usaban para trasladarse a cualquier lado, pero herido de gravedad.
«Morirá desangrado. Solo». Se repetía Sirius en su mente.
Regulus, por su parte, corrió directamente hacia el puesto de su prima favorita, a medida que muchos de los presentes exclamaron su preocupación.
¿Qué la guerra no había acabado ya? ¿Por qué habían más muertes?
—No... Alya...
Tanto Narcissa como Andrómeda corrieron de sus puestos para ver a su hermana; Sirius se unió al cabo de pocos segundos; incluso el trío de oro lo hizo cuando finalmente el cuerpo de Lord Voldemort se había convertido en cenizas.
—Reg...
—No... No cierres los ojos... Buscaremos una solución...
—Reg... Lo hicimos... —Jadeaba la chica Black—. Ganamos...
—Alya, por favor, no cierres los ojos... —Imploraba su hermana Andrómeda.
—Andy... Supongo que alguien tendrá que cuidar a tu hija... Yo lo haré... Yo...
Los párpados de Alya se iban cerrando de a poco, pues el maleficio que Amycus había lanzado estaba robándole lo único que le quedaba: su vida.
—¿No hay una solución? —Habló Narcissa por primera vez—. ¿Un antídoto? ¡Algo! ¡Alguien haga algo!
—Hechizo de retención de pulso cardíaco. —Exclamó una mujer de avanzada edad, a la que todos reconocieron como Madame Pomfrey, la enfermera del colegio de magia.
Ella corrió al lugar donde estaban los Black y apunto a la chica con su varita mientras susurraba unas apalabras.
Sirius estaba sorprendido por lo que veía, pero aun así sabía que no iba a dar resultado, aunque agradecía que la mujer hiciera el intento.
Hermione, por su parte, había leído acerca de ese hechizo inventado hace tan solo unos años, pero jamás pensó verlo en acción.
—Alya...
Finalmente, los ojos de la Slytherin se cerraron, dejando un llanto de dolor a su paso.
—No nos dejes solos otra vez. —Murmuró Regulus—. Lo prometiste...
Pero ya era tarde.
Muchos caídos en batalla se encontraban en aquel Gran Comedor, un lugar que alguna vez albergó las mejores y más grandes sonrisas de muchos estudiantes.
Ese lugar había sido participe de muchas bromas y regaños, pero ese día, había sido un lugar de muerte.
Regulus dejó de sentir los latidos débiles de su prima en sus manos, y se vio obligado a cerrar sus ojos cafés para evitar que fuera una tortura.
Narcissa había perdido a dos de sus hermanas esa noche, aunque al parecer, solo una de sus muertes la había tomado desprevenida.
Andrómeda finalmente lo había perdido todo, aunque lo único que le quedaba eran sus dos primos menores a los que esa misma noche juró ayudar.
Sirius no perdió a su ahijado, pero sin duda alguna esa noche había perdido algo muy preciado.
Sin embargo, algo obligó que Regulus se levantara del suelo y siguiera a alguien, aunque ninguno de sus familiares se lo prohibió, ni siquiera se habían dado cuenta de aquello.
Al final, todos los Black estaban reunidos, pero no de la forma que todos ansiaban.
Los niños que una vez gritaron y jugaron juntos estaban alrededor del cuerpo sin vida de la chica que había iniciado una revolución familiar, llorando desconsoladamente.
Alya Black.
—Alya.
—Alya.
—Alya.
Las voces de lamento rodeaban el cuerpo de la chica.
—Alya.
Un llamado, ¿o quizás dos?
Alya.
Alya.
Alya...
Alya...
Alya...
Alya...
—Alya, cariño... Despierta.
Una dulce voz estaba invadiendo el panorama de la joven protagonista, quién al reaccionar se levantó de un solo salto de... ¿Una cama?
—¿Alya? ¿Estás bien?
La chica Black se quedó petrificada por varios segundos. Se llevó sus manos hacia el pecho, en busca de una herida, sin embargo, no había nada, ni siquiera un rasguño. A través del reflejo del espejo situado en la habitación intentó ver su espalda, pero tampoco había nada, así que Alya suspiró antes de hablar:
—¿Grecia?
—Si pues... ¿Quién más sería? ¿Acaso esperabas ver a alguien más al despertar?
Alya se acercó lentamente hacia su amada, sin creer aún que la tenía frente a ella.
Con su mano apartó el mechón rebelde del rostro de Grecia, comprobando si de verdad era ella.
Efectivamente estaba con su amada, sobre su habitación...
Así que la besó, Alya Black besó a Grecia Robbins, disfrutando cada roce de sus labios.
—¿Estás bien? —Preguntó la otra chica—. Te noto rara...
—¡Estás viva! —Chilló de alegría.
—Pues claro...
—Pero... Pero... ¿Y la guerra?
—¿La guerra? ¿Qué guerra?
—¡No! —Se sobresaltó—. Yo te vi... Yo vi tu... Bella había vuelto...
—Ey, cariño... —Grecia tomó su rostro con delicadeza—. Anoche has llegado muy cansada, tal vez has tenido un mal sueño...
—No... Todo fue muy real... yo...
—Podremos hablar de ese sueño después, tienes visita.
—¿Visita?
Los peores temores invadieron el cuerpo de la morena. ¿Y si era Bella? No, imposible, Grecia la habría reconocido al instante. ¿Y si se había transformado en otra persona y había ingresado a su hogar para matarlas a ambas?
—Un chico bastante apuesto ha llegado hace unos pocos segundos, dice que quiere verte.
—¿A mí?
—¡No! Al Hipogrifo del bosque. —Exclamó, con burla—. Por supuesto que te busca a ti.
No muy convencida de aquello, Alya se levantó lo más rápido que pudo y se vistió con algo decente, tomando su varita en mano, lista para atacar de ser necesario.
Grecia había vuelto a la sala, quién se encontraba riendo a medida que servía una taza de té.
El cuerpo de un joven estaba sentado de espaldas, pero aun así, Alya supo quién era al instante.
—¿Regulus?
El muchacho se levantó y giró su cuerpo lentamente, mientras le dedicaba una sonrisa a su prima favorita.
—¿Qué haces aquí? —Balbuceó—. Un momento... ¿Qué año es? ¿Dónde estamos?
Miles de preguntas invadieron la mente de Alya, causando preocupación en Grecia.
—Lo siento, hoy se ha levantado un poco extraña...
—Alya siempre ha sido extraña, a su manera.
Regulus se acercó a su prima, con tal de solventar alguna de sus dudas.
—No te lo has imaginado. —Susurró, solo para ambos—. Tenemos que hablar de "tu sueño."
N/A: ajá!!!!!! Vaya giro de trama, eh? 🤨
Sé que tienen muchas dudas de lo que acabó de pasar, y yo tengo miles de respuestas al respecto, pero muchas de ellas se responderán solitas en el siguiente y último capítulo AAAAAAAA.
Estoy muy emocionada por saber sus opiniones al respecto, aunque sé que ya saben o suponen por dónde va la cosa, así que pueden dejar sus "teorías" en un comentario 💖.
El capítulo estuvo cargado de emociones fuertes, así que espero lo hayan disfrutado tanto como yo.
Por cierto, ¿qué opinan de la nueva portada?
Nos vemos el próximo viernes con el desenlace de esta historia. Cuidense muchos corazones ❤️.
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